miércoles, 10 de enero de 2024

Análisis de la evolución de la productividad

En el artículo Yolanda Díaz, la deriva econòmica, del bloc de Joan Vila se hace un análisis de la intervención de la ministra en el debate de investidura de Pedro Sánchez, en cuanto a sus palabras  justificando la disminución de horas de trabajo y el aumento salarial en base a que en los últimos años, en su opinión, la productividad había aumentado mucho más que los salarios. A juicio de Joan Vila la ministra confunde producción per cápita con productividad, y eso parece ser que está muy lejos de ser cierto.


Siempre según palabras del articulista, la productividad es la causante del bienestar en la sociedad. El aumento de productividad viene dado por la diferencia entre el aumento del PIB per cápita y el de la deuda por habitante. La riqueza del hogar es la diferencia entre lo que se ingresa y el gasto que se hace. Si se gasta más de lo que se ingresa, te empobreces, aunque puedes resolverlo momentáneamente con un crédito, por ejemplo una hipoteca o la tarjeta de crédito.

El aumento de productividad desde hace 5.000 años es del orden del 300.000% y la revolución agrícola realizada en la revolución industrial en el sector agrario es del 1.900%. Estas ganancias han permitido que un campesino, por ejemplo, dedique 10 horas a cultivar una hectárea de trigo cuando antes necesitaba 200. ¿Qué hace con las 190 horas sobrantes? Cultivar más terreno, produciendo más comida, o realizar otras tareas. Así se ha ido creando el bienestar, con los excedentes de las horas de trabajo ganadas con productividad. Puede preguntarse, como hace la propia ministra, ¿se puede trabajar menos horas? Sí, en la historia ya se ha hecho y ahora tendríamos que volver a hacerlo, pero cambiando los estilos de consumo, dejando de hacer la vida que hacemos, volviéndonos más frugales. Es decir, podemos trabajar menos horas a base de cobrar menos y consumir menos. Y esto tiene una consecuencia que a la ministra no le gustaría: menos trabajo para todos. Un día debe llegar ese cambio disruptor.

En 2021 el PIB por habitante fue de 25.820 € mientras que en 2022 fue de 28.280 €. La deuda total del país (pública y privada) pasó de 29.854 € por habitante a 31.149 €. Por tanto, la ganancia de PIB fue de 2.460 €/habitante y el aumento de deuda de 1.295 €/h. La mejora de la productividad en 2022 habría sido la diferencia entre la producción y la deuda, de 1.165€, pero esto se ha de mirar con mayor perspectiva, a largo plazo.

Desde el año 2003, en plena burbuja inmobiliaria, la productividad fue positiva hasta el año 2008 que empezó a ser negativa, y así continuó hasta el año 2016 que volvió a ser positiva con unos escasos 62 € por habitante, y continuó con valores bajos hasta 2020 con la pandemia, donde volvió a ser negativa con - 6.061 €/habitante. En 2021 volvió a ser positiva con 705 €/h y en 2022 con 1.164 €/h. Esto es lo que ha ocurrido durante estos últimos 20 años. Si sumamos la productividad de todos los años, sale la cifra de -11.775 €/h. Resulta que la productividad también puede ser negativa, lo que significa vivir permanentemente del crédito.  

Y a los salarios, ¿Qué les ha pasado? En 2003 el salario medio en España fue de 19.385 €, mientras que en 2022 ha sido de 28.360 €. Si miramos el aumento del salario durante estos años, la diferencia del salario de 2022 y 2003 es de 8.975 euros. El aumento de salarios se ha realizado en base al endeudamiento. Aquella familia que mantiene el equilibrio entre lo que ingresa y lo que gasta, estaría en la ruina más absoluta, nadie le daría más crédito. Esto es lo que le ocurre a España, tenemos crédito porque el BCE lo compra.

El problema es que se persiste en el argumento, haciendo más gasto del que puede el país, mezclando producción con productividad, proponiendo más gasto de lo que se puede soportar, como los aumentos en pensiones, en prestaciones sociales, al hacer gratuitos muchos servicios, regalando cosas como si se tratara de una operación de marketing, inmersos en un tsunami de demagogia. Olvidando realizar la igualación de rentas por transferencia de impuestos.

La cuestión es más profunda: radica en un cortocircuito en la ideología de izquierda que no acaba de entender que la productividad es la clave del bienestar y que esto no puede sustituirse por deuda. Endeudarse es bueno cuando se realizan acciones que duran muchos años, como las inversiones. Un tren, un avión, o una máquina de papel, no pueden pagarse al contado porque no se tiene ese excedente de tesorería. Por eso es necesario financiarlo a largo plazo, con cuotas que se puedan devolver sin que la productividad sea negativa. La izquierda a menudo ha caído en la trampa de defender el vago, escondido detrás de lo que no puede, y ha caído en el error de pensar que vivir en déficit era la clave porque se podía generar deuda permanentemente, sin ver que esto crea intereses que acaban estrangulando los presupuestos. Cuando ahora han empezado a subir los tipos de interés, algunos políticos como Iñigo Errejón opinan que los tipos de interés son terroristas. La izquierda nunca debió haber hecho el juego al sistema financiero, pues, necesitando tanta financiación por la deuda, le justifica y le impide un control más estricto. ¿Cómo desea que esta izquierda esté a favor de limitar el consumo superfluo sacando las tarjetas de crédito, dejando sólo las de débito, haciendo que los créditos al consumo de los bancos tengan más aportaciones a reservas, si ellos son los usuarios más calificados?

El mundo ha aumentado el PIB/h en los últimos 40 años en un 6,45% y la deuda en un 7,6%. Haciéndolo, ha extraído más recursos de los que necesitamos y los hemos dispersado en el agua, el aire y los vertederos. ¿Cómo explicar a esta izquierda que lo que hace falta es no consumir más de lo que se necesita, si lo que sólo quiere es aumentar la deuda permanentemente, que acaba extrayendo más recursos?

Se ha de revisar el concepto de productividad, trabajando para que la capacidad de los trabajadores sea mucho mejor de la que es, ayudando a las empresas a invertir en tecnología, presionando a la baja el turismo low cost, frenando la exportación de carne de cerdo en canal, industrializando la construcción de viviendas, ayudando a realizar la revolución energética, eliminando la mitad de funcionarios burócratas aprovechando la Inteligencia Artificial (la misma que tiene hacienda) e impulsando la excelencia en la formación de los jóvenes. Quizás entonces la ganancia de productividad será suficiente para trabajar menos horas y para poder tener más prestaciones sociales.

Todo lo anterior son palabras de Joan Vila que me han parecido interesantes como contrapunto a otros discursos económicos y políticos, pero que no estoy capacitado ni para validar ni para refutar. 







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