La Ilustración financiera. 5 de febrero de 1930, página 12.
Remesa de oro a Inglaterra
En nuestro número anterior recogimos
en una breve noticia un comentario que
apareció en la prensa extranjera respecto
al envío de oro de España a Inglaterra.
La falla de conocimiento que aquí se tuviera con motivo de tales envíos y su finalidad, hizo que acogiéramos aquella noticia
sin comentario alguno.
Con más exactitud, aunque con la misma inexpresión en cuanto a la finalidad
de los envíos dichos, vemos confirmados
tales hechos.
La importante revista El Economista,
dice a tal efecto: El domingo salió de Madrid en camiones militares, por resultar por ese medio
más económico su transporte que en ferrocarril, una remesa de oro del Tesoro,
para ser embarcada en Vigo con destino al
Banco de Inglaterra.
Esa remesa es de un millón de libras esterlinas y es la primera de las cuatro, cada una de igual suma, que se había acordado
enviar a Inglaterra; pero allí se supone
que el cambio de situación política puede
hacer variar tal acuerdo, y que es posible
que no se envíe más oro a aquel país.
Sigue sin darse explicación oficial ni oficiosa de la finalidad de esa operación, pero
lógicamente pensando, debe responder al
propósito de colocarlo en cuenta corriente, con interés, naturalmente, pagadero en
oro, proveyéndose así de cantidades de ese
metal destinadas a la regulación del cambio internacional. Coincidiendo en un todo con el colega,
esperamos que el nuevo Gobierno, en su
propósito expuesto de llevar el país a la
normalidad política, no seguirá guardando
el secreto en que se ha envuelto la operación.
El Sol, 2 de marzo de 1930, página 12.
CONFERENCIAS
"Confianza y crédito"
El vizconde de Eza clausuró el
ciclo de conferencias organizado
por la sección de Cuestiones económicas, financieras y monetarias de la Asociación de Derecho Internacional con una disertación sobre el
tema "Confianza y crédito", desarrollada ante numeroso auditorio
en el salón de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del
País.
En el prólogo de la conferencia,
el vizconde de Eza declaró que sentía cierta violencia al hablar sobre
asuntos en los que tenía que sentar
puntos de vista distintos y aun
opuestos a otros, sin que se le pudiera contradecir, por sor él un
enamorado de los debates parlamentarios, donde cada cual expone
su criterio ante los demás, pero que
como también opina que todos
cuantos se dedican a observar el desarrollo de los fenómenos económicos y forman idea sobre los mismos deben contribuir al estudio de
sus fases, persiguiendo la situación
más conveniente para los intereses
del país, prefiere disertar, resumiendo las conferencias de otros
oradores que le han precedido en la tribuna, a permanecer silencioso, "pues los escépticos, en estos tiempos, deben suicidarse y desaparecer
de la sociedad".
Partiendo de juicios formulados
por la Prensa financiera de Londres, según los cuales España no
carece de medios para regularizar
su situación monetaria, sino de
confianza en los procedimientos
que conviene seguir a dicho efecto,
expuso el trato, a su juicio injusto,
que se ha dado a la posición española ante el problema que afecta a
nuestra moneda. Tradujo varios sueltos de periódicos franceses, cuya característica es el tono cáustico, irónico, del reproche; de otros
ingleses, flemáticos y doctrinarios,
y, por último, de alemanes, francamente burlescos, para deducir de unos y otros que se pretende mediatizar nuestra soberanía en ese
terreno, llevándonos por derroteros
convenientes a otros intereses, o al
menos tratando de infiltrarnos teorías consideradas como panaceas
que no son de aplicación a nuestro caso y que a veces incluso fracasan allí donde han sido ya puestas en práctica.
Califica de bochornoso el hecho
de que se tratara de acreditar, mediante la apelación a técnicos extranjeros, la situación de solvencia
financiera de nuestro país, y hace
notar que el "Berliner Tageblatt"
ya recogió en sus columnas el efecto devastador que en la Cotización
de la moneda española produjo el
anuncio del jefe de la Dictadura
de que pensaba estar unos cuantos
años más en el Poder.
Después leyó afirmaciones publicadas recientemente en diversas
revistas financieras, concretando
casos de despilfarro, como el del
Patronato Nacional del Turismo, y
noticias de la Prensa extranjera
aludiendo al envío de oro a Londres, sin que el contribuyente
—que tiene derecho a que se le diga—sepa el concepto en que se hayan efectuado tales remesas.
Advierte que la mejoría recaudatoria de que se jactaba la Dictadura tiene su verdadero origen
en la reforma tributaria de 1920-22, hecha por el partido conservador; que la reacción satisfactoria
que la peseta acusaba desde 1902
se debió a la contención de la inflación monetaria, a la repatriación de capitales españoles procedentes de las colonias, a la coyuntura favorable que en el Extranjero se produjo y a la inmigración
de capitales de otros países, que
iban viniendo al nuestro al notar
cómo se fomentaba aquí un persistente progreso material, y que, si
bien en 1926-27 se llevó a cabo otra
afluencia de disponibilidades extranjeras, la circunstancia de no
haberse afincado en España y de
haberse retirado últimamente demuestra que no tenía ese dinero
confianza en el alza de la peseta,
es decir, en un porvenir económico
que lo remunerara convenientemente, y ello—dice el Vizconde—
fue porque la actuación de la Dictadura defraudó a los aportadores
de aquella masa monetaria, como
defraudó por último a todas las
clases económicas del interior.
Alude a la posición del Banco de
España en el problema de los cambios y la defiende, recordando que
ha sido discreta y que en ocasiones hasta se ha extremado su carácter de Banco nacional, como
cuando se creó el Banco Exterior,
contra el parecer de aquél, no obstante lo cual se le obligó a contribuir a la formación del capital del
nuevo establecimiento.
Con referencia a la intervención
en el cambio para defender la peseta, la califica de desdichada; critica severamente el que todavía no
se haya podido saber cuánto costó
ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según decía una nota oficiosa, y la extraña
lamentación de que el Comité de
Cambios no dispusiera de todas las
reservas oro del Banco de España
para su labor, cuando en realidad
actuó, indebidamente, en forma de
organismo bancario, sin la garantía de competencia que a tal clase de institutos hay que exigir para la natural confianza en su obra.
A pesar de sentir gran simpatía
por Francia, se muestra el conferenciante enemigo de la "moda que ha venido de París", según la cual debemos estabilizar. Asegura que allí, después de hacerlo a 124 francos por libra, se ha determinado una inflación excesiva, que ha elevado extraordinariamente los precios y ha producido ya tal perturbación que se estudia ahora la manera de introducir modificaciones
en ese régimen monetario.
Se muestra conforme con las conclusiones del dictamen de la Comisión para el estudio del patrón oro y dice que conviene vulgarizarlas en forma que lleguen a todas las capas sociales para hacer intervenir a todo el país en
cuestiones tan vitales como estas de que se trata, ya que una de las más inmediatas manifestaciones del
problema es siempre la cuestión de los precios.
Trata de la balanza de pagos, y
se muestra avergonzado de que sea
España una excepción dentro de la Sociedad de las Naciones para el
estudio de ese interesante aspecto,
por falta de estadísticas, y dice que
la sección económica de la Asociación de Derecho Internacional esta
laborando, con enorme sacrificio,
para subsanar semejante deficiencia. Y recuerda que ya él mismo,
en 1916, hizo una valuación de la riqueza de España, que de 75.000 a 85.000 millones de pesetas ha id'
creciendo después de la guerra en términos considerables.
Dice que como el volumen del
presupuesto actual no excede de la proporción que debe exigirse entre
ese factor y la renta nacional (10 a 12 por 100), no hay ninguna causa de alarma que aconseje acudir
a medios distintos de los propios
españoles para resolver el problema, contra lo que propone el señor
Thery en el "Economiste Européen"
(la atracción de capitales extranjeros), y repite que no hay por que tampoco pensar en que la peseta
pierda nada de su valor, vista la
verdadera potencialidad económica
del país, que ofrece amplío campo
de desenvolvimiento para el futuro.
Y terminó su interesante conferencia recomendando que de ahora en adelante todo español hable menos y trabaje más, porque los dos elementos de la riqueza positiva son siembre "trabajo y capital".
El vizconde de Eza fue muy
aplaudido y felicitado.
El secretario de la Económica
Matritense, Sr. Prieto Pazos, hizo
notar a los concurrentes que se hallaba entre ellos el rector de la Universidad de Coimbra, doctor Costa
Lobo, y le rindió un expresivo homenaje de afecto, saludándole en
portugués. El ilustre profesor lusitano fue objeto de muy cariñosos
aplausos por parte de todos los circunstantes.
La Ilustración financiera. 12 de marzo de 1930, página 2.
Confianza y crédito
otra coincidencia
La desorientación que durante los años de la Dictadura existía con relación a los problemas financieros de
España; aquel tejer y destejer del gobierno dictatorial y
las opiniones contradictorias que de vez en vez se dejaban oír en la prensa, parece haber sufrido una importante reacción que se traduce en una uniformidad de criterio
respecto a las causas y orígenes de los problemas, así
como en el juicio sobre los remedios a emplear.
Hombres de ideologías tan opuestas y que enjuician sus actos desde puntos distintos de la actividad social, se les ve coincidentes, a través del modo personal
de expresión, en tales criterios y juicios
Así, la saliente figura bancaria del marqués de Cortina, la personalidad hacendista del Sr. Riu, la competencia técnico mercantil del Sr. Sacristán, la suficiencia letrada y sagacidad política del Sr. Bergamín, todos son
en apreciar las mismas causas de nuestra crisis monetaria en la falta de crédito público, por efecto de la pasada
situación política, y el egoísmo del exterior aprovechando esta circunstancia para hacernos víctima de su especulación.
Esta unanimidad de criterio, en la que comprendemos
al actual ministro de Hacienda, constituye, a nuestro
juicio, el síntoma más favorable en el camino de las soluciones; de una parte porque ello asegura la posesión de
la verdad en los hechos que se han de combatir, y de
otra, afianza el éxito en la aplicación de los procedimientos por la cooperación que han de prestar, no sólo cuantos
de un mismo modo opinan, sino todos aquellos que, faltos de estas ideas, o influenciados por esta repetición de
juicios iguales, han de formar legión tras los que primero
se han significado.
Y ya en este orden de lo que pudiéramos llamar la
legión de los reconstructores del crédito público, seríamos injustos si no pusiéramos a la cabeza de ella a los
señores que formaron la Comisión del Patrón oro, que en
la época más difícil, por las presiones que pesaban sobre
las ideas y sus manifestaciones, supieron dar la nota de serenidad y cordura que faltaba al elemento gobernante,
sentando así las bases que han permitido llegar a esta
unánime manifestación actual.
En nuestro propósito de ir recogiendo en estas columnas la exteriorización de cuantos juicios convergen en las
mismas apreciaciones, no ya por el hecho de la coincidencia con los nuestros, que repetidamente hemos declarado,
sino por estimar que prestamos un servicio al país contribuyendo, en la medida de nuestra modestia, a mostrarle
el verdadero camino para hallar el remedio de nuestras
actuales desdichas, hemos de referirnos hoy a la más reciente exposición hecha por un ponderado político conservador muy versado en cuestiones económicas, y especialmente de aquellos relacionados con la producción del
suelo.
Nos referimos al señor vizconde de Eza y a su conferencia sobre el tema "Confianza y crédito".
De su contenido poco o nada deberíamos decir, una
vez que hemos ya expuesto el sentir del conferenciante de
conformidad con aquellas otras personalidades a que aludimos.
Sin embargo, aun en la repetición siempre se halla
alguna novedad, siquiera sea la forma de expresión o el
mayor número de antecedentes probatorios en un determinado extremo.
En la conferencia del señor vizconde de Eza hubo de
destacarse a este efecto la lectura que hizo de diversas
publicaciones francesas, inglesas y alemanas, reveladoras, a través de la forma peculiar de expresión de cada
nación, de un propósito decidido de obligar a España
a ir con su estabilización a aumentar el caudal, que se
cree inagotable, de la especulación del capital internacional.
Entre esta exposición de juicios de la prensa extranjera, merece citarse, por el valor que le da su origen, el
señalamiento que dicha prensa hace de los casos de despilfarro del Patronato Nacional de Turismo.
¿Qué testigo de mayor excepción puede invocarse que
esta misma prensa, que ha explotado tal despilfarro?
Esta acusación a posteriori, ¿no parece un caso de
conciencia? Igual apreciación podría hacerse de esotras
alusiones de la misma prensa al envío de oro a Londres
sin que el contribuyente sepa el concepto en que se ha
efectuado.
Esta exposición del juicio exterior y sus comentarios
sobre el mismo fue, a nuestro juicio, lo más saliente de la
conferencia, por el carácter de mayor novedad en orden
a los demás extremos tratados.
Muy brillante fue la crítica que hiciera de la intervención en el cambio, atacándola serenamente por desconocerse aún cuánto costó ni dónde están las pesetas compradas y puestas a rédito, según se declaró en nota oficiosa, así como la extraña lamentación de que el Comité de
los Cambios no dispusiera de todas las reservas oro del Banco de España para su labor.
No fue de extrañar, por tanto, dadas las orientaciones
mantenidas en toda la conferencia, la manifestación de
conformidad con las conclusiones del dictamen para el
estudio del patrón oro, de las cuales dijo que convenía
vulgarizarlas en forma que llegasen a todas las capas sociales, para hacer intervenir a todo el país en cuestiones
tan vitales como las que trata.
Al término de la conferencia el señor vizconde de Eza
dio una nota de pesimismo al tratar de la balanza de pagos, por manifestar que se mostraba avergonzado de que
fuera España una excepción, dentro de la Sociedad de las
Naciones, para el estudio de este interesante aspecto, por
falta de estadísticas, si bien anunció que la Sección de
Economía de la Asociación de Derecho Internacional estaba laborando, con enorme sacrificio, para subsanar tal
deficiencia.
Una sola tacha hemos de poner a la oración que comentamos, y es que al terminar de hablar el señor vizconde recomendase a todos los españoles que hablasen
menos y trabajasen más. Sólo faltaba que, como el ex
dictador, hubiera aconsejado comer menos.
El Liberal, 19 de agosto de 1930, página 5.
EN EL PROBLEMA DEL CAMBIO
UN SISTEMA CATASTRÓFICO
Escribimos este artículo un poco alarmados, porque el intento de prohibir las dobles, el aumento del tipo de interés para las pignoraciones en pesetas plata y su disminución para las pignoraciones en pesetas oro, no eran
medidas aisladas e incongruentes, sino las manifestaciones de un sistema cuya existencia nos ha descubierto una comunicación de Hacienda.
Nosotros sabíamos, como sabe todo el mundo, que el problema del cambio ha de resolverse mediante una serie de medidas debidamente sistematizadas. Lo que ignorábamos nosotros, y no podía sospechar nadie, es que las tres medidas citadas formaran parte de una sistematización conducente a
mejorar el valor exterior de la peseta.
Si en esas medidas hay ilación y
congruencia, nos permitimos llamar la atención de quien corresponda, porque el sistema descubierto ES EL INFALIBLE PARA ARRUINAR EL VALOR DE LA PESETA.
Si lo que se desea es que nuestra peseta siga el
camino del marco alemán o de la corona austriaca, lo que debe hacerse es
convertir en sistema las tres medidas citadas. Y como esto no quiere hacerse y si se está haciendo es inconscientemente, llamamos la atención sobre
ello para que quien tiene la máxima responsabilidad vea si no se impone una
inmediata rectificación.
Estos problemas monetarios resultan en algunos casos de difícil comprensión, porque en su manifestación práctica y debido principalmente a la relación internacional, se usa un léxico muchas veces totalmente bárbaro e
incomprensible. Los especialistas hacen de ese léxico un objeto de culto y lo
cultivan como los sacerdotes egipcios cultivaban el rito misterioso.
Ahora
hemos descubierto que en el fondo de todo aquel misterio no había más problema que el de la propiedad de la tierra. Las dobles, el report, el deport los
gold-points. El cierto, el incierto y otra colección de palabritas por el estilo
convierten el cambio en un fetiche indio. Cuando un profano invade el coto
técnico. el iniciado lo recibe con esa balística de su léxico, y el profano ha de reconocer que eso del cambio es una cosa incomprensible.
En realidad es
lo más fácil del mundo si habláramos todos en cristiano.
Un sistema es un conjunto de medidas o actos con una interdependencia
y un fin común. Un sistema para mejorar el valor de la peseta es por consiguiente la serie de medidas que el conocimiento científico permite considerar conducentes a la mejora del cambio. Cuando se toman medidas sin
saber si influyen o no en el cambio, no se puede decir que se está actuando
sistemáticamente, o sea, en los límites de un sistema, y para que se compruebe lo que es el sistema que se está aplicando, basta leer la parte dispositiva de la real orden de 24 del pasado, en la que se ha escrito textualmente: ‘'Liquidarlas (las dobles) determinará una ventaja, que influya o no
en el curso de los cambios", de suerte que una medida de la trascendencia
de la modificación del tipo de interés, de la pignoración de los bonos oro y
del empleo del oro de la Tesorería, se ha tomado en un sistema para mejorar el cambio, sin saber si influirá o no en el curso de loa cambios.
Si el
sistema consiste en medidas de esa naturaleza y que se toman con ese conocimiento, el sistema sólo puede conducirnos al desastre.
Veamos lo de la doble. Ya hemos dicho y repetimos que se harán todas
las dobles que se quieran y no habrá quien pueda impedirlo, porque no habrá
quien pueda concretar cuándo existe o no existe el contrato de doble.
La
doble, como toda operación mercantil, se hará siempre que al hacerla se
haga un buen negocio. Toda persona versada en estudios económicos sabe
que el contrabando es el hermano natural de la Aduana. Intentar prohibir
la doble y al mismo tiempo aumentar el beneficio del que la haga, es una
pura incongruencia, y esto es lo que se ha hecho.
Con una moneda estable, la doble es la operación que mantiene el equilibrio en el precio internacional del dinero, tenida cuenta del riesgo del crédito en relación con el país deudor.
El interés entre dos países con situación
social, política y monetaria igualmente estable, el interés del dinero es el
mismo, y cuando sufre un desplazamiento, lo compensa y nivela la cuenta
corriente, mediante el crédito directo o mediante dos cuentas corrientes, que
esto y nada más es la operación de doble.
Cuando en un país tiene la moneda un valor fijo, pero la situación política o social es inestable, el interés
se desplaza y no se nivela por el riesgo que significa la situación de fondos
en ese país En este momento es cuando se produce la remesa oro, o sea,
cuando la ausencia del crédito obliga al pago efectivo. Cuando en un país tiene la moneda un valor variable y por consiguiente un carácter puramente
crediticio, por la prohibición del envío de oro, la doble tiene dos manifestaciones: la primera evitar la operación de cambio, y la segunda, disponer de capitales en pesetas, ya que la peseta es un valor variable, para especular contra la peseta.
Se mejora el cambio actuando directamente sobre el
cambio. haciendo que el que tenga libras las venda y que el que tiene pesetas no las compre; pero no se actúa sobre la doble porque la doble no es
la causa de la desvaloración, sino el efecto de esta desvaloración.
Lo que se está haciendo en este problema parte de un completo olvido
de todos sus factores.
Si la Banca inglesa halla su beneficio con la doble en
España, la doble se hará, a pesar de todas las prohibiciones, y lo que se ha
hecho es aumentar el beneficio de la Banca inglesa, y decimos inglesa, para
singularizar a la Banca extranjera El banquero inglés gana en la doble española la diferencia entre el valor de la libra al contado y el valor de la libra a tres meses, y además el interés que recibe de sus pesetas en España.
Aumentar este interés es aumentar el beneficio del banquero inglés, y este banquero inglés hará la doble a pesar de todas las Juntas o Comités que aquí funcionen. Si un importador abre el crédito directamente en Londres, este importador no necesita autorización alguna, porque en vez de la compra de libras en España hace la doble en Londres y se limitará a poner a disposición del banquero inglés las pesetas equivalentes a las libras que el banquero inglés haya puesto a su disposición.
Lo que se está haciendo en este asunto es sencillamente trazar el camino al comercio español para que en todas sus operaciones con el extranjero prescinda de la Banca privada española, a mayor gloria y beneficio de la Banca inglesa.
Para comprobar el carácter suicida de la actual actuación basta recordar como se desvaloró el marco. El marco se desvaloró haciendo exactamente lo que se está haciendo ahora en España con la peseta. El público alemán, ante las restricciones oficiales, prescindió de la Banca alemana y trabajó directamente con las Bancas suiza y holandesa. Lo que prohibían las leyes alemanas, se hacía cómodamente en Suiza y Holanda. Y todos los profesionales recuerdan unos telegramas que se mandaban en serie ofreciendo la operación en doble en marcos desde Holanda y desde Suiza y pagando por los marcos un interés de 40 por 100 anual. Los ilusos que facilitaban sus marcos ante el aliciente de ese interés, ignoraban que se pagaba el interés para poder efectuar las ventas de marcos contado, que llevaron el valor del marco a cero.
Aumentar en España el tipo de interés es aumentar el beneficio del banquero extranjero, es darle un medio para que cautive al capital español y para que este capital sea inconscientemente la causa de su propia ruina. El tipo de interés se aumenta cuando se sistematiza una revaloración y la cotización desciende por sí sola; pero no se aumenta cuando la cotización hace lo contrario.
Toda ordenación de un sistema monetario ha de constituir un conjunto orgánico en el que el tipo de interés sea el índice de la situación del mercado. En los Estados Unidos, en el momento de la inflación bursátil, el dinero exigible a la vista, el destinado a los préstamos, a los agentes de Bolsa, se pagó hasta el 20 por 100 anual, cuando los descuentos no pagaban el 7 por 100.
Es un postulado económico que la moneda abundante cobra menos que la limitada. En eso que aquí denominamos sistema estamos haciendo justamente lo contrario. El título del Estado que cobra el 5 por 100, pagará por la pignoración más de lo que cobra por interés. El título del Estado que cobra el 6 por 100, pagará por la pignoración menos de lo que cobra por interés. La moneda plata, la abundante, según tenemos demostrado, cobrará por descuentos 6 por 100. La moneda escasa, la peseta oro, cobrará por pignoración 6 y medio por 100. Los 20.000 millones que han suscrito todos los españoles pagarán más. Los 300 millones, de los que, según se dijo en notas oficiales, el 50 por 100 fue suscrito por extranjeros, pagarán menos. Y todo eso no se hace para mejorar el cambio, sino que se hace sin saber si influirá o no influirá en el curso de los cambios. ¿Por qué se hace?
La Libertad, 3 de octubre de 1930, página 5.
La depreciación de la
peseta y el envío de oro
al Extranjero
Londres, 2.—Comentando de nuevo la baja de la peseta, el «Financial News» insiste en considerar necesaria la exportación de
grandes sumas en oro por parte
de las autoridades españolas para
impedir la depreciación de su divisa
nacional, añadiendo que simultáneamente debe llevarse a la práctica el programa de estabilización.
El expresado diario termina diciendo que aun en el caso de que
este oro no fuese en realidad vendido al Extranjero, sino simplemente depositado en Bancos centrales del mismo, esto produciría.
a su juicio, un efecto favorable
en el mercado de cambios.
La Libertad, 25 de octubre de 1930, página 3.
EL PROBLEMA DE LOS CAMBIOS
Ha regresado la Comisión
del Banco de España
En el sudexpreso de París llegó
ayer a Madrid la Comisión financiera del Banco de España y del
ministerio de Hacienda, que se ha
entrevistado en París y en Londres con diversos elementos financieros y bancarios.
Esperaban en la estación algunos familiares de los señores que constituyen la Comisión, que, como se sabe, ha estado formada por los Sres. Bas, Aritio y Rodríguez Pastor, por el Banco de España, y Flores de Lemus, en calidad de experto, por el ministerio de Hacienda. También se encontraba en la estación el Sr. Montalvo, subgobernador del Banco de España.
Ninguno quiso hacer declaración alguna, y únicamente el Sr. Bas dijo a los periodistas que iría al Banco de España, a las doce, para presidir un Consejo.
Consejo en el Banco de España
Declaraciones del Sr. Bas
A las doce se reunió el Consejo del Banco de España, bajo la presidencia del Sr. Bas, asistiendo, entre otros consejeros, los señores Aritio, Pastor, Gamazo, Rolland, Sáinz (D. José), González Pintado, etc. A la una y media terminó la reunión, y el gobernador del Banco recibió a los periodistas, que le felicitaron por la excelente impresión que ha recogido la Comisión en sus entrevistas con la Banca nacional de distintos países.
—Así es, en efecto—confirmó el Sr. Bas—. No hemos podido encontrar mejor dispuestos a todos ni recoger más muestras de adhesión que las que nos han prodigado. Y conste que no hemos ido a pedir nada ni a contratar nada, sino únicamente a hablar.
—¿A quiénes han visto ustedes? preguntó un periodista.
—A los representantes de los Bancos nacionales de Francia y de Inglaterra y del Banco Internacional de Pagos.
—¿Nada más?
—También nos han visitado otros representantes de la gran Banca, que han mostrado la misma disposición bacía nosotros que sus Bancos nacionales. Y es que es tan grande la compenetración entre unos y otros, que la orientación que marque la Banca nacional es seguida sin titubeos por la Banca privada.
—¿Han visitado el Middland Bank?
—No hemos tenido tiempo.
A preguntas de si se habla llegado a algún acuerdo concreto, respondió que la Comisión no había ido a firmar acuerdos. Finalmente, negó en absoluto que se haya establecido ningún compromiso que suponga el envío de oro como garantía prendaria, y se negó a hacer ninguna declaración que indique siquiera la más pequeña orientación respecto a la política que va a seguirse, aunque en este aspecto—añadió—"soy francamente optimista".
El Consejo del Banco estuvo dedicado a escuchar a los comisionados, y parece que se tomó el acuerdo da reiterar al Gobierno el apoyo decidido de la primera entidad de crédito para resolver el problema del cambio.
En los centros bursátiles del Extranjero se sigue cotizando la peseta en alza, habiendo llegado a 45 pesetas la libra en Londres.
¿Ha salido oro para Londres?
Contrastando con la negación rotunda del Sr. Bas de que no hay compromiso alguno firmado para enviar oro al Extranjero en garantía prendaria, leemos en una
revista financiera que esta semana
sale la primera remesa de oro para Londres. Y agrega: "En presencia ya de una primera remesa de oro, en barras, del
Tesoro por unos 26 millones de pesetas, remanente aproximado de la existencia en el balance del Banco de España, no podemos por menos que llamar nuevamente la atención del ministro de Hacienda, señor Wais, con el consabido "quo
vadis"?, que tanto se parece a su
apellido."
Declaraciones del Sr. Flores de Lemus
El Sr. Flores de Lemus, que ha
acompañado a la Comisión del
Banco de España en calidad de
experto, ha recibido a uno de
nuestros redactores, al que ha hecho interesantes manifestaciones sobre la labor de la comisión y
sobre las posibilidades de la peseta para el futuro.
Confirma el Sr. Flores de Lemus la excelente acogida que han
tenido los financieros españoles por parte de todas las autoridades bancarias visitadas. Todas
han manifestado que para cuanto
signifique normalización del cambio español, sin meterse en el tipo a que se haga esa normalización, ya que eso es cuestión exclusiva del Gobierno estudiar ese
tipo y fijarle, puede España contar con la ayuda moral y material de las poderosas entidades nacionales e internacionales visitadas, ya que la aspiración de todos y el beneficio de todos es negociar con países estables, política y financieramente considerados.
