domingo, 1 de noviembre de 2020

La muerte del bandido Bonnot

Jules Joseph Bonnot fue un anarquista francés, nacio el 14 de octubre de 1876 en Pont-de-Roide y murió el 28 de abril de 1912 a los 35 años en el distrito 4º de París. Era el líder de lo que la prensa llamó la “banda Bonnot”, grupo ilegalista que había incrementado el número de robos y asesinatos entre 1911 y 1912.

En la revista "Mundo Gráfico" del 8 de mayo de 1912 se da cuenta de las circunstancias de su muerte.


En la revista "Mundo Gráfico" del 15 de mayo de 1912 se da cuenta de estos sucesos.

DE RAVACHOL Á BONNOT

No hace de ello más de veinte años, hallábame yo en París, como corresponsal del Heraldo de Madrid, en su primera época, cuando Ravachol apareció en escena como iniciador de los grandes crímenes del terrorismo anarquista. Fué unánime, en la prensa de la gran ciudad, la execración contra él. Apenas si algunos escritores y cronistas do los más avanzados, como Severine y Mirbeau, procuraban descargar sobro las injusticias sociales una gran parte de la responsabilidad de aquel crimen ruidoso; pero aun éstos, en cuanto se descubrió entre los antecedentes de Ravachol algún delito do robo, enmudecieron y casi no osaron pedir misericordia para el héroe. Excusado es decir que los socialistas, que apenas balbuceaban, lo repudiaron con horror.

Ahora, al cabo sólo de veinte años, qué diferente trato se ha dado á Bonnot, á pesar de no ser éste, como Ravachol, un anarquista que había robado alguna vez, sino un ladrón y asesino profesional que se declaraba anarquista, y que como acción revolucionaria quería que se considerasen sus fechorías de apache! Sólo para un año contiene estas hazañas la hoja de servicios de Bonnot y de su banda:

8 de Mayo do 1911.—Tentativa de asesinato del agente Desrmaray, en Charleroi;
12 Agosto de 1911.—Escalo y robo en un domicilio particular de Nancy;
17 Noviembre de 1911.—Asesinato de un individuo, en Chatelet-en-Brie;
16 Diciembre de 1911.—Robo de un automóvil, en Boulogne-sur-Seine;
21 Diciembre de 1911.—Robo y tentativa de asesinato del cobrador Caby, en París;
24 Diciembre de 1911.—Escalo y robo en casa de un armero de París;
31 Diciembre de 1911.—Escalo y robo en la oficina do Correos do Anduze y en un domicilio particular;
3 Enero de 1912.—Dos asesinatos en Thiais; 
10 Enero de 19l2.—Escalo y robo de otro almacén de armas, en París;
26 Enero de 1912.—Robo de un automóvil, en Gand;
31 Enero de 1912.—Escalo y robo en la estación de Orléans y asesinato de un brigadier de gendarmes;
16 Febrero de 1912.—Robo de un automóvil en Beziers;
26 Febrero de 1912.—Robo de un automóvil, en Saint-.Mandé;
27 Febrero de 1912. — Asesinato del agente Garnier, en París;
28 Febrero de 1912.— Escalo y robo en casa de un notario de Pontoise;
24 Marzo de 1912.—Asesinato do un chauffeur y robo del automóvil que conducía, en Montgeron;
25 Marzo de 1912.—Dos asesinatos consumados y uno frustrado, y saqueo de la sucursal de la Société Genérale, en Chantilly, y
24 Abril de 1912.—Asesinato del inspector Mr. Jouin y casi asesinato de uno de los agentes á sus órdenes.

