jueves, 10 de junio de 2021

13 de diciembre de 1930 desde las páginas de "El Socialista" y otros...

(EL SOCIALISTA, sábado 13 de diciembre de 1930)

COMO EN 1923

EL RESTABLECIMIENTO DE LA PREVIA CENSURA

Después de la una de la madrugada de hoy, recibimos del Gobierno civil un oficio comunicándonos el restablecimiento de la previa censura, a la cual quedamos sometidos con arreglo a las instrucciones siguientes, que hacemos públicas para conocimiento de nuestros lectores:

«Cumpliendo órdenes superiores del Gobierno, le participo que, a partir del día de hoy, viernes, 12, y hasta que se revoque, se establece en estas oficinas del Gobierno civil la previa censura de prensa para aquellas noticias relacionadas con los sucesos actuales de Jaca, perturbaciones de orden público derivadas de aquéllos, así como también las relacionadas con las huelgas sindicalistas en curso, y desde mañana, para toda clase de noticias e informaciones.

Por consiguiente, le ruego que desde esta noche misma envíe tres galeradas de cuantos artículos periodísticos y noticias informativas pretenda publicar el diario de su dirección (en todas sus ediciones) en relación con los temas indicados, y desde mañana, tres galeradas de toda clase de artículos.

El señor ministro de la Gobernación dará información oficial diariamente de cuanto en estas cuestiones acontezca, única información que podrá autorizarse.

Madrid, a 12 de diciembre de 1930. — El gobernador, José M. Caray.» 

 — Omitimos por nuestra parte todo comentario. 

Nuestra futura actuación

Vamos a procurar situar nuestra actuación frente al futuro político de nuestro país. No es cosa fácil, puesto que hay una incógnita a resolver: el régimen político que regirá. ¿Continuará la monarquía? ¿Se implantará la República? He ahí la incógnita a resolver. Y es fundamental, porque según se resuelva este problema será distinta la actuación política del Socialismo en nuestro país. Si la monarquía continúa, cosa improbable dado el grado de descomposición a que ha llegado, ¿cómo hemos de actuar? Como hemos actuado hasta estos tiempos, se responderá. Sí, pero acentuando nuestra hostilidad al régimen monárquico, que, por vivir siempre al margen de la ley, no permite la evolución jurídica de la sociedad ni la actuación democrática del país y se ha convertido en una dificultad insuperable para nuestro avance.

Un régimen que para sostenerse tiene que gastar en Guerra y Marina más de 868 millones de pesetas, en clero más de 67 millones, en fuerza de orden público más de 271 millones, mientras que en Instrucción pública, el que debiera estar mejor dotado, tiene una consignación de 195.345.958 pesetas, está juzgado y condenado.

Por eso España no es sólo analfabeta : es ignorante. El término medio de analfabetismo es el de un 45 por 100. ¿Y cuál es el de la ignorancia? Porque hay algo peor que no saber leer y escribir, y es que lo que uno sepa sea también una dificultad a la evolución de las ideas. Hay en España infinidad de pueblos en los que el analfabetismo supera la cifra del 75 por 100. ¿Y con esta incultura se quiere tener una democracia efectiva y bien ordenada? Imposible. La base de nuestra democracia no hay que buscarla sólo en las grandes urbes, sino en el campo. Son muchos los millones de ciudadanos españoles que viven escondidos en los valles y en los pintorescos repliegues de nuestras montañas que tienen sentimiento liberal y democrático, pero carecen de la cultura adecuada para que ese sentimiento se convierta en conciencia efectiva, firme. 

Hay otra razón que dificulta el desarrollo de esta conciencia democrática: es el desenvolvimiento económico de nuestros agricultores. Viven oprimidos por los dueños de la tierra. No sólo no tienen reservas económicas, sino que no tienen siquiera los elementos indispensables para atender a sus más apremiantes necesidades. De modo que aunque ellos quieran suplir con sus recursos particulares, organizando la enseñanza de sus hijos, la insuficiencia del Estado, no pueden tampoco. A esta realidad dolorosa se debe que en los pueblos y hasta en las ciudades haya una serie de escuelas llamadas cristianas que, además de no enseñar nada útil, son un tóxico para la conciencia. Y cuando un grupo de hombres fuertes, rebeldes contra esta trágica realidad, crean una escuela y la quieren orientar de una manera libre, pedagógicamente hablando, no pueden. El jesuitismo cae sobre ellos y los inutiliza.

Los católicos españoles no quieren un pueblo culto y libre. Lo prefieren ignorante. Que rece, pero que no piense. Que crea, pero que no razone. Esta es la situación. ¿Que es triste y trágica? Exacto. Pero es así.

Y siguiendo la monarquía no puede cambiar. Es imposible. Y contra esta realidad dolorosa tiene que ir el Socialismo con resolución y energía. Y para lograr vencer no tenemos otro camino que el de la propaganda oral, para formar las Asociaciones obreras y las Agrupaciones socialistas. La propaganda «oral», entendedlo bien. El orador es para nosotros indispensable. A los analfabetos hay que convencerlos de la bondad de nuestros ideales con la palabra hablada, ya que la escrita tienen la desgracia de no entenderla. Nuestro orador no debe ser ampuloso, que se cuide más de la retórica que de la idea, del éxito personal que de la obra a realizar. Tiene que ser hombre conocedor de los problemas que tiene planteados nuestras realidad social, sereno y razonador. Cada discurso debe ser una lección de la realidad, y las lecciones tienen que repetirse muchas veces. No se debe hablar sólo de las aspiraciones, sino de la posibilidad de alcanzarlas y de las dificultades con que se tropezará para lograrlo. Razonar, convencer más que exaltar las pasiones, tiene que ser la misión de nuestros oradores.

Esta labor debemos realizarla principalmente los «autodidactos», los que nos hemos formado en los medios obreros, y por razón del ambiente en que hemos vivido y del que no nos hemos separado, afortunadamente para las ideas, estamos más en carácter para la realización de esta obra de desbrozar el camino para que luego puedan ir otros compañeros de superior cultura a perfeccionar y embellecer lo por nosotros iniciado.

Si las cosas se dieran de la manera que venimos analizando—lo que ya hemos dicho al comienzo que no deseamos—, es de esperar que vengan al Socialismo muchos sectores de intelectuales. Estos tienen una útil misión que cumplir.

La principal es la de contribuir a nuestra preparación cultural para que podamos acometer con más eficacia nuestra obra en el campo. Tienen en esto un gran papel que llenar. ¿Y cuál sería nuestra actuación operado el cambio de régimen y establecida la República ?

Dejemos esto para otro día. Pero adelantaremos que no seríamos ministerialistas. Aún no está España preparada para ello. Ministerialistas no lo seremos ni de la monarquía ni de la República. Eso de ningún modo. Sería una gran desgracia para España y para el Socialismo. Ya hablaremos de ello.

Pero seríamos un formidable sostén de las nuevas instituciones republicanas. Y no lo decimos por halagar, sino porque así está determinado por los imperativos de nuestra conciencia.

Cartas de Alemania

Los socialistas ante las circunstancias

No poco ha sorprendido a casi todo el mundo la actitud de nazis y comunistas en el Reichstag. Sólo uno de estos últimos tuvo que ser llamado, al reanudarse las sesiones parlamentarias, por el presidente, que, como sabe el lector, es el socialista Paul Loebe. Los nazis se presentaron juiciosos y atentos, en actitud de escolares obedientes. Nadie los conocía. Nadie se explicaba, salvo ellos mismos — hay que suponerlo —, ese cambio de actitud. Por el contrario, se creía, y con motivo, naturalmente, que los fascistas iniciarían, al igual que el 13 de octubre, el escándalo y el alboroto con vistas, como siempre, al desprestigio del Parlamento. No ha sido así. Y ahora no sabe uno si escribir «por fortuna» o «desgraciadamente». Porque, la verdad, lo peor que puede ocurrirle a la democracia alemana — y sólo es verdaderamente demócrata la Socialdemocracia — es que el fascismo no vuelva a armar escándalos, ni a atacar los escaparates de los almacenes, ni a cometer otros excesos que ahuyenten de sus filas, alarmada, a la gente de orden que hasta aquí le ha servido de nodriza.

El cambio de actitud, por consiguiente, solicita cierta atención de parte de todo enemigo del nacional-«socialismo».

Coincide con esa «compostura» de los nazis en el Reichstag las declaraciones del diputado Feder, teorizante fascista, de escuela pobre en sociología, quien, ante la estupefacción de los que no militan en su campo, definió nuevamente al nacional-«socialismo». Las manifestaciones de Feder ruedan todavía por los periódicos seguidas de apostillas por lo común llenas de buen sentido. Según Feder, es preciso que nadie vea en el nacional-«socialismo» un movimiento socialista. Ningún compañero nuestro de Alemania — pienso yo — había soñado con la posibilidad de que un nuevo partido proletario le ofreciera coyuntura, en caso de disconformidad con las tácticas socialista y comunista, para numerarse en sus cuadros. Esto es indiscutible.

En consecuencia, la declaración de Feder no se dirige a los socialistas, ni a los comunistas, ni a la burguesía liberal, sino en realidad a los propios afiliados al nacional-«socialismo». Y será para algunos la advertencia de origen más autorizado reveladora de que se han equivocado. Aunque es de suponer que sobren dedos en una mano para contar los miembros del partido de Hitler que creen en el Socialismo de su organización política. La base del movimiento no reside, como es sabido, más que en el nacionalismo. 

La posición de los socialistas se define actualmente por el peligro fascista. Quien se beneficia es el centro, partido gobernante. Y, lógicamente, la burguesía. Pero difícilmente puede, en justicia, censurarse a la Socialdemocracia. Se mantiene con un sentido de la responsabilidad que es buena prueba de la serenidad que hoy la sostiene y que, ciertamente, le faltó en algún momento histórico. Se beneficia la burguesía, sí. Sin embargo, no tanto como ella deseara ni tampoco como los socialistas quisieran. Ahí están, para demostrar lo que digo, los últimos acuerdos del Reichstag. El programa de reformas que elaboró Brúning antes de disolverse el último Parlamento y que, presentado a éste a primeros de julio, determinó la convocatoria de elecciones de modo mediato, se transformó, en virtud de las exigencias socialistas, en el «Notveordnung» de 1º. de diciembre. Lo cual ha implicado, en beneficio del proletariado, la reforma, con respecto al «Notveordnung» de 1.º de julio, de los seguros de enfermedad y paro forzoso y del proyecto de administración municipal. Si hubiera querido, la Socialdemocracia hubiera derrotado al Gobierno. Le hubiera derrotado antes de que el ministro de Hacienda, señor Dietrich, leyera el programa de reforma financiera en el Parlamento. Antes, en la Comisión de Presupuestos, hubiera abolido el «Notveordnung», puesto que con comunistas y fascistas la mayoría estaba asegurada.

No lo ha hecho así la Socialdemocracia. Y con su actitud ha rehuido una compañía que, a codazos, pretende abrirse camino no sabemos hacia qué infiernos. Porque al derrotar a Brüning, hoy por hoy, no existe posibilidad de constituir un Gobierno dentro de las normas parlamentarias. No existe en perspectiva más que un caos político de la peor factura que sólo podrían aprovechar los partidos de dictadura.

Y, sobre todo, los fascistas, pues los comunistas, de intentar algo, serían, llegado ese momento, las primeras víctimas del nacional-«socialismo». Ya lo están siendo en la propia carne. Y todo, en mi opinión, por la torpeza de una táctica. Quien se pare a meditar un poco tendrá, a buen seguro, un elogio para la Socialdemocracia. Precisamente en estos instantes en que los espíritus simples hacen un derroche de fuerza para dispararle censuras.

Antonio RAMOS OLIVEIRA

Berlin. 


La referencia oficial de los sucesos de Jaca

Las páginas de este número han sido revisadas por la censura.

EL PRESIDENTE NO RECIBE

Una vez que salieron los ministros, los periodistas subieron al despacho del presidente; pero en el antedespacho se enteraron de que el presidente no los recibiría.

NOTA OFICIOSA

A las dos y media de la madrugada se nos facilitó la nota siguiente :

«Desea el Gobierno que el país tenga información exacta de los sucesos relacionados con la sedición de un grupo de militares y paisanos en Jaca; pero al propio tiempo quiere evitar que noticias exageradas produzcan alarma ante la opinión, que agraven los daños producidos a la tranquilidad y crédito públicos.

A esos propósitos responden conjuntamente esta noticia oficial y el acuerdo de implantar la previa censura para toda noticia referente, al movimiento, a cualquier desorden público de todo género, a huelgas de carácter sindicalista, y ello con relación a Prensa, telegramas, telefonemas, radio y conferencias.

La referencia que de los sucesos tiene el Gobierno es que en la mañana del día de ayer, parte de la guarnición fronteriza de Jaca, unida a elementos extraños, adoptó una actitud de franca rebeldía. 

La negativa que para secundarla opusieron los jefes militares de mayor graduación, las autoridades, la guardia civil y carabineros, originó una colisión que obligó al alcalde, con los carabineros y guardia civil, a replegarse al cuartel de ésta.

Los sublevados requisaron los automóviles y camiones que hallaron a mano, y por la tarde emprendieron por carretera, en los automóviles de que disponían, su marcha hacia Huesca, habiéndoles cerrado el paso en el camino fuerzas de la guardia civil y carabineros, encontradas en el desfiladero de Ayerbe. 

La interrupción de comunicaciones no ha sido completa, a pesar de los esfuerzos de los sediciosos. Aunque con las naturales dificultades, el Gobierno fue informado por diferentes conductos, adoptando inmediatamente las disposiciones convenientes, disponiendo la concentración de fuerzas por el Sur y Oeste sobre Jaca y Huesca para marchar contra los rebeldes.

El Gobierno tiene la satisfacción de declarar que, localizado el criminal intento, en ninguna otra provincia, ni en capital ni pueblo alguno de España, se ha alterado el orden público, existiendo absoluta tranquilidad en ellos.

Confía en la serenidad de la opinión pública, a la cual desea, mediante esta veraz información, prevenir de alarmantes exageraciones, requiriendo a todos los ciudadanos a depositar su confianza en el Gobierno, que, atento ahora, como siempre, a sus deberes, será inexorable en el castigo de los culpables.»

Notas de día

DESPACHO EN PALACIO

En el'rápido de Lisboa llegó ayer mañana a Madrid don Alfonso.

Fue recibido por el presidente del Consejo, el ministro de la Gobernación y autoridades.

A las diez de la mañana acudió a Palacio el presidente, despachando con el rey durante hora y media. También despacharon los ministros de Fomento y Trabajo.

Al salir de Palacio el jefe del Gobierno manifestó que había sido un despacho corriente, en el que sometió al rey una larga firma de Gobernación y Marina.

Un periodista le preguntó qué había del indulto al señor Maciá, y contestó que cree que existe una relación de presos que van a indultarse, y que suponía que entre ellos está el señor Maciá. 

Añadió que se había autorizado al capitán general de Cataluña para indultar a varios individuos que estaban declarados en rebeldía, y que al volver a Barcelona fueron detenidos.

Se le preguntó qué había de los aviadores desaparecidos, y contestó que cree que se han visto restos del aparato en una playa que no recordaba. 

Otro periodista le preguntó si acudiría a Palacio el señor Cambó. El presidente contestó :

—No sé. Eso es cuestión de Mayordomía de Palacio.

El ministro de Trabajo dijo que no había firmado ningún decreto, y el de Fomento manifestó que había firmado unos decretos de autorización de obras y varios de personal. 

Alrededor de la huelga general en Valencia

Entre dos dictaduras:

Como ciudadanos amantes de la libertad en su más pura y amplia acepción, deploramos sinceramente los tristes sucesos desarrollados en nuestra ciudad, si bien hemos de hacer constar que en ellos no nos alcanza la más mínima responsabilidad. Odiamos la violencia, y mucho más cuando es estéril.

Nuestra posición ante las repetidas huelgas de tipo anarcosindicalista es bien conocida: somos adversarios de todo movimiento que no responda a una finalidad práctica y bien definida, y, sobre todo, de los que exigen un esfuerzo infinitamente superior a los resultados que puedan obtenerse. 

La huelga general recién terminada, aun cuando se le ha dado una significación de protesta contra la ineptitud gubernativa, lo que ha influido decisivamente en su unanimidad, en el fondo ha sido un acto de solidaridad con la actitud del Sindicato de la Madera, y esto, que muchos que han secundado la huelga un tanto sentimentalmente ignoran, tiene algo que meditar, pues se trata sencillamente de apoyar la implantación y reconocimiento legal de una dictadura del sindicalismo en perjuicio principalmente de los mismos obreros que no comulgan en el credo anarquista ni tienen por qué acatar una Organización cuya táctica de violencia y de imposición es la negación de toda libertad, y por consiguiente está en pugna con el mismo ideal que dicen profesar los anarquistas «libertarios»... 

— Esta especie de fascismo anarquista es lo que se quiere imponer al obstinarse en que sea reconocido el Sindicato y la Bolsa de Trabajo, para de ese modo tiranizar a su placer a los que permanecen alejados del Sindicato único por profesar diversas opiniones o por no estar conformes con sus orientaciones, cuyos funestos resultados todavía se recuerdan por los que vivieron aquella vergonzosa y triste etapa de la dominación sindicalista que se pretende resucitar ahora y contra la cual es preciso reaccionar para impedirlo.

Es lamentable y absurdo que muchos hombres que se consideran políticamente de izquierda presten calor a estos movimientos que sólo favorecen a la reacción, la cual explota el malestar que los inevitables desmanes y perturbaciones de los motines de esta índole llevan consigo, para procurarse adeptos, presentando a los elementos democráticos como unos dementes o unos malvados, incapaces de nada serio y grande, y eso no es verdad. 

Conste, pues, que ni los socialistas ni los que seguimos las sensatas y verdaderamente revolucionarias inspiraciones de la Unión General de Trabajadores tenemos nada que ver con los organizadores de esos movimientos estériles, contraproducentes y absurdos que con apariencias de revolucionarios sólo aprovechan para fortalecer las instituciones que se cree combatir... rompiendo cristales. 

¡Qué ilusos! Con «revoluciones» de esta índole ya hay monarquía para rato. Nosotros no podemos estar conformes con estas escaramuzas, que justifican la tradición de candidez e inconsciencia de este pueblo eternamente engañado y escarnecido por toda suerte de tiranos o aspirantes a dictadorcillos de la organización obrera.

Eso no es revolucionario, a lo sumo es un sainete tragicómico en que la víctima es el mismo pueblo, que todavía no ha aprendido que un motín no es una revolución. Para ésta estaremos siempre dispuestos; para lo otro, no.

Aniceto IRANZO


Páginas de la historia

(21 de julio de 1923)

CIVILISTAS FALSOS

Aprovechando la torpeza de expresión del general Aguilera en su carta a Sánchez de Toca y en su discurso del Senado dando explicaciones sobre la misma, gran número de políticos, simulando por el Poder civil un celo extraordinario, han dado vivas a ese Poder y mostrándose resueltos enemigos de cuanto contra él vaya.

¿Hay sinceridad en esos políticos? ¿Expresan lo que su corazón siente? ¿Son verdaderos enamorados del civilismo? ¡Qué han de ser! Son los que más le han traicionado, los que más le han echado por el suelo.

De lo que afirmamos hay pruebas a montones.

¿Quiénes forjaron la ley de Jurisdicciones y quiénes la mantienen? Esos que ahora chillan a favor del Poder civil. 

¿Quiénes han sufrido la vergüenza de consentir constantemente el veto o la imposición de las Juntas de defensa militares? Esos chillones. — 

¿Quiénes, mientras halagaron a dichas Juntas y se postraron ante ellas, sólo tuvieron arrestos para disolver las de brigadas y sargentos? Los mismos.

¿Quiénes los que, estrujando económicamente al país, han elevado a enorme cifra el presupuesto del ministerio de la Guerra? Los mismos también.

¿Quiénes, sangrando infamemente a la nación en su bolsillo y en la vida de sus hijos, crearon con la aventura de Marruecos una fábrica de beneficios, más o menos limpios, para el elemento militarista? Los que ahora se las echan de partidarios rabiosos del Poder civil.

