Ciencia
La ciencia es un sistema (un cuerpo, un conjunto) de conocimiento basado en la observación, experimentación y razonamiento lógico. Busca explicaciones objetivas y verificables sobre el mundo natural. Se fundamenta en el método científico, que incluye:
Observación de fenómenos.
Formulación de hipótesis.
Experimentación controlada.
Análisis de resultados.
Conclusiones revisables.
La teoría de la gravedad, la evolución por selección natural, o las leyes de la termodinámica son frutos del trabajo de los científicos.
Creencia
Una creencia es una convicción personal que puede estar basada en la fe, la tradición, la autoridad o la experiencia subjetiva. No requiere pruebas empíricas para ser válida para quien la sostiene.
Puede ser religiosa, moral, cultural o incluso pseudocientífica.
Las creencias dan sentido a nuestra existencia, actos y proyectos.
Se puede creer en Dios, en el karma, en la reencarnación, en la astrología o en la ciencia.
Coexistencia de la ciencia y la creencia
Muchos científicos son a la vez creyentes de alguna forma de espiritualidad o religión.
El conflicto puede surgir cuando una creencia contradice algo considerado por otros como una evidencia científica, como en el caso de las fricciones entre creacionistas y partidarios de la teoría darwiniana de la evolución.
La Iglesia Católica ha ido evolucionando en sus creencias, en la actualidad acepta la evolución y el Big Bang como compatibles con su fe.
Científicos como Georges Lemaître, sacerdote católico, propusieron teorías científicas (como el Big Bang).
Stephen Jay Gould, defendió la idea de los “magisterios no superpuestos”, la ciencia y la religión abordan dominios distintos: el cómo vs. el por qué.
CIENCIA Y CREENCIA: UN ANÁLISIS COMPARATIVO Y DISYUNTIVO
Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica
Presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática
1. EL CAMINO A LAS CREENCIAS
Creer es sostener una idea cuya certeza nos parece indiscutible. Las creencias son esenciales paranuestra vida cotidiana: nuestras acciones más normales serian sumamente difíciles sin ellas. No me refiero ahora, todavía, a las grandes creencias, como que el Universo tiene sentido, que Dios existe o que los pobres conquistarán el mundo. Quiero empezar por las pequeñas creencias, como que podré respirar cuando salga de casa o que mi coche arrancará cuando gire la llave del contacto. Las pequeñas creencias cotidianas son la base de vida normal; voy a trabajar porque creo que me pagarán a fin de mes y hago planes porque creo que mis acciones tendrán algún efecto sobre el mundo.
¿Cómo he llegado a mis creencias? Una razón es porque veo que hay cosas que suceden concierta regularidad. Veo que el sol aparece todas las mañanas delante de mi ventana, pasa por encima de mi cabeza y desaparece a la noche por el extremo opuesto. Nada más obvio que concluir que el sol da vueltas alrededor del sitio en el que estoy. Es de sentido común. Si mirara más lejos, como hizo Copérnico, vería que las estrellas también se mueven en el cielo y, si quisiera entender el conjunto de movimientos celestes, acabaría por llegar a la conclusión de que no es el sol, sino la tierra en la que estoy, la que se mueve. Pero ese conocimiento solo me sería accesible después de trabajar veinte años con Copérnico. Que el sol da vueltas alrededor de la tierra lo puede deducir cualquier salvaje. Para saber que es la tierra la que gira alrededor del sol hace falta mucha observación y mucha inteligencia.
2. DESDE LA CIENCIA A LA CREENCIA
Ahora todo el mundo sabe que el sol está quieto y que es la tierra la que gira. Pero ¿Cómo losabe? ¿Lo han visto? ¿Tiene el ciudadano de a pie telescopios, habilidades matemáticas y tiempo para aplicarlas? Quizá algunos astrónomos sí, pero los demás nos limitamos a creer algo que no podemos confirmar por nosotros mismos. Nuestro sentido común nos sigue diciendo lo mismo que al salvaje incivilizado, si es que queda alguno, pero, después de siglos de culturización, preferimos ignorar nuestra evidencia directa y creer lo que dice nuestra profesora de geografía. El descubrimiento científico de Copérnico se ha transformado así en una creencia. Es afortunado que esta creencia se corresponda con una verdad científica, pero el procedimiento por el que hemos llegado a ella no es distinto del que nos llevó a creer, por un tiempo, en los duendecillos del bosque.
