lunes, 22 de octubre de 2012

El telekino

Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) fue un ingeniero de caminos, matemático e inventor español que dedicó gran parte de su vida a la invención en los campos de la aeroestática, las máquinas de cálculo o los transportes colgantes como los funiculares. En su lista de logros podemos encontrar la primera patente que se conoce de un puntero luminoso (El puntero proyectable, patente 116770), el Spanish Aerocar, un transbordador suspendido que cruza las cataratas del Niágara y que sigue funcionando desde que se construyó en 1913, El Ajedrecista (1912), una máquina que jugaba al ajedrez contra jugadores humanos de manera autónoma y el Telekino, un control remoto por radiofrecuencia.

Según la patente, el Telekino se definía como: "Consiste en un sistema telegráfico, con o sin cables, cuyo receptor fija la posición de un interruptor que maneja un servomotor que acciona algún tipo de mecanismo."

El Telekino utilizaba una codificación digital, tomando como base el funcionamiento del telégrafo, las órdenes se transmitían como un conjunto de símbolos binarios. Tres impulsos sigue recto, siete impulsos 10 grados a estribor, ocho impulsos 20 grados a estribor. Con estas órdenes se mueven la hélice y el timón del barco conectados al Telekino. Torres Quevedo lo creó para controlar dirigibles sin que nadie corriera peligro en las pruebas, pero ensayó su mando a distancia con una barca en la Casa de Campo de Madrid.

Se fabricó un prototipo para aplicarlo al control remoto de pequeños botes en la costa de Bilbao, donde realizó varios experimentos entre 1904 y 1905. El 6 de septiembre de 1906 realizó una demostración, ante una multitud de gente, entre la que se encontraba el rey Alfonso XIII, donde maniobró a distancia un bote en el puerto de Bilbao. Tras el éxito de la demostración, Torres Quevedo intentó aplicar el Telekino al mundo militar, concretamente, para el control de proyectiles y torpedos, pero la falta de financiación le hizo abandonar el proyecto y el Telekino cayó en el olvido.

Algunos de sus inventos se conservan en un Museo de Madrid.

domingo, 21 de octubre de 2012

La Fábrica de Armas de Toledo

El siguiente texto se ha extraído del delicioso libro "La biblioteca de las maravillas", Arturo Mangin, Traducción de Manuel Aranda y Sanjuan, Trilla y Serra, Editores, Barcelona, (Hacia 1875), Calle Baja de San Pedro, Núm. 17.

Parece que los toledanos se manifiestan siempre muy celosos de la reputación de su ciudad, reputación que según ellos dicen se remonta a la más lejana antigüedad. Ya se sabe cuán apreciadas eran hace algunos siglos esas buenas hojas toledanas, que la escuela romántica ha vuelto a poner de moda en los dramas de boulevard. Dícese que la corporación de los armeros de Toledo adquirió gran importancia y fue dotada de privilegios excepcionales después de la expulsión de los moros de España. No todo el que quería formaba, parte de ella; era un honor insigne que solo se obtenía después de haber pasado por rigurosas pruebas y de haber justificado, no tan solo una habilidad extraordinaria, sino también una probidad irreprochable. Esta corporación ha contado en su seno con eminentes artesanos, casi podría decirse con artistas eminentes, cuyos nombres se ven grabados en algunas armas preciosas conservadas hasta nuestros días por los anticuarios. Tales fueron Juan Martínez, Antonio Ruiz, Dionisio Corrientes, etc.

Pero cada cosa tiene su época, y la industria favorita de los toledanos empezó a decaer sensiblemente después que la invención de la pólvora produjo en el arte de matar al prójimo la revolución que se conoce. Casi agonizaba en 1760, cuando Carlos III la reanimo, hasta donde era posible hacerlo, acogiéndola bajo su protección inmediata. Este monarca hizo construir a expensas del Estado, en la cima de una roca escarpada que domina la ciudad, un vasto establecimiento que debía causar la admiración de los extranjeros; mas hubo de conocer en breve que aquella posición era tan incómoda como pintoresca, y edificó otra fábrica a las puertas de Toledo, a la orilla misma del Tajo, cuyas aguas, que según dicen son incomparables para el temple, sirven al mismo tiempo para poner en movimiento las muelas en que se bruñen y pulen las armas. Esta fábrica existe todavía: comprende muchos talleres, destinado cada cual a un objeto especial: hay taller de hojas, de guardas, de vainas, etc. Las forjas son ocho con dos fraguas cada una.

Para hacer una hoja, los obreros cogen dos lingotes de acero, cuya longitud varia de cuatro a cinco centímetros, según la que deba tener la espada. Entre estos dos lingotes adaptan un pedazo de herradura vieja forjada por los herradores toledanos. Según parece, estas herraduras son notables por su homogeneidad y maleabilidad, que sin duda se deben al prolongado martilleo que han sufrido en el yunque del herrador. La pieza así compuesta se calienta, no con coque o con hulla, ni tampoco con carbón de leña común, sino con carbón de brezo, preparado a este efecto. Cuando se pone a la temperatura ordinaria, entre el rojo cereza y el rojo vivo, se retira del fuego, y se le da la forma. apetecida, machacándola largo tiempo con el martil1o. En seguida pasa a uno de los talleres de temple. Hay dos de estos con dos fraguas y dos depósitos llenos del agua blonda del Tajo; caliéntanse allí las piezas con el mismo carbón que en la forja, se lavan con jabón, se calientan de nuevo, se sumergen ceremoniosamente en la onda sagrada, y por último pasan otra vez al fuego, donde se suaviza la aspereza que pueda tener aun el temple. A este sucede el pulimento. El rio hace girar doce muelas de creta roja, distribuidas en dos talleres. Las hojas reciben en estas muelas su forma definitiva, su punta y su corte; pero antes de pulirlas, hay que probarlas, lo cual se verifica en un taller especial.

Las pruebas son tres: la primera consiste en poner la hoja de plano en una especie de yunque, y hacer fuerza con las dos manos en ambos extremos. La segunda se llama prueba de la lengua de león: un operario, cogiendo la hoja por el mango, apoya su punta en la lengua pendiente de una cabeza de león de plomo empotrada en la pared, doblando la hoja de modo que forme una curva algo más cerrada que un semicírculo: si después de esta prueba así como de la del yunque, no se ha roto, debe enderezarse perfectamente por sí misma. Por fin, la tercera prueba se hace descargando tajos sobre un pedazo de hierro dulce que la hoja debe señalar sin mellarse ni perder el filo.

Las hojas que salen victoriosas de estas pruebas decisivas se bruñen en muelas de madera untadas de greda, y luego pasan a manos del grabador, que las adorna con dibujos y estampa en ellas la marca de la fábrica real. Finalmente, se les pone ia empuñadura, la guarda y la vaina, y se envían a los parques del Estado, el cual se reserva celosamente su uso y monopolio.

Además de los sables y espadas destinados al ejército español, se fabrican en Toledo dagas, cuchillos de caza, hierros de lanza y floretes. Una parte de estos productos se exporta, y la fabricación, ciñéndose a la demanda, es bastante desigual; sin embargo, por cálculo aproximado créese que asciende a siete mil u ocho mil piezas anuales por término medio.

Este producto es muy poca cosa comparado con el de los grandes centros de esa industria que Toledo se ha dejado usurpar. Solingen en Prusia, Lieja en Bélgica, Saint-Etienne, Chatelherault y Paris en Francia, suministran ahora al mundo entero casi todas las armas blancas de guerra y de lujo. Francia no tiene rival en cuestión de armas de fuego, si bien en Lieja y en Birmingham se fabrican muchas y muy buenas (Con respecto a bondad, pueden sostener dignamente la competencia las fábricas de armas vascongadas y en especial las de Eybar, como en la misma Francia es bien notorio.). Por lo demás, en esta industria se han llegado a obtener resultados verdaderamente asombrosos, que demuestran con cuanta facilidad, cariño y complacencia aplica el hombre sus facultades a inventar, perfeccionar y engalanar los medios de destrucción.

(Como en los párrafos que el autor dedica a tratar de este célebre establecimiento ha incurrido en algunas inexactitudes que debemos corregir, y como por otra parte, la circunstancia de referirse a una industria española merece que consagremos a su descripción algunos párrafos mas, hemos procurado reunir los datos necesarios para que nuestros lectores puedan formarse una ligera idea de la mencionada fábrica, seguros de que leerán con gusto las curiosas noticias que incluimos en este capítulo adicional y que debemos a la galantería de una persona muy competente en el asunto. )

Fue Toledo desde muy antiguo un centro notabilísimo donde se fabricaban las mejores espadas, debido especialmente a la importancia militar de esta histórica ciudad, corte de reyes tan guerreros como los godos, árabes y castellanos. La fama de las armas de Toledo fue creciendo de tal modo, que las guerras de Flandes y los Países Bajos las acreditaron hasta el punto de que llegaron a rivalizar con ventaja con los mejores productos milaneses y damasquinos. En el siglo XVI tomó a su cargo el Ayuntamiento de la ciudad el gremio de espaderos, hasta que el Gobierno llevado del deseo de mantener esta industria a la altura de la fama alcanzada, y viendo que sin su auxilio pudiera desaparecer atendida su creciente decadencia, determinó reunir los diferentes talleres en la casa llamada de Correos constituyendo con ellos una fabrica bajo su inmediata dependencia. De 1777 data la época en que el cuerpo de Artillería se puso al frente de esta industria, empezando desde luego por fomentar los trabajos y metodizar la fabricación, probar diferentes aceros y fijar el sistema de prueba de las espadas.

Dispuesto por Carlos III que se construyese una fábrica de planta, comisionó al efecto a su arquitecto, el general Sabatini, quien estudió el proyecto y lo llevó a cabo inaugurándose los trabajos en el nuevo edificio en 1780. Después de repetidas pruebas con aceros de San Ildefonso, Mondragón y otros de Vizcaya, así como con los procedentes de Alemania y de Milán, se determinó por Real orden de 22 de junio de 1786 la definitiva adopción del elaborado en Vergara por Zábalo, quien durante largo tiempo estuvo sirviendo a la fábrica de este metal para la construcción de las armas blancas que exigían las necesidades de nuestro ejército de España y Américas, y aun de los particulares a quienes se vendían, conforme se determinó por Real orden de 19 de abril de 1788.

