En la sala de guardias del centro educativo en donde trabajo hace años que existen dos curiosos agujeros en una de las ventanas que dan hacia el camino que bordea el edificio. Siempre he pensado que se trata del resultado de dos impactos de perdigones de una escopeta de aire comprimido.
Los agujeros son de sección cónica. En el exterior del vidrio el agujero redondo es de unos pocos milímetros. Hacia el interior el agujero se ensancha siguiendo una superficie cónica hasta llegar a algo más de dos centímetros de diámetro.
Cerca del extremo exterior, la primera parte de la superficie cónica es muy lisa. Algo antes de llegar al centro del grosor del vidrio se produce un cambio y se pasa a una superficie más irregular. En esta segunda zona de la superficie cónica se ven unos surcos que se dirigen hacia la cara interna del vidrio.
En esta cara interna del vidrio se desprenden, en los bordes del agujero, grandes trozos de vidrio, fuera de la superficie cónica que se había ido formando al desprenderse el trozo central.
Algunas grietas se prolongan dentro de la masa del cristal durante unos centímetros extras.
Es curioso el contraste entre la redondez del pequeño agujero exterior y la superficie irregular del agujero interior.
En las múltiples facetas de la superficie cónica del agujero se reflejan las paredes y los árboles del entorno exterior.
Este curioso comportamiento de los materiales, como el vidrio, hace que los esfuerzos ejercidos en un punto se transmitan a los puntos cercanos de la masa del material, haciendo que cada vez sean más las zonas que ofrecen resistencia a estos esfuerzos.
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