BOLETÍN OFICIAL DE LEÓN, 31 de julio de 1850
ARTICULO DE OFICIO.
Gobierno de Provincia.
Dirección de Industria, Minos.=Núm. 338.
La Sociedad Palentina-Leonesa ha acudido en queja a mi autoridad de que los vecinos de los pueblos confinantes con las pertenencias de sus minas de carbón de piedra, se propasan a beneficiar este mineral que venden después en los mercados del interior de Campos con perjuicio de los intereses de la empresa, y de la Hacienda pública que se ve también defraudada en el importe del 5 por 100 de su valor.
Para atajar estos abusos y a fin de que se respete como corresponde la propiedad que la citada Sociedad Palentina-Leonesa tiene en dichas minas, encargo muy eficazmente a los Alcaldes constitucionales, empleados de montes, estanqueros, Guardias civiles y demás dependientes de mi autoridad, cuiden de perseguir a los conductores de carbón de piedra que no viajen con guía expedida por la Administración local de la citada Sociedad con el V.º B.º del Administrador subalterno de Boñar interventor del ramo, decomisando el mineral y demás efectos que con él se conduzcan y practicando las demás diligencias para tales casos dispuestas; las cuales pasarán al Administrador subalterno de rentas del partido, que cuidará de hacerlo a mi autoridad para los fines convenientes.
León 27 de Julio de 1850. Francisco del Busto.
La Discusión, 11 de agosto de 1869
Los siguientes párrafos de una carta que publica un diario de ayer dan a conocer el importante concurso que en la derrota de las facciones de León han tenido nuestros amigos los republicanos:
«Prioro 4 de agosto de l869.
Ayer salimos de Valporqueros, donde me reuní con la división que mandaba el señor Acevedo, el cual, con los infinitos amigos que se le agregaron, reunió todas las fuerzas en dos divisiones, la una que manad un servidor de Vd. y la otra un buen republicano, a quien todos conocen con el nombre de Verduras.
Salimos a escape todos en caballos a un pueblo llamado Sorriba, donde nuestro anciano y valiente jefe Acevedo durmió dos horas en el santo suelo como todos los demás, y salimos después hasta Cerezal, donde se nos reunieron 14 caballos de lanceros al mando de un bravo teniente.
En el puente Almuey comimos espléndidamente a costa del buen liberal Sr. Filgueiria, y salimos juntos a esta, donde al llegar, a cosa de la una del día, vimos que había espías en los altos, y nos confirmó la delación que nos habían hecho de que estaban los facciosos.
D. Mariano Acevedo, con ese tacto y ese golpe de vista que le distingue, mandó a la infantería nuestra, que marchaba en caballos, que los abandonase y se desplegasen en guerrilla a la carrera y cuesta arriba sobre la derecha del rio.
Este señor, con la caballería mandada por el teniente de lanceros y algunos de los nuestros, entró al pueblo, mientras yo con mi camarada Verduras trepamos por la derecha a cortarles la retirada.
Nosotros éramos entre todos unos 90, ellos 200, y los hemos batido, haciéndoles algunos heridos, según el rastro de sangre que encontramos.
Sólo los paisanos, y todos republicanos, hemos entrado en fuego, al grito de ¡viva la libertad!
El primer tiro lo disparó Verduras, y les hemos hecho huir dejando en nuestro poder unos 12 caballos, algunas armas y la comida puesta.
El Sr. Ramos ha llevado un parlamento de indulto a algunos facciosos que habían tomado soberbias posiciones y encontrado un cura de los 20 que vienen con ellos, que está muriéndose, no sabemos de qué.»
Anuario de ferrocarriles españoles. 1895
Ferrocarril hullero de La Robla a Valmaseda.
Fecha de la concesión: 5 de Enero de 1891.
DOMICILIO SOCIAL: EN BILBAO Gran Vía 30
284 kilómetros en explotación.
JEFES DE ESTACIÓN
De primera clase.
D. José Berrueta, La Robla. Cruz Adolfo Belio, id. Narciso Melgar, Mataporquera. Saturio de la Puente, Subjefe id. José Menchoraz, Valmaseda. Isidoro Olano, id.
De segunda clase.
D. Juan Pablo Ramiro, Boñar. José O. Campomanes, Cistierna. Adolfo Menéndez, Guardo. Vicente Bartolomé, Cervera. Francisco González, Espinosa de los Monteros. Bernardo Bascuñán, Bercedo. Gregorio Martínez, Mercadillo.
De tercera clase.
D. Francisco Vélez Vallejo, Matallana; Hipólito Belfo, La Vecilla.
...
Revista ilustrada de banca, ferrocarriles, industria y seguros. 25 de enero de 1902
Sociedad "Puente Vizcaya"
El Consejo de Administración de esta Sociedad, cumpliendo lo dispuesto en el art. 24 de sus estatutos, convoca á Junta general ordinaria á los señores accionistas de la misma para las quince del día 27 del corriente, en las oficinas establecidas en Portugalete, calle de Santa María, núm. 7, en las que se hallan de manifiesto las cuentas correspondientes al año último. Los señores accionistas deberán cumplir previamente lo dispuesto en el art. 26 de los referidos Estatutos.
Bilbao 17 de Enero de 1902. —El Presidente, Félix Murga.
Diario de Burgos, 9 de mayo de 1902
Se dio cuenta de una solicitud firmada por el socio D. Ramón Lozano Pérez, pidiendo la intervención de la Cámara sobre cumplimiento de un contrato celebrado entre dicho señor y D. Bonifacio de Miranda, director facultativo y representante del propietario de las minas de Orzonaga, que al efecto acompañaba tres cartas; habiéndose acordado dirigirse al señor Miranda, para que preste su conformidad u oponga lo que tenga por conveniente.
Mensajero leonés. 25 de mayo de 1905
Ha sido detenido en Cistierna un individuo llamado Anastasio Pinche Agra, por haber extraído de las minas de Prado varios coginetes de bronce y otros metales.
El Día, 18 de noviembre de 1905
El nunca bien ponderado crítico
DON ANTONIO DE VALBUENA
Después del sonoro examen que le hemos dedicado, pregunta mi curiosidad: ¿se llama Retuerta, al pueblo de ese partido, como figura en el Mapa, o Retuerto, como figura en algunos libros? ¿es asimismo Carande o Cabande? ¿Alejo o Alejico? ¿Sorriba o Sorribo? ¿Cómo no están situadas en el Mapa las estaciones de La Vecilla, y la de Boñar, y la Ercina y la de Cistierna y Puente Almuey con su caserío? ¿por que no figura el apeadero de Yugueros en el kilómetro 46 y el de la Espina en el 87?
...
El fomento industrial y mercantil, 10 de Noviembre de 1909
RELACION DE VARIAS CASAS QUE TENEMOS RECOMENDADAS A NUESTROS
Comitentes, banqueros, fabricantes y almacenistas de todos los ramos,
Ramón Lozano Pérez. Carbones minerales. Calle SanJulián. Burgos. — N C ME.
La Acción (Madrid. 1916). 10/12/1917
EN PUENTE ALMUEY
El sindicalismo católico (DE NUESTRO REDACTOR SEÑOR BASCUÑANA)
Un mitin
León. 10 (11,50 m.). Al mitin celebrado ayer en Puente Almuey asistieron 1.500 mineros. Presidió don Vicente Madera, de Asturias, y hablaron los señores Pereira, de Gijón; Vázquez, de Moreda; Díaz, de Bustillo; Fernández, por la Casa Social de Valladolid, y Aurelio Díaz, secretario general de los sindicatos mineros.
Los oradores se expresaron en sentido opuesto al socialismo, combatiendo sus errores y oligarquías, y ensalzaron las bondades del sindicalismo católico, que en España surge con tantos bríos y entusiasmos. Diéronse vivas a España, a la sindicación católica y a los obreros de Puente Almuey, que con tanto entusiasmo asistieron al mitin.
El acto fue importantísimo. Algunos oradores hicieron alusión a la campaña que hace LA ACCIÓN en defensa de los intereses de la clase obrera, recomendando su lectura.