La invasión francesa de 1808 fue un motivo de profunda perturbación para esta fábrica, como era natural sucediera con todos nuestros establecimientos; la mayoría de los operarios, llevados de su espíritu de independencia patria, abandonaron las labores, acudiendo al llamamiento que desde Cádiz se les hizo para establecer una fábrica de armas destinada a los ejércitos españoles, no regresando a la de Toledo hasta el año 1818 en que se ordenó su incorporación. La guerra civil posteriormente produjo un gran desarrollo en los trabajos, si bien estos sufrieron notablemente en algunos periodos por falta de recursos, tropezándose de continuo con la dificultad de servirse de los aceros necesarios, y siendo preciso muchas veces utilizarse en su reemplazo de las limas inútiles que remitían los establecimientos.

En el año de 1838 recibieron los trabajos un nuevo impulso, dirigido a la construcción de toda clase de guarniciones y montura de las armas más acabadas y perfectas, y con tal objeto se fueron estableciendo y perfeccionando los procedimientos del grabado, dorado y esmaltado, instalándose en 1855 el taller de cincelado y escuela de aprendices para los trabajos de adorno que tan buenos resultados produce. Si bien el caudal de agua que es susceptible de suministrar el rio Tajo para el trabajo de las máquinas excede en mucho a las mayores necesidades que puedan ocurrir, en cambio la situación de la fabrica y la disposición y dimensiones del canal de abastecimiento no son las más convenientes, como tampoco lo es la instalación de los motores hidráulicos para proporcionar en todas estaciones el agua necesaria, y aunque se ha tratado de corregir estos defectos arreglando las ruedas para conseguir el mayor efecto útil de que eran capaces, y adquirido la fabrica los molinos de Azumel en 1844 para que no faltase agua en las épocas de descenso del nivel del rio, siempre quedó en pié el defecto de que adolecen estas obras desde la fundación, habiendo sido preciso recurrir para aminorarlo a la instalación de una máquina de vapor de la fuerza de 12 caballos en 1869 cuando aumentaron los trabajos de la fábrica, cuye máquina trebejó en combinación con los motores hidráulicos los días de verano en que por la escasez de agua se hace necesario. Este medio proporcionaba la ventaja de evitar obras costosísimas y la de que pudiera trabajar la fábrica aun en las grandes crecidas del Tajo en que los motores hidráulicos funcionan con dificultad o es imposible su auxilio per la igualación de niveles.

La fábrica de Toledo se viene conservando como una gloria nacional, salvándola de la ruina que han sufrido otras manufacturas, que en época lejana eran admiradas por todos, y de muchas de las cuales solo queda el recuerdo. No es extraño, pues, que bajo tan patriótico principio la fabricación de espadas haya llegado hasta nuestros días sin perder nada de su justa fama, antes al contrario , aprovechando cuantos adelantos ha sido posible de las diferentes artes auxiliares que enriquecen semejante industria , como lo prueban los grandes premios de medalla de oro y gran diploma de honor alcanzados en la reciente exposición de Paris de 1878. Eu el año de 1870 se instalaron los talleres necesarios para le fabricación de cartuchos metálicos que no es del caso enumerar. De las dos fabricaciones que estuvieron en acción hasta la terminación de la última guerra civil en 1876, en la actualidad solo ha quedado la de armas blancas, y esta se encuentre reducida a su grado mínimo de producción, componiéndose de los talleres de forja, desbaste, acicalado, grabado, cincelado y montura.

El de forja dispone de un local cómodo y espacioso de nueva planta, donde hay construidas 18 fraguas con todos los adelantos modernos, consistiendo los principales de estos en estar todas ellas alimentadas per un solo ventilador sin ruido, único en la actualidad en España; tener las pilas y toveras de hierro colado, con agua corriente que les preserva de su deterioro y les mantiene siempre a la misma temperatura; las pilas de templar inmediatas, con surtidores que se procure se conserven siempre a igual temperatura, dando, por mucho que sea el descuido del operario, un producto especial y uniforme (siendo une vulgaridad el suponer que el temple de les hojas consiste en las aguas, puesto que está demostrado repetidas veces que los mismos operarios las han forjado iguales en Madrid, Sevilla, etc., y aun en el extranjero); la especialidad consiste en la bondad de los materiales empleados, que son aceros de Alemania y hierros de Trubia muy fibrosos combinados con el método de fabricación y la mucha práctica de los forjadores que llevan 20 ó 30 años haciendo lo mismo.

La materialidad de la operación se reduce a unir los dos trozos de acero, llamados tejas, con el de hierro, denominado alma, que varían en sus pesos y dimensiones según el modelo que se trate de hacer, colocando el alma en el centro y las tejas en los costados; en seguida se da a las tres partes reunidas una calda en uno de sus extremos, y por caldas sucesivas se va formando cuerpo de estos tres componentes, y dándoles al mismo tiempo la forma y dimensiones que han de tener, templándoles después como otro objeto cualquiera de acero a toda agua, y reviniéndolos en seguida para que adquieran le flexibilidad apetecida.

Estas son les operaciones que se ejecutan en este taller cuyo conjunto causa sorpresa a las personas inteligentes que le visitan, según repiten con frecuencia en particular los extranjeros. El taller de desbaste montado para terminar lo que produce el anterior, lo mismo que los restantes, tiene 18 muelas ó piedras de gres-rojo provistas cada una de ellas de los tragantes propios para recibir y conducir fuera del taller el polvillo insano que se produce al tiempo de tornearlas, alimentadas durante el trabajo habitual de un hilo de agua fría en verano y caliente en invierno, que también se conduce fuera, el cual proporciona la doble ventaja de no molestar al obrero sin una razón que le convenza, y la de no alterar el temple de las hojas. El de acicalado, construido en armonía con los anteriores, dispone de 18 repasadoras, contándose entre ellas, las de nogal, las revestidas de piel de búfalo y las de dar carbón ; también tiene montadas dos piedras circulares de Arkansas, que sientan mejor los filos y preparan la superficie de las armas con ventaja, para las operaciones siguientes.

Los talleres de adorno comprendidos en este nombre son los que tienen la denominación de grabado, esmaltado, cincelado, y adamasquinado, los cuales se hallan establecidos a fuerza de constancia y laboriosidad, merced a lo cual continúan compitiendo con los mejores de su género. El de grabado tiene ocupados 20 operarios en el adorno de toda clase de hojas y objetos que se piden, efectuándolo con cera y a la grasilla, continuando los mismos en las demás operaciones del dorado, plateado y esmaltado ó combinación de color, hasta su completa terminación. La base de este trabajo es el dibujo que conocen perfectamente, tanto el de adorno, como el de figura, gótico, árabe, y del Renacimiento, sabiéndose inspirar para evitar la monotonía. de la igualdad, en los muchos magníficos y variados edificios que conserva aún la imperial ciudad de Toledo, donde se mantiene integra la pureza de estos órdenes.

De los dos talleres de cincelado y adamasquinado se ha formado uno, atendida la escasez de personal con que se cuenta, y con lo reducido de las consignaciones, perteneciendo 9 al primero y 3 al segundo, y dedicándose respectivamente a la ejecución de los trabajos propios de la profesión, y que se reduce a esculpir sobre la superficie tersa de las hojas en el primer tercio los dibujos que se les designan, valiéndose del buril y el martillo; y los adamasquinadores a sentar sobre análogas superficies los hilos de oro y plata marcando las grecas ó adornos que se elijan de antemano.

El de montura responde por lo pronto a las necesidades actuales, pero es donde se nota más la falta de maquinas que reemplacen la parte odiosa y fuerte del trabajo a mano, por el delicado, costoso é inteligente del operario. Los operarios de todos los talleres se forman por lo regular en los suyos respectivos y desde niños reciben las lecciones de sus maestros, hasta adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar cumplidamente su oficio. El detallar todas las operaciones que experimenta un sable ó espada sería objeto de un volumen, ó por lo menos de muchas páginas, por lo cual nos concretaremos a los ya indicados. Las hojas sufren fuertes pruebas después de templadas y desbastadas, así como también las armas una vez concluidas, constituyendo todas ellas un programa de reconocimiento superior a ninguna otra fábrica de Europa ni de América.

Para juzgar de la bondad de una hoja, se hacen con ella las pruebas siguientes:

1.º La llamada de muletilla, que consiste en forzar la hoja sobre una almohadilla fija en un pie derecho , doblándola por partes desde la espiga hasta la punta.

2.º De la C, que se reduce a coger la hoja por la espiga, con la mano derecha y apoyar la punta en una plancha de plomo fija en el suelo, y obligar a la hoja a que forme una curva tan próxima al semicírculo cuanto la permitan los diferentes espesores de sus partes.

3.º La de la S, que se verifica teniendo la hoja apoyada por su punta en una plancha de plomo fija en la pared y apoyando el antebrazo izquierdo sobre el primer tercio de la hoja forzándole, como en la prueba anterior, y obligándola a formar dos arcos de curvatura contraria., que son los que por su figura dan nombre a la prueba, que demuestra esencialmente la igualdad del temple.

4.º La del casco; es de las más violentas y consiste en dar de corte y a buen aire tres fuertes cuchilladas sobre un casco de hierro templado y fijo sobre una almohadilla situada sobre una mesa, proporcionado el conjunto para que al dar el corte quede la hoja horizontal.

El numero de armas que se han construido el año anterior han sido 2.000 sables de infantería modelo de 1818: 500 de caballería modelo prusiano de 1860; 400 espadas de sargento , de la Guardia Civil ; 50 espadas de Guardias de la escolta real ; 50 sables para sargentos de Carabineros, armas para la exposición de Paris, de modelos diferentes, y finalmente a particulares por valor aproximado de 80.000 pesetas, pero puede cómodamente triplicarse la fabricación, y con algunas mejoras centuplicarse, bastando por si sola a suministrar todas las armas blancas que se puedan necesitar en el continente.

Recorte de aluminio

Hace unos días me encontré sobre la acera un disco de aluminio de 30 mm de diámetro y dos de grueso. Se trata de un recorte de una pieza cortada con laser. Dado que el laser se refleja en la superficie brillante del aluminio, la máquina de corte comienza en un punto interior del disco, en donde se puede apreciar una gran erosión superficial. Una vez atravesado el metal el corte continua hacia la circunferencia, dejando una superficie , prácticamente limpia.

En el lateral de la pieza se pueden ver las pequeñas irregularidades producidas por el corte laser.

Aquí se puede ver la entrada del rayo laser en el disco a desechar.

Antes de atravesar el metal, el laser proyecta fuera del punto de incidencia una gran cantidad de alumino fundido.

