La primavera del 2011 las golondrinas hicieron dos nidos frente a mi ventana. Son encantadoras. Tienen tanta vitalidad, verlas volar te permite flotar incluso en este plomizo mundo en que vivimos.
Restos de cáscaras de huevo sobre la acera, mezclados con barro. Cayó desde el alero de un sexto piso.
Las tengo tan cerca que se me ocurrió coger la cámara y gravarlas en vídeo. Entonces me dí cuenta.
Este es el nido que queda entero, del otro lado de la vigueta está el derruido.
Uno de los nidos ha caído al suelo, aunque en lo que queda la pareja sigue viviendo. En el otro alero del edificio he visto otros nidos caídos. Sobre el suelo, los restos tan sólo son un poco de polvo de barro y trozos de cáscara de huevo.
Parecer ser que no ligan bien el barro y las estructuras metálicas. No sé si las golondrinas aprenderán la lección o seguirán prefiriendo esta situación privilegiada a pesar de los accidentes.
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