Desmintió la especie de que se
baya contratado nada ni se haya
pedido nada, y menos con el Banco de Inglaterra, cuya visita por
los Sres. Bas, Aritio y Pastor—el Sr. Flores de Lemus se quedó en
París—fue puramente de cortesía.
Ahora bien: para el caso hipotético de que fuera necesario alguna
vez utilizar algunos créditos, la
Comisión española escuchó juicios
halagüeños respecto a la seriedad
de España para el cumplimiento
de los compromisos, ya que está
conceptuada en el Extranjero como uno de los países que mejor
pagan.
Una prueba evidente de que nada se ha pedido a nadie está en la rectificación de conducta de la
Prensa francesa, que si bien acogió un poco recelosamente a la
Comisión, no tardó en comprender la verdadera finalidad de ella.
En opinión del Sr. Flores de Lemus, no es necesario ningún crédito ni ningún auxilio material
del Extranjero para que la peseta
recobre su verdadero nivel de
cambio, "porque sería estúpido pedir lo que ya tenemos". Tampoco
es de opinión que deban deshacerse de un golpe las dobles de moneda, porque supondría una inflación grande que vendría a agravar la situación del mercado, sin
contar con que las dobles esas son
muy poco costosas, ya que en el
Extranjero está el dinero muy barato y se dobla con facilidad.
Cuando estemos más despejados podrán retirarse esas dobles, si se
quiere.
Se muestra optimista — quizá más optimista que ninguno— respecto al porvenir de la peseta; pero no es problema que pueda resolverse por ensalmo. La situación actual la estima muy semejante, salvando las diferencias naturales de estructura económica de una época y otra, a la de Villaverde, y ahora, como en aquella ocasión, cree que hemos llagado al punto más bajo de la
curva de crisis, debiendo ya remontarse los factores económicos.
Claro es que a condición de que
los Gobiernos conserven un mínimum de prudencia en los gastos y se pueda tener en todo momento el control de la inflación. En
estas condiciones, la estabilización puede hacerse al tipo que desee el Gobierno y sostenerse el
cambio indefinidamente.
Preguntado cuál serla, en su
opinión, el nivel del cambio al
que se equilibran los pagos y los ingresos de la balanza económica
y, por consiguiente, el punto alrededor del cual podría girar una
estabilización en este momento,
dijo que lo tenía calculado con
bastante aproximación; pero no
era discreto hacerlo público. «Desde luego—añadió—, la libra estos
días se dirige rápidamente hacia
ese punto.»
Desechó también la
hipótesis de que las Sociedades
petrolíferas hayan desplegado esos planes maquiavélicos que les han
atribuido, y cree que el alza de
los días últimos se debe exclusivamente al enrarecimiento del
mercado, pues en el pánico de
Agosto todo dependió de 60.000 libras, cantidad ínfima si se tiene
en cuenta que diariamente se negocian en épocas normales unas
160.000.
En aquella época el envío
de un millón de libras en oro a
Inglaterra hubiera abortado el
pánico y seguramente no hubiera
dado lugar a la situación actual.
El motivo de la suspensión del
marqués de Cabra
En «El Financiero» se ha publicado una información sobre los
motivos en que se ha fundado la
suspensión del subgobernador del
Banco, señor marqués de Cabra.
He aquí algunos de los párrafos
de la aludida Información:
«Por ausencia del gobernador
del Banco visitó el subgobernador
primero, señor marqués de Cabra,
al ministro de Hacienda, señor
Wais, el miércoles 15 del corriente, entregándole el ministro al
subgobernador notas de cuatro telegramas para que hiciera el favor de ponerlos».
Estos telegramas se limitaban a pedir precios de fletes y seguro para el transporte de oro.
De regreso en el Banco el señor
Belda debió de darse cuenta de
que había manifiesto error de expresión, puesto que la salida de oro amonedado está prohibida de
real orden, según creemos, canjeándolo por barras el Banco, caso de exportar oro el Tesoro, y que el oro debía de referirse al
Tesoro, puesto que no babía
acuerdo del Banco en tal sentido, interpretando, naturalmente,
que debió de ser una omisión involuntaria del Sr. Wais, ya que otra cosa no podía en modo alguno pensarse.
Así, pues, se pusieron dos telegramas a una de las dos plazas,
pidiendo flete y seguro, según creemos, «para exportar oro en
barras del Tesoro».
Los otros dos telegramas, dirigidos también a otra plaza extranjera, los retuvo en su poder el
Sr. Belda para dar cuenta al Consejo del Banco en su primera reunión, como prescribe el artículo 130 del reglamento, en razón
a que, de haber puesto aquellos
dos telegramas, se habría perjudicado o inutilizado por completo
una negociación secreta que llevaba el Banco en servicio nacional, estando dirigido uno de los telegramas, precisamente, a la «entidad negociadora.»
La Época, 30 de octubre de 1930, página 1.
LA CUESTIÓN DE LOS CAMBIOS
Manifestaciones del señor Wais
Los redactores financieros de la Prensa diaria visitaron anoche, al ministro de Hacienda para obtener impresiones relativas al favorable curso que
lleva el cambio de la peseta.
El señor Wais se mostraba satisfecho de la reacción experimentada por nuestra moneda, y a preguntas de los periodistas confirmó la noticia de que el
Consejo del Banco de España se habla reunido para
tratar del punto concreto do su decidida cooperación en la política monetaria acordada por el Gobierno y que ahora entra en una fase de inmediata actividad preestabilizadora.
«Desde luego—dijo el señor Wais—, la resolución del Consejo, en el sentido
que indicaba la correspondiente moción, fue adoptada por absoluta unanimidad».
Habló luego el ministro de las dobles pendientes,
y declaró que no se trata de cancelarlas en seguida,
sino de proceder con ellas según aconsejan las circunstancias del cambio, en cuanto a su liquidación
o renovación, hizo notar que ya en Londres, no
mostraba el mercado deseos de seguir doblando, en
vista de la reacción de nuestra moneda, y que sólo
se cedían las libras al contado.
Con respecto al rumor que circuló de la supuesta
posibilidad de que se concertaran créditos en el extranjero para desarrollar las operaciones previas de
la estabilización, expresó el señor Wais su convencimiento de que, examinada serenamente la situación, no era preciso recurrir a esa clase de operaciones, porque España cuenta con las disponibilidades necesarias para actuar en aquel sentido, con
elementos propios.
También hizo notar el ministro la circunstancia
de que España fuera una de las últimas naciones
europeas que hubiesen resuelto estabilizar su moneda, y aseguró que el Gobierno está firmemente
convencido de que, salvo acontecimientos imprevistos, en esa política está la solución más conveniente para los intereses económicos del país.
Los periodistas preguntaron al ministro por la
preparación de los presupuestos. El señor Wais declaró que se está trabajando sobre ello, pues no
puede pensarse en estabilizar sin tener un presupuesto sinceramente equilibrado; pero que, como
tanto en los ingresos como en los gastos, han de establecerse modificaciones de trascendencia, de momento se prorrogará el presupuesto actual, con objeto de que sean las Cortes las que con plena autoridad discutan, varíen y aprueben el proyecto correspondiente.
Por último, el señor Wais expresó su satisfacción
por la mejoría experimentada en el ambiente político, factor que ha contribuido de manera ostensible
a la reacción de la peseta en el mercado Internacional, pues una de las causas de la depresión anterior fue la creencia que existía en el extranjero
de que España pasaba por un periodo de iniciación revolucionaria.
El señor Wais, que se mostraba muy esperanzado
en el buen éxito de la labor emprendida en el terreno monetario, se despidió de los periodistas con su habitual amabilidad, confiando en que la opinión
pública prestará todo el calor necesario a esta obra
de indudable interés nacional.
Un comentario de "L'Information"
París 29.—«L'Information», al dar cuenta de la
marcha del cambio de la peseta, añade hoy los siguientes juicios: «Las compras en divisas españolas por cuenta de suizos, holandeses, franceses y alemanes, y las realizaciones de moneda extranjera
por cuenta española han producido esta reacción.
Además, se espera que el primer envío de oro español a Londres se realice uno de estos días. Se
considera que este metal, con el cual sin duda no
se operará inmediatamente, sino que será depositado en el Banco de Inglaterra, ha sido expedido
con el fin de asegurar la preestabilización de la peseta.
El montante de este primer envío se evalúa
en un millón de libras.
El Siglo futuro. 30 de octubre de 1930, página 2.
La cuestión de los cambios
REUNIÓN DEL CONSEJO DEL BANCO
A mediodía de ayer recibió el presidente del Consejo a don Federico Carlos Bas, gobernador del Banco de España. Sostuvieron detenida conferencia.
El señor Bas, al salir del despacho oficial del jefe del Gobierno, manifestó:
—Ayer se reunió el Consejo extraordinario del Banco de España, y puedo afirmar, con satisfacción, que las corrientes de ayuda al Gobierno en el desarrollo de su plan financiero se acentúan. El Banco de España colaborará seguramente en las fórmulas que el Gobierno juzgue convenientes para el problema de los cambios.
MANIFESTACIONES DEL SEÑOR WAIS
Al saberse que el Banco de España se había reunido en Consejo extraordinario, los periodistas solicitaron una entrevista con d ministro de Hacienda, para conocer los acuerdos que se hubiesen adoptado.
El señor Wais los recibió, y confirmó la celebración de ese Consejo extraordinario, en el que se trató el punto concreto de la cooperación decidida del Banco a la política monetaria del Gobierno en toda su amplitud. Esta política entra ahora indudablemente en una fase de actividad inmediata.
En cuanto a las dobles existentes en el extranjero, el ministro expuso su opinión de que hay que mantener un criterio oportunista respecto a su liquidación o renovación, según aconseje la marcha del cambio y las circunstancias de cada momento, y a este respecto hizo notar que en Londres no están los Bancos propicios a renovar dichas operaciones, en vista de la reacción favorable experimentada por la peseta, y la posibilidad, ante los hechos, de que esta tendencia favorable se acentúe.
Recordó también el señor Wais, refiriéndose a los rumores que circularon anteriormente sobre la posibilidad de apertura de créditos en el extranjero, que era innecesaria esta clase de operaciones, toda vez que se dispone de medios suficientes para dominar el problema del cambio sin recurrir a la ayuda crediticia extranjera.
A preguntas relacionadas con los presupuestos, el ministro contestó que se ocupa activamente de preparar el proyecto presupuestario, que también ha de tener verdadera influencia en el problema del cambio, ya que no es posible estabilizar la moneda sin contar con un presupuesto equilibrado.
De todos modos, como los ingresos y los gastos habrán de experimentar modificaciones importantes, el señor Wais y d Gobierno estiman que es éste un asunto de trascendencia al que de ninguna manera puede darse solución sin que en ella intervengan las Cortes.
Terminó el señor Wais su conversación con los periodistas diciendo que la mejora experimentada, por la moneda se debe, en gran parte, a la tendencia favorable que acusa el estado político social del país, aspecto que le satisfacía y le estimulaba a pensar en que el curso preparatorio de la estabilización ofrecería a cada momento una probabilidad mejor de consolidación efectiva.
El ministro hizo notar, por último, la circunstancia de que España sea una de las últimas naciones de Europa que haya pensado en estabilizar su moneda, y que el Gobierno tiene la firme convicción de que si no sobrevienen acontecimientos imprevistos, en esa política está la solución que más conviene a los intereses económicos del país.
UNA INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
PARÍS, 30. — "L'Information" de anoche dice que ha favorecido el alza de la peseta la compra de las divisas españolas por cuenta de Suiza, Holanda, Alemania y Francia, y la realización de moneda extranjera por cuenta de España.
"Por otra parte — añade—, se espera que el primer envío de oro español a Londres sobrevenga uno de estos próximos días. Se considera que este metal, que sin duda no será inmediatamente realizado, sino simplemente depositado en el Banco de Inglaterra, ha sido expedido con la finalidad de asegurar la preestabilización de la peseta. El montante de este primer envío se ha valuado en un millón de libras."
El Sol, 11 de noviembre de 1930, página 1.
ASPECTOS Y PUNTUALIZACIONES
En torno al problema monetario
La confianza en que se va seriamente a la estabilización de hecho
de la peseta mantiene favorable la
tendencia del cambio. Ayer quedó
la libra a 42,50.
Se sabe que la semana pasada
se envió a Londres oro perteneciente al Tesoro por valor de un
millón de libras. El Banco de España, por su parte, está dispuesto
a hacer los envíos que las circunstancias reclamen, dentro de los
términos de la base séptima de la
ley de Ordenación bancaria, y el
primero lo hará próximamente.
Estos envíos, junto con la moneda
extranjera tomada por el Banco al
Centro de Contratación, y que importa más de tres millones de libras, permiten constituir en Londres inmediatamente un fondo de
cinco o seis millones de libras para
sostener la peseta en el punto que
se estime conveniente.
Es claro
que este fondo sería de eficacia
muy limitada si el mercado no estuviese confiado en que, llegado el
caso, se le reforzará en toda la
medida necesaria para asegurar
aquel objeto. Esa confianza existe,
y no es dudoso que será acreditada y justificada por los hechos.
Al mismo tiempo que se hace un envío de oro y se preparan
otros, se anuncia que han salido de
Londres para España algunos millares de libras esterlinas en oro.
Esta operación se relaciona con el
pago de los derechos de Aduanas
en metal amarillo. Una parte de
tales derechos hay que pagarla en
oro efectivo, en virtud de una disposición dictada por el Sr. Arguelles; pero la mayoría de los derechos se pagan, a voluntad del importador, en oro efectivo o en plata, con el recargo correspondiente
a la prima del oro. Para los pagos que se hacen en esta última forma, la Dirección general de Aduanas
aplica mensualmente una prima
uniforme, que es la prima medía
registrada en el mes anterior. Resulta de aquí que siempre que la
peseta está en alza, los importadores prefieren pagar en oro efectivo, porque pueden comprar el metal pagando una prima inferior a
la fijada por el Gobierno para loa
pagos en plata.
Tal es lo que ocurre en estos momentos. La Dirección de Aduanas ha fijado para el
mes de noviembre un recargo de
88,61 por 100; esta prima corresponde al tipo de 47,56 pesetas por
libra esterlina. Mientras se puedan
comprar libras a menos de ese
cambio, los importadores liquidaran ...
... decir, con prima inferior a 70 por
100. Este mes, por consiguiente,
la recaudación de Aduanas se hará
casi totalmente en oro efectivo.
Se recaudarán así unos 30 millones de pesetas oro, que volverán al
punto de partida para engrosar el
fondo de defensa de la peseta. En los momentos actuales, en que la Libra está ofrecida, las compras de libras por los injertadores
tienden, naturalmente, a moderar
el efecto de esa oferta.
Por otra
parte, es de observar que el cobro
de los derechos en oro resta al Tesoro disponibilidades efectivas, a
menos que éste ceda el oro al Banco de España, como hace el Centro
de Contratación con las libras sobrantes. En este caso, las pesetas
que el Tesoro recibe no proceden
de la circulación, como ocurre
cuando cobra en plata; son dinero
nuevo, al igual del que obtienen
los que venden las libras al Banco
de España al través del Centro de
Contratación.
En el último balance del Banco
de España la emisión de billetes
se cifra en 4.761 millones. Desde
fines de septiembre, la circulación
ha crecido en 253 millones. Por el
momento, este movimiento parece
no tener importancia, por lo mismo que la tendencia del cambio es
favorable; pero es preciso tener en
cuenta que el efecto del desarrollo
de la circulación puede, al cabo de
algún tiempo, ejercer presión en
los precios y dificultar la obra de
la estabilización. La alta cifra que
hoy alcanza la emisión fiduciaria
no se mantendrá probablemente;
después de la primera decena de
noviembre suele descender, pasadas las necesidades excepcionales
de medios de pago determinados
por las faenas agrícolas. Pero de
todos modos se debe esperar que
quede un nivel muy superior al del año pasado.
Este fenómeno no puede atribuirse a un desarrollo extraordinario
de la cartera del Banco de España
desde el año último, porque, si es
verdad que los descuentos han aumentado algo, en cambio han disminuido en mayor proporción las pignoraciones de valores Pero deberían haber disminuido más todavía para guardar relación con la
baja del saldo del Tesoro y de
otras partidas pasivas.
La Bolsa
en estos últimos tiempos ha estado más remisa que en otras épocas para absorber papel pignorado. Hay aquí un problema que es
preciso considerar con toda atención. Desde hace unos meses se nota una tendencia a la elevación de
los precios interiores, a pesar de la
fuerte baja de los precios oro en
el mundo. Conviene mucho evitar
que esa tendencia se fortifique; un
alza importante complicaría gravemente el problema.
El primer objetivo de la política monetaria
parécenos que debe ser mantener
la estabilidad del nivel Interior de los precios. Por esto mismo es hoy
tarea delicada la de fijar el tipo
para la estabilización de hecho, a
causa de la incertidumbre que
ofrece el problema de los precios
exteriores. La depresión mundial
parece estar tocando el punto más
bajo; es lo más probable que se
produzca en plazo no lejano una
reacción que eleve más o menos los
precios oro; en este caso, el valor
de la peseta en oro tenderá a subir,
así como bajó por el descenso da
dichos precios. Si se adopta un tipo prematuramente se puede dar
lugar a alteraciones innecesarias
de precios en el Interior. Este problema es ya de suyo harto importante para que se complique con
los inconvenientes y peligros de
una tendencia inflacionísta.
La Voz, 24 de noviembre de 1930, página 4.
En torno a la política monetaria
Declaraciones del ministro de
Hacienda
El periodo preestabílizador
El ministro de Hacienda ha hecho al "A B C" unas declaraciones, de las cuales tomamos lo siguiente:
Refiriéndose al viaje del señorQuesnay, ha dicho:
"El Sr. Quesnay no vino a marcamos ninguna pauta ni mucho
menos a interesar nuestra participación en el Banco que dirige,
del que no podemos formar parte por carecer de moneda que
cumpla las exigencias del patrón
oro.
La pauta la tenía marcada
el Gobierno en su declaración del
mes de julio, y más especialmente en su nota oficiosa de 11 de
septiembre, en la que afirmó su
decisión de llegar por etapas a la
estabilización legal de la peseta,
a base de su revalorización parcial, mediante el establecimiento
del patrón oro a una paridad que
corresponda a las necesidades de
nuestra economía, después de un
período preparatorio que debe
preceder a todo reforma monetaria, encaminado a obtener experimentalmente una fijeza relativa del cambio, o sea una estabilización de hecho precursora de
la legal."
Se refiere después a la política monetaria del Gobierno—regularización de las operaciones de
cambio, situación de fondos en el
exterior y exportación de oro—y
dice que "al primer envió de oro
en barras por la equivalencia de
un millón de libras esterlinas le
seguirá otro por igual cantidad
dentro de pocos días, formando
así una posición que irá aumentándose sin apelar a empréstito
ni a créditos en el exterior, que
serían de momento de todo punto inconvenientes e innecesarios,
ya que, por fortuna, le sobran
recursos al Tesoro, con la mediación e intervención del Banco de
España, para frenar la especulación y desvirtuar el influjo de
causas ajenas al verdadero valor
en cambio de nuestra moneda,
con arreglo al nivel de los precios. Al propio tiempo procuró el
Gobierno, con la elevación del
descuento, una saludable contracción del crédito que atrajese los
capitales en éxodo y evitase toda
inflación dañosa.
Esto es lo que hemos hecho —agrega el ministro—hasta ahora, y en ello insistiremos, con el
buen resultado que está a la
vista."
Alude a la mejoría del cambio
en los siguientes términos:
"Si la ventaja obtenida hasta
ahora algunos la reputan pequeña y circunstancial, al menos me
consuela la idea de que evitamos
el mal que nos amenaza con cambios ruinosos e incoercibles, y
para ello nos bastó, además de lo
dicho, y nos bastará en lo sucesivo, que todos sepan que tenemos
al alcance de la mano y estamos
dispuestos a usar en caso de necesidad los medios conducentes a
defender el valor real de nuestra
moneda, hasta asegurar la convertibilidad de los billetes emitidos por el Banco de España, que
llevan su nombre y su compromiso con el país, ya que para ello
dispone de instrumentos internacionales de pago más que suficientes para el caso en cuanto
dejen de constituir un activo ignorado, inutilizado e inservible.
Los que por ello me presentan como un enemigo del exceso de
nuestras reservas oro y como un desconocedor, con relación al mismo, de los posibles efectos del
desnivel de nuestra balanza de
pagos, podrán tranquilizarse al
apreciar que hasta ahora mi gestión dio por resultado mejorar el
cambio, aumentando al propio
tiempo los haberes oro del Banco
y del Tesoro, y que nuestra balanza será tanto menos desfavorable cuanto más estable nuestra
moneda en un tipo proporcionado
al estímulo de nuestra economía."
En cuanto a la estabilización,
ha manifestado:
"El período preestabílizador en
que nos hallamos ha de servir
para apreciar las reacciones del
cambio en nuestra economía y
para adquirir una reserva importante de divisas, interesando a la
opinión en tan vital problema para que asista con su confianza al
Gobierno, y éste lo aprovechará
para que, con arreglo a sus directrices y por medio del Banco de
España, y éste con el concurso de
una oficina técnica en relación
con los expertos de los ministerios de Hacienda y de Economía,
prepare un programa de conjunto, cuidando de medir y de prevenir las consecuencias sociales,
económicas y financieras de la estabilización, con adaptación de la
política fiscal y económica a la
nueva situación, al mismo tiempo
que se procurará la habilitación
del propio Banco para la función
del servicio público monetario
que le será confiada, y se elaborará, para someterlo también a
las Cortes, un proyecto de presupuesto sinceramente nivelado."
El ministro termina encareciendo las ventajas de una moneda
estable:
"Una moneda estable, permanentemente igual a sí misma, es
hoy, según el común sentir de las
mayores autoridades, una de las
condiciones esenciales de toda vida nacional. Yo no puedo creer
que tengan razón los que opinan
en contra y pretenden que España siga siendo el único gran país
de moneda inestable, aferrada a un sistema bimetalista cojo,
abandonado ya por todos."
La ilustración Ibero-americana, Noviembre de 1930
El momento económico de España
Los paladines del resurgimiento de nuestra divisa Nacional
La dimisión del Ministro de Hacienda Sr. Arguelles planteó
al Gobierno Berenguer un problema de difícil solución, que no estaba
ciertamente en encontrar substituto
al Ministro dimisionario, si no en
dar por fin con un hombre lo suficiente orientado, lo suficiente enérgico y lo suficiente valiente para
que se decidiese a afrontar el problema de la peseta enferma.
Hay que reconocer que esta vez
el Gobierno anduvo acertado escogiendo al hombre no de la cola
formada por los pretendientes de
turno, sino haciéndolo surgir de la
más próxima de las posibilidades,
esto es: del Ministerio de Economía.
Y así sin ruido ni aparato de ninguna clase pasó la cartera de Hacienda a manos del Excmo. Sr. Don
Julio Wais.
Orientado como lo estaba, el
nuevo Ministro y conocedor de la
parte viva del problema, por la preparación específica que llevaba en
el Ministerio de Economía, seguidamente procedió a la ordenación
de las operaciones de cambio creando el Centro Regulador y a continuación el Centro Oficial de Contratación de Moneda, ambas entidades destinadas a conseguir una
estadística e información completa
de la situación e información de
nuestro mercado monetario, y a
restar elementos a los Bancos extranjeros para actuar sobre la marcha de la cotización de nuestra
divisa.
Tomadas estas dos acertadas medidas de contención, continuó la
depreciación como continua el dolor, y aun a veces se acentúa, en
las primeras intervenciones, pero
firme en sus propósitos el Sr. Wais
requirió el bisturí y tras una decidida incisión se nos muestra dispuesto a emplearlo a todo trance.
El Sr. Wais lleva su firme decisión hasta sentarse resueltamente
en la silla presidencial del Consejo del Banco de España, para dar posesión al nuevo Gobernador y para
suspender en sus funciones al Subgobernador y Gobernador interino
señor Belda, Marqués de Cabra.
Se dice que el acuerdo de suspensión del alto funcionario del Banco,
no se basa en ninguna cuestión que pueda afectar su honorabilidad, pero
al parecer es una delicada cuestión de disciplina.
Para los afectos lo mismo da. Así pues, mientras se da curso al expediente no empañemos con aventuradas cabalas la honorabilidad del
hombre suspendido, pero celebremos como lo merece el gesto resuelto y
enérgico del Sr. Wais, mayormente teniendo en cuenta las circunstancias
especiales en que ha de moverse y que presidieron su promoción.
Tras varias recaídas desesperantes y tras una serenidad y una perseverancia ejemplares, el Sr. Wais logró hacer reaccionar nuestro signo monetario, persiguiendo tenazmente toda aquella serie de fantasmas de los
imponderables, como lo eran las filtraciones, las especulaciones, la desorientación y sobre todo ese vacío de la indiferencia que muestra la opinión ante los graves problemas, y mientras por otra parte se enardece
ante las más insignificantes y tradicionales algaradas estudiantiles.
El Sr. Wais, a falta de Parlamento en el cual pudiese exponer y moldear sus planes, ha llamado a su lado al Gobierno, a la Banca, a la prensa técnica y a todas las personas y entidades competentes en la materia,
y a fuerza de experiencias y sugestiones ha logrado evidentemente uno
de los triunfos más difíciles de su carrera.
Comisión del Consejo del Banco de España,
que reanudando la obra del Sr. Wais marchó
al extranjero para coadyuvar a la consolidación de nuestra moneda. De arriba a bajo :
I. — El Sr. Bas, Gobernador del Banco.
II. — El Sr. Asitio, Consejero. Ill. — El Sr. Flores de Lemus, Técnico.
Quizás no sea él el llamado a administrar el remedio decisivo de la
estabilización que con tanta convicción preconiza, pero lo cierto es que
ha entrado en el segundo periodo de la revalorización de nuestra divisa,
y su éxito es tan evidente como lo ha sido su firmeza para lograrlo.
Con la publicación del retrato del Excmo. Sr. D. Julio Wais Sanmartín, con el de los comisionados del Banco de España, y con estas líneas,
nos place rendir un modesto tributo de reconocimiento al primer hombre, desde la época de la Dictadura, que ha emprendido de una manera
resuelta y acertada el saneamiento de nuestro Erario.
Es lógico afirmar que si no vienen ahora causas de orden interior a
depreciar nuestro crédito, éste ha sido puesto ya en el camino de la más franca reacción.
La Ilustración financiera, 3 de diciembre de 1930, página 1.
DE OTRAS CRISIS
Las subgobernaciones del Banco de España
Conforme anunciamos, ya ha empezado a disfrutar
de la licencia que le ha sido concedida por el Consejo del
Banco de España el subgobernador segundo, D. Javier
Montalvo, quien, para atender al restablecimiento de
su salud piensa residir una temporada en la sierra de
Córdoba.
Es posible que, acompañando al enfermo, el señor
marqués de Cabra, su gran amigo y hermano espiritual,
en el amor de ambos a la Institución a que pertenecen,
haga alguna visita a las Hermitas.
Par a hacer las veces de subgobernador se ha designado estatutariamente al secretario general D. Orestes
Blanco.
