La cuenca carbonífera de Ferndale agrupó nueve minas, cerca del pueblo de Ferndale, en el valle de Rhondda, en el Sur de Gales.
El pozo Ferndale Nº1 se profundizó cerca de Blaenllechau, en el distrito de Ferndale en 1857. Los siguientes cuatro pozos también estaban dentro del pueblo de Ferndale, mientras que los últimos cuatro estaban dentro de los límites del pueblo vecino de Tylorstown. Estos últimos pozos se denominaron Tylorstown Nº6 a Nº9.
El viernes 8 de noviembre de 1867, todo el distrito fue sacudido por dos explosiones consecutivas en Ferndale Nº1. Se tardó un mes en recuperar los restos de los 178 hombres y niños, con la mayoría de los cuerpos mostrando signos de quemaduras severas, y muchos tan desfigurados que se hizo imposible la identificación.
En la mañana del 27 de enero de 1896 se produjo una explosión de grisú tan potente como para hacer saltar el castillete en el pozo Nº 8 de Tylorstown. El aire viciado obstaculizó los intentos de rescate, por lo que fue bien entrado el martes cuando se llegó a la cifra final de 57 hombres y 80 ponis muertos.
El profesor Haldane llegó a Tylorstown e inmediatamente insistió en ir a ver a las víctimas antes de que fueran trasladadas, sin importar el peligro. Quedó perplejo al descubrir a cuatro hombres muertos en una galería, con una lámpara de aceite aun encendida junto a ellos. Esto resultó sorprendente, ya que las llamas requieren al menos un 18% de concentración de oxígeno para ader, mientras que los humanos pueden sobrevivir con tan solo un 10%. Claramente, no fue la explosión lo que mató a los mineros, ya que no había heridas ni marcas en ellos. Por tanto, si no fue la ausencia de oxígeno, debía ser la presencia de alguna sustancia la que produjo su muerte.
Él y un médico local realizaron autopsias a las víctimas, algo que no era un procedimiento común en aquellos tiempos, y finalmente obtuvieron una respuesta de por qué todos parecían tan rosados y saludables. De hecho, lo que descubrió el profesor Haldane fue que el tinte rosado que tradicionalmente se había explicado como hematomas o quemaduras, era de hecho hemoglobina en la sangre que se unía con monóxido de carbono en lugar de oxígeno. En efecto, los hombres se habían asfixiado, aunque no por falta de oxígeno. La conclusión fue que si bien la reacción natural era correr lejos de la zona de la explosión, lo mejor para sobrevivir era mantenerse lo más bajo posible y gatear muy lentamente para que el corazón y la frecuencia respiratoria se mantuvieran estables.
Los próximos meses los pasó Haldane en un laboratorio lleno de gas, probando los efectos del monóxido de carbono en sí mismo y en una serie de animales más pequeños. A sus hijos les dijo que miraran por las ventanas y abrieran las puertas si él o alguno de los animales se desmayaba. Llegó a la conclusión de que, si bien los ratones y los canarios eran 20 veces más susceptibles al gas que los humanos, los canarios darían a los mineros la mejor advertencia anticipada, ya que dejaban de cantar y se caían. Comenzó una tradición de 100 años de mineros que trataban a sus canarios como mascotas, les hablaban y silbaban, ya que sus canciones algún día podían salvarles la vida.
Para celebrar la eliminación de la restrictiva legislación victoriana que impedía el uso generalizado de automóviles en las carreteras británicas, se organizó la "Carrera de emancipación" de Londres a Brighton en noviembre de 1896.
Tres vehículos Panhard et Levassor, en el White Hart en Reigate el martes 17 de noviembre de 1896 cuando los participantes de la carrera se detuvieron para almorzar en su camino de regreso de Brighton.
Por aquellos años los coches en Londres estaban movidos por caballos fundamentalmente.
En la actualidad se sigue realizando esta carrera.
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