El Atlantis despegó ayer rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS), en lo que supone el histórico último viaje de un transbordador espacial de la NASA, que con esta misión pone fin a 30 años de programa espacial estadounidense.
Desafiando al mal tiempo, la nave comenzó su misión a las 11:29 hora local (17:29 hora peninsular española) desde Cabo Cañaveral, Florida, en medio de oscuras nubes que hasta el último minuto amenazaron con retrasar el histórico despegue, seguido por cientos de miles de personas que se desplazaron hasta los alrededores de la base para no perderse la histórica ocasión, y por millones más que lo siguieron a través de la televisión.
Tras la primera humareda y la oleada de calor, se encendió la bola de fuego que impulsó al Atlantis durante 42 segundos antes de perforar el mar de nubes. El rugido del transbordador y su estela blanca se quedaron aún flotando en el aire durante varios segundos.
Minutos antes de zarpar, el comandante Christopher Ferguson dedicó unas palabras de agradecimiento en homenaje a todos los que han contribuido al programa del transbordado espacial.
El Atlantis se acoplará previsiblemente este domingo a la Estación Espacial Internacional. El vuelo histórico es más bien rutinario: los cuatro astronautas (en vez de los siete habituales) realizaran básicamente labores de aprovisionamiento en órbita y completarán varios experimentos. La misión durará doce días. Tras su regreso, el Atlantis se convertirá en la principal atracción del museo del Kennedy Space Center
Con esta misión en la ISS, la NASA concluye los viajes de sus transbordadores, tras un total de 135 lanzamientos.
Se supone que el fin del transbordador va a abrir las puertas a una nueva era, encabezada por compañías privadas como SpaceX u Orbital Sciences, pero el relevo con misiones tripuladas no llegará hasta dentro de tres o cuatro años.
Pocos expertos cuestionan, sin embargo, que había llegado el momento de jubilar al último trasnbordador, después de 135 vuelos (la mitad de los previstos), 14 astronautas muertos en dos accidentes mortales (Challenger y Columbia) y más de 192.000 millones de dólares gastados desde el inicio del programa (el doble de lo calculado).
Lo único cierto en el futuro inminente de la NASA es la nueva cadena de despidos que dejará el programa con apenas 1.000 trabajadores (de los 17.000 que llegó a tener).
La agencia ha firmado sendos y multimillonarios contratos con SpaceX y Orbital Sciences para una larga veintena de vuelos no tripulados a la Estación Espacial Internacional de aquí al 2015, pero los problemas técnicos pueden dilatar el calendario, y hasta entonces no queda otro remedio que alquilar la nave rusa Soyuz.
Concebidos para ser un medio de transporte espacial ágil, intenso en lanzamientos y barato, los transbordadores no han cumplido los objetivos. Son reutilizables, pero extremadamente complejos y el coste medio de las misiones ronda los 900 millones de euros. Los kilómetros recorridos por los cinco transbordadores suman un total suficiente para ir a Júpiter. Pero apenas se han alejado de la Tierra unos 550 kilómetros (normalmente, 350), dando siempre vueltas a una altura máxima de unos 550 kilómetros, muy por debajo de los satélites de comunicaciones o incluso de observación de la Tierra.
Sin una estación espacial a la que ir hasta mediados de los noventa -la Mir rusa y luego la ISS- la NASA justificó decenas de misiones por los experimentos científicos, aunque lo cierto es que este programa ha generado escasísima ciencia de importancia. Sobre el final del programa hay opiniones divididas, dice el comandante del Atlantis Chris Ferguson: "Unos sostienen que pueden seguir volando otros 10 años, que están en buenas condiciones y que son aún jóvenes. Pero se diseñaron para funcionar 20 años y han pasado 30. Hay que tener en cuenta la obsolescencia; además, llevan muchos elementos difíciles de mantener porque se construyeron con tecnologías de hace 35 años".
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