jueves, 8 de julio de 2021

El asilo de Vincennes en 1860

LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA, Madrid, Martes 23 de octubre de 1860

VARIEDADES, 

La abundancia de materiales nos ha impedido hasta hoy publicar la traducción de un curioso artículo del célebre doctor Mr. Veron, sobre el asilo de Vincennes, y la carta con que lo acompaña un profesor de medicina amigo nuestro y a quien la ciencia de curar debe ya algunos recomendables trabajos. Hoy que podemos disponer de espacio suficiente, nos apresuramos a darle a luz, seguros de que interesará tanto a las personas científicas coma al resto de nuestros lectores. Dice así: 

«Señor director de LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA: 

Muy señor mio y de todo mi aprecio: En el cuaderno del Journal de Medecine et Chirurgie practiques correspondiente al mes actual, he leído un articulo del doctor Veron que dicho periódico copia del Moniteur del 9 de julio sobre el asilo de Vincennes. 

Aparte de los resultados que a la ciencia proporciona, veo analizados en esta institución otros quizá mas trascendentales, y resueltos hasta cierto punto importantes problemas del orden social y político que sin duda fueron de los principales móviles que a la alta previsión del emperador Napoleon indujeron a la formación de dicho asilo. 

En él, como se vera por la traducción del expresado articulo, además de procurarse la vuelta completa a la salud de los convalecientes acogidos en Vincennes, precávense los efectos de la miseria, engendrada por la falta. de aptitud física para el trabajo, y proporcionando al obrero la facilidad de reponerse completamente antes de volver a emprenderlo, contribuye a lo que yo llamaría el cultivo de las fuerzas productoras, que quizá no se mira con la detenida atención, qué reclaman. el porvenir de la humanidad y el mejoramiento, del estado físico y moral de los pueblos. 

Si apreciando la importancia del artículo en cuestión bajo el punto de vista médico, no lo creyese de mas trascendencia aun en el orden administrativo, acaso me hubiese limitado a llamar sobre él la atención de la prensa médica, donde suelo publicar algunos modestos trabajos; pero creyendo que conviene despertar la de personas que, no ocupando el tiempo en leer los periódicos médicos, pueden influir en la adopción en muestro país de instituciones análogas a la que forma el objeto de estas líneas, me ha parecido lugar mas oportuno para darlas a luz las columnas del apreciable y leído periódico que Vd. dirige, donde confió que el recuerdo de una antigua amistad servirá para prestarles una acogida a que se hacen acreedoras por le importancia del asunto ya que no por la persona que las dirige. 

Dice así el Journal de Medecine et Chirurgie

«Uno de nuestros afortunados compañeros que ha sido sucesivamente farmatéutico, médico, especulador publicista y siempre hombre de talento; el doctor Veron, ha publicado en el Moniteur del 9 de julio un articulo muy interesante sobre él Asilo de Vincennes. Como diputado del distrito de Sceauxo, el $r. Veron había asistido el 31 de agosto de 1857 a la inauguración de este establecimiento, y tres años después, ha querido comprobar los resultados obtenidos. pasando con semejante objeto un día en el asilo para estudiar allí sobre el terreno todos los servicios, reglamentos y usos de esta institución modelo destinada, como es sabido a recibir obreros convalecientes. 

Diez y seis hectáreas de bosque, que antes formaban parte del dominio de la Corona, fueron, dice M. Veron, destinadas a la instalación del asilo contiguo al Bosque de Vincennes, y construido en un terraplén bastante elevado, con ventilación por todas partes, el edificio de piedra y ladrillo, es de un aspecto sencillo y risueño. Compónese de un cuerpo principal dominado por un pabellón central flanqueado de dos largas alas de dos pisos con bajos, y precedido de construcciones secundarias en escuadra que forman la entrada del establecimiento. En el centro está el patio de honor, con jardín, estanques, y juegos de agua; y a el se llega por dos rampas semicirculares adornadas con bosquecillos de arbustos, flores y césped.

El pabellón central contiene, en el piso bajo, la capilla y a derecha e izquierda extensos refectorios, bien ventilados, con mesas de piedra asientos cómodos y un servicio sencillo y reducido a lo necesario. Todo en ellos está brillantemente limpio, y los abonados a los salones de los Freres Provensaux, de Vefour y la Maison Dorée no están tan alegre y confortablemente instalados como los obreros. convalecientes del asilo de Vincennes. Las piezas del servicio de mesa tienen las armas del emperador. 

