Región, diario de la mañana, 21 de Octubre de 1928
CABOS NUMERARIOS DE INGENIEROS
Para sustituir a los cabos que se licencian, quedan nombrados cabos interinos los soldados que a continuación se expresan, pasando a prestar servicios en las Compañías que se indican.
PLANA MAYOR
José Ramón Alvarez, Fructuoso García Garcia y Manuel Carreras Pérez.
TERCERA DEL PRIMERO
Aniceto Valverde Navarro, Fernando García Rivero, Mariano Ordas Ujidos, José Vega Ramos, Manue Gómez Alvarez e Isaías Ildefonso Barrón.
La Voz de Asturias, 26 de Marzo de 1931
Por tierras africanas
Pidiendo madrina
Isaías Barrón Suárez
Grupo de Fuerzas regulares indígenas de Tetuán. Segunda compañía del primer tabor.
Diario de Burgos, 27 de junio de 1932
Notas militares
Destinos
Sargentos: Cipriano Barrón Suárez de la tercera Comandancia a la de Melilla.
ABC, Madrid, 19 de Septiembre de 1971
En relación con el reciente decreto que ha modificado determinados artículos del Código de Circulación, recibimos un extenso y razonado escrito que firma, en Madrid, don Isaías Barrón Suárez, del que estresacamos los párrafos más interesantes:
«IMPOPULARIDAD DE LAS MULTAS.
Las multas impuestas por supuesta infracción a los preceptos del Código de la Circulación fueron, son y serán impopulares dentro del ámbito urbano. Son impopulares por producirse en circunstancias que llevan al ánimo del denunciado el convencimiento de que está siendo víctima de una arbitrariedad por parte de un agente que presta oidos de mercader a cualquier razonamiento u observación que «in situ» pretenda darle el denunciado. Otras, por considerar que el agente denunciante fue excesivamente riguroso, habida cuenta de la situación vial en el momento de producirse la discutida infracción.»
Nuestro comunicante prosigue:
«LAS APELACIONES, — Los madrileños, sin ponerse de acuerdo, pero sí imitando la conducta del vecino o del amigo, hallaron, en su mayor parte, el cómodo procedimiento de soslayar el pago de las multas desoyendo las conminatorias notificaciones del Municipio. Es la defensa del desamparado, del desesperado o de quienes, sin perder la serenidad, han llegado al convencimiento de que todo intento de justificación es inútil. Este estado de impotencia nos hace reaccionar al estilo ibérico, consolándonos al decir:
«¡Pues no pago; que vengan a cobrarme!'» La nueva legislación viene a poner coto a estos desahogos, ya que, con razón o sin ella, tendremos que entrar por el aro, so pena de vernos privados del permiso de conducir por vía rápida e inapelable, No entro ni salgo sobre el tino o desatino del novisimo procedimiento para que las multas se hagan efectivas. Comprendo la necesidad de instrumentar la ley de forma que una minoría desaprensiva y sin el menor atisbo de sus deberes cívicos, pague cual merece sus excesos e irrespons abilidades; pero, ¡ojo!, la aplicación indiscriminada del precepto podría ser lesiva para muchas personas dignas y producir más daño que beneficio.»
- A continuación, el autor del escrito enuncia una serie de reglas que podrían contribuir a que las multas en materia de circulación fueran justas: recluta de agentes con un mayor nivel cultural; hacerles seguir cursos preparatorios de donde salgan perfectamente impuestos de sus nuevos deberes y responsabilidades, dedicando especial atención a la asignatura de moral y conducta a seguir para con sus semejantes; supresión de incentivos económicos al propio agente con base en la participación sobre el percibo de las multas; evitar la llegada al Servicio de Circulación de individuos que no superen un «test» sobre cualidades natas para vlvir de cara y en constante contacto con un público normalmente de preparación superior a la suya; remunerar al agente convenientemente, para evitarle segundos empleos o problemas económicos; crear un organismo, fuera del ámbito municipal, encargado de recibir, estudiar y sancionar las denuncias de circulación recurridas, y sugiere, al respecto, que, dependiente del Poder judicial para mayor garantía, dicho organismo entraría en funciones cuando el correspondiente delegado de Tráfico desestimase la apelación o descargo del presunto infractor.
Para abonar la conveniencia de las medidas que propone, nuestro comunicante — ex comisario-jefe de la Policía de Circulación y Rodaje en la ciudad de Tánger— se extiende en una serie de conclusiones sacadas de su experiencia personal en la materia.
ABC
Isaías Alfonso Barrón Suárez murió en Madrid el 8 de septiembre de 2003 a la edad de 93 años. (ABC y El País de esa fecha)
Boletín del Clero del Obispado de León, 18 de octubre de 1900
Peregrinación a la Ermita de Boinas
Nos escribe un peregrino: «El 23 de este mes de Septiembre, la mitad de las parroquias del Arciprestazgo de Torío se fué en piadosa romería a la Ermita de Boinas, enclavada en la parroquia de Robles, proponiéndose las demás ir el 7 de Octubre al célebre Santuario de Manzaneda.
