jueves, 25 de septiembre de 2025

Los Ballano de Almazán

Jesús Ballano

Jesús Ballano, abuelo materno de la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, nació en Almazán, y allí se casó y pasó parte de su vida en la población antes de emigrar a Barcelona. 

Un muerto, dos jurados y ningún culpable

Las rencillas entre dos familias derivan en una pelea en la plaza de San Pedro en la que muere un hombre de un navajazo en la yugular

Sucedió en la plaza de San Pedro de Almazán y alrededores pero la riña había empezado en la calle Nueva. La culpa fue de los insultos, las provocaciones, de viejas rencillas como hay muchas y de la mano que empuñó el cuchillo, claro. Pero nadie fue condenado culpable de la muerte de Luis Hernández de Diego. Y eso que hubo dos juicios después de que el fiscal solicitara la revisión de la causa.

La noche de aquel 19 de febrero de 1905 debía de ser fría como corresponde a cualquier luna de febrero, aunque el ambiente estaba ya caldeado desde la calle Nueva, donde habían entablado batalla Mariano Melendo Lozano, con el fallecido y Pedro Rojo Martínez. A ellos se suma al poco Pascual Ballano Salgado (primo de Mariano), que comienza a perseguir a Luis, junto con su hermano Francisco Ballano, que les encuentra durante la carrera.

La huida llega al final en la plaza de San Pedro de la villa, al menos para Luis a quien los hermanos propinan golpes hasta que se desvanece aunque no fue la paliza lo que le quitó la vida, sino «un navajazo en la región cervical derecha que le asestó Pascual y que le cortó la yugular».

No muy lejos seguían a palos Mariano y Pedro. Los hermanos Ballano atizaron también «algunos garrotazos en la cabeza» a Pedro Rojo Mateo (padre del otro Pedro), que en mal momento apareció por el lugar. El último actor en incorporarse a esta cruenta pelea resultó herido en el cuello por Pascual, quien a su vez recibió diversas heridas en espalda y brazos por parte de los dos Pedros. En el campo de batalla «se halló un verdadero arsenal de armas: una navaja de muelles, dos cuchillos, un revólver, tres garrotes ensangrentados, un vergajo...». Y, a buen seguro, mucha sangre. Poco más de un año pasó hasta la celebración del juicio, el 21 de marzo de 1906, en el que como reza anteriormente relató los hechos el fiscal , Felipe Gallo Díez, de los cuales se hace eco José Vicente Frías Balsa, en el libro ‘Crímenes y asesinatos en Soria’. Mariano Granados Campos defendía a los hermanos Ballano y la defensa de Pedro Rojo Martínez y Pedro Rojo Martínez corría a cargo de Luis Posada Llera. Diputado en Madrid en 1918, Luis Posada llegaría a ser tiempo después presidente de la Diputación de Soria entre los años 1919 y 1921.

En un grado u otro, el fiscal tenía acusaciones para todos los integrantes de la pelea, la mayor de todas para Pascual Ballano a quien acusaba del homicidio de Luis. Al resto, de lesiones la mayoría de ellas graves. La herida del fallecido no fue mortal de necesidad ya que, a juicio del forense, Santiago Ágreda, si al fallecido se le hubiese hecho un ligamento en la yugular no habría muerto. Una sala abarrotada estuvo siguiendo las sesiones, en el Palacio de Justicia de Soria, «y no poca gente tuvo que quedarse fuera».

La defensa de los Ballano negó su participación en la muerte de Luis «o, en otro caso, alegaba la circunstancia eximente de haber actuado en legítima defensa». Y poco aportaron los testimonios de los acusados, más allá de poner sobre la mesa las malas relaciones que había entre los dos bandos: Pedro padre e hijo y Luis, por un lado, y los Ballano, por otro. También se supo que en alguna ocasión se habían enganchado Pascual y Luis y los amigos tuvieron que separarlos; y que éste y Pedro Rojo se metían con la cuñada de Pascual y la insultaban.