Por cierto que, con relación a estos cargos de subgobernadores, ha circulado la especie, ignoramos con qué
fundamento, de la inmediata modificación de los Estatutos del Banco, con el fin de que aquéllos sean ocupados por Consejeros ajenos al Cuerpo de funcionarios.
Con esta noticia se ha circulado también la de las
personas que habrán de resultar agraciadas; una de ellas,
con apellido de un negocio particular de crédito, y la
otra afecta a una gran industria nacional, ambas bien
impuestas recientemente de las normas crediticias de París y Londres.
Con relación a esta crisis de dirección que pudiéramos llamar, la Revista de Economía y Hacienda hace unas
consideraciones con las que hemos de mostrar nuestra
más absoluta conformidad, por ser la exteriorización más
clara del criterio que en esta casa mantenemos,
Dicen así:
«El Banco de España se encuentra hoy huérfano de
alta dirección. El ilustre y digno subgobernador primero,
Sr. Belda, está suspendido en sus funciones mientras se
tramita el expediente por supuesta desobediencia a las
órdenes del ministro de Hacienda; y el Sr. Montalvo,
subgobernador segundo, ha pedido una licencia ilimitada,
que le ha sido concedida, por enfermo. Aunque en el
Banco de España existen altos funcionarios muy capacitados para sustituir en sus funciones a los dos subgobernadores, ¿han pensado el Consejo del Banco y el ministro
de Hacienda en el daño irreparable que la presente situación está ocasionando a nuestro crédito y al del Banco
ante el mundo?
El expediente incoado al Sr. Belda debía resolverse
en el acto. Ni el Sr. Belda, ni el ministro, ni el Banco,
pueden estar pendientes de una lenta tramitación. El
hecho en que se fundó el ministro para adoptar resolución tan grave podía y debía ser esclarecido en el acto;
y resolver también con urgencia, en bien de los interesados y del prestigio y crédito que merece el Banco nacional de emisión.
La tardanza en resolver el expediente, hace sospechar
a las gentes que el ministro de Hacienda ha buscado un
pretexto para impedir que el Sr. Belda, con su gran autoridad y competencia, pudiera influir cerca del Consejo
del Banco en determinadas disposiciones del Gobierno
sobre el envío de oro al extranjero; porque un asunto que
debía quedar liquidado en pocos días, va prolongándose
en forma que parecen ciertas aquellas sospechas. Y esto
no favorece al ministro de Hacienda, que, velando por el prestigio propio, lo mismo que por el de los demás, debe
ordenar que se resuelva definitivamente este expediente, dando a la publicidad el contenido del mismo y su
resolución, para que la pública opinión pueda formar
juicio.
Y se hace también muy sospechosa la licencia ilimitada concedida al Sr. Montalvo. Cierto que este ilustre
subgobernador está enfermo; pero en estos momentos una
licencia ilimitada, con aquellos antecedentes, es también
muy significativa.»
Más oro español para el extranjero
Con este mismo título, y a continuación inmediata de
la noticia relativa a la licencia del subgobernador del Banco Sr. Montalvo, un diario de la mañana, que calificara de Nibelungos a los defensores de la reserva oro de
aquel establecimiento, da la noticia de una inmediata situación en el extranjero, a disposición del Gobierno, de
un millón de libras, cantidad igual a lay a exportada.
Al mismo tiempo, como si quisiera evidenciar la afirmación oficial que antes se hiciera, respecto a la intervención por iguales partes del Estado y del Banco para
la formación de la masa de maniobra, hace resaltar el caso de que, según el último balance del Banco, hecho
después del primer envío, la existencia oro del Tesoro ha
subido de 22,07 a 24,16 millones, mientras la del Banco
ha bajado de 94,91 a 91,91.
La exportación del oro anunciada ha tenido posterior
confirmación con la noticia del embarque realizado en el
puerto de Santander en el vapor Orita.
El Heraldo de Madrid. 19 de diciembre de 1930, página 13.
Unas declaraciones del señor
Bas acerca de la peseta
El gobernador del Banco de España, Sr. Bas, ha hecho, a propósito
del plan de estabilización de nuestra, moneda, unas declaraciones a un periodista francés.
El Sr. Bas dice que las últimas fluctuaciones registradas por la peseta requieren la realización rápida del
plan de estabilización en proyecto, el
cual debe partir del principio de que
el Banco de España tiene que convertirse en principal defensor de nuestra moneda, y que el plan debe comprender tres etapas: preestabilización, estabilización de hecho y periodo de estabilización legal, estimando
que en el primer caso se encuentra
España ahora y que al llegar al tercer punto la ley del Banco de España debe ser reformada para que pueda cumplir mejor su nueva misión.
Se manifiesta de acuerdo con el
Banco Internacional de Pagos, con
cuyo concurso se podrá acelerar la
operación, pudiendo asegurarse que
la estabilización de la peseta no entrañaría ninguna operación de empréstito ni hipoteca del oro del Banco.
El envío de oro que se ha hecho a Londres y el que se haga más adelante declara que son simplemente
«sous dossier» a disposición del Banco de Pagos Internacionales, y estos
envíos no han tenido carácter especial, siendo su objeto abrir una cuenta de divisas extranjeras para centralizar eventualmente todas las antiguas operaciones de dobles sin intervenir en las operaciones comerciales.
Por lo que respecta al tipo de estabilización cree que es preciso hacer
antes muchos tanteos para darse
cuenta de las repercusiones que los
tipos tendrán necesariamente en la
economía del país, y estima que se
podrá estabilizar al tipo que se quiera, pero que es preciso medir antes
bien las consecuencias para que no
se produzcan ni un alza en los precios ni una baja en los salarios.
Por su parte, el director del Centro
de Contratación, Sr. Recaséns, ha manifestado que estima que la situación económica y financiera de España reclama la estabilización de su
moneda, y que ésta puede revalorizarse hasta límites prudentes. teniendo en cuenta las necesidades del país,
y, desde luego, a mejores tipos que
los actuales. Cree que la repercusión
de la estabilización se reflejará favorablemente en la economía nacional.
España expresa hoy fuerza económica
y financiera apreciable en Europa, y cuando tenga su moneda estable podrá intensificar sus relaciones con todo el Mundo. Se muestra optimista
respecto al porvenir de España, y estima que nada podrá detener la marcha próspera del país ni perturbar
su actividad.
La Correspondencia militar. 15 de enero de 1931, página 2.
Nuevo envío de oro
a Inglaterra
El gobernador del Banco, señor Bas, dijo que ayer salió de Santander para Londres, en el vapor
"Órbita" , el .millón de Libras esterlinas.
Dijo también que el viernes marchará a Basilea, para asistir a una
reunión del Consejo del Banco Internacional de Pagos, que se celebrará en los días 18 y 19, y en la
que tomarán parte los directores de
los Bancos de emisión de los principales países.
Con este viaje se afirma el propósito del Banco de estar en constante relación con los extranjeros.
Mundo Gráfico, miércoles 21 de enero de 1931
El envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas
Según se puede ver en "Mundo Gráfico" del miércoles 21 de enero de 1931, por esas fechas el gobierno español realizó un envío a Inglaterra de un millón de libras esterlinas en oro, para, parece ser, estabilizar la moneda.
El barco SS Orbita fue un transatlántico construido en 1914 por Harland & Wolff en Belfast para la Pacific Steam Navigation Company. Entre 1921 y 1926, el Orbita formó parte del servicio de la Royal Mail entre el Reino Unido y la ciudad de Nueva York. Posteriormente volvió a trabajar para la Pacific Steam Navigation Company. Durante la Guerra Civil este barco trasladó refugiados republicanos al puerto de Valparaiso.
Tesoro y Banco.
—El saldo disponible de la cuenta de
Tesorería aumenta diez millones en la semana última, ascendiendo a 41,36 millones de pesetas, descendiendo a 39,11 millones, el saldo contrario de la cuenta corriente plata, al cual
hay que añadir 10,91 millones por operaciones en el extranjero por cuenta del Tesoro. El saldo de la cuenta corriente
oro era de 46,58 millones.
El balance del 24 del actual registra el último envío de oro
a Londres, de 25,20 millones de pesetas, por mitad del Tesoro y del Banco, pues el oro en Caja del Tesoro desciende
a 3,69 y el del Banco a 2.410,65 millones de pesetas, figurando en poder de corresponsales en el extranjero por 42,71 millones el del Tesoro y 59,44 millones de pesetas el del Banco
de España, o sea, en números redondos, cuatro millones
de libras esterlinas, entre el Tesoro y el Banco.
La plata en Caja aumenta tres millones.
La circulación de billetes registra importante baja de 53
millones, a pesar de que las cuentas corrientes disminuyen
24 millones.
La cartera comercial del Banco disminuye 89 millones en
pignoraciones y Descuentos, aumentando un millón los efectos a cobrar en el día. Créditos personales y pagarés de
préstamos, no varían.
Los beneficios del Banco sumaban 10,16 millones de pesetas.
El Sol, 13 de febrero de 1931, página 8.
ULTIMA
HORA
Declaraciones sobre la estabilización de la peseta
BARCELONA 12 (12 n.).—Acerca de la estabilización de la peseta,
D. Andrés Bausili, alto funcionario de cierta Compañía de electricidad y uno de los hombres que rodean al Sr. Cambó, nos ha expresado su opinión, que seguramente diferirá poco de lo que habría podido manifestarnos el propio jefe catalán. Al preguntarle si estima acertada la orientación del Sr. Wais, ha dicho:
—Durante su actuación como ministro, el Sr. Wais ha dictado varias medidas, que es de lamentar no hayan ido acompañadas de un plan completo de conjunto. La centralización del mercado de divisas, las disposiciones encaminadas a evitar en lo posible la exportación de capitales, el envío de oro a Londres y las negociaciones con el Banco de Pagos Internacionales podían conducir a la resolución de nuestro problema monetario; pero para ello habrían sido necesarias dos cosas:
a) Que, sin esperar la reunión del Parlamento, el propio Sr. Wais hubiera estado decidido a afrontar el problema, preparando al efecto aquellas medidas de pre-estabilización, como la modificación del reglamento del Banco de España, que han de ser complemento obligado de toda obra de carácter preparatorio que se realice, y b) Que la labor del ministro de Hacienda hubiera sido firmemente secundada por la política económica y de orden público de los demás ministerios, sobre todo por los de Economía, Fomento y Gobernación.
—¿Qué opina de la estabilización de hecho?
—Que depende de la acción conjunta de gobernantes, políticos y cambistas. Cuando la estabilización política de la nación esté encauzada por vías normales y desde el Gobierno quieran resolverse los problemas de organización que en forma inaplazable tiene hoy planteados España, el ministro de Hacienda podrá lograr con toda facilidad una perfecta estabilización.
—¿Qué tipo cree posible posible para la estabilización de derecho?
—Considero imposible aventurar ningún criterio. Mucho ha de depender de cómo se presente la coyuntura internacional en el momento do poder pensar en serio en la estabilización. Lo que habrá de procurarse es escoger un tipo que, sin perturbar excesivamente la vida económica del país, tenga la virtud de propulsar su expansión comercial.
—¿Es usted partidario del patrón oro?
—Soy partidario de cualquier sistema monetario que tenga como base el oro. (Febus.)
El problema de la peseta
Entre las distintas medidas que se han propuesto para resolver el problema monetario español se habla de la desmonetización de la plata. Suponemos que lo que querrá decirse es la reducción del stock de plata amonedada ya que la desaparición absoluta de las monedas de este metal habría de exigir su sustitución por billetes de pequeño nominal, con todos los inconvenientes que el régimen excluyente de aquellas tierras tiene según pudo observarse en varios países beligerantes, como Francia y el de exigir en época normal nuevas reservas áureas que agudizan el problema planteado por la escasez de oro. Esos inconvenientes han hecho que en los países exbeligerantes se hayan vuelto a acuñar monedas de plata retirando los billetes circulantes de pequeño nominal.
No ha de olvidarse que la circulación de monedas de oro existe en pocos países en la actualidad; y aun se recomienda su supresión absoluta en los Informes que la Delegación de la Liga de naciones para el estudio del problema del oro ha emitido no ha mucho. El gran descenso de precio de la plata ha complicado el problema monetario y aun pudiera influir en el descenso de valor de ciertas monedas como la nuestra; por todo ello, creemos de gran interés exponer algunas de las consideraciones que el doctor J. A. Bowie inserta en una acreditada revistas inglesa, examinando el tema especialmente desde el punto de vista de la influencia que en la depresión económica mundial tiene el descenso de la plata en cuanto dificulta el comercio con el Extremo Oriente. El citado doctor, después de recordar que primero fue el cobre el metal monetario por excelencia, pero más tarde, ante las dificultad de usar monedas como platos se buscó otro metal de precio más elevado, medida que lo mismo ocurre ahora con la plata que se ha ido abandonando de suerte que mientras hasta hace pocos años Méjico, India, China y algunas Repúblicas suramericanas basaban su sistema monetario en la plata, ahora es sólo China la que tiene tal cantidad de tal metal.
La situación caótica de esta nación no le ha permitido tal vez seguir el modelo de la India con su
rupia de plata que es "moneda dirigida" según el tecnicismo actual
mediante el aseguramiento de su
paridad áurea en virtud de reservas externas. La Indo-China francesa hizo lo mismo en 1930. China
no imitó esta conducta y está envuelta en la catastrófica baja de
la plata, Así, ligados ambos metales, el cambio monetario—según el aludido escritor—solo puede oscilar entre los estrechos límites del duplo del coste, segura y flete del envío de oro.
Es curioso hacer notar, que nunca, en la historia del mundo, hubo tanto margen entre los valores del oro y de la plata. y la causa es que la producción del primero ha disminuido y el de la segunda ha crecido extraordinaríamente.
Ya se ha dicho repetidamente, que la producción de oro no basta para atender a la demanda, y que la escasez se teme se acentuará. El Rand que es el principal punto productor, disminuye
fatalmente su rendimiento. Al
mismo tiempo Francia y los Estados Unidos atraen el oro como
con un imán, de suerte que todo
lo que se arranca penosamente de las entrañas de la tierra se encierra en las arcas de los Bancos
emisores de estos países. La plata, por el contrario, apenas se conserva la mitad de su precio anterior a la gran guerra. Como la plata no se atesora, las existencias de los años anteriores se acumulan a la producción del presente, y si se la desmonetiza se acumula a aquella el producto de la desmonetización.
Tampoco cabe reducir su extracción por que como la plata
acompaña al cobre, al plomo y al
zinc, no se puede reducir aquella
sin reducir también la de estos
metales, su coste de extracción es nulo en cuanto se imputa a los costes de los minerales que la
acompañan. Así, pues, aunque cesó la producción en las minas exclusivamente de plata, nada se
ha conseguido. A pesar de que lo
natural hubiese sido la elevación
de precio de los otros tres metales, en 1930 todos bajaron.
En el período 1927-29 la producción total mundial de plata excedió los 260 millones de onzas contribuyendo el Imperio británico
con 40. Según las cifras de 1929
los mayores productores fueron (en millones de oпzas): México
108, los Estados Unidos 61, Canadá con 23, Perú con 21, Australia
10 y la India 7. La producción en
1930 ha decaído a 235. En cuanto
a precios antes de la guerra fluctuaba alrededor de 24 peniques
por onza
standard; el precio medio de 1918 fue de 47 9/16; en 1919 se elevó a 57 1/16 y al finalizar
este año 79; el precio más elevado
es el de febrero de 1920 con el de 89 y 1/2 elevándose así mismo el dólar de Hong-Kong y el
tael de Shangai. Después desciende rápidamente al precio anterior a la citada guerra. Varios países adoptan el patrón oro y desmonetizan la plata inundando este metal los mercados del mundo. Solamente el Imperio británico en 1921 desmonetízó 70 millones de onzas. Al descender el precio de las materias primas se reduce el volumen circulatorio necesario y disminuye la demanda de plata de China y la India donde la moneda de
plata predomina. Adopta la última el patrón oro y vende plata y
aún impone un impuesto del 20
por 100 sobre las importaciones
de este metal. Se calcula que 70
millones de onzas de plata desmonetizada penetran en los mercados procedentes de India, Francia e Indochina. En diciembre de 1929 llega al punto más bajo, a 21 peniques, y en junio de 1930 a 15 3/4 arrastrando con su baja al dólar de Hong Kong y al tael de Shangai, El 14 de enero de 1931 baja a 13 1/4 y a su vez arrastra coa su nuevo descenso a ambas
monedas.
Este paralelismo de descenso
de las monedas citadas y del precio de la plata hace pensar sí,
como ya dijimos, el descenso de
este metal desempeñará una influencia primordial bajista sobre
nuestra moneda.
No hemos de omitir la influencia psicológica que el temor a
trastornos políticos ejerce sobre
nacionales y extranjeros, y los
hechos diarios muestran el fundamento que tiene la opinión que
sobre este particular nosotros hemos sustentado; pero los factores
que actúan para producir un hecho económico son diversos, pueden contrabalancearse, más pueden también sumarse como en el
caso presente.
Es sorprenderte que las remesas de metal amarillo efectuadas
por España caigan como en una
sima y desaparezcan sin producir
más que un efecto transitorio;
salvo el temor a trastornos políticos, los demás factores económicos (prescindiendo del descenso
de la plata) son más favorables
ahora que en otros tiempos en que
el cambio nos era más ventajoso.
No se comprende lo que ocurre
y aun se comprende menos que
en vez de remitir oro, del que
hay verdadera penuria en el mundo, no se envíen divisas extranjeras de patrón oro para que surta
los mismos efectos que el envío
de este metal, a no ser que, en
vez de servir los deseos de España, sean los de los atesoradores
extranjeros de oro los que se haya pretendido satisfacer.
LA DEPRECIACIÓN DE LA PESETA
El problema monetario
y la exportación del oro
He fado siempre opuesto a la movilización del «stock» oro para enviarlo al Extranjero, como se ha hecho por los dos Gobiernos anteriores. Dije que la depreciación de la peseta no se detendría sino temporalmente con la exportación de oro, y que, por lo tanto, debían cesar los envíos de oro para buscar la solución estable. permanente, del problema en otras medidas de Gobierno. El tiempo, maestro de todos, nos da la razón, Pero después de
haber enviado al Extranjero nueve millones de libras esterlinas en conjunto: s
eis millones que envió el
Sr. Calvo Sotelo para liquidar parte de las operaciones interventoras de los cambios y
tres millones que se han enviado durante la infeliz gestión del
Sr. Wais.
De estos nueve millones de libras esterlinas no reingresará ni una sola libra en España. Podemos
darlos por exportados definitivamente, aunque ahora se nos diga que los tres millones enviados por
el Sr. Wais están intactos en el Banco de Londres a disposición del Banco Internacional de Pagos.
Cuando en 1929 la Dictadura de Primo de Rivera envió a Londres seis millones de libras, se nos dijo que se enviaban a título de depósito. A los pocos días aquel oro español enviado a título de depósito, según afirmaba el Gobierno, era vendido por el Banco de Inglaterra, pasando a incrementar el «stock» oro del Banco de Francia.
El Sr. Wais envió a Inglaterra tres millones de Libras esterlinas. Los derechos de Aduana que se pagan en oro producen de 10 a 15 millones de pesetas-oro cada mes. El Sr, Wais tomó posesión de la cartera de Hacienda a fines de Agosto; por lo tanto, desde Septiembre a fines de Enero las Aduanas han debido producir unos 50 millones de pesetas-oro. Veamos las cifras de los balances del Banco de España para apreciar si el oro enviado al Extranjero esta intacto a disposición de España.
En 25 de Octubre pasado, antes de empezar el envío de oro a Inglaterra, el Tesoro público tenía en el Banco de España, en Madrid, 27.445.923 pesetas, y en las agencias o Bancos extranjeros, 14.969.266 pesetas. La recaudación de Aduanas desde Septiembre a 31 de Enero habrá producido 50 millones. Descontando los cupones de la Deuda interior-oro de 1 de Octubre y de 1 de Enero pasados, el Tesoro debería tener hoy en el Banco de España y en el Extranjero 81 millones de pesetas en oro. Según el balance del Banco de España de 7 de Febrero pasado, tiene solamente 54.151.195 pesetas-oro, de los cuales corresponden 4.210.392 pesetas a la Caja de Madrid y 49.940.803 situado en el Extranjero. Luego es evidente que existe una diferencia en perjuicio del Tesoro de 27 millones de pesetas por lo menos.
Pero esta diferencia es mayor porque en los envíos últimos ordenados por el Sr. Wais se ha utilizado también el oro propiedad del Banco de España. En el balance de fecha 25 de Octubre, el oro del Banco depositado en las Cajas de Madrid ascendía a 2.448.454.447 pesetas y a 47.335.621 el situado en las agencias y corresponsales extranjeros, o sea en junto 2.495.790.068 pesetas. En el balance de 7 de Febrero pasado el oro del Banco depositado en las Cajas de Madrid es de pesetas 2.410.654.450, o sea con una reducción de 38 millones de pesetas, y el de 59.583.504 el situado en el Extranjero, ascendiendo en junto el oro del Banco de España a 2.470.237.954 pesetas, de donde resulta una reducción de 25 millones en relación con el balance de 25 de Octubre pasado.
Si los tres millones de libras esterlinas (75 millones de pesetas-oro a la par y 135 millones al cambio de hoy) están depositados en Londres y están intactos, ¿en qué partidas del balance del Banco figuran? ¿Cómo aparece en baja el «stock» total de oro, así el del Tesoro como el del Banco?
Porque fijémonos en las cifras siguientes:
Si el envío de oro del Tesoro a
Inglaterra no se ha consumido, si está todavía disponible, ¿dónde, en qué partidas del balance
figura la cantidad de oro del Tesoro? ¿Se ha cedido acaso el déficit que aparece al Centro de
Contratación de Moneda?
Las cifras referentes al oro del Banco de España son reveladoras de un déficit efectivo de 25 millones de pesetas, según resulta;
Si las cifras de los balances no ofrecen 52 millones de pesetas de
déficit, y, por otra parte, se afirma que los tres millones de libras exportadas a Inglaterra están intactos y no se han consumido, ¿dónde, en qué partidas del
balance figuran estas cantidades?
Si el oro del Banco exportado
al Extranjero no se ha consumido en operaciones de cambio, ¿cómo aparece en el balance un déficit de 25 millones de pesetas? Porque si el Banco de España
puede aún disponer del oro enviado, debería figurar en la rúbrica de agencias y corresponsales en el Extranjero, y cuando
esta partida sólo aparece con un
aumento de 12 millones de pesetas, mientras existe una baja de
38 millones en el encaje efectivo
depositado en Madrid, ¿cómo se
afirma que el oro enviado está intacto, a disposición todavía del
Banco de España? Porque si el oro enviado no se ha consumido en operaciones de cambio, debía
aparecer y lucir en las partidas
del balance, o sea en la partida
de corresponsales extranjeros, y
al no figurar en esta partida y
existir, además, un déficit efectivo de 25 millones de pesetas en
el oro del Banco y de 27 en el oro
del Tesoro, se llega a la conclusión, triste y doloroso, de que los
tres millones de libras enviados
a Inglaterra por el ministro señor Wais han tenido el mismo
fin que los seis millones anteriores remesados por la primera
Dictadura. Y lo doloroso es que
el problema monetario queda en
pie, con mayor gravedad cada
día. La política de movilización
del oro sólo puede adoptarse cuando implantado el patrón-oro
exista el libre juego de las leyes
económicas para la importación
y exportación del oro y renazca,
además, la confianza del capital
en el crédito y en la estabilidad
política del país, Pero realizarla como se ha hecho por los dos
Gobiernos anteriores han sido actos de verdadera inconsciencia.
Se ha desmembrado nuestro
«stock» oro, garantía de la circulación y que nos será indispensable para la implantación del patrón-oro, sin haber conseguido
dar al problema ninguna solución, puesto que la depreciación
de la peseta está a igual tipo que
en Agosto de 1930.
MUY FILOSÓFICO Y MUY LIBERAL
La Constitución y la peseta
«Heraldo», el periódico que publicaba durante la dictadura el famoso cuadrito para que destacara la cotización de la Libra a 34, y que ahora que está a 57 se guarda muy mucho depublicarlo, ejerciendo la autocensura, dice anoche en su artículo de fondo, que lo más urgente de toda labor de gobierno es resolver el problema de cambio. Lo dice con frase lapidaria: «Sin Constitución se puede vivir, pero sin dinero no. Y los españoles por causa de la baja de la peseta, nos estamos quedando sin dinero».
Cuando escribió esto el «Heraldo» desconocía el rumor que ayer se esparció por los centros financieros de que se prepara una nueva remesa de oro español al Extranjero. Claro que lo mismo da que el «Heraldo» se hubiera enterado del propósito, porque no hubiera dicho nada. Y eso que no le costaba más esfuerzo que revisar su colección y transcribir el artículo que publicó cuando salió el primer envío de oro español para Inglaterra. Un tijeretazo al artículo; unas tachaduras sobre el nombre del señor Wais; una corrección al margen para escribir en su lugar el del señor Prieto; poner «República» . donde dice «Dictadura»..., y a la linotipia.
Nos estamos quedando sin dinero, efectivamente. El que puede se lo lleva incluso destripando un perro para hacer .... del cadáver del animalito; y la triste peseta que manejamos los demás es una engañifa que vale 43 céntimos: no llega a dos «
carabas» taladradas.
¿Pero no decían los propagandistas de la revolución que el problema del cambio no debía preocupar a los españoles, porque obedecía a la inestabilidad política, y que cuando la República se estableciera la peseta recobraría su valor automáticamente?
Pues ahí están los hechos que hasta soliviantan al «Heraldo», el del cuadrito bursátil, que tal vez ahora lo tenga en la cabecera de la cama para recordar aquellos tiempos ominosos en que la libra estaba a 34.
El becerro de oro, dios del liberalismo que juzga del progreso de los pueblos por su prosperidad material, inspira a los más liberales hasta la repulsa de la Democracia. Y así el «Heraldo» exclama: «Sin Constitución se puede vivir; sin dinero no». No se puede negar la espiritualidad del «Heraldo» y el concepto elevado que posee de la dignidad democrática. Y este es el periódico jacobino, el terrible demoledor.
«Primum vivere, deinde filosophare» dice el aforismo latino. «La liberté ou la mort», gritaban los descamisados franceses. Y el «Heraldo», jacobino, entre la «liberté» y «la mort», por inanición, clama por el dinero, y le pega un puntapié a la Constitución, porque sin ella se podría vivir muy bien si la peseta alcanzara aquella cuasi paridad con la libra a 26 que llegó a alcanzar la Dictadura.
No caben explicaciones. Después de lo dicho, el «Heraldo» tiene que pechar con la responsabilidad de su espontánea declaración, que tiene esta traducción clarísima: ¡venga la peseta a la par aunque no haya normalidad constitucional en la vida!
O de otro modo: ¡arriba la peseta y viva la Dictadura!
Porque todo lo que sea vivir políticamente sin ley, es régimen de excepción, antijurídico, antidemocrático, opresor y arbitrario.
Los fanáticos fernandinos eran unos insensatos que gritaban: ¡vivan las cadenas!... de hierro. Las
cadenas de Chaperón.
El. «Heraldo» se diferencia de ellos en que las quiere de oro con engarce de libras esterlinas a 25 y de dólares a 5,00, y la Constitución para los «primos», porque.por algo es el más tonto siempre el que carga con el mochuelo.
