El Instructor. 2. 1835
CARBOMINERIA INGLESA.
La leña es el primer material que nos ofrece la naturaleza para nuestro abrigo con su fuego en la inclemencia del invierno y para aderezar nuestras viandas, y por esto es que se halla este material, tan necesario á la existencia del hombre, extendido por todas las partes del mundo excepto en los médanos del África, en algunos páramos del América Meridional, y sobre el punto de congelación perpetua mas o menos alto según la latitud del lugar, muy bajo en altas latitudes, y muy alto entre trópicos. Al uso de la leña se siguió la practica de carbonizarla; la dificultad de trasportar la leña de los distantes bosques, y la economía en el uso del combustible sugirió la idea de quemarla y trasmudarla en carbón, operación de la mas remota antigüedad.
La pródiga naturaleza había criado y conservado en sus entrañas un otro tesoro de combustible inagotable, sin mas costo ni preparación que la maniobra de extraerlo del seno de la tierra. Este carbón fósil se halla en varias partes sobre la superficie de la tierra, y aunque de mala calidad, se aplicaría en cantidad á los usos de la fundición de metales, y cavando mas la tierra su cantidad aumentaría y mejoraría su calidad ; pero hacer excavaciones bajo un plan geométrico para extraer el carbon mineral no hay mención alguna de haberse practicado por los antiguos.
Nada se halla sobre esto en los escritores Griegos, y los Romanos que poseyeron todo el mundo conocido en su tiempo no nos han dejado palabra alguna que indique el carbón fósil, mineral ó de piedra como lo llamamos los Españoles y los Italianos. Así mismo nos inclinamos á creer que el carbón mineral era desconocido en el Asia, de otro modo nos hubiera sido conocida su existencia por los Árabes que conservaron las ciencias durante los siglos de barbarie Europa que siguió á la caída del imperio Romano.
Cuando aquellos Sarracenos estaban en posesión de España, y se esmeraban en el cultivo de las ciencias y de la agricultura, hubieran sin duda buscado el carbon mineral en los aluviones de Andalucia, Estremadura, Valencia, &c. pero no solamente no tentaron procurarlo, mas ni tenían palabra para expresarlo, de otro modo hubiera quedado en Español la palabra arábiga para carbon como nos han quedado millares de otras. Otra razón para suponer que los antiguos no conocían ó no cavaron para sacar carbon de la tierra es su impericia en el arte de la minería, pues aun para el beneficio de los metales preciosos, como el oro y la plata, no usaron los Fenicios, Cartagineses y Romanos mas arte que cavar pozos y extraer el mineral que encontraban perpendicularmente, sin abrir cañones, como se ve en los pozos de Annibal, en Guadacanal. Lo mismo hicieron los Árabes para extraer el cinabrio de las minas del Almadén. Concluyamos pues, que los antiguos ignoraron la riqueza que en forma de carbon existía en el seno de la tierra.
De todas las partes del mundo conocido Inglaterra es el país mas rico en este mineral apreciable, cuyos lechos deben haber existido desde que este país fue habitable, pero a qué periodo fue conocida su existencia, o a lo menos su uso, es un asunto de difícil averiguación. Que fue conocido á los antiguos Sajones parece indudable, pero también es cierto que su consumo fue muy limitado ; los bosques en que abundaba esta isla lo haría inútil, ó el poco beneficio de sus minas metálicas, y la privación de fábricas no lo hacia necesario.
La palabra coal de origen teutónico, y su semejanza al steinkohlen Alemán, steenkouvlen Holandes, steenkull Dinamarques y stenkol Sueco, prueban un mismo origen. El houille como llaman los Franceses al carbon mineral es muy semejante al hulla como lo llamaban los Sajones; estas varias denominaciones del carbon anteriores á la introducción del Latín son prueba de su antigüedad, pues en Español é Italiano no tenemos otro nombre para este carbon que la modificación científica carbon fósil.
Todo el pais de Inglaterra, hasta el tiempo de la conquista por los Normandos, está clasificado entre los países bárbaros; y no fue que hasta dos siglos después del conquistador Guillelmo I, cuando se introdujo el carbon mineral como artículo de comercio y producción Inglesa. El distrito de Newcastle era ya, en 1250, celebrado por su carbominería. En 1306 fue prohibido su uso en Londres, á causa del supuesto efecto que se le atribuía en inficionar el aire y hacerlo insalubre, opinión que todavía prevalece en España y otros países donde no está en uso doméstico, considerándolo como la causa de la consunción ó fiebre ética.
El uso del carbón, sin embargo, continuó muy limitado en Inglaterra, pues Camden el historiador, que viajó por el reino antes de publicar su “Britannia” dice hablando del condado de Stafford: "La parte septentrional de Stafford tiene carbones sacados de la tierra, y minas de hierro, pero si esto es beneficial ó perjudicial dejo que lo decidan otros que lo entiendan mejor que yo.” ¿Que diría Camden si escribiera ahora?
Inglaterra es, sin duda, el pais mas rico en todo el mundo, y la base de esta riqueza son sus minas de carbón. El trabajo de estas minas, mas útil á esta nación, y mas provechoso á sus propietarios que las minas de metales preciosos en Méjico, Popayán, Perú y Chile, parece que ha extendido la superficie del terreno que el fluido elemento habría circunscribido á estas islas, pues reducidos los bosques á la vegetación de aquellas maderas mas útiles para la construcción, halla empleo el arado para la producción de semillas, y los ganados tienen campos amenos para crecer y multiplicar. Los Ingleses han conseguido por medios ingeniosos trabajar minas innumerables tan profundas y extensas que algunas de ellas se avanzan distancias tan considerables debajo del mar, que las embarcaciones surcan sobre las bóvedas de donde se extrae el carbón que han de trasportar en sus bodegas á otras partes del mundo.
En el Número X del Instructor, página 315, dimos una breve historia del carbon mineral, donde no solo tratamos de su origen, composición y cantidad que probablemente contiene Inglaterra, mas también hicimos un cálculo sobre la riqueza comparativa de las minas de carbón con la de los metales preciosos de América ; por lo que el asunto de este artículo comprenderá solo el sistema ingenioso practicado en Inglaterra para trabajar y ventilar las minas de carbón, labor que llamaremos carbominería para espresar la palabra Inglesa colliery. Pero antes de entrar, en los pormenores de la labor creemos será muy oportuno mencionar las indicaciones de la existencia del carbón, con los métodos de buscar las minas, y las varias formaciones en que se halla.
INDICACIONES DE CARBÓN.
El conocimiento de las indicaciones y apariencias exteriores de las minas de carbón será un asunto de importancia en aquellos países en que la necesidad obligue a buscar este combustible tan útil. Las capas de varios fósiles que acompañan al carbon, se muestran en las superficies sólidas del globo, y por ellas se acierta frecuentemente á hallar ricos depósitos de este mineral. Estas apariencias indicantes de carbón están algunas veces tan cerca de la superficie, que se descubren con la azada y con el arado, y frecuentemente se ven pedazos ó granos de carbón mezclados con la tierra que los topos escarban para hacer sus cuevas. Pero se deberá examinar si estos granos de carbon son adventicios, ó si pertenecen á la superficie de algún lecho de carbón, para lo cual no se necesita mas de un mediano conocimiento de geología.
El primer repositorio de carbon es la tierra aluvial acompañada de greda, arena y guijo. Estos lechos están sujetos á elevaciones y depresiones repentinas, y el carbón que se halla en ellos es leñoso, pardo, y algunas veces betuminoso. Esta especie de carbón es común en varias partes del mundo.
La segunda especie de lechos que producen carbón se hallan en las rocas trapas ó terreno basáltico; y en esta especie no se halla impresión alguna de animales ni de vegetales. Estas rocas están acompañadas con basalto columnar y afanita. Minas de esta especie se hallan frecuentemente en el interior de Francia, en Rusia, Bohemia, y Escocia. En las orillas del río Guadalquivir, cerca de Sevilla, y en la costa de Asturias se hallan lechos de carbón en piedra ferruginosa, y sería de grande utilidad su beneficio. La tercera especie es la mas importante de todas ; el carbón es de mejor calidad, mas fácil de trabajar y mas abundante. Las capas que cubren esta especie de carbón son greda endurecida, piedra arenisca, pórfido blando descompuesto, o afanita, arcilla herrumbrosa, marga, y piedra caliza secundaria. Si estas capas se estienden paralelas es una buena indicación. Aunque la piedra caliza no es un concomitante necesario, sin embargo casi siempre aparece en las orillas de los terrenos de carbón. Algunas veces se han hallado minas inmediatamente bajo la piedra caliza, pero de una calidad muy inferior.
Para dar al lector una idea mas clara de las capas de varias sustancias que acompañan al carbón insertaremos aquí la tabla siguiente de las capas que se han hallado en la mina llamada Croft Pit en Whitehaven, la cual tiene 354 varas castellanas de profundidad. El lector deberá observar que en el trabajo de las minas de carbón usan los Ingleses muchas voces y expresiones, que no se pueden traducir á otra lengua, siendo arbitrarias la mayor parte, y entendidas entre estos mineros por alguna analogía o semejanza á otras sustancias conocidas á ellos. La medida dada aquí se ha de entender por pie inglés, el cual es un diez por ciento, poco mas o menos, mayor que el pie castellano.
Tabla, en la que se especifican las diferentes capas de sustancias minerales que se hallan en Croft Pit, cosmo media legua al Sudoeste de Whitehaven, en el condado de Cumberland.
