El Adelanto, 9 de mayo de 1936
Hacia el estatuto leonés
No puede ser indiferente a las tres provincias, León, Zamora y Salamanca, limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes, como dice el artículo 11 de la Constitución, el hecho de que en Caspe se hayan reunido los representantes de la región aragonesa, para pedir la concesión del Estatuto, que con los de Cataluña ya en marcha, yascongadas presentado a las Cortes, Valencia en gestión y Galicia en proyecto, desharán el mapa de España dejándonos a los castellanos (en el más ancho sentido de la palabra) en situación de inferioridad, tanto política como económica.
En este momento la sola existencia del Estatuto catalán, ha producido al trigo de Castilla un enormísimo trastorno, causa, en un 40 por 100, de la atonía funesta que se nota en el mercado. Cataluña compraba el trigo en nuestra región, y desde hace cuatro años apenas llega un centenar de vagones anuales a las estaciones de Barcelona, ya que esta plaza, apoyada por el Gobierno de la Generalidad, se provee, en forma que no hace al caso, de primeras materias extranjeras que entran como piensos, y harinas inferiores, para inundar a bajo precio Aragón, la Rioja y Navarra, haciendo una competencia ruinosa a las harinas castellanas.
Los catalanes pueden desempeñar cualquier cargo en las otras regiones de España. Los castellanos, andaluces, etc., es inútil que intenten actuar como Registradores, Notarios, Jueces o Magistrados en Cataluña, pues prácticamente su vida se le hace imposible en aquella región que tiene por lema “Cataluña para los catalanes... y el resto de España también”. Nosotros no podemos ser diputados en el Parlamento catalán, ni pertenecer a su Gobierno, ni influir en su política; pero ellos, no solamente actúan en la política española, sino que se arreglan de manera, que sus votos en las Cortes sean decisivos, y cobran su ayuda en términos que resultan onerosos para la nación.
La multiplicidad de los Estatutos, necesariamente ha de producir un aumento considerable en las dificultades económicas que ya padecen las regiones castellanas, puesto que la única manera de defenderse es acudir al mismo procedimiento, hora es ya que nos preocupemos de nuestro porvenir, y todos unidos hagamos uso del derecho que nos concede la Constitución de la República en su artículo 11 y desarrolla en el 12, acordando la organización en región autónoma, para formar un núcleo político administrativo, dentro del Estado español, recabando para sí, en la medida que se estime más adecuada a nuestras posibilidades, las atribuciones que se determinan en los artículos 15, 16 y 18 del Código fundamental, a cuyo fin se requieren las siguientes condiciones:
a) Que lo proponga la mayoría de sus Ayuntamientos o, cuando menos, aquellos cuyos Municipios comprendan las dos terceras partes del censo electoral de la región.
b) Que lo acepten, por el procedimiento que señala la Ley Electoral, por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el censo de la región.
c) Que lo aprueben las Cortes.
Estas Provincias que formaron el antiguo y glorioso reino de León, están en condiciones magníficas para solicitar el Estatuto y defender sus productos de la codicia industrial de regiones que las consideran como Colonias a explotar. Somos consumidores de la mayor parte de artículos manufacturados. Producimos, trigo en abundancia, piensos, ganado, etc., y con el Estatuto podríamos organizar nuestra economía en términos tales que, a cambio del pescado, conservas de frutas, tejidos en sus distintas manifestaciones, que no se produzcan en Béjar, etcétera, podríamos imponer la adquisición de nuestro trigo sobrante, organizando la región de manera eficaz, para paliar en lo factible el paro forzoso, cuya desaparición total es imposible en terrenos que se cultivan a base de secano, por las épocas en que no cabe la realización útil de faenas agrícolas.
El proyecto de Estatuto no es una utopía. Constituye el grito de alarma que amenaza a la economía de las regiones centrales por la asfixia que les ha de producir el cinturón de regiones autónomas que se van definiendo en la periferia de la nación, y al paso de tal peligro, hay que salir apelando a los hombres de buena voluntad, que independientemente de todo matiz político tengan cariño a la patria chica y sepan, y quieran, defender con entusiasmo lo poco que va quedando del solar castellano, que fue la base de la unidad de España y que tendrá que defender su espíritu glorioso a base de ese arma de desunión, que comenzaron a esgrimir los catalanes y que enloquece a sus vecinos, forzándonos a emplearla por aquello de que: Similia, similibus, curántur.
Quizá a los espíritus superficiales parezca esta propuesta una humorada. No están los tiempos para eso; por el contrario, al Estatuto leonés debemos ir rapidísimamente, convocándose a la mayor brevedad una reunión preparatoria en la que colaboremos todos los que, cerca o lejos, llevamos a Castilla y a sus intereses muy cerca del corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario