sábado, 24 de noviembre de 2007

El Pantelégrafo de Caselli

En “El Mundo Físico“ de Amadeo Guillemin editado por Montaner y Simón en 1883, se informa de un aparato telegráfico utilizado para transmitir imágenes. Se trata del pantelégrafo del sistema Caselli.

La idea de utilizar las propiedades electrolíticas de la corriente eléctrica para transmitir signos se había intentado llevar a la práctica desde comienzos del siglo XIX. A ello dedicaron esfuerzos muchos científicos, técnicos e inventores. Soemmering en su telégrafo usaba el desprendimiento de burbujas de hidrógeno para marcar las señales. En 1839 E. Davy también utilizó las reacciones electroquímicas para imprimir los signos en una hoja de papel ó en una tela convenientemente preparada. Doce años después, Bain construía su telégrafo impresor, basado en la propiedad que tiene la corriente eléctrica de descomponer el cianuro de potasio produciendo un compuesto químico de color, el azul de Prusia, que se deposita en el papel del receptor siempre que pasa la corriente.

A partir de estos telégrafos se han desarrollado otros impresores de nuevo género, como el pantelégrafo de Caselli, en los que ya no se trata solamente de trasmitir signos, que como los aparatos escritores, dejan rastro del despacho, ó de que los reproduzcan é impriman en caracteres alfabéticos, sino que el problema propuesto y resuelto con asombroso ingenio, consistía en obtener en la estación recibidora la reproducción fiel, el verdadero facsímile del carácter de letra del despacho, y hasta dibujos, mapas, planos y retratos, en una palabra, un verdadero autógrafo que el destinatario recibe del expedidor, de modo que aquél posea en caso necesario un documento auténtico.

La base del funcionamiento del pantelégrafo de Caselli se muestra en la figura Fig. - 305, representada anteriormente. En dos estaciones telegráficas se disponen dos placas de cobre M y R en comunicación con tierra T. Sobre la placa M de la estación expedidora se coloca una hoja de papel metalizado sobre la que se ha escrito el texto, o hecho el dibujo, con tinta grasa aisladora. En la placa R de la estación receptora se pona una hoja de papel, impregnada previamente de cianuro amarillo de potasio y de hierro.

La pila de la estación expedidora esta unida a dos estiletes de hierro S1 y S2, el primero en la propia estación y el segundo en la estación receptora, a través del el hilo de línea L. Estos dos estiletes pueden moverse describiendo sincrónicamente y con igual velocidad líneas paralelas muy juntas en las dos hojas de papel. En virtud de otro movimiento se van corriendo las hojas de papel á medida que quedan trazadas las líneas de que hablamos, de modo que si el estilete S1 recorre totalmente en la placa M la superficie del papel en que está escrito el despacho, el estilete S2 recorrerá precisamente en el mismo espacio de tiempo una superficie igual en el papel químico de la placa de la estación de destino R.

Siempre que el estilete S1 toca la parte metálica ó conductora del despacho, la corriente de la pila pasa por el circuito A B C D, que ofrece á la electricidad mucha menos resistencia que el hilo de línea L, cuya longitud es considerable. La corriente va a parar a tierra en la estación expedidora, y como no entra en el aparato receptor, éste no escribe nada.

Pero si el estilete S1 toca las partes aisladoras, es decir, si pasa por los trazos mismos del escrito, ó del dibujo del despacho, la corriente no pasará por A B C D y habrá de hacerlo por la línea L, yendo a parar al estilete S2 del receptor. Esta corriente influye químicamente en el punto de la hoja impregnada de cianuro por el que pasa la corriente para ir á tierra, y esta sustancia se descompone, resultando azul de Prusia que queda marcado en el papel.

Fig.- 307

Esta impresión se reproduce siempre que el estilete del manipulador encuentra partes señaladas con tinta aisladora, y el número de trazos, y su longitud en cada línea recorrida sincrónicamente por los dos estiletes serán tan iguales en la estación de partida como en la de llegada. Por consiguiente el despacho resultará reproducido idénticamente en el papel cianurado en trazos azules.

La única diferencia con el original consistirá en que no estando absolutamente en contacto las líneas sucesivas trazadas por los estiletes, los trazos del despacho reproducido no serán rigurosamente continuos. La figura 306 da una idea exacta de esta diferencia, pero se ve que no se altera en modo alguno la forma general del despacho primitivo, y que el aparato de este sistema puede llamarse con razón telégrafo autográfico.

El motor del pantelégrafo de Caselli es un péndulo cuya varilla metálica, de 2 metros de longitud, pende de una sólida armazón de hierro, lastrada con una masa rectangular de hierro de 8 kilogramos.

En la parte media de la varilla se articulan dos bielas que comunican el movimiento oscilatorio del péndulo, por una parte al aparato trasmisor, y por otra al receptor. Como estos dos aparatos funcionan separadamente, una de las bielas se desprende cuando la otra recibe su movimiento de vaivén, siendo esta biela la que produce el del estilete en la superficie del trasmisor, donde está colocado el despacho.

La biela está articulada con la palanca que lleva el estilo, haciéndola describir en sus oscilaciones sucesivas, así como al estilete, una serie de arcos de círculo paralelos entre sí y á la superficie cilindrica de metal en la cual está sujeto el papel metalizado del despacho (figura 307). Cuando el péndulo hace una oscilación completa, el estilete cursor se mueve de izquierda á derecha y recorre el despacho en toda su anchura. Al final del movimiento, el cursor tropieza con una pieza metálica y el choque vuelve la pieza que lleva el estilete, de suerte que éste se levanta y se aparta del papel mientras dura la oscilación siguiente, así pues, el aparato no funciona sino durante una media oscilación del péndulo.