Tierra vegetal, 1 pie 3 pulgadas
Tierra y greda mezclada, 4 pies 9 pulgadas
Terreno negro, 1 pie
1. Piedra caliza blanda, semejante á la marga pétrea en una capa irregular, 9 pies
2. Piedra caliza de color oscuro, mas dura, 6 pies
3. Piedra caliza amarilla mezclada con espato, 4 pies
4. Piedra caliza dura rojiza, 2 pies
5. Idem; pero compuesta de partículas más finas, 1 pie 6 pulgadas
6. Piedra caliza prieta y dura, 1 pie 4 pulgadas
7. Piedra caliza amarilla mezclada con espato, 4 pies
8. Piedra caliza parda y blanda, 4 pies 2 pulgadas
9. Piedra caliza parda y amarilla blanda mezclada con piedra franca, 2 pies 6 pulgadas
10. Piedra caliza mezclada con piedra franca amarilla, 2 pies
11. Piedra franca rojiza blanda, 1 pie 6 pulgadas
12. Pizarra roja rayada con piedra franca en láminas delgadas, 2 pies 6 pulgadas
13. Piedra franca roja, 42 pies 6 pulgadas
14. Pizarra roja blanda, 6 pulgadas
15. Pizarra roja rayada con piedra franca roja en capas delgadas, 25 pies
16. Pizarra roja rayada con piedra franca, 27 pies
17. Piedra franca roja fuerte, algo agrisada, 29 pies 9 pulgadas
18. Piedra franca roja manchada con piedra franca blanca, 9 pulgadas
19. Escisto arcilloso azul manchado con carbón, 9 pulgadas
20. Pizarra roja saponacea, 13 pies
21. Pizarra negra con alguna apariencia de carbón debajo, 1 pie
22. Escisto arcilloso ceniciento desmenuzable, 4 pies, 6 pulgadas
23. Pizarra morada rayada con piedra franca, 23 pies, 3 pulgadas
24. Idem, con pizarra negra debajo, 6 pulgadas
25. Carbón I, 1 pie
26. Piedra franca blanquizca blanda, 10 pies 2 pulgadas
27. Pizarra negruzca tirando á parda, 4 pies 11 pulgadas
28. Carbón II, 1 pie 10 pulgadas
29. Pizarra megruzca mezclada con carbón, 2 pies 6 pulgadas
30. Piedra franca blanquizca, 8 pies 6 pulgadas
31. Pizarra azulada fuerte mezclada con piedra franca agrisada, 3 pies
32. Piedra ferruginosa blanca, 1 pie
33. Piedra franca rayada con pizarra azul, 1 pie 8 pulgadas
34. Piedra franca blanca rayada con pizarra en capas delgadas, 9 pies 3 pulgadas
35. Pizarra azul oscura, 13 pies 6 pulgadas
36. Carbón III, 9 pulgadas
37. Pizarra color gris oscuro, 16 pies 8 pulgadas
38. Carbón IV, con una mezcla de pizarra una pulgada de grueso, 2 pies
39. Piedra franca gris con piedra ferruginosa, 8 pies
40. Piedra franca blanca dura, 15 pies 6 pulgadas
41. Carbón V, 1 pie
42. Pizarra mezclada con piedra franca, 8 pies
43. Pizarra color de oliva pegada á otra pizarra negra, 2 pies 4 pulgadas
44. Carbón VI, 1 pie 1 pulgada
45. Pizarra negra mezclada con piedra franca, 8 pies 8 pulgadas
46. Piedra franca blanca mezclada con pizarra, 8 pies
47. Pizarra azul oscura, 22 pies 4 pulgadas
48. Carbón VII, 1 pie 3 pulgadas
49. Pizarra negra mezclada con piedra franca, 7 pies 6 pulgadas
50. Piedra franca blanca fuerte, 6 pies
51. Piedra ferruginosa parda, 3 pies
52. Pizarra gris oscura, 6 pies
53. Idem, con mezcla de Carbón VIII, como 5 pulgadas grueso, 5 pies 6 pulgadas
54. Pizarra descolorida mezclada con piedra franca, 5 pies 6 pulgadas
55. Pizarra azul rayada con piedra franca, 10 pies
56. Piedra franca blanca fuerte, algo teñida con hierro, 2 pies 6 pulgadas
57. Pizarra muy negra quebradiza, 10 pies 3 pulgadas
58. Carbón IX, fuerte y de buena calidad, 4 pulgadas
59. Pizarra gris blanda, 3 pulgadas
60. Carbón X, muy negro, arde muy bien, 8 pulgadas
61. Pizarra negra dura, 1 pie 7 pulgadas
62. Carbón XI, mezclado con pirita, 1 pie 2 pulgadas
63. Escisto arcilloso, gris y quebradizo, 3 pies
64. Escisto azul arcilloso áspero, 4 pies 6 pulgadas
65. Pizarra azul fina, 3 pies
66. Piedra franca mezclada con piedra ferruginosa, 3 pies
67. Pizarra negra quebradiza, 6 pies
68. Pizarra azul oscura muy fina, 5 pies 6 pulgadas
69. Pizarra azul oscura muy quebradiza, 6 pulgadas
70. Carbón XII, 2 pies 6 pulgadas
71. Escisto gris arcilloso blando, 6 pulgadas
72. Escisto arcilloso mezclado con piedra franca, 2 pies
73. Piedra franca blanca con partículas finas, 7 pies
74. Pizarra azul rayada con piedra franca blanca, 4 pies 7 pulgadas
75. Pizarra azul clara, muy fina, 3 pies
76. Pizarra azul un poco mezclada con piedra ferruginosa, 12 pies
77. Pizarra azul quebradiza, 1 pie
78. Carbón XIII, 6 pulgadas
79. Pizarra parduzca dura, 9 pies
80. Pizarra azul fuerte teñida con piedra ferruginosa, 28 pies 6 pulgadas
81. Pizarra azul oscura tirando á parda quebradiza, 1 pie 6 pulgadas
82. Pizarra azul blanda quebradiza, 6 pulgadas
83. Carbón XIV, 1 pie
84. Escisto arcilloso gris, quebradizo y saponáceo, 4 pies
85. Piedra franca rayada con pizarra azul, 7 pies
86. Escisto arcilloso azul fue rayado con piedra franca blanca, 4 pies
87. Pizarra negra, con partículas duras, agudas y finas, 3 pies
88. Pizarra azul ligera y fina, 27 pies
89. Carbón XV, 5 pies 4 pulgadas
90. Escisto gris arcilloso blando, 4 pies 3 pulgadas
91. Pizarra negra quebradiza, 2 pies 2 pulgadas
92. Carbón XVI, 1 pie 3 pulgadas
93. Pizarra descolorida fuerte, 3 pies 4 pulgadas
94. Pizarra azul rayada con piedra franca blanca, 3 pies 4 pulgadas
95. Piedra ferruginosa, 4 pulgadas
96. Pizarra gris, 3 pies 9 pulgadas
97. Piedra franca fuerte blanca, 5 pies 6 pulgadas
98. Piedra franca rayada con pizarra azul, 10 pulgadas
99. Piedra franca blanca, 1 pie 3 pulgadas
100. Piedra franca rayada con pizarra azul, 3 pies 11 pulgadas
101. Pizarra negra, 5 pulgadas
102. Piedra franca rayada con pizarra azul, 1 pie 4,5 pulgadas
103. Piedra franca fuerte blanca, 4 pulgadas
104. Idem, mezclada con pizarra azul, en capas delgadas, 2 pies 4 pulgadas
105. Piedra franca blanca fuerte, 5 pulgadas
106. Pizarra agrisada, de naturaleza quebradiza, 6 pies
107. Piedra franca mezclada con pizarra azul en capas delgadas, 4 pies
108. Piedra franca blanca muy fuerte, 5 pies 3 pulgadas
109. Pizarra azul fina, 2 pies 3 pulgadas
110. Piedra franca blanca rayada con pizarra azul, 7,5 pulgadas
111. Pizarra azul fina, 4 pulgadas
112. Piedra franca blanca rayada con pizarra azul, 2 pies 1 pulgada
113. ldem, rayada con pizarra azul en partículas finas, 10 pulgadas
114. Piedra franca blanca en capas delgadas, 4 pulgadas
115. Idem, pero mas quebradiza, 5 pulgadas
116. Pizarra azul fina, 2 pies 1 pulgada
117. Carbón XVII, 7 pies 10 pulgadas
Hemos dado esta tabla para que nuestros lectores formen una idea apropiada de los terrenos carboníferos en Inglaterra. Diez y seis veces se halló carbón en este tiro, y fue despreciado por su mala calidad o escasez, hasta que á 60 pies de más profundidad se encontró un lecho de tres varas castellanas de grueso y de una grande extensión.
Las mejores minas de carbon se hallan más comúnmente en las tierras aluviales, y según se espresan los mineros, el carbón se asoma por algunas partes, esto es, so presentan á la vista algunas rayas negras por algunas varas a lo largo del suelo. Estas rayas están acompañadas por otras señales, como pequeños granos negros muy relucientes, y los mineros siguen la raya, cavando con una azada, hacia el tason que forma el lecho de carbon; pero con mucho cuidado para no perder la linea indicativa, la cual suele inclinarse hacia abajo por treinta ó más varas. Las indicaciones aumentan al paso que los indagadores se acercan al lecho; y los pequeños granos negros se presentan con más frecuencia encamados en una especie de hollín mojado. Después de estas señales hay probabilidad de llegar pronto á la bóveda ó techo que cubre el carbón. Luego que está conocido la exacta inclinación del lecho por el Cuadrante o Clinómetro, se pueden cortar los tiros.
Pero todas estas indicaciones serán de poca información a aquellos que no tienen algún conocimiento de Geología. Un juicio verdadero de la calidad del lecho de carbón nunca puede formarse, hasta no hallarlo bajo metales sólidos, y con un pavimento solido que lo cubra. También sucede frecuentemente, que cavando fosos al rededor de las heredades, se cortan capas pequeñas de carbon : aún el arado empleado en agricultura ha descubierto minerales de toda especie. Otras veces se hallan indicaciones de carbón á lo largo de la costa de la mar, y en las barrancas de los ríos. Todas estas señales son de mucha utilidad para descubrir las minas de carbón, Ahora puede usarse con mucho acierto el taladro ó barreno inventado por Mr. Mac Rieley, por medio del cual se hace un agujero de una ó dos pulgadas perpendicular, á una grande profundidad, y por la sustancia que se ve en la barrena cuando se saca para limpiarla se conoce la naturaleza del terreno por donde ha taladrado.
DISTRITOS DE CARBÓN
Los varios distritos de carbón en Inglaterra y Gales han sido clasificados del modo siguiente :
1. Distrito de Carbón al Norte del Rio Trento.
Este distrito comprende; 1. Northumberland y Durham; 2. Norte del condado de York; 3. Sur de York, Nottingham y Derby; 4. Sur de Derby ; 5. Norte de Stafford; 6. Sur del condado de Lancaster ; 7. Norte de Lancaster; 8. Cumberland y Whitehaven ; 9. Crossfell.
2. Distrito Central. Comprende; 1. Ashby de la Zouch ; 2. Condado de Warwick ; 3. Dudley al Sur de Stafford; 4. Las indicaciones junto á Lickey Hill.
3. Distrito Occidental. Comprende; 1. Isla de Anglesea ; 2. Condado de Flint.
2. Distrito de Shropshire. Comprende; 1. El llano de Shrewsbury; 2. Colebrokedale; 3. Las colinas de Clee y sur de Shropshire; 4. Colina de Abberley.
Distrito Sudoeste. Comprende; 1. Sur de Gales; 2. Bosque de Dean; 3. Sur de Gloucester y Somerset.
Hay ademas, muchos lechos de carbón muy considerables en Escocia; y se han hallado también en díez y siete condados en Irlanda. El paraje más grande de carbón en el continente de Europa está en la Bélgica; y hay otros pequeños en varias partes de Alemania En Francia hay varios distritos de carbón de calidad inferior. En España y Portugal hay indicaciones, las más ciertas están en la costa de Cantabria. Abunda mucho en los Estados Unidos; y en Nova Scocia hay lechos muy abundantes.
