Estadística Minera de España
Año 1921
La baja iniciada en la producción de hulla en esta provincia durante el año 1920 continuó en el año 1921, pero en mayor proporción, puesto que resulta que si la disminución en la hulla producida entre los años 1919 y 1920 fué de 102.437 toneladas, alcanza la cifra de 147.577 el descenso experimentado desde el año 1920 al 1921, según lo demuestran las respectivas explotaciones habidas en estos dos años; esto es, 819.398 para el año 1920, y 671.821 en el 1921. Este resultado se preveía desde el año anterior; tenía que suceder así.
La llegada a nuestros puertos de los carbones ingleses a precios de venta ínverosímiles, comparados con los que aquí existían, hicieron imposible toda competencia, y dieron lugar a que los grandes consumidores se abastecieran en buenas condiciones, dando por resultado una carencia de ventas del carbón nacional que paralizaron, si no total, temporalmente, en gran parte la extracción de la hulla.
Las grandes Sociedades pronto sintieron las consecuencias, y hasta las pequeñas explotaciones que, a veces, se defienden mejor de las bajas en ¡os precios, por tener poco recargados ciertos capítulos de gastos, como generales y los de instalaciones, han sentido también la influencia de esta depreciación del producto y no veían la manera de obtener el carbón a precios remuneradores.
Los explotadores se vieron entonces en el trance de poner en práctica la peligrosa decisión, en estos tiempos, de rebajar los precios de los Jornales, y esto trajo como consecuencia inmediata el planteamiento de huelgas, algunas de las cuales, como la de la Sociedad Vasco-Leonesa, han durado más de tres meses, durante los que no se han permitido ni los trabajos de conservación más necesarios, originando esto una gran baja en la producción de este centro hullero, motivada primero, por lo que se dejó de producir durante el tiempo de paralización inherente a la huelga, y después, por lo que no se produjo en tanto duraron los trabajos de reparación para llegar a poner en marcha las explotaciones abandonadas.
Por causas análogas, y por la de falta de mercado, se ha visto descender durante el año que nos ocupa la producción de las minas de la provincia, y esta baja se acusa perfectamente en el adjunto cuadro referente a las cuatro Sociedades hulleras, entre las principales de este Distrito, que se citan a continuación:
Es de notar que, como excepción, han aumentado la producción, a más de un insignificante número de minas pequeñas, las Sociedades Anglo Hispana, que sostuvo su producción sobrepujándola algo, pues pasó de una producción de 22.000 toneladas a 22.418, y la Minero-Siderúrgica de Ponferrada, que también contínuó con el aumento iniciado en el año anterior, pasando de 97.671 a 187.735 toneladas, que fué su explotación en 1921.
Los jornales se han reducido; pero esta reducción poca influencia tuvo sobre la disminución del precio de costo, debido al escaso rendimiento que en la actualidad tiene el jornal, porque si bien el efecto útil de éste ha sufrido un aumento en el año objeto de esta Memoria, pasando de 297 kilogramos que tuvo en 1920 a 321 que llegó en este año, no alcanzó siquiera el de 329 que se obtuvo en 1919.
De todas suertes, estos rendimientos son escasos, y es natural que con ellos se eleve sobremanera el precio de costo. A esta baja del rendimiento contribuye poderosamente la disminución de horas de trabajo, y todo ello hace que no compense la baja en el precio de los jornales el efecto producido por el menor rendimiento, y así resulta, repetimos, que a una baja en el precio del jornal no responda otra en el precio de costo.
Es preciso convencerse de que el Real decreto de 3 de abril de 1919, limitando la jornada, fué de unas consecuencias desastrosas, y puede calificarse sin duda alguna de funesto. En efecto; ¿de qué sirve exigir al obrero el mayor esfuerzo en su trabajo si el tiempo se le limita? ¿Es humano tratar de obtener el antiguo rendimiento de la jornada en menos horas de trabajo?
Se nos objetará que la limitación de la jornada da lugar a ocupación de más personal, por la formación de brigadas de relevo; pero esto en la práctica no siempre es factible, o los medios económicos de las Empresas no lo consienten.
