viernes, 24 de mayo de 2024

La aparición de la Virgen de Lourdes en Cerdanyola del Vallès

El 8 de noviembre de 1974, Josefa (Pepita) Pugès de Bergé, vecina del barrio de Horta de Barcelona,  escuchó una voz que le animaba a acercarse a un paraje cercano a la masía de Can Cerdà que se encuentra en la carretera de Horta que lleva desde Barcelona a Cerdanyola del VallèsEl mensaje de Can Cerdà fue el título de una obra escrita por el sacerdote jesuita, Juan Roig Gironella, en la que hizo una precisa narración de lo sucedido en Can Cerdà. Por mensaje se entiende lo comunicado por la Virgen de Lourdes –la Inmaculada Concepción– a partir del 8 de noviembre de 1974, día en que se le reveló por primera vez a esta sencilla mujer casada, madre de tres hijos, vendedora de verduras, de la que el Juan Roig fue su director espiritual. Ese día, la virgen le pidió que el 11 de cada mes (el 11 de febrero es la Virgen de Lourdes), acudiera allí a rezar los tres misterios del Rosario. Los periódicos comenzaron a hablar del tema en abril de 1976.

Mediterráneo, Prensa y Radio del Movimiento, 13 de abril de 1976

BARCELONA, 12 (Cifra). —Entre tres y cuatro mil personas se concentraron ayer en los terrenos «Can Sardá» en el término municipal de Sardañola, alrededor de una mujer, Pepita Pugès, que asegura recibir la visita de la Virgen de Lourdes cada día 11 de mes, en dicho lugar.

Según un reportaje que publica hoy «El Noticiero Universal», alrededor de las 5'45 de la tarde, la supuesta vidente interrumpió el rezo de un rosario que venía dirigiendo a través de un megáfono, para señalar le presencia de la Virgen, momento que coincidió con algunos cambios en la luz del sol. La gente se puso de rodillas, y poco después cambiaba la dirección de su vista hacia un árbol desnudo que existe en dicho lugar, asegurando también ver la figura de la Virgen, Afirma la señora Pugès en dicho reportaje que hace ya años la Virgen se apareció en su casa de Horta, curándola de la enfermedad que padecía, y después le dijo que acudiera a «Can Sardá», lugar donde debería levantarse un santuario. Según la vidente, se han registrado ya diecisiete curaciones en el curso de estas visitas de la Virgen. También según afirmaciones, en esta ocasión acudió acompañada de Jesucristo vestido de nazareno.

Entre la gente que se concentró en dicho lugar, y cuya presencia creó problemas de circulación y estacionamiento, había numerosos enfermos e impedidos todos los cuales participaron con evidente fervor en el fenómeno colectivo de la supuesta aparición.

Baleares, órgano de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. 14 de abril de 1976 

Un nuevo fenómeno visionario se ha producido en Barcelona. Según un reportaje que publica El Noticiero Universal, una señora llamada Pepita Pugès, residente en Barcelona, los días 11 de cada mes y desde hace varios años, tiene visiones religiosas en las que se le aparece la Virgen de Lourdes en el término municipal de Cerdañola, localidad cercana a Barcelona.

Baleares, órgano de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. 15 de abril de 1976

SARDANYOLA (Barcelona). — Desde hace algunos meses se registra en una masía del término de Sardanyola un hecho insólito que ha despertado múltiples controversias. Se trata de la supuesta aparición de la Virgen a una mujer llamada Pepita Pugés. Alega que se le aparece todos los días 11 de cada mes y afirma que vio por primera vez a la Virgen cuando tenía 15 años de edad. 

Se le apareció entonces —dice— en su residencia de Horta (Barcelona) y asegura que le curó de una enfermedad grave, En la presente composición fotográfica se recoge a grupos de personas que rezan ante una imagen de la Virgen, en el supuesto lugar de apariciones y a doña Pepita Pugès. — (Foto CIFRA GRAFICA)

Pueblo - Diario del Trabajo Nacional 13 de mayo de 1976

SUPUESTAS APARICIONES EN BARCELONA 

BARCELONA. (Cifra.)—Alrededor de cinco mil personas se concentraron anteayer en Sardañola para presenciar las supuestas apariciones de la Virgen, según informaba ayer «El Noticiero Universal».

La concentración tuvo lugar en el habitual punto de C. Sardá, mientras que la mujer que afirma que ve a la Virgen de Lourdes. Pepita Pugès, se encontraba de rodillas, orando en éxtasis, varias personas manifestaron haber visto que el sol cambiaba de forma y color y haber visto a la Virgen conversando con la citada mujer.

Hubo también los desmayos y ataques de histerismo que vienen siendo habituales en estas reuniones, que tienen lugar el día 11 de cada mes, y a las que acuden también enfermos en espera de que se produzca el milagro de su curación. La señora Pugès afirmó que la Virgen le había tocado la mano. curándola inmediatamente de una inflamación que le había afectado durante las últimas semanas.

Entre los asistentes se repartieron algunos boletines, en los que se recogían las palabras pronunciadas por la Virgen en varias ocasiones anteriores, según la versión de la visionaria. Otros boletines repartidos indicaban el horario de los autobuses especiales que una empresa de transportes pone en servicio cada día 11 de mes y también se repartieron planos donde se indica el lugar exacto de las supuestas apariciones de la Virgen.

Blanco y negro, 26 de junio de 1976

Más de dos mil personas se reunieron el último día 11 en el lugar denominado Can Sarda, a pocos kilómetros de Barcelona, con el propósito de asistir a la acostumbrada y supuesta aparición mensual que la Virgen hace a doña Pepita Pugès. La señora Pepita —«Pepeta la de La Verge», como se la conoce—, tiene algo más de cincuenta años y reside en la barcelonesa barriada de Horta. Se ha convertido de un tiempo a esta parte en un auténtico líder. 

Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 12 de julio de 1976 

Cerdanyola: Desilusión en «Can Sarda» 

La obligada ausencia de la protagonista desvirtuó el espectáculo

Ayer domingo, día 11, fue otra fecha clave en las apariciones de «Can Sardá», de Cerdanyola. A pesar de que por primera vez el Arzobispado de Barcelona se había pronunciado días antes sobre las supuestas apariciones de la Virgen a la señora Pepita Pugès rogando que «mientras la autoridad eclesiástica no emita su juicio, los fieles se abstengan de participar en los actos allí organizados», el lugar estaba atiborrado de gente como en otros días once pasados. Millares de personas acudieron una vez más en busca de las compensaciones sobrenaturales que la naturaleza les niega. En busca del milagro, de la esperanza, del alivio, de la ruptura de la soledad...

