miércoles, 13 de agosto de 2025

El voto de los más pobres

El artículo

En un artículo de EL PAIS Ángel Munárriz analiza la encuesta del CIS de julio sobre intención de voto y concluye que Vox lidera ya esta intención de voto entre los desempleados, la mitad de los grupos de asalariados más humildes y los que se consideran pobres.

En la campaña de las elecciones andaluzas de 2018, en las que Vox obtuvo muy buen resultado, Santiago Abascal se presentaba en un vídeo montando a caballo por el campo, con la actitud de quien prepara una cacería o supervisa una finca de su propiedad. Aunque el montaje llevaba la música de El señor de los anillos y pretendía lanzar un épico mensaje de reconquista, el clip fue utilizado por sus detractores para describir a Vox como un grupo de señoritos, de privilegiados, de pijos alejados del pueblo. 

Los datos demoscópicos actuales indican no solo que la penetración del mensaje de Vox va mucho más allá de los círculos acomodados, sino que comienza a tener un sólido anclaje entre las capas más bajas de la clase trabajadora y los sectores sociales más humildes, de forma similar a lo que ocurre con Reagrupamiento Nacional en Francia o el Partido Republicano de Donald Trump en Estados Unidos.

Aunque los análisis del ascenso de VOX en las encuestas suelen poner el énfasis en su éxito entre los jóvenes, sobre todo los varones, hay un fenómeno que ha pasado más desapercibido: su creciente calado en los estratos sociales inferiores. Así lo indica la evolución de la intención de voto que muestra la serie del CIS, en cuya última encuesta electoral Vox aparece como líder en tres de las seis categorías laborales remuneradas más bajas, así como entre los desempleados y entre los que se consideran pobres.

“Es algo que se ha repetido mucho: ‘¡Vox conquista el voto obrero! ¡Vox seduce, como Marine Le Pen en Francia, a los perdedores de la globalización!’. Aunque se ha dicho demasiadas veces sin mucha base, ahora podemos afirmar que empieza a convertirse en realidad, o al menos que hay datos que apuntan a ello”, en palabras del politólogo Eduardo Bayón, para quien esta progresión de Vox también se explicaría por el escaso tirón del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo (PP), que “sigue sin calar en amplios sectores sociales”, y es prueba del éxito de la combinación por parte de VOX de “un discurso antipolítico, según el cual el Estado no funciona, con un discurso anti-inmmigración que consigue poner al penúltimo en contra del último”.

El voto de los “currantes”

La inmigración, que Vox ha conseguido poner de nuevo en el centro del debate político nacional al impulsar el veto a las celebraciones islámicas en las instalaciones deportivas en Jumilla (Murcia), está muy presente en las explicaciones sobre los porqués de su apoyo a Vox de Juan Carlos Morago (Madrid, 54 años), conductor de una empresa de limpieza en la capital de España y afiliado de Solidaridad, el sindicato de Vox. “No me sorprende que este partido crezca en los barrios obreros, que nos los han llenado de delincuencia extranjera”, afirma Morago, entrevistado por EL PAÍS con el requisito de responder por escrito. Convencido de que Vox crece porque trabaja “a pie de calle en los barrios y en los polígonos”, Morago cree que tanto los sindicatos de clase como los partidos de izquierdas han abandonado a la “clase obrera”. “Los currantes estamos hartos de promesas que solo nos han llevado a la pérdida de poder adquisitivo”, afirma Morago, exafiliado a UGT.

Los actuales números de Vox entre lo que Morago llama “currantes” muestran que las proclamas del partido están calando en ese electorado. El barómetro del CIS de julio muestra al partido de Abascal en cabeza en intención de voto entre los trabajadores de:

– Ocupaciones elementales. Es la escala laboral más baja, la de trabajos físicos sencillos y rutinarios. Vox suma un 20,2%, muy por delante del PP (10,2%) y el PSOE (7,9%).

– Oficiales, operarios y artesanos. La intención de voto a Vox asciende al 25,8%, frente al 23,9% del PSOE y el 16,5% del PP.

– Operadores de maquinaria y ensambladores. El partido de Abascal llega al 41,2%, arrollando a socialistas (17,3%) y populares (10,7%).

En dos de los tres restantes grupos con exigencias más bajas de competencias según la clasificación oficial que utiliza el CIS, Vox no ha llegado —al menos no todavía— al liderazgo en intención de voto, pero también exhibe músculo. Entre los dedicados al sector agroganadero, forestal y pesquero, disfruta de una intención de voto del 27,5%, solo levemente por detrás del PP (29,2%) y a años luz del PSOE (1,4%), si bien hay que tener en cuenta que el CIS de julio estuvo muy marcado por el caso Cerdán, que propició un generalizado retroceso de los socialistas. Los de Abascal son además los segundos, con un 17,7%, entre los dedicados al sector servicios y la venta comercial, donde es líder por poco el PP (18,1%) y el PSOE va tercero (13,8%). La excepción negativa para Vox está en el personal de apoyo administrativo, grupo entre las ocupaciones de baja calificación donde solo hay un 4,3% de intención de voto a VOX.