Creemos interesante consignar las variaciones que ha tenido el efecto útil del jornal dedicado a la extracción y beneficio de la hulla en esta provincia durante los últimos veinte años. El gráfico que acompaña a esta Memoria lo hace ver claramente. El nos dice que el máximo rendimiento fué en 1911, que alcanzó la cifra de 881 kilogramos, siguiendo después el año 1904 con la de 805 kilogramos. Se obtuvieron iguales rendimientos en los años 1903, 1906 y 1909; pero a partir del año 1912, en el que se pone de manifiesto un gran descenso, continúa éste con pequeñas variaciones hasta el presente, señalándose un mínimo en el año 1920, que sólo alcanzó, como ya hemos hecho constar el de 297 kilogramos.
Con semejantes rendimientos es muy difícil poder obtener un precio de venta del combustible que sea remunerador para el minero y beneficioso para el comprador.
El mejorar los precios de venta es de importancia suma. El alza de los precios de los carbones fué el fundamento y la base, como se pudo ver, de la subida experimentada en los precios de todos los productos. La baja de aquéllos será, indudablemente, la que determine de un modo serio la de éstos, pues no creemos que la mejoría de precios pueda venir con paliativos ni remedios artificiales, como el régimen de tasas, que no dieron ni darán resultado alguno.
El arribo a nuestros puertos de carbones ingleses a precios, como antes decimos, extraordinariamente bajos, produjeron el consiguiente revuelo entre nuestros explotadores de hulla, pues la baja que se planteaba era enorme, y para darse cuenta exacta de ella, basta comparar los precios que los combustibles tenían en 1.º de enero de 1921 con los que empezaron a regir.
En la fecha citada, los precios eran: 100 pesetas para la tonelada de briqueta y cribado, y 60 para el menudo. De estos precios había que pasar a los puestos en vigor después, que eran: 54 pesetas, para la briqueta; 60, para el cribado, y 32 para el menudo. La baja era, repetimos, enorme, casi un 50 por 100; y como no se veía modo de hacer descender el precio de costo, de aquí que los explotadores, en reunión habida en este Gobierno civil a fines del pasado mes de octubre, acordaron dirigirse a los Poderes públicos en demanda de medidas que mejoraran la situación de la industria hullera.
Las medidas que se pedían eran: contener la importación del carbón extranjero; mejorar los precios y condiciones de los transportes y hacer obligatorio el consumo del carbón nacional para las industrias españolas. A ellas respondió el Gobierno aumentando el Arancel y haciendo obligatorio el consumo y dejando sin resolver lo referente a los transportes. Pero es bueno hacer observar que a estas peticiones, por no llamar exigencias, de los mineros, ¿qué mejoras o beneficios ofrecían éstos? Ninguna. Lo que parece deducirse es que se trataba de continuar sosteniendo los beneficios que trajo consigo la guerra mundial y que el consumidor siguiera sacrificándose pagando los excesivos precios que regían y rigen para el combustible.
Si esto es así, no lo creernos justo ni mucho menos, pues si es de urgente necesidad rebajar el precio de costo de la producción, no lo es menos la de poner un límite a los beneficios. Cuando allá por los años 1910 y próximos los precios de costo oscilaban entre 16 y 18 pesetas y los explotadores venían perdiendo entonces una peseta en tonelada en la venta de los menudos, y eran los precios del mercado de 25 a 30 pesetas la tonelada de carbones granados, quedándoles, por tanto, un beneficio líquido aproximado de cinco pesetas en tonelada del total, se mostraban satisfechos y no había quejas ni lamentaciones.
Pues bien, ahora que los precios no son, ya lo sabernos, ni 16 ni 18 pesetas tonelada, sino 35 ó 40 p. el precio de venta debe ser de 40 a 45 pesetas, y no 70 u 80 pesetas o más, como se pretende. Tratar de sostener los beneficios pasados, lo creemos una locura o un sueño.