Nuestro corresponsal en Cerdanyola, Francisco Ezquerra, enjuicia de la forma siguiente los hechos del último día 11.

ACUDIERON 4.000 PERSONAS

CERDANYOLA. — La asistencia de personas fue mayoritaria. Más de 4.000 que abarrotaban por completo, ya desde las tres de la tarde las inmediaciones de «Can Sardá» y la explanada de las apariciones. Enfermos, paralíticos, subnormales, una auténtica y patética romería Hay también que señalar la no asistencia de la protagonista, la señora Pepita Pugès, por causas que no hemos podido aclarar hasta el momento, pero no obstante la ceremonia del rezo del Rosario y los demás actos que allí se celebraron siguieron su marcha normal. El rezo del Rosario era dirigido desde una furgoneta con un modesto megáfono; el árbol de las apariciones estaba lleno de flores en el qua se hallaba una estatuilla de la Virgen; también un grupo de personas postradas de rodillas ante él lo rodeaban por completo. Todo el mundo esperaba el momento culminante, el que tuvo lugar, más o menos, a las cinco de la tarde. De pronto la gente dejó de rezar sólo miraban al cielo. Niños y hombres llorando a lágrima viva y verificando si el cielo estaba de color azul, verde, amarillo, «un verdadero arco iris,

El griterío de la muchedumbre era ensordecedor. Todo el mundo esperaba la aparición de la Virgen. Una señora que se encontraba a nuestro lado nos decía que miráramos. Yo miré y lo único que vi es que miraba al sol y no me molestaba en absoluto. Luego las miradas se centraron en el árbol, el cual juega un papel importante dentro de las apariciones. La gente lo veía amartillo, tal vez por efecto producido por el Sol,

Pero eso no fue todo. De pronto, debajo del árbol la gente empezó a gritar: «¡Milagro, milagro!». Luego, por lo que más tarde  pudimos saber, puesto que en aquel momento el acceso al citado árbol era totalmente imposible, lo que allí pasó fue que una chica paralítica de unos 14 años, que se encontraba allí junto a su madre se aguantó unos instantes en pie completamente sola, cayendo rendida en su carrito segundos más tarde. Después de este suceso la gente se abalanzó sobre el árbol y también sobre los árboles cercanos bajo los cuales se encontraba la citada chica, arrancando hojas, ramas enteras y al mismo tiempo se produjo una ovación que todos los allí presentes dedicaron a lo que según decían era el milagro.

Tras los citados hechos tomamos algunas impresiones de la gente allí presente, pudiendo resaltar su descontento general por la no asistencia de la vidente Pepita Pugès. La gente se lo explicó dando sus diversas versiones. Luego, a punto de finalizar el fenómeno. pudimos dialogar unos momentos con una Íntima amiga de la señora Pugès, la cual nos contó que dicha señora estaba muy disgustada al no habérsele permitido venir. La salida de «Can Sardá», en coche era prácticamente imposible, pues la cantidad de coches a un lado y otro de la carretera era enorme. Policías regulando el tráfico; autobuses de turistas que se habían trasladado atraídos por la fama del lugar; cientos y cientos de personas caminando. por los márgenes de la carretera, enfermos, ciegos, subnormales... En los ojos de los familiares se veía reflejada una clara esperanza...

A nosotros, sencillamente, el espectáculo nos impresionó, sin afirmar ni negar nada.

Francisco EZQUERRA, Fotos: COLITA

Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 19 de julio de 1976

SUPUESTAS APARICIONES EN «CAN SARDA»

Ante la publicidad dada a las supuestas apariciones de la Virgen de Lourdes en la finca «Can Sardá», de Sardanyola, el arzobispado de Barcelona, con fecha 8 de los corrientes mes y año, ha puntualizado:

1º. Por encargo del señor cardenal arzobispo, doctor Jubany Arnau, fue constituida a su debido tiempo una comisión especial que está estudiando los hechos acaecidos en «Can Sardá» durante estos últimos meses. Se espera que la autoridad eclesiástica competente dentro de breve tiempo, y como consecuencia de tal estudio, emita el correspondiente decreto definitivo.

2º. Hasta tanto... se ruega a todos los sacerdotes y fieles se abstengan de asistir y participar en los actos que en aquel lugar puedan organizarse.

El arzobispado actúa, como es habitual en la Iglesia en estos casos, en una doble vertiente. Estudiando los hechos y aconsejando la no participación hasta que finalice este estudio y se haga público el documento del resultado. La protagonista es una señora de Horta, llamada Pepita Pugès, que en el día 11 de cada mes entra en trance —algunos dicen éxtasis— y después afirma que ha visto a la Virgen. La publicidad dada a estos hechos —incluido un reportaje televisado— ha hecho que el número de asistentes vaya creciendo cada vez, hasta cifras que se sitúan entre 3.000 y 4.000 personas. No quiero entrar en detalles sobre el rezo del Santo Rosario, la reacción de personas que experimentan visiones después de mirar al sol, la presencia de enfermos y lisiados... La nota del arzobispado es definitiva, y los fieles saben a qué atenerse entre tanto.

Me parece interesante exponer la doctrina de la Iglesia sobre las apariciones, cuya posibilidad no puede ponerse en duda entre los católicos, y de las que narran algunas los evangelistas, comenzando por el saludo del arcángel Gabriel a María Santísima en la Anunciación. Conviene evitar dos actitudes extremistas: rechazarlas todas, o admitirlas todas sin discriminación. Los criterios, que deberá tener en cuenta la comisión especial nombrada para este caso, son fundamentalmente tres: examen histórico, examen psicológico —que excluya posibles alucinaciones— y examen teológico, para conocer si es cosa de Dios.

La aprobación dada por la autoridad eclesiástica, después de riguroso examen, se limita a cerciorar a los fieles en lo que se refiere a la sustancia del hecho de la aparición, en el sentido de que no hay en él nada contrario a la fe y a las buenas costumbres y que por tanto «puede creerse» con fe puramente humana, como hecho histórico. Tales aprobaciones son rarísimas. Una revista vienesa examinó una lista de 27 supuestas apariciones efectuadas durante veinte años entre 1931 y 1950. En once de los casos los videntes fueron niños de 7 a 14 años; en otros siete grupos más o menos numerosos; en seis, niños y jóvenes; y finalmente, un sacerdote, un religioso y una novicia. De todos ellos sólo hubo pronunciamiento favorable, por los respectivos obispos, en sólo dos.