El viajero que por la primera vez visita un distrito grande de carbón queda sorprendido al ver los vastos doseles de humo que flotan en la atmósfera, moviéndose lentamente según la dirección del viento. Este humo se levanta de las máquinas de vapor elevándose piramidalmente en calma, o estendiendose horizontalmente con el viento al salir de las altísimas chimeneas, semejantes á los minaretes o torres de las mezquitas Turcas. En los distritos de minas de hierro y carbón, como Stafford, Birmingham, &c., causa un asombro mezclado con alegría el ver tanta multitud de fuegos por todos lados hasta perderse en el horizonte. En el gran distrito del norte la vista es más pintoresca por ser el terreno elevado; pero en los parajes de las minas, que los Ingleses llaman “campos de carbón,” no es menos sorprendente el contraste; la superficie del país es negra, como si no hubiera tierra, los caminos y sendas son literalmente de carbón molido; y juntándose á tan lúgubre apariencia el horrisono retumbo de la multitud de carretones que, encadenados por docenas, corren cargados de carbón por los ferrocarriles o caminos de hierro, causaría espanto en el ánimo mas resuelto si no estuviera informado de la escena en que va introduciéndose.
Luego que las primeras impresiones del viajero han pasado, y principia á observar atentamente los objetos que le rodean, no puede dejar de quedar sorprendido al ver la estension y grandeza de los proyectos y obras del sistema mercantil del distrito. Por todos lados se le ofrecen a la vista edificios espaciosos, y en el centro de cada uno otro mas alto que el resto, el cual contiene aquella máquina poderosa que por sus efectos ha sacado de la naturaleza más de una mitad de esta esfera de actividad humana. Estas son las obras de las minas, ó haciendas como se llaman en Méjico y Perú los laborios de plata.
En la vecindad de las minas en los distritos más septentrionales, la escena está plácidamente hermoseada con las granjas situadas en el centro de prados, donde residen los propietarios de las minas, capitalistas que han invertido sus caudales en el trabajo ó en el tráfico del carbon. Hay alguna diferencia en la apariencia y manejo de las minas de carbón en los distritos del norte, y en el laborío de los distritos centrales, siendo el principal objeto de estas el beneficio de las minas de hierro, asunto de que trataremos en otra ocasión, pero el producto de las primeras está casi exclusivamente destinado al uso doméstico del carbón, facilitando sus puertos la exportación y distribución por todos los condados litorales de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Por tanto nos reduciremos aqui á la descripción de la carbominería del norte.
Antes que la ciencia de la geología hubiese asumido un carácter tan positivo como el que la representa ahora, se invertían, y casi podemos decir con más propiedad se perdían, en la empresa siempre peligrosa de descubrir una mina de carbón; porqué, como la experiencia ha demostrado después muchas indicaciones de carbón consideradas antes como pruebas casi evidentes de su existencia debajo de ciertas superficies eran á menudo geológicamente erróneas, y por una consecuencia necesaria se malograban todos los gastos hechos con un fin errado.
Ahora que las especulaciones de esta especie van conducidas bajo principios científicos consolidados con la experiencia, se procede con seguridad bastante para justificar el empleo de un caudal en el laboreo del carbón; y esta seguridad ha hecho frecuente la práctica de alquilar el señor del terreno el paraje, ó lo que se llama en el Juicio de Minas del reglamento Español la estaca, donde se ha de abrir la boca de la mina, plantar las máquinas y levantar caseríos, por un cierto número de años, una escritura de cincuenta años por ejemplo, en virtud de una renta estipulada, al capitalista que, hecho dueño de la mina en virtud de este contrato, emplea sus fondos para estraer cuanto carbón pueda.
Una dificultad que en otros paises sería muy seria, no lo es en Inglaterra, tal es la improbabilidad de que un individuo pueda emprender un negocio de tanta magnitud por si solo, porque una propiedad de esta descripción no puede asegurarse contra los riesgos de inundarse con agua, o de ser desbaratada por el fuego, peligros a que están las minas de carbón igualmente expuestas. El sistema de compañías remueve esta dificultad en Inglaterra, y la combinación de un número de hombres con capital dirije con mucho provecho de todos, las vastas operaciones indispensables en estas obras.
DESCRIPCIÓN DE LOS CARBOMINEROS INGLESES
Los objetos animados de la escena de un distrito de carbón cu el norte no llaman menos la atención del viajero que las otras partes características que se le presentan á la vista. A cada momento se encuentra uno con partidas de carbomineros, á los que podemos llamar barreteros, cubiertos de polvo de carbón mas negro que el hollín, que vienen por las oscuras sendas de aquella región azabachina con una lámpara cada uno colgada al cinto para ir á su trabajo subterráneo, ó que vuelven á sus casucas después de ocho horas de descargar golpes sobre la negra madre mina. La fisionomía de estos carbomineros, llamados por los Ingleses colliers, no es á la verdad de una estampa espiritual; apenas se puede divisar en sus facciones señales algunas de inteligencia; los huesos prominentes de sus carrillos, la anchura descomunal de sus caras, y la forma angular de su barba, los constituyen una raza particular en Inglaterra, en nada parecidos á los paisanos de otras ocupaciones que los rodean, de modo que pudieran considerarse como una tribu de Tártaros viviendo entre Ingleses. La naturaleza de su ocupación, su método de vida, y ningún trato con gentes de otro oficio es causa de nacer, casarse y morir entre ellos mismos como pueblo separado, siendo la consecuencia el transmitir á su posteridad las peculiaridades que los distinguen.
Los barreteros o rompedores de carbón están obligados a trabajar encorvados, porque son muy pocos los lechos de carbón bastante gruesos para permitirles trabajar erectos como en las minas de plata. Esta falta de igualdad en la fuerza muscular, por la constante postura agachada, produce en ellos una permanente curvatura del espinazo, siendo al mismo tiempo notablemente patizambos. Su complexión, cuando perfectamente limpios, es de color cetrino ó aceitunado, con indicaciones de poca salud. La peculiaridad de la luz que les sirve para trabajar sus tareas les hincha frecuentemente los párpados, asumiendo los ojos una apariencia diminutiva, lo que se observa mas en ellos cuando saliendo á la luz del dia, les obliga a cerrar los párpados la sensación dolorosa que experimentan.
Su vestido de trabajo es necesariamente característico ; una túnica y unos calzoncillos de bayeta basta es todo, una perfecta semejanza á los Indios de la Mita empleados por los Españoles en las minas del Perú. Su vestido de fiesta son chaqueta y calzón de felpa azul con una profusión de botones de metal muy bruñidos.
Las habitaciones de estos mineros no son menos singulares en apariencia que sus moradores. En la vecindad de cada mina considerable hay comúnmente un lugar o aldea habitada exclusivamente por los mineros, carreros y otras personas empleadas en estas haciendas. Doscientas o trescientas casuchas desparramadas a los dos lados del camino forman uno de estos lugares. Cada casilla se compone de un solo cuarto, y un sobrado encima al que se sube por una escalera de mano por afuera, y detrás de la casilla hay un cuarto para lavar y otros menesteres. Enfrente, detrás, y á los lados de estas habitaciones hay montones de cenizas, barreduras y desperdicios acumulados allí desde principios hasta el fin del año; y estos son los parajes de diversión donde en buen tiempo pasan jugando los muchachos que no tienen edad todavía para ser útiles trabajando en las entrañas de la tierra.
A ciertas distancias hay hornos de uso común para cinco o seis familias, y allí se ven temprano por la mañana Jlas mujeres é hijas de los mineros comadreando con las que van á cocer la hogaza para la semana; y todo el que no tenga alguna idea del apetito de les mineros, no dejará de quedar asombrado al ver el tamaño de la hogacita que no pesa menos de una arroba, pero como hay abundancia de carbon el pastón de masa sale bien cocido del horno. Delante de la ventana de cada casa hay un montón de carbón menudo, que á proporción de su consumo se renueva cada semana con una carga traída gratuitamente de la mina. Con esta abundancia de combustible los fogones son grandes, y la rápida ventilación producida por la combustión de la atmósfera contribuye a la salud de los habitantes á pesar del desaseo en personas y viviendas.
Cuando se abre una nueva mina en alguna parte del pais donde no hay otra, la fundación de un nuevo lugar es indispensable, no pudiéndose hacer los beneficios sin tener los operarios un lugar de domicilio; y por mas árido y desierto sea el pais se convierte luego en un distrito lleno de vida y actividad. La mina de Sur Hetton que, por ser la más moderna, hemos escogido para dar á nuestros lectores una perfecta idea de la carbominería Inglesa, es un reciente ejemplo. Hace solo cinco años que era un completo despoblado, sin un solo rancho en el espacio de una legua al rededor, y ahora está cubierto de edificios con una población de 2.000 habitantes dependientes de esta mina.
Nada podrá dar usa idea mas clara de la distribución del trabajo en la carbominería como una enumeración de las personas empleadas en este ramo de industria, por lo que presentaremos á nuestros lectores el censo de la población de Sur Hetton hecho á principios de este año, teniéndolo ahora á la vista.
OFICIALES.
Administrador, 1
Inspector, 1
Primer Ingeniero, 1
Segundo Ingeniero, 1
( Estos se llaman Agentes. )
Cirujano, 1
Contador y Escribientes, 4
TRABAJADORES FUERA DE LA MINA.
Carpinteros y aserradores para el reparo de las obras, 13
Maquinistas para el reparo del ingenio, 7
Trabajadores para regular y mantener la acción de las máquinas, 8
Fogoneros para echar carbón y atender al fuego de las calderas, 9
Herreros para fraguar las piezas de hierro, 18
Albañiles y peones, 14
Carreros, 11
Caballerizas, 9
Guarnicionero, 1
Carpinteros de carretas, ruedas, &c. 6
Mozos para el servicio de los carretones en el ferrocarril, 11
Mozos para vaciar el carbon de los carros en los barcos, 4
Mozos para vaciar las canastas, 8
Cribadores de Carbón, 12
Limpiadores, muchachos que quitan las piedras ó partes de mineral que no son carbón, 9
Cesteros para hacer canastas, 4
Almaceneros, 2
Asistentes al ferrocarril para la seguridad de los carretones que ruedan por él, 8
Distribuidores del carbón en los barcos, 8
Muchachos para servir á la mano á los obreros, 39
Total, 210
TRABAJADORES DENTRO DE LA MINA.
Barreteros y Barrenderos, 140
Llenadores de canastas y ayudadores, para traerlas de la veta al fondo del tiro para que las suban, y porteros para cuidar las puertas de la ventilación, 140
Capataces y cuidadores de la hacienda, 36
Total de empleados en esta mina, 526
El modo de emplearse estos carbomineros con los propietarios o sus apoderados usualmente es por un año a un salario fijo de tres á cuatro pesos por semana, haya trabajo ó no, porque sucede á veces el no poder sacar carbón á causa de haber más agua en la mina de la que pueden vaciar las bombas, ó la ocurrencia de algún impedimento imprevisto, y no siendo por falta de los trabajadores estos deben ser pagados por estar prontos á entrar en sus faenas. También se suele ofrecer á los barreteros un corto premio por el cuidado en no romper mucho los carbones, porque en Londres y otros mercados no se vende a precio ninguno el carbón muy menudo excepto para las fraguas, lo que es pérdida considerable para los mineros. Pero en esta como en casi todas las ocupaciones hay variación de jornales según la abundancia o escasez de brazos.