Una vez acabado el corte se cierra el laser.

sábado, 20 de octubre de 2012

lunes, 15 de octubre de 2012

Cayendo a 1.173 kilómetros por hora

El austríaco Felix Baumgartner, de 43 años, batió ayer, al tercer intento, tres de los cuatro récords a los que aspiraba. Se convirtió así en el primer ser humano que consigue romper la barrera del sonido al lanzarse desde la estratosfera, a una altura de 39.068 metros en caída libre. Lo hizo después de una ascensión de dos horas y treinta y seis minutos sobre el desierto de Roswell (Estados Unidos) en un globo de helio que transportó la nave en la que viajaba.

Baumgartner logró controlar el descenso de forma estable, ya que uno de los peligros era que comenzase a girar fuera de control, lo que provocaría la pérdida de la consciencia o un derrame cerebral. El piloto austriaco superó tres de sus cuatro retos al alcanzar una altura inédita, la caída libre más alta y superar la barrera del sonido, aunque por solo unos segundos no consiguió batir la marca del descenso de mayor duración. En poco más de quince minutos Baumgartner tomó tierra con el paracaídas que desplegó pasados cuatro minutos y 20 segundos desde que se abrió la escotilla de la nave, por lo que no ha podido romper el récord anterior, de cuatro minutos y 36 segundos, no sin antes asegurarse de que era el primero en superar la barrera del sonido (45 segundos después de saltar al vacío), al alcanzar una velocidad de 1.173 kilómetros por hora (373 metros por segundo ó Mach 1,24),en su caída desde la estratosfera.

Baumgartner superó el récord de su antecesor, el coronel del ejército americano Joe Kittinger, que hace 52 años se lanzó desde un globo a 31.333 metros de altura. Kittinger, que ahora tiene 82 años, apoyó ayer a Baumgartner en su ascenso a la estratosfera desde la sala de control con la que el austríaco permaneció en contacto durante todo el viaje.

El mayor problema al que se ha enfrentado es la baja presión del aire que tuvo que soportar. Para ello, contó con un traje presurizado dotado de oxígeno. Baumgartner comió como último alimento antes del vuelo un menú bajo en fibras, ya que debía evitar cualquier alimento que pudiese liberar gases en su cuerpo. Las condiciones extremas de baja presión en las que se movió habrían podido provocar que ese gas se dilatara, causando lesiones internas.

Este era el segundo intento del equipo Red Bull Stratos, después de que la semana pasada las condiciones climáticas impidieran concretar la hazaña.

domingo, 14 de octubre de 2012

Los cuchillos cerámicos de Kyocera

Los cuchillos de cerámica que fabrica la empresa japonesa Kyocera tienen hojas que conservan el filo de fabrica hasta 10 veces más tiempo que los cuchillos de acero inoxidable. Esto se debe al material con el que están hechos, el oxido de Zirconio. Esta cerámica moderna es casi tan dura como el diamante y hace que el filo de los cuchillos sea duradero. Los Cuchillos de cerámica nunca se oxidan, ni reaccionan con la comida, por lo que tienen una garantía de 5 años.

Máquinas de medición por coordenadas

Una máquina de medición por coordenadas (CMM) es un instrumento de medición directa que utiliza un palpador con el que se puede ir tocando el objeto y enviando coordenadas a un ordenador. El puntero puede ir unido al sistema de registro de coordenadas mediante un brazo físico o puede ser seguido el contorno de la pieza por un sistema óptico basado en láser.

La primera máquina de este tipo fue construida en los años 60 por la empresa italiana DEA.

El Canal de Panamá

El Canal de Panamá es una vía de navegación interoceánica entre el mar Caribe y el océano Pacífico que atraviesa el istmo de Panamá en su punto más estrecho.

Desde que fue inaugurado el 15 de agosto de 1914, ha permitido acortar tiempo y distancia de viaje, dinamizando el intercambio comercial y económico. Estados Unidos y China son los principales usuarios del Canal. Antes de su apertura el paso natural utilizado era el Estrecho de Magallanes en el extremo sur del continente, en Argentina y Chile.

Mina de talco de San Andrés

La mina de esteatita (Talco) de San Andrés se encuentra situada en el Valle de la Respina en Puebla de Lillo (León) y desde principios de 2010 se encuentra parada. La empresa que la explotaba era la Luzenac-SET Rio Tinto. La compañía Sociedad Española del Talco fue en su día, comprada por la francesa Luzenac, que posteriormente pasó a Río Tinto. Esta mina a cielo abierto produjo en el año 2006 69.857 toneladas, en 2007 65.022, en 2008 46.639 y en 2009 37.152. Las labores se desarrollaron en una corta de 600 metros de longitud, 200 metros de anchura y 100 metros de profundidad.

Diamantes sintéticos

Los diamantes sintéticos no son imitaciones como el Cubic zirconia o la Moisanita. Se trata de diamantes similares a los ninerales, pero fabricados en un laboratorio. Están hechos del mismo material que los que produce la naturaleza, tienen la misma dureza y brillo que los sacados de las minas. Tienen, por tanto, las mismas propiedades fisicas y opticas pero a un precio muy inferior. Hace mas de 50 años que se inició el desarrollo y la produccion de diamantes sintéticos, aunque en un principio no eran economicamente viables para ser sacados al mercado. En la actualidad los nuevos metodos pueden producir diamantes para su uso en joyeria a una fraccion del coste de una gema proveniente de una mina.

En la actualidad se usan, principalmente, dos metodos para la fabricación de diamantes, el HPHT y el CVD. El sistema HPHT utiliza grafito como materia prima, que es sometido en una máquina adecuada a altas temperaturas y presiones, para hacer crecer una semilla de diamante, imitando la manera en que la naturaleza produce diamantes. El proceso desarrollado por Gemesis requiere de alrededor de 100 horas para desarrollar un diamante.

El método CVD consiste en lograr un plasma de carbón que se deposita sobre una superficie metálica, haciendo crecer cristales de diamante. Se consiguen crecimientos de medio milimetro al dia, hasta conseguir varios centímetros.

La compañía Gemesis durante mucho tiempo estuvo especializada en la producción de diamantes amarillos, debido a la influencia en el color del nitrógeno del aire, que queda en el diamante como impureza. En 2008 la compañía Gemesis comenzó a producir diamantes de color rosa y azules en 2009. En el 2003 Gemesis comenzó con tres docenas de sus grandes "ollas a presión", ahora disponen de cientos. Una máquina de estas produce un diamante de tres quilates cada cuatro días y lo puede vender a un tercio de lo que cuestan los diamentes naturales.

sábado, 13 de octubre de 2012

Grandes modelos de radiocontrol

Parece mentira las dimensiones que llegan a tener algunos modelos de radiocontrol, tanto aviones, como helicópteros y tanques.

Historias de patentes

La empresa automovilística SEAT registró 69 nuevas patentes durante el año 2006, lo que supuso un incremento del 57% en comparación con el año precedente. La firma llevó a cabo también un total de 35 registros de invenciones técnicas, lo que supone un aumento del 40% frente a las cifras obtenidas en 2005.

Hoy en día intentar patentar un motor de combustión con inyección directa y turbo es tan ridículo como intentar patentar la rueda. En cambio, la gran diferencia entre los motores buenos y los menos buenos viene dada por los sistemas de diseño asistido por ordenador de las cámaras de combustión e inyectores, y los sistemas de control electrónico que determinan el punto de inyección y la cantidad de la misma. Es por ello que Ford ha aplicado 125 patentes durante el desarrollo de su EcoBoost 3,5 litros relacionadas con estos dos aspectos, y que además podrán ser de aplicación directa a otras versiones de esta nueva línea de motores de gasolina de inyección directa, en sus derivados de cuatro cilindros. Proteger las ideas es garantizarse la competitividad.

Ford Motor Company utiliza 4.618 patentes activas. Entre los sistemas patentados se incluye el SYNC® desarrollado por Ford Motor Company y Microsoft. SYNC® se incorpora a la mayoría de los dispositivos que tienen Bluetooth y los reproductores del vehículo. El sistema de iluminación interna MyColor® permite que los conductores escojan los colores de la iluminación interior para reflejar su estado de animo. El sistema de sonido THX® II proporciona un sonido 5.1 para películas en DVD y audio. El sistema de información del punto ciego con alerta de tráfico, utiliza dos radares para detectar objetos cuando se acerca un vehículo mientras se retrocede. El sistema de cámara de retroceso se activa cuando el vehiculo se mueve hacia atrás.

El Control Adaptativo de Crucero permite regular la velocidad del vehículo y mantener ésta sin usar el pedal del acelerador. El sistema de radar también puede monitorear la distancia con el vehículo de enfrente y ajustar la velocidad para mantener una distancia prudente incluso en climas peligrosos con niebla o lluvia pesada. Los faros delanteros adaptativos con luces de alta intensidad (HID) que mejoran la visibilidad nocturna y iluminan más de la carretera mientras reducen el resplandor de los otro vehículos. Los sensores monitorean la velocidad del vehiculo y la dirección, activando los motores eléctricos que mueven el faro delantero izquierdo hasta 5 grados y el faro derecho hasta 15 grados para incrementar la visibilidad. El sistema Easy Fuel® es una tecnología que proporciona al conductor una experiencia sin complicaciones y sin olores con un tapón más consistente que un tapón de gasolina convencional.

El camino que llevó al desarrollo del Ford Fusion Hybrid y sus 5 litros de consumo de combustible, que lo convierten en el sedán no recargable con más eficiencia de consumo en Estados Unidos, nos lleva hasta las casi 500 patentes que Ford tiene para su tecnología híbrida. Con estas tecnologías también se desarrolló el nuevo Ford Fusion Energi, que saldrá en el otoño y se espera que supere la eficiencia del Toyota Prius plug-in híbrido. Un ejemplo es la patente que cubre el sistema que proporciona la información sobre la eficiencia del motor. En el año 2000 Ford tenía solo 10 patentes dentro de la tecnología híbrida. Para 2002, Ford tenía ya unas 30 patentes.

En 2011 la empresa BMW presentó en Alemania una nueva patente para un turbo eléctrico, para la nueva generación del M3.

La guerra de las patentes no es exclusiva de los smartphones, el mundo del motor también se ve salpicado por este tipo de denuncias sobre novedades tecnológicas como bien nos muestra LG Electronics. Hace un año, la firma surcoreana pidió que BMW y Audi dejasen de vender sus vehículos en el país asiático debido a una violación de patente de Osram, firma que proporciona la tecnología de iluminación a las marcas alemanas. LG Electronics y LG Innotek tienen registrados varios modelos de luces LEDs. Así de esas patentes sobre este tipo de tecnología la firma surcoreana señaló que Osram ha plagiado siete, lo que ha desembocado en esta lucha por los derechos de patentes y de los beneficios que proporcionan. La lucha entre LG y Siemens, que es la matriz de Osram, no quedó aquí. La empresa alemana denunció a la coreana en Estados Unidos y en Alemania por la patente de los LEDs.