Finalmente las revelaciones privadas que pueda haber en las apariciones no se creen con fe divina y católica. La Iglesia considera que la Revelación terminó con los Apóstoles. Santo Tomás afirma rotundamente: «Nuestra fe se apoya en la Revelación hecha a los apóstoles y profetas que escribieron libros canónicos. pero no en la revelación hecha a otros doctores. si es que hubo alguna». Esto es cuanto me ha parecido oportuno escribir, ante la nota hecha pública por el arzobispado. que es suficientemente clara y, señala el prudente camino de la espera a seguir por los católicos.

A. MARTIN DEL OLMO

Mediterráneo, Prensa y Radio del Movimiento, 6 de agosto de 1976

El arzobispo de Barcelona desaprueba los supuestos hechos sobrenaturales de “Can Sarda”

BARCELONA, 5 (Pyresa), — Ante los hechos que se vienen produciendo de un tiempo a esta parte, en el lugar denominado «Can Sarda» en el término municipal de Sardanyola, el cardenal arzobispo de Barcelona, Narciso Jubany, ha hecho público un comunicado en el que desaprueba las prácticas religiosas desarrolladas en el lugar. 

En resumen, el Arzobispado “hace saber que no tiene nada que ver con las supuestas intervenciones sobrenaturales y niega que los fenómenos que están sucediendo en aquel lugar —apariciones, mensajes, milagros, etc...— puedan tener una explicación. sobrenatural. De hecho, comunica el Arzobispado, en «Can Sarda», se ha creado un clima colectivo que aunque ha estado presidido por rezos y oraciones, se caracteriza sobre todo por grandes manifestaciones de curiosidad e incluso de superstición. Por ello, la oficina de prensa del Arzobispado ha hecho público el comunicado, en el que a modo de conclusiones, marca los siguientes puntos: 

— Desaprobar todas las publicaciones y hojas ciclostiladas relativas a supuestos mensajes de la Virgen. 

— Rogar a todos los fieles cristianos que se abstengan de acudir a «Can Sarda» y fomentar con su presencia el ambiente creado en torno a dicho suceso. 

— Pedir a los sacerdotes y religiosos que eviten cualquier clase de intervención, tanto colaborando y participando en el desarrollo de los hechos, como en la forma de simple presencia como espectadores. Lo contrario inducirá al pueblo fácilmente a creer que existe una aprobación oficial de la Iglesia.

Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 9 de agosto de 1976

Decreto y comunicación pastoral del cardenal Jubany sobre los hechos de «Can Sarda»

La Oficina de Prensa del Arzobispado nos remite para su publicación el decreto y la comunicación pastoral del señor cardenal-arzobispo sobre los hechos acaecidos en el lugar llamado «Can Sardá» de Cerdanyola.

Decreto

De acuerdo con el dictamen de la comisión constituida para: el examen y estudio de los hechos acaecidos en el lugar llamado «Can Sardá» de la población de Cerdanyola de este Arzobispado, declaramos que nada existe en ellos que manifieste o haga suponer una intervención sobrenatural extraordinaria y que todos los fenómenos que están aconteciendo en aquel lugar —apariciones, mensajes, milagros, etc...— pueden tener una explicación natural.

Por ello: 1.º Desaprobamos todas las publicaciones y hojas ciclostiladas, relativas a supuestos mensajes de la Virgen,

2.º Rogamos a todos los fieles cristianos que se abstengan de acudir a «Can Sardá» y fomentar con su presencia el ambiente creado en torno a dichos sucesos.

3.º Pedimos a los sacerdotes y religiosos que eviten cualquier clase de intervención, tanto colaborando y participando en el desarrollo de los hechos, cuanto en la forma de simple presencia como espectadores. Lo contrario induciría fácilmente al pueblo fiel a creer que existe una aprobación oficial de la Iglesia.

NARCISO JUBANY cardenal-arzobispo de Barcelona

Comunicación Pastoral

Queridos diocesanos: Los medios de comunicación social —especialmente la televisión y varios periódicos y revistas— han dado a conocer los hechos acaecidos en «Can Sardá» de la  población de Cerdanyola de este Arzobispado. De esta manera se ha divulgado la existencia de supuestas apariciones, mensajes de la Virgen, milagros, etc. Esto me movió, hace ya tiempo, a nombrar una comisión compuesta de personas especializadas en la materia —integrada por sacerdotes, religiosos y seglares— para que estudiara los fenómenos acaecidos, que han congregado allí, el día 11 de cada mes, a miles de personas. La comisión, después de haber recogido numerosas declaraciones e informes técnicos, me ha entregado su dictamen definitivo. Este es el que ha motivado el decreto que he firmado en el día de hoy,

De hecho, en «Can Sardá» se ha creado un clima colectivo que, aunque ha estado presidido por rezos y oraciones —principalmente el rosario—, se caracteriza sobre todo por grandes manifestaciones de curiosidad e incluso de superstición. Los mensajes atribuidos a la Virgen, aunque substancialmente no contienen nada contrario a la doctrina de la Iglesia, son muy pobres de contenido y expresan una espiritualidad muy elemental, poco atenta a las actuales orientaciones de la iglesia. Más aún, algunas expresiones que aparecen en tales mensajes, no pueden admitirse seriamente que sean de la Virgen, entre otras razones, por su detallismo infantil,

La iglesia ha seguido siempre un camino de gran prudencia en el reconocimiento de las revelaciones privadas. Porque no son criterios de verdad, ni la buena fe de los videntes, ni el número y fervor de las personas que acuden al lugar de los hechos, ni la afirmación de que son auténticas las apariciones de los que dicen recibirlas.

Es cierto, además, que ningún cristiano niega a Dios el poder de hacer milagros y de manifestarse a quien quiera. Pero hay que recordar que ninguna revelación privada es necesaria pera la fe cristiana; pues esta se apoya en la revelación divina contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición, y no en las revelaciones privadas que puedan tener lugar,

En nuestros días, resulta fácil para algunos buscar la solución de sus problemas Individuales y colectivos en mensajes venidos del cielo a través de un vidente: mensajes a los cuales se atribuye un carácter indiscutible, De aquí a esperar el milagro no hay más que un paso, Esta actitud favorece una desviación de la vida de la fe hacia «lo maravilloso» y hacia una espera de milagros. Esto puede conducir al descrédito de la Iglesia, sobre todo cuando dichos mansajes y apariciones son falsos,

El Concilio Vaticano II nos advirtió que «la verdadera devoción no consiste, ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica» (LG) 67). El sentimiento religioso, abandonado a sí mismo, corre el peligro de caer en desviaciones e ilusiones; sólo encuentra su verdadero sentido en la fe en Jesucristo vivida en la Iglesia. 

