En octubre de 1980 construimos un pequeño cohete de propergol bombón (azucar y clorato potásico). El cuerpo y las aletas se fabricaron con hojalata solapada y soldada por resistencia, con un electrodo de carbón obtenido de una pila de teléfonos, conectado a la pinza de la máquina de soldar eléctrica.
El resultado no fue todo lo satisfactorio que cabría desear. El cohete no se movió del suelo. Una de las razones, sin duda, fue el sistema para preparar el combustible. Los dos componentes se pulverizaron y mezclaron en un molinillo eléctrico de café, pero para moldearlo e introducirlo en el cuerpo del cohete se hizo una pasta con agua y se dejó secar, pero sin duda quedó mucha humedad que después se debió vaporizar a expensas del calor de la combustión. Otro motivo pudiera haber sido el que el cuerpo del cohete se hubiese deformado bajo la presión de los gases, encajándose con fuerza entre las tres varillas metálicas del lanzador.
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