Apple ganó el pasado mes de agosto a Samsung un juicio por patentes en EEUU. En uno de los juicios más importantes en el que ambas compañías se han visto las caras dentro de su guerra particular por todo el mundo, el jurado determinó que la surcoreana había infringido seis patentes de Apple por lo que tendrá que pagar 1.050 millones de dólares (unos 841 millones de euros) a la compañía estadounidense por daños y perjuicios. Pero, ¿qué ha infringido exactamente la gama Galaxy de Samsung? Las seis patentes que Samsung no ha respetado tienen que ver con la forma en la que los usuarios se desplazan por las páginas y con el diseño tanto del terminal como de la distribución de las aplicaciones.

1.- Patente 163: Ampliación de documentos tocando la pantalla. Apple registró la posibilidad de tocar dos veces la pantalla para ampliar o reducir un texto. Según el jurado, la surcoreana a violado esta patente en 12 de sus dispositivos.

2.- Patente 381: 'Rebote' de la página al desplazarse más allá del límite de la página. La compañía de Cupertino registró el movimiento de rebote que se produce en una página cuando el usuario llega al final de la misma o dentro de una aplicación. El jurado determinó que Samsung infringió esta patente en 21 de sus 'smartphones'.

3.- Patente 915: Distinción entre los gestos de un solo toque y los gesto multi-touch, como la ampliación 'pellizcando' la pantalla. El iPhone es lo suficientemente inteligente como para saber cuándo se está utilizando un dedo y cuando está usando dos. El jurado determinó que Samsung violó la patente 915 en 21 de sus modelos de 'smartphones'.

4.- Patente 087: Diseño ornamental del iPhone (color blanco). Apple ha patentado el diseño y la forma del iPhone. Esto significa que su forma rectangular y su diseño pertenecen a Apple, por lo que Samsung infringió esta patente en 12 de sus terminales.

5.- Patente 677: Diseño ornamental del iPhone (color negro). Además de patentar la forma y el diseño del iPhone en blanco, Apple también lo hizo con el iPhone en negro.

6.- Patente 305: Las esquinas redondeadas de los iconos de las aplicaciones. Apple fue quien diseñó este tipo de iconos, con las esquinas redondeadas, por lo que el jurado ha determinado que Samsung infringe esta patente en 13 de sus terminales.

El pasado agosto un tribunal de Corea del Sur determinó que tanto Apple como Samsung han infringido algunas de sus respectivas patentes en sus dispositivos móviles, lo que conllevará el pago de daños y la retirada del mercado de algunos productos con esas tecnologías. El tribunal impuso una multa a Apple de 35.300 dólares por infringir dos patentes de Samsung, el mayor fabricante del mundo de teléfonos móviles. Según la corte, Apple habría violado tecnología relativa a una función que permite ahorrar energía y otra que permite aumentar la eficacia en la transmisión de datos. Por su parte, el tribunal ha indicado que Samsung ha infringido una patente relativa al manejo del dispositivo de la estadounidense, por lo que tendrá que pagar 22.000 dólares. Apple denunció a Samsung el año pasado en Estados Unidos por considerar que la empresa surcoreana había copiado deliberadamente los diseños de sus dispositivos móviles para fabricar su siguiente generación de teléfonos y lanzar su tableta Galaxy Tab. Samsung respondió con una denuncia a Apple en la que señalaba que la compañía estadounidense se había apropiado sin permiso de su tecnología relativa a sistemas de comunicación "wireless" y cámaras fotográficas para teléfonos. La guerra legal entre ambos gigantes tecnológicos, que tiene como trasfondo la lucha por el rentable mercado de los "smartphones", comenzó en abril de 2011, cuando Apple demandó a Samsung y consiguió la suspensión temporal de ventas de productos del surcoreano en Alemania y Australia.

Patentes, el derecho a fabricar

La propiedad industrial está respaldada por una legislación nacional e internacional, que busca permitir que quien ha generado la invención e innovación pueda aprovecharse económicamente de ellas. Los trámites de solicitud de un registro se realizan ante la Oficina Española de Patentes y Marcas (Ministerio de Industria, Energía y Turismo), en el caso de España, y también en la Oficina Europea de Patentes y en la de los diversos países . El modo de registrar las innovaciones puede tener varias formas (Y también el coste asociado.), así podemos hablar de patentes, modelos de utilidad, modelos y dibujos industriales, marcas, nombres comerciales, etc.

Las patentes se refieren a invenciones nuevas, que impliquen una posible aplicación industrial. La Patente puede referirse a un procedimiento nuevo, un aparato nuevo, un producto nuevo o un perfeccionamiento o mejora de los mismos. Debe ser una novedad absoluta y mundial. La duración de la protección es de veinte años desde su solicitud, con un mantenimiento mediante anualidades. Debe ser explotada y el ámbito de protección es la del territorio en donde se registra.

Los modelos de utilidad son invenciones nuevas, que implican una actividad inventiva, como en el caso de las patentes,pero consisten en una innovación menor, en dar a un objeto una configuración, estructura o constitución que resulte en alguna ventaja apreciable para su fabricación o su uso (Esta innovación ha de referirse, tan sólo, al ámbito del territorio en donde se ha registrad0). La duración de la protección es de 10 años desde la solicitud, con un mantenimiento mediante anualidades. Novedad relativa a España. Existe la obligación de explotarla.

Los títulos de protección de Topografías de Productos Semiconductores se refieren a los circuitos integrados electrónicos. Su fin es proteger el esquema de trazado de las distintas capas y elementos que componen el circuito integrado, su disposición tridimensional y sus interconexiones, lo que en definitiva constituye su "topografía". La duración de la protección es de diez años, a partir del final del año en que se explota por primera vez en el mundo o se registra la topografía.

Un modelo industrial es todo objeto que pueda servir de tipo o descripción para la fabricación de un producto, y que pueda describirse por su estructura, configuración o representación. Puede ser una maqueta o prototipo. ha de representar una novedad mundial y absoluta. La duración máxima de la protección es de diez años renovables por otros diez. con un mantenimiento por quinquenios.

Un dibujo industrial es toda disposición o conjunto de líneas o colores aplicables a un fin comercial u ornamental. Ha de ser una novedad mundial y absoluta. La protección tiene una duración máxima de diez años renovables por otros diez, con un mantenimiento por quinquenios.

Una marca es todo signo o medio material de cualquier clase o forma, que sirva para señalar y distinguir alguna cosa de otros productos y servicios similares. La protección tiene una duración indefinida, con mantenimiento por decenios.

Un nombre comercial es un signo que representa a un producto en el tráfico mercantil y lo distingue de otros. Puede ser un nombre, una denominación social o de fantasía, un anagrama, logotipo, imágen, etc. siempre relativos a una actividad empresarial. La protección tiene una duración indefinida, con mantenimiento por decenios.

También se puede registrar el rótulo de un establecimiento con una duración de la protección indefinida, mantenimiento por decenios y el municipio para el que se ha solicitado como ámbito de protección.

Según un informe del WIPO de 2007, En 2006 se censaron un total de 6,1 millones de patentes en todo el mundo, de las que 1,8 millones estaban registradas en Estados Unidos, aunque los titulares de la mayoría eran japoneses. Los datos muestran que sólo unas cuantas patentes agotan el periodo de vigencia de 20 años. Más de la mitad de las patentes que estaban en vigor en 2006 se presentaron durante el periodo comprendido entre 1997 y 2003. En 2005 la actividad más intensa en materia de parentes se registró en el sector informático (144.594), telecomunicaciones (116.770) y maquinaria eléctrica (121.350).

Los siguientes cuadros están extraídos del mismo informe.

Patentes concedidas en todo el mundo, entre el año 1985 y el 2006.

Gráfico de la evolución del número de patentes, en diferentes países, desde 1883 hasta 2003.

Gráfico de la evolución del número de patentes, en diferentes países, desde 1883 hasta 2003.

Patentes vigentes en diferenes países en los años 2004 y 2006.

Patentes vigentes en diferenes países en los años 2004 y 2006.

Número de patentes concedidas por país de orígen, los años 2000 y 2006.

Número de patentes concedidas por país de orígen, los años 2000 y 2006.

Relación entre el número de patentes presentadas por residentes y el PIB.

Relación entre el número de patentes presentadas por residentes y la población del país.

Relación entre el número de patentes presentadas por residentes y los gastos de I+D del país.

Principales empresas solicitantes de patentes PCT.

El petróleo, las maldiciones y las hazañas

El petróleo, las maldiciones y las hazañas

El petróleo es, con el gas natural, el principal combustible de cuantos ponen en marcha al mundo contemporáneo, una materia prima de creciente importancia para la industria química y el material estratégico primordial para las actividades militares. Ningún otro imán atrae tanto como el «oro negro» a los capitales extranjeros, ni existe otra fuente de tan fabulosas ganancias; el petróleo es la riqueza más monopolizada en todo el sistema capitalista. No hay empresarios que disfruten del poder político que ejercen, en escala universal, las grandes corporaciones petroleras. La Standard Oil y la Shell levantan y destronan reyes y presidentes, financian conspiraciones palaciegas y golpes de Estado, disponen de innumerables generales, ministros y James Bonds y en todas las comarcas y en todos los idiomas deciden el curso de la guerra y de la paz. La Standard Oil Co. de Nueva Jersey es la mayor empresa industrial del mundo capitalista; fuera de los Estados Unidos no existe ninguna empresa industrial más poderosa que la Royal Dutch Shell. Las filiales venden el petróleo crudo a las subsidiarias, que lo refinan y venden los combustibles a las sucursales para su distribución: la sangre no sale, en todo el circuito, fuera del aparato circulatorio interno del cártel, que además posee los oleoductos y gran parte de la flota petrolera en los siete mares. Se manipulan los precios, en escala mundial, para reducir los impuestos a pagar y aumentar las ganancias a cobrar: el petróleo crudo aumenta siempre menos que el refinado.

Con el petróleo ocurre, como ocurre con el café o con la carne, que los países ricos ganan mucho más por tomarse el trabajo de consumirlo, que los países pobres por producirlo. La diferencia es de diez a uno: de los once dólares que cuestan los derivados de un barril de petróleo, los países exportadores de la materia prima más importante del mundo reciben apenas un dólar, resultado de la suma de los impuestos y los costes de extracción, mientras que los países del área desarrollada, donde tienen su asiento las casas matrices de las corporaciones petroleras, se quedan con diez dólares, resultado de la suma de sus propios aranceles y sus impuestos, ocho veces mayores que los impuestos de los países productores, y de los costos y las ganancias del transporte, la refinación, el procesamiento y la distribución que las grandes empresas monopolizan37.