El Salmantino, 8 de agosto de 1918
Vuelta al trabajo.
LEON.—En las minas de Orzonaga han entrado al trabajo 200 obreros de los que estaban en huelga. Hay esperanzas de que mañana lo harán los restantes y se restablecerá la tranquilidad.
Revista católica de las cuestiones sociales. octubre de 1918
Así en las de Cistierna y Prado se han creado cooperativas de consumo que han logrado en poco tiempo una situación muy próspera, y en la de Bustiells se ha constituido una Juventud social católica asturiana que tiene un círculo de estudios.
La propaganda escrita se ejerce por medio de un Secretariado que reside en Valladolid y que publica el periódico quincenal El Minero, órgano de combate y penetración de la nueva entidad, que se reparte gratis, haciéndolo circular profusamente por las cuencas mineras de toda España.
Existe además un núcleo de propagandistas obreros, que se compone hasta el presente de seis individuos, distribuidos en esta forma: dos en Asturias, dos en León, uno en Palencia y otro en Murcia. Los actos de propaganda (mitins, conferencias, etc.), son muy numerosos.
En la colección de El Minero hallamos, con instructivas observaciones sociales, debidas á estos propagandistas, animados y a veces pintorescos relatos de estos actos, realizados veces entre protestas de los elementos socialistas. Mencionaremos para terminar estas notas dos muestras de la actuación del Sindicato. Es la primera la obtención de ciertas mejoras por parte de las empresas, fruto de sus gestiones.
De La Hullera Española ha conseguido el importante aumento de 2'17 pesetas por obrero y día de trabajo; de la de Orbó el de un 25 por 100, y de la de las minas de Prado el de 0'50 céntimos de peseta, ambas sobre los jornales vigentes. Para llegar á este último resultado ha sido preciso al Sindicato sostener una huelga que duró, por espacio de tres días.
La Mañana, 15 de septiembre de 1918
Mineros en huelga.
LEON 14.—Los obreros de las minas de los herederos de Valbuena se han declarado en huelga, pidiendo aumento de jornal.
La Acción, 17 de septiembre de 1918
Conflictos obreros
información oficial
En la provincia de León, en las minas de Prado, Herederos de Valbuena y Josefa, de Santa Lucía, se ha solucionado la huelga.
La Mañana, 18 de septiembre de 1918
León.—Han quedado solucionadas las huelgas de Prado y de las minas Josefa y las de herederos de Valbuena.
El Guadalete, 18 de septiembre de 1918
Huelgas solucionadas.
León. Han sido solucionadas las huelgas planteadas por los obreros de las minas de Herederos de Valbuena, en Prado y de la mina Josefa en Santa Lucía.
El Liberal, 19 de febrero de 1919
El crimen del correo de Galicia
Con motivo de haber intentado dos individuos asaltar la casa del cura de Silla de Bañal, pueblo de León, vuelve a hablarse del misterioso crimen cometido en el correo de Galicia, pues se afirma que uno de los cinco detenidos a consecuencia da aquel intento de asalto ha hecho importantes declaraciones, relacionadas con el mencionado crimen, y que acaso conduzca a su esclarecimiento.
¿Se tratará de una nueva fantasía y de un ardid del detenido? La Policía dirá lo que haya de cierto en todo esto.
El Liberal, 20 de febrero de 1919
El crimen en el correo de Galicia
Hace cuatro días fue detenido aquí, en León, un sujeto, llamado Paco, que hospedaba al «Manco», autor del «crimen cometido hace meses en la Pradera del Corregidor. Este Paco compareció ante el juez de Cebreros, que instruye el sumario por el crimen en el correo de Galicia, en el que fue asesinado D. Remigio Miranda. Paco ha declarado que a él le dijo un tal José Moreno que él en unión de otro individuo apodado el «Rabia», fueron los autores del asesinato de D. Remigio Miranda, por encargo de una familia que deseaba vengar una afrenta en su honor y que por la comisión del delito le ofrecieron 4.000 pesetas.
La Guardia civil y los hermanos de la víctima se han dedicado a buscar a losa aludidos sujetos que hace pocos días desaparecieron de león.
HELIODORO
El Imparcial, 6 de marzo de 1919
El crimen del correo de Galicia
(DE NUESTRO REDACTOR)
León 5 (7,45 noche) Trabajos del Juzgado de León. —Llegada de los detenidos en Riaño. —El famoso Paco
Por momentos aumenta la expectación en este vecindario a consecuencia de las gestiones que se realizan para aclarar por completo el misterio que rodea al crimen de que fue víctima en el correo de Galicia el rico minero de esta ciudad D. Remigio Miranda.
Es objeto de unánimes elogios la labor realizada durante los últimos días por el Jugado de instrucción de esta capital, compuesto por el juez D. José Gómez Pedreira y secretario D. Luis Fernández Rey, que no han escatimado diligencias ni investigaciones para el más feliz resultado de las gestiones, y que han facilitado cuantas órdenes pidió la Policía para practicar detenciones y registros.
Corno consecuencia de estos trabajos, efectuados por delegación del Juzgado de instrucción de Cebreros, el de León ha remitido hoy a aquél pueblo un voluminoso atestado, que, al decir de personas muy enteradas de las diligencias, encierra suficientes pruebas para decretar el procesamiento de todos o casi todos los detenidos en la cárcel de Riaño.
Días pasados di la noticia de que el juez de Cebreros, D. Miguel Pascual, había exhortado telegráficamente a su colega de Riaño para que todos los detenidos por la benemérita de Cistierna por intento de robo y asesinato al párroco del pueblo de Lillo fuesen trasladados a León y desde este punto a Cebreros. El Sr. Pascual tiene 'la convicción, deducida de las noticias que le había facilitado la Policía afecta a la brigada Móvil de Madrid, de que todos ellos estaban complicados en el misterioso asesinato de D. Remigio Miranda.
El juez de Riaño, cumpliendo dicho exhorto, dio las oportunas instrucciones al jefe de la benemérita de la línea, capitán Sr. Bustos, y esta mañana, en el mixto de Asturias, llegó de Riaño toda la banda de facinerosos, que capitaneaba, como ya saben nuestros lectores, el pañero Sandalio Villar Zamarreño.
Todos los detenidos, custodiados por dos parejas de la Guardia civil, fueron trasladados a la cárcel de esta población, de donde saldrán para Cebreros esta noche en el correo de Asturias.
Como ya decía en informaciones anteriores, de los interrogatorios a que el inspector de la brigada Móvil, Sr. Martínez Guerrero, sometió a Francisco Iglesias Expósito, «el Paco», que en León fue posadero de «el Compare Manrique», más conocido por «el Manco», se desprendían tales contradicciones y había tantas «faltas de memoria» por parte del detenido que el juez de Cebreros, después de recibir la indagatoria a «el Paco», ordenó que con los detenidos de Riaño fuese trasladado también a Cebreros, pues existen pruebas de que durante loa días 25, 26, 27, 28 y 29 del mes de octubre estuvo el posadero en diversos puntos de la línea del Norte, no muy lejos de Palencia, en compañía del Sandalio.
El detenido de la carta. —Registros provechosos. — El robo de los pañuelos
Al dar cuenta de mis gestiones en la primera información que remití desde León apuntaba la sospecha de que al detenido Sóstenes Rodríguez, sobrino del posadero de Campo Solillo, y detenido como complicado en el «golpe» al cura de Lillo, le sobraba tanta astucia y malicia pana escurrirse de la red de los interrogatorios como le faltaba sinceridad para contar todo lo que sabía respecto al crimen del correo de Galicia.
Decía el denunciante de toda esta turba de sospechosos, José Fernández Navarro, «el Mellado», que cierto día, después de haber declarado «el Moreno» que había matado a D. Remigio Miranda y haberse marchado del pueblo, le enseñó el llamado Sostenes una carta de su antiguo compañero «el Moreno», que éste le dirigía desde Sevilla, y en la que le anunciaba que iba a regresar a su antigua residencia para realizar el asesinato y robo al párroco de Lillo. Estas manifestaciones las negó luego Sóstenes, y, estrechado a preguntas, dijo al fin que, efectivamente, había recibido tal carta; pero posteriormente volvió a afirmar que no era cierto y que él no tenía noticias de «el Moreno».