De nueve a diez vinieron a cortos intervalos, las diferentes parroquias. Cada una presentaba un aspecto conmovedor. Los jóvenes tremolaban con mano firme el respectivo pendón cuyos pliegues flotaban en los aires, henchidos por viento bonancible, los niños y niñas agitaban en sus manos lucidas y caprichosas banderas; las cruces parroquiales y las de las cofradías relampagueaban a los rayos del sol; las doncellas se apiñaban al rededor de la Virgen, mas venerada en su Iglesia, en cuyo honor entonaban entusiastas aanciones, a las que todos contestaban llenos de gozo y de fervor. Dos mil personas estaban alli reunidas cuando dióse principio a la santa Misa que se celebró en un altar primorosamente adornado, en medio de la plaza de la Ermita. Era de ver la devoción con que todos asistían al Divino Sacrificio, y atención con qué escucharon el sermón predicado por un R. P. Redentorista; los árboles inmediatos a la plaza doblegaban sus ramas y sus copas al peso de los jóvenes que en ellos se habían encaramado para presenciar mejor tan piadoso espectáculo.
Acabada la Misa, llevóse la milagrosa Imagen a su Ermita en medio de las delirantes Y atronadoras aclamaciones de toda la concurrencia.
Proa, 14 de agosto de 1975
En la ermita de la Virgen de Buinas (Boinas) mañana se realizará la entronización de la nueva imagen, obra del escultor Amado Fernández.
Amado Fernández Puente nació en Santovenia del Monte en 1931. Comenzó su formación como escultor como discípulo de Isidro Diez Villayandre y más tarde de Andrés Seoane, quien a su vez había sido discípulo de Francisco Asorey. Trabaja con Seoane en la Basílica de San Isidoro y en la Catedral de León para reponer lo dañado tras el incendio de 1966.
Trabajó en múltiples ocasiones para la Semana Santa leonesa, siendo posiblemente su obra más celebrada la realizada en el año 1969 para la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, el "Santo Cristo de la Agonía".
El pintor y escultor Amado González Hevia, conocido como "Favila" nació en Grado, Asturias, en 1954.
Su niñez discurrió entre los muros del taller de su padre, Amado Fernández Puente, jugando con las pinturas, amasando y modelando la arcilla que posteriormente su progenitor convertía en boceto escultórico.
Mientras colaboraba siendo un adolescente en el taller avilesino paterno, comenzó los estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés al tiempo que recibía clases de Santarúa.
ABC, 24 de agosto de 1926
Esquela de la muerte de Sotero Barrón Llorente
BOE, 1 de septiembre de 1927
DIRECCION GENERAL DE LA DEUDA Y CLASES PASIVAS, RELACIÓN DE LAS PENSIONES, PENSIONES DE GRACIA DE ALMADÉN Y MESADAS DE SUPERVIVENCIA
Primera quincena de Julio.
Doña Luisa Rodríguez Benavente, viuda de D. Sotero Barrón Llorente, Jefe de Negociado de segunda clase de Aduanas.
Se la concede la pensión de Montepío. por Madrid, 1.500 pesetas
Siendo niño Isaías, en los tiempos en que estaba en construcción el puente de hormigón de Naredo, sobre el río Torío, se fue una tarde a jugar con otros niños con las vagonetas utilizadas en la obra, posiblemente del tipo volquete de Decauville. Unos niños subían en las vagonetas y otros empujaban para arrastrarlas sobre la vía. En ese subir y bajar, quiso la mala suerte que en una maniobra las dos piernas de Isaías quedarán aprisionadas entre los topes de dos vagonetas. El resultado fueron múltiples fracturas en las rodillas y las piernas. Cuando la noticia llegó a casa, sus padres lo llevaron a León a un sanatorio en donde el médico no supo qué hacer ante aquel destrozo y la infección que llevaba aparejada. Al verse incapaz de hacer nada por la vida del niño, el médico habló con él para decirle que se había de hacer a la idea de que de esta no saldría con vida y lo mando a casa a morirse. Sus padres que no se resignaban a ello hicieron caso del consejo de unos amigos que les dijeron que el único que podía salvarle era un veterinario de Astorga, y hacía allí se dirigieron en un carruaje del señor Juan Manuel, con el que hacía el servicio de coche de línea de Matallana a Cármenes. El herido iba sobre un colchón y unas almohadas y gritando de dolor. El veterinario le hizo morder un trapo doblado y le puso en su sitio los huesos rotos. También le colocó unas cánulas para drenar las zonas más afectadas por las roturas. De esta forma volvió a casa Isaías, siendo muy lenta su recuperación, y costandole mucho aprender de nuevo a andar, pero por fin pudo hacer vida normal. Durante la guerra civil recibió un disparo en una rodilla y al ser curado, en la radiografía que le hicieron, vieron todo el destrozo que había sufrido siendo niño, pues pocos conocían de este episodio.
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