jueves, 27 de julio de 2017

Especulación en la corte de Felipe IV


La Castilla de principios del siglo XVII también vivió su particular espiral de precios, y la consiguiente ola especulativa, con la compraventa de oficios públicos: en 1617, un hombre llegó a pagar 382.352 reales por un puesto de regidor —equivalente a un concejal actual—, cuyo sueldo anual rondaría los 450 reales. Es decir, para rentabilizar esa inversión habría necesitado 850 años de salario.


Esta nueva fiebre por enriquecerse se extendió hace 400 años en ciudades como Valladolid y Zamora. Los reyes de la Casa de los Austria, necesitados de liquidez para sufragar su costoso proyecto de hegemonía mundial, encontraron un lucrativo negocio. Aprovechándose de los bajos tipos de interés, cada vez más personas se endeudaban para comprar títulos con los que acceder a un prestigioso puesto en la Administración, ya fuera escribano (equivalente a los actuales notarios), regidor o procurador en un juzgado, oficios vetados a las mujeres y a los menores de 25 años. Un solo hombre llegó a acumular hasta 27 títulos con un único motivo: la especulación.

El floreciente negocio de la venta de oficios escenificó también una lucha de poder a tres bandas: el monarca, la Corte y los aristócratas. Y sirvió como puerta de entrada para una pujante clase social que accedía a puestos de prestigio sin necesidad de títulos nobiliarios. Tan solo hacía falta dinero. El Antiguo Régimen comenzaba a dar paso a la modernidad.

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