lunes, 12 de noviembre de 2018

Talleres de Amador Pfeiffer


Amador Pfeiffer creó en Barcelona una de las primeras empresas españolas de maquinaria agrícola, en 1863. Amador Pfeiffer había trabajado en la casa Alexander Hermanos, y conocía todos los secretos de la fundición de hierro. Instaló la fábrica y el almacén en la plaza de Cataluña de Barcelona, ​​junto a la estación del ferrocarril de Sarrià.


Su producción se dio a conocer con motivo de la Exposición de París de 1867. Hacía tan sólo cuatro años que estaba establecido, pero presentó la que sería la gama principal de productos de la casa: un molino de aceite, una prensa para uvas, una bomba para elevar agua y una noria.

El molino de aceite tenía "un plato de hierro sobre el que ruedan al mismo tiempo cuatro rodillos cónicos, también de hierro, siguiendo la marcha giratoria de una corona del mismo metal. Uno de los rodillos es estriado para prensar con más facilidad las aceitunas, y los restantes son lisos. en el centro hay una caja de madera, en donde se echan las aceitunas, que el movimiento de rotación esparce bajo los rodillos. un distribuidor interior permite graduar la cantidad de aceitunas. Como consecuencia de la trituración, el aceite es recogido en una canaleta." (Orellana, F. de, Exposición Universal de París 1867).

La máquina pesaba 1.750 kilogramos y valía 5.400 reales. El movimiento se lo proporcionaba el tiro de un animal.

La prensa de uva funcionaba a mano con un bastidor de hierro y un cilindro que prensaba las uvas, sin romper las pepitas.

La noria constituía un mecanismo muy conocido: una rueda vertical que mueve una cadena sin fin, provista de cangilones que deben cargar el agua del pozo. Un engranaje permitía transmitir la fuerza para mover la rueda. Pfeiffer tenía modelos de noria pequeños, movidos a mano, y otros más grandes, movidos por una o dos caballerías.

Las bombas para elevar agua eran del tipo llamado anglo-americanas. El interior del cilindro, los émbolos y todas las piezas que tenían contacto con el agua eran de bronce. Las hacía de todos los tamaños y tanto para ser movidas a mano, como con caballería o con vapor. Pfeiffer también ofrecía bombas de agua para apagar fuegos.

Los únicos ciudadanos españoles que presentaron máquinas agrícolas en la citada Exposición fueron Amador Pfeiffer y una empresa navarra, que se llamaba Pinaquy y Sarvy, unos nombres tan navarros como Pfeiffer catalán.

En París dieron a Pfeiffer una medalla de plata por el molino de aceite y otra para la prensa de uva.

En 1867 Amador Pfeiffer fue uno de los industriales llamados a declarar, en Madrid, ante una comisión oficial que estudiaba los derechos arancelarios que pagaban los productos metalúrgicos. Allí dirá que obtenía las piezas de hierro moldeadas de las fundiciones de Barcelona, ​​mientras compraba las barras de hierro maleable o bien a empresas españolas, como la Duro, asturiana, la Heredia, malagueña, o la Virgen del Remedio, barcelonesa, o las importaba de las herrerías francesas -Creuzot y Chantillón- ( "Información sobre el derecho preferencial de bandera y sobre los de aduanas exigibles a los hierros", Madrid 1867).

El fundador murió en 1875. Pocos meses antes había trasladado el despacho y los almacenes de la plaza de Cataluña a la Barceloneta.

El negocio fue continuado por su viuda, y ampliado. En el catálogo de 1876 figuran las máquinas agrícolas tradicionales, acompañadas de arados, guadañas, aventadoras, desgranadora de maíz. También ofrece instalaciones completas de fábricas de harina. Incorporó turbinas para saltos de agua, tuberías de hierro fundido y todo tipo de piezas que se puedan construir en una fundición. A pesar de la extensa gama de productos, siempre se presentará como constructor de maquinaria agrícola.

La hija mayor de Amador Pfeiffer, Matilde Pfeiffer y Garcia, se casó con Màrius Puig y Carbonell, el ingeniero industrial que era el director de la fábrica de su padre. Pero los dos pasaron a la historia no por su éxito industrial, sino por su trágica muerte. En la madrugada del 4 de octubre de 1881 se derrumbó la casa donde estaba la fábrica, y murieron trece personas. Entre ellas, el matrimonio Puig-Pfeiffer, dos hijos de este matrimonio y dos hijos del fundador -Ernest y Enrique Pfeiffer Garcia-, así como los trabajadores que dormían. La causa del accidente fue una explosión de gas.

La empresa continuó a nombre de Sucesores de Amador Pfeiffer: tres hijos que quedaban y dos cuñados, Marcelino Casajuana y Ignasi Jaumandreu. Y con gran empuje. Al final de siglo incorporaron el motor de gas a los productos ya conocidos. En la Exposición Internacional de Barcelona de 1888 ganaron una medalla de oro.

Al final de siglo era considerada la más importante empresa española de maquinaria agrícola. En su taller del paseo del Cementerio (Pueblo Nuevo) trabajaban entonces doscientos obreros.

Al comenzar el siglo XX, el negocio quedó en manos de Amador Casajuana Pfeiffer, nieto del fundador e ingeniero industrial. Su padre, Marcelino Casajuana, le regaló, en 1905, el primer Hispano Suiza que salió de fábrica con chasis de hierro. Este hecho y su interés personal lo llevaron hacia el sector del automóvil. Tuvo la representación en Cataluña de Dion Bouton y, desde 1906, de la Ford americana.

El taller de maquinaria agrícola se mantuvo todavía muchos años, pero en claro declive.



Bomba expuesta en el Museo de los bomberos de Zaragoza.

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