Hacia 1890 el grueso del ejercito español estaba armado con el fusil Remington 71/89 calibre 11 mm, el cual estaba adaptado del original americano según la iniciativa de los señores Luis Freire y José Brull, mejorando al máximo las prestaciones balísticas para un arma de pólvora negra.
En 1888 se creó una comisión para estudiar la adopción de un fusil repetidor de pequeño calibre, analizando los diferentes modelos que ofrecía la empresa Máuser en ese momento, siendo los calibres disponibles el 6,5 mm, 7 mm, 7,65 y 8 mm. Al final fue seleccionado el 7 x 57 mm Máuser, que se conoció con el nombre de Fusil Mauser Español modelo 1893.
La fabricación se encomendó a la empresa Lund Loewe & C. de Berlín. Con posterioridad se envió a Alemania al Teniente Coronel de Artillería Fernández-Ladrera Miranda, para iniciar la fabricación de estas armas en la Fábrica de Oviedo.
Antes de recibir suficientes máuser 93 se produjo un levantamiento en Melilla que obligó al gobierno a solicitar a Loewe, con el consentimiento argentino, 10.000 fusiles y 5.000 carabinas del modelo Máuser Argentino 1891 en calibre 7,65 mm, para poder hacer frente a la situación. Una vez terminado el conflicto éstas armas serían destinadas a Cuba, siendo temporalmente un segundo calibre reglamentario.
Como decimos, en 1893 se declaró al fusil Mauser español de 7 mm reglamentario en las Fuerzas armadas y de seguridad, aunque se tardaron años en suministrarlo a todas las unidades. Algunos países más adquirieron el modelo español.
Desde 1794 a 1856 la Fábrica Nacional de Armas Portátiles ocupó el Palacio del duque del Parque, conocido actualmente como el palacio del marqués de San Feliz, situado en la plaza de Daoíz y Velarde del barrio del Fontán. En 1854 tras la confiscación del edificio del monasterio de Santa María de la Vega, fundado en el siglo XII por la orden benedictina de Fontevrault, se establecieron los primeros talleres de la Fábrica Nacional de Armas Portátiles de Oviedo. Las fábricas vascas de armamento trasladaron su producción a Oviedo a finales del siglo XVIII para suministrar material bélico al Ejército español, sin el peligro de que en caso de guerra con Francia no se pudieran producir armas y municiones. En 1856 se produjo la centralización de los talleres en el monasterio de La Vega.
Hasta ese momento los maestros armeros, siguiendo un sistema de trabajo gremial, construían las piezas en sus casas o en pequeños talleres. Las piezas se entregaban a la casa-fábrica situada en el citado palacio. Pero pronto este sistema de producción quedó anticuado al no poder hacer frente a la demanda industrial, por lo que surge la idea de trasladar la fábrica a un lugar que reuniera a todos los implicados en la fabricación de armas. En 1857 una nueva y modernizada factoría, instalada en terrenos de La Vega, comienza a producir armamento.
En 1857 se abre una moderna factoría dirigida por Elorza, que ya posee talleres de armería y maquinaria impulsada por vapor y da empleo a 700 armeros y 250 obreros auxiliares. La Fábrica de Armas de Oviedo produce modelos como las carabinas del 57, fusiles del 59 y, a partir de 1870, los Remington. En 1871 la demanda ocasionada por la Guerra Carlista hace elevar el número de trabajadores hasta los 1.000 obreros, alcanzando la producción de 30.000 fusiles y tercerolas.
Antes de concluir el siglo XIX se diversifica la producción con modelos como el fusil Winchester para la Guardia Civil o el Máuser, arma reglamentaria del ejército. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX se le irían agregando a la fábrica un almacén de madera, un economato y una cooperativa, viviendas para los encargados, una biblioteca, un museo y una escuela de enseñanza básica. Asociada a la fábrica se creó una Escuela de Aprendices, encargada de formar obreros cualificados.
Durante la primera mitad del siglo XX la factoría de La Vega fabrica ametralladoras Hotchiss desde 1931, el fusil ametrallador FAO desde 1941 y la ametralladora antiaérea Alfa desde 1953. A partir de 1958 comienza a producirse a gran escala el fusil de asalto CETME, arma reglamentaria del ejército español. En 1960 la fábrica se incorpora a la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares S. A., dependiente del INI. En esta etapa se encarga de la fabricación del fusil auxiliar M-8 desde 1968, de la ametralladora MG Rheinmetall y los misiles Roland y Hot, entre otros. Desde el año 1990 se inicia la producción de componentes aeronaúticos, manteniendo acuerdos de colaboración industrial con Rolls-Royce y Mc. Donnell-Douglas y colaborando en proyectos como el avión europeo de combate o el vehículo ligero blindado Pizarro.