Con posterioridad a esto, la Policía encaminó sus pasos hacia Campo Solillo y allí, en un registro practicado, en casa del Sóstenes, se han encontrado detrás de un cuadro restos de la citada carta de «el Moreno», que él negó haber recibido.
Cuantos robos y fechorías se han realizado recientemente en León y sus inmediaciones, decíamos en informaciones pausadas, son imputables a la cuadrilla capitaneada por el Sandalio Villar Zamarreño. Los agentes de la brigada móvil, practicando investigaciones por estos pueblos de la Sierra, han encontrado en uno de ellos numerosos pañuelos que a bajo precio vendió el Sandalio hace dos meses y que proceden del robo realizado hace dos o tres meses en casa del acaudalado comerciante de esta población Sr. Lubén.
Consecuencia de otro registro. —Probables diligencias en Madrid. —Próximas detenciones. —La pista de los asesinos.—Un timo en Pampliega. —La detención de "la Lobata "
Desde el primer momento anuncié que había tenido extraordinaria importancia el registro practicado por el Sr. Martínez Guerrero en la casa del Sandalio, sita en la calle de Panaderos, núm. 8, de esta capital. La extremada reserva de las autoridades me imposibilita dar amplios detalles de dicha diligencia.
Hoy, por conducto fidedigno, puedo afirmar que en el domicilio del famoso pañero se han encontrado numerosas cartas de diferentes sujetos de los detenidos en Riaño. Por lo pronto, se ha comprobado que el detenido Natalio Sarabia, que es amante de una cuñada del Sandalio —la cual aseguró ante el Juez y la benemérita de Cistierna que dicho individuo se encontraba emigrado en Francia cuando ocurrió el asesinato del Sr. Miranda—, llegó a España en julio del pasado año, estuvo en Madrid con sus padres y al mes se marchó a León, donde se dedicó, en unión del Sandalio, a vender por los pueblos y de paso a poner en práctica las artes del pañero que lo han conducido al sitio donde se encuentra.
Además se ha comprobado que los detenidos mantienen sospechosas relaciones con una persona que ya intervino en el desarrollo de esto sumario, y es casi seguro que no se tarden muchas horas en realizar en Madrid varias detenciones. Desde luego, el juez de instrucción de Cebreros piensa ahondar sobre este punto todo cuanto pueda, pues acaso en esta nueva e inesperada ramificación pudiera hallarse el esclarecimiento del drama de que fue víctima el rico minero de Prado.
Hoy he sabido por el inspector Sr. Martínez Guerrero que «el Moreno» y «el Rabia» estuvieron el lunes por la noche en el pueblo de Pamplíega, cerca de Burgos, y dieron un timo, de 500 pesetas a un vecino de dicha localidad asegurándole el envío inmediato de una partida de garbanzos. Con tal motivo, las autoridades do todas las provincias de Castilla y del Norte tienen las señas personales de los fugitivos y varios agentes de la brigada móvil han salido a seguir la pista de los presuntos autores del crimen del correo de Galicia. Como ya decía nuestro corresponsal señor Martin, la amante del Sandalio, Carmen «la Lobata», fue detenida por el Sr. Martínez Guerrero en León a consecuencia de un aviso del juez de Riaño. Los días antes se había presentado en Riaño la referida Carmen, y fingiéndose hermana del Sandalio, pretendió hablar con él. Aquí se esperan con verdadera ansiedad las noticias de los agentes que ayer han salido en persecución de «el Moreno»».
José QUÍLEZ
León artístico y monumental, gráfico y descriptivo en el centenario de sus fueros: 1020-1920
PRINCIPALES COTOS MINEROS DE LA PROVINCIA DE LEÓN
...
Herederos de Balbuena en Prado.
...
La Correspondencia de España, 27 de octubre de 1920
CRÍMENES Y DESGRACIAS
La causa por el asesinato en el correo de Galicia.
Ávila, 27.—Ha empezado la vista de la causa por el asesinato de Remigio Miranda, cometido en el correo de Galicia. El fiscal pide la pena de muerte para José García Cea, y siete años de prisión para Esteban Sánchez y Sandalio Villar. Los procesados negaron toda participación en el hecho. Las pruebas fueron desfavorables para los procesados.
La Acción, 28 de octubre de 1920
LO QUE PIDE EL FISCAL
Una pena de muerte
Ávila, 27. Continuó hoy la vista de la causa instruida a consecuencia del asesinato de don Remigio Miranda, en el tren correo de Galicia. El fiscal mantuvo sus conclusiones provisionales en las cuales pide la pena de muerte para «el Feo de Veguellina» y la de siete años de prisión para cada uno de los otros dos procesados. A continuación informó el defensor de Esteban Sánchez y Sandalio Villar y mañana lo hará el de «el Feo de Veguellina». conociéndose ya la sentencia probablemente.
La vista se sigue con mucho interés.
El Globo, 30 de octubre3 de 1920
Vista de la causa. —Condena de los procesados.
AVILA 30. -Ante una expectación enorme se vio ayer la causa instruida con motivo del asesinato de D. Remigio Miranda Álvarez, minero de Prado, que en la noche del 27 al 28 de octubre de 1918 fue encontrado cadáver en la estación de Navalperal, en un coche de primera del correo de Galicia.
Figuraban como procesados José Alonso Gómez (a) Moreno, Esteban Sánchez Navarro (a) Mellado y Sandalio Villar Zamarreño, que han sido acusados por el fiscal de un delito de asesinato a José y de encubrimiento a los otros dos.
Los defensores Sres. Baquero y Represa solicitaron la absolución; pero el Jurado dictó un veredicto de culpabilidad, siendo condenado José a cadena perpetua y dos años, once meses y once días de presidio correccional como autor de un delito de asesinato y robo, y Esteban y Sandalio a seis años y un día de presidio mayor y 125 pesetas de multa.
Al terminar de leerse la sentencia quiso hablar José, sin duda para hacer revelaciones, impidiéndolo el abogado defensor.
La Época, 5 de noviembre de 1920
El crimen del correo de Galicia
Los periódicos publican interesantes declaraciones del Feo de Veguellina, que arrojan nueva luz sobre el crimen del correo de Galicia.
En el despacho del director de la cárcel de Ávila y ante el alto personal de la misma, el Feo de Veguellina, José Alonso Gómez, condenado a cadena perpetua por el asesinato de don Remigio Miranda, dijo lo siguiente:
«En agosto de 1918, me encontré con Agustín Cabezón, el Vilortas, quien me propuso un «negocio» en el que había que matar a una persona, cosa que yo rechacé, continuando mi trabajo en las minas de La Robla. Poco tiempo después fue asesinado el señor Miranda, y yo, pensando que este crimen tenía relación con el que me propuso el Vilortas, me dediqué a buscarle.
El 4 de noviembre le encontré en el puente de San Marcos, y como le pidiese parte en el botín, me llevó al arrabal de Trobajo, en León, y allí me invitó a entrar en casa de La Concha, que es uno de les muchos ventorros que por allí hay. Dentro nos encontramos con Joaquín Quirós el Bocarrota, Francisco el del Berrón y Pedro el Moreno, los cuales recibieron de manos de un caballero elegantemente vestido, que penetró después, un sobre con 15.000 pesetas, que se repartieron, dándome a mí 750 como precio de mi silencio.
Poco después fue detenido el Bocarrota, que fue puesto en libertad por falta de pruebas, y yo, encarcelado luego, me tuve que confesar autor del delito.
Cuando me condenaron a cadena perpetua permanecí impasible, porque sabía que en cuanto yo hablase todo quedaría aclarado. Pero me daba mucha pena de Sandalio Villar y Esteban Sánchez, condenados como encubridores, siendo así que desconocían todas las circunstancias del crimen. Estos me amenazaban por un lado si callaba, y el Bocarrota por otro si decía una palabra.