Hay que tener en cuenta también que otra de las causas que influyen en la elevación del precio de venta de los carbones es el sinnúmero de acaparadores e intermediarios existentes. Todo el mundo quiere tratar en carbón. Hay una multitud de mineros sin minas. La abundancia de esta clase de traficantes la originaron las grandes ganancias que obtuvieron durante los años de guerra, tanto, que puede decirse que, para un minero que se haya enriquecido, hubo 20 agentes de éstos que han hecho fortuna. Estos intermediarios encarecen, como siempre, el producto.
Hemos dicho anteriormente que el Gobierno accedió a las peticiones de los mineros referentes al consumo obligatorio y al alza del Arancel, dejando sin resolver lo relativo a los transportes, que es la parte que, indudablemente, influye hoy de una manera poderosísima en el precio de venta de¡ combustible, y a que ello se mejore tiene perfecto derecho el minero, por írrogársele, con su estado actual, grandes perjuicios.
Durante la gran guerra, cuando el carbón escaseaba, se obligó al explotador de bulla a suministrarla a las Compañías ferroviarias sujeta a una tasa, lo que producía a aquél una merma en sus beneficios; justo sería, pues, que ahora que las Empresas ferroviarias se han abastecido de carbones extranjeros a bajos precios, mejoraran los de transportes, contribuyendo de ese modo a la baja del precio de venta de la hulla en los diferentes centros de consumo; pero no ocurre así.
Las tarifas especiales, que fueron entonces abolidas, continúan sin ponerse en vigor, y ello contribuye a sostener los enormes precios actuales. Existen en esta provincia dos ferrocarriles mineros, propiamente dichos; es decir, que se han establecido para favorecer exclusivamente la industria hullera. Estos ferrocarriles son: el de La Robla a Valmaseda y Bilbao, y el de Ponferrada a Villablino, creados para servir las dos grandes zonas hulleras de la provincia de León. Pues bien; siendo ferrocarriles de vía estrecha, y de la categoría de los llamados económicos, pues el coste de establecimiento por kilómetro ha sido mucho menor que en los de vía normal, y permitiendo el perfil de la vía hacer una tracción más económica también, las tarifas que en ellos rigen son casi dobles de las de los ferrocarriles de vía normal.
El precio de transporte en el trayecto de Villablíno a Ponferrada, que es de 60 kilómetros, recarga la tonelada de carbón en 12 pesetas, y en lo que se refiere al ferrocarril de La Robla, puede decirse que los carbones de Matallana, Sabero, etc., llegan a Bilbao con recargo en el precio de 25 o más pesetas en tonelada, debido al transporte. ¿Cómo es posible que explotándose en Sabero, por ejemplo, a 32 pesetas tonelada, corno en las cuencas inglesas, haga aquel carbón competencia al de éstas, si el precio del flete permite poner el carbón inglés en Bilbao, que es el centro de consumo, a 48 pesetas, mientras el de Sabero resulta a 57? ¿Qué diremos de otras para las que el precio de transporte en toneladas, por ferrocarril, es superior al del valor intrínseco de la tonelada de combustible?
Aparte de esta carestía en los transportes, existen otros graves inconvenientes, como son: las malas condiciones en que se hace el servicio y las grandes deficiencias en el suministro del material, que son causas de importantes perjuicios, de los que el minero se queja con razón. Pasando ahora a ocuparse de los productos derivados de la hulla, que en esta provincia son aglomerados y cok, diremos que la producción de aglomerados sigue la marcha ascendente iniciada en 1918, habiendo habido un aumento, en el año de que nos ocupamos, de 20,1 19 toneladas sobre lo fabricado en 1920, pues pasó de la cifra de 244.831, que fué el tonelaje de 1920, a la de 264.950, que fué el de 1921.
En cambio, en la producción de cok se nota un descenso muy importante; a la de 1920, que fué de 17.698 toneladas, sigue la de 6.600, que hubo en 1921. La diferencia en menos es, pues, de 11,098 toneladas; esto es, que sólo se ha fabricado algo más de una tercera parte de lo obtenido en 1920.