La Audiencia presenció un rosario de testimonios de testigos, de los que sobresalían dos. De un lado, la madre del fallecido «que declaró con gran entereza demostrando más bien el odio hacia los procesados que el sentimiento por la pérdida de su hijo»; de otro, la cuñada del principal acusado, Ángel Pascual, «quien declaró que frecuentemente era insultada por Luis y Pedro, que la llamaban perro y la echaban pan».

Mariano Granados Campos dio muestras de su gusto por la literatura y la oratoria con un «magnífico discurso pidiendo al jurado que olvidase las influencias que hasta él hubieran llegado». Y dijo que el odio entre los Ballano y los Martínez pudiera deberse a «amores contrariados». La prueba contra su representado por la muerte de Luis era, a sus ojos, «deficiente» y a su juicio no era posible dictar un veredicto de culpabilidad contra los hermanos Ballano.

Mientras, Jesús Posada «rivalizó en elocuencia con su colega» y, por supuesto, tampoco sus representados - Pedro Martínez padre e hijo- «debían de responder de un delito que no habían cometido». Los dos letrados se emplearon a fondo pese a que el resultado de la reyerta no mentía: además del muerto, todos los participantes resultaron heridos con armas en distintas partes de su cuerpo que tardaron en curar entre seis y 45 días, según el caso, según se expuso en el juicio. Entre atenuantes y eximentes por auxilio de pariente o legítima defensa llegó el primer pronunciamiento del jurado. Culpables Francisco Ballano y Pedro Rojo Martínez... aunque por poco tiempo.

El jurado tuvo que entrar de nuevo a deliberar porque ante preguntas de los letrados se mostraron ciertas incongruencias. «Por último se declaró culpable a Pascual de la muerte de Luis Martínez, apreciando la eximente de legítima defensa. También por poco tiempo... El fiscal, Felipe Gallo Díez, no quedó conforme y pidió otro jurado que revisara la causa y el 14 de mayo de 1906 (cercanas ya las fiestas de San Pascual Bailón) comenzó la revista del caso. Esta vez con menos acusados porque el Ministerio Público retiró la acusación contra Pedro Rojo Mateo y su hijo. Ahora pedía culpabilidad sólo para los hermanos Pascual y Francisco, pero no lo consiguió. Más de tres horas duró el discurso de la defensa de los Ballano y, tal y como apunta De Frías Balsa, debió de ser «brillante». Los debates se prolongaron durante dos días y al final hubo un veredicto claro: inculpabilidad de los procesados. En román paladino: quedaron absueltos y se fueron a su casa. Nadie resultó culpable de la muerte de Luis Hernández de Diego. ‘Chaquetilla’ le llamaban.

La hija de un asesinado en Barcones presta declaración

La mujer, que era un bebé cuando su padre fue asesinado, ha declarado ante el juez todo lo que supo de este suceso por boca de su madre.

Filomena Ballano, de 80 años, hija del agricultor Juan Ballano, represaliado en agosto de 1936, ha declarado este miércoles como víctima en el Juzgado de Instrucción número 1 de Almazán (Soria), en la que ha sido la primera persona que lo hace en España por crímenes cometidos durante la guerra civil y el franquismo.

La mujer, que era un bebé cuando su padre fue asesinado el 14 de agosto de 1936 en Barcones (Soria) junto con otros nueve civiles vecinos de San Esteban de Gormaz y Soria -los cuatro de la capital, militantes de la CNT-, es la primera de las descendientes que se ha declarado víctima de estos hechos.

Las otras dos declarantes tendrán que hacerlo por videoconferencia o en otra fecha, ya que no han podido acercarse a Almazán por motivos personales, según ha explicado el presidente de la Asociación Recuerdo y Dignidad, Iván Aparicio, que ha presentado esta causa ante los tribunales.

La declaración constituye un precedente, ya que la hija del sanestebeño asesinado, "lo ha hecho en calidad de perjudicada dentro de la causa que investiga el asesinato de su padre", ha explicado Aparicio.