Paréceme que esto es lo que los franceses llaman una vida bien remplie! Pues ha bastado que Bonnot se declarase anarquista, poniendo á la cuenta de sus entusiasmos por la revolución social, esos robos encaminados á proporcionarle recursos en armas ó en dinero, y esos asesinatos cometidos para asegurar aquellos robos ó para diezmar las legiones de la autoridad; ha bastado que todo ello se cubra con el pabellón de un «ideal político», para que las más ardientes simpatías acompañen al héroe hasta más allá de la tumba. Los anarquistas han reclamado para sí la gloria de semejante correligionario; los socialistas más meticulosos se prestan á reconocer que era un monstruo, pero á condición de que no se lo crea más espantable que los agentes de seguridad con mano dura en los motines populares, y en la prensa burguesa se ha desbordado la sátira contra la policía por los esfuerzos que hubiera de hacer por apoderarse del apache. ¡Si algún inofensivo periódico de París ha llegado á ennoblecer á Bonnot ante los ojos del vulgo romántico, relatando bajo el título de -«Uno contra ocho mil», el encuentro en que sucumbiera el criminal, como si sólo aquel hubiera defendido el garage en que se refugiara y como si hubieran sido ocho mil los asaltantes de la improvisada fortaleza! Al leer las cosas publicadas respecto de Bonnot en la prensa parisiense, ¿cómo no sentirnos un poco vengados de los improperios con que la musa francesa ha puesto en solfa á nuestro pueblo por los romances enaltecedores de bandidos menos crueles que Bonnot, aunque no anarquistas profesionales?

¿Qué ha ocurrido en el transcurso de estos veinte años para que de tal manera se baya debilitado la sensibilidad ética de la sociedad, en forma de que se mirase con horror á Ravachol, aun por sus afines, porque había cometido un robo, y se mire con simpatía á Bonnot, aun por los más extraños á él, porque invoca el ideal anarquista como explicación de una vida tejida de toda suerte de crímenes? ¿Es que se han agudizado de tal modo aquellas «injusticias sociales» que tímidamente invocaban en 1892, Severine y Mirbeau, que se explique por ello este relajamiento do toda disciplina de solidaridad social, merced al cual es posible el enaltecimiento de semejantes criminales? ¿Es que el predominio de ideas y pensamientos antiliberales, en el Poder publico, lo ha traído á una odiosidad tal, que se justifique por ella el fenómeno?

No. Una revolución cruenta no habría producido en Francia transformación más honda, por ese aspecto, que la que evolutivamente se ha operado allí en esos veinte años. Entre la República conservadora y católica de 1892 y la República radical y laica de 1912, media una distancia enorme. Entonces, y en el estado mayor de la política republicana, representaban Floquet y Bourgeois el extremo radicalismo; hoy, entre los gobernantes, pasan por los más conservadores 
Briand y Clemenceau. A la política predominante, que se llamaba del esprit nouveau, política de cordialidad mas que de tolerancia con las derechas, ha sustituido, en el predominio, la política del bloque y de la cordialidad con las extremas izquierdas. Por obra de este bloque se han suprimido las Congregaciones religiosas; se ha separado al Estado de la Iglesia, incautándose aquél de los bienes de ésta; se ha neutralizado la escuela, hasta convertirla en enemigo nato de la Iglesia; se han echado mil frenos al capital en sus relaciones con el trabajo; se han recargado enormemente los gastos del presupuesto para funciones de asistencia social, y el Poder público, sobre todo, se ha encogido de tal manera, que la libertad para todas las propagandas ha llegado á extremos que en 1892 habrían parecido inverosímiles. Merced á todo ello, el proletariado, que como tal no tenía entonces ni una sola voz ni un solo voto en el Parlamento de Francia, tiene hoy, en la Cámara, al pie de ochenta representantes; ha sido, durante largas temporadas, el arbitro do la vida pública, y es, á toda hora, principalísimo factor en la conducta de la República. Entonces, el socialismo era una extrema izquierda; hoy, el socialismo es casi la extrema derecha de la revolución en marcha...

No puede, pues, imputarse á ideas ni á procedimientos reaccionarios ni siquiera á una defensiva enérgica por parte de la sociedad, en su representación siquiera del Estado, aquel fenómeno de anarquización notoria..., á no ser que convengamos en que no es anárquico el hecho de que, en las luchas entre la autoridad y los criminales, se pronuncie por éstos la simpatía de las gentes, en una ó en otra forma. Si tal conviniéramos, es evidente que se simplificaría mucho la cuestión.

SALVADOR CANALS





Desde noviembre de 1911 hasta mayo de 1912 la prensa siguió con gran interés las fechorías y luego la sangrienta detención de un grupo de criminales reunidos en torno a la figura de Jules Bonnot. Desafiando a las autoridades y sin dudar en matar a representantes de la policía, la “ banda Bonnot ” se ha mantenido famosa por haber utilizado por primera vez el automóvil durante sus operaciones criminales.

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