Quiero hacer todavía una última observación, En las reuniones masivas de «Can Sardá» se practican devociones populares, — principalmente el rosario y el vía crucis. En este punto, deseo distinguir dos cosas: Por una parte las devociones populares y, por otra, el ambiente de pretendida sobrenaturalidad extraordinaria en el cual aquéllos tienen lugar. El ambiente de «Can Sardá» no se puede aprobar, porque todos los fenómenos que están aconteciendo en aquel lugar pueden explicarse naturalmente, como se afirma en el decreto, Por esto, os ruego y os recomiendo que no acudáis al lugar de las supuestas apariciones, ni lo fomentéis.

Por lo que se refiere a las devociones populares, reitero, las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. El Concilio ya dijo que «se recomiendan encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, con tal que sean conformes a las leyes y a las normas de la Iglesia» (SC. 13). No se trata, por lo tanto, de menospreciar las devociones populares, sino de potenciarlas por los caminos seguros que señala la Iglesia. «La religiosidad popular —como afirma el Papa Pablo VI— cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de la evangelización, contiene muchos valores», y «puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo» EN. 48).

Deseo que esta comunicación pastoral, con la que he querido completar el decreto que se promulga acerca de los hechos acaecidos en «Can Sardá» de Cerdanyola, os ayude a secundar las Orientaciones de la Iglesia y sea para todos luz y paz en Jesucristo.

NARCISO JUBANY cardenal-arzobispo de Barcelona

Aragón expres, 23 de noviembre de 1976

Como en los años que vivimos todo parece posible, como en tiempos dicen ocurría en Granada, pues ahora resulta que tenernos en Cataluña avalancha de apariciones celestiales que, a este paso, van a dejar en mentillas a los de El Palmar. Claro está que algunas consecuencias dan resultado positivo, corno el caso de Pepita Pugès de Bergé, quien decía “ver” a la Virgen los días once de cada mes, y ahora se encuentra en sanatorio siquiátrico, o pare que me entiendan mejor, manicomio. Vamos, lo que se dice una loca. Pero la cosa no para aquí, porque existe cierta competencia, entre ellas, como la de Concepción Alonso, la que, sin ningún rubor ni vergüenza, se autollama “La Virgen Conchita” y dice con todo descaro: “Yo soy católica, pero no practicante, pues como soy la Virgen no necesito para nada ir a la iglesia”. 

Vivir para ver. Estas mujeres, aparte de sus apariciones tienen instalado bien su negocio, pues son cientos los enfermos que acuden a ellas como último recurso, cobrando por la “consulta” lo que a bien tienen. Si es dinero, mejor que mejor, y sí es algún jamón que otro, pues tampoco viene mal, porque estas “vírgenes” modernas al parecer tienen buen saque de estómago, Y débiles mentales sobran en el país.

Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 8 de mayo de 1978 

CERDANYOLA: LOS MEDICOS, SORPRENDIDOS

LA VIRGEN CONCHITA SIGUE SU ESCALADA DE CURACIONES

En Montflorit, una barriada residencial de Cerdanyola, tienen lugar milagrosas curaciones de todo tipo de enfermedades. La protagonista, Concepción Alonso Pérez, a la que sus enfermos llaman «Virgen Conchita», es una señora propietaria de una granja porcina que desde hará aproximadamente tres años lleva a cabo unas curaciones por muchos calificadas de milagrosas. Desde que comenzó con sus curaciones la afluencia de enfermos va aumentando de una forma sorprendente. 

«Vienen desde todos los puntos de España —nos comenta la protagonista—. Son tantos que poco a poco me voy sintiendo sin fuerzas. Pero ellos saben que siempre podrán venir porque estaré a su lado.» 
 
Los días de visita, Jueves, sábados y domingos, la casa de la señora Conchita es el lugar de encuentro de gran número de personas que desahuciados por la medicina se agarran a su última esperanza. El lugar donde realiza las curaciones es un hervidero de personas que esperan ser nombradas para pasar a la habitación donde recibirán los cuidados de la «Virgen Conchita», En la habitación, sentados alrededor de una mesa de madera llena de pequeños envases en forma de vasos, los enfermos como si se tratase de un ritual esperan ser tocados por las manos de la curandera. La cura se realiza independientemente del tipo de enfermedad que la persona que allí acude padezca. Es colocado sobre el lugar del cuerpo donde está localizada la enfermedad un envase, con un trozo de vela en su interior, a modo de ventosa,

Pero la peculiaridad del caso no son ya las curaciones propiamente dichas, a las que estamos acostumbrados por la cantidad de prodigiosos «curanderos» que aparecen a diario, sino a la naturaleza de la señora Conchita. Sus enfermos no ven en ella solamente a la persona que cura sus dolencias. Afirman estar ante la mismísima Virgen. Es por esta la razón por la que la llaman indistintamente: «Virgen Conchita», «Madre» o «Señora».

Las curaciones se realizan en un ambiente saturado de motivos religiosos. Concretamente la habitación en la que son atendidos los enfermos es un polícromo muestrario de imágenes y fotografías de vírgenes y cristos que son entregados por los que allí acuden como prueba de su agradecimiento. Todo ello unido al fuerte olor de la cera quemada y a los cánticos que en ocasiones entonan las personas allí presentes hacen que se cree un ambiente curioso y emotivo a la vez. Un hombre, que soportaba en sus espaldas el «purgatorio» de las ventosas, afirmaba totalmente convencido que allí encontraba la tranquilidad que en otro sitio no hallaba.

El tratamiento milagroso

La gente se agolpaba en la puerta de la casa de la señora Conchita esperando que llegase su turno. Muchos de ellos —según nos contaron al llegar— habían pasado toda la noche durmiendo en los coches con el fin de poder ser atendidos al día siguiente, Aproximadamente son trescientos los «afortunados» que logran ser visitados por día. Después de una larga espera pasan en grupo de unos treinta a las dos habitaciones habilitadas como salas de curación. Allí la señora Conchita atenderá a todos los casos en la mayoría de las ocasiones hasta las tres o las cuatro de la madrugada. 

De vez en cuando una canción o el llanto de un niño pequeño rompe el silencio de los que esperan.

«Son mis manos las que curan las enfermedades de las gentes que vienen aquí. La saliva que yo
entrego no es saliva es sangre por eso a la gente la purifico y le cambio la sangre. Todos cuando vienen aquí tienen la sangre enferma y por eso cogen la lepra, el cáncer y toda clase de enfermedades, Una vez yo los toco su sangre se purifica.»

