Lanzado el 4 de octubre de 1957 por la Unión Soviética, el Sputnik 1 fue el primer satélite artificial de la historia. (El pasado octubre se celebró el 50 aniversario del lanzamiento)
El Sputnik-1 era una esfera de aluminio de 58 centímetros de diámetro de la que salían cuatro antenas conectadas a varios tranmisores. Su peso total era de 83 kg, y fue diseñado con propósitos de exploración científica, (En el marco de la carrera espacial en pugna frente a los norteamericanos) permitiendo conocer mejor la composición de las capas superiores de la atmósfera terrestre.
El lanzamiento se realizó desde el Cosmódromo de Baikonur, en Kazajstán, mediante una versión modificada del R-7 Semyorka, un cohete balístico intercontinental que estaba impulsado por veinte motores (cuatro para cada uno de los cuatro cohetes de primera fase y los cuatro restantes para el vehículo principal).
El Cohete R-7 antes del lanzamiento.
“Preparamos el lanzamiento del Sputnik sin muchas esperanzas. En aquella época, nuestro objetivo primordial era la puesta a punto de un misil de combate“, recuerda el constructor Boris Chertok, uno de los creadores de los primeros cohetes soviéticos R7 y colaborador de Serguei Korolev, padre del programa espacial soviético.
Después de los tres accidentes sufridos por el misil R7, luego convertido en cohete, Korolev propuso otro proyecto: un satélite artificial. Puesto que la URSS intentaba ya construir un aparato que estudiara la atmósfera y el espacio, Korolev tuvo la idea de fabricar un satélite simplificado, con “dos hemisferios, un transmisor de radio, antenas y un sistema de alimentación“, según cuenta Chertok.
Temiendo que los estadounidenses lanzaran un satélite el 5 de octubre con motivo de una conferencia internacional, Korolev decidió acelerar los trabajos. El 4 de octubre el Sputnik fue puesto en órbita y comenzó a emitir su famoso “bip bip“. Un logro que en la Unión Soviética simbolizaba, más que la rivalidad con EEUU, el optimismo que sucedió a la muerte del presidente Josef Stalin en 1953.
Aunque el lanzamiento apenas ocupó unas discretas líneas en el Pravda, la prensa occidental pronto se hizo eco del potencial propagandístico y de la amenaza militar que suponía el Sputnik.
Tras agotar sus baterías, el Sputnik-1 se desintegró al reentrar en las capas densas de la atmósfera, el día 4 de enero de 1958. Durante 92 días había dado 1.367 vueltas a la Tierra, a una velocidad media de casi 8 kilómetros por segundo.
EEUU, por su lado, no tardó en ponerse manos a la obra, sobre todo al ver que la URSS lanzaba un mes más tarde al espacio el primer ser vivo a bordo del Sputnik 2: la perrita Laika.
En aquel tiempo se hizo popular en España el nombre de Laika para una perra. El alcalde de mi pueblo, que además ejercía el oficio de carrero, y no creo que fuese un especial admirador de la Unión Soviética, tenía una perra llamada Laika.
Ahora que Rusia conmemora el 50 aniversario del lanzamiento del primer satélite artificial al espacio, hay un cierto clima de optimismo entre sus científicos, según el experto Igor Lysov. Para el año 2008 el presupuesto estatal para proyectos espaciales es de unos 1.000 millones de euros. “Es 11 veces menos que la financiación de la NASA, pero 10 veces más que el presupuesto del programa espacial ruso de hace una década“.
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