Eso esperaba la barahúnda de la República; esperaba Jauja; pero como dice en los mítines el señor Lerroux, la República no hace milagros, como hasta los ciegos están viendo.
Y es de notar que sus propósitos revolucionarios y su sectarismo anticatólico no le sirve tampoco de nada. El espíritu masónico-judaico que la inspira no establece solidaridad económica con la banca judía internacional, con los agiotistas del cambio monetario. Y resulta que los que antes explotaban la situación de alarma e inseguridad pre-revolucionaria, son los que explotan ahora las convulsiones del anarco-sindicalismo, frotándose las manos cada vez que sale una nueva remesa de oro de los sótanos del Banco de España. Que es lo que se trata de demostrar, porque ¿para qué queremos los españoles el oro?
No nos hace falla para nada, puesto que toda la labor del Gobierno es hacer economías. El que no gasta no necesita dinero. ¿Que el pueblo se encrespa porque carece de trabajo y de pan? El Gobierno expulsa a un par de Obispos y deja quemar unos cuantos conventos, y con eso se distrae el hambre. ¿Que la miseria cunde y las huelgas se multiplican y el terrorismo se apodera de la calle, y los parados—como en Zaragoza—emplazan a los ciudadanos para que los remedien como sea, amenazándoles con atenerse a las consecuencias si no lo hacen.
La banca que nos acecha echa una mirada sobre el Gobierno de la República y exclama: «Allá que los componganos se las sevillen con él.»
Todo será que la peseta baje más y España exporte más oro. Aquel oro que entró durante la neutralidad en la gran guerra, de la que se salvó, a pesar de las campañas de la misma prensa que la lanzó a la catástrofe de Cuba y Filipinas, la quiso lanzar a los campos devastados de Europa y le ha lanzado a la revolución al grito de «¡Constitución y Parlamento!», y ahora dice que «arriba la peseta y abajo la Constitución». Arriba la oliva y abajo el limón.
¡Gran pueblo el español, donde todo es posible! Como los toros que se crían en su suelo: noble, bravo, tonto, pronto al engaño.
Los reventadores del oro
Carta abierta
Al Excmo. Sr. Don Niceto Alcalá Zamora,
Presidente del Gobierno Provisional
RESPETABLE señor mío: El 19 del pasado julio
le escribió respetuosa carta privada, pero puntualizándole lo necesario para su más conveniente
información sobre cosas de vital actualidad.
Salía de Madrid por la mañana, y aquella noche
dormí mal y poco, intranquilo de partir sin ver descargada mi conciencia de algo que debía ser lealmente advertido al jefe del Gobierno, y que fundadamente presentí que nadie le advertía.
Me levanté muy temprano y di satisfacción completa al cumplimiento de mi deber, y de que fue
bien comprendida mi advertencia me dio prueba su
atenta carta, que mucho le agradezco.
No he de repetir aquí nada de aquel contenido
confidencial, porque con aquella carta dejaba en Madrid algo de mi espíritu, que es la verdad, según mi
leal saber y entender, en servicio de la Patria, y
abrigaba optimista esperanza de que por ello mismo y no por proceder de mí, sería en lo mas substancial atendido.
Pero hoy, notas de fulminante alarma llegan hasta mí en este retirado lugar, y es la desesperanza
la que invade mi espíritu y siento que ni tiempo siquiera tenga para retornar a Madrid, tal cual se precipitan los acontecimientos, sin que vea convertirse en maléfica realidad definitiva y acaso irreparable, todo el desbordado actuar del error y de la
incomprensión, cuando no también de la falacia y
de la ineptitud, puestas a todo trance al servicio
de una finalidad de partidista política, airadamente
antepuesta al santo interés colectivo nacional.
Y es esa misma desesperanza la que me mueve
hoy a hablar públicamente al país con esta
Carta
abierta, como la esperanza me movió a hablarle
a V. E. del interés del país en mi carta confidencial
del mes anterior.
Yo le ruego que tenga la bondad de leer, como si
todo ello estuviese contenido en esta misma
Carta
abierta, la acusación precisa y concreta que formulo bajo mi firma en la edición anterior de EL FINANCIERO, tachando de imprudencia temeraria por
inepsia inexcusable a los que nunca con mayores agravantes que en estas circunstancias pretendan agarrarse en sus horas póstumas a las
movilizaciones
de oro, como socorrido arbitrio para fabricarse el
ramillete final de fuegos artificiales, digno remate
de una desdichada gestión, nunca superada ni siquiera igualada, de la Hacienda pública, aunque
después se desplome en otras manos, hasta sus mismos cimientos, todo el edificio del crédito nacional.
Lo que está ocurriendo con el problema monetario y el cambio exterior de la peseta es ya algo sangrante, hasta en escarnio y befa del paciente país,
ante el sarcasmo de los galanes financieros que unos
tras otros, metiendo la mano en el oro y a fuerza de
flirteos, tocamientos y cataduras, van haciendo perder la doncellez al crédito nacional, sin que en realidad haya mediado verdadera cópula en caso alguno, por manifiesta impotencia e ineptitud de los que
hasta desconocen el mismo ambiente en que se mueven, o fingen ilusinarse a sí propios creyendo que lo
desconocen los demás.
Las referencias que a mí llegan, como cosas de
realidad inmediata, son algo inaudito que supera
a todo lo conocido hasta el día y deja desmantelados a todos los atrevimientos que pudiera idear el
más osado, en punto a la libre disposición del oro, del Banco de España, sin cuidarse siquiera de los púdicos cendales de un aparente respeto a la ley, hasta en público alarde de que en esto del oro de
la garantía del billete no impera otra ley que el
personal capricho de una ilimitada obsesión, hasta
en ludibrio del mismo Parlamento, anunciando que en setenta y dos horas se fabricará una ley como
mejor cuadre, si los que tienen responsable deber de guardar las leyes vigentes no se plegan y rinden
a discreción a lo que el despótico capricho de un
ministro en absoluto incompetente, le venga en gana
ordenar.
Tengo a la vista el último balance del Banco de
España del 22 del actual, y sus cifras me dicen, y
dicen lo mismo a todos los que de buena fe sepan
leer y quieran entender, lo siguiente:
Esa es la realidad, y todo el que piense y diga lo
contrario se engaña y engaña a los demás, porque
no dice verdad.
Resulta a toda evidencia que ese excedente de
36,30 millones de pesetas oro de la cobertura legal
del billete, sólo ofrece un margen de emisión, al 50
por 100 de cobertura legal, de 72,60 millones de pesetas sobre los 5.294,36 millones de la circulación de
billetes que registra el balance del día 22 del corriente mes, o sea hasta un total de 5.366,96 millones; y ello quiere decir que cuando en el balance
del día 8 del actual se alcanzó la circulación fiduciaria de 5.480,27 millones, estuvimos con un margen
de circulación extralegal de 113,31 millones de pesetas; esto es, estuvimos de hecho en el curso forzoso del billete, y ahora que ya pasó lo digo, aunque mejor que yo lo han visto muchísimos dentro
y fuera del país, y fue ponderado más aún fuera
que dentro, y a ello principalmente fue debida, en
coincidencia con las graves incógnitas políticas y
sociales, aquella agudización del cambio de la libra
esterlina por encima de 57 pesetas.
Y es tanta la incomprensión y el obsesionado actuar por un predeterminado móvil político de las
autoridades monetarias. que se hace jactancioso alarde de que al solo anuncio de las medidas que van
a adoptarse ha bajado la libra, sin parar mientes en
que lo que va a hacerse ahora es fomentar la especulación a la baja y favorecer una posición bajista,
porque ya se sabe de antemano en el extranjero que
a fuerza de tirar un centenar de millones de pesetas
oro se va a bajar la libra a 53 o 54 pesetas, con infantil despreocupación de que, en cuanto se acaben
esas municiones oro, que será algo impresionante por lo fugaz, de ese oro que la Nación puso en manos de las autoridades monetarias para fines de más
alta envergadura, y no para fabricarse fáciles éxitos del pasar a la hora del relevo de la guardia, o
sea del cambio de gobierno; ese mismo oro. repito,
será disparado contra nosotros por un simple cambio de posición bajista, que a mansalva de la segura presa situará la libra a 62 pesetas, como ya estuvo, o acaso más alta aún.
Es ahora el oro del pago de los derechos de Aduanas y el oro del Banco de España por suma de 150
millones de pesetas, según creo, lo que se pretende
hacer jugar como masa de maniobra para que el
Banco de España sostenga una estabilización de hecho al cambio de 53 a 54 pesetas libra; y yo digo
que los que tal piensen siquiera, por ser tan absurdo, monstruoso y desproporcionado entre los medios
y el fin en ignorancia completa del momento actual, que ellos mismos se califican de incapacidad absoluta perpetua para todo acto de gestión monetaria
y para todo acto de Gobierno.
Sólo el instinto de conservación libra a los irracionales orejudos de tropezar dos veces en el mismo sitio, y aquí se pone singular empeño en querer
tropezar por cuarta vez, dando el batacazo final en
el mismo sitio y en la misma cosa, y ello me hace
creer, al no hallar ninguna otra explicación lógica,
que la descalificación de actitud del ministro de Hacienda para gobernar ha alcanzado ya, por su pertinaz contumacia, a todo el partido socialista, y se
tiran de cualquier modo los dados, para jugarse la
túnica del Poder, para el nuevo Gobierno próximo y tal vez también hasta para la misma elección presidencial, al pie del Gólgota del crédito de la Nación, que va a ser sacrificado, no ciertamente para
la salvación del país, sino para su hundimiento final.
A 32 pesetas quiso sostener el cambio de la libra
esterlina el ministro de Hacienda de la Dictadura,
comprando y vendiendo como ahora se pretende
imitar, y así se fueron 150 millones de pesetas oro
del Tesoro, y fue necesaria la emisión de Bonos oro por 305 millones, y la libra se remontó después por
encima de 40 pesetas.
Por tacha de descuidar el cambio y remontarse
en sus manos la libra a 47 pesetas, fue reemplazado
el señor Arguelles por el señor Wais, que intervino
el mercado y envió tres millones de libras al extranjero, por mitad del Tesoro y del Banco, y no haciendo de la Ley pajaritas de papel, como el señor
Prieto, y la libra se remontó en sus manos por encima de 51 pesetas, cuatro más que a su antecesor
sin intervenir.
Hasta cuatro millones de libras llegó a acaparar
después el Centro de Contratación de divisas, y
como la sal desaparecieron después en la intervención, más de la mitad en una sola semana. Como el maestro Flores de Lemus, yo también
era decididamente opuesto a la llamada cancelación
de las dobles, y así lo expuse en carta abierta al señor ministro de Hacienda, porque entendemos todos, en recta hermenéutica monetaria, que lo único
que precisaba era un crédito de simple respaldo, a previsión de una perentoria cancelación total exigida por el acreedor, pero en modo alguno para subrogarse en la liquidación de las dobles.
Sólo por espíritu de contemporización, con todo el esfuerzo de
un buen deseo de colaborar modestamente con el
Gobierno de mi país, me hizo claudicar, creyendo que
todo ello sería salvo y que los vencimientos de liquidación en baja trimestral del 20 por 100 serían
otra vez oro para las cajas del Banco.
Así se llegó al envío de oro a Mont-de-Marsán, y en vez de cuatro millones de libras a que ascendían
las dobles, se enviaron seis para que hubiese, se me
dijo, un sobrante de fondo de previsión de dos millones de libras, ascendiendo así a nueve millones de
libras esterlina, 226,80 millones de pesetas, el oro
español existente en el extranjero, 37,80 millones
de pesetas oro del Tesoro y 189 millones de pesetas oro del Banco de España, de las cuales son 113,40
millones de pesetas del Banco, en cuenta por mitad
con el Tesoro, y los 75,60 millones tomados por el Estado a préstamo obligado del Banco, con evidente
forzamiento de la ley de Ordenación Bancaria, y
vino aquella extraña declaración del ministro de Hacienda, con la más señalada muestra de una pretenciosa incompetencia, asegurando al país por si y
ante sí, creyéndose con tanto poder para escamotear
el espíritu jurídico universal como para quebrantar
o levantar leyes a su antojo, que esos 189 millones
de pesetas oro que salieron de las cajas del Banco,
que están pignorados cubriendo la garantía del préstamo del Banco de Francia, en su casi totalidad dispuesto, continúan cubriendo la garantía oro del billete, como si simple y lisamente se tratase del 3 por 100 que autoriza la ley de Ordenación Bancaria para
el oro o divisas oro situadas en poder de corresponsales del Banco en el extranjero en pleno dominio
y libre disposición.
Y por si todo ello fuese poco,
no sabiéndose ya qué idear ni a qué resorte recurrir para meter más mano en el oro del Banco, se
inventa ahora el arbitrio de violentar, (uso la palabra más suave) el Convenio de Tesorería entre el
Estado y el Banco—; cuidado que es afinar el ingenio para el mal !—suponiendo que, como el Convenio de Tesorería concede un margen de préstamo de
hasta 350 millones de pesetas en la cuenta corriente
plata, y en ésta no figuraba en el balance del día 22
más que un margen dispuesto por el Tesoro de
145,85 millones de pesetas, puede el Tesoro disponer todavía de 204,15 millones de pesetas plata, pero
que en vez de tomarlas en plata se quiere exigir del
Banco que se las entregue en oro, que al cambio de
55 pesetas libra serían 37.12 millones de libras, o
sean 93,53 millones de pesetas oro.
Pero como ya he demostrado numéricamente con
las mismas cifras del balance del día 22 que sólo
existía en dicha fecha un sobrante de cobertura legal oro de 36,30 millones de pesetas, si el ministro de
Hacienda dispusiera de esos 93.53 millones, resultaría una insuficiencia de cobertura legal de 63,23
millones de pesetas; es decir, quedarían en verdadera situación de curso forzoso, limpios de toda garantía oro, 126,46 millones de pesetas de la actual circulación de billetes.
Y no quiero decir lo que sucedería si, forzándose
ya al último extremo la interpretación del Convenio
de Tesorería en este aspecto concreto de coger el oro
de las cajas del Banco, se hiciera el cálculo del margen disponible de Tesorería por 350 millones de pesetas plata, no sobre el saldo adverso de 145,85 millones de pesetas ya dispuestas en la cuenta corriente plata, sino sobre el saldo global de sólo 48,15
millones de pesetas de todas las cuentas de Tesorería.
En este caso el margen disponible a traducir en
pesetas oro sería de 301,85 millones de pesetas plata, o sea 5,49 millones de libras al cambio de 55,
equivalentes a 138,34 millones de pesetas oro, y
como ya hemos visto que el actual sobrante de cobertura es sólo de 36,30 millones, tendrían que tomarse 102,04 millones de pesetas oro de lo vivo,
quedando sin cobertura oro y en situación de curso
forzoso una fracción de 204,08 millones de pesetas,
de la actual circulación de billetes.
Con ser ya absurda de suyo esta interpretación
del Convenio de Tesorería a los efectos de convertir en oro el margen disponible plata, debo hacer
constar qué para la determinación de ese saldo global de 48,15 millones de pesetas plata de la cuenta de Tesorería, se restan de las cuentas del activo las
cuentas del pasivo, entre las que figura como más
destacada la cuenta corriente oro del Tesoro por 57,74 millones de pesetas oro, de los cuales sólo
tiene disponible el Tesoro 19,94 millones de pesetas, pues los 37,80 millones restantes están pignorados en Mont-de-Marsan como garantía del préstamo referido, resultando, por ende, el absurdo bien notorio de que el Tesoro se haría reembolsar de tal guisa por el Banco ese margen de 37,80 millones de pesetas oro sobre una garantía contabilizada que sólo existe en el papel.
Excuso decir, además, la violación del espíritu y
de la letra del Convenio de Tesorería, que implica
forzar por plazo indefinido y por la totalidad del
margen disponible de 350 millones de pesetas plata,
ese fondo de previsión circunstancial para el ágil
juego del movimiento presupuestario de cada ejercicio económico, cuando el más elemental sentido jurídico financiero dice y ordena que esa Deuda flotante de Tesorería debe saldarse en el mismo período de vigencia del presupuesto para que fue creada, al extremo de que siempre fue arma de combate
de la oposición la excesiva permanencia del saldo
contrario de esa cuenta corriente plata del Tesoro,
que ahora se inmovilizaría de hecho por tiempo indefinido y por su totalidad de 350 millones de pesetas, constituyendo de tal suerte ese solo hecho otro factor indiscutible de perniciosa influencia en el cambio exterior.
En cuanto al oro del pago de los derechos de
Aduanas, su margen disponible es otra cosa que flota
en el misterio, tanto como lo que haya pasado y pase
con la socorrida cuestión de las dobles. Por lo que
dice la cuenta corriente oro del Tesoro en los balances del Banco, sólo veo que ni sube ni baja,
manteniéndose alrededor de 57 millones, que es su
cifra actual, lo que quiere decir en definitiva, hecha la expresada deducción de 37,80 millones de pesetas oro pignorado en el extranjero, que el Tesoro tiene por derechas una libre disposición de 20
millones de pesetas oro.
Esa es la verdad, toda y la única verdad, y sea
por los estímulos que fuere—yo no puedo ceder a
nadie los míos en punto a patriotismo—, siempre
sereno, ecuánime e imparcial, como limpio en absoluto de toda presión partidista, de todo estímulo de
amistad y de todo incentivo de sueldo, cargo o sinecura, que jamás tuve, yo acudo a V. E. en respetuosa súplica de que admita el recurso de esta carta
en trámite de mejor proveer y, por qué no decirlo,
de más jueces a enjuiciar y fallar este pleito, que
no es de simple personalismo ni politiqueo circunstancial, sino que entraña de modo decisivo la más
vital substancia de la Economía social del país y del
crédito de la Nación.
Es verdaderamente ofensivo para todo el país
consciente—y lamento verme compelido a contestar
con la agresión a la agresión, ya que de verdadera
agresión a los profesionales se trata—ese burlesco
trámite de tercería del ministro de Hacienda, en que
aparece informando, para determinación de acuerdo
definitivo de Consejo de ministros, la sola individualidad del gobernador del Banco, representándose a sí propio—salvando todo el personal respeto—,
compañero de Redacción del señor Prieto en El
Liberal, de Bilbao.
Yo solicito de V. E. que por
trámite sumarísimo se someta el plan o lo que sea
del Gobernador del Banco al dictamen del maestro
Flores de Lemus, asesor técnico del Ministerio de
Hacienda; al Consejo Superior Bancario, a la Sindicatura de la Bolsa de Madrid, Academia de Ciencias Morales y Políticas, a los secretarios técnicos
del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y
del Fomento del Trabajo Nacional, señores
Valcárcel y
Gual Villalbí; al director del Banco de Bilbao,
en Barcelona, don
Luis Pascual; a don
Salvador Canals y al
maestro Olascoaga, y aun extenderse la
petición de dictamen a algunos otros expertos y
profesores de Economía y Hacienda, y sólo entonces, a la vista y estudio serio de esos dictámenes en
plazo no mayor de una semana, podrá resolver el Gobierno en bien del país, sin agravio para las personas ni ofensa para la ética social que, mucho más
que con el vulgar recurso de embolsarse unos cuantos fajos de billetes, haciendo tabla rasa de un simple buen ver, en punto a los respetos debidos a la
intelectualidad del país, se maltrae y atropella.
Yo he c|querido cooperar y convivir con este Gobierno, máxime en materias de crédito público, por
ser Gobierno de mi patria, y me aparto y me lavo
las manos, porque se me echa, ya que yo no puedo
ser cómplice de nada malo para mi país, ni siquiera
con el silencio.
De ahí ésta mi súplica para que pase el asunto a
más jueces, que es lo menos que puedo pedir, por
lo mismo que yo tengo, y ofreceré en su día con
todo desinterés al Gobierno que sea, un plan completo de revaloración de la peseta. Y yo digo, sin
jactancia ni menos aún intención de agravio por el
previo supuesto de un desahucio, que si esta petición no hallase en V . E. la debida acogida que el
país precisa y demanda, yo digo que si no se me
aplasta—y en tal caso la persecución de injusticia
sería el mejor laurel como broche de toda una vida
de trabajo altruista—, desde ese mismo momento
dejaría contraído ante mi conciencia el inflexible
compromiso de pedir responsabilidad ante el primer Gobierno y el primer Parlamento regular que se
constituyan, al ministro de Hacienda que tal haciere y al Gobierno que por acuerdo de Consejo con
él se solidarizase.
En la esperanza de que pueda hallar aún en vuecencia un último rayo de luz de verdad y de justicia en la materia, quedo a sus órdenes atento s. s.
q. e. s. m.,
(
Universidad de Valladolid, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
Trabajo de Fin de Grado, Grado en Economía
Presentado por: Mónica Motrel Pinales
Tutelado por: Ricardo Hernández García
Valladolid, 04 de mayo de 2021
6.5. El oro de Mont de Marsan
En la localidad francesa de
Mont de Marsan existía oro español desde 1931
debido a que para mantener la cotización de la peseta se pidió un crédito de 9
millones de libras esterlinas respaldado con oro. El banco de Francia se hizo
cargo de un depósito de 21.980 kilos de oro que el Banco de España tenía en
Londres y 52.636 kilos se enviaron de Madrid a Mont de Marsan para respaldar
el crédito, donde permaneció intacto hasta que en junio de 1937 con el cambio
de gobierno francés y la entrada de Camile Chautemps se devaluó el franco,
suspendió el patrón oro y pidió a España la devolución del crédito lo cual aceptó
teniendo que vender 34,3 de las 74,6 toneladas quedando disponibles 40,2 t
(Martín Aceña, 2012: 141).
)
TRAGICOMEDIA
El polemista y la Hacienda
El Sr. Prieto es, indudablemente,
un formidable polemista. Puede asegurarse que es el primero de España,
aun reconociendo que por esas mesas
de café hay grandes capacidades en
el género, olvidadas injustamente.
El Sr. Prieto, como cualquier polemista que se estime, sabe escapar graciosamente con una mueca, con
un chiste o con una interjección
cuando la tertulia lo cree ya cogido, y así se hace nuevamente con ella.
Claro que las condiciones de primer polemista fácil titulo que indudablemente corresponde a don
Indalecio no son las más a propósito para dirigir la Hacienda de
un país. Con tales condiciones se puede contestar a las críticas tranquilamente: "No recojo lo que dice tal periódico, que pertenece a un señor a quien he perjudicado." O bien
decir que, como proyecto concreto de
carácter financiero, tiene el formidable polemista el proyecto "de fallecer". Todo ello con un guiño y una
interjección, contrastando graciosamente con su semblante satisfecho.
El problema bancario
El Sr. Prieto, al hacerse cargo de
la cartera, se encontró con un problema bancario delicado. Los. acontecimientos políticos exacerbaban la
sensibilidad de los capitalistas. Los
Bancos veían disminuir sus disponibilidades. La gente empezaba a esconder su dinero o a exportarlo. Los
valores bajaban, dificultando la realización de las carteras bancarias.
Ante esta situación, el Sr. Prieto fue absolutamente original. Es una
injusticia que las cosas de España
pasen inadvertidas ante el mundo, pues seguramente a estas horas, sin tal inconveniente, Prieto sería requerido por sus compañeros alemanes, ingleses, franceses, etc., para ir a asesorarlos.
El Gobierno republicanosocialista
de Alemania ha llegado, después de
pasar por la concesión de garantías,
avales y moratorias, a suscribir capital de los Bancos en peligro. Los
laboristas ingleses están a estas horas extremando el intervencionismo del Gobierno para evitar percances.
Así en todas partes, porque en todas partes se cree que ayudar a la
Banca es ayudar al comercio y a la
industria, al patrono y al obrero.
Aquí el sistema del Sr. Prieto podría sintetizarse en estos u otros términos equivalentes, propios del formidable polemista: "¡Que se joroben! ¡Que se chinchen! ¡Que les
den... en la cabeza!"
Sistema que
prácticamente ha equivalido a mandar retirar todos los fondos que organismos oficiales — como Campsa y
Tabacos — tenían en la Banca privada.
El sistema del Sr. Prieto ha dado
magníficos resultados: se domina el
pánico difícilmente; crece el temor
de la gente, agravándose la falta de
dinero circulante; se intensifica la
fabricación de billetes; los Bancos
no descuentan una letra ni pignoran
un título. Queda completamente desarticulada la economía española. En
tres meses la gente retira de la Banca privada y de las Cajas de Ahorros la enorme cifra de 1.500 millones
de pesetas, según los cálculos publicados en toda la Prensa.
El problema del cambio
Veamos cómo encontró el Sr. Prieto el problema del cambio. Antes de
las elecciones municipales el cambio estaba firmemente controlado, y se
había conseguido una buena orientación. Se cotizaba la libra cerca de 44.
Él resultado de las elecciones, la
carta de la Monarquía, la proclamación de la República, con toda su
formidable significación, llevaron el
cambio entre 47 y 48. No fue, ciertamente, el salto muy grande, si se
tiene en cuenta la importancia de
los acontecimientos.
Después que España había pasado
los momentos más difíciles de su
vida —de cincuenta años a esta parte—Prieto se encuentra con el cambio a 48. Tiene a su disposición, intacto, un crédito de 12 millones de
libras, que había conseguido España
sin garantía especial alguna, sin pignoración ni envío de oro. Tiene además algunos centenares de miles de
libras disponibles en el Comité de
Cambios, el cual ni había vendido libras en descubierto ni tenia pérdidas de consideración.
El formidable polemista entra en
acción y rescinde el contrato de los 12 millones. Ha dicho luego Prieto
que Morgan pidió la rescisión. Lo
único cierto es que Morgan, al encontrarse frente a unos hombres que
habían dicho pestes de la operación,
calificándola de leonina, rogó que se
le ratificase el contrato.
El Sr. Prieto, que debía prever la
posibilidad de necesitar un crédito,
no supo aprovechar el arma formidable que se encontraba en herencia. Fue como si el Gobierno hubiese acordado licenciar la Guardia
Civil.
El Sr. Prieto, al poco tiempo, contrata grandes compras de petróleos a los Soviets. Contrariamente a lo
que hacen todos les países; esto es: comprar a los rusos únicamente a
cambio de mercancías, España les
da dinero. Luego la gente se admira de que en Sevilla y Barcelona
los comunistas y los anarquistas dispongan de grandes cantidades de armas y de billetes de Banco.
El Sr. Prieto, además, rompe las
relaciones con el Banco Internacional de Pagos. Y agobiado ya por la marcha del Comité de Cambios, que no puede servir divisas, decide contratar un crédito.
Corredores de todas clases van y vienen de Madrid a Paris y a Londres y a Amsterdam, donde la petición de crédito de España rueda de Banco en Banco, y por fin, el Banco de Francia concede al de España nueve millones de libras, en condición de que se le deposite en garantía una cantidad exactamente igual en libras oro. Y a condición de que este oro se sitúe precisamente en Francia. “Se depositará — dijo el Sr. Prieto—cerca de la frontera.” No dijo que al lado de allá. Y no es esto solo, con ser tan grave y significar la estimación que el Extranjero tiene a las finanzas españolas en manos del formidable polemista. El Banco de España, para desplazar el oro que ha de servir de garantía, exige lo que unas semanas antes no había exigido Morgan: exige una garantía especial— las minas de Almadén— y el Sr. Prieto se la da. Y eso que si se usa del crédito queda en el Banco de España el importe en pesetas de las libras vendidas.