Tanto niños como personas mayores, tanto paralíticos como diabéticos, reciben el mismo tratamiento: unas palabras reconfortantes, las ventosas anteriormente citadas y un suave masaje o una fuerte contorsión. En ocasiones la curandera dirige su aliento a los ojos de sus pacientes y pasa a frotar éstos con los pulgares de sus manos mientras charla con el enfermo.

De vez en cuando la curandera abandona la habitación y se dirige al patio para hablar a los que allí esperan con ansiedad. Esto forma parte del tratamiento. Sus palabras son escuchadas en medio de un silencio sepulcral, A veces quedan interrumpidas por un vítore de alguien que emocionado se dirige hacia ella besándole manos y pies. Una señora de edad avanzada que se encontraba a punto de entrar a las habitaciones recibe la orden de la señora Conchita de irse al final del grupo, a la cola. Ella baja la cabeza y sonriendo así lo hace. La señora Conchita, complacida, se vuelve hacia nosotros y nos cuenta hasta el punto en que es querida y obedecida por estas personas.

Se dan cita todo el amplio abanico de enfermedades existentes en la actualidad. Cada persona tiene su historia particular; unas más desesperadas que otras. En sus rostros se refleja la angustia del dolor entremezclada con la esperanza de una posible curación. Todos quieren explicamos su caso.

Las zonas rurales de España son los principales puntos de partida de las gentes que aquí llegan. Gallegos, andaluces y manchegos son los más numerosos.

Una señora se acerca a nosotros, Pegado a su falda un niño silencioso y demacrado.

«Mi hijo padecía una hepatitis crónica, el hígado se le endurecía poco a poco, Los médicos le dieron poco tiempo de vida. En casa estábamos desesperados. Vine aquí y la señora me lo curó
en la verja.»

Los casos de curaciones inexplicables son numerosísimos. No hace mucho estuvieron en el lugar Un grupo de médicos para asistir como testigos a las curaciones. De una forma atropellada nos dicen lo sorprendidos que salieron. 

Lo cierto es que todas estas actividades han creado un clima de malestar en el vecindario. A Consecuencia de ello doña Concepción Alonso ha temido que comparecer ante un juzgado debido a denuncias que se han tramitado contra ella.

«Todos los que intentan hacerme mal fracasan. Porque Jesucristo está conmigo y los castiga. vosotros preguntar a la gente ya veréis como están conmigo. 
 
F. EZQUERRA

Pueblo, Diario del Trabajo Nacional, 9 de mayo de 1978

BARCELONA: Una señora lleva a cabo curaciones de todo tipo de enfermedades

“MILAGROS”, TRES DIAS A LA SEMANA

BARCELONA, (PUEBLO, por José DELGADO CARRERO.) —Han trascendido a los medios de comunicación «milagros» protagonizados por Concepción Alonso Pérez, a quienes sus enfermos llaman «virgen Conchita», La citada señora reside en una barriada residencial de Cerdanyola, donde lleva a cabo, desde hace tres años sus curaciones de todo tipo de enfermedades. Según ha manifestado, llegan personas desde todos los puntos de España. Los días de visita son jueves, sábados y domingo, en estos días la casa de la señora Conchita está completamente llena de personas que, tras haber agotado sus medios de cura, acuden a su última esperanza,

Al cabo del día son aproximadamente trescientas personas las que son atendidas, entrando a las habitaciones donde se llevan a cabo las curas, de 30 en 30, Las personas que allí acuden son de diferentes edades y con diferentes enfermedades, Todos reciben el mismo tratamiento, se les coloca un vaso que contiene una vela, a modo de venda, en la parte donde se encuentra la enfermedad. Además de las ventosas da palabras de aliento a sus pacientes y un suave masaje o una fuerte contorsión. Las curaciones se realizan en un ambiente de motivos religiosos, La habitación está llena de imágenes de vírgenes y cristos que son entregados por las personas que allí van, como muestra de agradecimiento.

Según la señora Conchita, son sus manos las que curan las enfermedades de las personas que allí van, y que «la saliva que yo entrego no es saliva, es sangre, por eso a la gente la purifico y le cambio la sangre. Todos cuantos vienen aquí tienen la sangre enferma y por eso cogen la lepra, el cáncer y toda clase de enfermedades. Una vez yo los toco la sangre se purifica».

Hoja oficial de la provincia de Barcelona, 15 de mayo de 1978 

LA VIRGEN CURANDERA HABLA CON DIOS 

TIENE PODERES PARA HACER SALIR EL SOL, DERRIBAR ÁRBOLES CON UN ADEMÁN Y PROPORCIONAR LA MUERTE S IN DOLOR

«Jesucristo hacía lo mismo que yo: curaba a los enfermos»

En Montflorit, una barriada residencial de Cerdanyola, siguen ocurriendo milagrosas curaciones de cualquier tipo de dolencias. Su protagonista, Concepción Alonso Pérez, más conocida por «Virgen Conchita», de quien hablamos extensamente en nuestra edición anterior, es una señora propietaria de una granja porcina, donde hemos acudido para entrevistarla. 

— Como el poder de Jesús no hay nada en el mundo, El es el Rey y será. El me ha hecho bajar a mí a la tierra para que haga recordar las obras que El hizo. El hacía lo mismo que yo: curaba como quería. 

Doña Concepción Alonso Pérez nos habla convencida de su hipotética naturaleza divina. A menudo recuerda a sus pacientes y a nos otros los poderes que posee, y que según ella le fueron otorgados por Dios.

— Yo he curado gente que ha hecho brujerías porque estaban poseídos por el diablo. Muchos doctores creían que estaban locos, y de locos no tenían nada. Vinieron aquí y yo les curé. Cuando Dios me dijo que me pusiera a curar a los enfermos, también.me añadió de que el diablo estaría al acecho preparado para hacer el mal.

Además de las curaciones de enfermedades físicas, doña Concepción parece ser que ha efectuado en más de una ocasión prácticas exorcistas. Pero hay más; si no restan comprensibles muchas de las curaciones, hay aspectos que rodean a la persona de la «Virgen Curandera», que son tanto o más inexplicables en el caso de darles fiabilidad,

— El primer día que vine yo aquí estaba lloviendo a mares —explica una señora con un marcado acento andaluz—. La oscuridad era muy grande, no se veía ni la sierra que hay enfrente de la casa. Entonces ella nos dijo: «Esperaros un momento que vais a disfrutar de un espléndido sol.» Salió fuera. Empezó a hacer así con las manos —gesticulaba nuestra interlocutora haciendo aspavientos con ambas manos en dirección al cielo—, y de momento había un sol que nos quemaba.

