En la nueva rotonda de entrada a Lloseta, junto al nuevo puente sobre las vías del tren cerca del oratorio del Cocó han colocado una bocamina con dos vagones cargados de carbón y un minero, que recuerdan que en esta zona de Mallorca la minería del carbón de lignito duró unos 150 años, finalizando en 1989.
El nuevo puente ha sido necesario por la escasa altura del viejo puente, que no permitía la instalación de la catenaria para la electrificación del tren.
Bocamina de Manacor.
En Manacor se conserva una bocamina similar a la que se ha reproducido en la rotonda de Lloseta. Las tres minas que funcionaron en Manacor disponían de pozos.
Manacor no era tierra de carbón. La disposición y composición del suelo, más apta para la extracción de agua, hacía impensable que el municipio pudiera unirse a una industria centrada sobre todo en Alaró, Binissalem, Sineu, Selva y Lloseta. Pero para los habitantes de los terrenos de Son Ramon, siguiendo el camino de Conies a unos cuatro kilómetros de la ciudad, el siglo XX comenzó con sorpresa. Esta es una zona de acuíferos, ideal para la extracción de agua. Alrededor de este lugar era habitual que los payeses perforaran entre 20 y 30 metros y encontraran agua sin más esfuerzo. En Son Ramon se perforaba 30, 50 y hasta 200 metros abajo y no había resultado alguno, sólo material arcilloso (Lo que en el campo se conoce como blau) y una extraña tierra negra que no dejaba ir más allá. Muchos dejaron sus ahorros en el intento. En eso llegaron al lugar tres avispados empresarios de Binissalem interesados en el tema. El material era lignito.
A principios del siglo XX había dos minas, pero sólo quedó una en los años 30. Todavía hoy es posible ver la boca de entrada, aunque a unos cinco o seis metros adentro está ya tapiada. El procedimiento era relativamente fácil. Se abría un gran pozo, y a partir de ahí se excavaba siguiendo un corredor central que se iba aguantando con arcos de madera, y se bifurcaba en ramales. A los cien palmos (unos 60 metros) se habilitaba una estructura mayor. A los 120 palmos ya había vetas de otros siete palmos de carbón.
La mina se iluminaba a base de luces de carburo diseminadas por la galería, reforzadas con las que llevaba colgada cada trabajador. No se usaban cascos ni otras protecciones y el mineral se transportaba en una vagoneta en sacos sobre la espalda. Se trabajaba de sol a sol y por un sueldo de seis pesetas por jornada trabajada, domingos incluidos. Cada día, carros procedentes de Manacor aguardaban los sacos que, pagados a entre 10 y 15 pesetas, abastecían exclusivamente a los herreros del municipio. Al ser de calidad inferior, el lignito debía mezclarse con carbón de Binissalem para poder ser utilizado.
La tragedia avanzó el final de la actividad. Tras sólo medio año de explotación, en 1931 uno de los trabajadores que había quedado ese día en una de las galerías oyó un ruido extraño tras la pared. La curiosidad le llevó a picarla. Era una potente vena de agua que le aplastó e hizo cerrar la mina.
Máquina de extracción de la mina Truyola en Lloseta, restaurada para ser visitada en el año 2000.
Las minas de lignito de Mallorca comenzaron a explotarse a finales del siglo XIX con métodos artesanales y primitivos. En 1930, los pozos de Lloseta, Selva, Consell, Sineu, Benissalem y Alaró producían ya el 85% del carbón de la isla, destinado a la generación de electricidad.
En 1943, el Coto Minero de Alaró fue comprado por Andreu Isern, quien impulsó la minería energética de la comarca de un modo notable. Hasta aquellas minas llegaron gran cantidad de trabajadores, sobre la década de los 60 del siglo XX, procedentes de Puertollano o Asturias, llegándose a alcanzar la cifra de 600 mineros a pleno rendimiento. Entre 1944 y 1951, un pequeño ferrocarril minero estuvo transportando los carbones hasta la estación de Consell.
Más tarde, las minas de carbón pasaron a ser propiedad de Lignitos S.A., empresa filial de GESA, modernizándose entonces las instalaciones e introduciéndose en ellas elementos mecánicos de extracción y transporte, sustituyéndose así la tradicional tracción animal mediante mulas. En 1989, con el cierre de la mina de Lloseta (Que estuvo abierta más de 100 años), y posteriormente los pozos de Alaró concluiría más de un siglo de historia minera en la comarca del Raiguer.
En mayo de 1983, 23 mineros de los 146 trabajadores que tenía la empresa Lignitos, SA, se encerraron en el interior de las galerías del plano inclinado Acetileno de Alaró, como presión en demanda de mejoras laborales.