Comoquiera que sea, la contrata se entiende en forma de escritura especificando todas las condiciones para evitar litigios. El tiempo del trabajo es de ocho á diez horas por dia, y se entra en la mina al amanecer, Si la mina es fácil de trabajar y se beneficia con actividad, es muy común remudar todos los brazos y continuar incesantemente. En la carbominería se emplean muchachos, desde la edad de siete años, para abrir las puertas y trampas de la ventilación, tirar de los caballos, empujar las planchas con ruedas, &c.
Hemos procurado hasta aquí dar á nuestros lectores una idea de la situación, abundancia y riqueza de las minas de carbon en Inglaterra con la posición geológica que ocupan, y asimismo una ligera descripción de la condición general de los pueblos de los mineros, explicaremos ahora las operaciones necesarias y muy generalmente practicadas en la carbominería, escogiendo como modelo la mina del Coronel Breddyl en South Hetton, junto á Durham, en la que el sistema del laborío ha sido llevado al más alto grado de perfección, siendo el establecimiento más moderno de esta especie, más estenso en sus operaciones, nueva toda la maquinaría, y construida sobre principios los mas científicos.
Las varias operaciones para el Iaborío de una mina de carbón pueden dividirse en cinco especies; la planta de la obra; el desagüe y saca; el rompimiento del mineral; la criba; y el embarque.
Este grabado representa el espacio y fuerte andamio al rededor de la boca del tiro. a) Los hombres que desenganchan las canastas de carbon sacado, y enganchan las otras que han de bajar. b) El martillo para hacer señales desde el fondo de la mina para tirar las canastas arriba. c) Una cuba de hierro en la que bajan y suben los mineros. d) Los cribadores echando una canasta de carbón en la criba, por la que corre el carbón más grueso a los carretones que están fuera.
Fácil será á nuestros lectores imaginar, que durante la obra de abrir el tiro, cortar las aguas y ademar todo es espectación, no solo de parte de los propietarios por el ingente gasto de la empresa, más también de parte de los directores de los trabajos, cuyo crédito puede arruinarse en su profesión, así como los trabajadores, cuya subsistencia depende, á lo menos en aquel lugar, del feliz suceso de la mina. Cuando ya no hay duda de haber encontrado un lecho abundante de carbón, se erijen todos los edificios necesarios para la faena, se fija la máquina de vapor, y se hace una plataforma como cuatro varas de alto al rededor de la boca del tiro, para recibir allí el carbón sacado. Las bombas del desagüe que se ponen ahora á la máquina son más poderosas que las usadas mientras se cavaba el tiro, y mayores los calderos para engendrar mayor copia de vapor.
Se preparan abajo los fuegos para la ventilación, y las puertas y trampas para introducir una corriente de aire puro y arrojar á fuera el inficionado. Al mismo tiempo se allana el camino y se pone el ferrocarril para conducir los carretones al lugar del embarque ; erijiendo al mismo tiempo las habitaciones para los mineros. Preparadas estas obras indispensables, aunque secundarias, y completa toda la combinación ingeniosa para el cumplimiento del grande objeto, bajo la superintendencia del director principal é ingenieros, se fija un dia para sacar el primer carbón, y conducir el primer tren de carretones al puerto. Esta es la mayor fiesta conocida entre los carbomineros, y con razón la celebran con la mayor alegría, siendo una época igual á la fundación de un nuevo pueblo.
2. El Desagüe y Saca de Carbón.
El desagüe de las minas de carbón en Inglaterra se hacía con caballos, y con mucho menor efecto que con los malacates usados en las minas de Méjico. Este modo era tan poco eficiente fue primeramente reemplazado con máquinas hidráulicas, y después por una máquina de vapor, aunque bajo un mismo principio, muy inferiores á las poderosas y espléndidas máquinas de estos tiempos. Ninguna mina se podía mantener desagüada antes á más de 120 varas de profundidad, pero el triunfo del hombre llega ahora á cualquiera hondura. La máquina en la mina de Sur Hetton que describimos aquí tiene el poder de 300 caballos ; es la más poderosa en el distrito, y nada puede darse mas maravilloso que ver este noble ingenio en su magnífica acción desde la galería que rodea el interior del edificio en que está colocada.
El único empleo de este poder giganteo es estraer y vaciar fuera las aguas acumuladas en el fondo de la mina á la profundidad de 400 varas. El esfuerzo constante y firme de los émbolos de esta máquina es tan necesario al laborio como los latidos del corazón para mantener la vida animal. Cualquier impedimento en sus operaciones sería productivo de consecuencias desastrosas, por lo que continúa de dia en dia, de noche en noche, y de año en año en su constante acción, hasta que algún accidente imprevisto, ó la continuada fricción de alguna de sus partes, paralice la industria de la mina.
Junto a la casa de esta grande máquina hay otros edificios para otras tres máquinas cada una del poder de noventa caballos para subir a los andamios las canastas de carbón, las cubas é instrumentos necesarios, y para bajar y subir por el tiro a los obreros con celeridad. Esto se efectúa con dos juegos de cuerdas, cada una del peso de cuarenta y tres quintales, las cuales se enroscan y desenroscan en dos grandes tambores según se requiere para bajar ó subir. Se prefiere el día para subir los carbones, y la noche para enviar abajo el heno, grano y provisiones para los caballos que viven abajo, para los hombres que vienen arriba, y todo lo que es necesario.
La máquina grande del desagüe está puesta en movimiento por cuatro enormes calderos, y las otras tres para la saca del carbon con dos calderos cada una de dimensiones proporcionadas. Hay siempre dos calderos supernumerarios para reemplazar alguno que se descomponga, siendo esta la parte de toda máquina de vapor mas expuesta á injuria. El hecho de emplearse en solo las dos operaciones del desagüe y saca de carbón la fuerza de 570 caballos grandes de rastra dará á nuestros lectores una idea adecuada de las demás operaciones de la carbominería en Inglaterra.
3. Rompimiento del Mineral.
En el grabado precedente han visto nuestros lectores la boca del tiro, las paredes de las casas de las máquinas de vapor, el magnífico andamio á donde se recibe el carbón estraido, y el modo de vaciarlo en la criba; ya es, pues tiempo de que los conduzcamos al fondo, y para esto se imaginarán dentro del cubo de hierro que está en el centro, y dentro del cual hay ya dos peones para acompañarnos á la región subterránea del negro mundo que vamos á esplorar. Supongamos que se levanta el cigüeñal que detiene al cilindro donde está enroscada la cuerda, y libre ésta de todo impedimento, en un minuto nos vamos á apear en el húmedo suelo de la mina. Etenos, pues, en un lúgubre cañón subterráneo como tres varas de alto y cinco de ancho, y dentro del seno de la madre carbonífica, á donde los carbomineros, y otros operarios, así como los caballos, viven por costumbre tan contentos en el tenebroso imperio de Plutón, como si estuviesen arriba en los alegres dominios de Ceres.
Es verdad que todo á lo largo de las paredes del cañón de la mina hay, á espacios proporcionados, lámparas, cuya luz posee un poder iluminativo extraordinario, pero aunque los visitantes puedan ver perfectamente bien, se hallan, no obstante, como rodeados de una densa y obscura tiniebla, porque la luz parece que solo sirve para hacer visible los objetos sin aclarar los espacios. Pero si la gasosa atmósfera de la mina, llega á iluminarse, como sucede frecuentemente, por una leve ignición del carbovapor, la escena presenta una apariencia indescribible, la que pudiera con alguna propiedad llamarse, “Aurora boreal de la region-tartárea.” La generación del aire inflamable, de que hablaremos pronto, es á veces tan grande en la sólida masa del carbón, que los mineros no se atreven á avanzar sino muy pocos pasos del aire corriente por temor de una esplosion. Por ahora estamos libres de este peligro, y así caminaremos por el cañón para ver más de cerca los trabajos.
El primer proceso del trabajo es formar un canto grande de carbón de la manera siguiente : —se cava con un pico un espacio del lecho por el fondo, como se representa en el grabado, hasta la profundidad de una vara ó vara y media, y luego se sigue cavando por los lados, hasta dejar formado lo que llamamos aquí canto, o una masa sólida del mineral de carbón, del grandor de tres o cuatro varas, proyectando del lecho ; entonces se hace un barreno al través de todo el canto, se llena de pólvora, se ataca bien, y se le pone la mecha; se retira el barrenero y dándole fuego, se deshace en pedazos toda la masa llenando todo el suelo de pedazos, porque siendo el carbón muy vidrioso se rompe por todas partes.
En las minas de plata de Méjico, Perú, &c. se trabaja á veces con barrenos de pólvora, pero siendo muy diferente la naturaleza de las vetas argentíferas, el efecto causado por la esplosion no es tan eficaz como en los lechos carboníferos. De este modo se ahorra mucho trabajo, y lo que es más ventajoso, el carbón se rompe en pedazos más iguales y convenientes para el mercado, porque roto á golpes de pico o barretas se desmenuzaría demasiado.
Los lechos de carbón en el condado de York varían mucho en grosor, desde media vara a tres, pero en los distritos del norte donde está la mina de que tratamos aquí, rara vez dejan de tener una vara, y comúnmente son de dos y media. Cerca de Dudley, en el condado de Stafford, hay una mina de carbón cuyo lecho le ha grangeado el nombre de "lecho de diez varas,” por su grosor estraordinario. Este famoso lecho merece con mucha propiedad el nombre que dan les Ingleses á los distritos de carbón, coal fields, porque verdaderamente es un campo de carbón teniendo tres leguas de largo y mas de legua y media de ancho. En otras partes se trabajan minas de solo media vara de grueso, y aun mas delgadas todavía, pero en estos casos se emplean mineros jóvenes y aun muchachos. La diferencia de grosor permite algunas veces trabajar en pie y con facilidad, aunque lo más general es trabajar sentados o inclinados á punto de hacer el trabajo insoportable.
La temperatura en las grandes profundidades es tan alta, que los mineros hallan más conveniente trabajar desnudos. En la profunda y espléndida mina de Guanajuato, Méjico, según nos han informado, hace tanto calor que parece reinar allí un verano continuado, y las minas de carbon son todavía de mayor temperatura que las de plata, á causa de los gases que se desenvuelven y de una naturaleza tan inflamable.
