jueves, 19 de octubre de 2023

Loberas

Diario de Burgos, 17 de octubre de 1982 

Antiguas loberas en el norte de Burgos

Elías rubio

Por no haberse publicado en Burgos, es muy posible que haya pasado inadvertido para una gran mayoría de burgaleses un trabajo que creo de gran interés para aquellas personas amantes de las viejas costumbres de nuestra provincia. Me refiero al «Catálogo de loberas de las provincias de Álava, Burgos y León». Este interesante estudio está publicado en el Boletín número 8 de la revista «Kobíe» del Grupo Espeleológico Vizcaino y lo firma Félix Murga, el cual dirige un equipo llamado Patrulla de rescate número 13 de Oquendo (Álava). En el mencionado catálogo describe un conjunto de trece loberas, de las que dos pertenecen a la provincia de Álava, una a la de León y las diez restantes a las localidades burgalesas de Berberana (tres), Ángulo de Mena, Castrobarto, Relloso, Espinosa de los Monteros, Pérex, Río Losa y Villabasil. También en la publicación «Arquitectura Popular» (tomo 1) titulada «La Montaña Palentina» (La Lora), G. Alcalde Crespo habla de otra lobera conocida como «Pozo de los lobos». Dado que el mayor número de loberas se encuentra en el Norte de nuestra provincia, bueno será que los burgaleses sepamos que están y que debemos protegerlas como cosa nuestra y patrimonio de todos.

Hubo un tiempo en que a tenor de la cantidad de loberas existentes, los lobos debieron ser especie abundantísima en esta zona. Por ello se conservaban en perfecto estado las loberas. Sin embargo, en la actualidad y por motivos bien conocidos por todos, los lobos prácticamente han desaparecido de esas latitudes, por lo que al no ser ya utilizadas, van destruyéndose poco a poco, con el paso del tiempo.

Pero... ¿Qué son las loberas? seguramente el lector ya lo habrá adivinado. No son otra cosa que trampas para cazar lobos, método que data de muy antiguo, suponiéndose incluso que algunas puedan ser prehistóricas. El sistema utilizado es simplemente el de caza por ojeo, que consiste en asustar al animal por diversos medios y hacerle pasar por donde se encuentran apostados los cazadores. Pero como bien dice F. Murga, el lobo es un animal muy poderoso y dotado de gran olfato y vista, por lo que el ojeo sin más, sería un método que, además de altamente peligroso, no daría unos resultados óptimos, por lo que hubo que construir la trampa: la lobera. ¿Cómo son estas trampas? Consisten en construcciones de piedra realizadas en la boscosidad y en lugares donde se sabe son de paso del carnívoro animal. 

Se trata en la mayoría de los casos de dos grandes paredes, que pueden llegar a los tres metros de altura, de piedra y de gran longitud, que progresivamente se van cerrando hasta converger en un pozo, que es el lugar en donde irremisiblemente caerá el lobo, siendo allí capturado. A lo largo de la lobera se hacen pequeñas construcciones de piedra que en algunos lugares reciben el nombre de «esperas» y que estando estratégicamente situadas quedan apostados los cazadores cuya misión es asustar al lobo y conducirle al foso, de forma que no pueda saltar las paredes de la lobera ni volver atrás. Parece ser que en estas trampas, además de lobos, eran  cazadas otras especies, tales como zorros, jabalíes, etc., incluso en algunas capturaban caballos en estado salvaje, para su posterior doma.

El lobo es un animal que por su voracidad ha sido capaz de de aglutinar a las gentes de nuestros pueblos para defender una causa común, por lo que era labor ineludible solidarizarse y unirse ante el peligro que representaba para sus haciendas, eminentemente ganaderas. Así en las batidas que se daban en el momento que había sido avistado el lobo, se concentraban hombres de diversos pueblos. F. Murga nos habla de una batida celebrada en Angulo de Mena, donde se reunieron más de trescientas personas procedentes de los siguientes pueblos: Villalva de Losa. Zaballa, Quincoces de Yuso, Llorengoz, Teza, Aostri, Villota y Villacian. Sin menospreciar el cierto grado de dramatismo que pudiera existir en estas cacerías. había algo de folklórico en ellas, ya que una vez finalizadas y si se había conseguido capturar algún lobo, se organizaban pequeñas fiestas, pagando los Ayuntamientos el vino e incluso se celebraban animados bailes. Alcalde Crespo, en su publicación, nos dice que si el lobo era atrapado con vida era trasladado al pueblo donde más estragos había causado siendo allí decapitado, tras celebrarse un juicio, en el cual se le exponían todos los cargos.

Otro aspecto de interés a tener en cuenta en esta clase de edificaciones es su datación. F. Murga al culminar su estudio hace una serie de conjeturas en torno a la antigüedad de estas loberas considerándolas más o menos vetustas de acuerdo con la conservación de las mismas, es decir, si las paredes están completas, deberán ser más modernas que si se hallan en estado ruinoso.

En Burgos parece ser que no han existido normas escritas ni organizaciones que regularan la caza del lobo y el uso de estas loberas. No ocurre lo mismo en el Concejo de Valdeón, de la provincia de León, donde existen Ordenanzas de Montería de la Junta de Monteros, que regulan la caza en la famosa lobera situada en esa zona de los Picos de Europa, llamada el «Chorco de los Lobos», de lo que se deduce la tremenda importancia que para estas gentes tenía la batida del lobo.

El describir las diez loberas existentes en nuestra. provincia sería demasiado prolijo, por lo que si algún lector ha quedado interesado en el tema, le remito a las publicaciones citadas, aconsejándole también la visita a la lobera de Fuente Santiago en Berberana, por estar mejor conservada que las demás.












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