¿Y quiénes han sido los que han hecho héroes de jefes militares que merecían haber sido encerrados en un castillo? Pues esa misma gente.

¿ Y quiénes han mimado a toda hora, en todo momento, a los que arrastran sable y alardean de disponer de una fuerza que legalmente no es suya, sino de la nación? Los que ahora se exaltan porque el general Aguilera ha dicho que procederá violentamente si se ponen obstáculos en el asunto de las responsabilidades a la acción de la justicia.

Si; son unos fariseos, unos hipócritas, los que ante la actitud del presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina hacen ostentación de su amor al Poder civil; como farisaica e hipócrita es la Fatalidad, más culpable que nadie de los desastres ocurridos en África, al adherirse indirectamente a la conducta del general Aguilera en la cuestión con Sánchez de Toca.

Los civilistas lo son ahora, no porque sientan verdadero cariño por el civilismo, sino porque adoptando esa postura quieren extraviar a la opinión acerca de las responsabilidades, y más aún ver si consiguen que salte de la presidencia del Consejo Supremo de Guerra el mencionado general.

Les duele, les ha llegado al alma a esos falsos partidarios del Poder civil que el general Aguilera, mostrándose recto y severo en el Tribunal que preside al juzgar a los militares que en Marruecos desertaron de su deber, haya puesto en el trance a algunos gobernantes de purgar las faltas que, con motivo de la guerra en aquel territorio, han cometido. Si Aguilera cayese, si se anulara, si en lugar de rigor en las sentencias del Supremo de Guerra, hubiera benevolencia y blandura, no se impondría la necesidad de las responsabilidades civiles y podrían librarse así de todo castigo hombres que con sobrada razón lo merecen.

A eso tiran los que ahora fingen un civilismo que nunca tuvieron; eso es lo que buscan los que hoy se las echan de adalides del Poder civil. Pero su treta no tendrá éxito. Dudamos mucho que logren arrancar de la presidencia del Consejo Supremo de Guerra y Marina al general Aguilera; mas si lo lograsen, lejos de conseguir lo que buscan—que quede en la impunidad el gran daño que han hecho al país ciertos gobernantes—harían más fuerte, más arrolladora, la corriente de opinión que clama por que se imponga a aquéllos la pena a que se han hecho acreedores.

No estamos en 1898. Sin tener toda la que fuera de desear, tiene hoy la nación española más sensibilidad que entonces; tiene también alguna dignidad más, y por virtud de poseer ambas cosas, no puede pasar ahora lo que aconteció en aquella época. Tras el desastre colonial, ni rodó el trono, cual lo había merecido, ni se impuso ningún castigo a hombres políticos ni a militares.

El derrumbamiento de la Comandancia de Melilla no ha hecho rodar todavía a la monarquía (pudiera tumbarla mañana), pero ha originado ya el castigo de cierto número de militares culpables y está a punto de hacer lo propio con algunos hombres políticos. Las maniobras que se hagan para impedir esto último es casi seguro que fracasarán. La opinión pública está muy alerta y no consentirá que aquéllas hagan imposible el triunfo de la justicia. 

Purguen sus faltas nuestros gobernantes ; rectifiquen su conducta cobarde con el militarismo, y entonces tendrán derecho a que crea el pueblo en su amor al Poder civil. Mientras no hagan eso, su civilismo será juzgado como una tremenda superchería.

Pablo IGLESIAS


En el Ateneo 

La reforma escolar soviética

En la Sección de Pedagogía expone Zulueta el plan del curso. Desarrolla a maravilla el primer tema nuestro compañero Llopis entre clamorosos aplausos.

Con lleno rebosante del salón y las tribunas, como en las mayores solemnidades, la Sección de Pedagogía ha comenzado sus tareas de curso en la docta Casa.

Ocupan la cátedra don Luis de Zulueta, presidente de la Sección, teniendo a su derecha al secretario de la misma, señor Ballester, y a su izquierda al conferenciante.

Recibidos entre aplausos, el señor Zulueta dice que el estudio pedagógico gana interés en nuestro país en cuanto el interés político se despierta y manifiesta, Que ese interés plasma en un anhelo evidente de reforma, es prueba palmaria de que nadie está satisfecho con el estado actual de nuestra organización pedagógica, y mucho menos con sus orientaciones, dotaciones, normas y principios. Ello justifica que la Sección de Pedagogía del Ateneo traiga a estudio y examen en este momento el asunto de la reforma, previa la preparación del ambiente, que deben hacer tres conferencias de tipo informativo, confiadas a los señores Llopis, Bullón y Ballester a fin de que sean conocidas las tres directrices fundamentales de la renovación pedagógica de la postguerra, marcadas por Rusia, Italia y Austria. 

Conocidas esas informaciones, entraremos a discutir la Memoria reglamentaria, en la cual centraremos el asunto, tomando por eje la discusión de la «Escuela única».

Presentó después al conferenciante Llopis, al que dedica elogios, recordando con emoción los tiempos en que con él convivió en la cátedra. 

Vivamente impresionado, nuestro compañero Rodolfo Llopis dice al comenzar que la pintura o semblanza trazada por Zulueta tiene el valor de presentarle no como él es, sino como quisiera ser. Y ya es algo—agrega—tener como aspiración o estímulo algo que conduce a la propia superación.

El superarse por una renovación de valores que hicieron crisis en la guerra es ansia regeneradora de los pueblos que no perdieron su personalidad. Austria y Rusia buscaron por nuevos caminos normas nuevas. Italia, en lo mismo que originó su crisis, pugna por encontrarla. Todas, cuando fracasan y rectifican en la revolución política, en la revolución social y, en las intentonas de revolución general, descubren que nada hay firme en ninguna revolución como no se plasme y plantee con seriedad y decisión en un sentido franco de revolución pedagógica que las contenga, defina y concentre a todas.

El fenómeno se presenta en Austria como fruto de un pacto entre todas las tendencias cristalizadas en todos los partidos; en Rusia es el efecto inmediato de un partido triunfante, el único que perdura, queda y actúa sobre la escombrera y las ruinas del zarismo.

No se puede hablar de Rusia sin temor, ya que cada uno se ha ido haciendo aquí una estampa o imagen mental de Rusia, que responde a sus lecturas, hechas a la medida de cada interés, gusto y temperamento. No es posible enjuiciar con criterio europeo y capitalista a Rusia. Para saber lo que es Rusia, hay que verla sin nieblas en el espíritu, hay que mirarla en lo que es, luego de haberla visto en lo que fue.

El maestro Cossío me encargó al marchar, cuando allí fui procurando olvidar cuanto había leído : 

—Vea la pintura y las escuelas, que ellas le permitirán apreciar lo que aquello fue y lo que ahora es.

Esclavitud hasta 1861, explotación inhumana siempre; el grito de tierra y libertad como manifestación de vida que se escapa del pecho en un pueblo llevado al trance terrible de la desesperación ; el capitalismo ciego, cada vez más oprimente, que víctima de su propia obra pone cerco al incendio por él provocado como última consecuencia de la ambición vesánica. Ante la revolución arrolladora y que triunfa porque tan fuerte fue la opresión, que estallaran al fin los resortes y ligaduras en que los opresores, constreñían al pueblo. Europa se repliega y presenta el frente militar, el frente económico y el frente aislador de toda idea, de todo sentimiento, de toda relación humana.

El pueblo ruso tiene que bastarse a sí mismo y crea, crea cosas que tiene que ir rectificando una por una y muchas a la vez; pero acierta en la que menos podíamos pensar nosotros, los occidentales; acierta en la reforma pedagógica, que le da un frente invulnerable contra toda injerencia y toda invasión ; su creación definitiva es el frente pedagógico. 

Rusia se refugia en la renovación educativa para impedir el salto atrás, y define: «Ser educador es ser verdaderamente revolucionario.» Toda revolución carece de sustancia vital si no tiene para su uso una pedagogía propia y peculiar.

Es entonces cuando surge da fórmula sustantivadora de la revolución rusa : «Cueste lo que cueste, hay que apoderarse del alma del niño. El problema de la calidad y no el de la cantidad es lo que importa a la comunidad social.» 

La pedagogía entonces se agranda de horizontes; es la familia lo primero que es indispensable cambiar, infiltrando en, sus relaciones libertad y garantizando, no la unión de los padres sino la buena salud, educación y feliz crianza de los hijos, a los cuales, mirados como producto social, hay qué individualizarlos para aprovechar todas sus valencias en bien de la colectividad, y nunca de la minoría, poseedora del bien común. 

En éste aspecto, la procreación es libre; pero garantizado el fruto que obliga por igual a ambos progenitores y al Estado. 

Hizo entonces el conferenciante una exposición amenísima de la organización en los sanatorios, base de la hospitalización forzosa para garantizar el aborto voluntario y la procreación, interesando en ello a la madre, a la que garantiza medios de subsistencia y recursos para no mermar su libertad.

Describió las «crechs», los jardines de los niños, la escuela única gradual y de trabajo, que no se cierra hasta sus grados superiores o universitarios más que a los incapaces o a aquellos que tienen en sí muy próxima la herencia racial de la burguesía. 

Nos presentó el teatro, la radiodífusión, el periódico, el viaje y la vivienda al servicio de la educación general, y las formas en que el trabajo escolar se realiza, favoreciendo la iniciativa y la actuación soviética de los muchachos, a los que se atiende cuando hacen reclamaciones a los Poderes como si fuesen hombres.

Cita la contestación que dan a sus preguntas de viajero sobre la persecución religiosa.

—Al principio—afirmó cierto delegado —hicimos mártires fusilando a los popes ; ello no nos dio resultado ; mas ahora nos limitamos a obligar a trabajar a los popes, haciendo francamente antirreligiosos a los niños.

Nosotros, los occidentales—opuso el compañero Llopis—, proclamamos que se debe respetar el alma del niño.

—Eso es una hipocresía—contestaron—; si triunfara entre vosotros la revolución, no os podríais conformar con ello, porque no os bastaría para afirmarla. 

¿Qué quedará—acaba preguntando el conferenciante—de toda la obra revolucionaria de los rusos?

¿La justificación hasta de la crueldad si se mira al pasado y se compara con las aspiraciones y realidades del presente? No lo sé; pero que algo habrá de quedar en bien de la colectividad humana y capaz de impulsar a ésta hacia el progreso, lo tengo por seguro y evidente.

Lo que no puede negarse es que el momento reformador en que se presenta la pedagogía soviética resulta carente de interés. 

— JUNOLO

Depuración a chorro continuo

MOSCU, 11. — La Comisión central interventora del partido comunista ha expulsado a 27 afiliados pertenecientes a la oposición de derecha, acusada de no seguir las normas marcadas por Stalin.

El Soviet de Moscú ha expulsado a 163 miembros y ha rechazado a 74 aspirantes por estar afiliados a la oposición de derecha. Algunos de ellos han sido detenidos. 

Todos los dirigentes del Comité central de la Federación del Personal Sanitario y Médico han sido excluidos de la Federación por ser «oportunistas».


Un crimen político

Noé Ramichvili

El camarada Noé Ramichvili, que hace pocos días fue asesinado en París por un compatriota suyo, era un conocido militante del Partido Social-demócrata georgiano.

Nacido en 1881, Ramichvili se afilió muy joven aún al movimiento revolucionario y socialista en la Rusia de los zares. Su energía, su valor, su adhesión a la causa de los trabajadores rusos y georgianos le señalaron desde luego como uno de los líderes de la Socialdemocracia rusa, a la que entonces pertenecían los socialistas georgianos. Fue miembro del Comité central del Partido. 

Cuando Lenín llegó al poder y Georgia proclamó su independencia, Ramichvili fue, con Jordanio y Tseretelli, el creador del nuevo Estado que intentaba, entre las ruinas de la guerra mundial, de la guerra civil y de la revolución, conservar en Georgia un régimen republicano democrático y social. Ocupó sucesivamente los cargos de primer ministro, en 1918, de ministro del Interior y de Instrucción pública.

Al terminar en Rusia la guerra civil, pareció que Georgia podía aspirar a una existencia tranquila. ¿No habían reconocido los Soviets la independencia de aquella pequeña República gobernada por los socialistas? ¿No habían concertado los bolcheviques con Georgia un tratado de amistad?

Bruscamente, sin declaración de guerra, el ejército rojo invadió Georgia en 1921. A pesar de la resistencia heroica de todo un pueblo ansioso de libertad y de independencia, que defendió palmo a palmo su territorio, el ejército rojo, mucho más numeroso, logró triunfar. Ramichvili hubo de expatriarse con sus amigos y fijó su residencia en París.

El domingo pasado, cuando se dirigía a la reunión habitual del Grupo socialista georgiano de París, fue cobardemente acometido por un compatriota suyo, enemigo político o desdichado inconsciente. 

Ramichvili estaba empleado en la Legación de Georgia en París y deja viuda y cuatro hijos pequeños.


(EL SOCIALISTA, viernes 12 de diciembre de 1930)

Aullar de lobos

CAMBÓ EL ORÁCULO

Las declaraciones del señor Cambó y los comentos que los llamados prohombres han hecho en torno de ellas, nos dan la lúgubre impresión de una manada de lobos que, luego de destrozar un rebaño robusto y confiado, formasen corro en el redil silencioso y, elevando al cielo sus quejumbres lastimeras por la truculenta carnicería, invitasen al resto de los evadidos y dispersos a congregarse otra vez para seguir cebándose en ellos con la misma regularidad y parsimonia de siempre. 

En síntesis, ¿qué quiere el judío catalán, el pernicioso político español? 

Lo que quiere está claro, muy claro. Lo que dice, ya es otra cosa. Si expresara escuetamente su deseo, es obvio que, al igual que los engendros dictatoriales, tendría que fugarse de las localidades españolas custodiado por la guardia civil. Por eso, más perspicaz que aquellos y más funesto, recurre a sus habilidades de zorro viejo, envuelve en sofismas su pensamiento y pretende, dúctil y artero, dejar cabos sueltos que puedan servir de asidero tanto a la España carcomida como a alguno de los sectores bienintencionados, pero enemigos del esfuerzo urgente que las circunstancias requieren, de la España naciente que jamás se atemperará a situaciones que puedan tener el menor nexo con la política nacional que precedió al año 23.

De aquí la divulgación de su pensamiento por entregas ; sus ilogismos y contradicciones manifiestas ; sus engaños deliberados.

Por una parte, no duda en los propósitos del Gobierno de hacer unas elecciones puras; por otra, recrimina el nombramiento de real orden de alcaldes y lamenta el armadijo electoral que se viene haciendo para dejar vía libre al antiguo cacicato restaurador de las pasadas miserias—de que él mismo formó parte—, y que, afirma, no podrán volver. ¿Cómo? ¿Tan mentecatos nos juzga que presuma convencernos de que con la misma masa podrá salir pan distinto? 

Por un lado rechaza las Cortes Constituyentes, por retardatarias en la solución de problemas vitales ; por otro, aboga por Cortes ordinarias que «modifiquen» fundamentalmente la Constitución. ¿Con elecciones amañadas—¡sin dejar de ser sinceras, claro está!—, mediante electoreros oficiales, como él mismo declara ?

El señor Cambó oficia de oráculo y nos toma por una tribu de zulúes.

Otro contrasentido del político catalán es el empeño en derruir la valla entre derechas e izquierdas. Esto nos parece tan extraño como la hazaña de Jehová en los días del Génesis al separar la luz de las tinieblas. Ante todo, convendría que hubiese definido conceptos. A falta de ello, nadie podrá negar que existen en la nación actualmente dos tendencias bien diferenciadas : la de los que se acomodan al odioso pasado y la de los que lo repudian. Ciego será quien no vea con claridad los sectores en que están encarnadas : republicanos y monárquicos. Con programas antagónicos, con aspiraciones antitéticas, ¿qué labor de conjunto podrán hacer los miembros mezclados de estos dos núcleos? No se concibe semejante pretensión si no es con el propósito de situarse en medio, como Hércules, y apoyar en uno y otro sus sendas extremidades inferiores. En una palabra: para hacerse el árbitro de la nación y volver a sus detestables andadas. ¡Que es lo que el funesto catalanista pretende con su enrevesada y contradictoria palabrería !

Las nuevas notas que nos ha ofrecido no nos interesan. Serán detonantes. Conociendo el árbol, están previstos sus frutos. Y nunca un negrillo podrá dar camuesas. 

A pesar de la pobreza que campea en las declaraciones de Cambó, se ha apresurado a opinar la tradicional procesión de fantasmas políticos a quienes el militar fanfarrón vino a sepultar —Bergamin, Melquiades, Romanones, Villanueva, Bugallal, Ossorio, Alhucemas, etcétera—, sombras fatídicas de la España muriente... ¡Lobos aullantes que devoraron a un pueblo al socaire o al dictado de la monarquía...

Séanles las tumbas leves, ya que España ha sido menos justiciera que Grecia... 

Temas políticos

A las elecciones

Con esta frase, pronunciada alegre y confiadamente, se despidió de los periodistas hace unos días el ministro de la Gobernación. Esto revela que el Gobierno supone salvadas todas aquellas dificultades de orden político que pudieran ser un obstáculo para su vida y que va a hacer elecciones sea como sea. ¿Va a hacer elecciones rabiosamente sinceras? ¿Van a ser siquiera sinceras? No van, si las hace, a ser sinceras ni morales.

Ya lo han dicho públicamente diversos hombres monárquicos; estas elecciones, si se hacen al fin, van a ser las más sucias y las más violentas de cuantas se hayan podido conocer en nuestro país. Habrá pucherazos, compra de votos, coacción de la fuerza pública para impedir votar a los enemigos del régimen, encarcelamiento de interventores, apoderados y candidatos. Se emplearán todas las corruptelas anteriores a la dictadura, en mayor proporción y con más descaro. 

El Gobierno hace protestas de sinceridad y de buen propósito pero nadie le cree. Los mismos que le rodean y que van a ser beneficiados con su política están proclamando su insinceridad. Hará todo lo que pueda para cumplir su misión. ¿Y cuál es su misión? Defender la monarquía, cueste lo que cueste. ¿Que ello acaba de hundir al país en el caos más espantoso, lanzándolo a la anarquía? ¿Y qué importa? Lo esencial es salvar el régimen y el orden. Este orden caótico y desordenado que tiene en permanente inquietud a todo el país.

Hay dos notas que caracterizan bien la situación y que confirman la insinceridad y hasta el miedo del Gobierno. El actual ministro de la Gobernación ha sido nombrado exclusivamente para hacer el encasillado. Y el encasillado está hecho a base del viejo e impúdico caciquismo. Por el ministerio de la Gobernación están pasando todos los personajes de vieja y trágica historia caciquil. Están ausentes los muertos, pero no sus herederos. El otro hecho es el nombramiento de Ayuntamientos y alcaldes de real orden. Por el sistema elegido por el Gobierno para constituir los Ayuntamientos volvieron a sus puestos los viejos caciques y los propietarios. Esto reveló ya entonces los oscuros e impunistas propósitos del Gobierno. Por este procedimiento se ha puesto la vida municipal en manos de caciques y propietarios reaccionarios, el pueblo está ausente de los Ayuntamientos. 

La España oficial jamás estuvo compenetrada con el país ni ha representado su opinión; pero nunca se hizo patente esta realidad con tanta fuerza como en estos momentos. Y en estas condiciones se quieren hacer elecciones de diputados y senadores. ¡Qué burla y qué escarnio se hace con ello al país!

Pero ¿es que creen que en los siete años largos que España vive bajo el régimen oprobioso de la dictadura no se ha modificado la opinión? Es que los compromisarios que van a elegir a los senadores, ¿en nombre de quién van a votar? En nombre de la propiedad y del dinero, unos; en nombre de sus viejos electores ya muertos, y de sus impúdicas inmoralidades caciquiles, otros. Y el pueblo, ¿qué papel pinta? Y los millares de jóvenes que del año 1923 acá se han hecho mayores de edad y han entrado en plena posesión de sus derechos políticos, ¿qué van a hacer? ¿No se les oye? ¿No es merecedora de tenerse en cuenta su opinión ?