Deshecha en pedazos la roca de carbon por la esplosion de la pólvora, se procede á juntarlo y llenar las canastas, las cuales siendo muy pesadas se conducen sobre un tablón con cuatro ruedas, tirado por un hombre y empujado por un muchacho, como se representa en el grabado, á los que los mineros Ingleses llaman dragsman and foal, el arrastrador y su potro. Traídas las canastas llenas á la boca inferior del tiro, se enganchan á las puntas de las cuerdas y son tiradas arriba en dos o tres minutos. Cuando las canastas son de hierro y por consiguiente muy pesadas, no pueden dos hombres arrastrarlas por el cañón, y el trabajo entonces se hace con un caballo, como se ha visto en el grabado del fondo de la mina. En el andamio á la boca del tiro hay una persona que tiene cuidado. de ver que las canastas estén bien llenas, estando obligados los barreteros a mandarlas arriba con su propia medida, y la misma persona asienta en un libro todo el carbón que se saca á la boca.
En la mina de Sur Hetton, de que seguimos hablando, la cantidad de carbón sacada arriba cada dia, en diez y ocho horas de trabajo, porque el laborío se continúa de dia y noche remudandose los trabajadores, pasa constantemente de 600 toneladas, lo que hace 13.000 quintales de peso castellano, suficiente para llenar 30 embarcaciones usuales de carbon, como las que algunos de nuestros lectores habrán visto en el río Tamesis de Londres.
Este grabado representa varias cribas cuyas puntas mas altas ó bocas estan en el andamio de la boca del tiro. Son casi semejantes a las usadas por los albañiles para la separacion del guijo de la tierra para la mezcla. La otra punta ó abertura de las cribas dan en los carretones ; á donde se va recojiendo el carbon gruéso mientras que el menudo se recoje abajo. Un juego o tren de carretones está ya cargado, y pronto para correr al puerto del embarque. Las rayas ó lineas que aparecen en el suelo son el ferrocarril, o camino de hierro como se llama impropiamente.
Nada podrá dar mas idea del efecto de la maquinaría, particularmente cuando la fuerza del vapor es el poderoso é incansable agente, que la consideración de, — cavar, barrenar, juntar, arrastrar y subir á la boca de un tiro, cuatrocientas varas de hondo, trece mil quintales de carbon cada día.
Comparen nuestros lectores Americanos el repugnante cuanto bestial trabajo de los acarreadores en algunas minas de plata, subiendo doscientas y aún más varas con el mineral en un saco de cuero hasta la boca de la mina, para cargar luego las mulas que lo han de conducir á la hacienda, con la expedita obra de las máquinas y el juicioso empleo de capital. Nosotros hemos visto en la misa de Caracaba, junto al río Maipó, á los pobres acarreadores convertidos en bestias, y la lenta conducción del mineral por las mulas, y así no tuvimos que estrañar al oír, como el venerable dueño nos dijo, que el laborío de su mina no le dejaba producto sí el cajón no rendía mas de diez y siete marcos de plata.
4. La Criba.
Luego que se sacan las canastas á la boca del tiro, como queda mostrado en el primer grabado, se vacían en la criba como allí se muestra igualmente, cuyo proceso se percebirá mas claramente ca el grabado precedente.
Separado el carbón menudo, el grueso se destina para el mercado de Londres y el consumo de la costa del canal de inglaterra, desde Essex hasta Cornwall, en cuya estension no se han abierto minas de carbón. Los agujeros de las cribas tienen como dos tercias de pulgada, y todo el carbón que no pasa por esta criba se llama Wallsend, y se destina para Londres aunque en el viaje, descarga y conducción á casa del consumidor se quiebra tanto, que una gran porción no parece sino arena. El carbón que ha pasado por estas cribas, se echa en otras cuyos agujeros no tienen mas de un tercio de pulgada, y el que no pasa por ella se llama de segunda clase, y se vende á menor precio. Últimamente se criba el carbon que ha pasado por la segunda operación, y este se llama nuts, probablemente quiere decir avellanas, aunque á la verdad no son mas grandes que nuestras garbanzos. Durante el proceso de estas cribaduras, hay varios hombres y muchachos quitando los pedazos de pizarra, piedras ú otros cuerpos extraños con que suele estar mezclado el carbón.
El mejor carbón para el uso doméstico es el peor para el consumo de las fraguas de herreros y fundiciones, por lo que sucede algunas veces que el carbón estraido de algunas minas de mala calidad se vende mas caro que el mejor y más bien cribado, según la necesidad de los fabricantes.
CONDUCCIÓN Y EMBARQUE.
Consiguiente al orden propuesto hemos tratado de la carbominería Inglesa, desde el primer paso para abrir el tiro hasta cargar los carretones con el carbón cribado. Las minas de carbón son muy diferentes de las minas de plata; en aquellas no hay operación ninguna química, no hay pórfido, cuarzo, espato ó granito que romper, moler, tostar ni amalgamar como sucede en los criaderos metalíferos de Méjico, Perú ó Chile ; no hay que fundir ni separar metales ; no es en fin necesario trabajar por un mes en estraer una onza de plata de uno ó dos quintales de piedra durísima, y la ausencia de estas dificultades hace fácil el laborío, si así se puede llamar la simple obra de cavar el carbón. Hacemos esta reflexión para no dejar seducida la imaginación de nuestros lectores Americanos, y que imaginen el laborío del carbón mineral como un prodigio de sabiduría de los Ingleses; no hay en estos trabajos ciencia ninguna física, una vez descubierta la mina, lo que ni aún se puede llamar descubrimiento el hallar carbón en un país en el que por muchas leguas y en todas direcciones es un vasto campo de carbón.
Nuestros mineros han hecho mas prodigios en el laborío de sus minas de metales preciosos; han aprendido á hallar una veta solitaria en toda una provincia; han descubierto la operación de la amalgama, han hallado los medios para hacer fermentar esta por medio del óxido de hierro, y han llevado a la mayor perfección el arte de separar los metales amalgamados. Pero si la justicia exige dar á los Españoles la superioridad en el laborío de los metales preciosos, también nos compele á dar á los Ingleses la primacía entre todas las naciones de la tierra con respecto á la ciencia estática o maquinaria, que por medio de la fuerza del vapor han conseguido ahorrar la fuerza humana, abreviar el tiempo, acortar las distancias, allanar montes, y elevar valles. Las pruebas de estas ventajas son inútiles cuando la demostración es palpable, y no podrá hallarse ninguna demostración mas fuerte ó conclusiva que el hecho de bajar los mineros, cavar la mina, dar barreno al lecho, recoger 13.000 quintales de carbón, arrastrarlo al tiro, subirlo 400 varas, pasarlo por la criba, cargarlo en carretones, conducirlo al puerto y cargarlo en embarcaciones, en el tiempo de cuarenta ó cincuenta horas, lo que se puede hacer, si no se hace diariamente, en la carbominería de Sur Hetton.
Este es verdaderamente el mayor triunfo del poder humano. Veamos como se efectúa la conducción de este carbón.
La conducción del carbon se hace por los ferrocarriles; hemos adoptado el nombre de ferrocarril para espresar lo que los Ingleses llaman railway, y que muchos denominan camino de hierro, aunque en realidad no hay mas hierro empleado que dos lineas extendidas de barras de dos pulgadas de ancho y una de grueso, una á cada lado del camino, sobre la que se mueven todas las ruedas de un tren de carros. Estos caminos están hechos en lineas rectas desde las bocas de las minas hasta los embarcaderos, y la naturaleza del poder que causa el movimiento depende de las peculiaridades del terreno.
Cuando la situación de la boca de la mina está más elevada que el embarcadero, los carriles de hierro tienen toda la inclinación que permite el terreno, y esta circunstancia es de una gran ventaja, como sucede en la mina de que hablamos, cuyo ferrocarril con dos trenes de carros en movimiento está representado en el grabado siguiente.
Este grabado representa el plan inclinado de un ferrocarril a lo largo de una ladera. Por dos carriles de hierro se ve descender un tren de carretones, de veinte á treinta; la facilidad con que las ruedas de hierro se vuelven sobre los carriles del mismo material y la velocidad que les da el declivio es fácil de comprender, y por este medio se conduce en pocos minutos un millar de quintales de carbón al lugar del embarcadero ; pero no es esta la sola ventaja, porque la ingeniosidad ha hecho producir otra. Por medió de otros dos carriles de hierro paralelos, y á la distancia de una sola vara de los primeros, el tren que se acaba de vaciar en la embarcación, se pasa del primer ferrocarril al otro; y el tren cargado que desciende, por su propia gravedad, tira del tren vacío por medio de una cuerda larga y una serie de motones con tan acertada disposición, que cuando el uno llega al embarcadero, el otro ha subido á la boca del tiro, donde cargado á su turno, vuelve á bajar con su depósito, haciendo subir al mismo tiempo al tren que ha acabado de entregar el suyo. Así pues se conduce una inmensa cantidad de carbón sin el auxilio de la máquina de vapor ni de la fuerza animal, sino por las simples leyes de la naturaleza.
Cuando la superficie del terreno es igual, esto es sin inclinación alguna, se hace el ferrocarril perfectamente á nivel, y poniendo una máquina de vapor locomotora á la cabeza del tren, tira de veinte o treinta carretones con una rapidez verdaderamente admirable. No es posible formar idea de la facilidad con que una máquina, muy pequeña al parecer, puede tirar de una serie de carretones pesadamente cargados sin verlo atentamente.
El famoso ferrocarril de Manchester a Liverpool es un ejemplo muy manifiesto: una máquina de dos á tres varas de largo, vara y media de ancho, y algo menos de alto desde el eje de las ruedas, tira de un tren con 40 toneladas de cargo, algo mas de 800 quintales, á razón de diez leguas por hora, y algunas veces hasta doce leguas. Este asombro se calma algo en la mente al observar, como hemos visto cuidadosamente frente de los almacenes sobre el Irwel, a la cabeza del ferrocarril en Manchester, que tres hombres impelían fácilmente, por ciento o mas varas, todo el tren después de haber descargado, no obstante la poca fuerza impulsiva del hombre por grande que sea su resistencia vertical.
Las minas cuyas bocas de tiros están en un punto más bajo que el embarcadero, tienen por necesidad un ferrocarril ascendiente; y no siendo fácil que una máquina de vapor locomotiva, é imposible para fuerza animal, que tire cuesta arriba un pesado tren de carretones, se planta una máquina en la cumbre de la colina inmediata y más conveniente, la cual tira arriba con cuerdas todo el tren, y desde allí se le da la dirección mas ventajosa. Si la mina está muy lejos del embarcadero será indispensable tener que atravesar terrenos ajenos, y en este caso se paga á sus dueños una renta, según la estension, por el derecho de pasar el carbón por el terreno interpuesto. Los propietarios de tierras en este caso no se descuidan de aprovecharse de tan favorable circunstancia, exigiendo de dos á tres mil pesos anuales por su permiso. Hay también algunas minas que por la corta distancia de la boca del tiro embarcadero, no emplean más que caballos para tirar los carretones, siempre por carriles de hierro, sin el cual será siempre estremamente penoso, el hacer rodar especie ninguna de carromatos.