Una parte del crédito es utilizada en seguida en atender grandes pedidos de divisas de los importadores
españoles, que esperaban días y semanas inútilmente, obligados a contemplar impasibles su propia ruina.
Otra parte es utilizada en retirar operaciones de doble. Esto último se hacía a destiempo, cuando no podía dar ya ningún resultado práctico. Y
otra parte se dedica a presionar el
cambio, a intervenir los mercados
extranjeros, con los resultados que
expresan claramente las cotizaciones
de estos días.
No recogeremos las noticias que
circulan en el Extranjero respecto
a las disponibilidades actuales del
crédito con el Banco de Francia.
Puede tratarse de hipótesis malévolas de gentes interesadas en decir
que ya la peseta está prácticamente sin defensa.
Lo cierto es que la libra
ha llegado a cotizarse a 62 pesetas, a pesar de que tal divisa ha perdido
terreno frente a las otras monedas oro.
Seria interesante que el Sr. Prieto,
si cree llegado el momento de dejarse de chistes, muecas e interjecciones, asomándose a la realidad y
a las cifras, dijese cuál es la situación del crédito y la situación del
Comité de Cambios, qué queda de
los nueve millones de libras y cuántos millones se han ganado o se han
perdido.
Tendríamos con ello datos preciosos respecto a la suerte que espera a los españoles si las finanzas públicas continúan en manos del formidable polemista algún tiempo todavía.
Escena suelta
Cuando, después de las elecciones constituyentes, aumentó el prestigio de Lerroux, en forma que se dibujaba con trazos precisos la proximidad de un Gobierno presidido por él, lo mismo en España que en el extranjero hubo un fugaz retorno de confianza; subieron los valores, subió la peseta y el Comité de Cambios pudo comprar cantidades muy grandes de divisas.
Aquello duró dos días. Los necesarios par a que el Sr. Prieto lanzase su repulsa a Lerroux, contrariando un movimiento de optimismo beneficioso para la economía española.
Lerroux podía haber sido un Poincaré, y por aquel entonces quizá ya Prieto había oído los asesoramientos
de León Blum. Blum fue la oposición a los proyectos salvadores de
Poincaré. Profetizó la ruina de Francia en plazo breve si se aceptaba la estabilización que Poincaré proponía.
La opinión pública francesa fue ingrata con Blum, por lo que es comprensible el deseo de sus correligionarios españoles de ofrecerle en España la posibilidad de una rehabilitación.
Telón
La libra a 55. Les valores depreciados como nunca. La pérdida que por baja de valeres está soportando España significa 5.000 millones de pesetas.
Les Bancos imposibilitados de dar facilidades al comercio, a la industria y a la agricultura, pues la cifra de efectos impagados que tienen en su poder es fantástica. Los exportadores ne pueden exportar por las exigencias del ministro. Reclamaciones diplomáticas por los inconvenientes fronterizos. Los comerciantes sin poder importar por falta de divisas por la inseguridad del cambio.
Empiezan a faltar artículos de importación de primera necesidad. Falta absoluta de crédito en el exterior, donde para darnos una libra nos exigen el oro, que luego hay que garantizar al Banco de España. Abocados a la inflación fiduciaria en grande a pesar de los paños calientes del célebre estampillado, que reduce momentáneamente la cifra de billetes en circulación. No pudiéndose emitir empréstitos para las obras que ejecuta y va a ejecutar el Estado, no pudiéndose emitir valores de ninguna clase, nos encontramos, por obra de don Indalecio, ante el siguiente dilema: o quedan millones de obreros sin trabajo o se fabrican billetes.
Estos son los resultados de haber sido ministro de Hacienda de España durante cuatro meses un formidable polemista, que ahora anuncia que se va a solucionar el problema del cambio por un procedimiento que un técnico suyo ha calificado de “
huevo de Colón”.
Cuando se haga la historia objetiva y serena de estos tiempos resaltará indudablemente la labor revolucionaria de D. Indalecio. A su lado los anarcosindicalistas y los comunistas quedarán como miserables pigmeos.
Estas son realidades que nadie puede desmentir, y que merecen la atención de todos, y especialmente del Gobierno, porque se trata de lo
más importante para el país: su economía, que estamos obligados a
defender.
(
La primera vez que se recurrió al estampillado de billetes fue con la proclamación de la República el 14 de Abril de 1931, puesto que querían retirar los billetes donde aparecían imágenes de reyes españoles.
Cuando estalló la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, estaban en circulación una serie de billetes que fueron admitidos por ambos bandos, aunque cada uno le puso su resello en seco, dándose el caso de billetes con ambos resellos.
Durante la guerra, ambos bandos fueron emitiendo series de billetes y declararon como "ilegítimos" los del otro bando.
Estampillado de la República.
Una vez proclamada la II República, el Presidente del Gobierno Provisional de la República, publicó en la "Gaceta de Madrid" un decreto que regulaba la emisión de los billetes. En este decreto se promulgaba: La emisión de nuevos billetes, procurando que aparecieran emblemas o alegorías de la República. La recogida de los billetes existentes cuando se dispusiera de nuevas emisiones, y el estampillado de los existentes en las cajas y los circulados. Las operaciones de estampillado comenzarían el 10 de agosto de 1931, con un plazo de 3 meses para realizarlas. El 10 de Septiembre el Banco sólo entregaría billetes estampillados, y el 20 del mismo mes no los aceptaría sin estampillado. El Banco dictaría las normas y modelos del estampillado.
El Banco intentaba invalidar los billetes que pasaron la frontera en la evasión de capitales que inmediatamente se produjo, por lo que encargó al Gobernador del Banco, don Julio Carabias, que estudiara el modo más rápido de estampillar los billetes puestos en circulación por la Monarquía.
Con carácter de urgencia, se estampilló la serie de 50 pesetas, donde aparecía Alfonso XIII , con un sello de caucho de forma oval, de 55 x 38 mm., con la leyenda "República Española" y el escudo de España.
Los grabadores del Banco desaconsejaron este procedimiento porque ensuciaban los billetes y eran fácilmente falsificables.
)
LAS CORTES CONSTITUYENTES
Ayer planteó en el Parlamento el señor Alba un interesante
debate sobre la situación económica de España
Sesión del 15 de Septiembre
A las cuatro y veinticinco minutos abre la sesión el Sr. Besteiro.
En el banco azul están los señores Prieto y Albornoz. La concurrencia en escaños y
tribunas es extraordinaria. Se aprueba el acta de la anterior,
RUEGOS Y PREGUNTAS
El Sr. ARMASA formula algunos
ruegos sobre determinados tributos.
El Sr. DELCAS manifiesta que
hace dos meses los expendedores
de tabacos presentaron al Gobierno unas peticiones, entre ellas la
reducción de la jornada, y nada
se ha hecho, a pesar de que se
cuenta con el tácito consentimiento de la Tabacalera.
Pide que se resuelva esta petición.
El ministro de TRABAJO contesta que la mejor manera de resolver este asunto es obligando a la
Compañía Arrendataria de Tabacos a tener menos tiempo abiertos
los establecimientos, pues si esto
no se consigue será preciso traer
un proyecto de ley a la Cámara.
El ministro de HACIENDA también contesta y dice que sí se cierran los establecimientos expendedores temprano se fomentará la
venta ambulante del tabaco, y ésta no le conviene al público ni a
la Compañía porque no tiene control.
Advierte, que a él personalmente le interesa poco el asunto, porque no ha fumado nunca, por parecerle éste uno de los más estúpidos vicios. (Risas y rumores.)
El Sr. BUJEDA se refiere al peligro que corren los obreros de las
minas de La Carolina por el polvo
que aspiran en los trabajos de perforación de las galerías con martillo.
Por esta enfermedad ninguna
compensación tienen en la ley y
pide que se adopten medidas defensivas, entre ellas la reducción
de la jornada en este trabajo y el
impuesto de 50 céntimos por tonelada de mineral para atender a
la curación de los atacados por la
dolencia.
El ministro de TRABAJO contesta que entre los proyectos que
tiene en preparación está la ratificación del Convenio internacional sobre enfermedades profesionales.
La interpelación económica de don Santiago
Alba
El problema económico sobre todos
los demás
El Sr. ALBA: Espero, señores diputados, que me creáis al afirmaros que no sentía afán alguno de
intervenir con mi palabra en vuestros debates. Estoy convencido de
que la posición que por ahora se
ajusta más fielmente a mi deber
es la de guardar silencio y la de
no actuar sino por imperio ineludible de las circunstancias en las
cuestiones que se traigan a vuestro debate, cuando, en una expresión sincera de conciencia, imagine que mis observaciones o mi
consejo pueden influir en la más
perfecta solución de los asuntos
sometidos a vuestra deliberación
Pero he de declarar que desde el
primer día que las Cortes abrieron
sus sesiones, y aun antes de que
éstas se inaugurasen, yo pensaba
(y lo sigo creyendo) que, tanto
como el problema constitucional
sometido a vuestra resolución, importa a España todo lo que se relaciona con la situación económica y financiera del país.
Parecíame a mí igualmente que resultaba, cuando menos, extraño que discutiéndose con tanta atención y a
veces con tanto y tan legitimo apasionamiento lo que a estos problemas afecta, un día y otro, se
deslizaran las sesiones del Parlamento sin que tuvieran estado y
situación de debate aquellas graves
cuestiones.
En vista de que ningún
otro de nuestros dignos compañeros las promovía, me decidí a
solicitar la venia del señor presidente y del Gobierno para sometéroslas.
Tengo que advertiros para que
no os sintáis defraudados en ningún momento de este debate, que
harto habréis de lamentarle por
la fatiga que haya de causaros
con mi palabra, que no vengo a
cultivar la nota oposicionista ni a
producir impresión alguna de las
que se llaman sensacionales en los
periódicos; voy a hacer, más que
otra cosa, un apuntamiento de la
situación, de los problemas económicos, financieros y de trabajo,
para abreviar el de la Cámara y, sobre todo, para conocimiento de
aquellos muy numerosos compañeros nuestros que vienen por primera vez a ejercer sus funciones
de mandatarios del país, y a dirigir advertencias, consejos, reflexiones, estímulos, sugestiones, todo
menos actos de agresión y de censura violenta al señor ministro de
Hacienda, mi digno amigo.
He de deciros, y digo al señor ministro de Hacienda, que me inspira extraordinaria simpatía su situación. Yo sé algo, y aun algos.
de lo que es a veces la injusticia
pública; sé algo, y aun algos, de las consecuencias dolorosas que trae el ocupar ese cargo que actualmente ocupa el Sr. Prieto; y
como considero que no es lícito solicitar de los demás aquello que
uno no está dispuesto a prestar cuando la ocasión le llega, en este
momento creo que rindo tributo a la Justicia y que presto un servicio a mi país usando de toda la moderación y, si es preciso, de
cierta benevolencia respecto del
señor ministro de Hacienda.
El problema de España es una
obra de conjunto
Pero esta actitud no es sólo la
expresión de un sentimiento personal, ni es siquiera el recuerdo
de otros días de mis campañas
políticas; es, sobre todo, la obediencia un convencimiento que
tengo muy arraigado, a saber: el
de que cualquiera otra persona
que ocupara el puesto que ocupa
el Sr. Prieto no podría realizar milagros, como él no puede realizarlos, porque no estamos en tiempos de taumaturgia política, y no
es posible, no digamos ya no es
legítimo, pedir a un ministro de Hacienda que resuelva por arte maravillosa la situaron del país,
consecuencia de factores muy distintos, de errores, de descuidos, de
prodigalidades, de concesiones abusivas y complejas, y no recientes
tampoco.
En definitiva, a quién incumbe la expresión de una política, el mantenimiento de una conducta, la coordinación de todo un
programa de gobierno es al Gobierno mismo; y yo os digo, señores diputados, como síntesis de mi juicio al comenzar este discurso, que para mí el problema económico y financiero de España no es
un problema de ministro de Hacienda, no es un problema que pudiera resolver Nécker mismo, a
quien resucitáramos para colocarlo ahí (Señalando al banco del Gobierno.); es un problema de conjunto, es un problema de gobierno, es un problema de plan.
Y así
es necesario, es indispensable que
la vibración de cada una de las
exigencias, de ciertos postulados
públicos, llegue a todos los departamentos en una labor coordinada. Así no nos encontraremos con
iniciativas, que pueden ser felices,
del ministro de Hacienda en un
momento determinado, y a las
veinticuatro horas o a las cuarenta
y ocho las veremos destruidas por
un efecto público contraproducente determinado en cualquiera otro
de los departamentos.
Lo primero, pues, que precisa
España es una labor de coordinación, una labor de, concatenación
cordial, de convencimientos entre
unos y otros señores ministros, con
la asistencia del parlamento.
Sin gestos y sin tropos, señores
diputados; sin daño del análisis
austero de la situación que me
propongo hacer, he de declarar
también que no combato a ese Gobierno, porque el Gobierno hoy
es la República, y la República es
España; y yo, por tanto, no he de
inferir conscientemente perjuicio
alguno a mi país.
Situación delicada, pero no irremediable
La situación—no nos engañemos,
señores diputados — es delicada,
muy delicada; podríamos afirmar
que grave; pero yo anticipo también en lo que a ello os baste mi juicio, que la situación no es irremediable, que no es insoluble. Requiere una labor inmediata del Gobierno y del Parlamento, como después diré; que sin más que aplicar
en España el resultado de enseñanzas que podemos recoger en la
historia reciente de otros países,
esta crisis deberá dominarse, esta crisis podrá vencerse, y así la nación y todos aspirar a que este
momento difícil por que atravesamos se convierta en una situación
de prosperidad y de ventura para
la patria.
Consecuencias de la alegre francachela de la Dictadura
No he de entretenerme en discernir responsabilidades (no es
ésta la oportunidad) respecto a las
causas que nos han traído a tal situación. Bastará que diga algo que
está en vuestro convencimiento y
en el del país entero. Señores, estamos liquidando dolorosamente,
penosamente, las alegres francachelas de la Dictadura.
Todas
aquellas prodigalidades, todas
aquellas irreflexiones, todo aquel
lanzar los millones a voleo, no
podían menos de producir esta crisis; no podían menos de traer, como lo trajeron en todos los pueblos
en ocasiones semejantes, el enrarecimiento de numerario que padece hoy España. Hemos de acomodarnos a la situación tal cual
la hemos recibido, procurando resolverla dentro de sus propios factores.
El problema de la moneda
Os anticipo, señores diputados
—ya os lo he dicho—que mi exposición no será extensa, aunque seguramente no será tampoco breve;
pero si os aseguro que procuraré
no pronunciar más palabras que
las que resulten indispensables para aducir un hecho o para expresar una idea. Comenzaré hablando de la crisis monetaria, del problema del cambio y de los que son
conexos con él. Expondré la crisis bancaria, la crisis de los valores, la de la agricultura, la industria, la del comercio. Y os hablaré
también de la del trabajo y de
aquel problema que se plantea ahora en España con caracteres tan
agudos y tan dolorosos, de los
obreros en paro, repercusión de
la dificultad que castiga, puede decirse, al Mundo entero.
Pero como no sería lícito venir a
señalar aquí esta situación e invitar al señor ministro de Hacienda a que nos exponga (con lodos
los deberes que pesan sobre él y
todas las limitaciones que seguramente tiene su palabra para
mostrarse absolutamente sincero
en el instante) lo que piensa y lo
que hace sobre estos problemas,
guardando cómodo silencio el interpelante, yo le invitaré a que lo
haga, poniendo por delante, con
toda modestia, pero con toda claridad, lo que pienso respecto a la
crisis de España y a sus remedios.
Hablemos del problema monetario. No voy a entretenerme en disquisiciones de pura teoría. Creo
que hay conclusiones en las que
estamos todos de acuerdo. Sabemos
que la moneda española, salvo un
periodo muy breve durante la guerra, se ha cotizado casi siempre
con daño; sabemos que aquel periodo de la guerra fue para España un momento de florecimiento;
que no sólo, no tuvimos los estragos que sufrieron otros países, sino que el haber nacional se acreció por una inyección poderosa,
por un torrente de recursos que
vinieron de otros pueblos, siquiera más tarde padeciéramos la imprevisión o la locura de perder
casi todas estas ganancias en la
especulación, principalmente, de
divisas extranjeras.
Todos creo yo que estamos también conformes en que, aparte del
daño específico que puede resultar
para el haber nacional en la cotización inferior de la moneda española respecto de otras monedas,
el mayor estrago, el mayor agravio para la economía nacional, lo
que causa mayores inquietudes para la vida de la industria y del comercio y, en general, de los negocios, lo que produce una perturbación en los precios y. por lo tanto,
en las subsistencias de las clases
medias y proletarias, es lo que llaman los técnicos el cambio errático, la movilidad del tipo, el subir
y el bajar de las cotizaciones, el
ser victimas de la especulación,
que unas veces nos empuja en un
sentido y otras en el opuesto.
A
pesar de ello, hay que recordar
también, como un hecho notorio,
el de que España es a estas alturas el único país de Europa que
no ha estabilizado su moneda.
¿Y cuál es, señores, la evolución
de la peseta en relación, por ejemplo, con la libra?
Podríamos expresarla, igualmente, porque las
cotizaciones son paralelas—yo os
hago gracia de ello—, o con el
franco suizo, o con el franco francés (salvo cuando esta moneda padeció su crisis), o con el dólar.
Vamos a fijarnos exclusivamente
en lo que a la libra esterlina se refiere. No he de fatigaros con la totalidad de la estadística; citaré sólo algunos guarismos para establecer la posición base del análisis
a que me he de referir más tarde.
El año 1920 (cito diversas fechas,
referidas a distintos sucesos nacionales), el máximo de la cotización
de la libra esterlina fue de 28,80;
el mínimo, de 19,60; el año 1923
(cuando el régimen parlamentario
se extinguía), 34,40 y 29,48, respectivamente; el año 1929 nos la encontramos ya a 36,45 y 29,65; el
año 1930, a 50.80 y 36,20, y, por último, en el año 1931, en que vivimos, comenzamos con una cotización máxima de la libra de 48 y
una cotización mínima de 45,90. Y
citando sólo las cotizaciones máximas, la vemos en Febrero a
49,80; en Marzo, a 46,80; en Abril,
a 48,75; en Mayo, a 54,90; en Junio, a 57,25; en Julio, a 53,85, y en
estos días, a 54,50.
El país que contempla cómo hombres de distintas significaciones políticas se consagran a estos
problemas; cómo 'Gobiernos diversos se suceden; cómo se pide la
opinión de especialistas, de todas
las autoridades y de todas las significaciones, y, sin embargo, que
la libra sigue subiendo; el gran
público, el pueblo que acude a
esas tribunas y a esas puertas, se
pregunta: ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? ¿Dónde está el motivo? ¿Cuál
es la causa que produce la crisis
de la moneda española?
Yo creo que para fijar ideas no
hay, acaso, procedimiento ni más
sencillo ni más expresivo que el
de traer a vuestro recuerdo algún
ejemplo de lo que ha sucedido en
el Extranjero.
La crisis monetaria francesa
Francia—he podido verlo de cerca durante los últimos años—tuvo
una crisis semejante a la nuestra,
aunque más aguda. Los franceses
se preguntaban también: ¿Cuál es
la causa de la baja del franco? E
invariablemente todos los técnicos
respondían que los motivos determinantes de la baja del franco
eran lo que voy a citar. El exceso
de la circulación fiduciaria. Allí
se produjo, lo recordaréis, lo que
se llamó la perforación del "plafond" de los billetes, que produjo
la caída fulminante del Gobierno
Herriot. Francia no tenia recursos bastantes para hacer frente a
sus necesidades y acudió a la
multiplicación de los billetes.
La
maquinilla funcionaba sin cesar;
no sólo funcionaba dentro de la
ley, sino que en un momento determinado llegó a superarla, llegó
a rebasar la emisión que el Parlamento no había autorizado. Allí
estas cosas tienen su gravedad, y
tienen también su efectividad ciertas responsabilidades. Aquel Gobierno, a pesar de toda la autoridad de su ilustre presidente, cayó,
como digo, de una manera fulminante.
Exceso de circulación fiduciaria. Este motivo no existe en
España. La circulación fiduciaria
se encierra dentro de los límites
de la ley, y hay que abonar en la cuenta del señor ministro de
Hacienda de estos días que se va
conteniendo. La circulación del
billete se va reduciendo. En las
últimas semanas disminuyen en
el balance del Banco de España
las cifras de los billetes en circulación. Este motivo, pues, no existe para España.
Segundo motivo: un vencimiento urgente, copioso, de bonos del
Tesoro, que habían de presentarse
al cobro en una fecha determinada y para atender al cual el Tesoro francés no disponía de recursos. Tampoco existe este motiva en España. Por fortuna nuestra, una masa de Deuda se ha
convertido de flotante en consolidada, y no hay ninguna posibilidad de presentación de bonos del
Tesoro.
Las dificultades de Tesorería pueden ser otras, y después
aludiremos a ellas; pero en este
instante en nuestro país no existe
tampooo este peligro, que fue uno
de los que causaron la baja en
la cotización del franco.
Tercer motivo: situación de fondos en el exterior para pago de
deudas de guerra. No me entretengo en examinarlo. Es notorio,
señores diputados, que tampoco
España tiene que situar fondos en
el exterior con la angustia y en
aquella proporción con que Francia hubo de situarlos.
Por último, Francia necesitaba,
como necesitaron la mayor parte
de los países, incluso la poderosa
Gran Bretaña, después de la guerra, reponer su «stock» oro, que
en gran parte habla sido gastado
o transferido a otros pueblos. Por
fortuna para España, nosotros no
sólo no estamos en esa situación,
sino que tenemos un «stock» oro
que, en la relatividad con que hemos de argumentar, puede considerarse como inmediatamente después del «stock» de los Estados
Unidos o del de Inglaterra.
No hay, pues, en España contra
la peseta ninguna de las causas,
absolutamente ninguna, de las que
produjeron la crisis del franco.
Se explica, por lo mismo, la confusión de los Gobiernos y del pueblo de España delante de esta
situación. Si no estamos incursos
en ninguna de esas circunstancias, si no actúan en la economía
española ninguno de los motivos
que produjeron la crisis del franco—se dice—, ¿qué es lo que puede producir la crisis de la peseta?
Antes de ahora, en Enero y Noviembre del año 1929, se acudió
por el Gobierno de la Dictadura a
dos informaciones, las dos muy calificadas, las dos muy interesantes, que seguramente conoceréis muchos de vosotros, una en extenso y la otra aunque no sea más
que por las referencias de las revistas financieras: una, de la Comisión que se nombró para el estudio del problema del oro. Comisión española presidida por el
Sr Flores de Lemus; otra, emitida
por el eminente
profesor Rist, antiguo asesor de la Banca de Francia y una de las personalidades
que más activamente intervinieron en el problema del cambio rumano.
¿Qué decían estos señores
respecto a la crisis de la peseta?
Permitidme que siga haciendo de
relator ante vosotros para que
aquellos que no los conozcáis podáis colocaros en situación de discurrir con el conocimiento indispensable de tales antecedentes. El
«rapport» de la Comisión que presidía el Sr. Flores de Lemus estimaba esencialmente dos causas:
una, la que se refiera al traslado,
a la exportación de capitales de España al Extranjero; otra, la que
se derivaba de la influencia en
los precios de la balanza desfavorable del comercio exterior. Hablaremos después de este problema de los precios que ha sido
muy discutido entre los economistas, ya que unos los consideran
como causa determinante de la crisis de la moneda y otros lo estiman como un resultado de la crisis misma de la moneda sobre los
precios.
Pero digamos, como complemento de lo que acabo de expresar, lo que el profesor Rist establecía en su «rapport». Hizo este
señor un «rapport» muy interesante y bastante documentado, en el
que formulaba tres causas respecto de la crisis de la peseta. Primero, la existencia de la plata acumulada en el Banco de España, que en la forma en que este metal actúa, estimaba como un obstáculo para el establecimiento del monometalismo oro. Segundo, el presupuesto extraordinario que entonces existía. Tercero, los créditos que en el exterior había también contra el Tesoro a corto
plazo.
Hoy, señores, estas circunstancias han desaparecido. De la plata hablaremos después, al examinar el plan a ejecutar. No es estimable o, cuando menos, no es
urgente la desmonetización. Los otros dos motivos no existen, han
desaparecido.
Se inició la supresión del presupuesto extraordinario y sus anejos en tiempos de la Dictadura y se terminó en tiempos del Sr. Arguelles. Los créditos
que tenía pendientes España en
el exterior «a corto», como dicen
los banqueros, han sido—creo—
también satisfechos en gran parte, casi en su totalidad.
El señor
ministro de Hacienda podrá rectificarme si me equivoco. Por aquí
tampoco encontramos la causa.
Voy estableciendo esta exposición
y este procedimiento eliminatorio
para que lleguemos de manera lógica a la averiguación, a la determinación de las que puedan ser
causas de la situación en que se
encuentra nuestra moneda.
¿Qué puede producir la baja de la
peseta?
Lo cierto es que las causas conocidas han desaparecido, que tales motivos no existen. Pero la libra sube y sube. ¿Dónde están, pues, las causas. ¿Dónde se hallan
los motivos determinantes de la crisis? Está, señores, digámoslo en en los llamados famosos imponderables. Por esto no se trata
de un problema técnico, exclusivamente técnico, sino principal y
casi exclusivamente de un problema político.
Estamos en presencia,
de un problema de confianza; estamos delante de una inquietud
que se siente en España y que se
extiende más allá de las fronteras.
Yo puedo daros alguna fe de ello
por lo que tristemente muchas veces he oído a mis amigos y clientes de París y Londres. Las cosas
de España se juzgan con exageración, con injusticia; pero hay una
duda muy extendida—no obstante
todo lo falsa que es—respecto de
la solvencia de nuestro Tesoro, respecto de la consistencia de nuestras instituciones y al desenvolvimiento normal de la vida pública
en España. A esto es a lo que tenemos todos muy principalmente
que acudir, tanto el Parlamento como el Gobierno, y lo que el Gobierno y el Parlamento, tanto como el país, deben aprestarse a
afrontar con urgencia.
En un aspecto de tal estado de
espíritu, lo que se refiere a la estimación, principalmente por la
Banca extranjera, de la situación
de nuestro país, yo tengo que decir, con toda moderación, casi vacilando para decirlo, pero es inevitable, es obligado el decirlo para que no nos engañemos (yo no
soy un derrotista, pero tampoco
puedo omitir la expresión a la
Cámara de aquello que constituye en mi un arraigado convencimiento); yo tengo que decir, repito, que creo que fue un error, y
un error grave, el del Sr. Alcala
Zamora, hoy presidente del Gobierno de la República, dirigiendo un telegrama famoso a la Casa Morgan. (El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO: Telegrama
que no existe.) Me alegro mucho de
saberlo; pero todo el mundo cree
que su señoría lo envió. Repito que me alegra mucho, muchísimo, saber que no lo envió su señoría.
Sin embargo, su señoría conoce, como conozco yo, que de ese telegrama se ha hecho uso en las informaciones políticas y financieras del Extranjero y aun en las nacionales, y que se ha presentado como expresión de un criterio de hostilidad al grupo importantísimo de Bancos que había subscrito aquel pacto, criterio hostil que considero equivocado. Yo no vengo aquí
a halagar ninguna pasión ni a
servir ningún interés más que el
de mi país, pero he de decir las
cosas como las siento o las veo.