Ya dijo el conde de Romanones que unas Cortes elegidas en tales condiciones tienen un pecado de origen y serian declaradas facciosas. Claro que esto ni al régimen ni al Gobierno que lo representa le interesan gran cosa. Tan acostumbrados están a hacer su santa voluntad, con absoluto desprecio de la del país y de los intereses nacionales, que hacerlo una vez más les parece cosa corriente y natural. ¿No lo hemos hecho otras veces y no nos ahorcaron aún? Pues vamos a hacerlo una vez más. ¡Qué mas da!

Y la prensa, que está influenciada por el Gobierno, hace alarde grotesco del mismo cinismo y de la misma insinceridad. «¡ Hala, hala ! A las elecciones. Hacen falta unas Cortes que legalicen la situación.» Ahora les ha dado por pedir Cortes. Cortes amañadas de manera que queda ya señalada, para ver la forma de hacer borrón y cuenta nueva sobre todo lo ocurrido en África y en el periodo de la dictadura. «¡A las elecciones, las elecciones !», dicen con cinismo las derechas. «Allí se verá quién tiene la fuerza. Las izquierdas amenazan con la abstención, y es miedo, confesión de impotencia», añaden cínica y desvergonzadamente. 

No participamos del criterio abstencionista ; los partidos de lucha han de actuar permanentemente; en la acción violenta, cuando el ambiente la favorezca ; en la lucha legal, siempre, para preparar el ambiente a resoluciones mas radicales.

Pero no participando del criterio abstencionista, sabemos que el impulso que lo ha determinado no es el miedo, sino el asco a la política de corrupción moral que desarrolla la monarquía. Asco, repulsión producen sus cínicos, arbitrarios e inmorales procedimientos.

Sin embargo, nosotros no nos abstendremos. «Es nuestro deber luchar, y lucharemos. Haciendo frente a las pandillas de caciques desvergonzados que van a mostrar cínicamente su torva faz en público, les evidenciaremos ante la conciencia nacional. Durante la campaña electoral diremos cuanto haya que decir sobre las responsabilidades anteriores a la dictadura, las de la dictadura y las posteriores.

Hay que exigir responsabilidades por lo de Annual; por el golpe de Estado del año 23; por todos los arbitrarios desafueros de orden jurídico y administrativo cometidos durante la dictadura ; por los ¿doce mil?, ¿dieciséis mil?, muertos de la retirada de Xauen; por la forma que se quiso liquidar definitivamente las responsabilidades de Annual, arrebatando al Parlamento su función fiscalizadora; por la «debácle» a que ha llegado nuestra moneda. Y esto hay que hacerlo con civismo y resolución, fuera y dentro del Parlamento. Nosotros lo haremos, primero en la calle, y luego, nuestros representantes en las Cortes, si llegan, a fin, a reunirse.

¿Y qué pasara? Que las Cortes así reunidas no servirán para nada; ni siquiera para ese innoble fin que le encomiendan de borrón y cuenta nueva. Y, sin embargo, servirán maravillosamente para acentuar el periodo revolucionario en que vive el país, sobre todo desde el año 1917.

Es necesario que el pueblo, que está unánimemente frente al régimen, no se desoriente. ¿Le llama a votar? Pues debe acudir con resolución a las urnas. ¿Que le coaccionan? Pues que muestre públicamente su indignación, su ira contra la cínica e inmoral arbitrariedad. El votar no excluye otras actuaciones más radicales que se están haciendo indispensables para acabar con lo que estorba a la evolución y al progreso del país. Unas elecciones pueden ser un maravilloso prólogo a la revolución española. 


(ABC, Madrid, sábado 13 de diciembre de 1930)

EN JACA, PARTE DE LA GUARNICIÓN Y ELEMENTOS EXTRAÑOS A ELLA INICIAN UN MOVIMIENTO REBELDE

Notas oficiales. El acuerdo de implantar la previa censura de Prensa. Referencia del Gobierno. Concentración de fuerzas para marchar contra los rebeldes. Localizado el criminal intento, existe absoluta tranquilidad en el resto de España. El castigo de los culpables será inexorable.

Ni contra la dictadura hubiéramos aprobado nosotros la acción revolucionaria. Teníamos y tenemos fe en la causa del derecho, que al fin triunfa siempre de todas sus crisis y prevalece sobre todos los obstáculos. Sabíamos que aquel régimen, excediéndose en su cometido transitorio; falto ya de títulos y de razón, sin el apoyo y sin el consentimiento del país, tenía que caer, como cayó. Con todo su poder, no pudo evitar que lo arruinaran la crítica y el descontento de la opinión. Una cuestión de plazo, dijimos muchas veces, no merecía el precio que costara precipitar el desenlace con el desorden y la discordia. Pero, después de todo; la nación estuvo sojuzgada seis años, excluida del derecho, privada de sus libertades, humillada en su dignidad; nos Hubiéramos explicado entonces la impaciencia y el arrojo de los oprimidos. La Dictadura cayó sin tener que reñir ninguna batalla: se le opusieron dos débiles tentativas, que dominó fácilmente. ¿Por dónde andaban en aquellos días los revolucionarios de ahora?

Enfrente de la Dictadura, desde luego, aunque no todos; y todos en su casa, esperando cómodamente su hora. Su hora era la caída de aquel régimen, la desaparición del peligro, la restauración de la legalidad, que suprime riesgos y facilita preparaciones desleales, Ahora, cubriéndose la conspiración con el pérfido empleo de la libertad, salen los despechos y las pasiones que ahogó la cobardía en los momentos más propios de la lucha.

Lo que no se hizo para derribar la Dictadura, para restablecer la legalidad, para devolverle a la nación su derecho y su régimen, ¿para qué se hace? ¿Para traer la República, para reorganizar el Estado, para cambiar la Constitución? Todas estas aspiraciones tienen camino en la legalidad, que gana en amplitud y eficacia todo lo que se le preste en respeto y lealtad. Comprenderíamos también que prescindiesen de los procedimientos legales los que pudieran hacer una revolución; pero no es una revolución lo que pretenden los revolucionarios, ni sueñan con su posibilidad, ni se engañan sobre sus medios, sino que van a sabiendas al desorden estéril, al escándalo, a la obstrucción de la política normalizadora, a vejar el crédito exterior de España, a hundir la moneda y los valores públicos, a sembrar la inquietud, a. estimular los instintos de rebeldía, producir el mayor malestar posible...

Sencillamente, a vengar su impotencia, castigando con la privación de la paz al país que los repudia. Es lo menos innoble que se puede apreciar en disturbios como el de ayer. Infructuosos para la causa que invocan, suelen no serlo tanto para otros fines que en estas algaradas vergonzosas hallan servicio consciente o inconsciente.

Tenía declarado el Gobierno y en su nota de la madrugada reitera el propósito de proceder con rigor inexorable al castigo de la sedición. Muy necesaria es, absolutamente necesaria, la ejemplaridad que debe corregir de una ves el estado de cosas que inquieta al país, el ambiente de provocación y de audacia en que se agitan unos cuantos conspiradores aventureros. La flaqueza del Poder sería estrago mucho más grave que el de la sublevación, dominada desde el primer momento.

Las notas oficiales del Gobierno

A las dos y media de esta madrugada el subsecretario de Gobernación, Sr. Martínez Acacio, entregó a los periodistas la siguiente nota:

“Desea el Gobierno que el país tenga información exacta de los sucesos relacionados con la sedición de un grupo de militares y paisanos en Jaca; pero al propio tiempo quiere evitar que noticias exageradas produzcan alarma ante la opinión que agraven el daño producido a la tranquilidad y crédito públicos por la descabellada intentona de los sublevados.

A esos propósitos responden conjuntamente esta noticia oficial y el acuerdo de implantar la previa censura para toda noticia referente al movimiento, a cualquier desorden público de todo género, a huelgas de carácter sindicalista, y ello, con relación a Prensa, telegramas, telefonemas, radio y conferencias.

La referencia que de los sucesos tiene el Gobierno es que en la mañana del día de ayer parte de la guarnición fronteriza de Jaca, unida a elementos extraños, adoptó una actitud de franca rebeldía. La negativa que para secundarla opusieron los jefes militares de mayor graduación, las autoridades, la Guardia civil y los Carabineros originó una colisión, que obligó al Alcalde, con los carabineros y guardias civiles, a replegarse al cuartel de éstos. Los sublevados requisaron los automóviles y camiones que hallaron a mano, y por la tarde emprendieron por carretera y en los automóviles de que disponían, su marcha hacia Huesca, habiéndoles cerrado el paso en el camino fuerzas de la Guardia civil y carabineros concentradas en el desfiladero de Ayerbe.

La interrupción de comunicaciones no ha sido completa, a pesar de los esfuerzos de los sediciosos, Aunque con las naturales dificultades, el Gobierno fue informado por diferentes conductos, adoptándose inmediatamente las disposiciones convenientes, disponiendo la concentración de fuerzas por el Sur y Oeste, sobre Jaca y Huesca, para marchar contra los rebeldes.

El Gobierno tiene la satisfacción de declarar que, localizado el criminal intento, en ninguna otra provincia, ni en capital ni pueblo alguno de España se ha alterado el orden público, existiendo absoluta tranquilidad, en ellas. Confía en la serenidad de la opinión pública, a la cual desea mediante esta veraz información prevenir de alarmantes exageraciones, requiriendo a todos los ciudadanos a depositar su confianza en el Gobierno, que, atento ahora como siempre a sus deberes, será inexorable en el castigo de los culpables.” 

En Gobernación facilitaron, a las cinco menos cuarto de la madrugada, esta nota:

“A última hora de la madrugada el Gobierno ha adquirido noticias directas de Jaca, comunicadas por personas que han entrado en la plaza, y ellas permiten conocer la verdadera índole de los sucesos, de menor gravedad de la que le asignaban las primeras noticias recibidas, harto incompletas por la dificultad de comunicaciones con aquella plaza.

Parte de la guarnición continúa resistiendo, y la limitación del movimiento da la seguridad de que dentro de muy pocas horas habrá terminado por completo el desdichado suceso.”

La información en Barcelona

Barcelona 12, 12 noche, La Policía se ha personado esta tarde en las imprentas de los diarios, haciendo suspender el tiraje, que en aquellas horas se estaba verificando, y comprobaron los ejemplares que ya estaban confeccionados.

A La Nau, La Veu de Catalunya y La Noche se les permitió la salida y a los vendedores se les autorizó para vender los ejemplares, después de recoger palabra de honor del regente de la imprenta de que no se haría otra edición sin avisar a la Jefatura de Policía. 

NOTA DEL SR. CAMBO ACERCA DE LOS PROBLEMAS NACIONALES

Manifestaciones del ex ministro regionalista

Al entregar la siguiente nota, el ex ministro regionalista D. Francisco Cambó conversó breves momentos con los periodistas que habían acudido para saludarle.

Como éstos le dijeran que lo encontraban muy bien de aspecto, contestó que, afortunadamente, se encontraba mejor que nunca.

—En mayo—agregó estaré en situación de cantar en cualquier teatro, y aceptar las contratas que se ofrezcan.

Explicó que par evitar confusiones y sentar bien sus juicios, había querido dar una nota tan extensa. Se mostró muy agradecido a las atenciones que para él tiene la Prensa madrileña.

Pienso—añadió—venir a Madrid con frecuencia, Pondré casa aquí, y estaré en frecuente contacto con ustedes. He vivido tres o cuatro meses en camelo, porque yo no quería que se enteraran de mi enfermedad.

Lo hacía porque de este modo no me vería forzado a dejar de cumplir cualquier compromiso que contrajere.

Confirmó que el domingo, probablemente, regresará a Barcelona. 

—Lo que no sé, señores—dijo—, es de dónde ha salido esa noticia de mi visita a S. M. el Rey, porque no he tenido ese propósito.

He aquí la nota del Sr. Cambó:

« A guisa de prefacio

Hace tiempo que está de moda en España la expresión de que todos los políticos han de definirse. "

Muchos han creído hacerlo con una sola frase y hasta con una sola palabra. Yo necesito, para hacerlo, llenar muchas cuartillas. Yo no entiendo que sea definirse fijar un rótulo en una fachada: yo, para hacerlo, voy a abriros de par en par las puertas y ventanas de la mía para que veáis lo que opino sobre los principales problemas que más preocupan, o que, a mi juicio—falible como todos—, deberían preocupar hoy a todos los españoles. Y dejo a la opinión que me ponga el rótulo calificativo que mejor le plazca.

Hoy me limito a exponer la síntesis de mi juicio sobre los problemas que enumero, con la mayor claridad y brevedad posibles. Después en artículos expositivos y polémicos, completaré y justificaré los juicios que hoy expongo.

No es de hoy, sino desde el momento en que cayó la Dictadura, que tengo el decidido propósito de actuar en la política general española, con la determinación de realizar desde el Gobierno, si obtengo en toda España los necesarios concursos, cuanto sea posible de la ideología, cuyas lineas generales quedan trazadas en estas notas, sin la ridícula petulancia de reputarlas definitivas, pues siempre estaré dispuesto a buscar la fórmula que mejor pueda resolver los problemas que la realidad vaya creando y modificando.

Monarquía o República

Ante es lema—que por su simplicismo es el más adecuado para apasionar a una gran parte de la opinión española—caben tres posiciones doctrinales:

La de los que proclaman que la Monarquía es consubstancial con España, y afirman, en consecuencia, que en ningún caso puede admitirse la substitución del régimen monárquico por el republicano.

La de los que, por el contrario, estiman que la Monarquía es incompatible con la justicia y con la libertad individual y colectiva, y plantean, lógicamente y como cuestión previa, la necesidad de implantar la República.

Hay, finalmente, aquellos—entre los cuales siempre me conté—que ni creen en la consubstancialidad de la Monarquía con España, ni en la de la libertad y la justicia con la República, sino que estiman que la elección entre las dos fórmulas debe decidirse teniendo únicamente en cuenta las ventajas que cada una de ellas pueda ofrecer para un país determinado, en un momento determinado de su historia, excluyendo la eventualidad y las inciertas derivaciones del cambio, mientras hechos y circunstancias de mucha monta no lo impusieren.” 

La realidad presente os dice que hoy el problema de la forma de Gobierno, no interesa, excepto España, a ningún país civilizado, ni de Europa ni de América. En todos ellos (Monarquías o Repúblicas) son los formidables problemas, substántivos de la hora presente los que absorben la atención de gobernantes y gobernados.

Es notorio igualmente que el grado de cultura, libertad y bienestar de los ciudadanos no tiene nada que ver con la forma de Gobierno; el ejemplo admirable de las Repúblicas suiza, americana, checoeslovaca, francesa y alemana, la encontramos en igual grado o superior en las Monarquías inglesa, sueca, Noruega, danesa, belga y holandesa, como los mayores ejemplos de incultura, miseria y despotismo los encontramos repartidos indistintamente entre Monarquías y Repúblicas.

Para cambiar el régimen monárquico por el republicano se ofrecen dos caminos: el de conquistar la opinión pública, exponiéndole concretamente las ventajas que el cambio de régimen deba traer, en forma que compensen con exceso los inconvenientes que el camino pueda acarrear, o el de la revolución, acto de fuerza, preparado en la sombra, a espaldas de la opinión, que no tiene necesidad alguna de contar con la mayoría del país.

El primer camino que debería culminar en un triunfo electoral ante el cual el Rey no tendría más remedio que inclinarse, es rechazado manifiestamente por los republicanos. Y de este abandono no puede darse más que una explicación: la pereza y la falta de fe.

Declarar que en España son imposibles unas elecciones sinceras es una inexactitud. Cuando la Solidaridad catalana, al impulso de un movimiento de opinión verdadero cayeron en Cataluña todos los cacicatos (que estaban tan arraigados como pueden estarlo hoy en la provincia más caciquil de España) y la voluntad popular acaparó la representación parlamentaria catalana.

Yo sé que los republicanos españoles no fían más que en la revolución para traer la República, y yo me permitiré dirigirles algunas observaciones.

Yo les ruego que se sitúen en 1930 y recuerden que ni una sola de las revoluciones burguesas que llenan la historia del siglo XIX ha triunfado en el XX, por la sencilla razón de que las revueltas de los paisanos se hicieron imposibles desde el momento en que las armas de la fuerza pública son una cosa muy distinta de las escopetas que emplean los paisanos para cazar perdices. Y la burguesía, la gran fuerza revolucionaria del siglo XIX ha dejado de serlo desde que ha visto de cerca la posibilidad de una revuelta social.

En lo que va de siglo no hemos visto más revoluciones triunfantes que las que hicieron los militares o aquellas—como las de Hungría e Italia—en que el Gobierno entregó el Poder a los revolucionarios.

La revolución de Lenin fue una revolución militar, hecha con cañones, ametralladoras y carros de asalto.

Hoy sólo se puede pensar en una revolución militar capitaneada por un general, que se proclamaría dictador o protector, o en una revolución de sargentos y soldados que, al destruir el elemento de coacción con que ha de contar todo Poder público entronizaría un régimen puramente anárquico. Y no creo que estas perspectivas puedan despertar grandes entusiasmos.

Política cultural

Algo ha prosperado España en esta matería en lo que va de siglo, pero es mucho aún lo que le queda por hacer. Hay que tener presente que España cuenta en el mundo mucho más por su arte y por su literatura que por sus pretéritas conquistas y que por sus empresas industriales y mercantiles.

Y no hay que olvidar, para mantener vivo el sonrojo y el remordimiento, que por una centésima parte de lo que hemos gastado en Marruecos hubiéramos evitado el despojo de nuestro patrimonio artístico que se ha consumado en los últimos cincuenta años.

La lucha por la cultura ha de alcanzar todos los grados y ha de extenderse a todos los frentes.

El Estado tiene el deber de aplicar un inmenso esfuerzo al desarrollo de los Centros oficiales de cultura en todos los grados, desde los Centros superiores—así de aquellos donde se elabore la cultura como de los que forjan los hombres que habrán de difundirla—hasta la extensión y perfeccionamiento de la enseñanza primaria, haciendo lo preciso para acabar en pocos años con la lepra del analfabetismo.

Y una orientación cultural del Estado exige una política del libro y el aprovechamiento, en gran escala, de los formidables medios de difusión que nos ha dado la ciencia moderna y que se llaman el cine y la radio.

Y para que esta labor sea rápida y eficaz, no se deben contrariar, sino estimular con ahínco los concursos de la iniciativa privada y de las Corporaciones locales, pues debe mantenerse el principio de la Constitución del 76, que consagra la libertad de enseñanza, inspeccionada y vigilada por el Estado para que en su ejercicio no se infrinjan los principios que la Constitución establezca.

Es preciso que, aun para la acción que el Estado se reserve en la obra de la cultura, evite en lo posible las influencias asfixiantes de la burocracia y del escalafón, delegando siempre que sea posible y sin perjuicio de los derechos legítimamente adquiridos el ejercicio de su propia acción en organismos autónomos que aseguren una mayor competencia y una mayor continuidad.

Política social

España ha de avanzar en el camino de la política social, a pesar de los notorios estragos ha producido en los países que la han seguido con más audacia que prudencia y han tenido más en cuenta la demagogia electoral que las posibilidades financieras del país. Precisa, indudablemente, aprovechar las dolorosas experiencias que nos ofrecen aquellos países (especialmente Australia, Alemania e Inglaterra) para evitar los errores y los daños que hoy confiesan y lamentan.

Pero al avanzar en el camino de la política social hay que resignarse, desde luego, a las repercusiones que ha de tener en el presupuesto del Estado, y hay que estar plenamente convencidos de que la política social más generosa no calmará las impaciencias ni atenuará las acometidas proletarias.

Debe avanzarse en el camino de la política social por espíritu de justicia y por sentimiento de humanidad, pero sin esperar ni gratitud ni siquiera justicia.

Hoy en España, gran parte de las masas obreras y buen número de intelectuales no se interesan por las mejoras que el proletariado pueda alcanzar con una política social justa, y aun generosa, sino que plantean francamente el problema de la supresión de la propiedad privada sobre los medios e instrumentos de producción.

Y frente a esta posición nosotros proclamamos, sin vacilaciones, el respeto a la propiedad privada, porque entendemos que, al suprimirla, se suprime el estímulo y el espíritu de iniciativa, base del progreso y del bienestar material de los pueblos.