El pozo Santa Catalina, enclavado en el paraje conocido como Can Cabrit (Selva), estuvo en funcionamiento hasta 1975. Aún se conserva su pequeño castillete metálico, la casa de la máquina de extracción e incluso un balde, suspendido bajo las poleas, empleado para el izado de materiales.
Las imágenes de Santa Catalina son de Biel Fiol.
La siguiente fotografía, de un castillete de mampostería con una pequeña polea, fue tomada en la zona de Sineu.
En Alaró existieron el pozo San Narciso, el de San Lorenzo, el socavón la Mejor y el pozo plano Acetileno. El castillete San Lorenzo se ve desde la carretera a Alaró, aunque el acceso, a pesar de ser un camino público está vallado. Ramon Capdevila explotó la mina Dos Hermanos entre 1924 y 1941. En 1954, en Lloseta estaban en explotación tres pozos, Truyola, Sant Tomàs y Can Ramis), de los cuales se extraían 26.750 toneladas de lignito anuales ocupando una extensión subterránea de 38 hectáreas. Estos tres pozos estuvieron abiertos hasta 1973. En la falda de la Serra de Tramuntana se extraían en 1931, el 85 % del total de los lignitos de Mallorca.
Fue en el año 2000, una vez restaurada la antigua mina de sa Truiola, en Lloseta, cuando empezó a organizarse la celebración anual de antiguos mineros. La fiesta consiste en la celebración de una misa en honor de Santa Bárbara (Su patrona) y a continuación una comida de hermandad, donde se recuerdan los tiempos de trabajo duro. Cada año se celebra en uno de los municipios que tuvieron minas de lignito. Cada vez son menos, pero aun quedan cerca de un centenar de antiguos mineros. En los tiempos en que funcionaban las minas, por la mañana se celebraba una misa en la parroquia y la empresa obsequiaba con un refresco a todos los trabajadores. Pero lo más importante era el sobre, en el interior del cual los dueños o concesionarios de la mina colocaban un billete de cinco duros para gastos en el día de la patrona.
Lignitos S.A. es hoy en día propiedad de un grupo 100% mallorquín, es una empresa de origen minero, creada en la década de los años 70 por su matriz, la eléctrica Gas y Electricidad, S.A. (GESA), hoy integrada en ENDESA, para explotar los yacimientos de lignito de la cuenca minera mallorquina Alaró-Lloseta, en respuesta a la crisis energética de 1973.
A mediados de los 80, superada la crisis energética, y agotada la explotación a cielo abierto de Son Odre, y declinando ya el potencial de la mina de interior Acetileno, se planificó una alternativa a la actividad extractiva de carbón para finales de la década y se eligió un campo prometedor: la roca ornamental.
Hoy en día, Lignitos S.A. explota la cantera de caliza marmórea tipo "Mallorquín" Son Odre situada en las cercanías de Biniamar, con equipamiento moderno basado en el corte por hilo adiamantado, y despieza y transforma esta roca en su factoría de Marratxi.
Este mármol, de un cálido cromatismo embebido en los tonos ocres tan característicos del paisaje mallorquín, y de excelentes características frente a la absorción del agua, y frente a las resistencias mecánicas a la compresión, flexión, desgaste y choque, ha sido material básico, durante milenios, en la construcción de viviendas y dependencias en todo el territorio situado al Norte del eje Palma-Alcudia, y ha acompañado siempre como elemento de distinción a las mejores construcciones en arenisca realizadas en el Sur, en la zona del "marés".
La actividad desarrollada por Lignitos S.A. en este campo ha supuesto, por primera vez en la historia de este material, la existencia de una oferta amplia del mismo, a precios muy competitivos, y permite a urbanistas, arquitectos, promotores, y en definitiva al usuario final, contar con un material noble, limpio, hermoso y duradero que puede actuar tanto de esqueleto como de piel de cualquier obra de calidad.
Una instalación industrial que sorprende al llegar a Lloseta es la fábrica de cemento portland, inaugurada el año 1957 que utiliza pieza caliza de la zona y en su día carbón de las minas de lignito. Lloseta tiene el encanto especial de sus casas del núcleo urbano antiguo, contando además con el oratorio del Cocó y el palacio de Aiamans. Este último fue propiedad de Jaime I. El banquero mallorquín Joan March lo adquirió en el año 1927, parcelando sus tierras, lo que facilitó el crecimiento del casco urbano. Sus casas y jardín están abiertas al público, siendo escenario de actos culturales.