Recapitulemos el segundo procedimiento para llegar a la creencia: Creemos una cosa porquealguien en quien tenemos confianza afirma que es cierto. El conocimiento de Copérnico no era una creencia, era el resultado de un razonamiento científico sobre sus observaciones astronómicas. Mi profesora de geografía, que no es astrónoma, es una creyente y también lo somos todos sus alumnos. Yo creo en el heliocentrismo, y si quisiera liberarme de esa creencia, tendría que repetir los estudios de Copérnico a ver si llego a la misma conclusión. Si lo hiciera, llegaría a un conocimiento científico.
Mientras tanto, me conformo con ser un creyente más. Un creyente científico si queremos, pero no un científico.
Habremos de volver sobre este punto más adelante, cuando nos planteemos la diferencia entre lacreencia heliocéntrica y la creencia en que Dios creó el mundo en siete días, por ejemplo, pero, demomento, quedémonos en la constatación de que el segundo procedimiento para llegar a una creencia es la confianza en alguien que nos dice que eso es cierto.
Galileo, mucho antes que nosotros, supo del descubrimiento heliocéntrico, se puso a comprobarloy llegó a la misma conclusión: la tierra se mueve. Copérnico, nórdico, fue sumamente discreto y vivió sus días en paz. Galileo, italiano, no pudo evitar contarlo y tuvo los problemas que ya sabemos. El geocentrismo era la creencia dominante de su época y todo el mundo sabía que quien se mueve es el sol.
Demasiado inteligente para pasar por loco, Galileo fue considerado un peligro social y obligado a creer, o por lo menos a fingir que creía, en el dogma de su tiempo. ¿Qué diferencia hay entre el tiempo de Galileo y el nuestro? Sencillamente, nuestro dogma es distinto. Ahora creemos en el heliocentrismo.
Acabo de formular el tercer procedimiento para llegar a la creencia: creemos lo que todo elmundo cree. Este es el procedimiento más fácil y sociable; no hace falta estudiar ni pensar mucho y, además, compartir un dogma da sensación de pertenencia. Uno se siente a gusto entre personas que creen lo mismo e incómodo entre aquellos que creen algo distinto. En ocasiones, la función principal de una creencia no es saber cómo son las cosas, sino mantener la cohesión de nuestro grupo social. En estos casos, cuanto más absurda y menos demostrable sea una creencia, más fuerte es el vínculo entre los creyentes y mayor su aversión hacia los no creyentes. En tiempos de Galileo, el geocentrismo era lo políticamente correcto y el heliocentrismo una herejía que hacía temblar las estructuras sociales. No voy a pensar ahora en situaciones similares en el mundo actual, lo dejo a la discreción del lector.
Inmersos en la comunicación de masas y en la deconstrucción de la autoridad, adquirimoscreencias sin darnos cuenta, no tanto porque nos convenzan o porque confiemos en quien nos lo dice, sino para evitar ser excluidos de la comunidad de creyentes. En cierta forma, hemos vuelto al primer procedimiento, sólo que ya no lo aplicamos a la observación personal de los fenómenos, sino a la percepción por ósmosis de las creencias dominantes. El conocimiento del salvaje y el de Copérnico eran auténticos, y partían de la creencia radical de que es posible saber la verdad por uno mismo. Digo que es una creencia, porque, como Copérnico demostró al salvaje, por muy segura que sea tu observación, puede que estés equivocado. Es cierto que la ciencia empieza con la observación, pero no acaba en ella: siempre suele haber algo que te faltaba por ver. Por eso, “creer en la ciencia” es una forma de negar su esencia, que es, precisamente, la “no-creencia”, llamada también la duda metódica. No es que el científico sea incrédulo, que es una forma negativa de creer, es decir, la creencia de que algo no es cierto, sino más bien a crédulo, es decir, que no se siente obligado por creencias, tradiciones, autoridades o escuelas, ni en un sentido ni en otro. La lealtad es una gran virtud en la amistad, en el amor y en el clan, pero, en ciencia, es la peor de las traiciones.