Defendemos la propiedad privada por principio, la defendemos ante el ejemplo de lo que ocurre en Rusia, donde ha bastado su supresión parcial para que el nivel de la vida del obrero sea inferior al de todo país civilizado y el régimen de trabajo no sea otro que el de la esclavitud; pero la defendemos con más decisión aún mirando la realidad española, donde la evolución económica está a mitad de su camino y donde el régimen capitalista, por estar en sus comienzos, no ha producido aún los resultados benéficos que hasta el propio C. Marx le atribuye, en lo que él considera etapa previa a la socialización de los medios de producción.

Pero el proclamar el principio de la propiedad privada no significa que entendamos que el derecho de propiedad sea absoluto y esté libre de todo control en interés de la colectividad. Como todo derecho, puede tener sus limitaciones mucho más siendo, como es, un derecho social, establecido y mantenido, en primer término, en interés de la colectividad.

Ya en cuanto a los favorecidos por la fortuna, precisa recordarles que su propio interés les aconseja reforzar, con el cumplimiento generoso de los deberes sociales que impone la riqueza, las garantías consignadas en la Ley y mantenidas por la fuerza coactiva del Estado.

Problema religioso

En los últimos años el problema religioso ha desaparecido del escenario político en casi todos los pueblos del mundo. Ello es consecuencia, y consecuencia feliz, del espíritu de tolerancia que, con la cultura, va penetrando en las conciencias. Ha influido también en ello el hecho de que las clases obreras se han apercibido de que, durante muchos años, el anticlericalismo fue empleado arteramente para distraerles de las reivindicaciones sociales. 

Entiendo que debe mantenerse la fórmula consignada en la actual Constitución, interpretada en sentido ampliamente liberal.

Creo es un deber de patriotismo oponerse a que se inicie, artificiosamente, una contienda religiosa, que sólo serviría para provocar una estéril perturbación y un retraso en el estudio y solución de los verdaderos problemas que están planteados en España.

Política económica

España es uno de los países del mundo que tiene una economía más completa y mejor estructurada. Por propia naturaleza, nunca alcanzará los periodos de prosperidad fantástica que alcanzan, de vez en cuando otros países, pero nunca sufrirá crisis de la intensidad y de la duración que en aquéllos se producen.

No es posible sentar como principio la  no intervención del Estado en el campo de la economía, pero sí entiendo que debe proseguirse la tarea del Gobierno actual, encaminada a poner freno a las excesivas intervenciones estatales de los últimos años, provocadas unas veces por iniciativas burocráticas y de cuerpo—no siempre desinteresadas—y estimuladas otras por requerimientos, parciales siempre e injustificados a menudo, de los intereses privados.

Hay que abandonar el nefasto camino que más de una vez siguió el régimen dictatorial de emplear los recursos del Tesoro para crear o subvencionar Empresas privadas destinadas a competir con Empresas creadas y sostenidas por el capital privado español, cual si la misión del Estado fuera la de perseguir a los españoles que, resistiendo las tentaciones de los mercados extranjeros, han invertido sus capitales para crear riqueza y trabajo en España.

En España se pone de manifiesto cuán absurda es la trasnochada teoría marxista de las incompatibilidades entre el industrialismo y el agrarismo, pues la solidez de la economía española radica en la armónica coexistencia de ambas manifestaciones de la producción.

El mayor y más difícil problema que existe en la economía española está en la enorme diferencia entre el nivel de vida y la capacidad de consumo de la población del litoral y la del interior. Es factor principal de este problema la extensión antieconómica del cultivo de cereales a terrenos que nunca podrán dar a quien los cultive el grado mínimo de bienestar a que tienen derecho todos los hombres.

Precisa tener presente que el peso de los tributos, el elevado coste de la vida y la desvalorización monetaria coinciden en gravar de día en día la situación de la clase media, cuya defensa es, no sólo de justicia, sino de un altísimo interés social.

Hay que orientar la política económica de España hacia la obtención del máximo rendimiento de los hombres y de la tierra para suministrar el máximo bienestar a todos los españoles. Ello exige renunciar a la absurda concepción de que España tiene que bastarse a sí misma, que nos lleva a crear industrias y explotaciones agrícolas antieconómicas, que exigen protecciones arancelarias absurdas; a establecer regadíos donde no hay hombres para aprovecharlos, y a construir ferrocarriles donde no hay ni puede haber tráfico.

Ello exige, además, tener en cuenta el factor demográfico, pues las soluciones de aprovechamiento del suelo español, preconizadas por muchos ideólogos, no tienen en cuenta a escasa densidad de la población española, que impide seguir ejemplos sacados de países donde la densidad de la población es tres y cuatro veces superior a la nuestra. 

No hay que olvidar que lo que nos permite saldar con excedente nuestra balanza de pagos son las exportaciones de productos agrícolas especialmente favorecidos por factores geográficos y climatológicos; es el sol de España, en una palabra, lo que exportamos en forma de frutas, legumbres, verduras, aceites y vinos, y estas exportaciones no favorecen tan sólo las comarcas productoras, sino que son ellas, con su aumento constante, lo que permite el constante aumento del bienestar de la población española.

Problema monetario y política financiera :

Soy, desde hace años, partidario decidido de la estabilización de nuestra moneda. a base de aceptar el hecho consumado de su parcial desvalorización, iniciada y no interrumpida desde 1920.

Anuncié cien veces que el sueño de la revalorización total sólo serviría para retrasar la estabilización y tenerla que hacer con un quebranto cada día mayor de nuestro signo monetario. Durante mucho tiempo estuve solo o casi solo en la defensa de este criterio, que hoy, ante las duras lecciones de la realidad, cuenta con la conformidad, más o menos resignada de la inmensa mayoría los españoles. 

Cuanto más terminantes sean las declaraciones del Gobierno en el sentido de que va a la estabilización a base de una partida distinta de la nominal y más notorios los actos demostrativos de que sigue los caminos de todos conocidos para establecerla y sostenerla, más favorable será el mercado internacional para muestra divisa.

No incurriré en la inexcusable ligereza de declarar el tipo a que yo entiendo que la peseta debe ser estabilizada; pero si puedo afirmar que, para fijarlo, hay que tener en cuenta tres consideraciones: que causa la menor perturbación a la economía española, que no imponga a los rentistas más sacrificio que el estrictamente necesario y, final y principalmente, que se tenga la máxima seguridad de que el tipo que se elija podrá ser mantenido. Y esta seguridad no se alcanza más que con la prudencia; la elección de un tipo popular, de un tipo de prestigio traería fatalmente o la catástrofe de la estabilización Jansen o las terribles repercusiones de la estabilización italiana. 

La estabilización exige estar precedida y seguida de una sana política financiera.

La supresión del presupuesto extraordinario y algunas reducciones en los gastos (que habrá que mantener y acentuar) permiten que hoy se vaya a la estabilización. Pero, para sostenerla, hay que mirar cara a cara.

—España puede hacerlo, porque es uno de los países que tiene una economía más sólida y más sana —algunos problemas muy serios que se ciernen sobre el porvenir de nuestra Hacienda. Y no quiero dejar de señalar el problema ferroviario por ser aquel en que una crisis universal definitiva se suma a la mayor de las inconsciencias del régimen dictatorial. 

Con prudencia y energía puede verse éste y otros problemas, pero bastaría un corto período de debilidades o de inconscientes alegrías para crear una de las situaciones más difíciles por que haya atravesado la Hacienda española.

Problemas regionales

Desde mucho antes del advenimiento de la Dictadura tengo expuesta mi convicción de que el problema catalán no puede resolverse más que dentro de España y en cordial y sincero acuerdo con la gran mayoría de los españoles. Y esta vieja convicción mía se avivó durante el régimen dictatorial y ha venido acentuándose de día en día.

En 1019 intentóse llegar a una solución de este/problema, que viene perturbando la vida pública española en lo que va de siglo pero fracasó el intento, porque desde Barcelona se planteó en forma conminatoria, y en Madrid se elaboró una solución inspirada en un sentimiento de desconfianza.

Y tanto la coacción como la desconfianza son ingredientes incompatibles con una solución de concordia.

Hoy, en Cataluña, por la mayor extensión y la mayor y más profunda conciencia de su catalanidad, ha desaparecido el desplante y la conminación, expresiones, siempre, de una debilidad. Y hoy, entre lo mejor de los españoles no catalanes, está arraigada la convicción, no sólo de que las reivindicaciones catalanas son justas y perfectamente compatibles con los sentimientos del más acendrado y más consciente españolismo, sino que es de interés supremo para España que el enorme dinamismo de Cataluña pierda el carácter protestatario que le ha caracterizado siempre. A todos interesa que los catalanes, en el gobierno de sus propios intereses, aprendan como en los negocios públicos, igual que en los privados, la rigidez de los principios absolutos, es casi siempre incompatible con las realidades más modestas, pero más fecundas, de la vida cotidiana. Así la experiencia les llevará al abandono de la fácil protesta y al reconocimiento de las dificultades de toda función de gobierno... cuando de ellas no se pueda culpar a los poderes del Estado. Por eso es indispensable, para que la solución autonómica sea eficaz, que sea absoluta en la intensidad, si puede ser discutida en la extensión.

Desconfianza..., ¿por qué? Si, contra todas las verosimilitudes, en Cataluña apareciese el propósito de aprovechar la autonomía para preparar un intento secesionista, el Gobierno de España tendría a su disposición la fuerza, y a su lado la opinión, para impedirlo y castigarlo. Y yo no tengo reserva alguna en proclamar que, si ello se produjera, siendo yo, gobernante español, o por elemental sentimiento de lealtad, sino también con el pleno convencimiento de prestar un gran servicio a Cataluña, sería inexorable en corregir y castigar las desviaciones desleales que en Cataluña hubieran surgido. 

Y, dejando de hablar de Cataluña, he de afirmar que hay otras regiones españolas que pueden alegar el mismo derecho a su autonomía.

Y aún puedo y debo añadir que uno de los escasos síntomas del despertar de la conciencia pública, después de la anestesia de la Dictadura, lo ofrece el sentimiento regional, que, en mayor o menor intensidad, surge en la mayoría de las regiones españolas.

Donde hay una realidad regional que a sus fundamentos técnicos, geográficos e históricos sume hoy la voluntad, consciente y reiteradamente expresada, de la inmensa mayoría de sus habitantes, no veo peligro alguno, y sí muchas ventajas para España, en acordarle un régimen autonómico.

Y aun en los territorios españoles donde no se produzca síntoma alguno de sentimiento regional, habrá que pensar en su día —los momentos actuales no aconsejan afrontar otros problemas que los más urgentes— en la conveniencia de crear agrupaciones administrativas mucho más extensas que las actuales provincias, ya que el desarrollo de los medios de comunicación lo permite y la necesidad de suprimir gastos inútiles en el presupuesto lo aconseja.

Pero tengo interés especial en hacer constar que para estar conmigo no es necesario sentir el regionalismo, basta con aceptar el principio de que este sentimiento, donde realmente exista, debe ser respetado, y donde se convierta en voluntad debe ser atendido con todas las garantías, tanto para evitar la creación de regiones artificiales como para no mermar ni las prerrogativas esenciales del Estado ni los fueros de la cultura.

El Ejército y la supremacía del Poder civil

Como en España, desde que se instauró el régimen constitucional, los hombres políticos se preocuparon más de la importación de fórmulas y constituciones exóticas que de la creación de una ciudadanía, el régimen constitucional, falto de su natural soporte, tuvo que apoyarse en la fuerza de las bayonetas. Por ello, la historia constitucional de España es la historia de los pronunciamientos militares. 

Si tan triste realidad tuviera que subsistir, si el Ejército, en vez de ser una garantía de paz, tuviera que ser un constante motivo de inquietud para el país y de preocupación para los gobernantes, habría que renunciar a toda esperanza de que España llegase a ser un pueblo fuerte y un pueblo libre.

Hay que reconocer, no obstante, que de lo dicho no tiene el Ejército la culpa, ni siquiera la mayor parte. Han sido los políticos los culpables de sus desviaciones, ya directamente, excitándoles a la indisciplina, ya indirectamente, creando situaciones difíciles y teniendo flaquezas y complacencias culpables que han estimulado al Ejército, con impulso tan sincero como equivocado, a cubrir el frente que el Poder civil dejaba descubierto y a recoger funciones de poder que el titular legítimo dejaba abandonadas.

Pero, mucho más que todo ello, ha influido en el relajamiento de la disciplina militar la falta en España de un gran ideal nacional al que el Ejército tenga vinculada su misión primordial, Ni las tristes luchas de Marruecos podían ser este ideal ni puede serlo el estar preparado para revistas y paradas mientras se suprimen los ejercicios y maniobras en que se prepara la eficiencia de los ejércitos modernos, y se invita a oficialidad y clases a perder el tiempo en las corruptoras tertulias de las Casinos Militares. 

Es indispensable dar al Ejército un espíritu y una ilusión militar que desarraigue en sus miembros, con mayor eficacia que todas las coacciones, toda veleidad de intervención en política, como es necesario adaptar su volumen y su estructura a las necesidades y a la capacidad financiera, cosa que no es incompatible, ni mucho menos, con darle una eficiencia muy superior a la actual.

El Ejército ha de estar al servicio de la nación nada más que de la nación, y ello quiere decir que ha de obedecer, sin reservas ni vacilaciones, a los Poderes legítimos, que son los Poderes constitucionales del Estado. 

Poder civil en el Gobierno y gestión de los negocios de Estado es postulado necesario, no sólo en las democracias, sino en todo país que rechace la anarquía como fórmula de vida colectiva. Así ha de ser en un país Burgués, como en un país socialista, como en un país de régimen comunista, Ha de serlo en una democracia republicana, como en una democracia monárquico-constitucional.

Responsabilidades

No se puede borrar el recuerdo de los años en que los españoles han vivido sin ley y sin libertad. Nadie puede oponerse a que se depuren, sin odio ni rencor y con espíritu de justicia, las responsabilidades de los que, suprimiendo leyes y garantías, proclamaron el imperio exclusivo de su voluntad. Y los que menos pueden oponerse a ello son los que participaron en el Gobierno dictatorial.

Cuando se gobierna dentro de la ley, sometido el gobernante a la crítica de la opinión y al examen de los órganos fiscalizadores, hay que suponer, mientras no se pruebe lo contrario, que su gestión—acertada o no—está exenta de responsabilidad.

Pero cuando se suspendió el imperio de la ley, y se asfixió la crítica, y se suprimió toda fiscalización, y se consagró el imperio de la libérrima voluntad de algunos hombres, cabe la sospecha, mientras no se pruebe lo contrario, de que pudieron obrar mal, y sólo después de juzgados y absueltos por órgano adecuado pueden estimarse libres de culpa.

Los hombres que encarnaron el régimen dictatorial han disfrutado en España al derrumbarse la Dictadura de una consideración de la que no hay ejemplo en otro país en circunstancias análogas.

Creo que esta consideración, que aplaudo y que honra a todos los españoles, debería obligarles a abstenerse de todo acto, de toda intervención en la vida pública española, mientras no se haya declarado que no contrajeron responsabilidad en su gestión.

Yo creo y espero que podrán demostrar que en la inmensa mayoría de los casos pecaron, acaso, por incompetencia o ilusionismo de causas que pueden merecer el perdón, aunque no el olvido.

Pero interesa a todos ellos no verse envueltos en un estigma que, probablemente, tendría que aplicarse sólo a algunos de los hombres que personificaron el régimen dictatorial.

MAS SOBRE LA CRISIS DEL OBRERISMO AGRARIO

Volvemos sobre el tema de la crisis agraria, porque su importancia y gravedad es innegable. La decisión adoptada por el Gobierno de emprender rápidamente ciertas obras públicas, en las zonas donde el problema se presenta agudizado, contribuirán, sin duda, a mitigarlo; como también las medidas que con carácter extraordinario han adoptado gobernadores y alcaldes, sobre la base del reparto de los obreros sin trabajo entre los propietarios rurales de los términos que padecen la crisis que nos ocupa. Una situación extraordinaria justifica determinaciones de igual carácter.

Lo que no podemos aceptar es que esta solución provisional se admita como definitiva, y se olvide el problema hasta que vuelva a surgir el conflicto. Es preciso que se busque la solución definitiva. Mejor dicho, que se echen los cimientos de renovación de la nueva estructuración del régimen agrario, en nuestro Mediodía principalmente, para llegar con el transcurso del tiempo indispensable a una transformación que resuelva el problema.

Es necesario, pues, que se estudie concienzudamente el complejo asunto, utilizando los asesoramientos técnicos y de experiencia que requiera; sobre todo que se concrete en cada zona afectada de la crisis, sirviéndose de los datos que le sean propios.

Pero nada de generalizaciones. Porque el problema no las admite; es intrincado como vario. No se puede pensar que se resolverá la crisis del obrerismo agrario existente en las lomas de Úbeda, como el planteado en Jerez de los Caballeros. No es el mismo caso el que se presenta en la campiña de Córdoba, al lado de la margen izquierda del Guadalquivir, como el que ofrece la serranía que la falla del gran río deja a su derecha.

Los núcleos de población, los sistemas culturales tan diversos, tierras cerealistas y olivareras de un lado, dehesas de pasto, labor y arbolado predominantemente en el otro, y las masas del obrerismo diferentes para cada lugar, son los factores esenciales que intervienen en el problema y que lo diferencian para cada caso. 

En algunos lugares será procedente pensar en la simple parcelación; en otros, en la colonización; en todos habrá que contar con la falta de capital de explotación, de cortijeros y labrantines, cada uno en su medida. Y siempre con la rutina y atraso que caracterizan, con raras excepciones, a los grandes propietarios rurales, divorciados ancestralmente de la técnica, sin reflexionar que la agricultura ha seguido, aunque despacio, el ritmo de los tiempos, y que éstos exigen hoy la aportación científica en todos los aspectos del progreso humano.

Alcanza, pues, la culpa tanto a las clases directoras, por utilizar solamente la agricultura como plataforma política desde tiempo inmemorial, como a los terratenientes poderosos conformes con un sistema primitivo de explotación rural.

Pero hay problemas, como el que providencialmente han mitigado las recientes lluvias caídas, que no pueden eludirse. Es necesario que los hombres de buena voluntad y capacitado estudien todo lo preciso, y propongan soluciones concretas para cada caso. Porque el problema es difícil, pero no insoluble. 

PÓNGANSE COMO SE PONGAN...

Insinuaciones políticas

—Los hombres de los antiguos partidos —viene a afirmar la nota del Sr. Cambó— no eran inmorales, ni siquiera incompetentes. La culpa era de los partidos, no de ellos. Los partidos vivían en el tácito acuerdo de no afrontar ni resolver ningún problema que ofreciese dificultad. Ahora hay que tomar esos hombres, agruparlos de otra manera y utilizarlos en el Gobierno de España.

Bien. Usted padece de la garganta, ¿verdad, Sr. Cambo? Deseamos su alivio, Pero nos es indispensable referirnos a esa incomodidad para plantearle una cuestión un poco chusca. Vamos a suponer—si no le molesta—que un día, harto de soportar el dolor, penetra en una farmacia, expone su caso y se decide a pedir un remedio.

—¿Un  remedio?—exclama amablemente el boticario——, En seguida, Sr. Cambó, Aquí hay remedios para todo.

Y el honorable señor se dirige a un estante, coge un botellón, en el que se leen estas dos palabras: “Ácido nítrico”; echa unas gotas en un vaso de agua y se lo sirve a usted. Vamos a suponer que usted lo bebe confiadamente. Su garganta empeora, su estómago sufre, su tubo intestinal se agita como una serpiente irritada. Cuando usted abandona el lecho vuelve a aquella botica y formula sus quejas.

—¡Oh!—le dice el farmacéutico—. ¡Eso se corrige fácilmente! Ahora verá usted.

Y toma el mismo botellón, pone sobre el anterior letrero este otro: “Clorato de potasa”, y le ofrece las mismas gotas de ácido nítrico disueltas en vino blanco de la Rioja.

Con franqueza, don Francisco, ¿las bebería usted? 

¿A qué cambiar rótulos? Esos hombres no sirven ya y todos los esfuerzos que hagan por invadir nuevamente el Gobierno de España sólo conseguirán precipitar una hecatombe que presentimos sin poder concretar.