Es muy fácil hablar contra la
plutocracia, contra los banqueros,
contra todos los elementos que
representan el capital.
La colaboración de la Banca extranjera
Yo creo que el Gobierno, mucho
más un Gobierno democrático y
republicano, está en el caso, y en
el deber muchas veces. de refrenar
la codicia y de sujetar los desafueros de estos elementos, si se producen. Pero creo también que en
la vida moderna no se puede prescindir, es absolutamente imposible
prescindir del concurso de tales
elementos para desenvolver normalmente el Gobierno y la administración, y que habría que hacer
cualquier esfuerzo para incorporar
a los elementos más importantes
de la Banca extranjera y de la nacional a la política española.
Tomadlo como queráis, señores diputados; pero yo os digo que España
no es lo bastante fuerte para colocarse enfrente de todas aquellas
firmas que estaban al pie del contrato Morgan. Y ello no tiene nada
de extraño, menos aún de depresivo. La Gran Bretaña, es mucho más fuerte que nosotros, y en estos mismos días hemos visto que
una sugestión del Banco de Inglaterra ha producido la crisis del Gobierno inglés y ha obligado a un
hombre de la autoridad y de la pureza de conducta del primer ministro,
Mac Donald, a transformar
su Gabinete y a organizar las cosas de manera tan distinta que ha
provocado una explicable protesta
en sus correligionarios. Y Mac Donald no ha ocultado que la primera sugestión para esa modificación en su Gobierno se la hizo el
Banco de Inglaterra.
Hemos visto
también cómo en Alemania no se
pudo hacer frente a la crisis del
país, a la crisis del Tesoro, al derrumbamiento del marco, sin el
concurso de toda la Banca nacional y extranjera. Hemos visto asimismo cómo un hombre de la personalidad y de la fuerza de Mussolini, a los quince días de aquel famoso discurso en el cual evocaba
como solución para los problemas
de Europa las ametralladoras, los
aviones y las grandes masas militares, hubo de pronunciar otro pacifista, que no se había elaborado en su espíritu, sino en los escritorios de los hombres de negocios de
Washington y de Nueva York.
De
modo que cuando contemplamos
todos estos ejemplos de pueblos más fuertes que el nuestro, creo
que no debe haber inconveniente
en acomodar nuestro país a ese ritmo de modestia, de contemporización, de sugestión, que yo recomiendo, para procurar que se pongan al lado del Gobierno y de los
intereses de España todos aquellos
elementos que influyen tan poderosamente en la cotización de la
peseta en las Bolsas extranjeras y en las nacionales.
El oro del Banco
Hablamos de la Banca y tenemos, naturalmente, necesidad de
referirnos a las relaciones con el
Banco de España y a la situación
del oro dentro del Banco. ¿Es que
yo incurro en la vulgaridad de
pensar que toda la política monetaria hoy en España ha de reducirse a que no se mueva el oro de las cuevas del Banco de España?
No; pero para abreviar palabras, como expresión de un criterio de prudencia, prefiero referirme a palabras ajenas, como aquellas tan autorizadas de la Comisión que presidio el Sr. Flores de Lemus. Y ésta decía así;
«El hecho de que las reservas bancarias de oro destinadas a regular el curso de los cambios internacionales queden aprisionadas
justamente cuando más necesitado
de regulación parece hallarse el
cambio, ha excitado el humorismo de algún célebre economista
francés, y ese humorismo ha encontrado en nuestra patria un eco
extenso entre gentes aficionadas a los asuntos económicos.
La defensa de la reserva de oro se moteja de fetichismo. Buenos cristianos todos los individuos de esta Comisión, están bien seguros de hallarse libres de todo fetichismo, el del oro inclusive. Mas la previsión y la prudencia no han de confundirse con el fetichismo, y ningún hombre previsor y prudente puede dejar de reconocer que España necesita de una reserva de oro, que los individuos de esta Comisión verían con temor descender a menos de dos kilogramos de metal por cada cien habitantes del reino.
Si el nivel español de los precios no experimenta cambios muy considerables, que solamente habían de ocurrir por graves crisis del Estado, nuestra ley bancaria vigente mide esa reserva satisfactoriamente. A la política del cambio no le queda en este respecto sino evitar que esa reserva pierda su propio carácter.»
Yo, respecto a este extremo, no diré ni una sola palabra más que las que aquí consigna la ilustre Comisión designada por el ministerio de Hacienda.
Hemos exportada 27 millones de libras esterlinas
Pero frente a esta doctrina, frente a esta actitud, nos encontramos con un hecho que tengo que señalar a la Cámara, que el país conoce, pero que es posible que no se conozca en un resumen gráfico tal como el que voy a serviros ahora. He ahí la teoría que parece aceptarse por todos: no prodigar el oro; pero ¿cuál es la práctica? La práctica, señores diputados, es que desde la famosa intervención iniciada por el señor Calvo Sotelo, van ya exportados de España más de 27 millones de libras esterlinas de los que tenía el Banco en sus cajas.
Seis millones en la época del señor Calvo Sotelo; doce, como resultante de la famosa emisión de bonos de oro que se llamó Deuda Interior, que quedó reducida últimamente a 305 millones de pesetas; tres millones de libras esterlinas más enviados a Londres a disposición del Banco Internacional de Pagos. (período anterior a este Gobierno), y, por último, seis millones de libras enviados ya durante la gestión del Sr. Prieto, mediante el contrato que se hizo con la Banca de Francia, y que hoy se encuentran, según parece, en Mont-de-Marsan.
Es decir, que con relación a un «stock» oro en el Banco de España, que se calcula en 90 millones de libras esterlinas, han salido ya, señores diputados, 27, o sea casi la tercera parte de ese «stock». Si hubieran salido estos 27 millones, y más aún, y hubiésemos apreciado la ventaja del sistema y que se había producido un efecto bienhechor en la cotización de la peseta, nadie tendría nada que decir; pero lo grave, señores diputados; lo terrible, ciudadanos españoles, es que han salido esos 27 millones, casi la tercera parte del "stock" oro de nuestro Banco de España, y la peseta, como veis, está cada día peor.
¿No vale la pena de que nos preocupemos del problema? ¿No vale la pena de que le consagremos atención especialísima? ¿No vale la pena de que investiguemos qué ocurre aquí para producir fenómeno semejante, que causa la alarma natural en el mercado, que produce su influencia inevitable en los precios, que rebaja la reserva oro en el Banco, y todo ello como un sacrificio estéril?
El plan Carabias. Hemos perdido la tercera parle del «stock» oro
En este punto surge lo que ha dado en llamarse el plan Carabias, digno Gobernador actual del Banco de España, persona singularmente simpática para mí. Se han dicho y escrito tanto y tales cosas respecto a este plan, que agradecería al señor ministro de Hacienda—dentro de sus obligaciones, sin quebrantar lo más mínimo aquella reserva que crea deba mantener en lo que sea precisó que la mantenga—que nos dijera en qué consiste realmente, en qué va a consistir este llamado plan Carabias.
Yo no puedo creer que se reduzca a lo que dicen algunos periódicos. Según ellos, el plan, es éste: disponer de lo que podríamos llamar la superreserva en oro del Banco de España (aquella reserva que no está unida inflexiblemente a la garantía exigida por la ley) para adquirir billetes, con lo cual, dentro de lo que constituye la par adquisitiva, se evitará el que la libra esterlina siga subiendo y subiendo y la
circulación fiduciaria pueda aumentar.
Se os ocurrirá, señores diputados, aun a los mismos que no hayan saludado nunca esta materia, que el procedimiento, desde luego, es cómodo. No cabe duda que si se emplea ese oro en adquirir billetes, se adquirían todos los necesarios mientras el oro dure para rebajar la cifra de la circulación fiduciaria y para actuar sobre la cotización de la libra esterlina en condiciones de que no suba de esa paridad adquisitiva a que se refiere la Prensa.
Pero ¿y después? Cuando se haya acabado el «stock» de lo que llamamos la supergarantía, entonces ¿qué se va a hacer? Mientras este oro dure, sólo por su actuación se producirá la baja de la libra esterlina, o, por lo meaos, se contendrá el alza. Pero los hombres de negocios estudian estos asuntos perfectamente al detalle, y en los mercados extranjeros, sobre todo en centros de especulación, como
los de Amsterdam, donde se opera año tras año sobre las monedas en decadencia, y se concentra hoy toda la especulación en torno a la peseta española, por lo mismo que es única para este efecto, se sabe de sobra lo que es
el limite de la resistencia de esa
supergarantía.
Aguardan a que se
acabe la supergarantía. Y el día
que la supergarantía se acabe,
¿qué sucederá? ¡Ah! Pues sucederá algo que ya sabemos, porque
ha pasado en otros países.
Recordemos lo que ocurrió en
Bélgica en el primer intento de
estabilización del franco belga.
El año 25, un Gobierno presidido
por
M. Jaspar hizo algo parecido.
La operación duró tres meses y
pico sosteniendo el franco belga;
pero en un solo día, y en una
sola hora, la Bolsa de Bruselas cotizó 15 puntos de baja y la operación costó más de 20 millones
de dólares al Tesoro belga. ¿Y sabéis, señores, el final? El final fue
una crisis fulminante del Gobierno, la creación de otro, y el intento, luego ya realización feliz,
de un segundo procedimiento de
estabilización que no tuviera tales defectos, aun dando por perdido todo el dinero que el conato
había costado.
Yo, con todo respeto, con toda
consideración para el señor ministro de Hacienda y para la excelente intención del Sr. Carabias, señalo a su reflexión este
peligro. Creo que el plan Carabias, formando parte de un conjunto, de un programa, de algo
que no se detuviera en esa primera etapa, puede ser acaso útil,
muy útil. Ahora, el plan Carabias en sí mismo, sin conocimiento de
otros aspectos de la realización,
de otras conclusiones, entiendo
que puede ser hasta imprudente y
perjudicial. Pero, para formar
juicio definitivo, espero las explicaciones que pueda darnos, que
le ruego nos dé, el señor ministro
de Hacienda.
El señor PRESIDENTE: Si me
permite el Sr. Alba, voy a aprovechar esta pausa para consultar a
la Cámara si, como espero, acuerda prorrogar el tiempo dedicado
a ruegos, preguntas e interpelaciones lo necesario para que su
señoría acabe su discurso. (Asentimiento.)
Así se acuerda.
El Sr. ALBA: Yo suplico a le
Cámara humildemente que me
perdone; pero son materias estas
que no es posible reducir a términos de brevedad. Harto lo lamento yo mismo.
Conviene que la Cámara recuerde el texto de la base séptima de la ley de Ordenación bancaria. Me
va a permitir leerla, porque es
mucho más clara la lectura que
cualquier referencia que yo hiciera de la misma. Es la base que determina el régimen en este aspecto monetario entre el Tesoro
y el Banco de España.
Dice así: "En el caso de que
el Gobierno, con arreglo a las facultades que las leyes le concedan
por espontáneo y singular acuerdo o en virtud de concierto internacional en el que participe España, decida ejercer una acción interventora en el cambio internacional y en la regularidad del
mercado monetario, el Banco de
España, si esta intervención se
efectúa por su mediación o con
su intervención, participará en la
misma proporción que el Estado en las operaciones a que dicha política dé lugar."
No necesita este párrafo explicación alguna. El Banco y el Tesoro acuden a estas operaciones,
pagando cada uno la mitad de lo
que las operaciones representan.
Pero dice después: «El oro del
Banco que se aplique a la realización de dicha acción interventora, será siempre computado íntegramente como reserva, a los
efectos de la base segunda, mientras continúe siendo de su exclusiva propiedad, Incluso en el caso de que los dichos fondos fuesen situados en poder de los corresponsales del Banco en el Extranjero, sin que obste para situarlos con tal fin la limitación
consignada en el párrafo penúltimo de la base segunda.
Esta forma excepcional del cómputo
cesará a medida que cese la aplicación de los fondos que motivan la excepción, y caso de que
las sumas correspondientes sean
reintegradas en el Extranjero,
desde que dichas cantidades hayan podido ser situadas nuevamente en el Banco, en los términos usuales de las remisiones internacionales de fondos.»
Con relación a esta materia tan
importante me permito preguntar
también al señor ministro de Hacienda: ¿Cuál es la situación de
esos millones de pesetas en oro
que siguen figurando en los balances del Banco de España, pero como situados en el Extranjero? ¿Es que ese oro está libre?
(El señor MINISTRO DE HACIENDA: Tienen la situación que determina la ley.) Después lo explicará S. S. (El señor MINISTRO
de HACIENDA: Con leer el artículo...) Este oro está afecto a operaciones que se han contraído en
el Extranjero. Si esas operaciones no están liquidadas, como
no están liquidadas algunas de
ellas, es natural que tal oro siga
figurando en los balances del Banco de España, como oro en el Extranjero. Pero es que, según mis
noticias, hay alguna parte de este oro que se ha perdido, no en
operaciones contraídas por S. S.—
me apresuro a decirlo—, sino en
operaciones anteriores. Y yo me pregunto, y pregunto al señor ministro do Hacienda, interpretando, seguramente, no ya la curiosidad, sino el interés de la Cámara y del país, ¿cómo es que este
oro sigue figurando en los balances del Banco de España, aunque
de hecho se ha perdido? Y de hecho está adscripto, está afecto,
como garantía, a operaciones realizadas que se han liquidado con pérdida. ¿es verdad qué estas operaciones se han liquidado con pérdida y no hay contrapartida
de ella?
Esta es toda mi pregunta y a ella se referirán, sin duda
alguna también, los discursos que haya de pronunciar aquí el señor
Calvo Sotelo cuando venga a poner por obra sus jactancias de estos días.
En algunas de tales operaciones
parece que el oro se ha evaporado, que el oro se ha perdido, que
las operaciones han sido desastrosas. En esto caso, yo no se qué es
lo que conviene más al interés de
España, una vez que el secreto es
el secreto de Polichinela: si decir,
franca y paladinamente, que este
oro se ha perdido y hacerlo desaparecer de los balances del Banco de España, o si no es cierto, y
estoy equivocado, como las otras
personas que así lo afirman, expresarlo también, para que esas
partidas de los balances sean una
realidad y no algo semejante a
aquel «plafond» que se perforó un día en Francia y determinó la caída del Gobierno.
Por último, dice esta base «que
el Estado, para la participación
que debe tomar en la operación,
aplicará el oro del Tesoro o el que
se proporcione con los créditos
«que el Parlamento» le otorgue,
caso de que aquél sea insuficiente».
Aquí viene también otra pregunta mía al señor ministro de
Hacienda: El Tesoro no dispone
por sí mismo de otro oro que aquel
que le produce el pago en este metal de cierta parte de la renta de
Aduanas. Ha de aportar, como dice
la base, la mitad del importe de
cada una de estas operaciones en
el Extranjero. Por mi cuenta, el
oro del Tesoro se va a agotar pronto. Si se realizan las operaciones
anunciadas, ¿cómo se van a llevar
a cabo? ¿De dónde va a sacar el
oro para su parte el Tesoro nacional? He aquí un caso de consulta al Parlamento. ¿Es que el señor
ministro de Hacienda vendrá a pedir los créditos correspondientes
al Congreso?
Si viene a pedirlos,
yo no diré nada; menos dificultaré la votación de tales créditos.
Pero creo que es un tema bastante
importante para que el Parlamento de la nación se entere de todo
lo que ocurre en el asunto y sepa,
desde luego, con tiempo, los sacrificios y esfuerzos que puede representar para nosotros el desenvolvimiento del plan.
Los valores del Estado y los Industríales
La situación de los valores públicos y mobiliarios participa de
la crisis general del país. Voy a
referirme a la cotización del 4 por
100 Interior, a la del Amortizable,
a la de las acciones ferroviarias y
a la de las acciones bancarias como expresión del mal. El año 1923, el 4 por 100 Interior se cotizaba a
89; el año 29 baja a 75,75; el año
30, a 73,65; en este año que corre
sigue bajando a 69, a 68, a 64, a
62, y en estos días se cotiza a 61,25.
Es decir, desde el comienzo de esta estadística, de 87,85 a 61,25. El
5 por 100 Amortizable, en 1923, a
98; en 1926, a 94,85; en 1930, a 94.15;
en 1931 empieza a 90,70, baja después a 88,10, más tarde a 83,50, y,
por último, en nuestros días, a
81,25.
Es decir, que ha bajado desde la primera cotización que os cito hasta ahora más de 16 enteros. En cuanto a las acciones ferroviarias, el problema es más complejo (ya hablaré después da
la liquidación de este grave problema en lo que se refiere al concierto ferroviario; pero nos encontramos con que el año 1928 se
cotizan estas acciones: Norte, el
año 1928, a 660; el año 29, a 647, y
en estos días, a 313; M. Z. A. se
cotiza a 635 el año 28, a 596 el
año 29, después baja a 485; ya en
este año, a 305 y a 268, y en estos
días, a 225, y aun el mínimo se
ha cotizado a 193.
Acciones bancarias. El Banco de España las
cotiza: en 1927, a 667; empieza el
año 31 cotizándolas a 600, siguen
bajando y en estos días se cotizan
a 520 y a 515. El Banco Hispano Americano—porque la baja es general—cotiza en los años 28 y 29
a 215 y 232. Y en estos días, a 200.
El Banco Español de Crédito cotiza en las mismas fechas que antes he citado, a 480 y 512, y en
este año, a 360, y baja hasta la cottzación de estos días, que es 240.
El Banco Central cotizaba a 216.
y a la misma cotización de 216 el
año 29; pero en el 31 empieza el
año cotizando a 99, y en estos días,
a 94.
La situación de la Banca (no
revelo ningún misterio que desconozca el país) es verdaderamente angustiosa. Puede asegurarse
que casi todos los Bancos, han perdido más del 50 por 10 de sus carteras. Sus acciones, ya veis cómo se cotizan. Estas carteras bancarias están hoy, casi en su totalidad, sometidas a redescuento en
el Banco de España.
Ello explica
muchas dificultades de crédito, el
enrarecimiento de la circulación
monetaria y todos los obstáculos
con que cada día tienen que tropezar el comercio y la industria
en su gestión. El ministro de Hacienda, por su parte, se ve forzado a adoptar acuerdos como el
que ha adoptado, yo creo que con
acierto, estimulando al Banco de
Crédito Industrial a que acepte a
redescuento las certificaciones de
obras públicas para que puedan
continuar muchos trabajos.
La fuga de capitales, 1.200 millones retirados de las cuentas corrientes
En suma, señores diputados, la
situación, como veis, en este aspecto de la vida económica, es delicadísima, grave, merece que todos nos ocupemos de ella. Y si
faltaba algún detalle, hay uno que
no quiero dejar de citar: según
las estadísticas recogidas por el Consorcio Bancario, las cantidades retiradas de todos los Bancos
nacionales en los últimos meses
pasan de 1.200 millones de pesetas.
(Un señor DIPUTADO pronuncia
palabras que no se perciben.)
Respecto al por qué, digo al señor diputado que me interrumpe
que ya hablaremos del por qué.
Soy el primero en reconocer que
una parte de esas sumas se ha
retirado por una maniobra política, maniobra política que considero criminal. (El Sr. DE LA VILLA:
¡Así debe decirse, así!—Otro DIPUTADO: Verdaderamente criminal. Rumores y siseos en demanda de silencio.)
Pero sus señorías,
como yo, deben tranquilizarse imaginando que esos señores que han
huido de España con su dinero
llevan la pena en su propio pecado. Europa no está hoy tan tranquila ni tan agradable que pueda
ningún hombre experto en negocios aconsejar a qué país hay que
llevar hoy los fondos en busca de
lugar seguro. En todos se corre
riesgos, y si hay dificultades en
España, figuraos las que existen
por esos mundos de Dios.
Ya ni
siquiera aquella gran ilusión del
consolidado inglés ha podido resistir el estrago de estos tiempos.
Hasta el consolidado inglés, por la
flaqueza de la libra esterlina, se
conmueve. Y vemos en estos días
lo que ha habido necesidad de hacer para sostenerla en los mercados mundiales. De modo que dejamos a esos señores. Ya recogerán el fruto, como lo recogieron
durante la guerra ciertas gentes
elevadas y cautelosas que creían
hacer un gran negocio llevando su
dinero a Alemania y Austria y,
efectivamente, lo perdieron íntegramente allí.
Pero, señores, en este análisis
que estoy haciendo, que no es un
análisis derrotista (¿cómo se me
va a hacer a mí ese agravio?; yo
no cedo a nadie en sinceridad y
concurso leal para la República),
he dicho ya bastante, y cuando
llegue el caso lo confirmaré y ampliaré; pero ahora no nos estamos
ocupando de eso... (El Sr. PÉREZ
MADRIGAL interrumpe al orador,
sin que sus palabras se perciban
claramente. — Grandes protestas,
que al intentar aclarar su interrupción el citado señor diputado se
reproducen con voces de: «iFuera!
¡Fuera! ¡Que se calle!.—El señor
presidente agita repetidamente la
campanilla reclamando orden.)
Yo
agradezco al Sr. Pérez Madrigal su interrupción. Me ha bastado
ver su gesto para saber que era
una expresión de lamentación cordial. (El Sr. PÉREZ MADRIGAL:
Cordialísima.) De modo que no
sólo no me molesta, sino que se
la estimo. (El Sr. PÉREZ MADRIGAL: Es. que, sistemáticamente,
todo lo que yo digo en esta Cámara produce protestas.) Otro día
explicaré al Sr. Pérez Madrigal y
a la Cámara el tema que le inquieta. Pero no nos desviemos;
sigamos con el problema económico y financiero.
La crisis del trabajo
Decía, señores, sin incurrir en
flaqueza alguna de política derrotista, que la situación crítica de
España es notorio que se extiende
a todos los órdenes de la actividad
y del trabajo. Yo no puedo ser
sospechoso, Sr. Pérez Madrigal y
señores diputados, en lo que se refiere, por ejemplo, a la política
agraria. Yo era aquel ministro de
Hacienda de 1917 que subscribió un
proyecto de transformación del régimen jurídico de la propiedad inmueble, que cambiaba totalmente
la situación de los cultivadores en
España, y en que, por primera vez
en el régimen imperante, con la
firma de un ministro responsable, se establecía la posibilidad de que
los colonos llegaran a ser propietarios de las mismas tierras que
labraban.
No lo invoco como jactancia, sino como expresión de un
convencimiento y recuerdo de un
antecedente. Y, después de esta cita, yo os digo, señores diputados,
que es innegable que hoy hay una
situación irregular, inquietante,
que es difícil precisar a qué responde, pero que existe en toda España en lo que se refiere a los cultivos, que muchas de las rentas no
son pagadas por los colonos, esperando la implantación de la ley
Agraria, y que estos propietarios,
que en muchos pueblos—yo puedo
hablar de los que conozco en las
provincias de Castilla—se confunden con los obreros, porque comen
con ellos, viven con ellos y en sus
haberes no hay gran diferencia
entre lo que posee el pequeño cultivador y el primero de sus gañanes, dicen que no pueden vivir
porque si acuden a vender una tierra no hay quien la compre, y si
quieren hipotecarla, tampoco se la
admiten en hipoteca.
Aquí hay,
cerca de mí, ilustres notarios de
Madrid; que digan ellos cuántas
escrituras de compraventa y de
hipoteca han otorgado en los últimos meses y que citen, en cambio,
los centenares de protestos que
subscriben a diario. Es decir, señores diputados, que por lo mismo
que todos tenemos un noble interés, un sincero interés en guardar
la República y en consolidar la República, hemos de seguir el camino, no de desconocer la realidad,
sino de estimarla tan grave como
es y apresurarnos a remediarla
mediante las soluciones que es necesario traer al Parlamento. (Muy
bien.)
Crisis de trabajo. El señor ministro de Hacienda os dirá lo que,
con su gran conocimiento de la
vida vizcaína sabe, y, además, ha
podido contemplar de cerca en estos días. Es pavoroso el porvenir inmediato; lo es en España entera, en Madrid mismo. En el mes
de Noviembre quedarán paralizadas las últimas obras que se están ejecutando y tendremos millares de obreros que, si no ponemos a ello remedio, vendrán a las
puertas do esta Cámara a pedirnos una solución.
El comercio no
vende, la navegación, en una tercera parte, se halla interrumpida;
podéis ir a los puertos y ver que
están amarrados los barcos.
Tenemos una ventaja, hay que
decirlo, dentro de esta sombría
exposición de la situación española. La ventaja consiste en que
todavía la crisis no ha influido
de una manera extraordinaria sobre los precios. España ha tenido muchas veces, en el curso de su historia, factores providenciales, y yo creo que ahora es para
ella un factor providencial la crisis universal de los precios.
Se lamentan de ella en el resto de los
países; para nosotros es una fortuna, porque la crisis de los precios en el Extranjero determina,
por un fenómeno de todos bien
conocido, el que aquí, a pesar de la crisis de la peseta, no suban
los precios como deberían subir.
Y eso que hay un fenómeno que
subrayo ante la Cámara y que vale la pena de ser estimado por todos: el contraste de que los índices de precios—no molesto a la
Cámara con la lectura, pero aquí
los tengo—señalan que en los productos industriales no hay elevación, no obstante proceder del
Extranjero la mayoría de ellos, y,
en cambio, en los productos alimenticios—menos en el trigo—,
que son casi todos nacionales, si
existe elevación; es decir, que esa
elevación parece responder a codicias, a apetitos, a algo que el
Gobierno debe corregir.
Pero por
de pronto vamos librando bienhechoramente.
Lo que hay que evitar
A mí me aterraba, y me sigue
aterrando, la idea de que pueda
producirse en España el fenómeno
mismo que se produjo en Alemania después de la guerra, que es
puramente el exterminio de la clase media. Porque estos problemas,
con inquietar al obrero, no le tocan todo lo que pueden tocar a
la clase media, ya que un maestro
de telar o un encargado de cuadro en una central eléctrica, por
ejemplo, ganan cantidades muy
superiores a las que ganan, en una organización como la nuestra,
un comandante del Ejército o un
catedrático de Universidad.
He
visto yo, señores diputados, lo que
fue este exterminio de la clase media después de la guerra; he visto
hijos de profesores de Derecho de
la Universidad de Berlín, distinguidísimos, caminar por la calle
sin zapatos, porque era imposible
que los tuvieran dentro del régimen en que vivían. Y no quisiera
yo ver sobre España proyectarse
la trágica silueta de esta crisis,
que influiría de una manera horrenda, no ya en todas nuestras
relaciones de presente, sino hasta
en las posibilidades de organización política y de desarrollo normal futuro de la sociedad misma.
Entremos ya, señores diputados,
si vuestra benevolencia me acompaña, después de esta exposición
un tanto negra de la situación, en
la última parte de mi discurso,
que corresponde a la buena fe, a
la sinceridad de propósitos con
que he venido aquí; entremos en
la exposición de los que yo considero posibles remedios para la crisis.
Ante todo, hace falta la estabilidad
política
Primero y principal, clave de
todo: la estabilidad política, derivada de la votación de la Constitución. Subscribo en este punto las
palabras tan elocuentes que dijo
ayer el señor ministro de la Guerra, según leí en algunos periódicos; no es necesario, señores diputados, que la Constitución sea
la expresión del juicio supremo
de los siete sabios de Grecia; basta con que sea una obra humana,
imperfecta si queréis, pero acomodada al ambiente en que vivimos
y en que nos desarrollamos.
