sábado, 8 de octubre de 2022

Isaias Barrón Suarez

Región, diario de la mañana, 21 de Octubre de 1928

CABOS NUMERARIOS DE INGENIEROS

Para sustituir a los cabos que se licencian, quedan nombrados cabos interinos los soldados que a continuación se expresan, pasando a prestar servicios en las Compañías que se indican.

PLANA MAYOR

José Ramón Alvarez, Fructuoso García Garcia y Manuel Carreras Pérez.

TERCERA DEL PRIMERO

Aniceto Valverde Navarro, Fernando García Rivero, Mariano Ordas Ujidos, José Vega Ramos, Manue Gómez Alvarez e Isaías Ildefonso Barrón. 

La Voz de Asturias, 26 de Marzo de 1931

Por tierras africanas

Pidiendo madrina

Isaías Barrón Suárez

Grupo de Fuerzas regulares indígenas de Tetuán. Segunda compañía del primer tabor.


Diario de Burgos, 27 de junio de 1932

Notas militares

Destinos

Sargentos: Cipriano Barrón Suárez de la tercera Comandancia a la de Melilla. 


ABC, Madrid, 19 de Septiembre de 1971

En relación con el reciente decreto que ha modificado determinados artículos del Código de Circulación, recibimos un extenso y razonado escrito que firma, en Madrid, don Isaías Barrón Suárez, del que estresacamos los párrafos más interesantes:

«IMPOPULARIDAD DE LAS MULTAS.

Las multas impuestas por supuesta infracción a los preceptos del Código de la Circulación fueron, son y serán impopulares dentro del ámbito urbano. Son impopulares por producirse en circunstancias que llevan al ánimo del denunciado el convencimiento de que está siendo víctima de una arbitrariedad por parte de un agente que presta oidos de mercader a cualquier razonamiento u observación que «in situ» pretenda darle el denunciado. Otras, por considerar que el agente denunciante fue excesivamente riguroso, habida cuenta de la situación vial en el momento de producirse la discutida infracción.»

Nuestro comunicante prosigue: 

«LAS APELACIONES, — Los madrileños, sin ponerse de acuerdo, pero sí imitando la conducta del vecino o del amigo, hallaron, en su mayor parte, el cómodo procedimiento de soslayar el pago de las multas desoyendo las conminatorias notificaciones del Municipio. Es la defensa del desamparado, del desesperado o de quienes, sin perder la serenidad, han llegado al convencimiento de que todo intento de justificación es inútil. Este estado de impotencia nos hace reaccionar al estilo ibérico, consolándonos al decir:

«¡Pues no pago; que vengan a cobrarme!'» La nueva legislación viene a poner coto a estos desahogos, ya que, con razón o sin ella, tendremos que entrar por el aro, so pena de vernos privados del permiso de conducir por vía rápida e inapelable, No entro ni salgo sobre el tino o desatino del novisimo procedimiento para que las multas se hagan efectivas. Comprendo la necesidad de instrumentar la ley de forma que una minoría desaprensiva y sin el menor atisbo de sus deberes cívicos, pague cual merece sus excesos e irrespons abilidades; pero, ¡ojo!, la aplicación indiscriminada del precepto podría ser lesiva para muchas personas dignas y producir más daño que beneficio.»

- A continuación, el autor del escrito enuncia una serie de reglas que podrían contribuir a que las multas en materia de circulación fueran justas: recluta de agentes con un mayor nivel cultural; hacerles seguir cursos preparatorios de donde salgan perfectamente impuestos de sus nuevos deberes y responsabilidades, dedicando especial atención a la asignatura de moral y conducta a seguir para con sus semejantes; supresión de incentivos económicos al propio agente con base en la participación sobre el percibo de las multas; evitar la llegada al Servicio de Circulación de individuos que no superen un «test» sobre cualidades natas para vlvir de cara y en constante contacto con un público normalmente de preparación superior a la suya; remunerar al agente convenientemente, para evitarle segundos empleos o problemas económicos; crear un organismo, fuera del ámbito municipal, encargado de recibir, estudiar y sancionar las denuncias de circulación recurridas, y sugiere, al respecto, que, dependiente del Poder judicial para mayor garantía,  dicho organismo entraría en funciones cuando el correspondiente delegado de Tráfico desestimase la apelación o descargo del presunto infractor. 

Para abonar la conveniencia de las medidas que propone, nuestro comunicante — ex comisario-jefe de la Policía de Circulación y Rodaje en la ciudad de Tánger— se extiende en una serie de conclusiones sacadas de su experiencia personal en la materia. 


ABC

Isaías Alfonso Barrón Suárez murió en Madrid el 8 de septiembre de 2003 a la edad de 93 años. (ABC y El País de esa fecha)






Siendo niño Isaías, en los tiempos en que estaba en construcción el puente de hormigón de Naredo, sobre el río Torío, se fue una tarde a jugar con otros niños con las vagonetas utilizadas en la obra, posiblemente del tipo volquete de Decauville. Unos niños subían en las vagonetas y otros empujaban para arrastrarlas sobre la vía. En ese subir y bajar, quiso la mala suerte que en una maniobra las dos piernas de Isaías quedarán aprisionadas entre los topes de dos vagonetas. El resultado fueron múltiples fracturas en las rodillas y las piernas. Cuando la noticia llegó a casa, sus padres lo llevaron a León a un sanatorio en donde el médico no supo qué hacer ante aquel destrozo y la infección que llevaba aparejada. Al verse incapaz de hacer nada por la vida del niño, el médico habló con él para decirle que se había de hacer a la idea de que de esta no saldría con vida y lo mando a casa a morirse. Sus padres que no se resignaban a ello hicieron caso del consejo de unos amigos que les dijeron que el único que podía salvarle era un veterinario de Astorga, y hacía allí se dirigieron en un carruaje del señor Juan Manuel, con el que hacía el servicio de coche de línea de Matallana a Cármenes. El herido iba sobre un colchón y unas almohadas y gritando de dolor. El veterinario le hizo morder un trapo doblado y le puso en su sitio los huesos rotos. También le colocó unas cánulas para drenar las zonas más afectadas por las roturas. De esta forma volvió a casa Isaías, siendo muy lenta su recuperación, y costandole mucho aprender de nuevo a andar, pero por fin pudo hacer vida normal. Durante la guerra civil recibió un disparo en una rodilla y al ser curado, en la radiografía que le hicieron, vieron todo el destrozo que había sufrido siendo niño, pues pocos conocían de este episodio. 









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