La perjudicada ha declarado ante el juez todo lo que supo de este suceso por boca de su madre, que siempre quiso recuperar los restos de su padre.

"Se lo llevaron a la cárcel de El Burgo de Osma -localidad próxima a San Esteban de Gormaz-, donde su mujer le llevaba comida y ropa hasta que le dijeron que le habían trasladado y que lo habían matado", ha detallado Aparicio.

La causa de investigación de los diez civiles asesinados en Barcones en 1936 comenzó con la denuncia interpuesta por la asociación Recuerdo y Dignidad el 12 de julio de 2013.

Una semana después comenzaron los trabajos de exhumación llevados a cabo por la Fundación Aranzadi, dirigida por el médico especialista en Medicina Legal y Forense, Francisco Etxeberria, y que gracias a los trabajos de investigación de la asociación y al relato de un testigo, dieron con la localización de la fosa que albergaba a seis de ellos, continuando a día de hoy los otros cuatro desaparecidos.

Soria fue una provincia que en el alzamiento militar de 1936 cedió el poder a los militares sublevados contra el orden republicano.

Pese a no ser frente de guerra ni haberse dado conflictos previos, se produjeron mas de medio millar de asesinatos de civiles.

Las seis personas de la comarca del Burgo de Osma, junto a Antonio Lafuente, fueron sacadas de la cárcel de dicha localidad por un grupo de guardias civiles y falangistas y llevadas hacia el sur de la provincia la tarde del 13 de agosto de 1936.

Tras pasar la noche amarrados de dos en dos, fueron fusilados y enterrados en dos fosas cercanas.

En la primera, enterraron a los cuatro vecinos de Soria y en la segunda a los de San Esteban.

"El motivo de la separación pudo ser que los segundos accedieron a confesarse ante dos sacerdotes que les ofrecieron auxilio espiritual, aunque las familias no acaban de creerse esta posibilidad", ha recordado Aparicio

Declara ante la Justicia una segunda descendiente de un civil asesinado en Barcones

La mujer, de 81 años, ha declarado como víctima en el Juzgado de Instrucción número 1 de Almazán (Soria).

Lucia Ballano, hija de uno de los diez civiles represaliados en el verano de 1936 en el pueblo soriano de Barcones, ha prestado este miércoles declaración en calidad de perjudicada en el Juzgado de Instrucción número 1 de Almazán.

Es la segunda persona, tras su hermana Filomena, que lo hizo el 1 de julio, que declara como víctima en el Juzgado de Instrucción número 1 de Almazán (Soria), por los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo.

La declarante, de 81 años, es hija de Juan Ballano, de Atauta, el hijo mayor de seis hermanos que fue encarcelado el 3 de agosto de 1936 y sacado por un grupo de guardias civiles y falangistas el 13 del mismo mes por orden del comandante militar, para ser asesinado en Barcones, en el paraje conocido como "Valdevelaza", según ha recordado el presidente de la asociación Recuerdo y Dignidad, Iván Aparicio, quien ha promovido una causa contra estos asesinatos.

La causa de investigación de los diez civiles asesinados en Barcones en 1936 comenzó con la denuncia interpuesta por la asociación Recuerdo y Dignidad el 12 de julio de 2013.

Una semana después comenzaron los trabajos de exhumación llevados a cabo por la Fundación Aranzadi, dirigida por el médico especialista en Medicina Legal y Forense, Francisco Etxeberria, y que gracias a los trabajos de investigación de la asociación y al relato de un testigo, dieron con la localización de la fosa que albergaba a seis de ellos, continuando a día de hoy los otros cuatro desaparecidos.

Pese a no ser frente de guerra ni haberse dado conflictos previos, en Soria se produjeron mas de medio millar de asesinatos de civiles.

Las seis personas de la comarca del Burgo de Osma, junto a Antonio Lafuente, fueron sacadas de la cárcel de dicha localidad por un grupo de guardias civiles y falangistas y llevadas hacia el sur de la provincia la tarde del 13 de agosto de 1936.








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