3. CREER EN LA CIENCIA
Creer en la ciencia me parece un ejercicio análogo a creer en la religión, afirmación atrevida queme ganará algún enemigo, pero que sostengo apoyándome en las diferencias psicológicas entre creyentes y científicos. Tanto la ciencia como la creencia se sustentan en la necesidad humana de saber, pero se diferencian en el grado en que sirven a otra necesidad humana, la de seguridad. La creencia da seguridad y es vital para personas que no soportan la duda, aunque sea a costa de la verdad; la ciencia sólo da valor a la verdad, sin tener para nada en cuenta la seguridad. La creencia es inmutable y no necesita demostración. La ciencia, en cambio, es, por su naturaleza, insegura, sometida siempre a un continuo proceso de contraste con otras posibilidades y de falsación por nuevas observaciones discrepantes.
Un experimento fácil de realizar para diferenciar entre un creyente y un científico es observar sureacción ante un dato o un razonamiento que parezca poner en cuestión su visión sobre algún asunto. El científico comprobará esta aportación y se mostrará agradecido si contribuye en algo alperfeccionamiento de su hipótesis. El creyente se enfadará y rechazará de plano al disidente.Recomiendo realizar este experimento con prudencia, porque la ira del creyente puede poner en peligro al experimentador.
El pensament crític a l’aula, una eina potent per combatre la pseudociència, Jordi de Manuel
El cenpoide como animal pseudocientífico creado por el profesor Pere Nieto.
Las pseudociencias ¡vaya timo!, Mario Bunge
LA FILOSOFÍA TRAS LA PSEUDOCIENCIA, Mario Bunge
Entrevista a Mario Bunge en el diario EL MUNDO
Percepciones de alumnado de ESO sobre pseudociencias e innovaciones tecnológicas, Jordi Domènech
Escala de Certeses. Eina Epistèmica per a les Ciències., Jordi Domènech
El procés d’aprendre a plantejar preguntes investigables, Neus Sanmartí Puig
Publicaciones de Neus Sanmartí Puig
En la vida, y en la Ciencia, las cosas no son 100% seguras, sino más o menos ciertas. Cuando algo es poco seguro, decimos que es incierto. En esta actividad aprenderás a conocerte a ti mismo/a: cómo piensas y cómo decides qué es muy seguro y qué es poco seguro.
El efecto Forer (también llamado falacia de validación personal o efecto Barnum, en referencia a P. T. Barnum) es un fenómeno psicológico común en el que las personas otorgan calificaciones de alta precisión a las descripciones de su personalidad que supuestamente se ajustan específicamente a ellos, pero que en realidad son vagas y lo suficientemente generales como para aplicarse a una amplia gama de personas. Este efecto puede proporcionar una explicación parcial de la aceptación generalizada de algunas creencias y prácticas paranormales, como la astrología, la adivinación, la lectura del aura y algunos tipos de tests de personalidad.
¿Realmente Neil Armstrong pisó la superficie lunar el 20 de julio de 1969?
Si preguntamos a ChatGPT razones por las que creer que el hombre llegó a la luna, nos responde esto:
Aquí tienes varias razones sólidas para creer que el hombre llegó a la Luna durante las misiones del programa Apolo, especialmente la misión Apolo 11 en 1969:
1. Evidencia fotográfica y de video
Miles de fotos y horas de video muestran a los astronautas en la superficie lunar.
Las imágenes muestran condiciones de baja gravedad y un entorno sin atmósfera que serían muy difíciles de recrear en la Tierra en 1969 con esa calidad.
2. Rocas lunares traídas a la Tierra
Se trajeron más de 380 kg de rocas lunares.
Han sido analizadas por científicos de muchos países y su composición es distinta a la de cualquier roca terrestre, con rasgos consistentes con formación en un entorno sin atmósfera.
3. Retroreflectores colocados en la Luna
Los astronautas colocaron dispositivos llamados retroreflectores que todavía se usan hoy para medir la distancia Tierra-Luna con rayos láser.
Estos dispositivos siguen funcionando, y sólo pueden haber sido colocados manualmente.