Cómo pasé yo los días en que se realizó el crimen lo pueden atestiguar don Vicente Crescente, capataz de la mina Barbadillo, y varios obreros de ésta. Antes de verse la causa, y en esta misma cárcel de Ávila, me hicieron sostener un careo con don Marcelino Valbuena, en el cual reconocí al caballero que entregó el dinero en casa de La Concha, aunque negase ante el juez que le conociese.
No puedo dar detalles sobre cómo se cometió el asesinato: no reconozco la navaja con que se dio muerte a don Remigio, ni sé quién fue el autor del hecho. Pero puedo asegurar que éste estaba preparado para antes y tuvo que aplazarse por no emprender el señor Miranda el viaje que tenía proyectado.
En virtud de estas declaraciones, el Juzgado realizará nuevas diligencias.
El Imparcial, 29 de septiembre de 1921
EL CRIMEN DEL CORREO DE GALICIA
Exhumación de un proceso sensacional
Abrumadoras acusaciones contra un cuñado de la víctima. — Procesamiento y prisión de don Marcelino Balbuena
(Información de nuestro redactor Sr. Quilez)
Ávila, 28 septiembre.
Cómo apareció el cadáver. —Sospechas de la opinión. —Los detenidos de Riaño
Nuevamente apasiona a la opinión el crimen del correo de Galicia, de que. tanto se hablo hace tres años. Nuestros lectores recordarán sin duda, las circunstancias todas del trágico suceso. Amanecía el 28 de octubre de 1918, llegaba el correo de Galicia a Navalperal, y un mozo del tren comunicó que en uno de los coches de primera apareció muerto un viajero. Éste resultó ser D. Remigio Miranda, opulento minero de la región leonesa. Hombre joven y vigoroso, había muerto a consecuencia de una gran cuchillada que tenía en el cuello.
Junto al cadáver, el saco de viaje del señor Miranda aparecía intacto; en uno de los bolsillos se encontraron al muerto 300 pesetas, y esto hizo pensar inmediatamente que no fuese el robo el móvil del delito. Pero ¿Quién pudiera haber sido el autor material? ¿Quiénes eran los inductores? Como sospechoso respecto a la realización del crimen, el juzgado de Cebreros, que incoó las primeras diligencias, detuvo al mozo del tren que lo había descubierto. Demostrada más tarde su inocencia, se dirigieron las miradas de la justicia hacia León, donde el Sr. Miranda había vivido, donde tenía negocios y familia y donde el certero instinto popular creía que únicamente pudiera hacerse la luz con cuyos resplandores llegase a esclarecerse este tenebroso asunto.
Más tarde la Guardia civil del partido de Riaño detuvo a varios quincalleros de pésimos antecedentes, ladrones de profesión casi todos, entre los cuales no estuviesen tal vez los asesinos del Sr. Miranda, pero que sabrían, sin duda, quien era éste. EL IMPARCIAL, comprendie3ndo cuanto el terrible crimen interesaba a la opinión, y el deber que los periódicos tienen de auxiliar a la justicia, se preocupó de los trabajos que en la tierra leonesa se realizaban, y el que esto escribe acompañó a la Policía en sus andanzas por Camposolillo, Boñar, Cistierna, Riaño y La Robla, sitio este último donde las averiguaciones fueron de tal gravedad, que las autoridades decidieron dejarlas en silencio mientras no se comprobasen de un modo indiscutible.
Los parientes de la victima. —Documento que desaparece.
¿Puede decirse hoy cuales eran estas? Naturalmente que nosotros no acusamos a nadie. Precisamente por el temor de arrojar sombras sobre vidas que a pesar de las apariencias pudieran ser inmaculadas, no nos atrevimos a decir entonces cuanto ya presuponíamos. Pero ahora que la justicia inicia nuevos trabajos, de acuerdo con el clamor popular de las tierras donde tanto se conocía a la víctima de este trágico suceso y se señalaba a los posibles inductores del asesinato, creemos llegada la sazón de romper aquel ocasional y prudente silencio.
Don Remigio Miranda había contraído matrimonio en León con una señorita que tenía dos hermanas casadas, una con Don Alfredo Barthe, y otra con Don Marcelino Balbuena. Esta familia se dedicaba a un negocio común basado en la explotación minera de carbones, que con motivo de la guerra había llegado a producir beneficios de enorme cuantía.
Falleció por aquel tiempo la esposa del señor Miranda, y por consecuencia su marido quedó como usufructuario de la parte que la finada tenía en la fortuna familiar. Pero como el Sr. Miranda no se llevaba bien con sus hermanos políticos, sus hermanos de sangre le aconsejaron liquidar el negocio. Así lo hizo el minero, y sus cuñados le entregaron sus documentos, por valor aproximado de millón y medio de pesetas, que el Sr. miranda mostró a sus hermanos y se dispuso a depositar en casa de un notario, para lo cual emprendió hacia Madrid el viaje en que perdió la vida. Al registrarse el cadáver no apareció este documento. Su falta llamó la atención de los hermanos del muerto; pero como habían desaparecido otros papeles del Sr. Miranda, el juzgado no dirigió sus pesquisas por éste camino. Sus investigaciones se encaminaron al hallazgo del ejecutor del crimen, y las sospechas de algunos policías y gran parte de la opinión debieron de quedar en la conciencia del juez como descabelladas alucinaciones.
El Juzgado procesó a los quincalleros «el Feo de Veguellina», sujeto de antecedentes detestables y cuya figura tomó en seguida en el proceso un gran relieve. Minero de oficio, pero más que nada ladrón, y a veces ladrón en cuadrilla, se le acusa a poco do autor material del crimen.
La vista de la causa. —Se procede únicamente contra "el Feo". —Una disputa en un café de León.
Parece que no hay duda. El Juzgado está convencido y se va a ver la causa ante la Audiencia de Ávila. Nosotros, y con nosotros muchas personas bien orientadas, nos preguntábamos con angustia si no iba a hacerse nada más. Existían afirmaciones rotundas, según las cuales, la noche del crimen, «el Feo de Veguellina» había sido visto a ciento cincuenta kilómetros del sitio donde el Sr. Miranda debió haber sido asesinado. «el Feo», todo lo más, podía ser encubridor, nunca autor del hecho; pero aunque lo fuese, ¿no se procedía contra los inductores? ¿Era que un hombre como «el Feo», matando a otro únicamente para robarlo, podía dejarle trescientas pesetas en el bolsillo y algunos objetos de valor? ¿Era que no se tenían en cuenta los indicios que pesaban sobre la familia de la víctima, que hacía bien la Prensa en callar mientras no se convirtiesen en pruebas, pero que nunca era de creer quo escapasen a la diligente mirada de los jueces?
Sin embargo, se ve la cau.sa ante la Audiencia de Ávila, aparece «el Feo de Veguellina» como autor material del crimen, y en consecuencia se le condena a treinta años de presidio. Y al terminarse la lectura de la sentencia, el procesado, que hasta entonces pareció «dejar hacer», afirma su inocencia con voz estentórea y un acento de sinceridad que impresiona profundamente al público.
Y marcha el reo a cumplir la condena, y el tiempo va pasando, pasando... Ya no se habla en parte alguna del suceso del tren, y allá en León, los cuñados de la víctima, acerca de los cuales tan duras presunciones tuvo entonces cierta parte de la opinión pública, siguen gozando de su brillante posición social y del respeto de quienes acaso teman haberles calumniado con sus suspicacias. No obstante, alguna vez salen de aquella tierra rumores extraños. Parece que una vez en un café de León un hermano de la víctima lanzó al rostro de uno de los cuñados de ésta la acusación temeraria de que había sido el inductor del crimen.
Pasa más tiempo aun, y de pronto surge nuevamente el proceso, que se creía definitivamente terminado. Vuelven las autoridades a preocuparse del asunto, se habla de detenciones extrañas y parece que la autoridad judicial dirige sus pasos hacia sitios que, según el clamor popular, no debieron abandonarse nunca.