¿No eran inmorales? ¡Qué absurdo tópico! Pero ¿qué debemos entender por honradez de un político? Si se quiere, gritaremos más fuerte que nadie que nuestros políticos no robaban bolsillos de señoras, ni las carteras de los amigos, ni admitían dinero a cambio de favores, ni entraban furtivamente todas las tardes, al marcharse a sus casas, en la Tesorería para levantar la tapa del arca y coger un puñado de billetes, con la mano rápida y el rostro vuelto hacia la puerta. Gritaremos que muchos han muerto en la pobreza, y que otros tantos han gastado su legitima fortuna en comprar votos y en sostener el brillo de posiciones oficiales.

¿Y que? ¿Quiere esto decir algo? Esos mismos sujetos eran esclavos de la plutocracia española. Dilapidaban el dinero de la nación en protecciones inmerecidas o estériles, amparaban a nuestra costa industrias perezosas, codiciosas, mal dirigidas; temblaban ante la sencilla idea de hacer modificar el trazado de una línea de tranvías urbanos; se encorvaban ante los que empuñaban un sable o un fusil; necesitados de las dietas que ganaban en los Consejos de Administración de las grandes Compañías, se convertían—¡oh, muy dignamente !—en agentes y servidores de ellas; relajaban la justicia, porque hacían de ella arma política; las obras públicas se otorgaban como precio de la sumisión electoral, y, cuando era posible, se lubrificaba con generosas Reales órdenes el deslizamiento de un amigo hacia la opulencia. Han dejado al país sin comunicaciones, sin disciplina donde es más necesaria, sin instrucción, con la agricultura abandonada, con la industria—hinchada, pesada, vieja——apoyándose en los hombros del consumidor para poder dar un paso; sin prestigio en el extranjero, sin contento en el interior... Y, digámoslo francamente, aparte algunas excepciones, no más, acaso, que los dedos de una mano, todos aquellos señores que nos gobernaban eran amables medianías substraídas a su verdadero destino: al de ser jefes de Negociado, abogaditos, odontologuitos... Honorables, obscuros. Con voz en la rebotica, con voto en las elecciones de sus Casinos...

Hay ocasiones en que un robo no parece inmoral. Lo que hacían aquellos señores que no robaban, era inmoral siempre.

De ellos es también la culpa de esta escasez de hombres aptos para la política, a la que se refiere en su nota el Sr. Cambó. Porque ellos han desdeñado a la inteligencia y han apretado sus filas, para impedirle el paso, cuando lo intentó. Para intervenir en la vida pública, para lograr un acta de diputado—y que el pueblo otorgó poquísimas veces—era preciso ser un allegado, un adulador o un incondicional de aquellos hombres de cerebro estoposo que estaban en lo sumo de las categorías políticas, segregando lugares comunes adormecedores. A lo sumo, amparaban a algunos jóvenes de habla copiosa y fácil, jóvenes tan viejos como ellos, a los que pronto hacían una reputación nuestros informadores políticos, enamorados, por contagio, de la elocuencia de tamboril.

Todo lo que en España valía verdaderamente se apartó, asqueado, de la política, y se dedicó a otras actividades. Entre los hombres que comienzan a asomarse a la madurez tenemos grandes médicos, grandes ingenieros, grandes escritores... Ni un solo gran político. No es que no hubiese podido existir, Es que aquéllos lo impidieron.

Vedlos ahora: todos buscan afanosamente denominaciones nuevas. ¡Buscad, si es posible, nuevos cerebros! Uno se pone una nariz republicana; otro, un bisoñé socialista; éste pide unas Cortes constituyentes con la angustiada urgencia del que pide un médico y un confesor... Os conocemos debajo de esos disfraces y de esos gritos. Vosotros no sois como las figuras de ajedrez, cuya eficacia varía según su colocación en el tablero. Sois como parásitos que, aunque cambien su emplazamiento, es para seguir chupando la misma sangre y causando, unos centímetros más allá, las mismas molestias. El orden de vuestros pobres factores no puede alterar el triste resultado de la suma.

W. FERNANDEZ FLOREZ 



(La Vanguardia, Madrid, domingo 13 de diciembre de 1930)

Actualidades 

Los efectos de un «film» 

Seguramente habrá entre los lectores de éste artículo algunos, quizás muchos, que han visto ya la película «Sin novedad en el frente», sacada de la novela famosa de Remarque y proyectada todos los días en uno de nuestros teatros con éxito creciente. Puedo, pues, evitarme el trabajo de explicar aquí su argumento y su significación, que antes de estrenarse el «film», debido al éxito extraordinario que alcanzó la obra de Remarque en su primera forma literaria, conocía ya todo el mundo. Quienes hayan visto la película y los que todavía no han podido leerla, saben la impresión profundamente dolorosa que produce en nuestro público, horrorizado ante una reconstrucción de la guerra en su cruda realidad. 

Por doquiera se hacen comentarios sobre esta producción cinematográfica, y no hay pareceres encontrados, no hay discrepancias. El público hace suya íntegramente la tesis del autor y éste consigue en absoluto el efecto que se había propuesto producir repugnancia y odio a la guerra estúpida que después de ocasionar veinte millones de víctimas inocentes y de haber arruinado a Europa, dejó esta porción selecta del mundo civilizado mucho peor que estaba. 

Nadie ha podido ni siquiera, ha intentado demostrarnos lo contrario, esto es : que la humanidad obtuvo positivas ventajas de haberse empleado durante cuatro años en la matanza más vasta y horrible que han visto los siglos, realizada con un ensañamiento que tampoco tiene precedentes. Y sin embargo, el carácter hondamente pacifista de «Sin novedad en el frente» levanta, protestas y disturbios en Berlín, a causa de no haber intervenido la censura del Gobierno para impedir que se proyectaran aquellas escenas que por su efecto depresivo pueden restar energías al pueblo alemán para cuando suene la hora de empezar de nuevo el bombardeo. 

¿Revanchismo? ¿Partidarios de Hitler? ¿Oficiales de la Reichswehr? Probablemente. Pero en Francia podría ocurrir lo mismo de no haber sido el Gobierno francés más previsor. Este se adelantó a los chovinistas, y el «film» sensacional ha sido proyectado ante los franceses con muchos cortes, de modo que la descripción objetiva de Remarque queda, mutilada para que no provoque excesivas reacciones contra la guerra. 

¿Francia también?, se preguntará el lector sorprendido. Francia no deja de la mano el argumento de que está amenazada y en peligro. Cada cual razona de acuerdo con su punto de vista. En Berlín los racistas alborotan las calles con sus entusiasmos bélicos extemporáneos: pero en París, mientras tanto, los estudiantes apalean a un profesor de Derecho internacional por haber hecho una alusión — probablemente literaria —a la confraternidad de los pueblos, y en una conferencia de Daudet. el público se siente súbitamente atacado de la furia heroica y prorrumpe en gritos delirantes como en vísperas de una nueva movilización. 

¿Queréis más? En los reportajes sobre el Salón de la Aeronáutica, uno de los acontecimientos de la actualidad parisina, se hacía observar que el público dedica atención preferente a los aparatos de guerra y establece comparaciones entre el utillaje francés y el extranjero. Queda demostrado, por consiguiente, que las novelas y los «films» pacifistas son eficaces para desarmar a los desarmados, o sea a los neutrales de la gran conflagración, quienes, sin haber pasado por tan dura prueba, nos espantamos de la sangre vertida y de las devastaciones realizadas y condenamos la guerra como el más execrable de los crímenes. Lógicamente, debía haber sucedido lo contrario. 

Los pueblos desangrados y empobrecidos por el incendio que envolvió con sus llamas a Europa, los que conocieron el dolor, el hambre y la desesperación, esos deberían ahora estremecerse a la vista de un casco y de un fusil; mientras los otros, los que no oímos el estampido del cañón ni doblar a muerto todos los días las campanas, podíamos alucinarnos pensando en victorias guerreras como arranque de una futura grandeza. 

Pero en el mundo no hay lógica y parece que se ha perdido también el buen sentido. Los que no la conocimos nos asustamos de la guerra, y los escarmentados volverían a enredarse a tiros en seguida que se presentara la ocasión. Es de notar que en Francia, como en Alemania, los más aguerridos son los muchachos, desde luego todos los estudiantes, precisamente los que primero habrían de caer, barridos por la metralla. Absurdo, ¿verdad? 

No podríamos ser en justicia, sin embargo, muy severos con esos pueblos que, si no se preparan materialmente para la guerra, se mantienen con el espíritu armado y belicoso. En primer lugar, ni son racistas todos los alemanes ni el pueblo francés se deja arrastrar por la exacerbación de una minoría juvenil y bullanguera. Pero el malestar económico de Alemania prepara el terreno para toda suerte de conflictos y complicaciones, y ello tiene en Francia una repercusión inevitable, porque los recelos y rencores que dejó la guerra no se han extinguido aún. 

Mientras los alemanes pidan, como lo hacen, cada día en forma más apremiante, la revisión de los tratados, Francia estará inquieta y temerosa de que pueda prepararse el desquite más allá del Rin.

Alemania no puede soportar las cargas de la guerra, cuya responsabilidad no acepta. Ha perdido con la inflación todas sus reservas financieras. Tiene tres millones y medio de desocupados y la carestía es enorme. El plan Young es un dogal tan estrecho que apenas le permite respirar. «La reducción del Ejército — dice W. Martin, en el «Journal de Genéve» —, el licenciamiento de millares de funcionarios de todo género, la superproducción de las Universidades han creado una clase numerosa de intelectuales sin trabajo, dispuestos a formar en las filas de la revolución, cuyo ejército engrosaría rápidamente con masas profundas de obreros parados.» 

Por cierto que el mismo famoso articulista de Ginebra, en una interesante exposición de la crisis alemana, manifiesta sus temores no por una guerra, sino por una revolución que sacudiría a Europa hasta en sus cimientos. Si el Gobierno de Brüning, que es un Gobierno de minoría, tuviera que abandonar el poder, los acontecimientos se precipitarían peligrosamente. Brüning se aguanta porque, gracias al voto de los socialistas, pudo ver aprobado por el Reichstag el decreto-ley del 1.° de diciembre, que constituye una reorganización completa de las finanzas del Reich. 

El hecho conduce a W. Martin a la siguiente conclusión paradojal: «que el porvenir del capitalismo descansa, en este momento, sobre los hombros de los socialistas alemanes». ¿No decíamos antes con razón que no hay lógica en el mundo? Vamos saltando de absurdo en absurdo. Y es que la guerra dejó una confusión tan grande en los negocios públicos que corresponde exactamente a la siega de vidas realizada, la mayor y más espantosa que recuerda la historia. 

No es seguramente con otra guerra que podría arreglarse Europa, y por esto la novela de Remarque, divulgada ahora por el «cine», puede hacer a la humanidad un bien incalculable, si consigue destruir lo que todavía resta del espíritu guerrero. Yo no pierdo la esperanza. La filmación de «Sin novedad en el frente» ha provocado reacciones que no son las que perseguía el autor. Pero todavía tiene la paz más partidarios que la guerra. 

JOSÉ ESCOFET 

EL CENTENARIO DE BOLÍVAR 

Sesión en el Ateneo Barcelonés 

En el Ateneo Barcelonés se celebró a las siete de la tarde la sesión organizada por la Federación Universitaria Escolar en honor del Libertador Simón Bolívar. Ocuparon la presidencia del acto el catedrático señor Xirau Palau. que representaba también a la Junta del Ateneo, el vicepresidente de la F. U. E. y los oradores que habían de tomar parte en el acto, entre ellos don Gonzalo de Reparaz. 

Abrió el acto con breves palabras el vicepresidente de la F. U. E., el cual manifestó que requerida dicha entidad por la Unión Federal de Estudiantes Hispánicos para que se sumara a los actos en conmemoración del centenario de Bolívar, organizó esta velada en el Ateneo como homenaje al genio y al espíritu liberal del gran Libertador. 

A continuación hizo uso de la palabra el estudiante venezolano Isaac Pardo, el cual evocó la figura de Bolívar en momentos próximos a su muerte, cuando viendo las luchas cruentas de los partidos dijo que estaba pronto a dar su vida a cambio de ver renacida la paz en la América libertada. 

Trazó después la silueta moral de Bolívar, haciendo ver cómo el gran demócrata que había en él tuvo que realizar un gran esfuerzo para substraerse a ejercer todo personal, al que supo renunciar para no ser más que un ciudadano. 

El título de ciudadano lo apreciaba Bolívar más aún que el de Libertador. Pasó después a hablar de los esfuerzos que la juventud venezolana ha realizado y realiza para ser digna de la estirpe y de la gloria del Libertador. A continuación se extiende en larguísimas consideraciones sobre la campaña de oposición y rebeldía desarrollada por los estudiantes venezolanos frente a la opresión del tirano de Venezuela, Juan Vicente Gómez, y relata con gran lujo de fechas y detalles las violentas represiones de que han sido víctimas los estudiantes de aquel país y los castigos bárbaros y crueles que se les impusieron solo por el delito de desear para el pobre y oprimido país una era de civilidad y de libertad. 

Habló después el estudiante, también venezolano, señor Jiménez-Arraiz, el cual se extendió asimismo en el relato de lo que la clase estudiantil de Venezuela ha realizado para derrocar la tiranía que oprime a su país, y terminó diciendo que la campaña de civilidad y de altruismo que hoy realiza un grupo de estudiantes y patriotas para devolver a Venezuela el rango de nación libre, es el mejor homenaje que se puede rendir a la memoria de Bolívar, el Libertador. 

Seguidamente habló el estudiante peruano don Jorge Jarufe, quien comenzó diciendo que el más alto mérito de Bolívar es que enseñó a ser libres a los ciudadanos. Su ideario político puede considerarse como una síntesis del espíritu liberal. Por eso el Libertador mismo se llamó «soldado de la verdad». En toda la juventud de América se ha experimentado una vigorosa reacción del espíritu liberal y del espíritu patriótico. Reacción que en unos países se expresa contra los gobiernos tiránicos y opresores del pueblo y en otros contra el absorbente imperialismo yanqui, que pretende someter a su fuero, bajo la falsa máscara de la doctrinade Monroe, a toda América. 

El orador habló después de la reacción sufrida por el Perú, reacción que le ha llevado a derrocar un régimen oprovioso que lo sumía en la servidumbre y en la esclavitud. Terminó diciendo que guiadas por el espíritu del Libertador, las juventudes de América trabajarán por levantar el alma de sus países y forjar la verdadera independencia patria. Luego el estudiante venezolano don Nelson Himiob, leyó unas cuartillas con ataques durísimos al régimen tiránico del general Gómez en Venezuela, y añadió que la clase estudiantil, que ya demostró en Rusia su capacitación para ocuparse de las cuestiones trascendentales para la patria, sabrá también labrar el porvenir de sus países. 

Finalmente el escritor don Gonzalo de Reparaz, que se levantó a hablar ya cerca de las nueve, bosquejó algunos de los rasgos biográficos más salientes de Bolívar, al que definió como un hombre muy superior al medio social en que se vio obligado a actuar. Habló después, cinematográficamente, y salpicando su amena, pero vertiginosa disertación, con punzantes anécdotas del periodo de la Reconquista y del Descubrimiento, para deducir que España realizó la colonización de América con medios deficientes y que más tarde, le dio una Ley de Indias que no respondía a las necesidades de las colonias por ser aquella ley una abstracción de los teólogos. 

Las colonias, en cambio, se organizaron espontáneamente en comunidades, en consejos o ayuntamientos, siguiendo las huellas del espíritu colectivista que había dejado en España la dominación árabe. De ahí toma pie el señor Reparaz para deducir que Bolívar recogió un anhelo ya secular en las colonias, que era el de vivir con arreglo a otros normas y a otra política que la que le imponía el absolutismo español. Terminó el conferenciante con unas incisivas palabras sobre las dictaduras y con un elogio, sentido y entusiasta, a los ideales de libertad. Todos los que intervinieron en el acto fueron muy aplaudidos. 

Descubrimiento de un busto 

El miércoles próximo tendrá efecto la solemne inauguración y entrega a la ciudad por el Comité del Centenario a Bolívar, del busto en bronce del Libertador, obra del escultor don Vicente Antón que ha sido instalado en el Parque de Montjuich, Avenida del Marqués de Comillas.

POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN

El Estatuto Regional 

Ayer por la mañana se reunieron en la Diputación los presidentes de las Diputaciones catalanas con dos diputados de cada una de ellas en el Palacio de la Generalidad, para tratar del Estatuto regional que se acordó formular en la Asamblea de Diputaciones celebrada recientemente en Madrid. 

Se resolvió que cada una de las Diputaciones que se hallaban representadas estudiara un proyecto que será sometido a discusión en una reunión que se convino celebrar el día 23 por la tarde en el mismo Palacio de la Generalidad. El proyecto definitivo que en la indicada reunión se acuerde será enviado a Madrid el día 31 del actual y será discutido junto con los otros proyectos que presenten las restantes Diputaciones en la reunión de representantes de ellas que ha de celebrarse en la corte. 

El proyecto que en tal reunión se formule será discutido y aprobado con las enmiendas que se consideren oportunas en la próxima Asamblea de Diputaciones que, como es sabido, se celebrará en la de Barcelona a finales de enero o principios de febrero. 

Conferencia en la Lliga 

Anoche dio su anunciada conferencia acerca de la administración en la Diputación Provincial durante la etapa de la dictadura, el vicepresidente de dicha corporación, señor de Riba de España. El acto se celebró en el salón de la Lliga Regionalista, acompañando al conferenciante los señores Duran y Ventosa, Ventosa y Calvell y Abadal. 

El señor de Riba historió la actuación de la Mancomunidad, recordando que, como decía el señor Prat de la Riba, no es necesario más que un timbre y un nombre para trabajar en bien de Cataluña y así con una hacienda incipiente supo hacer una obra espléndida, porque con su entusiasmo y su patriotismo hacía brotar cosas reales y prácticas. Sus características fueron siempre las de austeridad y buena administración, teniendo plantillas burocráticas muy reducidas y servicios ampliamente eficaces. Reseñó la actuación cultural y agrícola de la Mancomunidad que fueron implantadas en otros lugares dé la península. 

No obstante fue tachada de pródiga y en el libro editado por la Diputación dictatorial para explicar lo que se hizo con la liquidación de la Mancomunidad, se contienen verdaderos agravios e insultos para los que participaron en la labor mancomunal. Renunció a ocuparse de diversos aspectos de la vida provincial por no haber diferencia notable en relación a la forma en que fueron dejados por la Diputación política. Tampoco lo hará en lo que se refiere a obras públicas porque durante el largo período dictatorial los ingenieros de caminos, canales y puentes de la Diputación lucharon constantemente para que no se conculcaran los reglamentos, prestando así un gran bien a Cataluña. 

En materia de hacienda dice que la Deuda que existía en 1923 era de 27,5 millones de los que estaban en circulación sólo 25 millones y que los empréstitos creados después de 1923 ascienden a 92,5 millones, de los cuales están en circulación 28,7 millones, sin contar la fianza hecha por la cesión del cobro de las contribuciones, existiendo además dos operaciones de crédito con sendas cantidades crediticias que ascienden a 8 millones. El aumento de deuda ha sida, pues, de 36,7 millones. 

Todos estos empréstitos—el señor Riba los califica de orgía—fueron posibles porque fue hallada la hacienda provincial en magnífico estado y con una solvencia de crédito absoluta. Se hubiera llegado a la quiebra si el desbarajuste hubiera continuado, con la realización del proyecto de urbanización de la montaña del Montseny, donde se pretendía construir un hotel que costaba 18 millones, un sanatorio 12 millones, sin contar las vías de comunicación que hubiera sido preciso crear. 

Los verdaderos trastornos, no obstante, se produjeron en un atrio de cultura, donde se realizó una labor tenaz de destrucción, como si su espíritu estuviera alentado de un odio irreconciliable. Cita la reducción del capítulo de enseñanza pública y agricultura en los presupuestos provinciales durante la etapa dictatorial y expuso su caluroso elogio por la labor que realiza el actual diputado señor Jansana para reconstruir las organizaciones mancomunales sobre las ruinas qué encontró. 