El petróleo que brota de los Estados Unidos disfruta de un precio alto (su inmensa flota de automóviles bebe gasolina barata, gracias a los subsidios públicos). Pero la cotización del petróleo de Venezuela y de Medio Oriente ha ido cayendo, desde 1957, todo a lo largo de la década de los años sesenta. Cada barril de petróleo venezolano, por ejemplo, valía, en promedio, 2,65 dólares en 1957. A fines de 1970, el precio es de 1,86 dólares. El gobierno de Rafael Caldera anuncia que fijará unilateralmente un precio mucho mayor, pero el nuevo precio no alcanzará de todos modos, según las cifras que los comentaristas manejan y pese al escándalo que se presiente, el nivel de 1957. Los Estados Unidos son, a la vez, los principales productores y los principales importadores de petróleo en el mundo. En la época en que la mayor parte del petróleo crudo que vendían las corporaciones provenía del subsuelo norteamericano, el precio se mantenía alto; durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convirtieron en importadores netos, y el cártel comenzó a aplicar una nueva política de precios: la cotización se ha venido abajo sistemáticamente. Curiosa inversión de las «leyes del mercado»: el precio del petróleo se derrumba, aunque no cesa de aumentar la demanda mundial, a medida que se multiplican las fábricas, los automóviles y las plantas generadoras de energía. Y otra paradoja: aunque el precio del petróleo baja, sube en todas partes el precio de los combustibles que pagan los consumidores. Hay una desproporción descomunal entre el precio del crudo y el de los derivados. Toda esta cadena de absurdos es perfectamente racional; no resulta necesario recurrir a las fuerzas sobrenaturales para encontrar una explicación. Porque el negocio del petróleo en el mundo capitalista está, como hemos visto, en manos de un cártel todopoderoso.

El cártel nació en 1928, en un castillo del norte de Escocia rodeado por la bruma, cuando la Standard Oil de Nueva Jersey, la Shell y la Anglo-Iranian, hoy llamada British Petroleum, se pusieron de acuerdo para dividirse el planeta. La Standard de Nueva York y la de California, la Gulf y la Texaco se incorporaron posteriormente al núcleo dirigente del cártel38. La Standard Oil, fundada por Rockefeller en 1870, se había partido en treinta y cinco diferentes empresas en 1911, por la aplicación de la ley Sherman contra los trusts; la hermana mayor de la numerosa familia Standard es, en nuestros días, la empresa de Nueva Jersey. Sus ventas de petróleo, sumadas a las ventas de la Standard de Nueva York y de California, abarcan la mitad de las ventas totales del cártel en nuestros días. Las empresas petroleras del grupo Rockefeller son de tal magnitud que suman nada menos que la tercera parte del total de beneficios que las empresas norteamericanas de todo tipo, en su conjunto, arrancan al mundo entero. La Jersey, típica corporación multinacional, obtiene sus mayores ganancias fuera de fronteras; América Latina le brinda más ganancias que los Estados Unidos y Canadá sumados: al sur del río Bravo, su tasa de ganancias resulta cuatro veces más alta39Las filiales de Venezuela produjeron, en 1957, más de la mitad de los beneficios recogidos por la Standard Oil de Nueva Jersey en todas partes; en ese mismo año, las filiales venezolanas proporcionaran a la Shell la mitad de sus ganancias en el mundo entero40.

Estas corporaciones multinacionales no pertenecen a las múltiples naciones donde operan: son multinacionales, más simplemente, en la medida en que desde los cuatro puntos cardinales arrastran grandes caudales de petróleo y dólares a los centros de poder del sistema capitalista. No necesitan exportar capitales, por cierto, para financiar la expansión de sus negocios; las ganancias usurpadas a los países pobres no sólo derivan en línea recta a las pocas ciudades donde habitan sus mayores cortadores de cupones, sino que además se reinvierten parcialmente para robustecer y extender la red internacional de operaciones. La estructura del cártel implica el dominio de numerosos países y la penetración en sus numerosos gobiernos; el petróleo empapa presidentes y dictadores, y acentúa las deformaciones estructurales de las sociedades que pone a su servicio. Son las empresas quienes deciden, con un lápiz sobre el mapa del mundo, cuáles han de ser las zonas de explotación y cuáles las de reserva, y son ellas quienes fijan los precios que han de cobrar los productores y pagar los consumidores. La riqueza natural de Venezuela y otros países latinoamericanos con petróleo en el subsuelo, objetos del asalto y el saqueo organizados, se ha convertido en el principal instrumento de su servidumbre política y su degradación social. Ésta es una larga historia de hazañas y de maldiciones, infamias y desafíos.

Cuba proporcionaba, por vías complementarias, jugosas ganancias a la Standard Oil de Nueva Jersey. La Jersey compraba el petróleo crudo a la Creóle Petroleum, su filial en Venezuela, y lo refinaba y lo distribuía en la isla, todo a los precios que mejor le convenían para cada una de las etapas. En octubre de 1959, en plena efervescencia revolucionaria, el Departamento de Estado elevó una nota oficial a La Habana en la que expresaba su preocupación por el futuro de las inversiones norteamericanas en Cuba: ya habían comenzado los bombardeos de los aviones «piratas» procedentes del norte, y las relaciones estaban tensas. En enero de 1960, Eisenhower anunció la reducción de la cuota cubana de azúcar, y en febrero, Fidel Castro firmó un acuerdo comercial con la Unión Soviética para intercambiar azúcar por petróleo y otros productos a precios buenos para Cuba. La Jersey, la Shell y la Texaco se negaron a refinar el petróleo soviético: en julio, el gobierno cubano las intervino y las nacionalizó sin compensación alguna.

Encabezadas por la Standard Oil de Nueva Jersey, las empresas comenzaron el bloqueo. Al boicot del personal calificado se sumó el boicot de los repuestos esenciales para las maquinarias y el boicot de los fletes. El conflicto era una prueba de soberanía41, y Cuba salió airosa. Dejó de ser, al mismo tiempo, una estrella en la constelación de la bandera de los Estados Unidos y una pieza en el engranaje mundial de la Standard Oil.

México había sufrido, veinte años antes, un embargo internacional decretado por la Standard Oil de Nueva Jersey y la Royal Dutch Shell. Entre 1939 y 1942, el cártel dispuso el bloqueo de las exportaciones mexicanas de petróleo y de los abastecimientos necesarios para sus pozos y refinerías. El presidente Lázaro Cárdenas había nacionalizado las empresas. Nelson Rockefeller, que en 1930 se había graduado de economista escribiendo una tesis sobre las virtudes de su Standard Oil, viajó a México para negociar un acuerdo, pero Cárdenas no dio marcha atrás. La Standard y la Shell, que se habían repartido el territorio mexicano atribuyéndose la primera el norte y la segunda el sur, no sólo se negaban a aceptar las resoluciones de la Suprema Corte en la aplicación de las leyes laborales mexicanas, sino que además habían arrasado los yacimientos de la famosa Faja de Oro a una velocidad vertiginosa, y obligaban a los mexicanos a pagar, por su propio petróleo, precios más altos que los que cobraban en Estados Unidos y en Europa por ese mismo petróleo42. En pocos meses, la fiebre exportadora había agotado brutalmente muchos pozos que hubieran podido seguir produciendo durante treinta o cuarenta años. «Habían quitado a México -escribe O'Connor- sus depósitos más ricos, y sólo le habían dejado una colección de refinerías anticuadas, campos exhaustos, los pobreríos de la ciudad de Tampico y recuerdos amargos.» En menos de veinte años, la producción se había reducido a una quinta parte. México se quedó con una industria decrépita, orientada hacia la demanda extranjera, y con catorce mil obreros; los técnicos se fueron, y hasta desaparecieron los medios de transporte. Cárdenas convirtió la recuperación del petróleo en una gran causa nacional, y salvó la crisis a fuerza de imaginación y de coraje. Pemex, Petróleos Mexicanos, la empresa creada en 1938 para hacerse cargo de toda la producción y el mercado, es hoy la mayor empresa no extranjera de toda América Latina. A costa de las ganancias que Pemex produjo, el gobierno mexicano pagó abultadas indemnizaciones a las empresas, entre 1947 y 1962, pese a que, como bien dice Jesús Silva Herzog, «México no es el deudor de esas compañías piratas, sino su acreedor legítimo».43 En 1949, la Standard Oil interpuso veto a un préstamo que los Estados Unidos iban a conceder a Pemex, y muchos años después, ya cerradas las heridas por obra de las generosas indemnizaciones, Pemex vivió una experiencia semejante ante el Banco Interamericano de Desarrollo.

Uruguay fue el país que creó la primera refinería estatal en América Latina. La ANCAP, Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland, había nacido en 1931, y la refinación y la venta de petróleo crudo figuraban entre sus funciones principales. Era la respuesta nacional a una larga historia de abusos del trust en el río de la Plata. Paralelamente, el Estado contrató la compra de petróleo barato en la Unión Soviética. El cártel financió de inmediato una furiosa campaña de desprestigio contra el ente industrial del Estado uruguayo y comenzó su tarea de extorsión y amenaza. Se afirmaba que el Uruguay no encontraría quien le vendiera las maquinarias y que se quedaría sin petróleo crudo, que el Estado era un pésimo administrador, y que no podía hacerse cargo de tan complicado negocio. El golpe palaciego de marzo de 1933 despedía cierto olor a petróleo: la dictadura de Gabriel Terra anuló el derecho de la ANCAP a monopolizar la importación de combustibles, y en enero de 1938 firmó los convenios secretos con el cártel, ominosos acuerdos que fueron ignorados por el público hasta un cuarto de siglo después y que todavía están en vigencia. De acuerdo con sus términos, el país está obligado a comprar un cuarenta por ciento del petróleo crudo sin licitación y donde lo indiquen la Standard Oil, la Shell, la Atlantic y la Texaco, a los precios que el cártel fija. Además, el Estado, que conserva el monopolio de la refinación, paga todos los gastos de las empresas, incluyendo la propaganda, los salarios privilegiados y los lujosos muebles de sus oficinas44Esso es progreso, canta la televisión, y el bombardeo de los avisos no cuesta a la Standard Oil ni un solo centavo. El abogado del Banco de la República tiene también a su cargo las relaciones públicas de la Standard Oil: el Estado le paga los dos sueldos.