¿Qué motivos le impulsan ahora a remover las cenizas del pasado? ¿Qué datos concretos obran en poder del juez especial para haber tomado las radicales determinaciones de que estos días, nos ha hablado el telégrafo? Por de pronto, limitémonos a los hechos, que a estas horas han producido hondísima emoción en toda la provincia leonesa.
Y ahora que las actuaciones judiciales, al decir de los enterados, marchan por camino firme, acaso no estaría de más que el juez pidiera la información que el inspector señor Martínez Guerrero realizó en los primeros meses de 1919 en distintos puntos de la provincia de León, por la cual tal vez se vea que lo entonces considerado como absurdas fantasías, era acaso una pista para llegar al esclarecimiento del trágico suceso.
Nombramiento de juez especial. —Un paréntesis extraño. — Comienzan las sorpresas.
Apenas terminada en la Audiencia de Ávila la vista de la causa contra «el Feo de Veguellina», éste hizo declaraciones de tal gravedad, que se ordenó al juez de Cebreros, don Manuel Bernabé Vicente, la apertura de un nuevo sumario para averiguar la veracidad de los hechos que el procesado revelaba.
Era esto por el mes de septiembre del pasado año, y sin que por ahora podamos concretar las causas del silencio de la Justicia, lo cierto es que hasta hoy no han empezado a dar fruto aquellas actuaciones. Pero de pronto, he aquí que el juez especial se presenta de improviso en Ávila y toma determinaciones que en unos provocan sorpresa y en otros intensa emoción. Del presidio de Burgos es traído a Ávila Pedro Ortega, de apodo «Rabia de Palencia», un penado que ya al principio de este proceso figuró mucho en las actuaciones, pero pasando sobre ellas como una sombra pues se aseguraba que no existía, mas que en la mente de «el Feo de Veguellina».
Este personaje, ya en Ávila, es interrogado por el juez especial y hace declaraciones que determinan a la autoridad judicial a dirigir el rumbo de sus nuevos trabajos por donde nadie. a excepción de contadísimas personas, podía suponerse, nunca que derivase el proceso; trabajos por consecuencias de los cuales son urgentemente llamados a presencia del juez especial los hermanos de la víctima y sus cuñados D. Alfredo Barthe y D. Marcelino Balbuena.
Detención del Sr. Barthe. El Sr. Balbuena entra en la cárcel y queda incomunicado.
El Sr. Barthe llegó hace setenta y dos horas. Apenas en Ávila, pasa a prestar declaración ante el Juzgado especial, constituido en la cárcel. La diligencia dura largo rato, y los periodistas de la localidad se enteran con no poca emoción de que este señor ha quedado detenido. Veinte horas después, sin embargo, y al presentarse ante el juez especial el otro cuñado de la víctima, D. Marcelino Balbuena, el Sr. Barthe es puesto en libertad; pero viene la segunda sorpresa para los periodistas: el Sr. Balbuena entra en la cárcel y allí se queda, por orden del juez, detenido e incomunicado.
Dos careos interesantísimos. —Don Marcelino Balbuena es acusado de inductor. Procesamiento del detenido.
Dada ya la voz de alarma por los corresponsales de la Prensa de Madrid, he llegado a Ávila en el momento culminante del nuevo sumario.
El juez especial, tras grandes estancias en la cárcel, acaba de lanzar la noticia de que ha procedido al procesamiento y prisión, sin fianza, de D. Marcelino Balbuena.
Esto produce el efecto de una bomba; todo el mundo se pregunta qué vehementes sospechas, qué concretísimas acusaciones, qué pruebas tan terminantes posee el juez para proceder resueltamente contra una persona de la brillante posición social y económica de este minero leonés.
El juez, sin embargo, es una verdadera esfinge. Los periodistas, ni con argucias ni con sutilezas, consiguen hacer hablar al representante de la ley; pero el cronista, afanoso por bucear en el misterio de estas actuaciones, consigue al fin averiguar algo de lo que ocurre.
Se sabe, que D. Marcelino Balbuena ha sostenido un careo de setenta minutos con «el Feo de Veguellina», durante el cual éste le ha acusado de una manera abrumadora, diciéndole que fue él quien en la taberna de «la Concha", en Trobajo, acudió a entregar un sobre con 15.000 pesetas, pago de un crimen cometido por «el Bocarrota», Agustín Cabezón Rodríguez. «Vilorta»; Francisco «el del Berrón» y «el Rabia de Palencia».
El careo toma caracteres violentísimos entre los que en él intervienen. Acusa fieramente «el Feo» y se defiende con igual energía D. Marcelino. Aquel da detalles de la hora, el sitio, la ropa que éste vestía, las palabras que dijo, y el otro niega, lo niega todo furiosamente.
Terminado el careo, se pasa a otro con «el Rabia de Palencia», que ha estado incomunicado en la cárcel de Ávila hasta este momento. Y «el Rabia» reproduce punto por punto las acusaciones que «el Feo» hiciera contra D. Marcelino, y éste insiste en sus negativas. Le acusa «el Rabia» de haber propuesto el negocio al «Bocarrota» y de haberle hecho entrega de 5.000 pesetas antes de que efectuase el asesinato. Insiste además en que don Marcelino estuvo en la taberna de la Concha el día 4 de noviembre del año 1918, donde entregó 15.000 pesetas más para completar la cantidad en que se había convenido al precio del asesinato.
Después de estas dos diligencias, la detención del cuñado del Sr. Miranda se convierte en procesamiento y prisión sin fianza, e incomunicación rigurosísima.
Quiénes cometieron el crimen. —Los asesinos en Palencia. —La desaparición de las ropas.
No hay manera de hablar con «el Rabia de Palencia». Los esfuerzos se estrellan ante las órdenes judiciales; pero así y todo consigo averiguar algo de lo mucho que ha declarado «el Rabia», personaje que tanto relieve está adquiriendo en la exhumación del emocionante proceso.
Me entero, pues, de qué «el Rabia», acosado por hábiles preguntas, confesó que, efectivamente, la noche en que el Sr. Miranda fue asesinado viajaba él en el correo de Galicia, en unión de «el Bocarrota», de «el Vilorta» y de Francisco «el del Berrón». Dice que le vio al «Bocarrota» muchos billetes. Añade que en las inmediaciones de Palencia se arrojó del tren, y da el detalle de que se rompió el pantalón.
No confiesa que tomara parte en el horrendo delito; pero de las actuaciones del juez se desprende que él y Francisco se situaron en las portezuelas del vagón donde viajaba el señor Miranda para avisar, y que en el departamento donde el infeliz minero dormía entraron para perpetrar el crimen «el Bocarrota» y «el Vilorta».
No se sabe de cierto si los asesinos se apearon en Venta de Baños o si llegaron hasta Villalba, de donde regresaron por la línea de Segovia a Palencia. Lo positivo es que los cuatro personajes estaban al día siguiente en esta última ciudad, donde compraron ropa nueva, mantas de viaje y botas con piso de goma.
En el tren provincial regresaron todos a León, y un hijo de «el Vilorta», muchachillo de diez a doce años, recatándose de la gente, llevo de noche un bulto que contenía la ropa vieja de «el Bocarrota» con manchas de sangre, bulto que arrojó por la presa de La Almunia, desapareciendo con eso todo vestigio acusador.
Estas son, poco más o menos, las manifestaciones que ha hecho «el Rabia de Palencia» a la Justicia. Ahora los esfuerzos de las autoridades se encaminan a detener al «Bocarrota» y a sus dos compañeros, que, enterados de la nueva fase del proceso, tratan de ocultarse para burlar la persecución.
Una conversación con "el Feo de Veguellina". — La escena de la taberna. — El hombre del sobre azul.
Ante la imposibilidad de hablar con los restantes detenidos, he solicitado del director de la prisión de Ávila, D. José de las Heras, una entrevista con «el Feo de Veguellina».
