¿Cómo se encuentra Javier Milei tras casi 11 meses en el cargo?
El presidente argentino Javier Milei, que se define como “anarcocapitalista" e inició su mandato sin experiencia gubernamental, pero está llevando a cabo uno de los experimentos económicos más audaces del mundo, asesorado por su hermana, sus mastines ingleses y un gurú de las redes sociales.
El futuro de 46 millones de personas en un país que es uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo está en sus manos. Los fondos de alto riesgo lo aclaman como un faro del capitalismo, mientras que los militantes de izquierda lo consideran un ejemplo repugnante de la extrema derecha global.
¿Que resultados está obteniendo el poco convencional presidente argentino después de casi 11 meses en el cargo? ¿Podrá transformar un país que es sinónimo de crisis económica en una historia de éxito?
La inflación, la principal prioridad de Milei y el eterno problema de Argentina, ha bajado del 25,5 por ciento mensual cuando asumió el cargo en diciembre pasado al 3,5 por ciento en septiembre, aunque los precios todavía se han más que duplicado desde principios de año.
Milei ha cumplido su promesa de campaña frenando las inversiones, reduciendo los sueldos de los empleados públicos y subiendo las pensiones en menor cuantía que la inflación.
Las finanzas del gobierno registraron un saldo positivo del 0,3% del PIB en los primeros ocho meses de este año, en comparación con un déficit del 4,6% a fines de 2023. Un funcionario financiero internacional lo describe como “el ajuste fiscal más drástico jamás visto en una economía en tiempos de paz”.
Pero la austeridad ha profundizado una recesión que comenzó el año pasado, y el FMI predice que la economía se contraerá un 3,5% en 2024. Si bien hay algunas señales de que la actividad económica ha tocado fondo (creció un 1,7% intermensual en julio según los últimos datos del gobierno), el gasto de consumo, la industria y la construcción siguen profundamente deprimidos en comparación con 2023. El número de argentinos en situación de pobreza ha aumentado al 53%, el mayor en 20 años. El desempleo en el segundo trimestre de este año se situó 1,4 puntos porcentuales por encima del mismo trimestre del año pasado.
Milei cree que lo peor ya ha pasado y opina que más del 80 por ciento de los indicadores económicos han dado positivo y que los salarios reales han estado creciendo durante los últimos cuatro meses. En su análisis se están sentando las bases para un fuerte crecimiento.
Los economistas, diplomáticos y encuestadores no están tan seguros y aunque elogian los logros de Milei en circunstancias extraordinariamente difíciles, señalan los grandes riesgos que persisten.
En opinión de Alfonso Prat-Gay, ministro de Finanzas entre 2015 y 2016 en el gobierno de centroderecha de Mauricio Macri, el punto de partida fue terrible, pero el gobierno es demasiado triunfalista. Es admirable lo que Milei logró en el aspecto fiscal este año, pero hay una gran duda sobre su sostenibilidad.
Se está recuperando cierta confianza. La brecha entre el dólar en el mercado negro y el tipo de cambio oficial —un barómetro de la confianza que se sigue de cerca— se ha reducido a poco menos del 20% este mes, desde niveles tan altos como el 60% en enero.
La mayoría de los inversores extranjeros quieren ver cuán duradero resulta el experimento de Milei antes de decidirse a invertir y financiar. La industria nacional se ve presionada por la creciente fortaleza del peso, lo que también dificulta que el gobierno ahorre los dólares que necesita para pagar la deuda.
Argentina también sufre una considerable presión financiera externa, con más de 14.000 millones de dólares de pagos de deuda que vencen el próximo año y sin posibilidad de obtener préstamos de efectivo fresco en los mercados internacionales hasta que la economía esté más fuerte.
Por otra parte el gobierno se apoya en una frágil base legislativa. Con sólo una pequeña minoría de escaños en el Congreso y ningún gobernador estatal, Milei apuesta a que puede gobernar por decreto y obtener suficientes votos del bloque de parlamentarios de Macri para vetar leyes que aumenten el gasto. Espera conseguir muchos más diputados en las elecciones de mitad de mandato de octubre próximo.
La popularidad de Milei ha caído desde que asumió el cargo, pero su índice de aprobación, de alrededor del 44 por ciento, se mantiene bien para un líder que preside en medio de duras medidas de austeridad. En un país con una larga tradición de grandes y ruidosas protestas callejeras, la relativa falta de manifestaciones masivas hasta ahora ha sido sorprendente.
“El gobierno está teniendo éxito en algunas áreas”, admite Héctor Daer, líder del poderoso sindicato de trabajadores de la salud, en una calle más tranquila de lo esperado. “La gente quiere que se resuelvan sus problemas y no quiere ser protagonista de las protestas por miedo a perder su trabajo”.
Esto podría cambiar: el veto de Milei a un proyecto de ley que restablecía los aumentos inflacionarios para los presupuestos universitarios llevó a unas 250.000 personas a las calles a principios de este mes, uniendo a la izquierda y al centro-derecha.
Pero, por ahora, una de las mayores ventajas de Milei es la falta de alternativas. “La gente que votó por él dice: ‘Que siga el loco’”, dice el analista político y consultor Sergio Berenzstein. “En última instancia, su éxito se definirá por la velocidad y la percepción de la recuperación económica”.
El movimiento peronista argentino, que ha dominado el gobierno durante los últimos 40 años, está en una situación delicada después de dejarle la economía a Milei en un estado lamentable y sufriendo una serie de escándalos de corrupción.
Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires y el funcionario electo más poderoso del peronismo, acusa a Milei de engañar a los votantes. “Pensaban que los recortes de gastos eran para los miembros de la élite, no para ellos”, dice. Pero cuando se le pregunta por el mensaje actual de los peronistas, es más vago y habla de los valores nacionalistas del movimiento y de la necesidad de crear consenso en torno al valor del Estado.
La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, todavía la figura mas representativa de la izquierda argentina, anunció su intención de regresar a la presidencia del partido peronista en lo que se considera un intento de estampar su marca de socialismo populista en el movimiento antes de las elecciones de mitad de período del próximo año.
Pero “Cristina”, como se la conoce universalmente, está luchando contra una serie de casos judiciales por acusaciones de corrupción y es una figura casi tan polarizadora como Milei, por lo que no está claro hasta qué punto su regreso ayudará a la izquierda.
Martín Lousteau, dirigente del centrista Partido Radical, compara a los argentinos que se enfrentan a una elección entre Milei y los peronistas con los sufridos pasajeros de un vuelo de 12 horas de Buenos Aires a Madrid a los que se les ofrece elegir entre pollo y pasta.
“Las últimas cinco veces el pollo me ha intoxicado, así que voy a pedir pasta”, dice. “Cuando llegue la pasta, va a ser horrible, a nadie le gusta… pero no hay nada más para comer y faltan 10 horas para aterrizar. Y entonces sale Cristina y me dice: ‘Tengo pollo para ti’”.
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