Las buenas noticias no se agotan para Vox en las categorías laborales más bajas. Además de líder en intención de voto entre los parados (23,2%), es segundo entre técnicos de nivel medio (12,6%), por delante del PSOE.

Un fuerte avance y dos obstáculos

El liderazgo de Vox en intención de voto en las tres citadas ocupaciones de la parte baja de la clasificación oficial ―trabajadores con tareas elementales; oficiales, operarios y artesanos; y operadores de maquinaria y ensambladores— y entre los parados es un logro recién alcanzado. Aunque la tendencia venía siendo ascendente para Vox, en junio el partido no era todavía primero en ninguna de estas categorías. Así que julio ha supuesto para Vox un salto adelante que también ha incluido un avance en intención de voto entre los trabajadores de servicios y de venta comercial y entre los agricultores, ganaderos, forestales y pescadores, en ambos casos adelantando al PSOE y quedándose solo por detrás del PP. Y todo ello sin perder su tradicional solidez entre policías, guardias civiles y militares, donde su posición es segunda tras el PP.

Algunas subidas en intención de voto a Vox son llamativamente altas para un solo mes. ¿Ejemplos? Del 2,7% al 27,5% entre los trabajadores del campo y el mar. O del 9,7% al 23,2% entre los parados. Dado que en las estimaciones para grupos concretos el margen de error crece, los especialistas aconsejan mirar ciclos amplios para ver la tendencia. Con altibajos y excepciones como en todas las series largas, el ascenso de Vox entre los trabajadores que realizan tareas peor remuneradas y entre los parados es más pronunciado que el que se produce entre los que se dedican a las ocupaciones que exigen mayor competencia técnica tanto comparando los datos de julio de 2025 con los de julio de 2024, hace un año, como con los de julio de 2021, hace cuatro.

A diferencia de lo que ocurre entre las ocupaciones con menor cualificación, Vox no encabeza la intención de voto entre los directores y gerentes, el escalafón laboral más alto, donde es tercero con un 11,3%. Entre los profesionales, científicos e intelectuales, la siguiente categoría por competencias, también es tercero, con un 7,8%.

No obstante, el principal obstáculo para Vox, el freno que hace que aún no compita de tú a tú con el PP y el PSOE en intención de voto —menos aún en estimación de voto, tras aplicar lo que se conoce como cocina de los datos—, hay que buscarlo en otra parte. ¿Dónde? En sus pobres números entre quienes se dedican al trabajo doméstico no remunerado, la gran mayoría mujeres (6,8% de intención de voto a la ultraderecha, frente al 14,6% al PP y el 29,2% al PSOE), y entre los pensionistas (7% de Vox, frente a un 21,5% del PP y un 27,8% del PSOE).

Si VOX logra cerrar las brechas de los jubilados y de las mujeres, les quedará ya bien poco por envidiar de Le Pen. Más aún cuando las tablas del CIS de julio ofrecen un nuevo dato prometedor: tras pasar en solo un mes de la tercera posición con un 12% a la primera con un 24,6%, Vox lidera la intención de voto entre quienes se ven a sí mismos como “clase baja/pobre”.

A diferencia de lo que ocurre con las ocupaciones y las clases sociales, Vox no va en cabeza en intención de voto en ningún grupo según nivel de estudios. Pero también en este apartado se observan avances del partido en la población con menos recursos, en este caso educativos. Los mejores registros de Vox se producen entre votantes sin formación universitaria. Entre los que solo tienen primaria (14,6%), secundaria (entre 15% y 19%) y FP (15%), el partido está a menos de cinco puntos del primero, sea el PP o el PSOE. Sus principales asignaturas pendientes son los trabajadores con titulación superior (7,7%) y los que no tienen estudios (9,9%), que al igual que los pensionistas son principalmente mayores.

El “martilleo” anti-inmigración

Eduardo Bayón, autor de Lucha de tribus. Mitos y verdades de la batalla política y la radicalización identitaria entre la izquierda y la derecha (La Esfera de los Libros, 2024), ve a Vox en un “momento de expansión” que es “muy intenso” en sectores donde “muchos pensaban que no lograría entrar con tanta fuerza”. “Hay que ser prudentes. Una cosa es la intención de voto y otra el voto real cuando toque. Pero parece evidente que Vox se está beneficiando de la desafección política y del control del debate migratorio para acercarse a lo que han conseguido las extremas derechas más exitosas“, afirma.

Autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), Guillermo Fernández ve “paralelismos” entre la penetración lograda por el lepenismo en sectores sociales humildes y antiguos votantes de la izquierda en el país galo desde finales de los 80 y lo que empieza ahora a conseguir Vox. Aunque cree que sería precipitado asumir que Abascal tendrá el mismo éxito que Le Pen, sí cree que el tiempo ha demostrado que cuando Vox rompió con el PP en las comunidades autónomas en julio del año pasado y pasó a una estrategia de “martilleo” con “la inmigración, la identidad y la seguridad”, hizo una apuesta fuerte por una estrategia que está demostrando “capacidad de penetración en el electorado obrero”.