Las fábricas de aglomerados que han aumentado su producción en este año, fueron: Esteban y Aurelio, del término de Cistierna, que pasó de una producción de 7.274 toneladas a 17.000; Feliú y San Pedro, de P. Almuhey, de 12.800 a 15.200; la Minero-Industrial Leonesa, de Pola de Gordón, que de 20.150 pasó a 23.950, y, sobre todas ellas, la Minero-Siderúrgica de Ponferrada, en Villablino, que de una producción de 31.555 toneladas llegó a 70.320. En cambio, la han disminuido la Anglo-Hispana, en Matallana; las fábricas del Sr. Zapico, en Pola de Gordón, y otras, en pequeñas cantidades; pero donde se nota un gran descenso es en la Vasco-Leonesa, de Pola de Gordón, que de su producción en 1920, que fué de 74.386 toneladas, bajó en este año a 30.583.
En cuanto a la baja en la producción de cok, es debida a haber paralizado sus trabajos tres de las seis fábricas existentes, y de las tres fábricas que quedaron en marcha, exceptuando la de Sabero y Anexas, que aumentó su producción, pasando de 1.100 toneladas a 7.800, las otras dos la han disminuido extraordinariamente, pues la de Carmonda, de una producción de 1.723 pasó a 130, y la de Julio, en Caboalles, de 4.120 pasó a 650.
Por creerlo de interés también, y a título de curiosidad, acompañamos a esta Memoria otros varios gráficos que nos representan la marcha de la producción minera de esta provincia durante los últimos 25 años, no prologándolos a tiempos más remotos, porque los datos que hemos podido encontrar relativos a estos tiempos no eran muy completos, y ofrecían pocas garantías de certeza. A dichos gráficos acompaña un cuadro de las producciones habidas durante esos años de los diferentes minerales que se han explotado.
Por aquéllos vemos que las explotaciones constantes en esta provincia son las de hulla y fabricación de aglomerados y cok, siguiendo después las de cobre y cobalto), que estuvieron en actividad, mayor o menor, hasta 1914, sin tener más que dos interrupciones en los años 1903 y 1912. Desde el 1914 hasta la fecha cesó esta producción, y en la actualidad se están llevando a cabo obras, de las que luego nos ocuparemos, para volver a poner en marcha el beneficio de esos minerales, por lo que creemos que en la próxima estadística vuelvan a figurar las minas de cobre y cobalto en producción.
Hubo otras explotaciones, como las de hierro, cinc y antimonio, que fueron intermitentes explotándose en algunos años, paralizándolas y volviendo a ponerlas en marcha; y otras, como las de plomo, que sólo estuvieron en actividad durante los años 1906, 1907 y 1908, sin que hasta la fecha hayan vuelto a revivir.
Así sucedió también con el oro, que sólo aparece explotándose durante el año 1909, desapareciendo después. No hemos de insistir más sobre el estudio de esos gráficos, puesto que su sólo examen creemos nos releva de ello.
En lo que se refiere a la explotación de canteras, vemos que aparece en este año un aumento de 495 canteras más que en 1920. Esto es debido, creemos, no a que se hayan puesto en explotación nuevos centros de arranque, sino a que los datos suministrados sean más completos que en estadísticas anteriores. Respecto a Policía Minera, nada nuevo podemos decir.
Con la escasa consignación que existe para este servicio, quedaron muy limitadas las visitas de inspección ordinaria que pudieron efectuarse, pues descontadas de las 6.000 pesetas de consignación la cifra de 2.419,27 pesetas que se han invertido en visitas extraordinarias por accidentes, queda la cantidad de 3.580,73 para visitas ordinarias, y teniendo en cuenta que los gastos de transporte en esta provincia son elevados y llegan casi a un 60 por 100 de esta cantidad, queda líquido para visitas 1.432,30 pesetas, cuya cantidad sólo alcanza para visitar unas 20 minas al año, de las 100 y pico que hay en explotación.
Es de lamentar esta limitación en la inspección, máxime tratándose de una provincia como ésta en la que viene dándose poca importancia, por parte del explotador, a lo dispuesto por el Reglamento de Policía Minera, y en la que hace falta obligar a cumplir con lo legislado e ir subsanando todas las deficiencias existentes y que ya señalamos en nuestra Memoria anterior. las minas que han estado en actividad durante el año fueron 150, contra 157 que estuvieron en el año anterior. Hubo, pues, una baja de siete minas.
