El 14 de marzo de 2008 el Virolai acompañó a los presentes en el funeral del exabad de Montserrat, Cassià Maria Just. La ceremonia oficiada por Josep Maria Soler, en esos momentos abad, contó con la presencia de los tres presidentes de la Generalitat, Jordi Pujol, Pasqual Maragall y José Montilla, acompañado por el vicepresidente, Josep-Lluís Carod-Rovira y otros seis consellers.
Francesc Baltasar, conseller de Medi Ambient, que entonces militaba en Iniciativa per Catalunya, también presente en el funeral, comentó posteriormente que a pesar de ser agnóstico, le había pedido a la Moreneta que hiciera llover para paliar la sequía que padecía Catalunya.
La sequía
Aquella sequía del 2008 duró tres años, del 2007 al 2009 y obligó a tomar medidas para reducir el consumo en un 20% sobre los valores habituales, cuando el volumen embalado llegó a bajar hasta los 100 hectómetros cúbicos.
El 16 de abril de 2007 entró en vigor el decreto de sequía, un periodo que se prolongó hasta el mes de enero de 2009, cuando la última cuenca que estaba en excepcionalidad, la del río Muga, salía de este escenario después de intensas lluvias que recargaron el embalse de Darnius Boadella.
Durante este periodo, que encadenó más de 17 meses sin lluvias cuantiosas en las cabeceras de los ríos, y que mostró un lento pero constante descenso de las reservas embalsadas, llegó a su punto más crítico el 31 de marzo de 2008, cuando los embalses del Ter Llobregat bordearon el 20% de su capacidad, acercándose la sombra de los cortes de suministro a la ciudadanía. Afortunadamente, la lluvia hizo acto de presencia e incrementó las reservas de los embalses, dejando atrás una situación angustiosa.
La intercesión de la Virgen de Montserrat
El 27 de mayo de 2008 la Generalitat decidió mantener la situación de excepcionalidad con motivo de la sequía, a pesar de las últimas lluvias y del recurso ante el TC del Gobierno de Aragón contra el trasvase de agua del Ebro a Barcelona. En aquel momento la situación de los embalses de las cuencas internas, es decir, las que gestionaba el Govern, estaban entre un 11 y un 12% por encima de la cifra del año anterior en esas mismas fechas, momento en que se adoptaron las medidas de excepción.
En el conjunto de España las abundantes precipitaciones que se registraron durante esa semana hicieron aumentar el agua acumulada en el conjunto de los embalses peninsulares, especialmente en los de Cataluña, cuya reserva hidráulica se incrementó en más de un 6 por ciento.
La reserva total subió 1,1 puntos para situarse en 31.868 hectómetros cúbicos (el 58,3 por ciento del total), aunque aún estaba alejada de los niveles de hacía un año, cuando los embalses se encontraban al 65,4 por ciento de su capacidad.
La reserva media estatal de los cinco últimos años era del 67,2 por ciento y la del decenio del 68,6 por ciento. A pesar del incremento del 6,1 por ciento que habian experimentado los embalses de las cuencas internas catalanas, su situación seguía siendo deficitaria pues se encuentraban al 36,1 por ciento de su capacidad, 16,5 puntos por debajo del nivel del año anterior por esas fechas, que estaban al 52,6 por ciento.
Las cuencas del Segura y del Júcar eran las más precarias, a pesar de que la segunda mejoró ligeramente su reserva de agua en cinco décimas hasta situarse al 25,2 por ciento de su capacidad, mientras que la primera se mantenía estable en el 20,5 por ciento.
Por debajo del 50 por ciento de su capacidad total se encontraban también los embalses de la cuenca mediterránea andaluza (30,5 por ciento); los de la cuenca atlántica andaluza (42,3 por ciento) y los del Guadalquivir (45,6 por ciento).
Las precipitaciones de aquella semana fueron abundantes en toda la península (24,9 litros por metro cuadrado) y la máxima se registró en Navacerrada (Madrid), donde se recogieron 78 litros por metro cuadrado.
Llovió más en la vertiente atlántica (28,1 litros por metro cuadrado) que en la mediterránea (20,2 litros por metro cuadrado), unos registros por encima de la media en ambos casos.
Así, las fuertes precipitaciones de esos días provocaron la crecida del río Ebro a su paso por Miravet, donde durante la madrugada se inundó el barrio antiguo de la población.
Las fuertes lluvias obligaron a que algunos embalses tuvieran que abrir las compuertas para desembalsar agua, debido a la crecida del Ebro.
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