martes, 31 de enero de 2023

Después ya será tarde, ¿Cuando, donde, o para quien?

En muchas circunstancias de la vida nos vemos obligados a regatear con las huestes de Tychê, jugándonos a la ruleta rusa nuestro destino. En estas lides, muchas son las veces en las que ellos nos recuerdan aquello de que: después ya será tarde... Tarde para nosotros, si no hacemos aquello que amablemente nos proponen, o para la humanidad, o para el planeta... Normalmente no se atreven a enredar en estos asuntos al Universo entero, y ello, claro, es un alivio.


El 31 de diciembre del año 192, Lucio Aurelio Cómodo, mientras Narciso le estrangulaba en la bañera, debió pensar que era cierto, si, ya era demasiado tarde para ponerse a salvo, después de haber tenido que vomitar ese mismo día la comida envenenada que le sirvió su concubina Marcia. La comodidad del emperador le trajo la muerte, ya era muy tarde para pensar en ello... Era tarde para Cómodo pero no para su sucesor, Pertinax, pero eso es ya otra historia.

Pues eso, que cuando es ya muy tarde para aquellos que se van, no lo es tanto para los que se quedan, y de ello se aprovechan, y si son hábiles o fuertes prosperan.

Hace poco más de un siglo, el 13 de mayo de 1917, a Francisco Marto, de 9 años, y a su hermana Jacinta, de 7, se les apareció la Virgen María, a quien describieron como una figura que brillaba como el sol y era de una inmensa belleza. Ella les transmitió tres profecías, aunque hubo que esperar hasta agosto de 1941 para conocer las dos primeras. En la segunda profecía la virgen les comunicaba:

La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor.

Dios va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.

Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

Parece ser que en este asunto también se hizo tarde, mucho se debió de ofender a Dios, pues la guerra purificadora se llevo a unos 50 millones de almas, cifra redonda como las de las cuentas del Gran Capitán. Por lo que hace a Rusia, al final parece que se ha convertido, pero siguiendo el rito ortodoxo.

El 22 de abril de 2019 Greta Thunberg se dirigió a miles de jóvenes concentrados en la céntrica Piazza del Popolo de Roma para advertirles:

No podemos esperar a que gente como yo crezca y seamos los que estemos a cargo de todo; hay que actuar ahora.

Cuando yo pueda ser política, ya será tarde para actuar.

En este caso la duda no existe, y por tanto, la posibilidad de equivocarse tampoco. Si, o si, será tarde para que Greta Thunberg crezca, se convierta en representante política y cambie el destino climático del planeta con su contribución a una legislación purificadora.

Cuando esto escribo a mis 62 años de edad, yo y Greta Thunberg con sus 19 años aun seguimos vivos sobre la superficie del planeta, y por tanto, para nosotros dos, en tanto que seres vivos, aun no se ha hecho tarde. No fue así para todos aquellos que a lo largo de los siglos han muerto violentamente en conflictos diversos, por haberles tocado el papel de esclavos maltratados, soldados vencedores en victorias pírricas, náufragos en pateras, combatientes de ambos bandos en Ucrania, etc. etc. Y eso hoy y ayer y mañana.

A mi personalmente se me ha pasado el arroz para hacer muchas cosas, como escalar el Annapurna o participar en las olimpiadas, pero no para hacer muchas otras cosas. Pero este es mi caso y no pretendo decirle a nadie que ya llegamos tarde para tal o cual cosa, pues siempre he preferido pensar en cuantas cosas se pueden hacer, aunque que se hagan depende de tantas cosas: voluntades, medios y costes de oportunidad.

El clima cambia, lo ha hecho siempre. En estos momentos ¿Lo hemos cambiado nosotros? En parte, parece que si. Pero que cosa más absurda pretender que el clima no cambie. Si decidimos descarbonizar, descarbonicemos. Si tememos al aumento de la temperatura del planeta hagámoslo. Más aun si los costes económicos para el mantenimiento del bienestar de la parte de la población mundial más rica aumentan considerablemente. Pero no nos engañemos, por egoísmo y por nosotros, no por el resto de la población del que nos aprovechamos económicamente, ni por el medio ambiente ni el planeta. El planeta estuvo mucho tiempo sin plantas ni bichos y puede prescindir de nosotros. Somos nosotros los que no podemos prescindir del planeta. Para algunos de nosotros puede que para mantener nuestro nivel de bienestar sea demasiado tarde, para otros no, y no digamos para aquellos que ocupan la base de la pirámide económica del planeta. 


























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