Con amabilidad exquisita este funcionario accede a mis deseos y pocos momentos después chirrían los recios cerrojos de la vetusta prisión y me encuentro ante «el Feo». Es este un hombre con aspecto de poca franqueza, moreno, rechoncho y muy bajo de estatura. Al principio se niega a toda conversación; pero pronto vuelve de su acuerdo y habla desordenadamente, como deseando llevar al ánimo de quien le oye la convicción de que él no hundió la navaja en e1 cuello del desgraciado minero leonés.
Asegura que el día 4 de noviembre del año 1918 regresó de Camposolillo y marchó en busca de «el Vilorta», a quien encontró a las nueve de la mañana en el Puente de San Marcos. «El Vilorta» le dijo que aquel asunto que se le había propuesto en el mes de agosto lo habían realizado él y otros amigos que le estaban esperando en la taberna de la Concha.
Marcharon ambos a Trobajo, donde en un cuarto reservado del citado establecimiento se encontraban los que con el acompañante de «el Feo» habían cometido el crimen.
— ¿Habéis sido vosotros los del Correo de Galicia? — Les preguntó «el Feo».
— Sí; pero no se te ocurra hablar una palabra del «negocio» porque te juegas la cabeza — le contestó «el Bocarrota».
—¡Vaya si callaré —replicó «el Feo» —, por la cuenta que me tiene! Ya sabes que para asuntos de robo no me importaría el haberle ayudado, pero la sangre me da mucho miedo.
Callaron, y cuando estaban dando fin a un poco de cecina y vino, penetró en la habitación un señor alto, fuerte, joven, con gabán oscuro, zapatos negros y sombrero del mismo color, el cual, dando los buenos días, se dirigió al «Bocarrota», y echando un abultado sobre azul encima de la mesa le dijo:
—Ahí tienen ustedes lo restante.
Inmediatamente el desconocido salió de la taberna. Tan pronto como desapareció el desconocido, «el Bocarrota» dijo a «el Feo» que aquel señor tan bien vestido era un cuñado de la víctima.
Y sin darle más importancia a lo hecho, los asesinos se repartieron el dinero, en billetes de cien y cincuenta pesetas que había en el sobre. Como regalo entregaron a «el Feo» setecientas cincuenta pesetas, diciéndole «el Bocarrota»:
—Ahí tienes para un traje y... que no se te vaya la lengua.
Tal es lo que «el Feo» asegura.
Preguntado por qué calló, por qué con su silencio ha dado lugar a este error judicial que pudo costarle la vida, y, lo peor de todo, impedir el restablecimiento de la verdad, ha respondido tranquilamente:
—Callé porque me convenía. ¿Qué ganaba con hablar? Los seis años de encubridor no había quien me los quitase de encima, y como no creí nunca que me condenasen por autor verdadero del crimen, al cumplir los seis años tenía mi vida resuelta. Podía decirse que había encontrado una mina y de oro...
Pero en vez de seis años le salieron treinta, y era mucho esperar. De ahí que «el Feo» se decidiese entonces a hablar claro y fuerte.
Nuevos detenidos a Ávila. —El Juzgado reanuda sus tareas.
Tal es el estado en que se encuentra hoy el proceso. Durante la madrugada última llegaron a Ávila, conducidos por la benemérita y procedentes del presidio de Burgos, cuatro detenidos más, entre ellos Sandalio Villar y «el Mellado», que fueron condenados como encubridores a seis años de prisión.
El Juzgado especial, que marchó a Cebreros el día 26, regresará a esta capital en las primeras horas de hoy para realizar nuevas y sensacionales diligencias.
José QUILEZ
La Libertad, Madrid. 29 de septiembre de 1921
El crimen del correo de Galicia
Lo que cantó «el Feo». -Dos careos. -Una frase,- ¿Dónde está «Bocarrota». Balbuena sigue incomunicado
Balbuena en la taberna de la Concha.
Sucintamente, y sólo con el propósito de refrescar la memoria del lector, pues estas manifestaciones fueron ya publicadas en LA LIBERTAD, he de referir algo de lo que José Alonso «Feo de Veguellina», nos contó en esta cárcel a raíz de su condena.
El no temía que un Jurado pudiese condenarle; la carencia de pruebas formales y la demostración de la coartada le mantenían en esta esperanza; pero no fue así y entonces refirió su conocimiento del crimen por habérselo propuesto uno de los que tomaron participación directa en la ejecución. Una vez en posesión del secreto, la presencia de «el Feo» representaba un peligro constante; aquella boca podía hablar y esto no podía ser; era preciso buscar el medio de que la boca de José Alonso permaneciese cerrada, y con referencia a esto nos dijo que estando una mañana reunido en Trobajo del Camino, provincia de León, en una taberna propiedad de una tal Concha, lugar de reunión del hampa, con Francisco «el del Berrón», Pedro Ortega («el Rabia»), Agustín Rodríguez Moreno («Vilorta») y Joaquín Quirós («Bocarrota»), se presentó un señor bien portado, que vestía un gabán azul, zapatos de color y varios anillos en los dedos; este sujeto, que representaba tener unos treinta y tantos años, era de estatura más bien alta, recio, ancho de espaldas, cara muy encarnada y toda afeitada.
— Yo no le conocía— nos dijo «el Feo».
— Indagó quién era yo, y uno de los presentes, creo que fue «Bocarrota», le dijo: «Es uno de los nuestros.» Entonces sacó un sobre azul y, dejándolo encima de una mesa, exclamó: «Ahí tenéis el resto.» Y, salió por una puerta reservada.
El pañuelo de Balbuena
—Al sacar el sobre—sigue diciendo Alonso—, dejó encima de la mesa un pañuelo, y en el momento de marcharse, cuando ya había llegado a la puerta, «Bocarrota» le llamó y se lo entregó; él se volvió hacia Joaquín y le dio las gracias.
El sobre azul contenía 15.000 pesetas, y a mi me entregó «Bocarrota» por mi servicio 750 pesetas. Luego me dijeron que aquel señor era un cufiado de D. Remigio Miranda y que se llamaba Marcelino Balbuena, y que antes les había entregado 5.000 pesetas.
Un careo violento
De esta escena guardó «el Feo» el más hondo silencio; la razón ya la expusimos: la «viña», la famosa «viña», que «el Feo» con amor, con unción guardaba, fue la causa de su hermetismo; pero cuando el «pájaro» se vio en la jaula, elevó su canto, que era una melopea trágica de dolor al ver que la cepa se desgranaba.
El digno juez, ante el dicho de Alonso, llamó a Barthe para carearle con éste; pero «el Feo» no reconoció en la persona que le presentaban al hombre del gabán azul que estuvo en la taberna de la Concha, y así lo manifestó; mas cuando a su presencia llegó Balbuena, afirmó rotundo:
— Sí, él es; este señor fue al que yo vi en Trobajo del Camino la mañana del 4 de Noviembre. Y aquí dio comienzo una escena de violencia inusitada. Los gritos de «el Feo» llegaban hasta la habitación donde estábamos. «El Feo» acusaba, trágico y rotundo. —¡Fuiste tú, fuiste tú; no lo niegues! ¡Acuérdate del pañuelo que te dejabas olvidado! ¿No te acuerdas cuando preguntaste quién era yo? Negar esto sería como decir que no has perdido hace unos días 60.000 pesetas al juego. ¿A que tampoco me niegas esto?
Y los gritos de el «Feo», acompañados de insultos, herían como latigazos rotundos, categóricos, definitivos.
Balbuena negaba durante esa violenta escena, que duró setenta minutos; el juez y el fiscal guardaron silencio. Balbuena prometió probar su coartada. Ante los ataques de Alonso, el acusado mantuvo su sangre fría.
— Probaré la falsedad de la imputación, la calumnia, y seguía negando, mientras el «Feo», disparando sus acusaciones como un aluvión, se mantiene fiel en sus convicciones. Fueron setenta minutos de emoción intensa.
Resumiendo: Alonso afirmó que Balbuena fue quien llevó a la taberna de la Concha las 15.000 pesetas.
El careo con «el Rabia»
Cuando comenzaron estas nuevas actuaciones pidió el Sr. Bernabé Vicente que fuera traído de Burgos a Ávila Pedro Ortega, «el Rabia», que estaba cumpliendo en aquel penal una condena por hurto, y que había pasado por el proceso como un fantasma.