El motivo de esta disposición consiste en haber demostrado la experiencia que no habia identidad entre los efectos producidos por las oscilaciones de sentido contrario; mas el aparato trasmisor es doble para utilizar estas oscilaciones, sólo que los mecanismos están invertidos sucediendo lo propio en los receptores. De aquí resulta que no se pierde tiempo alguno, y que se pueden trasmitir y recibir dos despachos simultáneamente.

Para que el pantelégrafo Caselli funcione bien, es condición indispensable que haya sincronismo perfecto entre los movimientos del péndulo de la estación de partida y los del de la estación de llegada. Y no tan sólo deben ser isócronas sus oscilaciones, sino que sus amplitudes han de ser enteramente iguales, para que los estiletes se muevan simultáneamente en las dos estaciones y estén animados en el mismo instante de velocidades también iguales.

En cada uno de los extremos del arco que describe la masa del péndulo hay un electro-iman situado en el sentido del arco, con sus armaduras en frente de la masa de hierro, cuando esta llega al término de cada oscilación, sea á la derecha ó sea á la izquierda. En este momento, una corriente emitida por un cronómetro regulador,—el que se ve á la izquierda y en la parte superior de la figura 307—anima el electro-iman y su armadura, que atrae la masa del péndulo, la mantiene inmóvil un instante, y por consiguiente hace que cada oscilación sea de la misma amplitud.

La interrupción de la corriente se efectúa por el movimiento mismo del péndulo del cronómetro que, á cada doble oscilación, separa un pequeño muelle y abre el circuito. El conmutador, cuya función consiste en dar paso á la corriente é interceptarla, recibe á su vez su movimiento de una pieza articulada á frotamiento duro en la varilla del péndulo. Vese pues que el sincronismo de los dos péndulos en ambas estaciones depende de la concordancia de los movimientos de los péndulos cronométricos que acompañan á los primeros. Estos cronómetros reguladores, cuyos péndulos marchan con doble velocidad que los del pantelégrafo, se regulan separadamente con toda la exactitud apetecible, exactitud que facilitan los mecanismos de relojería que los componen.

El papel cianurado en que se imprimen los despachos debe estar cuidadosamente preparado, y conservado á un grado de humedad conveniente. Hasta la calidad del papel tiene su importancia. Las hojas metalizadas que sirven para escribir los despachos con una tinta especial son hojas de papel blanco, plateadas esmeradamente en la prensa y con anchos márgenes. Tienen tres rayas: una sirve de punto de partida para la marcha del estilete cursor, y las otras dos marcan los límites del despacho.

Por lo demás, no hay nada tan sencillo como el modo de funcionar del pantelégrafo. Colócase el despacho escrito sobre la superficie del cilindro trasmisor. El empleado de la estación da la señal de aviso con el timbre ó por cualquier otro medio, y en seguida pone en marcha el péndulo. La trasmisión del despacho es automática, sin que el empleado tenga que efectuar manipulación alguna, y por consiguiente sin necesidad de adquirir conocimientos especiales. Como se pueden trasmitir simultáneamente dos despachos, y por otra parte no hay inconveniente en que se use un sistema de escritura abreviado, por ejemplo la estenografía, la trasmisión puede ser muy rápida.

«Los largos péndulos del telégrafo Caselli, dice M. Quet, efectúan por lo regular cuarenta oscilaciones por minuto, y los estiletes trazan cuarenta rayas separadas entre sí 1/3 de milímetro. Así pues, las rayas extremas trazadas en un minuto por los estiletes distan una de otra 13 milímetros, y en 20 minutos, 260. Como se da á las rayas 11 centímetros de longitud, resulta que el aparato Caselli reproduce en veinte minutos el facsímile del escrito, de los retratos ó de los dibujos trazados en una hoja metalizada de 11 centímetros de ancho por 26 de largo. Para que la reproducción salga con limpieza es menester que el carácter de letra sea algo grande y muy legible.»

En 1865 se abrió al servicio público la línea de París á Lyon y Marsella para la trasmisión de despachos con este sistema maravilloso, hoy día desechado por su poco uso. «Si no se ha generalizado su uso, dice con razón M. Bontemps, consiste en que en cierto modo no es indispensable para las necesidades comunes, pues el público no da al parecer gran importancia á la reproducción autográfica de los escritos. Por lo que respecta á la trasmisión telegráfica de dibujos ó de cualesquiera figuras, debe considerarse como un caso puramente excepcional.

El aparato Caselli se presta á muchas combinaciones: mencionaremos solamente, como experimento curioso, la reproducción telegráfica de un dibujo de varios colores. El punzón de hierro animado por la corriente da con el cianuro de potasio una tinta azul. Cuando se le sustituye con un punzón de cobre, resulta una tinta roja, obteniéndose con otros metales y otras disoluciones colores diferentes. Así pues, si en la estación de partida se descompone el dibujo en muchas hojas en cada una de las cuales se hayan trazado las partes correspondientes á un color determinado, y si en la de llegada se reciben las trasmisiones sucesivas en un mismo papel, cuidando de usar para cada una de ellas el punzón y la disolución convenientes, se reproduce el dibujo de muchos colores.»

En los años 30 del siglo XX se utilizaban sistemas más modernos para transmitir imágenes, lo que se conocía como telefotografía.

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