Es
preciso, es urgente, que España
tenga pronto una Constitución. No
cabe pensar en una estabilidad
económica y monetaria sin que
tengamos estabilidad política.
En un orden económico prudente no se pueden pedir más sacrificios a la propiedad, al capital,
a todos aquellos que pueden prestarlos, que deben prestarlos y que
tendrán que prestarlos en una medida que ni ellos siquiera, posiblemente imaginan, sin que pongamos en movimiento todo el artefacto económico, financiero, industrial, agrícola y mercantil de España, que hoy se halla en un momento de colapso.
Sería inútil que
siguiéramos otro caminó o que lo
pretendiéramos seguir, porque, señores, todas las bayonetas del
Mundo no pueden descubrir agua
en un manantial que se ha secado; hay que alumbrarla por otros
procedimientos; hay que acudir a
los recursos de la técnica, hay que
ejercitar aquellos ingenios del espíritu humano que son precisos para resolver dificultades como éstas.
No basta que a golpes de «Gaceta» digamos: vengan recursos,
vengan nuevos tributos; si España está esquilmada, si el torrente circulatorio de la economía nacional se ha reducido, ¿de dónde
van a venir esos recursos? Hay que
poner en movimiento, repito, todo el artefacto nacional. ¿Y cómo?
Primero, practicando, consiguiendo, señores, esta mágica palabra;
«confianza».
La confianza, base de la salvación
Permitidme, señores, una rapidísima digresión, no lo es tanto,
porque tiene una relación directa
con lo que estamos diciendo—, recordando como caso expresivo y
típico lo que ocurrió en Francia,
lo que yo vi en la crisis del franco, que llevó al Poder a Poincaré. La crisis era mucho más grave que
la crisis española; era pavorosa; se sucedían, como aquí, los Gobiernos sin dar con la solución para la cuestión del franco. Un día la
multitud llegó a las puertas de la
Cámara de Diputados gritando contra el Gobierno y el Parlamento e
incurriendo en exageraciones de
carácter realista que habitualmente parecen imposibles en París.
Pero llegó la noche, y el presidente de la República se decidió a llamar a M. Poincaré; M. Poincaré
constituyó su Gobierno y tuvo para él el concurso abnegado y decidido de aquellos hombres que lo
habían combatido siempre. Fueron
a sentarse con él, en el banco del Gobierno, M. Herriot y sus compañeros del bloque que le habían derribado en las elecciones famosas
de Mayo del 24. Poincaré no pudo
hacer nada en los primeros días
de su Gobierno. Sin embargo, ¿sabéis lo que ocurrió? Constituyó su
Gobierno el 21 de Julio; no pudo
llevar nada al «Diario Oficial», ocupado en organizar la situación.
El
Tesoro francés (¡asombraos contemplándolo a través de los 27.000
millones de francos que hoy yacen
en las cajas de París, en expectación de colocación!) no tenía más
que un millón de francos de disponibilidad dentro de la ley de Tesorería. La libra se cotizaba a 240.
Esto era el 21 de Julio. Pues el 7 de
Agosto, sin haber llevado al «Journal Officiel» una sola medida de
Gobierno, sólo por la expresión de
esa confianza a que me he referido, en una sola sesión bajaba la
libra 95 puntos, y la preocupación
de aquel Gobierno desde esa tarde
tuvo que ser, no la de impedir que
el franco bajara, sino la de estorbar que el franco llegara a cotizarse con tal favor que constituyera un elemento nuevo de perturbación dentro del movimiento circulatorio.
¿Por qué? Porque la especulación en las Bolsas, señores,
es como el humo con relación al
viento: sigue siempre su dirección.
La especulación se coloca en el
sentido que cree más favorable.
Yo tengo la seguridad absoluta,
cierta, de que el día en que España dé una sensación de confianza en torno de su Gobierno, el día
en que España haga una afirmación vigorosa de política económica y financiera delante del Mundo, esa misma especulación, traviesa, audaz, criminal si queréis,
en ciertas plazas bien conocidas
del Extranjero, se colocará inmediatamente al alza, como hoy se
coloca a la baja, y vosotros veréis también cómo es necesario,
para organizar una política de consolidación de la peseta, que se contenga el movimiento especulador
de alza, porque si no nos llevaría
a consecuencias también dañosas
para el crédito del país. (Muy
bien.)
Aquellos hombre» acreditaron
entonces lo que tenemos que acreditar nosotros ahora; aquello que
estoy seguro que acreditaréis todos los que aquí nos reunimos,
el espíritu venido en torno de este Gobierno y de las Instituciones
democráticas: amor a la patria,
amor a la República, amor al Parlamento. Pero para ello, sí, para
ello es preciso poner remedio a
los mismos males de que hablamos, y ponerlo de una manera
cierta y positiva.
Yo creo que el señor ministro
de Hacienda tiene que aprestarse
a constituir dentro del Gobierno,
como en la época de la gran guerra se constituían aquellos Comités ministeriales para la lucha,
un Comité para la paz, para la
defensa del crédito, Comité que lo
han de constituir su señoría, y el
señor ministro de Justicia, y el
señor ministro de Trabajo, y el
de Fomento, y el de Economía. Pero que no se lleve a la «Gaceta»
una sola disposición que sus señorías, en su conciencia y contrayendo una responsabilidad delante del Parlamento y del país,
no estén seguros de que no puede
causar daño al crédito público.
Porque hay medidas que en situación normal son inocentes o pueden serlo, que pertenecen a la
propaganda normal de los partidos, a las contiendas de los hombres; pero en momentos como los
actuales, señores, una tilde, una
expresión, una imprudencia, una
insinuación, un programa indiscreto. inmediatamente se cotizan en la Bolsa y producen—lo estamos viendo y lo hemos visto en
el curso de estos meses—una elevación en la cotización de las divisas extranjeras, con daño de la
economía nacional.
Una plan nacional de trabajo para
todos los obreros
Hay que hacer inmediatamente,
ahora mismo, un plan nacional
de trabajo. He leído con gusto el
discurso que su señoría ha pronunciado en Bilbao. Estoy conforme con casi todo lo que su señoría ha dicho, con una idea bien
cierta de sus responsabilidades en
ese cargo. Pero me permito disentir en un extremo. Su señoría decía a los representantes de las
fuerzas vivas vizcaínas que enviaran ellos sus peticiones y que el
Gobierno las examinaría con benevolencia.
Yo opino más: yo creo
que es necesario, índispensable,
urgentísimo, desde ahora mismo,
constituir un plan general de trabajo en toda España para el invierno. Pero que no consista ese
plan en ir tirando los millones en
unas y otras regiones, sino en pedir y obtener el concurso de la
técnica y del capital, asistiéndose
de las Corporaciones provinciales
y municipales y trayendo también
el concurso de todas esas entidades industriales y financieras que
deben contribuir a ello y que han
de cooperar en un régimen de coparticipación, para que no pese
todo, porque no debe pesar, sobre
el presupuesto del Estado, pero
preocupándonos, repito, desde
ahora, del plan y de las soluciones.
Que no sea el remedio para
los braceros exclusivamente. No
podemos convertir en braceros a
obreros distinguidísimos, acostumbrados a manejar un telar o
un torno, o a trabajar en industrias, que son cosa distinta de cavar la tierra. Hay que llegar a
soluciones que abarquen todo el
trabajo nacional. No digo más sobre este extremo, porque habrá de
ser objeto detalladamente de análisis posteriores, y yo estoy dispuesto a prestar mi concurso para lo que haya necesidad de hacer.
Hay que vigorizar el presupuesto
de la nación, no destrozarlo entre
los Estatutos
Pero hay también, señores, que preocuparse, como una de las primeras medidas, de vigorizar el presupuesto. He de decir con relación
a ello algo que no quisiera que
sonase agriamente en los oídos de
mis amigos los diputados catalanes. Recuerdo que en ese mismo
momento en que M. Poincaré se
hacía cargo de la enorme responsabilidad del Gobierno de Francia,
lo primero que hizo fue vigorizar
el presupuesto, aumentar los ingresos del Tesoro, defender, franco a franco, delante de las peticiones de gastos de sus compañeros, todo lo que pudiera suponer
una disminución de los recursos del Estado.
He visto en estos mismos días—antes lo recordaba—,
ante la situación de Inglaterra,
cómo esos ministros socialistas,
dignísimos, admirables, han afrontado la impopularidad de pedir la reducción de las aportaciones para los obreros sin trabajo, con tal
de salvar el Tesoro.
Yo os digo,
queridos colegas, diputados españoles, y, dentro de ellos, diputados catalanes: en la situación por
que atraviesa España—hago una
invocación a vuestra conciencia—,
cuando tenemos delante todos estos problemas tan angustiosos y
tan inaplazables, que suponen millones y millones, ¿creéis que España puede (aunque quisiera por
razones de política interior) ofrecer al mundo el espectáculo de coger su presupuesto de ingresos y rasgarlo y lanzarlo en tiras a
cada uno de los Estatutos regionales? (Muy bien, muy bien.)
Esto no puede ser. Yo no digo que renunciéis a ninguna, absolutamente a ninguna, de vuestras aspiraciones políticas; os pido pura y simplemente una cosa: tiempo. Yo os digo que a vosotros no
os es indiferente tampoco, en el
orden económico y financiero, la
crisis de España, porque vuestro
mercado es el español, y cuando
España atraviesa una crisis como
la actual vuestras fábricas no marchan y vuestros comercios no venden; de modo que, aun en el orden estricto de los intereses, debéis estar tan preocupados como
nosotros de dominar la crisis y de
no prodigar los recursos. (Un señor DIPUTADO: Lo estamos, senor Alba; lo estamos.)
Y yo pregunto ¿Qué gobernante
es el que delante de una situación
cómo ésta, después de la nota publicada por el señor ministro de Hacienda, según la cual la concesión del Estatuto supone 1.000 millones de déficit, asume la responsabilidad de promulgar alegremente la concesión de estos recursos,
que no serán sólo para vosotros,
sino para todas las regiones de España que nos los pidan? (Muy
bien.)
Y digo más: digo que este
debate no puede concluir, cuando
concluya, sin una declaración clara y terminante del Gobierno sobre la materia. Yo aseguro al señor ministro de Hacienda y a la Cámara que estas cuestiones son
examinadas a diario por la Prensa universal; que no somos un rincón en el Mundo, señores; que hoy
la Influencia de las ideas y de los sentimientos universales es mucho
más eficaz que todos los resortes
de la política Interior, y que así
como la Dictadura cayó, y no podía menos de caer, porque la ahogaba el ambiente del Mundo, el ambiente del Extranjero, es necesario que nosotros reconquistemos
este ambiente, con provecho, en
primer término, para la moneda
nacional.
Y no es posible que lo
reconquistemos si alegremente, inconscientemente, delante de otros pueblos nos presentamos afirmando que en una situación como la,
actual, repito, vamos a conceder
a uno y otro Estatuto recursos del
Tesoro, en vez dé preocuparnos de vigorizar y ampliar los que actualmente tenemos. (Muy bien.)
Las reformas de Guerra deben servir de modelo. La agricultura y
los ferrocarriles
Y hay algo más que hacer. Vosotros sois un Gobierno republicano; sois más que esto: sois un Gobierno revolucionario, y esta Cámara es también una Cámara republicana y revolucionarla. Señores, ¿a qué podemos aplicar
mejor estos sentimientos republicanos y revolucionarios que a una
transformación honda, radical, del
Presupuesto del Estado?
También
estoy conforme con lo que decía
el señor ministro de la Guerra en su discurso del domingo: cercenar sólo las consignaciones militares, sin aplicar el mismo criterio de severidad a las consignaciones civiles, sería dar pretexto,
ya que no motivo, a una interpretación que nos favorecería muy
poco como de hostilidad sistemática contra los elementos armados.
Es preciso que este criterio de
ordenación y economía se expresa y refleje lo mismo en las clases civiles del Estado. Al fin y al
cabo, vivimos todavía sometidos a una división territorial que viene nada menos que desde los tiempos de Bravo Murillo. El señor ministro de la Guerra ha podido suprimir sin perturbación de las provincias, no ya una Capitanía general, que en otro tiempo daba motivo a tantos escándalos y conflictos, sino todas las Capitanías generales. ¿Por qué no repetir el criterio? ¿Por que hemos de tener, proporcionalmente, mas Universidades que pueblo alguno? ¿Por qué conservamos una serie de centros y organismos que han nacido durante el período de la Dictadura y se mantienen como
plantas parásitas a las que no es posible exterminar? (Aplausos.)
No olvidéis, señores, que el último presupuesto votado por las Cortes constitucionales ascendía a
3.048 millones de pesetas; que la Dictadura lo elevó a 4.718 millones, y que todavía el presupuesto vigente representa un gasto en números redondos de 4.000 millones de pesetas. Este gasto es el que viene abrumando a España.
Es incompatible con la economía del país, que soporta una carga que no guarda proporción con los medios de la producción española. Hay que practicar una política de severidad dentro de la administración del Presupuesto, y ella será también uno de tantos factores morales para la confianza que yo requería.
Ya he dicho, y entro en la última parte de las soluciones que se refieren a medidas complementarias de la reconstitución nacional, que hay que amparar a la agricultura. La agricultura es, en cuanto a número de cultivadores, en cuanto a productos, en cuanto a influencia en la vida general, el primer factor de la vida del país. Todo el mundo sabe que la industria y el comercio no marchan en España en los años de mala cosecha; todo el mundo sabe también que en la actualidad la agricultura es un mal negocio: debe ser ésta una de las preocupaciones del Estado.
Cuando yo he leído que modestos labradores de Coslada, en esta provincia, acudían a la Cámara con una petición, diciendo que no podían cultivar trigo porque les costaba 1,50 pesetas el kilo y no podían
venderlo más que a una peseta, he pensado en la magnitud, horrible de este problema y en la necesidad de que acudamos a su remedio. Y no digo una palabra más sobre ello, porque exigiría un debate amplio.
Hay que liquidar pronto, muy pronto, lo que se refiere al Consorcio ferroviario. El régimen ferroviario, tal como está establecído, señores diputados, nos ha costado más de 1.800 millones de pesetas, y, por otra parte, vosotros veis cómo bajan las acciones de las Compañías; es decir, la situación en todos sus aspectos no puede prolongarse.
Pero con relación a este tema, en lo que puede referirse a la peseta, me va a permitir el señor ministro de Hacienda y me va a permitir la Cámara, no un paréntesis, porque tiene relación directa con el tema; pero si una rapidísima cita de algo que se ha publicado estos días en la Prensa financiera del Extranjero.
Los periódicos más leídos entre los hombres de negocios en Francia y en Inglaterra han publicado
la siguiente noticia:
«Como consecuencia de la Asamblea general de la Central Mining, que tiene intereses en la Anglo
Spanish Construction, los representantes de esta última han hecho una nueva gestión cerca del ministro de Hacienda de España para procurar que se paguen las sumas que se deben a la Sociedad por la construcción de varios trozos de la linea del ferrocarril Santander-Mediterráneo. El alcance de las sumas debidas se eleva a 105 millones de pesetas.»
Este último ferrocarril, me apresuro a decirlo, señores diputados, y vosotros lo recordaréis, es uno de aquellos turbios negocios de la Dictadura. La noticia se pasea por los escritorios de Europa. Se dice que Esparta debe 105 millones de pesetas. No los debe. Este es un asunto en litigio, y hay que proclamar que lo es. Y si es cierto que se van a exigir responsabilidades, nada tan urgente como exigir las que se refieren a este asunto.para decir después que si España no paga no es porque deba y no quiera pagar, ni menos porque no pueda pagar, sino porque hay algo que examinar y decidir previamente en esta cuestión.
Lo que no puede ser es que ciertas especies circulen entre los hombres de negocios. Influyan en la cotización de la peseta y se nos presente como un país Insolvente. Requiero, pues, al señor ministro de Hacienda para que, como una página conexa con esta política económica a que vengo refiriéndome, procure hacer los esclarecimientos que son precisos en materia tan delicada como la del ferrocarril en cuestión.
Hay que revisar el Arancel. No es posible que España constituya, con Turquía, según la Sociedad de Naciones, una excepción en el mundo culto por sus tarifas elevadísimas. No es posible que los ciudadanos españoles estén sometidos a un régimen de precios caros como los que se derivan del Arancel vigente.
Este Arancel debió ser revisado ya por la Dictadura en el año 1927; no lo fue; pido al señor ministro de
Hacienda, ahora al de Economía, porque sé pertenece a su departamento la cuestión, que se practique inmediatamente lo que sea preciso para que esta revisión sea un hecho. Habrá pocas medidas que puedan tener una relación tan directa con la cotización de la peseta y la vida del país como ésta de la revisión del Arancel.
Hay que reformar la Ordenación bancaria. La Banca privada representa hoy una suma de 4 a 5.000 millones de pesetas aportados por los particulares. Este deja así de ser un negocio particular para
convertirse en un gran asunto de Estado. Hay que ordenarlo, hay que regularizarlo más aún que está en la ley vigente, en defensa del crédito público y del peculio privado. Y aparte todo lo que se refiere al Banco de España, no extendiéndome en este aspecto de la cuestión, porque harto he molestado a la Cámara, dejando establecido pura y simplemente un Índice de soluciones que requerirán algún día la necesaria amplificación.
La estabilización de la peseta
No hablo de la plata y de su desmonetización, porque, a mi juicio, no es de las medidas urgentes, a pesar del «rapport» de M. Rist. La cuestión de la desmonetización de la plata es un asunto en el cual se están viendo ya rectificaciones muy importantes. Últimamente, persona tan significada como monsieur Caillaux ha mostrado su disposición favorable a que la plata no se desmonetice en los países en que no lo ha sido ya, condenando la ligereza con que otros lo han hecho e influyendo en mercados, como China y la India, y determinando la crisis a que se va a referir precisamente en estos días la Conferencia que ha de reunirse en París. Sobre este asunto no creo que sea necesario adoptar ahora ninguna medida. Volveremos también sobre el tema.
Practicadas todas las expuestas, implantadas todas estas soluciones, estaremos, a mi juicio, señor
ministro de Hacienda y señores diputados, en condiciones de ir al último trámite de la situación, que será la emisión de un empréstito exterior, para acudir a la estabilización definitiva de la peseta.
Empréstito exterior. Para nadie, tanto como para mi resulta doloroso reconocer que es preciso hacer una emisión de esta índole. Las disposiciones que con el concurso de las Cortes yo dicté, como ministro de Hacienda, en 1917 han producido la nacionalización de casi todos los valores españoles de
ferrocarriles domiciliados en el Extranjero. No teníamos Deuda exterior, la política de la Dictadura
es uno de los mayores daños que nos ha producido; España necesitará tener y ampliar la Deuda exterior; ya es irremediable.
Un empréstito exterior será indispensable para llegar a la consolidación de la peseta. Ahora bien: yo creo, señor ministro de Hacienda, que no se puede ir al empréstito exterior, que no se debe ir a la estabilización de la peseta sino en su día; que en estos instantes sería una gran imprudencia llegar a ello, a pesar de lo que he leído en ciertas manifestaciones que se atribuían al gobernador del Banco.
En este punto estoy también conforme con aquel criterio que estableció la Comisión del oro, y que sintéticamente dice así:
"No es aconsejable el establecimiento del patrón oro en nuestro país sino sobre la base de una Hacienda tan sólidamente establecida que no sólo pueda saldar sus obligaciones de presente, sino que permita mirar con tranquilidad las contingencias del porvenir; y el abandono forzado del patrón oro, una vez que se hubiera establecido, sería daño mayor que la continuación del régimen presente, máxime si éste se mejora en los términos esenciales en que puede ser mejorado. ¿Se halla la Hacienda española al presente en esas condiciones?"
Yo no digo que se deba mantener la situación actual. He hecho una larga disertación sobre todas las medidas que es preciso implantar. Lo que sí afirmo y someto a la reflexión de su señoría es que no cabe precipitarse yendo al empréstito exterior como preparación de la estabilización de la peseta. Si a ello fuésemos inmediatamente, el empréstito podría ser un fracaso y la estabilización también; lo sería seguramente, si no ponemos antes por obra todas las medidas a que vengo refiriéndome.
Ahora bien: todo hay que prepararlo en seguida, inmediatamente, sin perder instante. Y yo digo,
señores diputados, que sobre una peseta sana y sobre una Hacienda sólida se puede establecer la vida económica y financiera de la República. Pero será sólo entonces y así posible toda la política de la Hacienda de la República, toda la transformación económica y financiera y de justicia social de España. Para procurarla y para estimularla he venido yo aquí esta tarde.
Compensación de años amargos, Fe en el pueblo y en la Democracia
Pero antes de sentarme me vais a permitir, señores diputados, que diga unas cuantas palabras, bravísimas, que acaso habéis esperado muchos de vosotros y que me fluyen del corazón a los labios.
Hace ahora exactamente ocho años yo era un hombre que pasaba la frontera calumniado, vilipendiado. injuriado, perseguido.
He permanecido en el Extranjero, en una protesta silenciosa, durante largos años. Estos años, señores, tienen y han tenido pera mí, a pesar de lo breves que parezcan en la historia de un pueblo, muchos atardeceres melancólicos. Pero ha pasado el tiempo; he visto caer la Dictadura; he visto otras muchas
cosas. Y al cabo de todas ellas, estoy aquí. Han desaparecido los que se impusieron por la fuerza e
hicieron burla de la voluntad nacional. Nosotros hoy somos la expresión de esa voluntad, somos los servidores del país.
Yo mismo he venido a la Cámara por los votos de millares de mis coterráneos. Os digo, señores, qué me basta con vuestra atención este instante para sentirme compensado con exceso de tantas amarguras. Yo creo hoy más que nunca en la democracia, en la opinión, en la justicia, en el pueblo. Firme y optimista, ante la crisis nacional, yo os grito para acabar: Adelante, todos adelante, ¡por España y por la República! (Grandes y prolongados aplausos.)
Contestación del ministro de Hacienda
El ministro de HACIENDA, después de elogiar el discurso del señor Alba, manifiesta que se apresura a contestarlo por la repercusión que sus palabras puedan tener en el Extranjero. Advierte que el Sr. Alba, que ha hecho una exacta pintura de la situación, no ha dado ninguna solución para ella. Ha coincidido en gran parte con lo que él dijo en Bilbao.
El Sr. Alba cifra la solución en la confianza y cita el nombre glorioso de Poincaré. Yo echo la mirada por estos bancos y no veo al Poincaré salvador. Poincaré no tenía detrás de las fronteras miles de franceses deshonrando a Francia, como tiene España vilipendiándola, (Grandes aplausos.)
Dice que los emisarios de la Empresa del ferrocarril Santander Mediterráneo ya le anunciaron en su despacho la publicidad de la noticia que ha leído el Sr. Alba. Estima que esa Empresa tiene que ponerse en fila y no puede cobrar con preferencia a numerosos contratistas que no han cobrado desde primero de Enero. (Grandes murmullos.)
El Sr. ALBA: No ha comprendido S. S. mi argumento. Precisamente he dicho que por tratarse de un negocio turbio de la Dictadura no debe pagarse, y hay que hacer ver al Extranjero que si no se paga es porque no se debe pagar.
El Sr. PRIETO: Pues yo voy más allá que S. S., y por eso digo que no se puede anticipar pago alguno, sino hacerlo cuando llegue su tiempo.
Se refiere al asunto Morgan y dice que la rescisión se hizo el 31 de Abril, y aquel día tuvo su cotización máxima y descendió hasta primeros de Mayo, y sólo volvió a subir y tuvo su máximo crecimiento después de la quema de los conventos.
Yo he de decir la verdad en absoluto.
Lee datos estadísticos de las operaciones de libras en la Bolsa en los meses de Mayo y Junio. Hubo
un déficit para los importadores de materias primas, y el Gobierno no pudo permanecer indiferente a esto. Tuvo que surtir de moneda a nuestros importadores de materias para que no se cerraran fábricas y no hubiese conmociones Industriales.
El plan Carabias es simplemente una orden ministerial, que lee. En ella, sin rozar nada de lo dispuesto en la ley de Ordenación bancaria, se quiere que el Banco de España eche sobre si una parte del sacrificio que cae sólo sobre el Tesoro.
Participa también de los temores del Sr. Alba sobre las reservas oro; pero no se puede dar ante el Extranjero la impresión de que no tenemos movilizado ese oro. Si el Extranjero conoce nuestra
impotencia no tendremos defensa, cuando nos sobran armas que tenemos depositadas en el Banco. El Gobierno procederá con gran cautela, porque estoy de acuerdo con el Sr. Alba en la cuestión.
Afirma que ha sido preciso ir al aumento de la circulación fiduciaria. Agrega que el Banco ha absorbido atenciones que antes corrían a cargo del ahorro, y sólo en ellas ha invertido 120 millones de pesetas. Manifiesta que tiene una marcha del cambio, cuyas oscilaciones han coincidido con ciertas perturbaciones de orden público. Y bien se comprenderá que esas perturbaciones no ha podido evitarlas el Gobierno.
Lee párrafos del Informe de la Comisión de 1919 a que ha aludido el Sr. Alba y dice que en ella se mencionan las malas cosechas, y contra esto no hay enmienda que pueda nada. Ni aunque viniera Poincaré a España.
Reconoce que la agricultura es base principal de la vida española. (Murmullos de aprobación.) Se duele de que personas competentes que le ofrecieron su colaboración le hayan abandonado en la grave labor de regir la Hacienda española y hace protestas de su humildad; pero al mismo tiempo de su honradez y su amor a España, que le ayudan a llevar la carga.
Dice que ya ha dado al ministro de Economía nombres de personas competentes para formar el Consejo que ha de resolver el problema económico.
Repite las censuras a los que sabotean la República desde el otro lado de la frontera. Señala la circunstancia de que el Sr. Alba haya subrayado la baja de las acciones ferroviarias y dice que el Gobierno de la República no puede seguir la conducta de la Dictadura, que volcó los millones de pesetas sobre esas grandes Empresas. Hoy sus accionen tienen el valor que realmente deben tener.
Expresa su gran impresión sobre la paralización del campesino; pero su pavor es mayor ante el temor de que el obrero del taller tenga que ir a la calle y se desparrame por España.
El remedio al mal actual no puede ser obra del Gobierno; tiene que
ser obra del Parlamento entero, de
España entera.
El Gobierno acepta todas las colaboraciones para hacer una España nueva.
La obra es de sacrificio para todos; pero principalmente para las
clases capitalistas.
Termina pidiendo a todos que
contribuyan a consolidar la República, que es consolidar la vida de
España. (Grandes aplausos.)
ESPAÑA REPUBLICANA
El Gobierno acordó anoche rechazar rotundamente
la dimisión del ministro de Hacienda
La dimisión del señor
Prieto
Rumores y realidades
Ya señalábamos en nuestro número de ayer los rumores que en
la Cámara circularon de madrugada, relativos a la supuesta dimisión de los ministros socialistas.
El rumor tomó cuerpo a las seis
de la mañana, porque cuando el
ministro de Hacienda salía del
Congreso con el Sr. Maura, se
acercó el diputado Sr. Picavea y
anunció al Sr. Prieto una interpelación sobre cuestiones de Hacienda para la semana que viene.