La curandera de «Can Cerdá» no es fiable

Recordemos a nuestros lectores que en el lugar conocido por «Can Cerdá», próximo a Montflorit, ocurren fenómenos similares, de los que es protagonista la vidente señora Pepita Pugès. Al preguntar a la señora Concepción Alonso si conocía la existencia de estos hechos, ella afirmó conocerlos, aunque no les daba credibilidad. Junto a la curación de la enfermedad, los pacientes de la «Virgen Conchita» reciben —siempre según sus palabras— una protección que los salvaguarda de riesgos o peligros de cualquier tipo.

Otro hecho sin explicación lógica: Un gran pino que cubría el patio donde suelen esperar las personas antes de entrar a curarse fue derribado, según nos comenta la señora Conchita, por un ademán que ella hizo con el propósito de evitar el frío que en invierno producía la sombra del pino.

Otra de las actividades de la señora Conchita es el proporcionar armonía a hogares desavenidos por alguna complicación familiar. Algunos enfermos a los que la medicina oficial les ha dictaminado ya la muerte, por el avanzado estado en su organismo de una enfermedad irrecuperable la señora Conchita les ha proporcionado una muerte sin dolor.

—Era lo menos que podía hacer por ellos. Acudían a mí con la fe en una muerte tranquila; yo les proporcionaba su deseo, porque veía reflejada la sinceridad en sus rostros. 

De origen gallego, doña Concepción Alonso Pérez realiza en ocasiones alguna visita a las tierras que le vieron nacer. Allí los gallegos enterados por los periódicos de las facultades curativas de la «Virgen Conchita», solicitan su presencia para que lleve a cabo sus curaciones milagrosas. Esto provoca en los enfermos de esta zona reacciones de desagrado por el periodo de tiempo que se van a ver desasistidos. Cuando abandonábamos el lugar, un canto multitudinario era la prueba de afecto y a la vez de reproche que los enfermos dirigían a la señora Conchita por su marcha a tierras gallegas.

Francesc EZQUERRA y Emilia MORA

Fotografía de la Virgen Conchita de 1976

El adelantado de Segovia, 23 de mayo de 1984

El ingreso en la C.E.E.

Camilo José Cela, De la Real Academia Española

I. - RUEGO UN POCO DE PACIENCIA

En el periódico del día de los santos esdrújutos Autónomos, Curonoto y Hierónides; de los santos llanos Selesio, Suvencio y Sacerdote, y de los santos agudos Serapión, Estratón y Guidón del año en curso —y pongo al reverendo padre Valentín M. Sánchez Ruiz, S.J., por testigo de que es verdad y no ocurrencia— veo una página que me sume en tan hondas cavilaciones como sutiles aprensiones. En ella aparecen cinco esquelas mortuorias que nos brindan la triste nueva de dos fallecimientos recientes y cinco recordatorios de otros tantos óbitos ya acaecidos con algún año de por medio. Descansen en paz las tres damas y los cuatro caballeros que allí se mencionan.

Como complemento de dolor —y en la esquina inferior derecha de la misma página— aparece el siguiente caritativo aviso: «Le esperamos, cada día, en las páginas de este periódico. Un diario en constante superación». ¡Pero hombre, señor director, sin empujar! ¡Tenga usted un poco de paciencia! Todos sabemos que, tarde o temprano, acabaremos saliendo en el periódico, pero, ¿a qué ese afán de meternos prisa a nosotros y por meter en prisa a nosotros y por meter en gastos a nuestras desconsoladas (es decir) familias: esposa. hijos, hijos políticos, nietos, hermanos, hermanos políticos, sobrinos, fieles sirvientes y demás deudos, acreedores y allegados? Creo interpretar el sentir de quienes todavía no hemos usado los útiles servicios que nos brinda, al rogarle que no nos gafe ni nos acelere los plazos, trámites y misas de córpore insepulto y demás piadosos beneficios. Aquí, en este valle de lágrimas, bien mirado tampoco se está tan mal, y en el otro mundo. ¡vaya usted a saber! Yo no tengo noticias de ultratumba — Se conoce que carezco de la fe bastante como para que se me aparezcan los bienaventurados vestidos de camisón—, y, aunque no soy demasiado aprensivo, prefiero el sueño que acaba en desayuno al otro sueño que no acaba jamás. A lo mejor son manías, pero ¡qué quiere!, cada cual somos como Dios Nuestro Señor nos hizo. Gracias por la atención que pueda prestar a mi respetuosa súplica.

II. -  SOBRE LA UTILIDAD DE LOS GALLEGOS

Mi paisana la Virgen Conchita, natural del lugar de Calvos, parroquia de Penosiños, municipio de Ramiranes, diócesis de Orense, en el reino de Galicia. Spain, no es una virgen cualquiera, como Santa Margarita María de Alacoque, Santa Teresita de Lisieux o Santa Gemma Galgani —que lo único que hicieron fue ser decentes—, sino que es la Virgen sin más ni más, la Virgen a palo seco y por antonomasia. Y el que no me crea que se lo pregunte, que, para quien las precise, aquí dejo constancia de sus señas: calle de Víctor Catalá, torre, barrio de Montflorit, municipio de Sardanyola, archidiócesis de Barcelona, en el principado de Cataluña, también Spain.

Otras características de la Virgen Conchita:

Nombre completo: Concepción Alonso Pérez.

Estado civil: casada.

Edad: 50 años bien llevados.

Aspecto: Saludable y tirandillo a rollizo.

Grado de fecundidad: Tres hijos. 

Oficio: Sus labores, que a veces desatiende por lo de los milagros.

¡Comprenda usted que una no puede estar en todo! ¡Claro, Virgen Conchita! ¡A quien se le ocurriría pensar otra cosa!

Misión en este bajo mundo: Hacer todo el bien que pueda y sacrificarse en aras del prójimo.

Fuentes: El Redentor en sus constantes e iluminadoras apariciones, y casi todos los santos, suelen reunirse en Montcada.

Religión: Católica no practicante. ¿Para qué voy a ir a misa si soy la Virgen?, suele decir. Tampoco le falta razón.

Creencias: Las meigas, a las que reconoce y espanta.

Habilidades: Sanar enfermos, florecer bosques, hacer manar sangre de las raíces de los árboles y, en sentido contrario —que todo debe atenderse—, secar fuentes, quemar montes y producir paralís a los herejes y descreídos, para que escarmienten.

Ritmo o frecuencia de sus milagros: Dos o tres al día, según la demanda.