La naturaleza, por mayor fortuna, ha intersecado con tres ríos, navegables por su volumen de agua, alta marea y bocas limpias, el rico distrito de minas de carbón al norte de Inglaterra, siguiéndose las incalculables ventajas de poder disponer de su producto del modo mas fácil, barato y espedito. Estos tres ríos son el Tyne, el Wear y el Tees, cada uno de los cuales posee todas las ventajas que se pudieran desear.
El Tyne es el mas importante de estos tres ríos, y aunque nace á poco más de diez leguas de la mar es navegable por mas de ocho á causa de las crecidas mareas en aquella costa. Sin embargo, la escena más interesante representada en este territorio carbonífero es el espacio entre la ciudad de Newcastle y lo boca del río: por todas partes no se ven sino monumentos de actividad y de empresa humana, y en ningún otro lugar de la tierra se hallará tanto capital empleado, mi empleando con mas provecho.
Sin intimidarse por las obstrucciones de los montes o de los valles, los propietarios o usufructuarios del carbón han construido centenares de ferrocarriles desde las bocas de sus minas hasta tocar con los aparejos de las embarcaciones en sus muelles respectivos. Millares de carretones vuelan cargados de carbón para llenar las bodegas de centenares de barcos que se ven anclados á lo largo del Tyne, los que, completado su cargo respectivo, se hacen á la vela si tienen viento favorable, o son remolcados por barcos de vapor a alta mar para que se dirijan a sus destinos sin perder tiempo en el puerto, y por consiguiente ganar mas pronto el flete.
El modo de embarcar el carbón es el siguiente:
— Al fin de cada ferrocarril hay una grande plataforma erigida sobre vigas poderosas, y á donde vienen á pasar los carretones que forman el tren. Cada carretón contiene como sesenta quintales de carbón ; el contador de la hacienda cuenta el número de carretones y hace sus apuntes en libro de embarque. Hecho esto se arrima un carretón á una compuerta, o mas bien una escotilla muy fuerte, y corriendo los cerrojos que la mantienen, baja el carretón hasta cerca de la cubierta del barco, por medio de la maquinaria. Los lados exteriores al fondo del carretón están forrados con planchas suaves de hierro, ajustando perfectamente á la escotilla mayor del barco; y el hombre que baja en el carretón tira una aldaba que mantiene firme el fondo del carretón, y abriéndose este, como dos puertas por los gonces, vacía toda su carga de uva vez. La máquina de suspensión tiene dos pesas grandes más ligeras que el carretón cargado, pero más pesadas cuando vacío, cuidando que el carretón baje con menos fuerza y suba al instante que está vacío. Descargado el primer carretón, que es la obra de un solo minuto, se van descargando los demás. Esta manera de cargar barcos es tan ingeniosa por su prontitud y aseo, y de tanta novedad á un estrangero que no se puede mirar sin asombro la perpetua subida y bajada de los carretones para descargar del modo referido.
En aquellos parajes donde a causa de lo escarpado de la orilla no se pueden hacer estas plataformas para vaciar los carretones hay otra invención poco menos efectiva. Hecha otra especie de plataforma lo mas cercano a la orilla que sea practicable, se pone un cañón cuadrado hecho de tablones, y de largor suficiente para que una punta entre en la bodega del barco, y la otra, que es mucho más ancha, está arriba en la plataforma en la que descargan los carretones como se ha dicho antes, y el carbón corre inmediatamente al buque.
Uno de estos dos métodos es practicado invariablemente, siempre que hay en el embarcadero fondo suficiente para permitir á los barcos amarrarse debajo de la plataforma, pero como no es posible hallar esta conveniencia en todas las partes de las orillas del río Tyne, es necesario recurrir á algún otro modo siempre que haya algún impedimento. Muchas minas de carbón en este distrito no pueden obtener un camino derecho para embarcar, por algunas circunstancias del terreno que interviene o de sus propietarios. Otro obstáculo, el mayor de todos sin duda, es el puente de la ciudad de Newcastle, por cuyos arcos no pueden pasar las embarcaciones grandes. Los dueños de las minas en estos casos y otros semejantes usan barcos con dos proas del porte de cuarenta toneladas, los que fondeando en un paraje conveniente reciben su cargo á pala; pero este modo está tan sujeto á romper los carbones, que suele bajar mucho su precio en el mercado.
Concluiremos las operaciones de sacar el carbón de las minas y embarcarlo con una vista del puerto de Seaham, á donde se embarca todo el carbón sacado de la mina de Sur Hetton, que nos propusimos por modelo para ejemplificar cuanto hemos dicho sobre la carbominería Inglesa.
El embarcadero del producto de esta mina se llama Puerto de Seaham, cuya vista representa el grabado siguiente; la boca del tiro está á grande distancia del puerto, por lo que el ferrocarril es uno de los más espléndidos en el distrito del Norte; tiene una declividad considerable, pero como el tren que desciende tira arriba el otro como se ha referido antes, la distancia no ocasiona inconveniente alguno. La plataforma en que termina este ferrocarril está cuarenta pies más alta que la cubierta de los barcos, por lo que es necesario echar el carbón por el cañón de tabla, y para disminuir la fuerza con que caería el carbón desde una tal elevación hay en la punta de abajo una trampa en la que se detiene el carbón antes de su caída en la bodega, y así se evita que su golpe injurie a la embarcación.
La ventilación se efectuaba antiguamente de ésta manera. Cuando la cantidad de gas inflamable acumulada en la extremidad de los trabajos no era muy grande, uno de los mineros que tenía este ejercicio se acercaba á los últimos rincones cuanto podía con seguridad, entonces tomaba un palo largo con una vela encendida á la punta, y tendiéndole boca abajo sobre el suelo, iba arrimando la vela hasta que el gas se encendía y pasaba sobre él, sin hacerle daño porque la llama no era fuerte, pero si la cantidad de gas esa considerable en su opinión, se ponía una chaqueta y pantalones de jerga empapados en agua, y por violenta que fuera la esplosion se libraba de peligro, porque el gas siendo muy leve hace poca fuerza hacia el suelo. Esta operación se hacia cada mañana antes de entrar los mineros á su trabajo.
En las minas donde el gas abundaba tanto que no solo llenaba los recesos de los trabajos mas se extendía a un espacio considerable era necesario usar de mayor cautela. En este caso caminaba el incendiador, sin luz alguna, por entre el gas, y fijaba un palo entre el techo y suelo de la mina; pasaba un cordel por una argolla fijada en el palo, y retirándose á gran distancia, ataba á una punta del cordel una tablita media vara de largo y una de ancho, en la que estaba metida una vela encendida por el cabo y ocultándose detrás de uno de los pilares que sostienen la bóveda de la mina, tiraba de una punta del cordel hasta que llegando la vela á lo más denso del gas se inflamaba este con grande explosión consumiéndose en la ignición y en parte subiendo por el tiro; esta ignición causaba gran ruido, y no dañaba al incendiador porque pasaba por mas arriba de su cabeza.
Todo lecho de carbón produce mas ó menos cantidad de este aire mefitico, que se compone de dos especies ; uno mas pesado y otro mas ligero que el aire común el primero sofoca en la respiración, y por esto lo llaman los carbomineros choke damp, vapor sofocante, el otro mas lijero es llamado fire damp, vapor inflamable; aquel es el ácido carbónico, y éste es el gas hidrógeno carburetado de los químicos.
Varias teorías se han publicado sobre la formación de estos gases, particularmente del hidrógeno carburetado, lo que siendo un asunto químico muy intrincado lo dejaremos para los que hacen profesión de la química ; y trataremos solamente de él como se halla en las minas de carbón. Ambos gases salen visiblemente por las hendiduras, quebraduras y poros del carbón. El ácido carbónico no sale repentinamente en grande cantidad, y apaga la llama luego que llega en contacto con él ; por lo que una vela encendida es el medio mas seguro de librarse de él, mientras que la misma vela causa la esplosion del hidrógeno carburetado. La ventilación de las minas de carbón es pues de la más seria importancia.
Se efectúa la ventilación para arrojar fuera el gas ácido carbónico, por puertas dobles en la linea de su dirección, las cuales tienen el efecto de válvulas, dejando pasar el aire á un lado é impidiendo que vuelve á salir por el mismo. Por ejemplo ; el aire atmosférico baja á la mina por una lumbrera, y correría naturalmente en linea recta para salir por la otra lumbrera, dejando quieto el gas ácido carbónico que ocupa la mina excepto por aquella linea, esto pues se evita poniendo puertas que le impidan ir por aquella linea y le vuelvan por otra; pasando por esta segunda línea se le dirije por otra, y así se le hace caracolear por el grande espacio de una mina de carbón antes que salga por la lumbrera destinada para su escape arriba. Es necesario que haya por todas partes puertas dobles, porque como están pasando á cada instante las canastas de carbón, como se representa en el grabado del fondo del tiro, si no hubiera más de una puerta, y esta abriéndose constantemente, la ventilación quedaría estancada. Un hombre o muchacho está en la puerta, luego que llega el caballo ú hombres tirando de las canastas de carbón, la abre para que pase el caballo, y pasado el carbón la cierra al instante, y otro muchacho abre la segunda puerta para que pase igualmente el carbón y luego la cierra; y así se procede hasta ta boca inferior del tiro desde donde se tira arriba,
Este modo de ventilar es muy simple, y en caso de negligencia ningún accidente serio puede resultar; pero en las minas donde el aire inflamable abunda, como en los distritos de Northumberland, Durham, y particularmente en la perniciosa mina llamada Wallsend, hay tantas dificultades para ventilarlas que el peligro es constante, desde que se abre el primer tiro, hasta que se saca la última canasta de carbón. Como no se puede trabajar sin luz, ni venir la llama en contacto con el vapor inflamable sin producir ignición, los mineros no quieren o no se atreven á avanzar dos varas hacia el carbón sólido o lecho sin libre circulación de aire fresco, y para conseguir esto en unas minas tan espaciosas como las que se trabajan debajo del mar, es necesario que el aire para la ventilación corra por un laberinto de callejones hasta dos leguas de camino en una sola mina, y esto dará á nuestros lectores alguna idea de la dificultad de ventilar una mina de carbón, y del penoso oficio de sus ingeniero minador en tales distritos.
El plan más generalmente practicado en las profundas y espaciosas minas, como la de Sur Hetton, para producir circulación, es el rarificar el aire en la lumbrera de escape, esto es, por la que sale el aire de la mina por medio de grandes hornos encendidos, o en la boca de arriba o en la boca de abajo del tiro o lumbrera, siendo preferible abajo. Otro modo de ventilar se practica por algunos, y es, por medio de una inmensa bomba de aire, movida por agua ó por vapor.
