viernes, 13 de diciembre de 2019

El barco ballenero Essex


El ballenero Essex fue un barco relativamente pequeño para su época, construido en 1799 , ya que medía 27 metros de eslora, con un peso de 238 toneladas. Estaba equipado con tres chalupas balleneras, cada una comandada con un oficial.


La aventura arranca en la isla de Nantucket, algo más pequeña que la isla de El Hierro, que hoy tiene 10.000 habitantes, y que a principios del siglo XIX estaba habitada básicamente por balleneros. Melville la describía así: «Y en todas las épocas y océanos, declararon la guerra perpetua a la más poderosa masa animada que ha sobrevivido al Diluvio, la más monstruosa y la más montañosa; ese himalayano mastodonte de agua salada, revestido de tal portento de poder inconsciente que sus mismos pánicos han de temerse más que sus más valientes y malignos asaltos».


Su industria obligaba a visitar con frecuencia el Pacifico sur, hacia donde partió el Essex en 1819, para hundirse la mañana del 20 de noviembre de 1820, a 3.700 kilómetros de Sudamérica, tras ser atacado en dos ocasiones por un cachalote blanco de inusuales proporciones.

Ese 20 de Noviembre, aunque otras fuentes apuntan a el 19 de noviembre, el ballenero Essex transportaba una importante carga de barriles de aceite, el tiempo era calmado y los cielos estaban despejados, todo parecía estar en las mejores condiciones para continuar con su difícil trabajo.

El vigía observo a lo lejos un grupo de ballenas, por lo que lanzaron los tres botes a la mar para intentar hacer una captura, en la pelea con las ballenas uno de los tres botes dirigido por el oficial Owen Chase tuvo que regresar al ballenero Essex ya que el bote había resultado dañado.

El grumete Thomas Nickersón fue el primer en observar el gran peligro que se acercaba hacia el Essex, un cachalote de unos 28 metros de largo (Mas largo que el propio ballenero) y de unas 8 toneladas de peso se encontraba a unos 40 metros de distancia mientras azotaba ferozmente su enorme cola contra la superficie de el agua.

El gigante se encaró con el Essex, abriendo las fauces y dando coletazos “como trastornado por la rabia y la furia”. Y con inmensa cólera atacó, utilizando su enorme cráneo para reventar la gastada madera del Essex, que al momento empezó a hundirse. Ajustadas las cuentas con el mundo de los hombres, el cachalote se perdió en el horizonte sin mirar atrás.

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