Así se han podido establecer las escuelas de Administración Pública, Estudios Comerciales, Bibliotecaría, de Verano, de Agricultura y el Servicio de Técnica y Práctica Agrícola. La Residencia de Estudiantes constituida en el edificio que la Mancomunidad hizo para Escuela de Agricultura, costó 1,5 millones y ha dado en el último ejercicio una pérdida de 40.000 pesetas, en forma que teniendo capacidad tan sólo para 50 alumnos, representa un dispendio tan exagerado que la Diputación ha pensado ya en suprimirla. 

Trató después de los profesores que fueron destituidos por no quererse doblegar a criterios absurdos y dijo que la mayoría do ellos han sido repuestos en los lugares que antes ocupaban. La labor de la Dictadura no estuvo influida más que por un afán de exhibicionismo y se crearon determinadas enseñanzas con el propósito no de que dieran rendimiento, sino con el exclusivo objeto de poderlas mostrar a los forasteros y, extranjeros y, «epatarlos». 

Después trató del personal. Esto había sido altamente recomendable en tiempos da la Mancomunidad. Después con el que ingresó ha variado notablemente. Lee algunas cifras relativas a este capítulo y — después de expresar la contrariedad de todos los diputados por el hecho de tener que decretar la cesantía de algún funcionario — que pueden concretarse así: La nómina mensual de los funcionarios de la antigua Diputación ascendía a 24.000 pesetas; la de los de la Mancomunidad a 124.000 y la de los de la Diputación en 1930 a 344.000 pesetas. Estudió los defectos de administración en la tramitación de los gastos, que se hacían todos a gusto y capricho del entonces presidente, quien no tenía más que llevar las facturas correspondientes a la aprobación de la Permanente. 

Los conciertos de música iberoamericana se presupuestaron en 25.000 pesetas; costaron 161.000, produjeron 34.000 y costaron, por lo tanto, 127.000 pesetas; los viajes y recepciones de un solo año implicaron un gasto de 445.000 pesetas; el servicio de buffet del baile de gala 50.000 pesetas y se dejaron sin consignación previa, al cesar en sus cargos, facturas por valor de dos millones. 

En el libro de la liquidación de la Mancomunidad se criticaba la asignación de 10.000 pesetas que tenía el presidente de la Mancomunidad, la que figura en el presupuesto vigente es de 55.000 pesetas. La manifestación del espíritu de la Dictadura culminó en cuanto se hizo en el Palacio de la Generalidad, donde se proyectaron obras sin tener en cuenta que aquel edificio debía ser respetado, por haber sido legado a Cataluña por sus antepasados. 

Cuantas inculpaciones se hacen en el libro putación, son los pecados en que cayeron los representantes de la Dictadura. Y ello fue debido en parte a la falta de fiscalización en que se desarrollaban y por lo que es preciso hablar siempre de la etapa dictatorial para no echar en olvido su nefasta actuación. Termina declarándose enemigo de radicalismos verbales y partidario de hacer obra silenciosa en favor de Cataluña. Al terminar su conferencia, que duró mas de hora y media, el señor de Riba fue muy aplaudido.

MADRID 

Los beneficios del decreto de indulto

EL REGRESO DEL REY 

NUEVAS NOTAS DEL SEÑOR CAMBÓ 

SUS PUNTOS DE VISTA SOBRE LOS PROBLEMAS NACIONALES 

EL GENERAL DESPUJOL EN PALACIO

Regreso del Soberano 

Esta mañana, a las 8'25, y en el rápido de Lisboa, regresó de su viaje a Extremadura S. M. el Rey. En la estación esperaban al Soberano el presidente del Consejo, el ministro de la Gobernación, el gobernador civil y el alcalde de Madrid, el director general de Seguridad y las autoridades civiles y militares. El Monarca, al descender del tren, saludó a todos y ocupó el automóvil que le esperaba, marchando a Palacio. 

Despacho con el Rey 

El jefe del Gobierno acudió algo más temprano que de costumbre a despachar con Su Majestad. A la salida fue interrogado por los periodistas, a los que manifestó que había sometido a la firma del Rey algunos decretos de Gobernación y de Marina, pero que los desconocía por no haberlos leído y que le hablan sido remitidos por los respectivos ministros. 

—¿Qué hay de la noticia circulada en Barcelona referente a que el Gobierno ha indultado al ex coronel señor Maciá?—le preguntó un periodista. 

Se ha autorizado al capitán general—dijo el conde de Xauten — para que aplique los beneficios del decreto de indulto a los individuos que estaban en rebeldía en el extranjero y que al volver a Cataluña fueron detenidos. 

—Y en esta relación, ¿está el señor Maciá? 

—Supongo—contestó el Presidente. 

Y de los aviadores desaparecidos, ¿Puede darnos alguna noticia?—dijo otro reportero. —Sólo sé que se han visto restos de un avión en una playa de por allí, cuyo nombre no recuerdo. 

Aun otro periodista hizo una mueva pregunta al general Berenguer:

 —¿Vendrá a cumplimentar a S. M. el señor Cambó? 

—De eso yo no sé nada—respondió el presidente. —Si ha de venir, quien lo sabrá es el mayordomo mayor, duque de Miranda. 

También despacharon con el Rey los ministros de Trabajo y Fomento. El señor Sangro no llevó firma alguna y el señor Estrada sometió a la sanción del Soberano varios decretos, entre ellos uno referente a la traída de aguas, otro de expropiación y nombramientos de ingenieros jefes de segunda clase del Cuerpo de Caminos. 

El capitán general de Cataluña 

Esta mañana cumplimentó a S. M. el Rey el capitán general de Cataluña, señor Despujol. De la cámara regia el general pasó a Mayordomía y a la puerta se halló al grupo de los periodistas palatinos. Al ver que se proveían de lápiz y cuartillas el señor Despujol, dijo:

 —No sé por qué sacan papel y lápiz, puesto que nada tengo que decir a ustedes, a no ser que mañana vuelvo a mi Capitanía general. He cumplimentado a S. M. y he tenido también la honra de hacerlo a la Soberana, que pasó por la antesala mientras aguardaba el momento de ser recibido por el Monarca. 

Un periodista le preguntó acerca de la situación en Barcelona, a lo que el general Despujol contestó: 

—Desde el punto de vista militar, bien. El infante don Carlos ha dejado un excelente recuerdo de su paso por la Capitanía general y la guarnición aquélla está también en excelentes condiciones. 

Antes de salir del zaguán de Palacio otro periodista se acercó al general Despujol para preguntarle si en la relación de presos en rebeldía, a los que se concedía indulto, figuraba el señor Maciá. Los periodistas le dijeron lo que había manifestado el presidente del Consejo, que suponía que sí, y entonces el general contestó: 

—Yo supongo también, como el presidente del Consejo, que debe figurar en esa relación. 

La Corte de media gala 

Hoy vistió la Corte de media gala, con motivo de celebrar su cumpleaños la infanta doña Cristina y el infante don Luis Alfonso de Baviera. En Palacio y con asistencia de la Real familia, se celebró la tradicional misa de ofrenda, oficiando el Patriarca de las Indias,

El señor Cambó 

El señor Cambó almorzó esta mañana con el ministro de Hacienda. Antes había sostenido una conferencia con el señor Sánchez de Toca. 

Notas a la prensa 

A las ocho y media de la noche los periodistas estuvieron en el Hotel Ritz para recoger la nota que había anunciado facilitaría el señor Cambó, el cual salió al vestíbulo y dio las gracias a los periodistas por las atenciones tenidas con él con motivo de este viaje y publicación de las anteriores notas. 

Entregó a los informadores un ejemplar de la que tenía anunciada y dijo que por ahora no publicará ninguna más. Únicamente escribiré algunos artículos. Dijo el señor Cambó que había engañado a la prensa al decirle que estaba enfermo, pues lo que estaba era muy grave. Ahora ya me encuentro mejor—añadió—y por eso estoy aquí para todo lo que haga falta. 

Después el secretario del señor Cambó manifestó que de no marchar mañana por la noche lo hará en los primeros días de la próxima semana. La nota facilitada por el señor Cambó, dice: ...

COLABORADORES DE «LA VANGUARDIA»

Polonia, la herida abierta en el cuerpo político de Europa

Durante los últimos diez años la cuestión polaca, particularmente por lo que hace referencia a las relaciones entre Alemania y Polonia, ha tomado en repetidas ocasiones una importancia ponzoñosa para la vida de los pueblos europeos. Y si la fijación de las fronteras polacogermanas no ha tenido graves consecuencias para la paz internacional, después de las conclusiones del fatal tratado de Versalles, débese (puedo afirmarlo con toda seguridad de no engañarme) a la firme voluntad de paz del pueblo y los gobiernos alemanes desde 1919, y al dominio completo y heroico de sí mismos que ha venido manteniendo la población de las provincias orientales alemanas. 

Trátase principalmente de dos cosas que difieren mucho en distintos aspectos. Una de ellas es el establecimiento del llamado «Corredor», con el cual se deseaba dar a Polonia una salida libre al mar. La otra es la división de la provincia de la Alta Silesia, que durante muchos siglos había sido territorio alemán, en dos partes, como resultado del plebiscito de 1921, una de las cuales quedó siendo alemana, y la otra se entregó a Polonia.

Desde entonces estas dos heridas abiertas que los alemanes consideran como graves violaciones de la ética y la justicia, no han mejorado, ni sanarán en tanto que la buena voluntad y la razón no hallen otra solución a estos problemas discutidos. Todo aquel que estudie la situación en conjunto, imparcialmente y con amplitud de espíritu, advertirá que desde el primer momento Alemania se resistió francamente a toda extensión del Tratado de Locarno con aplicación al estado de cosas del Este, y al mismo tiempo rechazó con no menor energía todo amago de alteración violenta de tal como los distintos tratados y decretos han dejado la situación. 

No me canso de aconsejar a los extranjeros, sobre todo a los súbditos de los Estados Unidos, que a poco que puedan visiten la Alta Silesia y el Corredor Polaco, a fin de que por sí mismos se lleven una impresión de ese estado de cosas insostenible. Muchos que atendieron mi insinuación, a su regreso me contaron que las impresionen obtenidas eran superiores a cuanto de desastroso habían presumido.

Ese Corredor es una situación artificial, con el fin de dar a Polonia una salida al mar Báltico, y cruza la que fue provincia alemana de la Prusia occidental, separando completamente de la madre patria la inestimable provincia de la Prusia oriental, cuya importancia para toda la Prusia es grandísima, por ser una región eminentemente agrícola y por consiguiente abastecedora. Pues esta provincia, antes parte integrante de Prusia y centro de un comercio floreciente, está condenada a una muerte lenta y segura. De año en año se ve acentuarse sensiblemente su decadencia económica.

Cabe considerarse justificada la aspiración de Polonia a tener una salida al Báltico. Pero hay otras formas de atenderla, aparte ésta que se adoptó con la falsa excusa de que la zona cogida por el Corredor estaba poblada principalmente por polacos. Esto puede refutarse como engañoso. Lo cierto es que la población del Corredor se ha visto convertida a la fuerza en polaca, ya que casi un millón de alemanes han ido emigrando a causa de distintas medidas dictadas por el gobierno polaco.

Por lo que se refiere a la Alta Silesia, hay que advertir que el plebiscito de 1921 so llevó a cabo en muy peculiares condiciones. En esta ocasión incluso llegó Polonia a usar de la fuerza bruta para influir en el resultado del plebiscito. Los polacos instigaron para que se produjeran tumultos sangrientos contra los alemanes.

Otro error muy grave, a juicio de los alemanes, fue la interpretación del resultado del plebiscito. Se entregaron, en consecuencia, extensos territorios a Polonia, aunque, ni con mucho, la mayoría de los votantes fueran en dichas regiones polacos, sino que votaron en favor de la Alemania.

Es evidente que a partir de estos hechos las minorías alemana y polaca tomaron caracteres de aguda tirantez, y que por ahora no ha sido posible la reconciliación. No pasaba un año sin que el ex ministro do Negocios Extranjeros alemán, señor Stresemann, se viera obligado a someter al Consejo de la Sociedad de Naciones numerosas quejas por el trato injusto de que son víctimas las personas de la minoría alemana. 

El representante de la Alta Silesia en la Sociedad de Naciones, un súbdito suizo, era constantemente requerido para que ejerciera su arbitraje en evitación de graves oposiciones por parte de la minoría alemana.

El punto máximo de opresión política y de vulneración de la justicia sin precedentes, fue, no obstante, lo ocurrido en la Alta Silesia Polaca con motivo de las elecciones del 16 y 23 de noviembre. La población alemana se vio brutalmente privada de ejercer con libertad los derechos del sufragio. Se detuvo a unos cincuenta diputados, a los que no se veía con agrado, antes de verificarse las elecciones, y como si fuera poco, se les encarceló en una fortaleza. Según testigos presenciales que merecen todo crédito, se realizaron actos de brutalidad y violencia que apenas se conciben. Además de enviarse cartas a los residentes alemanes en Polonia, diciéndoles que se dispusieran a votar por la candidatura polaca, o de lo contrario a «preparar las maletas o sus testamentos», son sumamente elocuentes las informaciones que dieron algunos periódicos acerca de ciertos hechos ocurridos. 

La noche del 19 de noviembre, un grupo de casas ocupadas por alemanes en Hohenbirken, cerca de la frontera alemana, fueron invadidas por los llamados «insurgentes». (Es muy notable el que a partir de las invasiones del año 1921 referidas, las tropas de asalto organizadas para impulsar la causa de Polonia, fueron reconocidas por el gobierno y aun dotadas de especial uniforme.)

Las viviendas asaltadas quedaron punto menos que destruidas, y a los habitantes se les golpeó duramente con palos y bastones de caucho. Algunos cayeron sin sentido y hubieron de ser hospitalizados. Y ni las autoridades polacas locales, ni la policía polaca se creyeron en el caso de intervenir, por más que la policía pudiera alegar desconocimiento, ya que la noche anterior los «insurgentes» celebraron una revista con antorchas, presenciada por aquélla.

Sucesos semejantes ocurrieron en distintas localidades de la Alta Silesia Polaca, y no han causado el menor movimiento de inquietud entre la población de la provincia, como tampoco entre la del territorio alemán contiguo, donde cabe el recelo fundado de que los «insurgentes» crucen la frontera no protegida y ataquen a los habitantes de la Alta Silesia Alemana y los maltraten.

Tales sucesos, de los que naturalmente, aquí sólo cabe referir algunos, han de ser estudiados por el Consejo de la Sociedad de Naciones. El gobierno alemán ha enviado a la Sociedad de Naciones una nota en que se concretan cierto número de actos de terrorismo, y ha pedido que el asunto se vea en la próxima sesión del Consejo de la Sociedad. Estos sucesos que costaron la vida a diez o doce personas, debieran ser un aviso al mundo entero, para que se suprima lo que es una fuente de peligros, de consecuencias posteriores difíciles de prevenir.

Las graves violaciones polacas del derecho son buena materia para la molienda del nacionalismo alemán. No hay que maravillarse de que estos círculos nacionalistas pidan con mayor insistencia que nunca la revisión del tratado de Versalles, como tampoco de que el gobierno alemán anuncie medidas para conjurar las consecuencias de la guerra. Desde la prensa de algunos partidos se ha mostrado ya el espectro de una guardia fronteriza. La comisión del Reichstag de Negocios Extranjeros aprobó el 2 de diciembre una resolución de los partidos gubernamentales pidiendo al gobierno del Reich tome medidas enérgicas contra las continuas violaciones de tratados y del derecho, practicadas hace años por los polacos. 

La situación se pone visiblemente más tirante. Afortunadamente la mayoría del Reichstag se inclina por una política de paz, y no se apartará de la senda de la inteligencia pacífica. No obstante, las entidades competentes: la Sociedad de Naciones y los Estados extranjeros, debieran reconocer la suma pravedad del momento. Ha llegado, por fin, la hora de dar oídos a los llamamientos, cada vez más recios, de los pueblos oprimidos que demandan justicia, y de atenderles para destruir un fatídico venero de peligros.

WILHELM MARX

Ex canciller del Reich

(Copyrigh by Unyted Press. Prohibida la reproducción total o parcial.)

La actualidad mundial

Fin de la ocupación interaliada

SALIDA DE LAS TROPAS FRANCO-BELGAS DEL SARRE

La crisis política en Francia: M. Steeg comunicó a Doumergue que aceptaba la formación de un gabinete y anoche empezaron a sonar nombres de probables ministros :: La situación en Cuba. Circularon rumores de la dimisión del presidente Machado : : Las conferencias internacionales del Vino y del Azúcar

ALEMANIA

Término total de la ocupación

(Exclusivo de «La Vanguardia».) Sarrebruck, 12 (por T. S. H.)

—De conformidad con la resolución del Consejo de la Sociedad de Naciones los efectivos franceses que habían permanecido en el territorio del Sarre, bajo pretexto de asegurar la protección de los transportes en los ferrocarriles del Sarre, han salido hoy de Sarrebruck para regresar a Francia. Toda la colonia francesa asistió a la salida de los 250 hombres que todavía permanecían en Alemania. Con esto la ocupación francesa en Alemania ha quedado definitivamente liquidada.—

Wolff.

Detalles de la evacuación

Sarrebruck, 12.—Esta tarde la Comisión de Ferrocarriles y los destacamentos belga y francés de protección de los caminos de hierro, del Sarre, han salido de este territorio de conformidad con Ja decisión adoptada por el Consejo de la Sociedad de Naciones en 12 de septiembre último.

Ante el cuartel Mangin tuvo lugar lugar una ceremonia. Las tropas fueron revistadas por el señor Morize, miembro francés de la Comisión de Gobierno y por el coronel Rebeillau, presidente de la Comisión de Ferrocarriles. Después las banderas francesa y belga fueron arriadas, mientras que una banda de música tocaba los himnos de ambas naciones.

Las fuerzas abandonaron después la población atravesando las calles con la música al frente. Cerca de la estación desfilaron ante el presidente y los miembros de la Comisión de Gobierno. La actitud observada por la población ha sido en alto grado respetuosa. 

Fabra.

La cuestión de las minorías alemanas

(Exclusivo de «La Vanguardia».) Berlín, 12 (por T. S. H.)

—Los diarios dicen que la segunda nota alemana respecto a las violencias ejercidas sobre la minoría alemana cuando las elecciones polacas, ha sido enviada ya a la Sociedad de Naciones. Esta nota completa la primera y en ella se citan otros actos de violencia que permiten darse cuenta de que Polonia no ha observado las estipulaciones de 15 de mayo de 1922.

Wolff.

Alemania y la responsabilidad de la guerra

(Exclusivo de «La. Vanguardia».) Berlín, 12 (por T. S. H.)

—Antes de la separación del Reichstag algunos grupos de la derecha han presentado un proyecto de resolución pidiendo al Gobierno que notifique formalmente a las potencias firmantes del tratado de Versalles que Alemania no se considera ya ligada por el reconocimiento de la culpabilidad contenido en el artículo 231, por no responder este artículo a la verdad histórica, establecida hace años por sabios de todos los países.

Por otra parte, varios grupos del centro y derecha pidieron que el ministro de Negocios Extranjeros pudiera disponer de cien mil marcos a título de premios para los mejores estudios relativos a la influencia del pago de las reparaciones alemanas sobre la crisis económica mundial.

Wolff.



(La Vanguardia, Madrid, domingo 14 de diciembre de 1930)

MADRID 

LA SUBLEVACIÓN DE JACA 

Consejo de ministros en Buenavista 

MANIFESTACIONES DEL GOBIERNO 

LOS REBELDES SE HAN ENTREGADO A LAS AUTORIDADES 

TRANQUILIDAD EN TODA ESPAÑA

Notas del Gobierno sobre los sucesos de Jaca 

(En la madrugada, de ayer, el Gobierno facilitó la siguiente nota, que reproducimos en esta edición, para, conocimiento de nuestros lectores de provincias.) 