En cuanto a la población obrera, ha disminuido. El número de obreros empleados en este año en las minas fué el de 6.965, y en las fábricas 569, y habiendo habido en 1920, 9.172 y 752, respectivamente, hubo una baja de 2.207 obreros en las minas y 183 en las fábricas. Siguió, por tanto, la disminución iniciada en 1920 para la minería, y aunque hubo descenso en el personal de las fábricas, aumentó, sin embargo, el número del personal con relación al que existía en 1919. El número de accidentes desgraciados ocurridos durante el año fueron 876 en las minas y 63 en las fábricas, que ocasionaron 15 muertos, 861 heridos leves en las minas y cuatro heridos graves y 59 leves en las fábricas.
El número total de accidentes en 1920 fué el de 1.027, que ocasionaron 11 muertos, 29 heridos graves y 987 leves. Se ve, por tanto, que el número total de accidentes ha disminuido con relación al año anterior en 151. El número de muertos ha aumentado en cuatro; el de heridos graves ha disminuido en 25, y los leves en 67. El tanto por mil de accidentes en toda la población obrera, de minas y fábricas, fué el siguiente, con relación al año anterior:
El mayor número de accidentes en este año lo produjeron los transportes, y luego la maquinaria, al contrario del año pasado, y del examen de las causas que produjeron los accidentes habidos y comparando su número con los del año anterior, se ve que han aumentado las víctimas por hundimientos y por asfixia, y han disminuido los ocurridos en los transportes; han aumentado también los accidentes originados por la explosión de barrenos, y no han ocasionado ninguno las explosiones de grisú y caídas por pozos.
Continuó el descenso en el número de solicitudes de registro, como ya profetizábamos en nuestra Memoria anterior. Si en 1920 se han solicitado 210 registros, con una superficie de 12.018 hectáreas, en el 1921 sólo ha habido 57, con 2.535. La paralización, como se ve, es casi absoluta, y en consonancia con las circunstancias por que actualmente pasa la industria hullera.
No son los momentos actuales los más a propósito para que los mineros que aun siguen trabajando traten de mejorar sus instalaciones y de proyectar otras nuevas.
Esto, no obstante, debemos consignar que la Sociedad Anglo-Hispana ha convertido en realidad su proyecto de lavadero sistema Draper, capaz para tratar 30 toneladas por hora, y que representa lo más moderno que se ha montado en esta clase de instalaciones en Inglaterra, de cuyo lavadero espera excelentes resultados, tanta por la perfección del lavado como por la disminución de las pérdidas inherentes a él, y se confía obtener una ventaja que representa el 50 por 100 de mejora sobre los resultados que actualmente tiene en su antigua instalación.
No son los límites de esta Memoria los propios para extendernos en la descripción de este lavadero; no obstante, diremos que él ha puesto en práctica de una manera perfecta el principio de la clasificación por corriente ascendente, basado sobre una corriente cuya velocidad es sensiblemente mayor que la velocidad de caída del carbón y menor que la de la pizarra, y asegurándose así una separación perfecta.
Nació la idea en una de las minas más importantes del país de Gales, en donde se aplicó para el tratamiento de los finos procedentes de otros antiguos lavaderos, sufrió después diferentes mejoras por el inventor para llegar a aplicarla al lavado de toda clase de carbones menudos hasta el tamaño de 50 milímetros, y aun más. El mecanismo principal está sencillamente compuesto por un cono invertido perforado, cuya parte inferior se une a un tubo recto, por el que circula una corriente ascendente de agua, entrando el carbón por la parte superior del cono.
La velocidad del agua al circular por el tubo crea una zona de presión máxima ascendente, por cuya zona sólo pueden descender las partículas más pesadas; pero en cambio al llegar el agua al cono, y ensanchándose, por consiguiente, su superficie, decrece su velocidad y presión ascendente, que queda reducida a la precisa para que el agua lleve consigo por flotación, por encima del borde del cono, las partículas más ligeras. Para efectuar la separación no se precisa más que una caída muy corta contra la corriente ascendente, porque la presión de ésta no impide el descenso de las partículas pesadas por el tubo, y en cambio evita que las ligeras entren por él.