Cuando ingresó en esta cárcel Balbuena, y después del careo con «el Feo», se procedió a realizar otro con este nuevo personaje, y de este careo resultó que «el Rabia» reconoció en Balbuena a la persona que fue a la taberna de la Concha; pero que él no sabe el motivo de su presencia allí; él no vio nada más que entrar a Balbuena en el comedor de la taberna. Afirma, sin embargo, el detalle del pañuelo.
Una frase de Barthe
Hemos de referir mañana el viaje de Marcelino Balbuena con motivo del asesinato de su cuñado; de este viaje, o como consecuencia de él, preguntó el juez al señor Barthe.
__ ¿Cómo explica usted que existiendo por parte de Balbuena a Miranda un gran afecto, aquél no guardase durante ese viaje el pudor del dolor?
A esto contestó Barthe:
— En mi cuñado tienen más fuerza las pasiones que los sentimientos.
¿Y «Bocarrota»?
¿Dónde está «Bocarrota»? Esta es la pregunta que todos se hacen.
«Bocarrota» nunca debió ser puesto en libertad; este fue el mayor error que pudo cometerse. Contra «Bocarrota» se acumulaban cargos terminantes, absolutos, definitivos. «Bocarrota», a raíz del crimen, hizo grandes gastos, lució su vida licenciosa, y cuando fue preguntado de dónde procedían estos fondos, contestó que había «ganado» una cartera que contenía 6.000 pesetas, y a pesar de confesar este delito de hurto, «Bocarrota» fue puesto en libertad y la causa sobreseída.
Hay una frase, pronunciada por éste, que ha quedado como un poema. Cuando salía de esta prisión, «Bocarrota» dijo, dando a sus palabras entonación de alegría: «Adiós mis treinta años.»
Las consecuencias de aquella libertad se tocan ahora. La presencia de Joaquín Gimis en estos momentos, seguramente, sería precisa, necesaria, es posible, más que posible seguro que nos aclarase muchas cosas que ahora están envueltas por el misterio.
Sigue la incomunicación de Balbuena.
El Sr. Bernabé Vicente se ausentó de Ávila hace dos días; el juez vendrá mañana de Cebreros; durante su ausencia la incomunicación de Balbuena continúa; los motivos no los sabemos, allá el juez con su táctica.
También están presos e incomunicados Sandalio Villar y Esteban Sánchez, estos dos fueron condenados como encubridores, y estaban en Burgos. Felipe Diaz Muñoz «el Masca» y Jesús Grobulosa, éstos vienen llamados por el juez para que expliquen las conversaciones que escucharon en el patio del Penal de Burgos.
De sus declaraciones se esperan grandes soluciones. Esperemos la llegada del juez, y con su arribo el levantamiento do incomunicaciones.
Defensas y acusaciones
Con motivo del proceso, los encartados han hecho ya mandamientos de letrados. D. Pascual Amat defenderá a Balbuena. D. Tomás Rodríguez G. Cabrera, joven y elocuente abogado de Ávila, defenderá a Pedro Ortega «el Rabia»; D. Nicasio Velayos ejercerá la acusación en nombre de la familia Miranda, y se dice también que representará al «Feo» Serrano Batanero.
NARCISO F. BOIXADER Ávila, 28 Septiembre.
La Voz, 29 de septiembre de 1921
El crimen del correo de Galicia
NUEVOS DETALLES DEL HECHO . LO QUE DECLARA EL "RABIA DE PALENC1A"
AVILA 28 (8 n.).—El detenido el "Rabia de Palencia" ha dicho a algunas personas que han tenido ocasión de interrogarle que la noche en que el Sr. Miranda fue asesinado viajaba él en el correo de Galicia, en unión del "Bocarrota", del "Vilorta" y de Francisco el "Berrón". Agrega que en las inmediaciones de Palencia se arrojó del tren, y se rompió el pantalón al caer. No ha confesado que tomase parte en el crimen. También ha dicho que un hijo de "Vilorta" arrojó por la presa de La Almunia las ropas ensangrentadas del "Bocarrota".
EL "FEO DE VEGUELLlNA" HABLA
Este sujeto ha declarado a un periodista que "Bocarrota" le entregó 700 pesetas a cambio de su silencio. Este dinero fue entregado por un señor que, al parecer, era cuñado de la víctima, y que fue a una taberna donde estaban el "Feo" y "Bocarrota".
DETENIDOS A AVILA
AVILA 28 (8 n.).—Durante la última madrugada llegaron a Ávila, conducidos por la Benemérita, y procedentes del presidio de Burgos, cuatro detenidos más, entre ellos Sandalio Villar y el "Mellado», que fueron condenados a seis años de prisión como encubridores.
SENSACIÓN EN LEÓN
LEÓN 29 (10,80 m.).—Ha causado gran sensación la reapertura del sumario para depurar responsabilidades con motivo del llamado crimen del correo de Galicia, en el que resultó víctima el Sr. Miranda, persona muy conocida y querida en esta ciudad. También ha producido extraordinaria impresión el procesamiento de un hermano del muerto y de su cuñado, Marcelino Valbuena.
La Época, 30 de septiembre de 1921
El crimen del correo de Galicia
Llegan nuevos encartados en el proceso. — El asesinato no se debió perpetrar en el correo de Galicia.
Ávila 29.—Hoy ha llegado de Cebreros el Juzgado especial, constituyéndose en la cárcel, donde se le hizo entrega de varios pliegos y telegramas llegados de Madrid y León. A continuación fueron interrogados Sandalio Villar y Esteban Díaz, «el Mellado», qué aparecen en el proceso como encubridores. Además llegaron anteayer, en unión de éstos dos penados del presidio de Burgos, uno de ellos cabo de vara del citado establecimiento penitenciario. Aunque el juez especial continúa encerrado en una gran reserva, se sabe que los asesinos tenían estudiado el crimen y proyectaban matar al señor Miranda en el tren en que éste debía marchar desde León a Pola de Gordón (León) con el objeto de entrevistarse con un cliente suyo que residía en esta localidad.
Casualmente, el señor Miranda encontróse en León con el cliente mencionado y no tuvo que realizar este viaje, quedando así desbaratados los planes de los asesinos, que se vieron obligados a dar el golpe en el correo de Galicia.
El «Feo de Veguellina:» no es el autor material de la muerte del señor Miranda. —Detención de la tabernera de Trobajo.
De las averiguaciones realizadas resulta positivamente comprobado que el «Feo de Veguellina» no pudo ser en modo alguno el matador del señor Miranda.
La noche en que se cometió el crimen, el «Feo de Veguellina, en unión de un posadero de Camposolillo, dormía tranquilamente en una posada de Boñar, después de haber cobrado varios jornales, producto de su trabajo en las minas.
Ha sido detenida, quedando incomunicada en la cárcel de esta ciudad, Concha, «la Tabernera», de Trobajo, en cuya casa, según las manifestaciones del «Feo de Veguellina» y del «Rabia de Palencia», el procesado don Marcelino Balbuena entregó a los autores materiales del asesinato el precio del delito.
El Imparcial, 1 de octubre de 1921
EL CRIMEN DEL CORREO DE GALICIA
Exhumación de un proceso sensacional
(Información de nuestro redactor Quilez)
Ávila, 30 de septiembre
Llegada de numerosos testigos -La labor judicial.
A pesar del incomprensible silencio que las autoridades judiciales guardan respecto a la petición hecha por el juez especial D. Manuel Bernabé Vicente, pidiendo ampliación de funciones para poder constituir en Valladolid, Palencia y León, aquel no duerme en las pajas, y valiéndose de sus togas de las mencionadas provincias ha traído a numerosos testigos, entre los cuales hemos visto hoy por la mañana en las inmediaciones de la cárcel, esperando turno a ser interrogados, al pagador de la mina en donde trabajó «el Feo de Veguellina». llamado Gordiano; a los dueños de la posada de Camposolillo, al posadero de Boñar y a varios amigos de «el Feo de Veguellina», que con el estuvieron los días 26, 27 y 28 de octubre de 1918.