En el primer piso del pabellón central se encuentran la biblioteca y una sala de juego, y los dos pisos de ambas alas del edificio se hallan divididos en habitaciones de tres camas cada una, situadas todas al Mediodía y amuebladas sencillamente. Cada enfermo tiene un armario cerrado. 

Los nombres de industriales célebres o de sabios útiles designan los pabellones y galerias del asilo imperial de Vincennes. 

PABELLONES

Franklin (impresor, escritor, inventor del para-rayos). 

Mongolfier (Inventor de los globos aereos-táticos). 

Mateo Dombasle (agricultor). 

Gobelin (tintorero). 

Vaucanson (célebre mecánico). 

Jacquart (inventor de los telares de seda). 

GALERÍAS. 

Oberkampf (manufacturero en el primer imperio). 

Boule (ebanista del tiempo de Luis XIV). 

Gall (grabador distinguido). 

Schwilgue (médico, muerto en 1808). 

Senefelder (inventor de la litografía). 

Didot (impresor). 

Lenvir (fabricante de instrumentos de matemáticas, muerto en 1810).

Brezin (cerrajero mecánico, fundador de un hospital para los obreros de esta profesión). 

Veilmann (mecánico). 

Gambey (fabricante de instrumentos de precisión). 

Daguerre (inventor del daguerreotipo). 

Lebon (inventor del alumbrado de gas). 

Argant (minero, inventor de la lámpara de su nombre). 

Berthquel (matemático y relojero). 

Aspert (químico, inventor de un procedimiento para la conservación de las sustancias alimenticias).  


Por todas partes penetran el aire y el Sol hasta en los almacenes hay una ventilación permanente, de modo que no en las mejores casas se conservan las ropas mas secas y frescas que en el asilo, donde no se percibe olor alguno.

Todas las buenas innovaciones que reúne se deben a M. Leivul: por los planos de esté hábil arquitecto se han construido los edificios, cuyo conjunto es de una completa originalidad y de una disposición tan agradable como cómoda para las necesidades del servicio.

Desde el día siguiente al de la inauguración, se recibieron convalecientes en el asilo imperial, habiéndolo sido en los cuatro últimos meses del año 1857................. 894

En 1858................................................ 4.401 

En 1859 ...............................................  5.523

En los cinco primeros meses de 1860 .... 2.510

Total ...................................................... 13.328 

En fin de junio de 1860 estas admisiones subían a 14.000 en dos años y diez meses. 

Los convalecientes corresponden a las categorías siguientes: 1.º Enviados por los hospitales de París y de la demarcación: 2.º por las oficinas de beneficencia; 3.º convalecientes de heridas recibidas en los talleres públicos (obras del Estado y del departamento del Sena): 4.º miembros partícipes de las sociedades de socorros mutuos: 3.º obreros de establecimientos cuyos directores han obtenido del ministro del Interior, la autorización de enviar los convalecientes al asilo mediante una suscripción; como los caminos de hierro; la imprenta Chaix, las casas Cristofle y Aléxandre, la compañía de gas del Este, etc.: 6.º obreros asistidos a domicilio y provistos solo de un certificado de convalecencia firmado. por tres médicos. Por expresa voluntad del Emperador el asilo está en el día indistintamente abierto a todo obrero convaleciente, y a la fecha hay 411 camas en él. 

Dos elegantes carruajes con las armas imperiales van a buscar los convalecientes a sus casas o a los hospitales, y los vuelven a ellas después de la curación. 

El término medio de permanencia en el asilo es de veintidós días. Gracias a todos los recursos higiénicos de la institución, las convalecencias de las fiebres tifoideas son comparativamente cortas. En general el convaleciente permanece en el asilo hasta estar completamente curado o haberse declarado incurable su enfermedad. 

Régimen alimenticio.—Este se halla arreglado por el director y el médico en jefe del establecimiento, adoptándose en cuanto a las horas de comer, a las costumbres de los obreros. A las siete y media de la mañana una sopa; a las diez y media un plato de carne y otro de legumbres; a las cinco de la tarde sopa, carne asada, legumbres, y una ensalada o un postre. Cada convaleciente recibe medio litro de vino de Borgoña, y pan de primera calidad a discreción. Por término medio cada hombre consume diariamente 700 gramos de pan. Si hay necesidad prescribe el médico en jefe un régimen particular.