La instalación de la Anglo-Hispana se compone de una serie de doce tubos lavadores acoplados, cada uno de los que sirven para un tamaño. El carbón es elevado a un depósito, desde el que se dirige a cuatro cribas oscilantes para su clasificación en tamaños. El tamaño inferior, o sea el de seis milímetros o menos, pasa a otra criba circular donde se clasifica, a su vez, en otros cuatro tamaños. Efectuada esta clasificación, cada una de estas clases pasa por medio de su correspondiente canal a la batería de tubos lavadores. Cada tubo lava un tamaño, y puede lavar tres toneladas por hora.
La Sociedad Feliú y San Pedro puso este año en plena marcha sus instalaciones de lavadores y fabricación de briquetas, cuyo conjunto resulta muy bien proyectado y ejecutado. No las describimos por ser de la forma corriente; es un sistema de lavaderos Coppée y una prensa Bourrier para aglomerados. La capacidad del lavadero es para tratar 20 toneladas de carbón por hora de trabajo.
También la Minero-Siderúrgica de Ponferrada ha puesto en marcha normal en este año sus instalaciones, después de haber corregido algunos defectos propios de los principios de la puesta en trabajo de aquellas dependencias, resultando unas hermosas instalaciones tanto su central eléctrica, de 800 kilovatios, destinada a suministrar fuerza a los lavaderos, fábrica de aglomerados y a las distintas necesidades de sus minas, como su fábrica de briquetas, de dos prensas sistema Bourrier, capaz para una producción de 10 a 12 toneladas por hora y prensa, y, por tanto, de una capacidad de más de 100 toneladas diarias, como sus lavaderos, que pueden lavar 100 toneladas por hora.
La Sociedad Coto Minero Profunda se propone poner en marcha, después de unos años de paralización, la mina Profunda, sita en Cármenes. En esta mina existen minerales de una ley de 3 a 4 por 100 de cobre y de 1 a 1 30 por 100 de cobalto; pero en menas en que la íntima unión de los minerales correspondientes a estos elementos hace que por sí sola, y aun por los procedimientos generales de preparación mecánica y lavado sea difícil de obtener productos vendibles, ya que las proporciones indicadas de cobre y cobalto en una sola mena constituye mixtos que no tienen cotización en el mercado ni pueden considerarse como mena metalúrgica.
Con el objeto de obtener productos mercantiles, se trata de modificar la instalación existente, ampliándola, especialmente en cuanto se refiere a esta clase de mixtos. El procedimiento consiste en hacer previamente una molienda enérgica que reduzca la mena a tamaños menores de dos milímetros, y a este efecto se instalan dos molinos de cilindros y otro de mayor tamaño que trata el producto procedente de ambos, todo con el fin de reducir el mineral al mencionado tamaño.
A la salida de este último molino se instalará un trómel con tela metálica de dos milímetros, con el fin de detener los productos de tamaño superior, los que se elevarán por medio de una cadena de cangilones para ser sometidos a una nueva molienda. Los productos menores de dos milímetros son tratados en dos mesas Wilfley, con objeto de quitar al mineral la mayor cantidad posible de cobre; pero como el enriquecimiento logrado por esta concentración, por densidad, no es suficiente para llegar al grado necesario, es preciso someter los residuos ricos en cobalto procedentes de dichas menas a una tostación y calcinación en un horno, con el objeto de oxidar los minerales de cobalto.
El producto calcinado se trata por procedimientos electromagnéticos análogos a los de Wetherill y Mechernich, con el objeto de separar los minerales de cobre de los de cobalto, obteniendo así productos con ley suficiente para tener mercado.
Por último, para dar fin a esta Memoria, diremos que durante el año se ha continuado con el estudio de yacimientos hulleros de esta provincia, según el plan establecido por esta jefatura desde que se ordenaron estos trabajos, y continuando con la formación de la cuenca de Matallana y Orzonaga, correspondió en este año el estudio de la parte de dicha cuenca a la zona que arranca delo río Porma y sigue hacia la parte Oeste.
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