El Sr. Prieto se volvió al señor
Maura, y riendo, dijo;
—¡Mira éste! Me quiere hacer
una interpelación la semana que
viene. ¡Como no me la haga en fotografía!...
El Sr. Alcalá Zamora no revelo
a nadie lo que ocurría en el seno
del Gobierno.
Se reúne el Consejo de ministros
para tratar de la dimisión del señor Prieto
A primera hora de la tarde se
circularon urgentemente citaciones a los ministros convocándolos
para un Consejo extraordinario.
La reunión del Gobierno se fijó
para las siete de la tarde.
En efecto, a las siete menos
veinte llegó a la Presidencia el
Jefe del Gobierno.
Los periodistas preguntaron al
Sr. Alcalá Zamora:
—¿Consejo extraordinario?
—No; un cambio de impresiones
para tratar de algunos asuntillos.
—Se afirma que ha dimitido con
carácter irrevocable el Sr. Prieto. El jefe del Gobierno contestó rápido:
—Aquí no dimite nadie hasta
que dimitamos todos.
Diez minutos después llegó el
Sr. Maura, y los periodistas le
dieron cuenta del rumor de la tarde. —No creo—dijo—que se le llegue a admitir la dimisión. Lo convenceremos. Será una tempestad en un
vaso de agua.
—¿Disgusto con el Sr. Alcalá Zamora? —No, no lo creo. Si acaso, con
la Cámara. Pero, repito, lo convenceremos.
Llegó el Sr. Prieto, y se le preguntó:
—¿Ha dimitido usted?
—|Ah! Pues no lo sé. ¿Pero creen
ustedes que es posible dimitir así
como así?
—¿Pero usted no quiere marcharse?
—Eso no es nuevo. En el Consejo daré cuenta de una visita que
me ha hecho esta tarde D. Augusto
Barcia para pedirme, en nombre
del Consejo Superior Bancario, que
se oiga a este organismo antes de
dictar el decreto anunciado en relación con las repercusiones de la
baja de la libra esterlina en España. Desde luego, el decreto se
aplazará hasta el lunes o el martes.
A la salida.-No se le admite la
dimisión al ministro de Hacienda
El Sr. Prieto dijo:
—Yo anoche, después del Incidente registrado en la Cámara, presenté mi dimisión al jefe del Gobierno y a los ministros. Ellos me
dijeron que no era hora oportuna
para deliberar sobre el caso y que
el asunto se podía dejar para la
tarde de hoy. Esta tarde, después
de reflexionar he venido aquí más
convencido de que mi decisión no
era debida a ofuscación del momento. Estos señores me han hecho
razonamientos que no han llegado
a persuadirme. Han complicado la
cosa diciéndome que no me podía marchar solo; pero yo he venido a presentar mi dimisión con
más firmeza.
—¿Le han convencido?—le preguntaron los periodistas.
El Sr. Prieto hizo un gesto dubitativo y contestó:
—No sé si me resignaré.
El Sr. Prieto continuó las manifestaciones hechas relativas al decreto anunciado para resolver la
cuestión de las dobles.
Manifestaciones del Sr. Alcalá
Zamora
El Sr. Alcalá Zamora facilitó a
los periodistas la siguiente nota:
"La reunión ha sido dedicada
principalmente a dos temas; el primero, que adelanto para corresponder con.sinceridad a la legitima preocupación de ustedes, ha
sido la dimisión que, con extremada delicadeza sólo comparable a
su persistencia en el empeño, ha
mantenido el Sr. Prieto, quien ya
me lo manifestó anoche y que la
fundo en su creencia de haber sido
desfavorable a su intervención en
el debate la actitud de la Cámara.
Seguro yo de que ésta en ningún instante mostró hostilidad o
repulsa hacia el ministro de Hacienda, ni aun en los momentos
de viveza en el debate, a los que
sin relieve excepcional de ninguna
clase siguió un vibrante deseo de
cordialidad, esperé que mi querido amigo Indalecio Prieto no mantuviera su propósito.
Persistió en él, como les digo, y
todos los compañeros le hemos
opuesto la absoluta e inquebrantable negativa por no haber motivo
alguno y sí para que continúe.
No hay, pues, crisis; que no puede haberla en un Gobierno donde
ninguno tenemos derecho a dimitir, ínterin las Cortes no nos negaran su confianza y no hayamos
terminado la obra fundamental
para lo cual nos la expresó.
Nos hemos ocupado también de
la marcha satisfactoria de los debates parlamentarios y de la necesidad de que así continúen, habiéndoles yo expuesto a los compañeros el sentido de la conversación que pienso mantener coa el
presidente de las Cortes y jefes de minorías, y de que ya, en general,
hablé hoy a la Prensa.
Han merecido mi punto de vista y detalles
del mismo la aprobación también
unánime de mis compañeros. Ya
que de unanimidad hablo, quiero
subrayar que la del Gobierno para
oponerse invenciblemente a la dimisión del Sr. Prieto ha sido total,
pues antes de salir para Asturias
el Sr. Albornoz me expresó su parecer y me confirió su voto en el
mismo sentido.
En cuanto al Sr. Lerroux, a quien
acabo de comunicar nuestro acuerdo, baste decir que, sobre la anticipada seguridad que de su pleno asentimiento tengo, se destaca,
como les he dicho, lo que les ha
dicho el Sr. Martínez Barrios, o
sea el acuerdo muy afectuoso de
la minoría radical que, conocedora
de los propósitos. del ministro de
Hacienda, rogó con afecto y empeño que de ello desista."
Consejo extraordinario en el Banco de España
Ayer se reunió el Consejo del
Banco de España en sesión extraordinaria, y en ella se trató de las
repercusiones que para la liquidación de las dobles pueda tener la
baja súbita de la libra, a consecuencia de la suspensión de la
convertibilidad en oro.
El gobernador del Banco, señor
Carabias, manifestó a los periodistas que la medida del ministerio de Hacienda con relación a este
asunto, y que tanto revuelo ha causado, está justificada.
—Las dobles—dijo—se nacionalizaron con el beneplácito de todos,
y aunque algunos clientes podrán
beneficiarse con la baja de la libra,
el Tesoro y el Banco no pueden
perjudicarse.
Añadió que acaso el Consejo Superior Bancario, que celebra reunión mañana lunes, pueda arbitrar una fórmula.
Las dobles alcanzaban la cifra de 4.400.000 libras, procedentes la mitad aproximadamente del empréstito oro, y
ahora sólo hay 300.000.
Dijo que seguramente será discutida la disposición; pero no hay
más remedio que acatarla, y aseguró que no ganarán los interesados, pero tampoco perderán.
Desmintió el rumor de un nuevo
envío de oro a Francia con motivo de la renovación del crédito que
se ha hecho anteayer en las mismas condiciones que se subscribió
hace unos meses.
Crónica financiera semanal
Los acontecimientos de la zona del alto Llobregat
en Cataluña que, juntamente con la huelga de Málaga y otros hechos sueltos amagados en diferentes partes del país, han sido los chispazos del abortado movimiento general comunista que se preparaba para el
día de hoy, constituyen una experiencia grandemente aleccionadora para los que, demasiado confiados y
preocupados solamente de los peligros que para el
régimen pudieran venir por la parte de las derechas,
no realizaron por Andalucía , Extremadura y Cataluña, principalmente, aquellas demostraciones y maniobras militares efectuadas en la región vasco-navarra, con minuciosos registros y requisas de armas.
Voces prudentes advertían, entre otros muchos fenómenos, al entonces ministro de Hacienda, de los
graves peligros que pudieran derivarse del contrato
de Petróleos con los soviets rusos, máxime teniendo
que pagar España en oro los petróleos, en vez de permutar su valor con productos españoles de exportación, como han hecho Italia y Argentina en parecidos contratos, por ser harto conocida en las esferas
internacionales la táctica soviética de destinar una
parte del dinero que obtienen con su tráfico comercial a las propagandas comunistas de acción en los
mismos países de los que obtienen el dinero.
No sería, pues, extraño—y o así lo tengo por artículo de fe—que ese dinero de que alardean los comunistas y sus periódicos, y que la policía ha ocupado a algunos agentes comunistas de Figols y Cardona, proceda de las mismas cajas del Tesoro español, a través del contrato de suministro de petróleos
rusos al Monopolio del Estado, y no creo que esté
de más que se siga la pista al dinero, cuyo reguero
suele dejar huella como el aceite, practicándose las
oportunas investigaciones sobre el caso y, sobre todo,
poniéndose pies en pared para lo sucesivo, porque
sería de una estolidez infinita, cuando no otra cosa
más grave, desentenderse de estas ecuaciones tan
sencillas desviando la mirada para no ver.
Debemos congratularnos todos, y muy especialmente las fuerzas económicas del País, de la rapidez, energía y acierto con que esta vez ha vuelto por
sus prestigios el Poder público, en cumplimiento de
inexorables deberes, ya que hasta los conceptos mismos de Nación y Patria se esfuman y desaparecen
sin un mínimo ordenamiento jurídico imperante.
Pero ese acatamiento y cooperación que todos debemos en esta hora al Gobierno para la restauración
del orden jurídico perturbado, no es óbice para que
recuerde hoy, como experiencia para mañana, el craso
error del señor Prieto, cuando contestaba a aquellas
leales advertencias patrióticas diciendo que en España no había ni podía haber comunistas, siendo el
propio señor Prieto quien ponía de relieve en las
Cortes, la misma víspera de estos sucesos, el abrazo
que en Bilbao se habían dado comunistas, socialistas
y republicanos, y aun añadía, con inconsciente exaltación, dirigiéndose a los católicos de la minoría vasco-navarra: "Los comunistas antes que vosotros".
No; los que se ponen a sabiendas fuera del derecho social y del derecho de gentes con atentados contra la humanidad, con perturbadas exaltaciones de
esa humanidad misma, no pueden ir del brazo de
ninguna organización política ni social, que instintivamente se sienta acogida y amparada en normas del
Derecho, y contra sus perturbadores debe constituirse en todo caso el frente único, y bien claramente se ha
visto confirmada esa instintiva solidaridad en la proposición de confianza al Gobierno, votad a absolutamente por todas las representaciones de la Cámara,
con la única excepción de los cuatro diputados rojos,
que es el único enemigo irreductible común, ya que
entre todos los demás sectores caben sometimientos
y dejaciones circunstanciales, hasta de las mismas
creencias e imperativos de conciencia, en defensa de
España, que es la Patria de todos por igual, menos
de aquellos espíritus cosmopolitas, que sólo sobre sus
escombros quieren levantar las utopías vesánicas que
aspiran a convertir al hombre, a todos los hombres,
en un simple objeto mecánico numerado, entregado
a discreción al arbitrio de la Dictadura roja.
Hay que reconocer, a la vez, que las repercusiones en nuestros mercados financieros y bursátiles no
han sido lo desastrosas a que en otro caso hubieran
podido derivar, debido sin duda a las enérgicas declaraciones del Jefe del Gobierno y la solidaridad
con éste de toda la Cámara, y así hemos visto cómo
el cambio exterior de la peseta sólo ha desmerecido
3,30 por 100, al remontar el franco suizo de 231,30
a 234,60, pero ya se indicó anteayer, sábado, la tendencia de mejora al reponer 30 céntimos, bajando
a 234,30.
Otro termómetro que conviene pulsar frente a
acontecimientos extraordinarios es, sin duda, el balance del Banco de España, y las cifras del balance
de anteayer reflejan la más completa normalidad, tanto en lo que se refiere a las operaciones comerciales y a la circulación como en lo que respecta a la
cuenta de Tesorería del Estado; de suerte qué cualquier a que examinas e este balance sin saber los acontecimientos ocurridos en la semana anterior, juzgaría por tales cifrados que correspondían a una situación normal, como si ningún suceso extraordinario
hubiese ocurrido.
En efecto; respecto al Tesoro, el saldo de su cuenta global registra ligera baja de tres millones; en
cuanto a la circulación monetaria, la de billetes disminuye 51 millones y la plata en Caja aumenta cinco
millones, y esa reducción de 56 millones en los medios circulatorios no obedece a ninguna contracción
por el temor, puesto que las cuentas corrientes sólo
aumentan dos millones, disminuyendo 1,50 las "Diversas cuentas" , sino que responde principalmente
a una baja de 43 millones de pesetas en la cartera
comercial, la mayor parte en los descuentos y las
pignoraciones, lo cual indica claramente que, lejos de
sentir necesidad la Banca privada de reforzar sus
previsiones, ha liquidado posiciones de cartera como
en situación de normalidad completa.
Nada puede decirse todavía de presupuestos, porque ni siquiera se ha publicado aún el acostumbrado
avance de la recaudación y pagos de 1931 y, por otra
parte, el ministro de Hacienda, ni con ocasión siquiera de la nota oficiosa contestando al señor Ventosa, apunta nada concreto sobre la materia.
La principal atención de estos días, la concentra
el señor Carner, según tengo entendido, en imprimir
algunas variaciones de importancia en las normas de
actuar del Centro de Contratación d e Divisas, más
en armonía con las necesidades de las clientelas de
su mercado, por ser bien visible que no venían encontrando los convenientes desenvolvimientos que
son de desear.
Todo ello, como es natural, tiene íntima relación
asimismo con la Junta arbitral del cambio exterior,
y acaso pudiera derivarse nuevamente al punto de
origen o de partid de las dobles o créditos a obtener por la Banca privada, y a que se trata en verdad
de un círculo vicioso del que difícilmente podrá salirse mientras no se ataque la cuestión de fondo, o
sean las causas esenciales del desnivel permanente
de nuestra balanza internacional de pagos.
Si ha y déficit adverso en nuestra compensación de
divisas, es indiscutible que sólo puede saldarse con
envíos de oro que la Banca privada pueda recabar
en el exterior por medio de créditos bancarios, o sea,
en definitiva, volviendo otra vez a contraer las dobles,
cuya nacionalización fue el caballo de batalla para el
envío de oro a Francia.
Pero eso tiene también un límite, y lo cierto es
que hay que abordar muy en serio la cuestión, porqu e ahora es tiempo aún, antes de que, en los meses
del próximo verano, como siempre sucede, toquemos
el punto muerto de nuestras exportaciones y, por
ende, de la entrada de divisas en el país.
Se ha prorrogado nuevamente, y ahora con mucha más amplitud de fecha, o sea hasta el próximo
mayo, el pazo para el estampillado de los billetes del
Banco de España; y ello quiere decir en buen romance, que eso del estampillado pasó ya a la Historia,
sencillamente por ser cosa que ya no interesa ni hace
falta, y por anularlo francamente se le da ese sesgo de un a amplia prórroga para que, de hecho, nadie
vuelva, a acordarse más de ello.
Luz, 8 de marzo de 1932, página 8.
LA QUIMERA DEL ORO
Los ingleses venden todo el oro que poseen
Los inspiradores y legisladores del
abandono del patrón oro en Inglaterra
no contaron con una consecuencia de
la medida: que Inglaterra se quedara
sin oro, se desaurízase rápidamente.
En estos momentos los ingleses están
bajo la fiebre del oro, la "quimera del
oro", sólo que invertida. No tratan de
buscar las venas auríferas como los
emigrantes a California, sino, por el
contrario, deshacerse del precioso metal, venderlo en seguida, y acuden con
sus libras, sus joyas, sus relojes a los
Bancos, a las casas de cambio, a los
mercaderes de oro a trocarlo por papel.
Ni siquiera es necesario darse la
molestia del viaje: los compradores
han organizado el negocio con la mayor rapidez y extensión; envían viajantes en automóviles a los pueblos, a
las aldeas. El automóvil se estaciona
en el lugar más céntrico y allí abre
tienda.
"¡Se compra oro! ¡Se compra
oro! ¡Pago a 28 chelines la libra!"
En
seguida el pueblo entero se revoluciona, la gente abre sus cofres, tira de
sus cajones, desata su "gato", destuerce la famosa media de lana y acude a
la plaza con sus monedas trabajosamente ahorradas.
Una libra vale 20 chelines en Inglaterra, sea de oro, sea en papel. ¿Quién
se resiste si le ofrecen un 40 por 100
más, es decir, 28 chelines?
Al abandonar el patrón oro, y dado el alto precio de este metal, Inglaterra tiene, en
realidad, dos monedas, el metal y el
papel, y en este caso—dicen los economistas—la moneda mala queda en el
país y la moneda buena emigra.
FRANCIA COMPRA EL ORO
Y LO ENTIERRA
El oro inglés emigra.
Emigra a
Francia. Porque Francia—esa nación
conservadora, temerosa, defensiva—ya
no tiene confianza más que en el oro,
en el oro físico, palpable, sonante.
Guarda en las cavas de su Banco una
ingente masa de ochenta mil millones
de francos. Recelosa de las disposiciones contradeflacionistas de Hoover, repatria sumas enormes, por valor de
millones y millones de dólares. Compra
a Inglaterra todo su oro. Y lo entierra
en los sótanos de su gran Banco.
"Nosotros—dice uno de los organizadores de la compra de oro—compramos aquí, en Inglaterra, la libra a 28
chelines. Fundimos el oro en barras, y
con el peso equivalente a una libra
compramos en Francia mercancías que,
de otra manera, costarían más de los
28 chelines."
Para este manejo los compradores
de oro tienen agentes en París.
MIENTRAS LONDRES DUERME, SE DESANGRA
El envío de oro a Francia asciende
a la suma de un millón de libras esterlinas oro por semana. En estos días
los compradores de oro han tenido que
alquilar locales para almacenar provisionalmente el oro.
Piquetes de Policía
guardan día y noche estos almacenes
y las casas de cambio de Londres.
La exportación se hace en cajas que
contienen 10.000 libras esterlinas. Por
la noche, cuando Londres duerme, los
empleados de las casas de compra y
cambio embalan el oro y camiones custodiados por fuertes escoltas se lo
llevan a la estación Victoria, donde las
cajas son metidas en otras mayores de
acero para su trasporte, por NewHawen y Dieppe, a París.
"Lo que
compramos por el día—dice uno de los
traficantes—lo empaquetamos y remitimos por la noche, y al día siguiente
empezamos de nuevo. En mi casa se
trabaja veintiuna horas, incluso los domingos."
Pero los ingleses no creen que su
país se empobrece, no creen que hacen
un mal negocio. Por el contrario. La
libra subirá—dicen—, y entonces con
el papel volveremos a comprar oro a
menor precio del que lo vendimos. Francia perderá la diferencia. Y ahora nos
preguntamos: ¿qué hará Francia con
esa masa gigantesca de oro que hoy
yace como un tesoro enterrado, infecundo, mientras los bancos restringen
hasta el extremo la concesión de créditos y dejan quebrar Empresas antes
fortísimas?
Ahora, 29 de abril de 1932, página 19.
UNA CONFERENCIA DEL GOBERNADOR DEL BANCO DE
ESPAÑA EN "EL SITIO", DE BILBAO
''Por fortuna, y a pesar de las campañas de los
enemigos del régimen, la riqueza básica del país
está enteramente a salvo"
BILBAO, 28,—En la Sociedad "El Sitio" ha dado una interesante conferencia el gobernador del Banco de España acerca del tema "Algunos aspectos
del momento económico español".
Comenzó recordando las dificultades con que
tropezó el régimen y que le pusieron en
grave peligro apenas nacido. Esta critica
situación se debió en gran parte a la actitud de las clases aristocráticas, que le
negaron su apoyo, le restaron medios deliberadamente expatriando sus capitales.
El orador tributa grandes elogios a
don Indalecio Prieto, que en estas criticas circunstancias hubo de actuar como
ministro de Hacienda.
Dice que, por fortuna—y a pesar de las
campañas de los enemigos del régimen—,
este trance ha pasado ya y que la riqueza básica del país está enteramente a
salvo.
Aludió luego a la labor que ha realizado el Banco de España para ayudar al
país a salir de tan graves momentos.
Estudia la situación económica mundial, citando diversos hechos que reflejan
el estado caótico a que se llegó antes de
la República y durante ella.
Las dificultades económicas de España no fueron,
pues, creadas por la República, como
se ha querido hacer creer, sino que se
derivaron de esa situación mundial, aparte de lo que influyó la enemiga declarada
de ciertos elementos.
Al sobrevenir ese estado, la deuda de España en el extranjero se hizo más perentoria. Los acreedores pedían la liquidación urgentemente. Entendió el Gobierno que no cabía la
impasibilidad y estableció la defensa del
cambio, de manera que el Estado pudiera tener la seguridad de que en un momento dado podría intervenir en defensa
de la moneda, sin que esta intervención
quedara circunscrita al arbitrio del Banco de España.
Puede decirse—añade—que
esta ley de Defensa del cambio es, en
cierto modo, otra ley de Defensa de la
República.
Alude después a la campaña
que se ha hecho contra el Gobierno en
cuanto se refiere al envío de oro al extranjero.
Se envió oro para saldar una
deuda y reconstruir el crédito en el exterior. En este aspecto se han manejado
los números a tontas y a locas o de mala
fe. Se ha dicho que la República envió
12.200.000 libras-oro; pero sólo se han enviado por la República 7.200.000 libras, en
dos remesas. Los 5.000.000 restantes los
envió el último Gobierno de la monarquía.
También se han manejado otros números erróneamente, y dice—aludiendo
al señor Ventosa—que cuando se incurre
en estos errores por un ex ministro no
cabe creer que son errores de información.
Finalmente se refirió al presupuesto de
la República, diciendo que está inspirado
en sanos principios económicos.
Еl orador fue aplaudidisimo.
Luz, 14 de mayo de 1932, página 11.
Academia de Jurisprudencia
Una conferencia
del Sr. Wais
Ayer tarde disertó en la Academia de
Jurisprudencia, acerca del tema "Un ensayo sobre moneda y cambio", el ex ministro Sr. Wais, quien, con fácil palabra
y gran modestia, hizo historia de su actuación en el departamento de Hacienda
desde julio de 1930 hasta febrero
de 1931.
Habló de las vicisitudes seguidas pe»"
nuestro comercio exterior y señaló la influencia de éste en el curso del cambio.
Dijo que se encontró con la peseta enferma y que durante unos pocos meses
la trató como médico.
Fomentó los defectos de nuestro sistema de bimetalismo, cojo, instaurado
como consecuencia de la depreciación de
la plata. Señaló el hecho de que la onza
Standard plata valía en 1868, cuando se
estableció el sistema, relación de 1 a
15 1/2 con el oro, 60 peniques cotizándose actualmente entre 16 y 17, y dedujo
de ello la influencia de la depreciación
de este metal en nuestro cambio exterior.
Resaltó el principal defecto del modo de practicarse el comercio de dicho
cambio, sin control alguno del Banco de
Emisión en un mercado que se hallaba
siempre a merced de la especulación que
lo dirigía y aprovechaba. Hizo historia
de la política dineraria a que se vio
obligado el Banco en muchas ocasiones
por apremios del Tesoro y expuso las
normas que se propuso seguir en el ministerio de Hacienda para corregir los
defectos de nuestro anticuado sistema y
preparar su reforma mediante la estabilízación.
Explicó las medidas adoptadas para vigilar el mercado de divisas mediante la creación del Centro de Contratación de Moneda, que subsiste, y para regularizarlo y sanearlo, nacionalizando las operaciones de dobles y descubiertos en el exterior, cuya masa constituía un peligro considerable, mediante el envío de oro del Tesoro y del Banco de España por la equivalencia de tres millones de libras.
Razonó el decreto de 22 de septiembre de 1930 mandando situar dichos fondos en el exterior, de acuerdo con la ley de Ordenación bancaria y de la real orden subsiguiente fijando las condiciones de la cuenta abierta al Tesoro por el Banco de Pagos Internacionales, aclarando que esta cuenta se limitó a la cifra correspondiente al oro del Tesoro, o sean 1.500.000 Libras, que habían de dedicarse únicamente a nacionalizar dobles, permaneciendo intacto el oro del Banco de España.
Como consecuencia de estas medidas la libra esterlina bajó; los sucesos de la plaza de Neptuno, las huelgas generales que los siguieron, los desórdenes públicos e intentos revolucionarios contrariaron aquella tendencia favorable y luego hubo que permanecer a la defensiva, pues toda intervención hubiera resultado inútil y contraproducente.
En tales momentos sólo cabía esperar una reacción favorable que tendría que producirse con la reunión de Cortes convocada para el 1 de marzo, a las que se someterían con el proyecto de nuevo presupuesto una operación de crédito cuyas condiciones estaban tratándose con la Banca Morgan por un importe total de cien millones de dólares.
La crisis producida en febrero dejó en suspenso estos proyectos, que luego consumó en cuanto al crédito Morgan el
Sr. Ventosa.
Ea Sr. Wais recordaba que al dejar el ministerio de Hacienda la libra se cotizaba a 7,50 y el dolar a 9,77, poco más o menos lo mismo que los había encontrado al tomar posesión, y que pudo marcharse tranquilo dejando iniciado un camino sin haber malbaratado en lo más mínimo los intereses públicos que le estuvieron confiados; se había pagado el crédito Rothschild por 1.100.000 libras, se habían liquidado dobles por 2.300.000 libras, y el Centro conservaba una posición acreedora de 1.900.000 libras.
Los beneficios obtenidos en las operaciones realizadas sumaban 9.200.000 pesetas, y los gastos, 361.519 pesetas, con una diferencia neta a favor de los primeros de 8.800.000 pesetas, que, aplicados a
la posición acreedora del Centro, hacían que éste resultase comprador a 44,35 pesetas por libra.
El disertante fue muy aplaudido.
Al terminar, el Sr. Wais, que había hecho en el curso de su conferencia grandes elogios de sus colaboradores, señores
Pan de Soraluce, Marfil y Bas y del que fue jefe de cambios del Centro de Contratación, Sr. Recaséns (F.), nos expresó también su profunda gratitud a la prensa diaria, que se comportó con él de un modo inolvidable.
La Voz, 31 de mayo de 1935, página 5.
Las salidas de oro y las medidas contra la especulación
AUMENTA EN GRAN ESCALA
LA HUIDA DE ORO
PARÍS 30 (9 n.).—Aunque por
ser hoy día festivo hubo un poco
de respiro en lo que se refiere a
las salidas de oro del Banco de
Francia, continuaron llegando de
todas formas las órdenes de compra del metal amarillo para que
sea enviado por medio de barcos
y aviones al Extranjero.
Según el ponente de la Comisión de Hacienda de la Cámara,
durante la pasada semana la cifra exacta del oro retirado del
Banco alcanza a 5.800 millones de
francos, y hasta anoche el movimiento continuaba con la tendencia a aumentar.
Hoy ha salido con destino a
Londres un nuevo envío de oro de
225 millones de francos. (Fabra.)
EL BANCO DE FRANCIA TIENE
AUN 72.000 MILLONES DE
FRANCOS ORO
PARÍS 30 (9 n.).—La declaración semanal del Banco de Francia
que tenía que facilitarse hoy no
ha sido publicada por ser fiesta,
pero no mostrará las pérdidas,
puesto que siempre va con una semana de retraso, y por lo tanto, éstas serán registradas la próxima semana.
Como consecuencia de las pérdidas sufridas, los depósitos de
oro del Banco son los más bajos
desde febrero de 1932, y la declaración de la próxima semana mostrará que los depósitos son de
72.000 a 73.000 millones, habiéndose alcanzado el "récord" más alto
de 83.359 millones el 2 de diciembre de 1932. (United Press.)
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