Allá por 1939, la refinería de la ANCAP levantaba, exitosa, sus torres llameantes: el ente había sido mutilado gravemente a poco de nacer, como hemos visto, pero constituía todavía un ejemplo de desafío victorioso ante las presiones del cártel. El jefe del Consejo Nacional del Petróleo de Brasil, general Horta Barbosa, viajó a Montevideo y se entusiasmó con la experiencia: la refinería uruguaya había pagado casi la totalidad de sus gastos de instalación durante el primer año de trabajo. Gracias a los esfuerzos del general Barbosa, sumados al fervor de otros militares nacionalistas, Petrobrás, la empresa estatal brasileña, pudo iniciar sus operaciones en 1953 al grito de O petróleo é nosso! Actualmente, Petrobrás es la mayor empresa de Brasil45. Explora, extrae y refina el petróleo brasileño. Pero también Petrobrás fue mutilada. El cártel le ha arrebatado dos grandes fuentes de ganancias: en primer lugar, la distribución de la gasolina, los aceites, el querosene y los diversos fluidos, un estupendo negocio que la Esso, la Shell y la Atlantic manejan por teléfono sin mayores dificultades y con tan buen resultado que éste es, después de la industria automotriz, el rubro más fuerte de la inversión norteamericana en Brasil; en segundo lugar, la industria petroquímica, generoso manantial de beneficios, que ha sido desnacionalizada, hace pocos años, por la dictadura del mariscal Castelo Branco. Recientemente, el cártel desencadenó una estrepitosa campaña destinada a despojar a Petrobrás del monopolio de la refinación. Los defensores de Petrobrás recuerdan que la iniciativa privada, que tenía el campo libre, no se había ocupado del petróleo brasileño antes de 195346, y procuran devolver a la frágil memoria del público un episodio bien ilustrativo de la buena voluntad de los monopolios. En noviembre de 1960, en efecto, Petrobrás encomendó a dos técnicos brasileños que encabezaran una revisión general de los yacimientos sedimentarios del país. Como resultado de sus informes, el pequeño estado nordestino de Sergipe pasó a la vanguardia en la producción de petróleo. Poco antes, en agosto, el técnico norteamericano Walter Link, que había sido el principal geólogo de la Standard Oil de Nueva Jersey, había recibido del Estado brasileño medio millón de dólares por una montaña de mapas y un extenso informe que tachaba de «inexpresiva» la espesura sedimentaria de Sergipe: hasta entonces había sido considerada de grado B, y Link la rebajó a grado C. Después se supo que era de grado A47. Según O'Connor, Link había trabajado todo el tiempo como un agente de la Standard, de antemano resuelto a no encontrar petróleo para que Brasil continuara dependiendo de las importaciones de la filial de Rockefeller en Venezuela.

También en Argentina las empresas extranjeras y sus múltiples ecos nativos sostienen siempre que el subsuelo contiene escaso petróleo, aunque las investigaciones de los técnicos deYPF,Yacimientos Petrolíferos Fiscales, han indicado con toda certidumbre que en cerca de la mitad del territorio nacional subyace el petróleo, y que también hay petróleo abundante en la vasta plataforma submarina de la costa atlántica. Cada vez que se pone de moda hablar de la pobreza del subsuelo argentino, el gobierno firma una nueva concesión en beneficio de alguno de los miembros del cártel. La empresa estatal, YPF, ha sido víctima de un continuo y sistemático sabotaje, desde sus orígenes hasta la fecha. La Argentina fue, hasta no hace muchos años, uno de los últimos escenarios históricos de la pugna interimperialista entre Inglaterra, en el desesperado ocaso, y los ascendentes Estados Unidos. Los acuerdos del cártel no han impedido que la Shell y la Standard disputaran el petróleo de este país por medios a veces violentos: hay una serie de elocuentes coincidencias en los golpes de Estado que se han sucedido todo a lo largo de los últimos cuarenta años. El Congreso argentino se disponía a votar la ley de nacionalización del petróleo, el 6 de septiembre de 1930, cuando el caudillo nacionalista Hipólito Yrigoyen fue derribado de la Presidencia del país por el cuartelazo de José Félix Uriburu. El gobierno de Ramón Castillo cayó en junio de 1943, cuando tenía a la firma un convenio que promovía la extracción del petróleo por los capitales norteamericanos. En septiembre de 1955, Juan Domingo Perón marchó al exilio cuando el Congreso estaba por aprobar una concesión a la California Oil Co. Arturo Frondizi desencadenó varias y muy agudas crisis militares, en las tres armas, al anunciar el llamado a licitación que ofrecía todo el subsuelo del país a las empresas interesadas en extraer petróleo: en agosto de 1959, la licitación fue declarada desierta. Resucitó en seguida y, en octubre de 1960, quedó sin efecto. Frondizi realizó varias concesiones en beneficio de las empresas norteamericanas del cártel, y los intereses británicos -decisivos en la Marina y en el sector «colorado» del ejército- no fueron ajenos a su caída en marzo de 1962. Arturo Illia anuló las concesiones y fue derribado en 1966; al año siguiente, Juan Carlos Onganía promulgó una ley de hidrocarburos que favorecía los intereses norteamericanos en la pugna interna.

El petróleo no ha provocado solamente golpes de Estado en América Latina. También desencadenó una guerra, la del Chaco (1932-35), entre los dos pueblos más pobres de América del Sur: «Guerra de los soldados desnudos», llamó Rene Zavaleta a la feroz matanza recíproca de Bolivia y Paraguay48. El 30 de mayo de 1934 el senador por Louisiana, Huey Long, sacudió a los Estados Unidos con un violento discurso en el que denunciaba que la Standard Oil de Nueva Jersey había provocado el conflicto y que financiaba al ejército boliviano para apoderarse, por su intermedio, del Chaco paraguayo, necesario para tender un oleoducto desde Bolivia hacia el río y, además, presumiblemente rico en petróleo: «Estos criminales han ido allá y han alquilado sus asesinos» -afirmó49. Los paraguayos marchaban al matadero, por su parte, empujados por la Shell: a medida que avanzaban hacia el norte, los soldados descubrían las perforaciones de la Standard en el escenario de la discordia. Era una disputa entre dos empresas, enemigas y a la vez socias dentro del cártel, pero no eran ellas quienes derramaban la sangre. Finalmente, Paraguay ganó la guerra pero perdió la paz. Spruille Braden, notorio personero de la Standard Oil, presidió la comisión de negociaciones que preservó para Bolivia, y para Rockefeller, varios miles de kilómetros cuadrados que los paraguayos reivindicaban.

Muy cerca del último territorio de aquellas batallas están los pozos de petróleo y los vastos yacimientos de gas natural que la Gulf Oil Co., la empresa de la familia Mellon, perdió en Bolivia en octubre de 1969. «Ha concluido para los bolivianos el tiempo del desprecio» -clamó el general Alfredo Ovando al anunciar la nacionalización desde los balcones del Palacio Quemado. Quince días antes, cuando todavía no había tomado el poder, Ovando había jurado que nacionalizaría la Gulf, ante un grupo de intelectuales nacionalistas; había redactado el decreto, lo había firmado, lo había guardado, sin fecha, en un sobre.Y cinco meses antes, en el Cañadón del Arque, el helicóptero del general Rene Barrientos había chocado contra los cables de telégrafo y se había ido a pique. La imaginación no hubiera sido capaz de inventar una muerte tan perfecta. El helicóptero era un regalo personal de la Gulf Oil Co.; el telégrafo pertenece, como se sabe, al Estado. Junto con Barrientos ardieron dos valijas llenas de dinero que él llevaba para repartir, billete por billete, entre los campesinos, y algunas metralletas que no bien prendieron fuego comenzaron a regar una lluvia de balas en torno del helicóptero incendiado, de tal modo que nadie pudo acercarse a rescatar al dictador mientras se quemaba vivo.

Además de decretar la nacionalización, Ovando derogó el Código del Petróleo, llamado Código Davenport en homenaje al abogado que lo había redactado en inglés. Para la elaboración del Código, Bolivia había obtenido, en 1956, un préstamo de los Estados Unidos; en cambio, el Eximbank, la banca privada de Nueva York y el Banco Mundial habían respondido siempre con la negativa a las solicitudes de crédito para el desarrollo deYPFB, la empresa petrolera del Estado. El gobierno norteamericano hacía siempre suya la causa de las corporaciones petroleras privadas50. En función del código, la Gulf recibió, entonces, por un plazo de cuarenta años, la concesión de los campos más ricos en petróleo de todo el país. El código fijaba una ridicula participación del Estado en las utilidades de las empresas: por muchos años, apenas un once por ciento. El Estado se hacía socio en los gastos del concesionario, pero no tenía ningún control sobre esos gastos, y se llegó a la situación extrema en materia de ofrendas: todos los riesgos eran para YPFB, y ninguno para la Gulf. En la Carta de intenciones firmada por la Gulf a fines de 1966, durante la dictadura de Barrientos, se estableció, en efecto, que en las operaciones conjuntas con YPFB, la Gulf recobraría el total de sus capitales invertidos en la exploración de un área, si no encontraba petróleo. Si el petróleo aparecía, los gastos serían recuperados a través de la explotación posterior, pero ya de entrada serían cargados al pasivo de la empresa estatal. Y la Gulf fijaría esos gastos según su paladar51. En esa misma Carta de intenciones, la Gulf se atribuyó también, con toda tranquilidad, la propiedad de los yacimientos de gas, que no se le habían concedido nunca. El subsuelo de Bolivia contiene mucho más gas que petróleo. El general Barrientos hizo un gesto de distracción: resultó suficiente. Un simple pase de manos para decidir el destino de la principal reserva de energía de Bolivia. Pero la función no había terminado.

Un año antes de que el general Alfredo Ovando expropiara la Gulf en Bolivia, otro general nacionalista, Juan Velasco Alvarado, había estatizado los yacimientos y la refinería de la International Petroleum Co., filial de la Standard Oil de Nueva Jersey, en Perú. Velasco había tomado el poder a la cabeza de una junta militar, y en la cresta de la ola de un gran escándalo político: el gobierno de Fernando Belaúnde Terry había perdido la página final del convenio de Talara, suscrito entre el Estado y la IPC. Esa página misteriosamente evaporada, la página once, contenía la garantía del precio mínimo que la empresa norteamericana debía pagar por el petróleo crudo nacional en su refinería. El escándalo no terminaba allí. Al mismo tiempo, se había revelado que la subsidiaria de la Standard había estafado a Perú en más de mil millones de dólares, a lo largo de medio siglo, a través de los impuestos y las regalías que había eludido y de otras variadas formas del fraude y la corrupción. El director de la IPC se había entrevistado con el presidente Belaúnde en sesenta ocasiones antes de llegar al acuerdo que provocó el alzamiento militar; durante dos años, mientras las negociaciones con la empresa avanzaban, se rompían y comenzaban de nuevo, el Departamento de Estado había suspendido todo tipo de ayuda a Perú52. Virtualmente no quedó tiempo para reanudar la ayuda, porque la claudicación selló la suerte del Presidente acosado. Cuando la empresa de Rockefeller presentó su protesta ante la Corte judicial peruana, la gente arrojó moneditas a los rostros de sus abogados.