Cuando se hace el horno arriba se pone el fogón sobre el tiro dentro de la casa hecha para el intento, y á un lado se levanta una chimenea, cuadrada ó redonda, á la elevación de veinte á treinta varas, cuyo cañón tiene tres varas de hueco al fondo, y una vara al tope. Siendo estas chimeneas tan anchas y largas, bastará hacer sus paredes de solo una cuarta de grueso. Aunque hay actualmente varios hornos de ventilación sobre la lumbrera, es más común hacerlos en el fondo por ser más eficiente, y la razón es, que el tiro por donde el aire sube al horno de arriba está siempre á la temperatura ordinaria, por lo que al momento que el fuego del horno pierde su intensidad la circulación queda lánguida y por consiguiente peligrosa, mientras que el horno en el fondo calienta tanto el tiro que conserva casi el mismo calor muchas horas después de apagado enteramente el fuego continuando la ventilación con el mismo efecto.
Sin embargo de estos medios de precaución no se podía evitar la catástrofe de las horrendas explosiones de estos fuegos carbo-vaporosos causando mutilaciones y destrucción lastimosa. La nación sentía estas desgracias, y los propietarios de las minas no podían remediarlas. La filantropía suscitó finalmente un Hércules para vencer á este trabajo. Sir H. Davy tomó sobre sí la ardua empresa de sojuzgar el poder gigántico de este monstruo invisible, una obra que si hubiera excedido al poder intelectual de este sagacísimo filósofo, apenas podría Inglaterra entretener la esperanza de verla efectuada por otro. El resultado fue la invención del:
FAROL DE SEGURIDAD PARA LAS MINAS DE CARBÓN.
En el uso del farol de seguridad hallan los mineros ahora una luz brillante, libre de todo accidente, cuya llama se alimenta con el aire, por medio de un cilindro de hierro, ó una gasa de alambre de cobre; y esta hermosa invención tiene la ventaja de no necesitar de mecánica, ni conocimientos filosóficos para dirigir su uso, y se hace con moy poco costo.
Las aberturas de la gasa no deben ser mas de 1/20 de una pulgada cuadrada. Como el vapor de las minas no se inflama con el alambre encendido, el grosor del alambre no es de importancia alguna, pero un alambre de 1/40 a 1/60 de una pulgada en diámetro es el más conveniente.
La caja o cilindro debe hacerse de junturas dobles, y se cubrirá con la gasa de tal modo que no deje aberturas. Cuando se hace en forma cilíndrica, no ha de tener mas de dos pulgadas en diámetro, porque cuando los cilindros son mayores, la combustión del vapor calienta demasiado la parte superior; por lo que una doble cubierta, puesta media pulgada o poco mas sobre la primera, será siempre una buena precaución.
El cilindro de gasa se asegura a la lámpara con un tornillo de cuatro o cinco roscas, y se ajusta al tornillo con una argolla bien apretada. Todas las junturas de la lámpara o farol se han de tomar bien con soldadura fuerte; pués toda la seguridad depende de esta circunstancia, que no haya en todo el aparato abertura alguna mayor que las de la gasa.
Las partes del farol son:
1. La cisterna ó receptáculo que contiene el aceite, atravesada por medio del centro con un tubo angosto vertical, casi todo lleno con un alambre enroscado arriba al nivel de la piquera, para poner el pabilo torciendo con los dedos la parte inferior del alambre.
2. El anillo, en que se fije la cubierta de gasa de alambre, la cual se asegura á la cisterna por medio de un tornillo movible.
3. Una abertura para echar el aceite, bien tapada con un corcho o con un tornillo, la cual comunica con el fondo de la cisterna por medio de un tubo; y otra abertura central para el pabilo.
4. El cilindro de gasa de alambre, el cual no ha de tener menos de 625 aberturas en cada pulgada en cuadro.
5. La segunda tapa ó cubierta como 3/4 de pulgada más arriba de la primera, sostenida por una plancha de metal ó de cobre, a la cual se fija la argolla de suspensión.
6. Cuatro o seis alambres gruesos verticales, uniendo la cisterna de abajo con la plancha de arriba que sirve de cubierta, y sirviendo como pilares sustentantes al rededor de la caja.
Cuando se enciende este farol de seguridad de gasa de alambre, y se introduce en una atmósfera mezclada gradualmente con el vapor combustible, el primer efecto del fuego vaporoso es aumentar el grosor y largura de la llama. Cuando el gas inflamable forma tanto como 1/12 del volumen del aire, el cilindro se llena de una llama azul débil, pero la llama del pabilo se deja ver ardiendo brillantemente dentro de la flama azul, y la luz del pabilo aumenta hasta que el fuego vaporoso crece a 1/6 o 1/5, cuando se pierde en la llama del fuego vaporoso, la cual en este caso llena todo el cilindro con una luz bastantemente grande. Mientras que exista alguna mistura explosiva de gas en contacto con el farol dará siempre luz, y cuando se apague, lo que sucede cuando el aire impuro constituye tanto como 1/3 del volumen de la atmósfera, el aire no es ya bueno para la respiración; peras aunque la vida animal puede continuar á donde la llama no puede mantenerse, sin embargo padecerá mucho.
Si se fija un alambre de platina enroscado sobre el pabilo, continuará la ignición en el metal, aunque el farol esté apagado, y el pabilo puede volver á encenderse con el alambre rojo, pasando el farol á una atmósfera menos inflamable.
“Hemos usado frecuentemente los faroles,” dice un científico minero, “donde la mistura explosiva estaba tan alta que encendía la gasa de alambre a calor rojo; pero examinando una lámpara que había estado sirviendo constantemente por tres meses, y algunas veces ardiendo a este grado de calor, no puedo percibir que el cilindro de alambre de hierro haya tenido detrimento alguno. Con todo, no me ha parecido prudente, en nuestro presente estado de experimentos, continuar usando los faroles en tales circunstancias, porque he observado, que en estas situaciones las partículas del polvo de carbón que boyaban en el aire, se encendían con el gas que ardía dentro del cilindro, y volaban en pequeñas chispas luminosas. No puedo dejar de confesar que esta apariencia me alarmó al principio, pero la experiencia me dió a conocer después que esto no era peligroso.
"Ademas de las facilidades que proporciona esta invención para trabajar las minas de carbón que abundan de vapor combustible, ha puesto á los directores y superintendentes en estado de averiguar con la mayor exactitud no solo la existencia, más también la cantidad y situación del gas. En lugar de caminar de pulgada en pulgada con una vela, como se hacía antes, por las galerías de una mina para examinar la presencia de este gas, se anda ahora firmemente con el farol de seguridad, y con la mayor confianza se inspecciona el estado de la mina.
Observando atentamente las varias apariencias sobre la llama del farol, cuando se hace este examen, se descubre completamente la causa de los accidentes á que estaban expuestos, aun los mineros mas inteligentes ; lo que hasta ahora no había sido mas que una materia de mera conjetura.
“Es inútil que me detenga á indicar las grandes ventajas nacionales que deben resultar de una invención calculada á prolongar el abasto de carbón mineral, porque pienso que todos están bien persuadidos de ellas; pero no puedo concluir sin expresar mis mas vivos sentimientos de admiración por aquellos talentos que han descubierto las propiedades, y refrenado el poder de uno de los elementos más peligrosos contra el que la mente humana ha tenido que combatir.” — Carta de J. Buddle a Sir H. Davy, en el Journal of Science, vol. i, p. 302.
Que la invención de este farol de seguridad ha sido de gran importancia para salvar á los carbo-mineros del peligro de estas horrorosas explosiones está admitido generalmente, no solo por los inteligentes más también por los prácticos en el laborío de las minas de carbón, ¿Cual es pues la causa de los fatales accidentes que ocurren tan frecuentemente en estas minas? Muchos son de opinión que es efecto del descuido de los mineros en el manejo del farol. Nosotros no ignoramos que cuando los hombres se familiarizan con los peligros suelen ser culpables de negligencia, y si estas explosiones fueran ocasionadas en una á otra mina, y esto rara vez, o si no fueran más de una o dos las víctimas de estos gases inflamables no tendríamos dificultad en concurrir en esta opinión, y aun culpar á los infelices que sufren; pero la repetición de estos catástrofes no solo es muy frecuente, más ocurre en casi todos los distritos, y envuelve en ellos grandes números ; una sola mina, la de Wallsend de que hablaremos ahora, ha sido el cementerio infernal de centenares de hombres á pesar de los faroles de seguridad y de toda precaución que la mente y experiencia de los carbomineros ha podido sugerir.
Las desgracias que alguna ú otra vez han ocurrido en las minas de plata de América, han sido indudablemente efecto de descuido, inadvertencia, o ignorancia en abrir cañones de indagación, ocasionando inundaciones subitaneas, como sucedió en 14 de Junio 1780 en una de las minas de Guanajuato, cuando perecieron 250 operarios en pocos minutos por efecto de la compresión repentina del aire, que buscando una salida lanzó á grandes distancias maderas de ademar y pedazos de roca, pero ninguna inteligencia humana puede evitar en todas ocasiones el peligro de la explosión del fuego carbo-vaporoso de que hay todos los días las más tristes pruebas.
En 1834 se presentó en la Cámara de los Comunes un informe sobre el número de personas que han perecido en las minas de carbón de inglaterra y Gales desde 1810, y aunque este informe no comprende sino los casos mas autenticados por los magistrados de varios distritos, su número, sin embargo, es espantoso :
En Chester, 7
Cumberland, 140
Derby, 19
Lancashire, 135
Monmouth, 3
Northumberland, 177
Nottingham, 18
Salop, 89
Stafford, 104
Warwick, 3
Yorkshire, 145
Brecon, 18
Flint, 39
Sofocados por el gas ácido carbónico, 230
Total de muertos, 1.127
Pero sí la suma de estos guarismos parece grande, puede considerarse como indiferente respecto a la fatal ocurrencia en la mina de Wallsend, legua y media de la ciudad de Newcastle el 18 de Junio último, causando la pérdida de más de cien vidas, y dejando huérfanos más de ochenta niños. Ciento y cuatro personas se hallaban en la mina al tiempo de la explosión, y no más de cuatro fueron sacados con vida á la tarde. Uno de estos cuatro era un muchacho de doce años empleado en tirar de los caballos que arrastran el carbón a la boca inferior del tiro, y al momento de la combustión se hallaba junto á la pila de agua donde beben los caballos ; estaba enteramente desnudo, y al oír el ruido de la llama que venía corriendo por el cañón de la mina, conociendo que era una explosión tuvo la advertencia de tenderse á lo largo y boca abajo dentro de la pila, mas ya fuese por haber poca agua, ya por parecerle que estaba enteramente cubierto con ella, tuvo la desgracia de que una parta de las espaldas quedara fuera, y esta fue abrasada por la llama devoradora, la que le ocasionó la muerte después de algunos días de martirio. Una sola pulgada de agua mas hubiera salvado al pobre rapacillo que había tenido la sagacidad de valerse del único remedio en tan crítica circunstancia.
