miércoles, 4 de diciembre de 2019

Se llama igual que mi bisabuela


Y por si fuera poco es del mismo pueblo. Isabel Llorente Pascual, de 30 años, posee doble titulación en Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones (con especialidades en Sonido e Imagen) y Sistemas de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid. Desde sus años de estudiante tenía inquietudes viajeras.


Terminó su segunda carrera en Suecia donde realizó el proyecto de fin de carrera, que fue publicado y actualmente se puede comprar en Internet. Además, posee la certificación como directora de proyectos y continúa su formación con cursos para aprender nuevas habilidades de gestión, técnicas y creativas.

Su elevada cualificación profesional le llevó a tomar la decisión de salir al extranjero, «no fue fácil puesto que tenía una vida cómoda en Madrid», explica y con un trabajo a diez minutos de casa. «Me impulsaron las ganas de vivir una experiencia laboral en el extranjero y aprender nuevos idiomas. Pensé que todo eso me podría suponer una ventaja a la hora de volver a España y tener un futuro mejor», agregó.

Lleva tres años y medio en Alemania y reside en Ingolstadt, en la región de Baviera. Trabaja en el mundo de la aeronáutica, dirigiendo un grupo internacional de personas dedicado a la validación y verificación de un simulador de un avión suizo antes de la entrega al cliente. Forma parte de una plataforma de talentos. La experiencia en el extranjero no le es ajena.

Durante sus estudios universitarios consiguió una beca Erasmus para estudiar en Suecia, y también estuvo en Irlanda aprendiendo inglés. Además, ha visitado unos cuarenta y cinco países, la mayoría en estos últimos años, entre los que se encuentran Kenia, Indonesia, Nepal, Israel, Jordania e Islandia. Entre sus viajes se encuentra España. «Suelo viajar unas siete veces al año, en Semana Santa, verano, Navidad, algunos cumpleaños y otras ocasiones especiales, como la boda de mi amiga Alicia dentro de dos semanas», explicó.

En agosto pasará unos días en su casa, en Espeja de San Marcelino, para celebrar el cumpleaños de su padre, disfrutar del ambiente con los amigos que veranean allí y «sin duda de las fiestas y los pasodobles, pero sobre todo para cambiar el chip y descansar. Mi pueblo es el único sitio en el que verdaderamente consigo relajarme», subraya esta joven. Isabel Llorente reconoce que desde Alemania echa de menos a su familia y a su pueblo, pero sobre todo «disfrutar de la comida de mi madre, pasear por los alrededores haciendo fotografías con mi cámara, y en general estar allí, me hace recargar las pilas», explica.

A su llegada a Alemania se esforzó para aprender el idioma «con el fin de poderme comunicar lo más rápido posible, eso me ha permitido una adaptación más fácil a las costumbres locales, aunque siempre hay cosas que no dejan de sorprender», asegura Isabel Llorente.

Residir en Alemania le ha brindado muy buenas oportunidades laborales e indicó que las ha podido aprovechar gracias «a los valores que me ha inculcado mi familia: disfrutar con el trabajo y ser consciente de que con esfuerzo cualquier objetivo es posible».

Entre las ventajas de trabajar y residir en Alemania se encuentra que dispone de más días de vacaciones, porque las horas extras cuentan. Lo que menos le gusta de Ingolstadt son las largas temporadas de poca luz y la niebla que cubre la ciudad al estar atravesada por el Danubio.

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