Madrid, 13, a las 2'50 madrugada 

A las dos y media de la madrugada, en el Ministerio de la Gobernación, han facilitado a la Prensa una nota que dice así: 

«Desea el Gobierno que el país tenga información exacta de los sucesos relacionados con la sedición de un grupo de militares y paisanos en Jaca; pero al propio tiempo quiere evitar que noticias exageradas produzcan alarma ante la opinión, que agrave los daños producidos a la tranquilidad y crédito públicos por la descabellada intentona de los sublevados. 

A esos propósitos responden conjuntamente esta noticia oficial y el acuerdo de implantar la previa censura para toda noticia referente al movimiento, a cualquier desorden público de todo género, a huelgas de carácter sindicalista, y ello con relación a prensa, telegramas, telefonemas, radio y conferencias. 

La referencia que de los sucesos tiene el Gobierno es que en la mañana del día de ayer parte de la guarnición fronteriza de Jaca, unida a elementos extraños, adoptó una actitud do franca rebeldía. La negativa que para secundarles opusieron los jefes militares de mayor graduación, las autoridades, la guardia civil y los carabineros, originó una colisión que obligó al alcalde, con los carabineros y guardia civil, a replegarse al cuartel de éstos. 

Los sublevados requisaron los automóviles y camiones que hallaron a mano, y por la tarde emprendieron por carretera, con los automóviles de que disponían, su marcha hacia Huesca, habiéndoles cerrado el paso en el camino fuerzas de la guardia, civil y de carabineros concentradas en el desfiladero de Ayerbe. 

La interrupción de comunicaciones no ha sido completa, a pesar de los esfuerzos de los sediciosos, aunque con las naturales dificultades el Gobierno fue informado por diferentes conductos, adoptando inmediatamente las disposiciones convenientes y disponiendo la concentración de fuerzas por el Sur y Oeste de Jaca y Huesca para marchar contra los revoltosos. 

El Gobierno tiene la satisfacción de declarar que, localizada la criminal intentona, en ninguna provincia ni en capital ni pueblo alguno de España, se ha alterado el orden público, existiendo absoluta tranquilidad en ellas. Confía en la serenidad de la opinión pública, a la cual desea, mediante esta información, prevenir de alarmantes exageraciones, requiriendo a todos los ciudadanos a depositar su confianza en el Gobierno, que atento ahora, como siempre, a sus deberes, será inexorable en el castigo de los culpables.

A las cinco de la madrugada fue facilitada a los periodistas la siguiente nota: 

«A última hora de la madrugada el Gobierno ha adquirido noticias directas de Jaca, comunicadas por personas que han entrado en la plaza, y ellas permiten conocer la verdadera índole de los sucesos, de menor gravedad de la que se aseguraba en las primeras noticias recibidas, harto incompletas por la dificultad de comunicación con aquella plaza. 

Parte de la guarnición continúa resistiéndose y la limitación del movimiento da la seguridad de que dentro de muy pocas horas habrá terminado por completo el desdichado suceso.» 

Restablecimiento de la previa censura de Prensa 

El gobernador civil de la provincia dirigió en la madrugada de hoy a los directores de los periódico el siguiente oficio: 

«Cumpliendo órdenes superiores del Gobierno, le participo que a partir del día de hoy, viernes, doce, y hasta que se revoque, se restablece en estas oficinas del Gobierno civil la previa censura de prensa para aquellas noticias relacionadas con los sucesos actuales de Jaca, y perturbaciones de orden público derivadas de aquéllos, así como también las relacionadas con las huelgas sindicalistas en curso, y desde mañana para toda clase de noticias e informaciones. 

Por consiguiente, le ruego que desde esta noche misma envíe tres galeradas de cuantos artículos periodísticos y noticias informativas pretenda publicar el diario de su dirección, en todas sus ediciones, en relación de los temas indicados, y, desde mañana tres galeradas de toda clase de artículos. 

El señor ministro de la Gobernación dará información oficial diaria de cuanto de estas cuestiones acontezca, única información que podrá autorizarse. 

Madrid, a 12 de diciembre de 1930.—El gobernador civil, José María Garay.» 

—Posteriormente se ha recibido en las redacciones un oficio del secretario del Gobierno civil, señor Die y Mas, quien comunica, en nombre del gobernador, lo que sigue: 

«Cumpliendo órdenes superiores del Gobierno, le participo que a partir del día de hoy, sábado, 13, y hasta que se revoquen, se restablece en estas oficinas del Gobierno civil la previa censura de prensa, para toda clase de noticias e informaciones. (Siguen los mismos párrafos segundo y tercero del escrito que anteriormente se reproduce.) 

El ministro de la Gobernación 

A la una y media de la tarde de hoy recibió el ministro de la Gobernación a los periodistas, a los que empezó preguntándoles si el Presidente del Consejo, al salir de Palacio, había dado noticias sobre la sublevación de Jaca. 

Los periodistas contestaron afirmativamente, haciéndole una referencia de lo manifestado por el general Berenguer, y el ministro dijo: 

—Pues eso es lo que hay y nada más. El suceso puede darse por terminado. 

Terminó el ministro su charla con los informadores anunciándoles que esta tarde, a la entrada del Consejo en la Presidencia, se facilitaría una nota dando cuenta da todo lo que hubiera sobre la situación. 

Ofrecimiento al Gobierno 

Varios comisionados de la Asociación de Reacción Ciudadana visitaron hoy al ministro de la Gobernación, señor Matos, para ofrecer al Gobierno cincuenta automóviles y ciento treinta hombres armados dispuestos a ir a Jaca y prestar allí, o donde el Gobierno estime oportuno, sus servicios. 

El señor Matos dijo que la sublevación puede considerarse sofocada, pero que, no obstante, volvieran a hablarle esta noche, por si el Gobierno juzga conveniente utilizar su ofrecimiento. 

Una nota a la entrada del Consejo 

A las seis y media de la tarde, al entrar los ministros en Consejo, el de la Gobernación facilitó la siguiente nota: 

«El Gobierno, que. en ningún momento ha ocultado a la opinión la realidad de los últimos hechos, por tantos conceptos dolorosos, puede comunicar ya al país la noticia de que el movimiento sedicioso ha sido, desde luego, dominado. 

Batidos por la guarnición de Huesca y por las fuerzas que desde Zaragoza se enviaron, los rebeldes han tenido que retirarse, después de oponer cierta resistencia, dejando abandonadas bastantes armas y algunos de los camiones que para su empresa venían utilizando. 

Han sido capturados más de un centenar de fugitivos, resultando, asimismo, algunas armas de los elementos sublevados imposible precisar todavía, aunque oscilarán alrededor de unas veinte. 

Después del encuentro que ha tenido efecto en las cercanías de Ayerbe, el propósito de los elementos sublevados consiste en regresar a Jaca, a cuya plaza llegarán esta tarde fuerzas adictas en cantidad más que suficiente para que la normalidad quede totalmente restablecida. 

Frustrado el lamentable intento, espera el Gobierno contar muy pronto con datos completos que hará públicos sin demora, para que, libre de paliativos y de exageraciones, sea por todos conocida la realidad de lo acontecido. 

No ha de ocultar, por lo demás, el hecho altamente satisfactorio de que en el resto de España el orden sea perfecto y absoluto.» 

El presidente del Consejo 

El presidente del Consejo conferenció en el Ministerio del Ejército con los ministros de Gracia y Justicia, Gobernación y Fomento y con el director general de Seguridad.

Consejo de ministros

A las cinco y veinte llegó al palacio de la Presidencia el ministro de Hacienda, quien venia a pie desde su casa. Preguntó a los periodistas si el ministro de la Gobernación les había entregado una nota, y los informadores le observaron que no había llegado el señor Matos.

Uno de los informadores, comentando lo que sucedía, dijo que ello era fatal pata la peseta, a lo cual asintió el señor Wais, si bien justificando que el no tenia la culpa. Poco después llegó el ministro de Gracia y Justicia, quien dijo que llevaba redactado el decreto de alquileres, pero que ignoraba si en el Consejo se trataría de esta cuestión.

Poco después de haber llegado el señor Montes Jovellar, los dos ministros pidieron un automóvil para trasladarse al Ministerio del Ejército, desde donde comunicaron por teléfono que era allí donde se iba a celebrar el Consejo. Inmediatamente se trasladaron también los periodistas al palacio de Buenavista.

Al llegar el ministro de Trabajo dijo que carecía de noticias y que su impresión era de que la sublevación de Jaca había quedado ya resuelta.

A las seis y media llegó el ministro de la Gobernación y facilitó a los periodistas la nota de los sucesos de Jaca que por separado hemos transmitido. Dijo que las últimas noticias que se habían recibido de un pueblecito cercano a Jaca era la de que los que habían quedado en dicha plaza y no habían marchado con los rebeldes no tardaron en reaccionar a favor del Gobierno y que reinaba tranquilidad.

A las nueve y cuarto abandonó el salón de Consejos el capitán general de Madrid, que había llegado poco antes. Dijo a la salida a los periodistas que reinaba tranquilidad en Madrid y también en el resto de España. A las nueve y media salió el señor Matos. Dijo que el ministro de Economía Nacional estaba redactando la nota oficiosa. 

—¿Nos recibirá usted esta noche en el Ministerio? — preguntó un informador.

—Estoy cansadísimo, pero ya veré.

El ministro de Gracia y Justicia manifestó que todo cuanto se había tratado en el Consejo aparecía debidamente consignado en la nota oficiosa. Únicamente hay que añadir que entre los detenidos por los sucesos de Jaca figura el capitán Galán, que fue apresado en un pueblo cercano a Ayerbe. El ministro de Economía Nacional manifestó que se había restablecido la comunicación telegráfica hasta Ayerbe.

Añadió que había conferenciado con el Gobierno, por Morse, el jefe de la guarnición de Jaca, teniente coronel Peroledi, que en unión de otros jefes y oficiales estaba prisionero en la ciudadela y fue libertado por el teniente coronel de carabineros de la plaza, que cuando vio que en las calles de la población disminuía el desorden, con fuerzas a sus órdenes se dirigió a la ciudadela forzando las puertas y libertando a los prisioneros que nuevamente se hicieron cargo del mando.

La nota oficiosa del Consejo dice así:

«En las primeras horas de la tarde de hoy ha quedado restablecida la tranquilidad en Jaca y demás pueblos a que había alcanzado la acción de las fuerzas rebeldes.

Antes de que llegara a aquella plaza la columna salida de Pamplona logró el teniente coronel de carabineros con algunas fuerzas libertar al general gobernador militar y jefes de Cuerpo y oficialidad que se hallaban detenidos, volviendo a encargarse éstos de sus respectivos mandos y poniéndose en comunicación con las autoridades y Gobierno. La población recobró su aspecto normal.

Mientras tanto en Huesca, Jaca y otras poblaciones han continuado presentándose los rebeldes sometiéndose en absoluto. Los datos que empiezan a recibirse y que se irán completando, se comunicarán a la opinión pública.

Se conocen dolorosas bajas que los rebeldes hicieron en los primeros momentos de alzamiento. El general de división don Manuel de las Heras, gobernador militar de la provincia, fue herido en un brazo y llegará en las primeras horas, de la noche a Huesca. El capitán de la guardia civil don Félix Mínguez y un guardia que lo acompañaba han resultado muertos y heridos otros oficiales de la benemérita.

En Jaca los rebeldes dieron muerte al sargento de la guardia civil comandante de puesto y a dos carabineros.

Se ha comprobado que las bajas causadas a los rebeldes en el encuentro de esta mañana, fueron dos muertos y 25 heridos.

El número de prisioneros hechos en las cercanías de Ayerbe, ascienden a 200 y a trescientos los que esta tarde fueron aprehendidos en Ayerbe. En realidad, la casi totalidad de los rebeldes ha caído en poder de las fuerzas que manda el general Dolla.

Las noticias que el Gobierno recibe del resto de España acusan completa tranquilidad y la conducta de todas las fuerzas que han contribuido a sofocar la sedición, merece el más sincero elogio por el alto espíritu de sacrificio de su actuación.»

Ampliación del Consejo

Bien puede decirse que el Consejo de ministros celebrado esta noche, ha sido dedicado en su totalidad a tratar de ]a situación creada por el alzamiento de las fuerzas de la guarnición de Jaca.

ESTE NUMERO HA SIDO REVISADO

POR LA CENSURA GUBERNATIVA

Vida política

El régimen y las personas

No sabemos si al publicarse estas líneas habrá ya Gobierno en Francia; pero aunque así sea, no se podrá desconocer, con motivo de la crisis que ha surgido en la nación vecina, su parecido con España en el desarrollo y solución de estos cambios de ministerio.

Monarquía en España y República en Francia; los gobiernos suelen caer por las mismas causas y la substitución encuentra idénticas dificultades. El monarca y el presidente depositan su confianza en el personaje que consideran más adecuado al momento histórico; éste acepta, comienza sus gestiones para reunir los individuos que han de componer el ministerio, y a las pocas horas vuelve el designado a la mansión del jefe del Estado y renuncia su encargo por no haber habido manera de formar un gabinete. El monarca o el presidente de la República designan a otro personaje para cubrir la vacante que ha causado la crisis; éste empieza a buscar amigos para formar el Gobierno, y a las pocas de visiteo tiene que devolver al jefe del Estado su honrosa designación porque no ha encontrado medio de cumplirla.

El caso se. repite tres y hasta cuatro veces, y el país se halla sin Gobierno por espacio de muchos días, con los naturales trastornos que este alto en la gestión administrativa origina.

¿Por qué ocurre esto? ¿Quién nombra los ministros? Ocurre por una de tantas ficciones corno el régimen contiene. Los ministros los nombra el rey o el presidente, según indican las respectivas constituciones, pero la ficción tiene más fuerza que la ley. Los gobiernos no pueden vivir en el poder sin la confianza del jefe del Estado; pero aun procediendo en la más absoluta forma, pueden ser derribados por el Parlamento, aunque ninguna constitución le inviste con tales facultades. Por tres o cuatro senadores de mayoría en una votación ha sido derribado el Gobierno francés, que tenía el asentimiento del más alto poder gubernativo, caso frecuente en España.

No separa y nombra el rey sus consejeros como indica la Constitución, los separan, y por lo tanto los nombran, un grupo de senadores y diputados que acechan la ocasión de separar de los consejos del rey a uno de ellos o todos juntos, planteando un conflicto de difícil solución.

No es ese modo de actuar los cuerpos colegisladores una exigencia del sistema constitucional representativo; la inversión de poderes que en estos casos se pone de manifiesto es una costumbre, un vicio, una interpretación absurda del funcionamiento del régimen.

Los encargados de formar Gobierno en las crisis, fracasan en sus gestiones porque tienen que invocar el asentimiento de los grupos y grupitos que han de apoyarles en su actuación parlamentaria. Con que sea hostil un sector de cualquiera de las Cámaras, resulta vana la designación del jefe del Estado. Esa libertad de nombrar Gobierno es una cómoda ficción, en virtud de la cual los representantes del país se apropian de facultades que no tienen, sin responsabilidad ninguna en los cambios de gobiernos que provocan.

Tres o cuatro senadores han perturbado la vida política de la Francia; en España ha bastado algunas veces un solo senador o diputado para producir igual o parecidos trastornos. A esto se llama régimen democrático en la jerga política. El acierto de las colectividades parlamentarias para estos fines ha sido bien ensayado en España. En los tiempos de la famosa República, las Cortes constituyentes elegían los gobernantes francamente, sin las ficciones a que después se ha apelado, y resultó que ningún Gobierno pudo vivir más de un trimestre.

En el proyecto de Constitución que publicó la Asamblea Nacional se preceptuó que ningún Gobierno podría dimitir por voto de las Cortes; como orden nada más pueril, porque lo esencial en el régimen no es que los ministros se vayan o se queden por votación de las Cámaras, sino que éstas no tengan la facultad de provocar votos de censura contra los gobernantes.

Tan confusa idea han tenido nuestros prohombres acerca del sistema constitucional, que en 1856, porque la Reina aceptó la dimisión del Gobierno que presidía don Baldomero Espartero y nombró en su lugar al general O'Donnell, las Cortes constituyentes se reunieron en sesión, no convocada por nadie, para votar una proposición contra la libre prerrogativa de la corona. No llegó a formularse esa anticonstitucional moción porque en aquellos tiempos se resolvían pronto los conflictos de esa especie. El general O'Donnell sacó la artillería a la calle para dar una lección de derecho político a aquellos representantes del país, situó piezas frente al Congreso y a la primera granada que cayó en el hemiciclo se disolvió aquel Parlamento, pereciendo con la asamblea una de las Constituciones que forman nuestro repertorio y que se hallaba a medio hacer.

Ahora parece que la división de poderes ha hecho más camino en el ánimo de nuestros profesionales de la pública felicidad; pero no hay conformidad en la exterior de esta reforma ni en el procedimiento. Cada uno de nuestros primates vacila en cuanto al carácter de las futuras Cortes; unos insisten en que sean constituyentes y otros que deben de ser ordinarias; pero en uno y otro caso todos hablan de variaciones importantes en el texto constitucional.

Como el general Berenguer, el día en que planteó la cuestión de confianza a la Corona y señaló fecha para las elecciones, habló de la modificación del Senado, entendimos muchos que se daba con ese motivo ocasión a reformar extensamente el Código fundamental del Estado, y no faltaron políticos que comenzaron a formular proyectos de profundas alteraciones en su texto. Están equivocados los que tal piensan. En la misma Constitución vigente está provisto el caso de que se trata, porque en uno de sus artículos expresa que las condiciones del cargo de senador podrán modificarse por una ley. Es, por lo tanto, perfectamente legal cualquier alteración que se haga en este punto.

Cuanto más se ahonda en el estudio de la Constitución de 1876, más se adquiere el convencimiento de que la degeneración del régimen no tiene por causa ninguno de sus artículos ni el espíritu que la informa. Todos los errores que se atribuyen al sistema se debe a los hombres que han torcido sus preceptos y a los intérpretes infieles de su contenido.

Claro es que se puede hacer un Código fundamental mucho más perfecto, pero antes habrá de demostrarse que no han sido las falsas interpretaciones de los políticos los que han hecho que se declare viejo y anticuado el que nos rige.

Cuando reinó en Barcelona el terror y se hicieron dueños de la población un puñado de asesinos, el Gobierno que presidía el conde de Romanones envió al fiscal del Supremo, señor Cobián, para que estudiase aquel estado de cosas en relación con los tribunales. El digno magistrado, después de bien enterado, propuso que se suspendiera el juicio por jurados en Cataluña en los términos que la misma ley previene cuando las circunstancias lo exigen. El presidente del Consejo creyó que a un Gobierno que se titulaba liberal no le estaba bien aplicar las leyes en las condiciones y momentos que las mismas determinan, y el terror llegó hasta llevarnos a la Dictadura como único y eficaz remedio de implantar la paz en Cataluña y en toda España.

Si se ha de seguir por los gobiernos prefiriendo el culto de los principios de partido a la recta aplicación de lo legislado, ninguna Constitución será buena.

Como no salen hombres nuevos, que es lo que piden más o menos hipócritamente todos los políticos que responden a las encuestas que la Prensa organiza, tendremos que contentarnos con lo ya bien conocido del país. Puede que la experiencia de seis años en la reserva haya enmendado muchos defectos y corregido notorios errores. Ya saben por dónde puede volver la dictadura que tanto odian. Todo esto contando con que las elecciones no les dé un susto y se encuentren con que lo que han considerado interino y accidental, se convierta en definitivo y permanente.

Todo podía ser.

EMILIO SÁNCHEZ PASTOR


(La Vanguardia, Madrid, martes 16 de diciembre de 1930)

LA ACTUALIDAD NACIONAL 

Telegramas oficiales 

A primera hora de ayer tarde el gobernador entrego a los periodistas dos notas. Una contenía la copia del siguiente telegrama: 

«Ministro Gobernación a gobernador civil —15 diciembre 1930.

—Habiéndose apoderado circunstancialmente de la estación de Cuatro Vientos algunos elementos de su dotación, han lanzado por radio la noticia de que se ha declarado la República en Madrid. Lo comunico a V. E., para que, conocida la estratagema, divulgue la absoluta falsedad de la noticia, a fin de que no cunda el engaño. En Madrid y provincias existe completa tranquilidad, y sólo en algunas capitales se. ha declarado la huelga pacífica, debida a informaciones equivocadas, por lo cual conviene difundir la información oficial.» 

