En julio de 1914 las potencias europeas se dirigían animosamente a una guerra que se inició entre Austria y Serbia. El siguiente vídeo muestra las calles de San Petersburgo en esos días. El llamamiento a la defensa del imperio, frente a la agresión alemana, desmovilizó el movimiento obrero, que había mantenido numerosas huelgas reivindicativas. Esa alegría que se puede observar es lo que se conoce como "espíritu de 1914".
Fruto de estas alegrías fueron unos 10 millones de soldados muertos y otros, entre 5 y 10 millones de civiles muertos. Las cifras reales nadie las ha llegado a conocer nunca, pero sin duda fueron muchos millones.
San Petersburgo era, y continua siendo, un gran centro industrial en el que destacaba la fábrica Kírov. El 7 de julio de 1914, 10.000 trabajadores de San Petersburgo se pusieron en huelga. Para el 10 de julio, ese número alcanzó los 135.000. Pronto los trabajadores de Bakú se unieron a la protesta. La principal exigencia de los manifestantes era la abolición de la monarquía, pero los vientos de guerra desviaron por un tiempo la atención de estos temas.
Según recogía "La Vanguardia" del 31 de julio de 1914:
"Viena, 30.—Hacia media noche de ayer comenzó de nuevo el fuego de las ametralladoras por el lado de Belgrado. Los monitores austriacos dispararon entonces contra la dudad. A la una de la madrugada, á consecuencia del bombardeo, hizo explosión un depósito de pólvora de Belgrado. Hoy, al amanecer, los serbios han intentado volar un puente, sin lograrlo. La artillería austriaca ha destruido la Aduana serbia. Poco después se ha, oído un vivo fuego de fusilería y varios edificios de Belgrado han aparecido incendiados. Durante las varias tentativas de los serbios para volar un puente, los soldados austriacos han hecho prisioneros á dieciséis serbios, que serán conducidos á Poterzardoin."
El monitor SMS Körös bombardeando Belgrado en 1914.
Mientras el zar y el káiser se intercambiaban telegramas esforzándose por alcanzar una solución, el reloj de la historia corría en dirección opuesta. En San Petersburgo, el 30 de julio los jefes militares presionaban a Nicolás II para que movilizase a las tropas, después de la cancelación de última hora de la noche anterior. El soberano ruso firmó finalmente la orden de movilización general.
Se cuenta que en la central de telégrafos cada operador estaba esperando al lado de su aparato por una copia del telegrama para enviarla a todos los confines del Imperio Ruso. Unos minutos después de las seis de la tarde todos los instrumentos comenzaron al mismo tiempo a funcionar y enviar los mensajes.
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