La España republicana, azotada por la guerra que los militares habían declarado al gobierno legítimo el 18 de julio de 1936, aceptó participar en el certamen parisino. El pabellón, inaugurado el 12 de julio de 1937, no fue concebido como el lugar donde se mostraban los avances tecnológicos españoles, sino que quería ser una llamada de atención al “esfuerzo maravilloso del pueblo español por defender su independencia y la causa de la paz en el mundo”. La República reclamaba la atención del mundo sobre su situación en un Paris donde todo se exponía. Mostraba carteles, fotografías, fotomontajes, plafones informativos. El filosofo José Gaos, el pintor Josep Renau y el escritor Max Aub se encargaron del contenido mientras que el contenedor, de 1.400 metros cuadrados, corrió a cargo de los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa.
En tiempo récord, realizaron un edificio sobrio y equilibrado en la avenida del Trocadero, cerca del pabellón de la Unión Soviética y el de Alemania. Se adaptaba a la pendiente del terreno y se respetaron los árboles allí existentes. Sert explicó que «el pabellón tuvo que hacerse corriendo, todo con materiales en seco, como una casa desmontable, una estructura de acero vista y pintada en dos colores». Se usó material prefabricado. El pabellón tenía planta baja y dos plantas con muy pocas paredes.
Se dice que el deseo del alcalde Maragall era traer el Guernica durante las Olimpiadas y sólo pudo cumplir su sueño parcialmente cuando pudo inaugurar la réplica del Pabellón de la República, el lugar dónde el Guernica fue expuesto por primera vez. Picasso explicaba que la pintura no estaba hecha para decorar apartamentos sino que eran un arma ofensiva y defensiva contra el enemigo. Y lo hizo denunciando el bombardeo de la población guipuzcoana en abril de 1937 por parte de la Legión Cóndor. Más de 1600 muertos y 800 heridos. El artista dijo “expreso mi execración de la casta que ha hundido España en un océano de dolor y muerte”. Ésta no fue la única aportación de Picasso al pabellón, se exponían cinco esculturas suyas entre las que destacaban “Cabeza de mujer” y “Dama oferente”.
A la entrada del pabellón estaba la escultura de 12 metros de altura que Alberto Sánchez Pérez, realizó con el esperanzador título de El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella hoy reconstruido a la entrada del Reina Sofía y, a menor escala, en Toledo.
El edificio original, en cuyo patio interior se expuso por primera vez el Guernica de Pablo Picasso, fue derruido tras la exposición, pero las fotografías y filmaciones que se conservaron permitieron que en 1992 se inaugurase una réplica exacta, realizada por el estudio de arquitectos Espinet/Ubach, dentro del presupuesto de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Entonces, desempeñó la función de sala de prensa del módulo de ciclismo de Vall d'Hebron.
Tras un periodo de abandono, en 1996 el pabellón fue cedido al Centre d'Estudis Històrics Internacionals (CEHI) de la Universitat de Barcelona y hoy reúne en su interior el archivo más completo de documentos y carteles sobre la guerra civil, el franquismo y la transición.
Picasso elaboró el Guernica en poco más de un mes. La Legión Cóndor bombardeó la ciudad el 26 de abril de 1937 y el artista malagueño empezó a pintar en mayo y terminó a principios de junio. El mural pretendía denunciar en París el bombardeo de la aviación teutona, con el que Alemania no respetaba la política de no intervención en la guerra civil española que adoptaron los países europeos.
Picasso hizo eliminar la columna que estaba delante del cuadro, para que pudiera contemplarse sin obstáculos. Pero en la réplica, la seguridad del edificio obligó a colocar la columna. Acompañaron al Guernica en el patio del edificio obras de otros artistas como Joan Miró, Alexandre Calder (Fuente de mercurio), Alberto Sánchez (El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella) y Juli González. Y en un pequeño escenario se representaron espectáculos de flamenco y recitales de poesía, bajo un toldo desplegable, que hoy no funciona.
VANGUARDIA ARQUITECTÓNICA
En 1937, el gobierno republicano encargó a los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa la construcción del pabellón. La combinación de uralita, cristal y luz indirecta y la estructura funcionalista del edificio resultaron rupturistas. Fue un edificio muy representativo de las vanguardias de entreguerras. En los años 60, el uso de estos materiales se generalizó. El Museo Reina Sofía de Madrid conserva una maqueta, que actualmente está cedida al Museo de Cleveland (EEUU). El edificio fue proyectado para durar unos meses, de julio a septiembre, y su réplica actual reprodujo fielmente los materiales con los que se construyó el original.
ASCENSOR Y SÓTANO
Sólo hay dos variaciones respecto al pabellón original. Una es el ascensor, obligatorio para que la biblioteca sea accesible a discapacitados, y el otro es el sótano. Hoy alberga documentos de gran valor. Muchos de ellos llegaron a manos de la universidad debido a que sus propietarios no se sentían seguros teniéndolos en casa durante el franquismo.
La biblioteca recibe diariamente entre 8 y 10 visitas de investigadores. Guionistas y productores de documentales y películas han sido los últimos en descubrir el valor del material de este archivo. Esta biblioteca contiene más de 100.000 monografías, 14.500 revistas y diarios, y una muestra de 10.000 carteles.
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