La otra nota decía: 

«A las 15'15 los rebeldes de aviación han levantado bandera blanca, y se han rendido. Las fuerzas leales ocupan el Aeródromo, y la guardia civil persigue a los fugitivos.» 

Manifestaciones del gobernador 

Anteanoche, al hablar con los periodistas, el señor Márquez Caballero manifestó que por las noticias recibidas de Madrid, sabe que no era de temer movimiento de ninguna clase y que el país estaba al lado del Gobierno. Refiriéndose a la situación de Barcelona, dijo que la tranquilidad era absoluta y que tenía la seguridad de que nada había de ocurrir; pero que en vista de los rumores esparcidos por gentes interesadas en el desorden, había adoptado las medidas oportunas en evitación de lo que pudiera suceder, y reprimir con rigor cualquier intento, pues no existiendo conflictos que justifiquen ninguna huelga, ni paro, todo movimiento que se iniciara sería de carácter revolucionario, y obraría en consecuencia. 

Ayer, a primera hora de la tarde, el gobernador entregó a los representantes de la Prensa las notas que que publicamos por reparado, rogándoles que difundieran su contenido lo más pronto posible, bien colocando pizarras en las redacciones o bien adelantando la hora de salida los periódicos de la tarde, para lo cual les autorizaba. 

Añadió el señor Márquez que el Gobierno estaba ya sobre aviso, y en previsión de las consecuencias que puedan originarse, había declarado el estado de guerra en toda España. Preguntado si se habían practicado detenciones en Barcelona, el gobernador contestó que lo ignoraba, aunque suponía que sí. Confirmó después el señor Márquez Caballero la noticia de que en Madrid habían sido detenidos los señores Alcalá Zamora y Maura (don Miguel), y terminó diciendo que la previa censura para la Prensa se seguiría ejerciendo en el Gobierno civil. 

El Ayuntamiento y la situación actual 

A primera hora de ayer mañana visitó el conde de Güell el Asilo Municipal del Parque. A mediodía asistió a la Junta de autoridades, terminada la cual reunió a los tenientes de alcalde en su despacho para darles cuenta del bando referente al estado de guerra en relación con los servicios municipales, pasando después a despachar con los técnicos del Ayuntamiento para prever las posibles contingencias relacionadas con dichos servicios. 

En la Capitanía general 

Reunión de autoridades 

A las diez de la mañana de ayer, convocadas por el capitán general, se reunieron bajo su presidencia las primeras autoridades locales. Asistieron el gobernador civil, señor Mártinez Caballero; el gobernador militar, general Berenguer; el presidente de la Audiencia, don Enrique Lassala, y el general jefe de Estado Mayor, señor Guzmán de Villoria. En dicha reunión el gobernador civil, por mandato del Gobierno, resignó el mando en el capitán general, acordándose la redacción del oportuno bando, proclamando el estado de guerra en toda la región. 

Manifestaciones del capitán general 

El capitán general estuvo toda la mañana ocupadísimo y a primeras horas de la tarde recibió a los periodistas. 

—Ya deben saber ustedes lo que hay—dijo. Se ha proclamado el estado de guerra en toda la región y esta medida se tomará seguramente en aquellas regiones donde ocurra alguna alteración de orden. No es que aquí haya ocurrido algo, pero se tienen motivos sobrados para tomar esta determinación. Hasta ahora, como ustedes habrán visto, la tranquilidad es completa. El general Despujol dio por terminadas sus manifestaciones con las anteriores palabras. 

El estado de guerra 

En virtud de lo acordado, en la junta de autoridades, a primeras, horas de la tarde se declaró el estado de guerra en esta región. Al efecto, el sargento mayor de la plaza teniente coronel don Eduardo Daganzo, al que acompañaba una compañía del regimiento de Jaén, con bandas y música, dio lectura frente a la Capitanía general del siguiente 

BANDO 

Don Ignacio de Despujol y Sabater, Capitán general de la cuarta región: 

Hago saber: 

Que reunida la Junta de Autoridades con arreglo a lo prevenido en el artículo 13 de la Ley de O. P. y en cumplimiento de lo dispuesto en orden telegráfica comunicada por el gobierno de S. M. Ordeno y mando: 

Artículo 1.° Queda declarado el estado de Guerra. 

Artículo 2.º Serán disueltos los grupos de personas que embaracen la vía pública o que tengan carácter sedicioso, empleándose la fuerza contra ellos si, invitados a disolverse, se resistieran, sin que para tal medio sea obstáculo la presencia de mujeres o niños entre los referidos grupos. 

Artículo 3.º Quedarán sometidos a la jurisdicción de Guerra y serán juzgados en juicio sumarísimo si a ello hubiera lugar y en otro caso, al juicio correspondiente con arreglo al Código de Justicia Militar.  

I Los delitos de rebelión y sedición, robo en cuadrilla, secuestro de personas, incendio en despoblado, levantamiento de carriles, interceptación de las vías de comunicación, ataque a mano armada, a los trenes o tranvías, destrucción o deterioro de las obras y efectos destinados a la explotación y comunicaciones y toda clase de atentados por medio de explosivos. 

II Los incendios, daños o desperfectos causados en los edificios público y particulares, establecimientos industriales, líneas telegráficas o telefónicas, conductores de electricidad, y cañerías o depósitos de agua, o gas, y los de robo y hurto cometidos durante la rebelión o sedición. 

III Los de atentado y desacato o desobediencia a la autoridad o sus agentes y los de denegación de auxilio a las autoridades militares o a los comandantes de cualquier fuerza del ejército. 

IV. Los que promuevan o tomen parte en reuniones o manifestaciones no autorizadas y los que formen parte de asociaciones ilícitas. 

V. Los que para formar coligaciones patronales u obreras o mantener huelgas o paros industriales emplearen violencias o amenazas; los que individualmente o colectivamente trataren de imponer a alguien la huelga o el paro; y los que de cualquier otro modo perturbaren o intentaren perturbar el orden público, y los jefes o promovedores de las huelgas o paros que no los hubiesen anunciado a la autoridad dentro de los plazos establecidos por la ley. 

VI. Los que directa o indirectamente de palabra o por escrito, por la imprenta, el grabado u otro medio mecánico de publicación exciten a cometer alguno de los delitos comprendidos en este bando, propalen noticias, viertan especies que puedan servir de pretexto o se entiendan encaminadas a conciliar los ánimos de los individuos del Ejército para que falten a la subordinación o quebranten sus deberes militares. 

Art. 4.° Se considerarán reos de delito de rebelión militar comprendidos en el artículo 237 del Código de Justicia Militar y serán castigados con la pena de muerte si merecieran el calificativo de jefes, y con la de reclusión perpetua a muerte en los otros casos, los que en cualquier forma hostilicen a las fuerzas públicas en el cumplimiento de su deber. Igualmente se considerarán reos del delito de rebelión militar aquellos individuos a quienes se le ocupen armas de cualquier clase que sean cuyo uso queda terminantemente prohibido desde la publicación de este bando. Unos y otros serán juzgados en juicio sumarísimo o en juicio ordinario según proceda. 

Art. 5.° Los insultos a todo militar que se encuentre desempeñando cualquier función del servicio se considerarán como insulto a la fuerza armada y sometidos también los que los produzcan a la jurisdicción de Guerra. 

Art. 6.° Todas las persianas de las ventanas y balcones estarán siempre levantadas o abiertas. En toda casa de donde parta cualquier agresión se detendrá a los individuos que se encuentren en ella, hombres y mujeres siendo cerrada seguidamente, y prevengo además a los jefes de zona utilicen el cañón para demolerla si encontrarán resistencia. 

Art. 7.° Los tribunales y autoridades civiles continuarán ejerciendo su jurisdicción en lo que no se oponga el presente bando. 

Art. 8.° Este bando surtirá sus efectos a partir de su publicación. Espero de la sensatez y cordura de los habitantes de esta capital no verme obligado a emplear estos medios extraordinarios para que no se altere la normalidad que estoy resuelto a mantener a todo trance.

— Ignacio de Despujol y Sabater.— Barcelona, 15 de de diciembre de 1930». 

En otras partes ha sido proclamada la ley marcial por unidades de los regimientos de infantería de Vergara y Alcántara y de los dragones de Santiago, Montesa y Numancia, efectuándolo estos últimos en las barriadas agregadas. Para los efectos del estado de Guerra, se ha dividido la capital en cinco zonas, al mando cada una de ellas de un general de brigada que tienen a sus órdenes las fuerzas correspondientes de las tres armas.


(La Vanguardia, Madrid, miércoles 17 de diciembre de 1930)

Panorama universal 

Ambiente de rebeldía 

Basta mirar al mundo: el ambiente de rebeldía es universal. Concurren a él causas nacionales; pero no bastan a explicar la universalidad de la subversión; semejante coincidencia, que abarca tres continentes, sería milagrosa. Preciso es que haya una causa universal también; por lo menos en lo concerniente a Europa y América, cuyos pueblos forman parte de un común organismo cubierto por lo que llamamos «civilización contemporánea». 

Este ambiente de rebeldía esta formado por la confluencia de dos agitaciones: una política, otra social. Aquélla la más ostensible; ésta la más amplia y profunda. La agitación política que remueve al mundo civilizado tendría poca importancia si no se apoyara sobre la agitación social. Esta es su fuente; de ésta saca su fuerza; ésta impide el equilibrio político; ésta hace imposible la restauración de la normalidad del funcionamiento del Estado. 

Sobre la agitación social hay, pues, que poner los ojos y el entendimiento. El motor de todos los sucesos humanos es el espíritu; suprimid el espíritu del hombre y las sociedades serían cementerios; gozarían de paz inalterable; no habría Historia, ni progreso, ni revoluciones. Pero el impulso del espíritu humano está condicionado por factores externos; uno de ellos, el principal, el factor cultura; otro, en fin. el factor «comunicación», relación entre los seres humanos, que hace surgir una fuerza nueva, un resorte espiritual poderoso, la solidaridad. 

Pero esos factores son precisamente los que promueven y gobiernan el rumbo de la civilización misma. La agitación social nace del estado espiritual de las grandes concentraciones humanas del tiempo presente; y ese estado espiritual es creado, impulsado y dirigido por los factores y condiciones creados por la civilización actual. Es evidente, por tanto, para quien medite sobre la situación del mundo, que la agitación social en él reinante se engendra en las entrañas mismas de la civilización y nace de las condiciones que esta civilización en su marcha progresiva forja. 

Dos tendencias contradictorias van desarrollando en el seno de las sociedades humanas este progreso: una hacia la insumisión de las muchedumbres respecto del molde social en que la vida colectiva está vaciada; otra hacia la mayor intolerabilidad de esa vida y hacia mayores desigualdades sociales. El choque entre esas dos tendencias psicológicas cada día más violento, electriza la atmósfera social y produce la agitación. Sobre este fondo permanente, actúa desde hace años la gran crisis económica, derivada de los fenómenos, también económicos, originados o apresurados por la pasada guerra; la crisis ha ido aumentando su extensión y su intensidad hasta comprender toda el área del gran organismo de cooperación económica comprensivo hoy de todo el mundo civilizado, desde el norte de Europa hasta las zonas más extremas de América. 

De ahí que el ambiente de rebeldía y la crisis económica actual coincidan en confines. Todo ello presagia una mudanza de la organización social. Estamos en los umbrales de un mundo nuevo mejor adaptado a las nuevas fuerzas creadas o conquistadas por la civilización. Si ésta no retrocede —y no es deseable—habremos de franquearlas inevitablemente, empujados por esas energías gigantes que han desequilibrado y roto el organismo social y el mecanismo político forjados por las menos potentes y más armónicas tendencias del pasado. 

Hay dos modos de traspasar esos dinteles, esto es de adaptar la sociedad y sus instituciones a las nuevas fuerzas: uno violento, destructor, ciego, injusto, por consecuencia execrable: la revolución social, cuyo fuego crepita en las entrañas del mundo moderno; otro, reflexivo, consciente, racional: la evolución dirigida por los órganos colectivos, esto es: por los propios Gobiernos. El verdadero sentido conservador no consiste hoy en obstinarse en la tarea imposible de mantener la sociedad organizada sobre las mismas bases en que lo estuvo hasta la aparición y crecimiento de las nuevas fuerzas; el dique así opuesto al cambio, podrá mantener las aguas represadas durante más o menos tiempo; pero al cabo rebasarán el nivel y se desbordarán. 

El verdadero espíritu conservador es el que simultanee la contención del desbordamiento con la iniciativa de la evolución para dirigirla y, si es necesario, estimularla hasta adaptar el molde social a las nuevas exigencias de la civilización moderna. Esta obra doble, fácil en cuando a la resistencia, difícil y complicada en cuanto al método propio de todo Gobierno en el momento actual. Sólo ella, en sus dos partes, puede disipar gradualmente el ambiente de rebeldía, armonizar las tendencias contrapuestas cuyo choque inevitable engendra violencias, de previsto final, cercano o remoto; y concertarlas hasta sustituir por la solidaridad la actual discordia social amenazadora y destructora. 

Es una obra de Gobierno, cuya fórmula concreta se cifra en estos dos menesteres: defensa del orden social y reforma. Ambos son de igual urgencia. Cualquiera de ellos sin el otro es ineficaz. La reforma afecta a la organización económica y social. Ha de ser radical, ir a la raíz; modificaciones superficiales son inútiles, porque no tocan al rumbo de la civilización. 

Las fórmulas usuales, las favoritas de la burocracia y de la sociología de balduque albergada en los Ministerios del Trabajo, han fracasado. Dejan en pie todas las causas de discordia. Responden a una visión formulista y superficial de las condiciones sociales, no a una visión orgánica de la fuente y trayectoria de las fuerzas que la crean. Esto hace tan delicada y compleja la función de Gobierno en los momentos actuales en todos los pueblos. Nunca ha requerido la misión gobernante tanta preparación intelectual, tanto conocimiento de los resortes sociales, tanta reflexión sobre los procesos históricos, tanto estudio de las leyes orgánicas de las colectividades y de las energías económicas motoras y de sus cauces y normas espontáneas, naturales, como hoy. 

BALDOMERO ARGENTE


Comentarios ingenuos 

Un sistema de renovación 

El ministro que aseguró hace cosa de un mes a los periodistas que este Gabinete duraría cinco años, es un hombre de un pesimismo feroz. Si hoy me preguntasen, yo diría que puede durar diez años, quince años, veinte años..., tanto como la vida—que deseo longeva—de sus componentes. 

Ya sé que el Poder gasta a quienes lo ejercen. Pero el general Berenguer ha descubierto un truco: gasta a sus ministros por un lado. Primero, por un lado; luego, por otro; después, por otro... Así duran más. Al principio, gastó lo que había en Wais de ministro de Economía, y lo que había en el duque de Alba de ministro de Instrucción Pública. Ahora está apurando sus respectivas facetas de hacendista y de diplomático. En otra crisis los pasará a Fomento y a Marina, y así sucesivamente. Cuando hayan dado la vuelta completa, ya les han renacido las células economistas e instructivas, y pueden recomenzar.

Estrada — excelente abogado — se encuentra igualmente en la segunda fase de su avatar. Desde Gracia y Justicia pasó a Fomento. El señor Matos — excelente abogado — transcurrió en silencio, como un conspirador, por Fomento, y ha llegado a Gobernación. Y así, hasta el infinito. Estos hombres—se ve bien claramente— no son como los demás. Tienen un talento de frente, un talento de espaldas, y un talento de canto. Y no es que sepan de esto o de lo otro, no es que se les pueda enjuiciar como abogados o como ingenieros o, en fin, como personas especializadas en alguna actividad. Por eso los periódicos incurren en sensibles injusticias al juzgarles. Porque en lo que se han especializado ellos es precisamente en ser ministros. Ministros de cualquier cosa, ministros puros, lo que se puede llamar «el ministro por el ministro». 

Así tienen que ser los políticos en un país próspero. Como los bomberos. Los bomberos no se especializan en apagar incendios de chabolas o de palacios. Van, corriendo, tocando una campana, allí donde hay fuego. El político va allí donde hay un cargo vacante. Esta es una virtud que recibe el nombre de disciplina. Es sabido que, sin disciplina, se derrumban las sociedades; y en política hay que dar ejemplo de sumisión. 

A mí, verbigracia, me llama Berenguer y me dice: «Cuento con usted para la cartera de Economía». Estaría muy mal que yo le dijese: «No entiendo una palabra de ese feo asunto, general». Debo decir, sin más explicaciones: «Usted, general, es mi segundo padre». Esto, es —creo haberla explicado exacta y concisamente— la bella virtud de la disciplina. 

No participo de la opinión de los que encuentran vituperable la pretensión omnisciente de nuestros políticos, y condeno la herejía de los que aseguran que casi todos los miembros del actual Gabinete sirven apenas para componer una tertulia de honrados caballeros en el Casino de Madrid. Estos maldicientes fueron los que idearon para el señor Tormo el apodo de «Febrero», dando a entender que era más corto que Marzo, el ministro saliente de la Gobernación. 

No quiero entrar en comparaciones entre las aptitudes de dos hombres que se mueven en órbitas tan diferentes, pero sería ruin dejar de reconocer la originalidad y el provecho que manan de un sensacional propósito del ministro de Instrucción, que, según los diarios, estudia la conveniencia de dar el título de «Magníficos» a los rectores de Universidad. Esto no se le ocurre a todo el mundo. Ahora andan por ahí muchos periodistas, proponiendo que se llame «Pistonudos» a los simples catedráticos; «Estupendos», a los decanos, y «Primorosos», a los auxiliares. Bien. 

Ahora es fácil. El caso es tener la primera idea. Si el señor Tormo no ha hecho más que esto, ya hizo más que otros muchos ministros de Instrucción Pública. Los mismos calumniadores dicen que el duque de Alba no es otra cosa que un nombre, y aunque no llevan su mendacidad al extremo de negar que juega bien y frecuentemente al «golf», reducen toda su labor a unas órdenes para realizar obras de albañilería en el edificio del ministerio. Pero se olvida — ¡así son los pueblos!—. se olvida que, desde la guerra de las Naranjas, con la vecina nación portuguesa, no hemos tenido una victoria tan rápida como la que alcanzamos sobre Alemania con motivo de la visita de un avión gigante. 

No es demasiado decir que la gloria de esa acción incruenta se la debemos casi exclusivamente al duque. —Todo el mundo sirve para algo. El caso es encontrar su verdadera aptitud— como dijo aquel industrial que mató a su mujer y la vendió convertida en salchichas. Para encontrar la verdadera aptitud de sus ministros, el general Berenguer los ensaya en todas las carteras. 

Este procedimiento es muy interesante, y puede decirse que es el preferido, no sólo por el conde de Xauen, sino por la misma Naturaleza, que no crea nada y se limita a utilizar las mismas materias, transformándolas. Algunos animales se sirven el mismo principio, como la mosca, que, para no hacerse demasiado pesada, cuando la expulsan de la calva, pica en la nariz y luego en un párpado, y después en la mejilla. A esa distinta colocación de los mismos elementos debemos los hombres tres grandes invenciones: la de los juegos del dominó, de la baraja y de las cuatro esquinas. 

También nos permite esa sana filosofía disfrutar más tiempo — dándoles la vuelta — de un traje o de un gabán. Y, en fin, en tiempos ya remotos, una patrona mía consiguió un triunfo insuperable aplicando la teoría de Berenguer y de la Naturaleza a un trozo de carne. El primer día nos la anunció como bistecs, y nadie pudo comerla; el segundo día apareció con el nombre de «adujas de ternera», y los esfuerzos que hicieron algunos huéspedes para triturarlas fueron inútiles; el tercer día surgió como ragú, y el cuarto, disimulada en croquetas. Luego, aquella mujer excepcional cosió todos los pedacitos y rehizo el bistec. Como volviésemos a rechazarlo, compareció ante nosotros y se quejó de que fuésemos los estómagos más descontentadizos del mundo, a los que ningún plato satisfacía. Cuando nos tuvo convictos de intransigencia, nos aumentó el precio de la pensión. Y aquel bistec duró medio año. 

W. FERNÁNDEZ FLÓREZ








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