América Latina es una caja de sorpresas; no se agota nunca la capacidad de asombro de esta región torturada del mundo. En los Andes, el nacionalismo militar ha resurgido con ímpetu, como un río subterráneo largamente escondido. Los mismos generales que hoy están llevando adelante, en un proceso contradictorio, una política de reforma y de afirmación patriótica, habían aniquilado poco antes a los guerrilleros. Muchas de las banderas de los caídos han sido recogidas, así, por sus propios vencedores. Los militares peruanos habían regado con napalm algunas zonas guerrilleras, en 1965, y había sido la International Petroleum Co., filial de la Standard Oil de Nueva Jersey, quien les había proporcionado la gasolina y el know-how para que elaboraran las bombas en la base aérea de Las Palmas, cerca de Lima53.


El lago de Maracaibo en el buche de los grandes buitres de metal

Aunque su participación en el mercado mundial se ha reducido a la mitad en los años sesenta, Venezuela es todavía, en 1970, el mayor exportador de petróleo. De Venezuela proviene casi la mitad de las ganancias que los capitales norteamericanos sustraen a toda América Latina. Éste es uno de los países más ricos del planeta y, también, uno de los más pobres y uno de los más violentos. Ostenta el ingreso per cápita más alto de América Latina, y posee la red de carreteras más completa y ultramoderna; en proporción a la cantidad de habitantes, ninguna otra nación del mundo bebe tanto whisky escocés. Las reservas de petróleo, gas y hierro que su subsuelo ofrece a la explotación inmediata podrían multiplicar por diez la riqueza de cada uno de los venezolanos; en sus vastas tierras vírgenes podría caber, entera, la población de Alemania o Inglaterra. Los taladros han extraído, en medio siglo, una renta petrolera tan fabulosa que duplica los recursos del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa; desde que el primer pozo de petróleo reventó a torrentes, la población se ha multiplicado por tres y el presupuesto nacional por cien, pero buena parte de la población, que disputa las sobras de la minoría dominante, no se alimenta mejor que en la época en que el país dependía del cacao y del café54. Caracas, la capital, creció siete veces en treinta años; la ciudad patriarcal de frescos patios, plaza mayor y catedral silenciosa se ha erizado de rascacielos en la misma medida en que han brotado las torres de petróleo en el lago de Maracaibo. Ahora, es una pesadilla de aire acondicionado, supersónica y estrepitosa, un centro de la cultura del petróleo que prefiere el consumo a la creación y que multiplica las necesidades artificiales para ocultar las reales. Caracas ama los productos sintéticos y los alimentos enlatados; no camina nunca, sólo se moviliza en automóvil, y ha envenenado con los gases de los motores el limpio aire del valle; a Caracas le cuesta dormir, porque no puede apagar la ansiedad de ganar, y comprar, consumir y gastar, apoderarse de todo. En las laderas de los cerros, más de medio millón de olvidados contempla, desde sus chozas armadas de basura, el derroche ajeno. Relampaguean los millares y millares de automóviles último modelo por las avenidas de la dorada capital. En vísperas de las fiestas, los barcos llegan al puerto de La Guaira atiborrados de champaña francesa, whisky de Escocia y bosques de pinos de Navidad que vienen del Canadá, mientras la mitad de los niños y los jóvenes de Venezuela quedan todavía, en 1970, según los censos, fuera de las aulas de enseñanza.

Tres millones y medio de barriles de petróleo produce Venezuela cada día para poner en movimiento la maquinaria industrial del mundo capitalista, pero las diversas filiales de la Standard Oil, la Shell, la Gulf y la Texaco no explotan las cuatro quintas partes de sus concesiones, que siguen siendo reservas invictas, y más de la mitad del valor de las exportaciones no vuelve nunca al país. Los folletos de propaganda de la Creole (Standard Oil) exaltan la filantropía de la corporación en Venezuela, en los mismos términos en que proclamaba virtudes, a mediados del siglo XVIII, la Real Compañía Guipuzcoana; las ganancias arrancadas a esta gran vaca lechera sólo resultan comparables, en proporción al capital invertido, con las que en el pasado obtenían los mercaderes de esclavos o los corsarios. Ningún país ha producido tanto al capitalismo mundial en tan poco tiempo: Venezuela ha drenado una riqueza que, según Rangel, excede a la que los españoles usurparon a Potosí o los ingleses a la India. La primera Convención Nacional de Economistas reveló que las ganancias reales de las empresas petroleras en Venezuela habían ascendido, en 1961, al 38 por ciento, y en 1962 al 48 por ciento, aunque las tasas de beneficio que las empresas denunciaban en sus balances eran del 15 y el 17 por ciento respectivamente. La diferencia corre por cuenta de la magia de la contabilidad y las transferencias ocultas. En la complicada relojería del negocio petrolero, por lo demás, con sus múltiples y simultáneos sistemas de precios, resulta muy difícil estimar el volumen de las ganancias que se ocultan detrás de la baja artificial de la cotización del petróleo crudo, que desde el pozo a la bomba de gasolina circula siempre por las mismas venas, y detrás del alza artificial de los gastos de producción, donde se computan sueldos de fábula y muy inflados costos de propaganda. Lo cierto es que, según las cifras oficiales, en la última década Venezuela no ha registrado el ingreso de nuevas inversiones del exterior, sino, por el contrario, una sistemática desinversión. Venezuela sufre la sangría de más de setecientos millones de dólares anuales, convictos y confesos como «rentas del capital extranjero». Las únicas inversiones nuevas provienen de las utilidades que el propio país proporciona. Mientras tanto, los costos de extracción del petróleo van bajando en línea vertical, porque cada vez las empresas ocupan menos mano de obra. Sólo entre 1959 y 1962 se redujo en más de diez mil la cantidad de obreros: quedaron poco más de treinta mil en actividad, y a fines de 1970 ya el petróleo ocupa nada más que veintitrés mil trabajadores. La producción, en cambio, ha crecido mucho en esta última década.

Como consecuencia de la desocupación creciente, se agudizó la crisis de los campamentos petroleros del lago de Maracaibo. El lago es un bosque de torres. Dentro de las armazones de hierros cruzados, el implacable cabeceo de los balancines genera, desde hace medio siglo, toda la opulencia y toda la miseria de Venezuela. Junto a los balancines arden los mechurrios, quemando impunemente el gas natural que el país se da el lujo de regalar a la atmósfera. Se encuentran balancines hasta en los fondos de las casas y en las esquinas de las calles de las ciudades que brotaron a chorros, como el petróleo, en las costas del lago: allí el petróleo tiñe de negro las calles y las ropas, los alimentos y las paredes, y hasta las profesionales del amor llevan apodos petroleros, tales como «La Tubería» o «La Cuatro Válvulas», «La Cabria» o «La Remolcadora». Los precios de la vestimenta y la comida son, aquí, más altos que en Caracas. Estas aldeas modernas, tristes de nacimiento pero a la vez aceleradas por la alegría del dinero fácil, han descubierto ya que no tienen destino. Cuando se mueren los pozos, la supervivencia se convierte en materia de milagro: quedan los esqueletos de las casas, las aguas aceitosas de veneno matando peces y lamiendo las zonas abandonadas. La desgracia acomete también a las ciudades que viven de la explotación de los pozos en actividad, por los despidos en masa y la mecanización creciente. «Por aquí el petróleo nos pasó por encima», decía un poblador de Lagunillas en 1966. Cabimas, que durante medio siglo fue la mayor fuente de petróleo de Venezuela, y que tanta prosperidad ha regalado a Caracas y al mundo, no tiene ni siquiera cloacas. Cuenta apenas con un par de avenidas asfaltadas.

La euforia se había desatado largos años atrás. Hacia 1917, el petróleo coexistía ya, en Venezuela, con los latifundios tradicionales, los inmensos campos despoblados y de tierras ociosas, donde los hacendados vigilaban el rendimiento de su fuerza de trabajo azotando a los peones o enterrándolos vivos hasta la cintura. A fines de 1922, reventó el pozo de La Rosa, que chorreaba cien mil barriles por día, y se desató la borrasca petrolera. Brotaron los taladros y las cabrias en el lago de Maracaibo, súbitamente invadido por los aparatos extraños y los hombres con cascos de corcho; los campesinos afluían y se instalaban sobre los suelos hirvientes, entre tablones y latas de aceite, para ofrecer sus brazos al petróleo. Los acentos de Oklahoma y Texas resonaban por primera vez en los llanos y en la selva, hasta en las más escondidas comarcas. Setenta y tres empresas surgieron en un santiamén. El rey del carnaval de las concesiones era el dictador Juan Vicente Gómez, un ganadero de los Andes que ocupó sus veintisiete años de gobierno (1908-35) haciendo hijos y negocios. Mientras los torrentes negros nacían a borbotones, Gómez extraía acciones petroleras de sus bolsillos repletos, y con ellas recompensaba a sus amigos, a sus parientes y a sus cortesanos, al médico que le custodiaba la próstata y a los generales que le custodiaban las espaldas, a los poetas que cantaban su gloria y al arzobispo que le otorgaba permisos especiales para comer carne los viernes santos. Las grandes potencias cubrían el pecho de Gómez con lustrosas condecoraciones: era preciso alimentar los automóviles que invadían los caminos del mundo. Los favoritos del dictador vendían las concesiones a la Shell o a la Standard Oil o a la Gulf; el tráfico de influencias y de sobornos desató la especulación y el hambre de subsuelos. Las comunidades indígenas fueron despojadas de sus tierras y muchas familias de agricultores perdieron, por las buenas o por las malas, sus propiedades. La ley petrolera de 1922 fue redactada por los representantes de tres firmas de los Estados Unidos. Los campos de petróleo estaban cercados y tenían policía propia. Se prohibía la entrada a quienes no portaran la ficha de enrolamiento de las empresas; estaba vedado hasta el tránsito por las carreteras que conducían el petróleo a los puertos. Cuando Gómez murió, en 1935, los obreros petroleros cortaron las alambradas de púas que rodeaban los campamentos y se declararon en huelga.