Hay estudios que avalan la idea de que el discurso xenófobo es una provechosa vía de penetración para la extrema derecha entre sectores sociales humildes. “Parece que las desventajas socioeconómicas crean una mayor permeabilidad hacia las narrativas negativas sobre la inmigración y las que la presentan como una amenaza”, afirma Keire Murphy, responsable de Políticas del Instituto de Investigación Económica y Social, en Irlanda, y una de las autoras del reciente informe El contexto comunitario influye en las actitudes hacia la inmigración, que concluye que quienes viven “en comunidades más desfavorecidas” son más proclives a desarrollar “actitudes más negativas” hacia la población extranjera.

La alienación

Tal como se desgrana en el artículo de Ángel Munárriz el progresivo aumento de los potenciales votantes de VOX entre los electores pertenecientes a las clases menos acomodadas se debe a dos factores fundamentales: el martilleo anti-inmigración y la incapacidad del líder del PP para hacerse con el voto de los pobres descontentos. No obstante esas dos razones no serían suficientes sin el concurso de los efectos que la alienación produce en el entendimiento de esas pobres gentes que pueblan los estratos más bajos de la sociedad. 

Siendo los partidos que podríamos caracterizar como progresistas, porque ellos así lo hacen, los que más actividad parecen desarrollar en la defensa de los intereses de los trabajadores menos cualificados y con menos recursos económicos, parecería lógico que estos les recompensaran con su apoyo electoral. Pero, ¿por que no lo hacen?

Una razón pudiera ser que no solo los partidos progresistas realizan actividad política en defensa de los intereses de los más pobres. Un segundo motivo pudiera residir en el hecho de que, aunque lo anterior no sea cierto, esos partidos más a la derecha sepan explicar mejor la poca labor política que llevan a cabo para defender los intereses de las clases populares y un tercer motivo sin duda es ese alejamiento de la realidad que hace que los votantes pobres no puedan discernir con seguridad quienes son los políticos que más podrán hacer para mejorar sus vidas. Esto es lo que podríamos llamar alienación, aunque ya no sea un término que nadie quiera utilizar en estos análisis políticos de intención de voto.

Análisis

Pues bien en opinión de Google esto vendría a ser así:

La alienación, en su sentido contemporáneo, se refiere a la sensación de desconexión y pérdida de identidad que experimenta un individuo con respecto a sí mismo, a los demás y a la sociedad. Este fenómeno, a menudo vinculado al capitalismo y a la era digital, se manifiesta en diversas formas, como la alienación laboral, la desconexión social y la pérdida de sentido en la vida. 

Manifestaciones de la alienación en la actualidad:

Alienación laboral:

La pérdida de significado en el trabajo, la sensación de no ser dueño de la propia producción, y la explotación, incluso en formas sutiles como la autoexplotación, son ejemplos de alienación en el ámbito laboral, según algunos estudios. 

Desconexión social:

La creciente dependencia de la tecnología y las redes sociales, a veces, puede llevar a la pérdida de conexiones humanas genuinas y a una sensación de soledad y aislamiento. 

Pérdida de sentido:

La alienación puede manifestarse como una falta de propósito o significado en la vida, una dificultad para encontrar un lugar en el mundo y una sensación de vacío existencial, según el Diccionario de la lengua española. 

Alienación parental:

En el ámbito familiar, la alienación parental se refiere a la manipulación de un progenitor para alejar al hijo del otro, causando un daño psicológico significativo. 

Factores que contribuyen a la alienación:

El capitalismo:

La organización del trabajo y la producción bajo el capitalismo, con su énfasis en la eficiencia y la productividad, a menudo puede llevar a la alienación de los trabajadores, según algunos teóricos. 

La cultura del consumo:

La sociedad de consumo, con su constante búsqueda de gratificación a través de bienes materiales, puede contribuir a la pérdida de valores y a una sensación de vacío existencial. 

La era digital:

El uso excesivo de las redes sociales y la tecnología puede llevar a la desconexión social y a la pérdida de conexiones humanas genuinas, señalan algunos estudios. 

Implicaciones de la alienación:

La alienación puede tener graves consecuencias para la salud mental, incluyendo ansiedad, depresión y una sensación general de infelicidad y desconexión, según aldescubierto.org. Además, la alienación puede llevar a problemas sociales, como el aislamiento, la falta de participación cívica y la dificultad para construir relaciones saludables. 

Enfoques para combatir la alienación:

Fomentar la reflexión crítica: Analizar las causas de la alienación y cuestionar las normas sociales y culturales que la promueven es un primer paso importante, según estudios en páginas de filosofía.


















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