4. Seguimiento internacional
Las señales de radio de las misiones Apolo fueron seguidas no solo por la NASA, sino también por observatorios independientes y gobiernos extranjeros, incluidos países rivales como la Unión Soviética.
Si hubiera sido un engaño, la URSS (en plena Guerra Fría) lo habría denunciado.
5. Fotografías modernas de las zonas de alunizaje
Satélites como el Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) han fotografiado los sitios de alunizaje.
Se ven restos de los módulos lunares y las huellas dejadas por los astronautas.
6. Testimonios y consistencia técnica
Miles de personas trabajaron en el programa Apolo, desde ingenieros hasta técnicos.
La magnitud del esfuerzo y la documentación técnica hacen extremadamente improbable una conspiración de tal escala sin filtraciones creíbles.
7. Avances tecnológicos derivados
El programa Apolo impulsó grandes avances en informática, telecomunicaciones y materiales, muchos de los cuales se aplicaron luego en la vida cotidiana.
Si quieres, también puedo explicarte los argumentos más comunes de quienes dudan del alunizaje y por qué no resisten el escrutinio científico. ¿Te interesa?
Por supuesto, le he dicho que si, me interesa, a lo que me ha contestado
Perfecto, aquí tienes una lista con los argumentos más comunes de los que dudan del alunizaje y una explicación basada en ciencia y evidencia que los refuta:
1. “La bandera ondea, pero en la Luna no hay viento.”
Reclamo: Si no hay atmósfera, ¿por qué la bandera se mueve?
Refutación:
La bandera tenía una varilla en la parte superior para mantenerse extendida (como una L). El movimiento que se ve en los videos se debe a que los astronautas la estaban clavando en el suelo. La tela se balancea por inercia, no por viento, y luego se queda quieta. En la Luna no hay aire para frenar ese movimiento, así que se nota más.
Reclamo: En un cielo sin atmósfera deberían verse millones de estrellas.
Refutación:
Las cámaras estaban configuradas con tiempos de exposición muy cortos y apertura reducida, porque la superficie lunar es muy brillante bajo la luz solar directa. Las estrellas son muy tenues, así que no salen en esas condiciones, igual que si intentas fotografiar el cielo estrellado a pleno día.
3. “Las sombras no son paralelas, parecen de focos.”
Reclamo: Las sombras van en distintas direcciones, como si hubiera varias fuentes de luz.
Refutación:
La única fuente de luz era el Sol. Pero las sombras se ven distorsionadas por el terreno irregular, los ángulos de las cámaras y la perspectiva. Lo mismo ocurre en la Tierra si miras sombras en una superficie dispareja.
4. “¿Por qué no volvimos desde los 70?”
Reclamo: Si fuimos una vez, ¿por qué no hemos vuelto?
Refutación:
Ir a la Luna es carísimo y complejo. Una vez que EE. UU. ganó la “carrera espacial” contra la URSS, se redujo el interés político. Se centraron en la Estación Espacial Internacional y sondas automáticas.
Ahora hay nuevos planes: NASA (programa Artemis), China y otras agencias planean volver pronto.
5. “Stanley Kubrick dirigió el alunizaje falso.”
Reclamo: Fue un montaje de Hollywood dirigido por Kubrick.
Refutación:
No hay pruebas serias de esto, y las supuestas “confesiones” de Kubrick son videos manipulados o malinterpretados. Además, el nivel de detalle científico, logístico y tecnológico sería casi imposible de simular con tecnología de los 60. Irónicamente, Kubrick tuvo que crear lentes especiales de la NASA para filmar Barry Lyndon... no al revés.
6. “Todo fue grabado en un estudio.”
Reclamo: Las fotos y videos parecen un montaje en tierra.
Refutación:
Muchos de los efectos que se ven (gravedad reducida, polvo que cae sin hacer nubes, comportamiento de los objetos) no se pueden simular en la Tierra sin tecnología que ni siquiera existía entonces.
Además, miles de personas habrían tenido que mentir durante décadas, sin una sola filtración creíble.
7. “La radiación del cinturón de Van Allen mataría a los astronautas.”
Reclamo: La radiación entre la Tierra y la Luna es mortal.