Los otros tres estaba n empleados, dos en el horno, los que conociendo la combustión del carbo-vapor por la alteración del fuego del horno al que atendían salieron de huída, pero uno de ellos quedó desmayado en un cañón de ventilación, de donde se sacó también á otro con vida, pero con una pierna quebrada, cuya amputación fue inevitable. De modo que solo tres han sobrevivido de ciento y cuatro que se hallaron en la desgracia.
Cómo sucedió este horrible accidente es imposible averiguar, pues los pocos que han escapado estaban más de cuatrocientas varas lejos del lugar donde ocurrieron la combustión ; y dos trabajadores que subieron de la mina á mediodía, dejaron todo en seguridad. El resultado de la investigación judicial hecha por varios días ha sido últimamente publicado ; haremos aquí un breve compendio del discurso del coronario, coroner, que es el juez pesquisidor de estas materias en Inglaterra.
Después de aludir a todas las circunstancias de tan penosa investigación, y al interés que el público debe sentir en esta melancólica ocurrencia, así como la utilidad que este examen puede traer a la comisión del parlamento que actualmente está ocupada en trazar las causas y procurar los remedios para evitar estos desastres, dice; —'" El primer testigo en esta importante investigacion es Mr. Buddle, cuyos conocimientos científicos y prácticos en la carbominería le han colocado justamente a la cabeza de su profesión, y ha dado una cándida, imparcial y circunstanciada explicación del sistema adoptado en al laborío de esta mina, examinando hasta las causas más remotas de este desastrado acaecimiento. La peligrosa naturaleza del lecho de la mina de Wallsend es bien conocida por sus varias explosiones, en una de las cuales ocurrida en 1821, nada menos de cincuenta y dos personas perdieron sus vidas.
Este acontecimiento hizo necesario la adopción de codos los medios que la habilidad de los químicos y mineros pudiera sugerir para obtener una ventilación más libre y perfecta, para cuyo fin fueron suspendidos los trabajos hasta abrir un mayor número de lumbreras, adoptándose al mismo tiempo todos los adelantamientos hechos en el modo de ventilación. Según el testimonio de Mr. Buddle, esta mina exhala en el espacio de veinte y cuatro horas la enorme cantidad de un millón de arrobas de gas hidrógeno, y con todo no ha ocurrido explosión alguna por catorce años, prueba del atento cuidado de los superintendentes de los trabajos.
Ha sido probado que la mina fue inspeccionada en la mañana del incidente, y que las puertas y trampas de ventilación estaban en buen orden. Ha sido probado también que aunque en el día anterior hubo una erupción grande de gas en la punta más oriental de la excavación causada por un derrumbe, no resultó consecuencia alguna seria, y consta por otra parte, que la explosión deplorable que sentimos ahora no se originó en aquel lugar; aunque no sea posible descubrir donde ni cómo fue producida, porque por la naturaleza del accidente la malhadada é inocente causa de la ignición, o primero y desgraciado testigo de su explosión, debió ser necesariamente la primera víctima de su furia. Un rayo de consuelo puede producir esta catástrofe, siendo probable que los filósofos hagan ahora sus mayores esfuerzos para hallar un remedio efectivo contra este mal; y las generaciones futuras al oír la horrorosa destrucción ahora ocurrida, bendecirán con gratitud el nombre de quien pueda haber impedido la repetición, verificándose el proverbio de que, "No hay mal que por bien no venga.”
Habiendo concluido el coronario su discurso al jurado, se retiró este, y después de veinte minutos de deliberación, el presidente de los doce dió el dictamen en que habían convenido : — "Es nuestro parecer, dijo, que las personas que han perecido en la mina en 18 de Junio último encontraron su muerte por una imprevista explosión de aire inflamable ; pero cómo ni en qué parte de la mina principió la explosión no ha sido posible averiguar.
Al mismo tiempo que el jurado da en su conciencia este su parecer, está convencido, de que no ha habido negligencia ni falta alguna de precaución de parte de los superintendentes de la mina.”
Newcastle, la capital de este distrito, existe enteramente par el laboreo del carbón, cuyo comercio atrae barcos de todas las partes del mundo, y las varias transacciones correspondientes al cambio de géneros, mantienen en actividad un gran número de fábricas y oficios, y en ocupación á millares de habitantes. No solo la ciudad ha doblado el número de sus habitantes, más ha creado dos grandes pueblos á las dos orillas de la boca del Tyne, además de otros muchos lugares en las cercanías. Más de un millón de toneladas se exportan cada año solo para Londres, mucho más para los pueblos de la costa oriental y meridional de Inglaterra, y para los puertos extrangeros se embarcaron en 1833 sobre 233.448 toneladas. El número de barcos registrados en Newcastle, esto es, pertenecientes a aquel puerto llega ahora a 1.100, cuyo tonelaje pasa de 221.276 toneladas.
Cada barco carbonero hace de nueve á diez viajes al año, lo que junto al comercio de las colonias y estrangero, hacen que la llegada de barcos al puerto de Newcastle sea de 13.000 á 14.000 al año; la salida de barcos en un promedio está calculada en 180 cada semana. El puerto de Sunderland, en el mismo distrito, manda a Londres 700.000 toneladas, y como 200.000 al estrangero. El puerto de Stockton, en el mismo distrito, exporta mucho carbón, aunque no en tanta cantidad como los dos mencionados.
En Seaham no había la menor apariencia de puerto, pero desde que el Marques de Londonderry principió el laborío de la mina de Sur Hetton, que hemos descrito en este artículo, Seaham ha sido formado en un puerto muy conveniente con dos muelles espaciosos, y en menos de diez años hay ya cien barcos pertenecientes al comercio del lugar.
La mina está distante cerca de dos leguas del embarcadero, sin embargo, el magnífico ferrocarril, unas veces por calzadas altas en los valles, y otras por cortes hechos en la viva roca, conduce á los barcos una inmensa cantidad de carbón. Este es el camino y puerto representado en los grabados ilustrativos de este artículo.
La proporción de carbón exportado al estrangero es como sigue : — á Holanda 142.380 toneladas; a Dinamarca 74.445; a Alemania 69.896; á Francia 45.218; a los Estados Unidos 28.512; á Prusia 24.068; a Portugal 13.532; y á Italia 10,000 toneladas. Así consta por el registro hecho en 1833.
La inmensa actividad que el comercio de carbón comunica á la marina mercante, no solo contribuye á la riqueza mercantil, mas está íntimamente aliada con la prosperidad nacional, formando un plantel admirable para sacar marineros. Solo el puerto de Newcastle mantiene 10.000 personas que en caso de necesidad pueden pasar á tripular los barcos de guerra.
Entre el dueño de la mina y el dueño del barco hay un agente intermediato que podremos llamar corredor, y su intervención, siendo económica, es igualmente beneficial a todos ; pues de otro modo el dueño del carbón ó su apoderado tendría que ausentarse de la mina para buscar compradores o navieros, o estos tendrían que dejar sus barcos para ir a ajustar carbón en las minas. La práctica general y la más bien arreglada es, comprar el naviero el carbón en el distrito de la mina, llevarlo á Londres ú otro puerto, deducir su flete y gastos incidentales, y pasarlo al comerciante de carbón cu los lugares de su consumo.
Por las últimas relaciones de la Lonja del carbón en Londres, se venden en esta capital 598 cargos mensualmente, y se sabe que el número de barcos carboneros es sobre 4.000. El precio regular del carbón en Londres para el consumidor es de ocho á nueve pesos la tonelada ; el propietario lo vende a cuatro o cinco, y cuatro pesos son los gastos de conducirlo al puerto, el desembarco, carruage, comisiones, &c.
La más reciente estimación del consumo de carbón mineral en Inglaterra es la siguiente :
La venta anual de carbón para la costa de Durham y Northumberland, 3.300.000 toneladas
Consumo en los condados mencionados, 660.000 toneladas
Total, 3.960.000 toneladas
Consumo por los habitantes en el resto de Inglaterra, 9.504.000 toneladas
Consumo en las obras de hierro, 3.000.000 toneladas
Exportado a Irlanda, 900.000 toneladas
Exportado á países extrangeros, 634.448 toneladas
Total, 17.998.448 toneladas
Si estimamos el precio de cada tonelada, en promedio, solo á cinco pesos, hallaremos que el producto de carbón mineral en Inglaterra, monta anualmente a la suma prodigiosa de cerca de noventa millones de pesos, riqueza territorial.
Cuando Mr. Buddle fue examinado sobre el asunto de las minas de carbón, y preguntado sobre el número de hombres y barcos empleados en los ríos Tyne y Wear, dijo que por los apuntes que había formado sobre estos puntos, hallaba que los marineros eran 15.000; los trabajadores dentro y sobre las minas 21.000; cargadores en los barcos 2.000 ; haciendo el número total de los empleados, en lo que él llama el comercio de carbón del norte, 38.000. A estos se deben agregar 5.000 trabajadores en las barcas de carbón en el río Tamesis, y 2.500 factores, agentes, &c. atendiendo á la Lonja de carbón en Londres; haciendo el gran total de 45.000 personas, además de los descargadores y otros empleados en los puertos de las costas.
La información precedente está estrictamente reducida al comercio del Tyne y del Wear, y por consiguiente no incluye Seaham, Blythe, Hartley ni Stockton, donde se trabajan más minas. Sin embargo, nos puede servir de regla para calcular con bastante exactitud el número de personas empleadas en el negocia de carbón en Inglaterra.
En primer lugar podemos inferir, que así como el producto de la carbominería en el Tyne y en el Wear no excede de 3.000.000 de toneladas, y con todo emplea 21.000 carbomineros, así el producto total de la carbominería de Inglaterra, siendo seis veces mayor que aquel, deberá emplear, a lo menos, 121.000 hombres
Para proveer al mercado de Londres con 2.000.000 de toneladas de carbón, los barcos del Tyne y Wear emplean 15.000 marineros, y siendo la cantidad que se embarcó para las costas, por el informe oficial del año 1833, muy cerca de 6.000.000 de toneladas, el número de marineros empleados en el comercio del carbón deberá estimarse en, 30.000 hombres
Londres consume una nona parte del producto de las minas de Inglaterra; y dando esta nona parte 7.500 factores y empleados en el comercio de carbón en la metrópolis, deberos calcular el número de esta clase en Inglaterra en, 45,000 hombres
Los barqueros empleados en el Tyne y en el Wear son 2.000; y la misma clase en los otros puertos no pueden componer menos de 10.000 hombres
El número de personas empleadas en Inglaterra en el solo laborío y comercio de carbón, es por consiguiente 206.000 hombres
El capital empleado en el laborío de las minas de carbón solo en el Tyne y en el Wear ha sido estimado por Mr. Buddle en 11.000.000 de pesos; y Mr. Mc. Culloch ha calculado recientemente el capital empleado en la carbominería de Inglaterra en 50.000.000 de pesos. Este capital dará a nuestros lectores una idea bastante adecuada de la importancia del carbón mineral.
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