martes, 5 de mayo de 2020

Descarrilamiento cerca de Puente Genil


DESCARRILAMIENTO "La ilustración española y americana"  8 de abril de 1894

Ocurrido en la linea de Córdoba a Málaga el 28 del pasado.

No son oficialmente conocidas las causas del descarrilamiento ocurrido hace pocos días entre Casariche y Puente-Genil, pero sospéchanse. Aseguran todos los que en el tren iban que al salir de la primera de aquellas estaciones comenzó á marchar con extraordinaria rapidez. Así lo cuentan los periódicos, y en nuestro poder tenemos carta de uno de los viajeros, que dice: «A poco de salir de la estación de Casariche observé que marchábamos con una velocidad vertiginosa que ponía pavor en el ánimo», y á esa velocidad atribuyen la desgracia ocurrida, quizás con razón.


«De pronto — dice la persona que nos escribe — Sonaron sucesivamente dos estampidos tremendos, como de dos grandes cañonazos, y quedamos parados. En el mismo carruaje que yo, pero en el departamento de atrás, venía una familia, compuesta de una señora con sus dos hijas (una de siete y otra de cuatro años), un niño de pecho y otra señora, su hermana. Miré hacia donde estaban, y sólo vi un montón de tablas y hierros que llegaban precisamente hasta mi espalda. Convulso y aterrado arrojéme por la portezuela del vagón y encontréme con que no estábamos en la vía, El silencio era espantoso, completamente sepulcral. Pero duró poco. Pasados algunos instantes, oyéronse quejidos, gritos de terror, voces desesperadas de socorro. Los más lastimeros venían de debajo del montón de astillas situado detrás de mi asiento. Una de las mujeres, teniendo en brazos á una de las niñas, exhalaba ayes de dolor que partían el corazón. Corrí en su auxilio, y me dijo la infeliz que su hermana y sus sobrinitos habrían perecido sin duda, y que me confiaba aquella niña. Comencé á pedir auxilio, gritando cuanto podía, y pronto acudieron unos soldados que, como yo, se habían salvado milagrosamente, los cuales sacaron á la madre en mal estado, á la niña mayor muerta, y al niño de pecho con una herida en la cabeza que curamos y vendamos con la mayor solicitud.

Hasta aquel instante yo no me había fijado en el teatro del siniestro. El espectáculo que vieron mis ojos era aterrador. La locomotora, destrozada, vencida por completo hacia un costado, como un corcel herido; el ténder, delante de la máquina, con las ruedas hacia arriba, y encima de ambos varios vagones destrozados, formando una mole siniestra de astillas, planchas rotas y ruedas desfiguradas. Un coche de primera clase estaba encajado en otro de tercera, y los restantes se hallaban fuera de la vía con grandes deterioros. Completaban la trágica escena los rostros lívidos por el espanto, los ojos arrasados en lágrimas, las bocas llenas de imprecaciones y gemidos, siendo la nota más horrible del pavoroso cuadro los cuerpos del fogonero y el maquinista, aplastados y desechos debajo de la locomotora. (Véase nuestro segundo grabado de la pág. 221.)

Los silbidos de la locomotora del tren de socorro que horas después llegó de Puente-Genil sonaban como dolorosos ayes en el silencio de la noche lúgubre.»

La señora á que se refiere nuestro comunicante quedó con ambas piernas fracturadas, y falleció á poco de serle amputadas en Puente-Genil. Los muertos fueron su hija Josefa, el maquinista y el fogonero. La otra hija de aquella infeliz señora ha sido recogida por un pariente. Los cinco heridos y tres contusos restantes fueron curados en Puente-Genil.

G. Reparaz,

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