Si los convalecientes lo desean, se les emplea en los trabajos de la casa, recibiendo entonces una retribución que varía de 20 a 50 céntimos diarios y tienen además un aumento de 25 centilitros de vino. Alguno se forman así un pequeño peculio, precioso recurso a su salida.

Hay señalados para el alimento de cada convaleciente un franco y diez céntimos diarios, sin incluir los gastos generales de personal y combustible. 

Servicio médico: Una botica bien surtida contiene todas las preparaciones oficinales, y las prescripciones del Médico en jefe se preparan por el farmacéutico de la casa imperial de Charenton. El servicio médico comprende además los baños simples, los sulfurosos, salinos y de vapor. Por término medio cada convaleciente hace un gasto diario de medicamentos qué importa tres céntimos, dándoles además muy a menudo la administración vendajes y aparatos que ellos no podrían comprar.

A su llegada y después del reconocimiento del interno de guardia, reciben los convalecientes los vestidos y ropa blanca de la casa; camisa, pañuelos, calcetas, gorro de algodón, un paletot dé muletón azul o una blusa, según la estación, un casquete de paño o un sombrero de paja, una servilleta y una tohalla. Todos los sábados se muda la ropa blanca, la cual se lava y repasa en el establecimiento, donde existe un lavadero del sistema Bonillon- Miller. 

Este comprende: una máquina de vapor de la fuerza de cinco caballos, cubos de legía, depósitos de agua y una caldera de agua fría, un secador de fuerza centrifuga para enjugar la ropa, otros de aire caliente para el invierno, y tendedero exterior para el verano. En 1859 se han lavado en él 192.105 piezas de ropa, que pesaban 66.610 kilogramos. El gasto ha sido de cerca de 5.000 francos. El anual de combustible es de unas 500 toneladas de hulla a 37 francos, y esta se emplea en la máquina de vapor, en la cocina, la botica, los caloríferos de aire caliente y los ventiladores. 

Los convalecientes desocupados tienen numerosos medios de distracción, pues hay a disposición de ellos juegos de bolos, de damas, dominó y lotería. Los naipes están prohibidos. 

La biblioteca está abierta todos los días de las doce a las cuatro, y contiene 4.000 volúmenes y periódicos ilustrados; la mayor parte de los libros han sido regalados por los libreros de París. Por término medio hay cincuenta lectores diarios, y algún día han llegado a noventa y seis. 

Es ejemplar la conducta de todos en el asilo; sométense sin murmurar a las prescripciones del reglamento; se muestran atentos entre sí y respetuosos con los empleados; respetan el mueblaje y las flores del jardín, y conservan en un perfecto estado de limpieza sus habitaciones, los corredores y aun los retretes destinados a las necesidades de la vida. 

El personal del asilo de Vincennes consta de un director, un recaudador tesorero, un médico en jefe, tres internos, seis religiosas de la orden de San Agustín de Bélgica, un capellán; cinco empleados en la oficina, cuatro vigilantes, un guarda-almacén y cuarenta empleados suvalternos.

El médico en jefe: Mr. Laborie está encargado de la asistencia médica y quirúrgica. Los internos son nombrados por el ministro del Interior a propuesta del médico y del director, exigiéndose a los candidatos por lo menos doce matrículas, tres exámenes de fin de año y un año de asistencia. como esternos a los hospitales de París además del concurso.

Como alcalde de Saint-Maurice, en cuya demarcación está el asilo, su Director monsieur Domergne ha hecho de él el centro de todas las solemnidades municipales de su distrito, como distribución de premios a las escuelas, rifas de beneficencia, conciertos en beneficio de los pobres, y los convalecientes son los espectadores privilegiados de todas estas ceremonias. Los domingos, lunes y jueves pueden visitarlos sus parientes y amigos en la sala en el jardín. 

Presupuestos: 

Los recursos financieros anuales del asilo imperial son de diversas especies: 

1.º Asignación de 1 por 100 sobre el importe de los trabajos emprendidos en el departamento del Sena por cuenta del Estado y las municipalidades del mismo. En el espacio de tres años esta asignación ha llegado a la suma de 700.000 francos que se reparte entre los asilos imperiales de convalecientes de Vincennes y del Vesinet.