La empresa CEMEX, propietaria de la cementera de Lloseta lleva años invirtiendo en la implantación de sistemas de gestión medioambiental integrales, que abarquen la totalidad del proceso de producción del cemento.
Su fábrica de cemento de Lloseta, conocida popularmente como Portland de Mallorca, y las plantas de hormigón de Palma y Alaior (Menorca) poseen el Certificado ISO 14001 de Gestión Medioambiental que se caracteriza porque los procedimientos desarrollados tienen como prioridad la protección de la atmósfera, las aguas y el suelo, el uso racional de los recursos, la minimización y correcto tratamiento de los residuos, además del ahorro de energía y materias primas.
La fábrica de Lloseta es una de las que reutiliza los lodos de las empresas de terrazos como materia prima en la fabricación del cemento, lo que supone una reducción del volumen de residuos depositados en los vertederos, una disminución de las extracciones de las canteras para la fabricación del cemento, y una reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Las graveras de donde obtienen los áridos para la fabricación de cementos y hormigones se encuentran en entornos naturales, por lo que inevitablemente su extracción modifica el paisaje. En el apartado de áridos, la empresa CEMEX tiene en funcionamiento ocho canteras, dos en Menorca, en los municipios de Alaior (Llimpet) y Ciudadella (Son Planes), cinco en Mallorca y una en Ibiza (Can Xumeu).
Los gestores de la empresa trabajan para que sus canteras recuperen unas condiciones similares a las que existían antes de que el área fuera explotada o, al menos, unas condiciones compatibles con su hábitat natural.
Por ejemplo, en la cantera de Son Planes se han replantado unos 10.000 m2 de terreno con pinus halepensis y arbustos autóctonos. Y en la de Llimpet, según ha ido avanzando el frente se ha restaurado el espacio con encinas de los viveros de la cantera en base a un proyecto autorizado y supervisado por las Consellerias de Industria y Medio Ambiente. Por la gestión de Llimpet, Aenor acaba de hacer entrega a Cemex del primer certificado de Gestión Minera Sostenible de España, que se basa en dos nuevas normas españolas de calidad pioneras en el mundo.
La crisis económica, y en especial la de la construcción, se hace notar en Baleares. La factoría de cementos Portland de Lloseta, cerró durante un tiempo el segundo de los dos hornos que producen el clinker, una materia prima imprescindible para la elaboración del cemento. La paralización de los dos hornos es una consecuencia de la menor demanda de material para la construcción. La fábrica produce un cincuenta por ciento menos de cemento con respecto a hace unos años, cuando todavía no se notaban los efectos de la crisis.
El director de la fábrica, Ignacio Miranda, precisó que la falta de actividad de los dos hornos de la factoría no significa que haya dejado de fabricar cemento. El clinker almacenado permite continual con la producción.
El horno pequeño hace más de un año que se encuentra parado, según indican los técnicos, mientras que el más grande y moderno es el único que trabaja en los últimos tiempos. Se aprovecha esta inactividad para realizar en él trabajos de mantenimiento y reparación, tareas que apenas podían llevarse a cabo cuando la fábrica trabajaba al cien por cien.
La plantilla actual de la fábrica, después de una serie de prejubilaciones y jubilaciones pactadas, se ha quedado en 115 trabajadores y la producción de cemento, en comparación con los primeros años del siglo, ha disminuido en un 50 por ciento. Por otra parte, la empresa está estudiando la exportación de cemento al extranjero para compensar el descenso de la demanda local.
Se están optimizando todos los recursos. Durante el día, los molinos y la fabricación de cemento se encuentra parada y solamente funciona en horas nocturnas y los fines de semana debido a que el consumo eléctrico resulta más barato.
Otra cuestión es el uso del combustible para los hornos. Actualmente se está usando un 30 por ciento de biomasa (madera usada triturada, despojos de los árboles, hojas de palmera y cáscaras de almendra) y se espera llegar a un uso del 50 por ciento como ocurre en otras fábricas de la misma compañía, ya que es más económico y rebaja mucho los niveles de CO2 que se desprenden a la atmósfera.
A pesar del espectacular descenso en la producción de cemento como consecuencia de la crisis, la empresa no ha barajado la posibilidad de cerrar la fábrica. De lo contrario no se estaría realizando un 30 por ciento de mejoras en la factoría ni una inversión de dos millones de euros en la construcción de unas naves para albergar las materias que llegan y que se convierten en biomasa. Además, Cemex tiene fábricas en todo el mundo y personal suficientemente preparado para afrontar las crisis, de las que siempre se puede aprender algo.
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