Ruego al lector que recapacite sobre la benéfica utilidad de los gallegos, gentes a las que no suele prestársenos la atención debida y después vienen las lamentaciones. ¡Allá cada cual! Los gallegos servimos igual para un roto que para un descosido, y, como propendemos a la bondad por naturaleza y estamos dotados de poderes mágicos y sobrenaturales, lo mismo cocemos un lacón que devolvemos la vista a un ciego, o freímos unas filloas, y o hacemos que le brote una pierna de recambio a un cojo, etc. Yo cumplo con avisar.

III. OTRA MOZA EN PELOTA PICADA

(Fabulilla particular).

Mi vecina Carlota toma el sol en cueros. Á mi me parece que, si el guión lo exige. hace perfectamente en no privarse.

— ¿Por qué no he de dejarme acariciar por el dios Febo?

— ¡ Anda, pues también es verdad! ¡No había caído!

Mi vecina Carlota es moza oficial, aunque ahora uno no debe fiarse ni un pelo de los estados civiles. La mamá de mi vecina Carlota, por la planta parece una modelo de Rubens en el limite mismo de la senectud y la plétora, por el bigote se asemeja más a un general de los de antes, y, por la voz, me recuerda al sargento Marimón, q.e.p.d., que fue compañero mío en la guerra y fundía bombillas cantando jotas. 

¡Aún quedaban hombres entre nosotros!

—¿Y usted cree que se acabaron?

— ¡Hombre! ¡Tanto como acabarse, acabarse!

Mi vecina Carlota tiene un romance (como ahora se dice) con un tecnócrata (como ahora se dice) al que torea al natural (como siempre se dijo).

—¡Es usted muy curiosón, don Camilo! ¡Lo he visto a usted mirándome con unos prismáticos!

— ¿Y para qué cree usted que los compré, jodía tonta! ¡Mis buenos duros me costaron!

Mi vecina Carlota me amonesta pero no se tapa.

—¿Y Eolo? ¿Qué me dice usted de las caricias de Eolo esponjándole a una la cabellera? 

—Pues ya ve, ¡poca cosa! Eolo es la mar de juguetón ¿verdad?

— ¡Cómo se lo diría a usted, don Camilo!

—Por mi no me lo diga de ninguna manera, yo cumplo con mirar.

A mi me alarma el solo pensamiento de que mi vecina Carlota, Deo Volente, acabe siendo como el hirsuto rinoceronte de su madre, pero, claro, es, no se lo digo. Bien sé que de callar las cosas salen granos, pero tampoco ignoro que la galantería es el airón del caballero.

—Veo muy bien a su mamá, Carlota, ¡qué bien luce!, como dicen en la televisión.

—¿Está usted de coña?

— ¡No, por Dios!

—¿Ni de cachondeo?

— ¡Por favor!

—¡A que me tapo!

— ¡Allá usted! Pero, ¿por qué ha de privarse de la caricia de los dioses por culpa mía?

¡Mire usted Febo cómo relumbra, vecina! ¡Observe usted lo juguetón que está Eolo esta mañana!

Mi vecina Carlota, así a lo tonto y en porreta, me reconforta de las dolencias del espíritu propias de mi edad.

Leo en el periódico que estamos a punto de ingresar en la Comunidad Económica Europea. ¿Y a mi que se me hace un poco raro?

Diario de Burgos, 23 de junio de 1984 

EL JUZGADO ABSUELVE DE SUS CARGOS A «LA VIRGEN CONCHITA»

Barcelona (Europa Press). — El Juzgado de Instrucción de Sabadell absolvió de todos sus cargos a Concepción Alonso Pérez, la curandera de Cerdanyola (Barcelona) conocida cómo «La virgen Conchita», después de haber sido condenada por el Juzgado de Distrito de Cerdanyola a treinta días de prisión menor y dos multas de 15.000 y 7.500 pesetas. La condena respondía a la acusación de tres faltas contempladas en el Código Penal relativas a faltas contra la propiedad, intrusismo profesional y alteración del orden público. La acusada apeló contra el Juzgado de Instrucción de Sabadell, que revocó la sentencia del Juzgado de Distrito de Cerdanyola, declarándola libre de todos los cargos.

La Región, 12 de agosto de 1984

Concepción Alonso Pérez, la "virgen Conchita", pasa el verano en su casa de Souto (Gomesende), una estancia durante la cual se ha propuesto "curar" a solo siete personas cada domingo. Natural de Candal (Gomesende), la "santa" se hizo famosa en el pueblo catalán de Cerdanyola de Vallés, donde recibe y cura a los enfermos, "tapa el sol y provoca vientos y lluvias", entre otros "poderes", con seguidores fieles y detractores que la tachan de simple "curandera".

La vanguardia, sábado 2 de septiembre de 2000

PALOMA ARENÓS, Cerdanyola del Vallès

Adiós a “la virgen” Conchita

Concepción Alonso fue popular en Cerdanyola por sus curaciones milagrosas

Concepción Alonso Pérez, más conocida como “la virgen” o “santa Conchita” por sus supuestas dotes curativas, murió el jueves víctima de una larga enfermedad. Su entierro tuvo lugar ayer en el cementerio municipal de Cerdanyola. Unas 300 personas procedentes de diferentes puntos del país asistieron al oficio religioso que se celebró en la iglesia parroquial de Sant Martí y que estuvo oficiado por el rector, mosén Josep Rossell.

“La virgen” Conchita se hizo popular como curandera y milagrera en los decenios de los setenta y ochenta, pero también vivió sinsabores relacionados con polémicos asuntos judiciales cuando la denunciaron por estafa y sus vecinos se opusieron a sus actividades. Aunque ya mayor, Conchita Alonso mantuvo su actividad de curandera de forma a muy discreta en los noventa. El cura Rossell remarcó que Alonso ofrecía “consuelo, sanación y curación”, y recordó que se dio a los más débiles y necesitados.

“La santa” aseguraba que había adquirido poderes curativos después de que se le apareciese Jesucristo y le otorgase el don de la sanación de todo tipo de enfermedades. “Jesucristo hacía lo mismo que yo: curaba a los enfermos”, gustaba decir “la virgen” Conchita quien, además, confesaba hablar con Dios.

Conchita empezó a sanar a tantas personas que muchos de sus pacientes contaban plenamente convencidos que hacía milagros. La fama de las curaciones de la mujer de Cerdanyola se extendió por toda España a principios de los setenta y se llegaron a formar verdaderas peregrinaciones procedentes de los campos de las Castillas, Andalucía y Extremadura. Incluso recibió la visita de curiosos médicos que salían escandalizados tras comprobar sus artes de curandera.