En 1948, con la caída del gobierno de Rómulo Gallegos, se cerró el ciclo reformista inaugurado tres años antes, y los militares victoriosos rápidamente redujeron la participación del Estado sobre el petróleo extraído por las filiales del cártel. La rebaja de impuestos se tradujo, en 1954, en más de trescientos millones de dólares de beneficios adicionales para la Standard Oil. En 1953, un hombre de negocios de los Estados Unidos había declarado en Caracas: «Aquí, usted tiene la libertad de hacer con su dinero lo que le plazca; para mí, esa libertad vale más que todas las libertades políticas y civiles juntas».55 Cuando el dictador Marcos Pérez Jiménez fue derribado en 1958, Venezuela era un vasto pozo petrolero rodeado de cárceles y cámaras de torturas, que importaba todo desde los Estados Unidos: los automóviles y las heladeras, la leche condensada, los huevos, las lechugas, las leyes y los decretos. La mayor de las empresas de Rockefeller, la Creole, había declarado en 1957 utilidades que llegaban casi a la mitad de sus inversiones totales. La junta revolucionaria de gobierno elevó el impuesto a la renta de las empresas mayores, de un 25 a un 45 por ciento. En represalia, el cártel dispuso la inmediata caída del precio del petróleo venezolano y fue entonces cuando comenzó a despedir en masa a los obreros. Tan abajo se vino el precio, que a pesar del aumento de los impuestos y del mayor volumen de petróleo exportado, en 1958 el Estado recaudó sesenta millones de dólares menos que en el año anterior.

Los gobiernos siguientes no nacionalizaron la industria petrolera, pero tampoco han otorgado, hasta 1970, nuevas concesiones a las empresas extranjeras para la extracción de oro negro. Mientras tanto, el cártel aceleró la producción de sus yacimientos del Cercano Oriente y Canadá; en Venezuela ha cesado virtualmente la prospección de nuevos pozos y la exportación está paralizada. La política de negar nuevas concesiones perdió sentido en la medida en que la Corporación Venezolana del Petróleo, el organismo estatal, no asumió la responsabilidad vacante. La Corporación se ha limitado, en cambio a perforar unos pocos pozos aquí y allá, confirmando que su función no es otra que la que le había adjudicado el presidente Rómulo Betancourt: «No alcanzar una dimensión de gran empresa, sino servir de intermediario para las negociaciones en la nueva fórmula de concesiones». La nueva fórmula no se puso en práctica, aunque se la anunció varias veces.

Mientras tanto, el fuerte impulso industrializador que había cobrado cuerpo y fuerza desde hacía dos décadas muestra ya visibles síntomas de agotamiento, y vive una impotencia muy conocida en América Latina: el mercado interno, limitado por la pobreza de las mayorías, no es capaz de sustentar el desarrollo manufacturero más allá de ciertos límites. La reforma agraria, por otra parte, inaugurada por el gobierno de Acción Democrática, se ha quedado a menos de la mitad del camino que se proponía, en las promesas de sus creadores, recorrer. Venezuela compra al extranjero, y sobre todo a Estados Unidos, buena parte de los alimentos que consume. El plato nacional, por ejemplo, que es el frijol negro, llega en grandes cantidades desde el norte, en bolsas que lucen la palabra «beans».

Salvador Garmendia, el novelista que reinventó el infierno prefabricado de toda esta cultura de conquista, la cultura del petróleo, me escribía en una carta, a mediados del '69: «¿Has visto un balancín, el aparato que extrae el petróleo crudo? Tiene la forma de un gran pájaro negro cuya cabeza puntiaguda sube y baja pesadamente, día y noche, sin detenerse un segundo: es el único buitre que no come mierda. ¿Qué pasará cuando oigamos el ruido característico del sorbedor al acabarse el líquido? La obertura grotesca ya empieza a escucharse en el lago de Maracaibo, donde de la noche a la mañana brotaron pueblos fabulosos con cinematógrafos, supermercados, dancings, hervideros de putas y garitos, donde el dinero no tenía valor. Hace poco hice un recorrido por ahí y sentí una garra en el estómago. El olor a muerto y a chatarra es más fuerte que el del aceite. Los pueblos están semidesiertos, carcomidos, todos ulcerados por la ruina, las calles enlodadas, las tiendas en escombros. Un antiguo buzo de las empresas se sumerge a diario, armado de una segueta, para cortar trozos de tuberías abandonadas y venderlas como hierro viejo. La gente empieza a hablar de las compañías como quien evoca una fábula dorada. Se vive de un pasado mítico y funambulesco de fortunas derrochadas en un golpe de dados y borracheras de siete días. Entre tanto, los balancines siguen cabeceando y la lluvia de dólares cae en Miradores, el palacio de gobierno, para transformarse en autopistas y demás monstruos de cemento armado. Un setenta por ciento del país vive marginado de todo. En las ciudades prospera una atolondrada clase media con altos sueldos, que se atiborra de objetos inservibles, vive aturdida por la publicidad y profesa la imbecilidad y el mal gusto en forma estridente. Hace poco el gobierno anunció con gran estruendo que había exterminado el analfabetismo. Resultado: en la pasada fiesta electoral, el censo de inscritos arrojó un millón de analfabetos entre los dieciocho y los cincuenta años de edad».


37 Según los datos publicados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Francisco Mieres, El petróleo y la problemática estructural venezolana, Caracas, 1969.

38 Informe del Senado de Estados Unidos; Actas secretas del cártel petrolero, Buenos Aires, 1961, y Harvey O'Connor, El Imperio del petróleo, La Habana, 1961.

39 Paul A. Baran y Paul M. Sweezy, El capital monopolista, México, 1970.

40 Francisco Mieres, op. cit.

41 Michael Tanzer, The Political Economy of International Oil and the Underdeveloped Countries, Boston, 1969.

42 Harvey O'Connor, La crisis mundial del petróleo, Buenos Aires, 1963. Este fenómeno sigue siendo usual en varios países. En Colombia, por ejemplo, donde el petróleo se exporta libremente y sin pagar impuestos, la refinería estatal compra a las compañías extranjeras el petróleo colombiano con un recargo del 37 por 100 sobre el precio internacional, y lo tiene que pagar en dólares (Raúl Alameda Ospina en la revista Esquina, Bogotá, enero de 1968).

43 Jesús Silva Herzog, Historia de la expropiación de las empresas petroleras, México, 1964.

44 Vivían Trías, Imperialismo y petróleo en el Uruguay, Montevideo, 1963. Véase también el discurso del diputado Enrique Erro en el diario de sesiones de la Cámara de Representantes, núm. 1211, tomo 577, Montevideo, 8 de septiembre de 1966.

45 Petrobrás figura en el primer lugar en la lista de las quinientas mayores empresas, publicada por Conjuntura económica, vol. 24, núm. 9, Río de Janeiro, 1970.

46 Declaraciones del ingeniero Márcio Leite Cesarino, en Correio da Manha, Río de Janeiro, 28 de enero de 1967.

47 Correio da Manhá publicó un amplio extracto del documento en su edición del 19 de febrero de 1967.

48 Rene Zavaleta Mercado, Bolivia. El desarrollo de la conciencia nacional, Montevideo, 1967.

49 El senador Long no ahorró ningún adjetivo a la Standard Oil: la llamó criminal, malhechora, facinerosa, asesina doméstica, asesina extranjera, conspiradora internacional, hato de salteadores y ladrones rapaces, conjunto de vándalos y ladrones. Reproducido en la revista Guarania, Buenos Aires, noviembre de 1934.

50 Los ejemplos abundan en la historia, reciente o lejana. Irving Florman, embajador de los Estados Unidos en Bolivia, informaba a Donald Dawson, de la Casa Blanca, el 28 de diciembre de 1950: «Desde que he llegado aquí, he trabajado diligentemente en el proyecto de abrir ampliamente la industria petrolera de Bolivia a la penetración de la empresa privada norteamericana, y ayudar a nuestro programa de defensa nacional en vasta escala». Y también: «Sabía que a usted le interesaría escuchar que la industria petrolera de Bolivia y esta tierra entera están ahora bien abiertas a la libre iniciativa norteamericana. Bolivia es, por lo tanto, el primer país del mundo que ha hecho una desnacionalización, o una nacionalización a la inversa, y yo me siento orgulloso de haber sido capaz de cumplir esta tarea para mi país y la administración». La copia fotostática de esta carta, extraída de la biblioteca de Harry Truman, fue reproducida por NACLA Newsletter, Nueva York, febrero de 1969.

51 Marcelo Quiroga Santa Cruz, interpelación del 11 y 12 de octubre de 1966 en la Cámara de Diputados, en la Revista jurídica, edición extraordinaria, Cochabamba, 1967.


52 Cuando el escándalo estalló, la embajada de los Estados Unidos no guardó un prudente silencio. Uno de sus funcionarios llegó a afirmar que no existía ningún original del contrato de Talara. (Richard N. Goodwin, «El conflicto con la IPC: Carta de Perú», reproducido de The New Yorker por Comercio exterior, México, julio de 1969.)

53 Georgie Anne Geyer, Seized U. S. Oil Firm Made Napalm, en el New York Post, 7 de abril de 1969.

54 Para la redacción de este capítulo, el autor ha utilizado, además de las obras ya citadas de Harvey O'Connor y Francisco Mieres, los libros siguientes: Orlando Araújo, Operación Puerto Rico sobre Venezuela, Caracas, 1967; Federico Brito, Venezuela siglo XX, La Habana, 1967; M. A. Falcon Urbano, Desarrollo e industrialización de Venezuela, Caracas, 1969; Elena Hochman, Héctor Mujica y otros, Venezuela 1°, Caracas, 1963; William Krehm, Democracia y tiranías en el Caribe, Buenos Aires, 1959; los ensayos de D. F. Maza Zavala, Salvador de la Plaza, Pedro Esteban Mejía y Leonardo Montiel Ortega en el volumen citado en la nota 27; Rodolfo Quintero, La cultura del petróleo, Caracas, 1968; Domingo Alberto Rangel, El proceso del capitalismo contemporáneo en Venezuela, Caracas, 1968; Arturo Uslar Pietri, ¿Tiene un porvenir la juventud venezolana?, en Cuadernos Americanos, México, marzo-abril de 1968; y Naciones Unidas-CEPAL, Estudio económico de América latina, 1969, Nueva York-Santiago de Chile, 1970.


55 Time, edición para América Latina, 11 de septiembre de 1953.



"Las venas abiertas de América Latina", Eduardo Galeano
Primera edición en español, México, 1971, Siglo XXI Editores
Vigesimoctava edición, revisada, junio de 1980, (1ª de España)
Decimonovena reimpresión en España, marzo de 2003
Segunda edición en España, revisada y corregida, noviembre de 2003
Segunda reimpresión, Madrid, Siglo XXI de España Editores S.A.