Refutación:
Es cierto que los cinturones de Van Allen tienen radiación, pero los astronautas pasaron por ellos rápidamente (menos de dos horas), y estaban protegidos por el blindaje del módulo. La dosis fue mínima y no peligrosa. Está bien documentado.
¿Quieres que te prepare una tabla comparativa con todos estos mitos y sus refutaciones, o que te recomiende algún documental o recurso confiable sobre el tema?
A partir de aquí ya no le he pedido nada más.
Mis razones para creer en una u otra cosa
Esta pregunta de si ¿Realmente Neil Armstrong pisó la superficie lunar el 20 de julio de 1969?, formulada así o en términos equivalentes, es un buen ejemplo para comentar algo sobre ese dilema clásico que nos interpela esperando que elijamos entre verdad científica o idea pseudocientífica.
En mi caso, tengo una diplomatura universitaria, lo que supone que hace ya muchos años asistí a unas clases, en donde un cuerpo de profesores transmitían con su mejor o peor hacer una serie de conocimientos, algunos de ellos de marcado carácter científico. De todo aquello aproveché lo suficiente como para conseguir el título que certificaba mi paso por la escuela universitaria de magisterio.
Usando de aquello y de otras muchas cosas intentará abordar este caso sin salir muy herido intelectualmente hablando.
He sido profesionalmente un profesor, lo que me ha llevado a disfrutar a veces de explicar cosas, pero eso, profesor y no científico. He leído algo sobre el trabajo de los científicos y he intentado comprender en que consiste su aportación al conocimiento humano. He leído algún texto divulgativo sobre relatividad y he conocido al gato de Schrödinger, pero no podría decir gran cosa sobre esas teorías, pues no caben en mi mente. Aun así, puesto que entre los miembros de ese club de científicos se dan por consistentes, yo por tal las tomo, aun sin conocerlas. No tengo reparos en admitir mis vastas limitaciones.
Aun con esos hándicaps me doy cuenta que el dilema entre ciencia y pseudociencia es algo similar a lo que para los cristianos sería la Santísima Trinidad, ¿Una o trina? o las dos cosas a la vez.
Dicho de otro modo, los que debaten sobre ciencia y pseudociencia, a no ser que puedan ser considerados como científicos, están hablando de su creencia en las verdades de la ciencia, frente a las creencias de quienes las contradicen. Dilemas entre creyentes pues. En este punto podríamos concluir que puestos a creer mejor hacerlo sobre las verdades científicas. Un nutrido grupo de científicos estuvieron implicados en todo lo relacionado con la carrera espacial, en uno y otro bando, y ninguno de ellos ha hecho campaña para denunciar la falsedad de la llegada del hombre a la luna.
Por otra parte establecer los términos de ciencia y pseudociencia entiendo que resulta práctico puesto que nos evita tener que pensar, ya que desde el principio una cosa es cierta y la otra falsa, pero precisamente eso no nos ayuda a pensar. El otro dilema vendría a ser si pensar nos hace felices, que quizás no.
Yo creo que es muy probable que Neil Armstrong pisase la superficie lunar el 20 de julio de 1969, vamos lo doy por cierto, pero para ello no necesito pensar que científicamente ha de ser así, ni contrargumentar las razones por las que algunos no lo creen. Ni mucho menos necesito establecer esas dos categorías morales de ciencia y pseudociencia con los que orientar mis actos y mis pensamientos.
Por alguna razón hay quien duda de que se llegase a pisar la luna y prefiero no pensar que son malvados en ningún modo, si quizás un poquito raros, pero nada más, raros y equivocados. Tampoco pretendo convencer a nadie de nada, es muy cansado.
Por otra parte, a pesar de lo que opina ChatGPT y tantos expertos en fotografía, también creo que sería posible que todo ello fuese un montaje, las imágenes, los informes... La cuestión es que aunque posible, por muchas razones, lo veo menos probable que el hecho de que dado que existían los medios científicos y técnicos para crear los vehículos y el incentivo de llegar antes que la enemiga URSS, sumado a la inquietud de los científicos y la capacidad económica e industrial de Estados Unidos, se enviasen astronautas a hacer turismo a la luna.
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