Las crónicas periodísticas –abundantes en la época– ya se hacían eco de los peculiares métodos de “la virgen” Conchita. Primero localizaba la zona afectada por el mal y después le ponía un envase, con un trozo de vela en su interior, a modo de ventosa. La sala de operaciones de “la virgen” era todo un templo de imágenes y motivos religiosos regalados por sus agradecidos clientes. En los ceremoniales, “la virgen” solía verse acompañada de señoras que rezaban por la curación del enfermo. Así, los feligreses de Conchita soportaban en calma las candentes ventosas.

Y no sólo se dedicaba a las sanaciones. También era capaz de hacer “aparecer el sol en un día tormentoso, solucionar problemas familiares, exorcizar al demonio o derribar árboles con un simple ademán”, según publicaba el diario barcelonés “Hoja del lunes” el 15 de mayo de 1978. La popularidad de “la virgen” irritaba a sus vecinos del barrio cerdanyolense de Montflorit, quienes, hartos de tanta visita en busca del milagro, acabaron por denunciarla. Los peregrinos de todos los rincones de España podían pasar noches en la calle esperando su turno. Su devoción era tal que, según cuentan, Conchita dijo a una señora que llevaba días esperándola que volviese al final de la fila, lo que la señora cumplió sin rechistar. Las presiones de sus vecinos lograron que el Ayuntamiento clausurara la granja de cerdos que “la virgen” tenía.

Vecinos y enfermos no curados editaron pasquines en los que se denunciaba que las curaciones milagrosas de Alonso eran un fraude. Esta situación tan tensa llegó a desembocar en una denuncia presentada contra “la virgen” en 1984 por intrusismo profesional, estafa y alteración del orden público que, no obstante, acabó en absolución. “La santa” nunca se llegó a recuperar de este golpe y ese mismo año abandonó Cerdanyola y regresó a su pueblo natal, Calvos de Radin, en la provincia de Orense. Un tiempo después, en 1987, Alonso regresó a la ciudad vallesana, donde ya se estableció definitivamente.

En 1995, volvieron a denunciarla. Según explican personas que la conocían de años, con las sanaciones Alonso amasó una pequeña fortuna, como demuestra el hecho de que en 1976 hiciera un donativo de 400.000 pesetas para la reconstrucción de una ermita en su pueblo natal. Pero la discreción con la que vivió “la virgen” sus últimos años de vida no la llevó al olvido. Sus tres hijos y algunos de los enfermos que dicen haber sido curados por ella le rindieron homenaje ayer en una esquela publicada en este diario.

La Voz de Galicia, 11 de agosto de 2001

El hijo de Conchita

La iglesia de San Cibrán de Meréns fue escenario de una peculiar eucaristía Devoción, absoluta y en estado puro. Recelo, callado y contenido. Curiosidad, mucha curiosidad y expectación fueron las sensaciones y sentimientos que se agolparon en el interior y en el entorno de la iglesia de San Cibrán de Meréns, en Cortegada. La cita se fijó para las 12.00 horas del 11 de agosto y se convocaba a todos los devotos y fieles de la obra de la virgen Conchita. Una mujer que, admirada y venerada por unos y símbolo de fraude para otros, deja a muy pocos indiferentes.

La Voz de Galicia, 13 de agosto de 2001

Algo en que creer

El Obispado de Ourense ignoraba la celebración eucarística en honor de la virgen Conchita del pasado sábado en Meréns. La Fe, la primera de las virtudes teologales, mueve montañas. El Diccionario de la Real Academia Española la define como «luz y conocimiento sobrenatural con el que sin ver se cree lo que Dios dice y la Iglesia propone» o como «un conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas». Tan alto poder no puede pasar desapercibido pero tampoco se debería, aunque es obvio que sí se puede, jugar con él. La utilización de las creencias religiosas, sobre todo con fines poco claros y para beneficio propio, pone de manifiesto la necesidad existente en la sociedad actual de crear «santas» para aliviar penurias en el nuevo milenio.

A Conchita Alonso, más conocida por sus acólitos como la virgen Conchita, se le pueden achacar desde curaciones milagrosas a autolesiones pero, desde luego no el ser alguien que pase inadvertido. La celebración de una eucaristía en su honor durante la mañana del pasado sábado en la iglesia de San Cibrán de Meréns así lo demuestra. A la reticencia de los vecinos de esta pequeña localidad del Concello de Cortegada a manifestarse, al menos abiertamente, sobre este acto de devoción se suma la sorpresa del Obispado de Ourense, por tan peculiar acto religioso. Desconocimiento total y absoluto: «No sabemos de lo qué se trata ni sabemos de qué va la cosa», señalaron ayer fuentes de la máxima institución religiosa de la provincia ourensana. Motivo por el que tampoco quisieron entrar en valoraciones más amplias. Desmienten, eso sí, la existencia de una autorización expresa para la utilización de la iglesia de Meréns como escenario de la particular eucaristía ya que nadie lo solicitó. Niegan también que el sacerdote que ofició la liturgia fuese de Ourense, como apuntaron algunos de los presentes, ante la ausencia hasta el final de la misa del párroco titular. La vida y obra de la virgen Conchita sí es conocida, sin embargo, en el Obispado, aunque únicamente por referencias: «Sólo por lo que sale en los medios de comunicación». Fuentes de la institución religiosa aclaran además al respecto que como residió fuera mucho tiempo, en Cataluña, no pertenece a la congregación gallega. La Iglesia ourensana puntualiza también que en ningún momento se ha propuesto el reconocimiento de las curaciones que le achacan sus seguidores a la virgen Conchita: «Nunca se planteó porque no sabemos lo que pasó, además hablamos de un proceso larguísimo», dicen. No es un hecho que parezca preocupar a los numerosos fieles que peregrinaron el sábado hasta Meréns, ya que sin ningún rubor iniciaron la celebración eucarística anunciada inicialmente en honor de la virgen Conchita elevándole el rango al de santa. Su devoción es tan absoluta y su fe tan ciega que todo es poco a la hora de venerar a esta polémica mujer. Eso sí, se detecta algún resquicio de temor al hablar de ella sin tener la autorización expresa del hijo, Luis, gran artífice de este fenómeno, ¿religioso?.

Aparicions marianes a Horta-Guinardó

El 11 de febrero del año 2001 se inauguró por fin la capilla de la Virgen de Lourdes de Can Cerdá, presidiendo el acto el Obispo auxiliar de la Diócesis de Barcelona, Carlos Soler Perdigó.

El 11 de enero de 1975 fue bendecido un surtidor de agua que se encuentra en las inmediaciones, el Agua Milagrosa de la Fuente de la Virgen como se la conoce.
















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