2.º Importe de las estancias pagadas por los convalecientes. El precio de ellas es de 50 céntimos para las sociedades de socorros mutuos y 75 para los obreros de talleres que se hayan comprometo a una suscripción. Todos los que vienen directamente de sus casas pagan un franco. Recordaremos aquí que cada estancia de convaleciente cuesta al asilo 2 francos 40 céntimos, comprendidos los gastos generales, y que el recurso de las estancias no ha pasado jamás de tres mil a tres mil quinientos francos.

3.º A estos diversos ingresos hay que añadir la parte que corresponde al asilo de los fondos del legado Montyon, subvención que solo está reglada por las apreciaciones de la asistencia pública y que en 1858 ha llegado a 28.665 francos y en 1859 a 28.800.

4.º El asilo de Vincennes posee inmuebles. En un terreno de 10.800 metros, cedido por el Emperador, y con ayuda de una subvención de dos millones, suministrada por el ministro del Interior, se han construido diez y seis casas, que comprenden treinta y seis, tiendas y, trescientas once habitaciones que, alquiladas a precios moderados, desde 90 a 250 francos, dan una renta evaluada para el año próximo en 90.000 francos.

En 1858 los gastos del asilo han subido a .......... 284.878  francos y 20 céntimos

En 1859 ............................................................... 301.431 francos y 20 céntimos

El presupuesto de los mismos, para 1860 es de, ...... 365.965 francos y 87 céntimos

Este aumento se debe a los gastos de primer establecimiento de explotación de los inmuebles. 

El Asilo ha podido hasta ahora satisfacer sus gastos con sus rentas, y aun de la asignación de 1 por 100 de los trabajos públicos entregar al Tesoro como reserva una importante cantidad. 

El objeto de esta creación imperial dice al terminar Mr. Veron, es proporcionar a los convalecientes el tiempo necesario para reparar sus fuerzas y permitirles no volver al trabajo hasta estar completamente sanos y ágiles, previniéndose así esas diátesis anémicas, origen frecuente de afecciones a menudo incurables, 

El asilo de convalecientes suministrará dentro de algunos años preciosos materiales al edificio de la ciencia. En él podrán comprobarse los resultados definitivos del tratamiento de las fracturas y de los métodos operatorios para las amputaciones. 

Allí es donde se escribirá la historia completa de las enfermedades hasta su desaparición total y la entera curación; donde serán juzgadas en última instancia las doctrinas académicas tan diversas y contrarias a veces; donde se formarán ricos archivos sobre las convalecencias, llenos de preciosos datos para la patología y la terapéutica. Un gran número de extranjeros, y médicos ingleses, rusos, prusianos, portugueses y americanos ha venido y viene cada día a visitar y estudiar el asilo imperial de obreros convalecientes, cuya institución que admiran se prometen algunos introducir en su país. Todos nos envidian el honor de esta, creación caritativa que inspiró a Napoleon III su política generosa y civilizadora.» 

Al terminar la traducción del artículo de M. Veron hallamos efectivamente digno de envidia el establecimiento de que se ocupa, y quisiéramos ver imitada en nuestra patria una institución tan conveniente por muchos conceptos. No hemos de contentarnos siempre con las copias de usos y costumbres y medidas legislativas que sin examinar a fondo si son o no oportunas y adoptables a nuestro país, se vienen haciendo de tiempo inmemorial. 

Así cómo estas son plantes exóticas que necesitan un terreno apropiado y no se aclimatan con facilidad en otros, la beneficencia promete hermosos frutos en todas las naciones, y la nuestra que acoje con entusiasmo todas las ideas nobles y generosas, no puede mirar con indiferencia los progresos que este ramo de la administración hace en el extranjero, a impulsos de un monarca sabio y previsor que, consolando a la humanidad que sufre, prepara al mismo tempo la fácil resolución de importantes problemas sociales.

G. ROURE, Vitoria 28 de agosto de 1860. 


El 26 de octubre de 1900, el establecimiento tomó el nombre de Asile National des Convalescents de Saint-Maurice. Ya no se conforma con una simple asistencia benéfica, sino que se lleva a cabo un verdadero trabajo de reeducación de los pacientes, incluso de adecuación de discapacitados.




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