Esta noche son esperados los hermanos de la victima, que han de aclarar ante el juez un extremo por demás interesante para la marcha del sumario, y dos guardas jurados del distrito municipal de Prado (León) donde tiene sus minas la familia Balbuena y el encargado de un hotel de la capital de provincia.
Aparte de esto, los periodistas que aquí hacemos información del proceso tropezamos con dificultades a veces invencibles. En las veinticuatro horas últimas, la reserva de las autoridades que intervienen en la tramitación del sumario se ha hecho completa, sin que ni la astucia ni la audacia nos sirva para enterarnos de la marcha del mismo.
El juez, desde que ha regresado a Ávila, se encierra en la cárcel a las ocho de la mañana, suspende sus tareas a las tres y las reanuda, de nuevo a las cinco de la tarde, y cuando sale de la prisión han dado generalmente las diez o las once de la noche.
Quién llevó a los asesinos los billetes desde León
Terminaba ayer mi información apuntando la sospecha que tenían las autoridades de que los asesinos de D. Remigio Miranda temerosos, por ser muy conocidos de la policía, de que ésta pudiera detenerlos en la estación de León, acordaron tomar el correo de Galicia en la estación de Palanquinos.
Ahora podemos ya afirmar que este hecho es de una certeza indestructible. Se nos asegura que en poder del Juzgado especial hay datos concretísimos respecto al personaje que adquirió en la estación de León los cuatro billetes hasta Palencia que usaron en su único viaje, «el Bocarrota», «el Vilorta», Francisco «el del Berrón» y «el Rabia».
Se dice que los adquirió y los llevó a Palanquinos, en el mismo correo de Galicia, una individua de malos antecedentes, vecina de León y amante del «Bocarrota».
Aun cuando no se nos ha querido decir nombre y demás antecedentes de esta mujer, nos consta que la benemérita de dos provincias del Norte se halla sobre la pista y próxima a detener a la mencionada mujer, que de ser detenida, dará un gran impulso a la marcha del sumario.
La personalidad de "el Rabia de Palencia". - Las señas y filiación auténtica de "el Bocarrota".
A medida que transcurren los días, y valiéndonos de innumerables artimañas, van consiguiendo puntualizar la labor abrumadora que realiza el Juzgado especial.
En el sumario anterior, instruido con motivo del asesinato del Sr. Miranda, —aparece como ya dijimos— como un verdadero fantasma la persona de «el Rabia de Palencia».
Después de que éste «se fue de la lengua» ante varios presidiarios en uno de los patios del penal de Burgos, asegurando que tanto Sandalio Villar como «el Mellado» eran inocentes del crimen del correo de Galicia en el que él había tomado parte muy directa, temeroso sin duda, de las consecuencias que su ligereza pudiera traerle, al ser trasladado a Ávila quiso convencer al juez, D. Manuel Bernabé Vicente que él no era «el Rabia de Palencia» y que, por el contrario, siempre se le había conocido entre la gente del hampa por los apodos de «el Moreno» y «el Niño de Palencia». De nada ha servido esta argucia de presidiario.
Durante la mañana de ayer, por declaraciones de los penados de Burgos, de que el detenido es y ha usado, y así se le conoce entre ladrones, el apodo de «el Rabia de Palencia» y que por este mismo nombre se trata con numerosas personas en León.
Cumpliendo el ofrecimiento que ayer nos hizo el juez especial, los empleados de la cárcel de Ávila nos han facilitado la ficha dactilar del célebre «Bocarrota», creyendo todos firmemente que por este procedimiento se le ha de encontrar en alguna cárcel sufriendo arresto gubernativo o prisión preventiva.
El «Bocarrota», que además se le conoce también José Amor González, «Charo» tiene la fórmula dactilar siguiente: W-3333 = W -2222
Otra testigo interesante. — Un donativo de 500 pesetas hecho por "el Bocarrota".
Esta mañana llega a Ávila, procedente de uno de los pueblos de la provincia de Salamanca un nuevo personaje que figuró durante la tramitación del proceso anterior y cayas manifestaciones son ahora de gran interés para concretar las pruebas de la culpabilidad del famoso «Bocarrota».
Este personaje es una mujer llamada Dolores. Se ha comprobado, y ya consta en los autos y así lo ha confirmado la mujer, que encontrándose en La Bañeza se tropezó mientras almorzaba en una taberna a «Bocarrota», quien con mucho interés le preguntó por su marido, amigo suyo y antiguo compañero de correrías.
Dolores, compungida y llorosa, contó que se hallaba pendiente de un preso, en la cárcel de León, lo cual la tenia a ella en la mayor miseria.
Al oír estas manifestaciones, «Bocarrota» se condolió de la situación en que se encontraba su amigo, y echando mano a la cartera, que al decir de, Dolores estaba bien «fardada» de billetes, le entregó 500 pesetas para que pudiera ayudarle.
Dolores agradeció el obsequio y confirma que «el Bocarrota» le aseguró que estaba bien de fondos porque había realizado un buen negocio.
Esta escena sucedía precisamente el día 6 de noviembre del año 1918.
¿Serían estas pesetas que dio «Bocarrota» a Dolores parte de la cantidad que recibieron los asesinos por matar al Sr. Miranda?
La actitud de "la Tabernera". —Una rueda de presos. —Careo entre "la Tabernera", "el Feo de Veguellina" y "el Rabia de Palencia"
Como ya decía en mi información de ayer, Concha «la Tabernera de Trobajo», donde se asegura, que fue el Sr. Balbuena a dar al «Bocarrota» el precio del asesinato de su cuñado D. Remigio Miranda, apenas llegó a la cárcel de Ávila quedó detenida e incomunicada. A las cinco de la tarde fue interrogada por el juez especial.
Parece ser que «la Tabernera» aseguró rotundamente que ella no conocía a D. Marcelino Balbuena, y mucho menos que éste hubiera estado en su establecimiento, según aseguraba «el Feo».
El juez ordenó que la detenida fuera puesta ante una rueda de presos, entre los que se encontraban «el Rabia de Palencia», «el Feo de Veguellina» y D. Marcelino Balbuena. De que Concha «la Tabernera» no habla con claridad, se convenció ayer plenamente el Juzgado especial. No solamente negó «la Tabernera» que conociera a D. Marcelino Balbuena, sino que afirmó que jamás había visto en su establecimiento ni al «Rabia de Palencia» ni al "Feo de Veguellina".
¿Qué crédito puede merecer esta actitud al juez especial? ¿Es que no se ha demostrar plenamente que tanto «el Rabia» como «el Feo» han estado numerosas veces en la taberna de Trobajo?
A pesar de las afirmaciones rotundas de la Concha, ésta, continua detenida, y es muy posible que antes de las setenta y dos horas la detención se eleve a prisión y «la Tabernera» sea también procesada.
Después, D. Manuel Bernabé Vicente ordenó un careo entre Concha y «el Rabia» y «el Feo» y aunque ella siguió negando que conociera a los dos detenidos, ambos con gran energía, rebatieron sus afirmaciones, dando detalles inequívocos de la taberna, de las habitaciones interiores y de la posición de los muebles de la misma, cosa que no se atreve a negar «la Tabernera».
Esta tarde, a última hora, ante el Juzgado especial se ha presentado un escrito en el cual hace constar el ex ministro de Gracia y Justicia Sr. Amat que ha sido nombrado abogado defensor del procesado D. Marcelino Balbuena.
Por hoy cierro mí información, aunque es casi seguro que antes de cuarenta y ocho horas, una vez que las autoridades superiores concedan al juez especial de Cebreros la anhelada extensión de su jurisdicción, el proceso adquiera interés en ciertas provincias del Norte.
José QUILEZ
Diario de Burgos, 30 de octubre de 1928
Esta tarde, a las cuatro y media, en la calle de San Lorenzo, se sintió indispuesto el conocido industrial, decano de los «chauffeurs» de Burgos D. Ramón Lozano Pérez, de 63 años de edad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario