Sotero Barrón Rodríguez era uno de los tres hijos de Sotero Barrón Llorente y Luisa Rodríguez Benavente y desde pequeño, al igual que sus hermanos, recibió educación musical. Con el tiempo llegó a ser un gran violinista, pero su vida licenciosa le llevó por el mal camino hacia una muerte trágica y prematura. Posiblemente nació en Barcelona en 1902.
El 26 de junio de 1919 Sotero tocó la Reverie, de Schumann, y el Madrigal, de Simonetti, en la misa de velaciones de la boda de Mercedes Montero y el aristócrata Fernando Mata y Blanco-González, de la que fueron padrinos los reyes, representados por el padre de la novia y la madre del novio. Sotero acompañaba al aristócrata Alberto Peyrona, pariente de la novia, que interpretó al violoncello, la Berceuse, de Dunkler, y algunas Romanzas, de Goens, con acompañamiento de órgano.
El 18 de mayo de 1920, en el Conservatorio
de Madrid, los alumnos de la clase de música de cámara dirigida por Rogelio
Villar, realizaron un ejercicio escolar en el que interpretaron las Sonatas en
fa mayor de Mozart, en sol mayor de Beethoven y la de César Franck. Tres
parejas de artistas violinistas y pianistas, fueron los intérpretes. En la
primera obra Senén F. López y Luisa Stauffer, en la segunda, Sotero Barrón y
Manuel Cerdeiriña, y en la última José Alcolea y Luis Prieto.
El 22 de noviembre de 1920 con motivo de la festividad de
Santa Cecilia, se celebró en el Real Conservatorio de Música y Declamación la
solemne distribución de premios obtenidos por los alumnos de esa promoción. El
acto fue presidido por el también violinista, compositor y director de orquesta
Tomás Bretón, que por aquel entonces era el director del Conservatorio, al que
acompañaban los profesores Antonio Fernández Bordas, Pascual Fañanás y Juan
Comba. El acto dio comienzo con la ejecución por los alumnos del Conjunto
instrumental de la marcha militar francesa de la Suite Algeríenne. La Primera
clase de violín y premio extraordinario Pablo de Sarasate, con una dotación
económica de 2.000 pesetas fue para Senén Federico y el Primer premio de violín
y premio ordinario Pablo de Sarasate le correspondió a Sotero Barrón Rodríguez.
Siendo discípulo de violín de Antonio Fernández Bordas, permaneció largas temporadas
en París, ampliando estudios.
El 15 de mayo de 1922, en el Centro de Galicia de Madrid,
situado en la Plaza del Príncipe Alfonso, se realizó un concierto en honor del
tenor José de Luna, en el que participaron Sotero Barrón al violín y Manuel
Cerdeiriña al piano, tocando la Sonata número 10 de Mozart. A continuación,
actuó José de Luna. El 29 de junio de 1922 Sotero Barrón tocó durante la misa
que se celebró en la catedral de Santiago de Compostela, acompañado al órgano.
En el verano de 1922 actuó como primer violín en el Teatro Kursaal de
san Sebastián con la orquesta de Bartolomé Pérez Casas.
El 10 de noviembre de
1922 se encontraba Sotero Barrón en Santiago de Compostela, a sus 20 años de
edad, contratado por la Empresa Fraga para tomar parte como concertino
en la orquesta que actuaba en el Teatro Principal de la ciudad, al lado
del pianista Ángel Brage, y allí permanecieron hasta final de año. El programa
incluía los más bonitos bailables modernos, junto a obras de concierto.
En los años veinte, la empresa Fraga gestionaba la mayor parte
de las salas estables de Galicia y, algo más tarde, sería una de las más
importantes de España, fijando su sede en Madrid. En 1921 Isaac Fraga debutó
como productor cinematográfico y presentó la serie documental España en
África, con guión de Alejandro Pérez Lugín, quien, como periodista, había
sido enviado especial a la Guerra de Marruecos. En esta nueva faceta, Isaac
Fraga mostró un gran interés por el cine bélico y, debido a este interés,
conoció a Millán-Astray y Francisco Franco, acercándose a sus posiciones
políticas bastante antes del golpe de estado del 18 de julio. En este período
creó la empresa Films Patria e impulsó la realización de la serie ¡Arriba
España! La Reconquista de la Patria (1936-1938).
En 1923 Sotero Barrón se trasladó a vivir a Ferrol. Llevaba
una vida bohemia, en una ciudad pequeña, industrial, militar y ajena al
ambiente musical de las grandes capitales. Sotero sobrevivía como podía, o lo
que es lo mismo, malvivía la mayor parte del tiempo. Por aquel entonces trabó
amistad con Teodoro Amador Cobas, propietario de la tienda de ultramarinos Casa
Amador. Teodoro Amador era persona con inquietudes, le gustaban la literatura y
también la música. En su casa había un cuarto de música donde en sus escasos
ratos libres tocaba el violín. Sotero y Teodoro tuvieron una gran amistad,
compartiendo música y complicidades, hasta tal punto que, en 1929, cuando nació
uno de los hijos de Teodoro, este le propuso a su amigo violinista que fuera el
padrino y le puso su nombre. Así fue como Sotero Amador Viñas tuvo un padrino
violinista. Casi no lo conoció porque siendo muy joven desapareció de la ciudad
y nunca más volvió a verlo. El mismo camino siguió Sotero Amador Viñas años
después con su hijo mayor, al que le puso también de nombre Sotero, siendo este
Sotero Amador Fernández, profesor en la Universidad a Distancia de Madrid.
Con el tiempo un hermano de Teodoro Amador, Miguel Amador Cobas,
bastante más joven que él, ya que nació en 1936, también se convirtió en músico
profesional. Tras pasar por el conservatorio y estudiar violín, se dedicó hasta
su jubilación a vivir de la música tocando en diversas orquestas hasta que
recaló en Holanda. En unos bolos que estaba tocando en Huesca hace ya
muchos años la casualidad hizo que coincidiera con un hermano de Sotero Barrón Rodríguez,
Julio Barrón, médico de profesión y violonchelista aficionado, que conocía las
andanzas de su hermano por Galicia y era sabedor de su gran amistad con Teodoro
Amador. De este encuentro surgió una gran amistad entre Julio y Miguel, al que
unos años después regaló el violín de Sotero, fallecido muchos años antes. El
23 de abril de 2020, día de San Jorge, patrón de Aragón, una pianista aragonesa
y un violinista gallego, Miguel Amador Cobas, afincados en Holanda desde hace
muchos años, decidieron que ese iba a ser un día especial. Llevaban tiempo
retirados de la interpretación musical, el violín que había sido de Sotero
Barrón estaba un poco oxidado, pero, así y todo, con los inconvenientes
del confinamiento por el COVID, realizaron un concierto para la familia, en
videoconferencia.
El 19 de febrero de 1923 Sotero Barrón fue sorteado como mozo para
el reemplazo de ese año. El 13 de septiembre de 1924, como excedente de cupo
del reemplazo de 1923, se le comunicó que debía presentarse en la Sección de
Quintas de las oficinas del Ayuntamiento para notificarle la orden de
incorporación a filas. Realizó el servicio militar como soldado de cuota en el
Regimiento de Infantería de Zaragoza, en el Cuartel de Santa Isabel, en
Santiago. El 22 de febrero de 1927 aún se le reclamaba en el Gobierno Militar
de Lugo para asuntos del servicio.
El 20 de diciembre de 1924 Sotero Barrón actuó en el salón
de columnas del Círculo de las Artes de Lugo, después de la segunda
sesión de cine, acompañado por el pianista de dicha sociedad Sr. Sariñena. Posteriormente
fue obsequiado con una cena íntima por sus amigos, en uno de los comedores de
la Casa Alicia. Al día siguiente, de tres a cinco de la tarde, dio un nuevo
concierto interpretando las obras: Liebesleid de Kreisler, Souvenir
de Franz Alois Drdla, Romance para violín y orquesta n.º 1 en sol mayor de
Beethoven, Rondino sobre un tema de Beethoven (Fritz Kreisler), Playera
de Sarasate, Mazurka (obertass) de Wieniawski y Zardas para violín
de Monti. En aquel momento esperaba formar parte del cuadro de profesores de la
academia de música que pronto se inauguraría en esta sociedad.
A mediados de junio de 1925 estaba actuando en Lugo, y en el
Día de la raza de ese año, el 12 de octubre por la noche, en Santiago de
Compostela, José Blanco Novo celebró en su casa una emisión desde su estación
experimental de radio de un programa en el que transmitió entre las once y doce
de la noche, solos de violín interpretados por Sotero Barrón e interpretaciones
de gaitas gallegas seguidos de varios discursos, entre los que cabe destacar,
el inaugural de la Estación, que corrió a cargo de Manuel J. Lema, y, el de
cierre de la emisión, pronunciado por Mariano Álvarez Zurimendi. José Blanco y
Sotero Barrón se conocieron cuando este realizaba el servicio militar. Uno de
los lugares más frecuentados en la ciudad era el Gran Café Español que
regentaba Manuel Ramallo en la rúa del Villar. En él se celebraban animadas
tertulias y algunos conciertos, y entre ellos los del cuarteto dirigido por
Sotero Barrón, acompañado por el violinista segundo Justo Nieto, el pianista
Luis Abeigón, y el violoncello Benigno San Martín.
José Blanco Novo se inició en la
radioafición siendo alumno de la Academia de Infantería de Toledo en el año
1910. Tras finalizar su formación en Toledo participó en la Guerra del Rif en
la zona de Melilla, donde permaneció tres años en los que su receptor de galena
le acompañaba a todas partes y con el que escuchaba las señales horarias que
emitía la Torre Eiffel desde París. En 1916 se incorporó a la Guardia Civil,
siendo destinado a la Comandancia de La Coruña. En su destino de Vilagarcía de
Arousa en 1922 tuvo ocasión de realizar ensayos comunicando con buques que pasaban
frente a la costa a 20 o 30 millas de distancia. En abril de 1926, Blanco Novo
obtuvo la licencia para su estación radioemisora de aficionado con el
distintivo de llamada EAR-28, con tan solo cinco vatios de potencia y una
antena unifilar de 70 metros de longitud con toma de tierra natural. En 1928
fundó el Cuerpo de Transmisiones de la Guardia Civil, siendo instaladas las
primeras cuatro estaciones en Santiago de Compostela, La Coruña, Madrid y en un
automóvil Hispano Suiza. En 1934 fue nombrado Jefe del Servicio
Radiotelegráfico de la Guardia Civil. Tras el golpe de estado de julio de 1936,
envió un despacho a Valladolid adhiriéndose al mismo. Durante un mes pasó
información al Bando Nacional, siendo luego arrestado por levantar sospechas de
colaboración con el enemigo y recluido en la cárcel militar de Guadalajara
durante dos meses, tras los cuales, puesto en libertad y advertido por sus
amistades que iba a ser nuevamente detenido por una comisión de depuración del Cuerpo,
consiguió huir y esconderse para luego salir del país con ayuda del Cuerpo Diplomático
de algunos países sudamericanos y entrar de nuevo por zona Nacional.
A lo largo del año 1927 Sotero Barrón tocaba habitualmente,
junto con Sariñena, en el Círculo das Artes de Santiago de Compostela. El
23 de junio de ese mismo año Sotero Barrón se encontraba en Baena, en Córdoba, de
visita en casa de su hermano Julio, de regreso de París, en donde había actuado
en el Teatro de la Ópera, con la Orquesta Sinfónica de Madrid.
El 29 de septiembre de 1928 inauguró la nueva temporada en el
Teatro del Círculo de las Artes de Lugo, la nueva empresa Méndez Laserna,
con la proyección de la película El Gaucho, protagonizada por Douglas
Fairbanks. En este salón del Círculo actuaba a diario el sexteto Sariñena
con el concertino Sotero Barrón. El 3 de noviembre de 1928, después de actuar
una larga temporada en el Teatro del Círculo de las Artes de Lugo, Sotero
se dirigió de nuevo hacia su residencia en Ferrol.
El 12 de octubre de 1929 se inauguró el Conservatorio de
Música El Eco, en La Coruña, dirigido por Modesto Rebollo, y contando
con los profesores María Fraga, Dolores izquierdo Alarcón de Cerdeiriña, Sotero
Barrón, Manuel Cerdeiriña Casas y Julio Béjar.
El 2 de abril de 1930 Francisco Arín dejó de ser el
representante de la Compañía Clásica de Arte Moderno de Isabel Barrón y
Rivas Cherif. En su lugar pasó a ejercer de gerente de la empresa su hermano
Sotero Barrón. El 9 de mayo de 1930 se estrenó en el Teatro Español de
Madrid la comedia Sombras de Sueño, escrita por Miguel de Unamuno y
representada por la Compañía de Arte Moderno de Isabel Barrón y Rivas
Cherif. El gerente del espectáculo era el hermano de Isabel, Sotero Barrón.
El 24 de enero de 1931, en el cine La Terraza de La
Coruña se estrenó la película de la productora alemana UFA, Las mentiras de
Nina Petrowna (Die wunderbare Lüge der Nina Petrowna), con adaptación
musical de Morales y Sotero Barrón.
El 23 de abril de 1931 Sotero comenzó a dar clases de solfeo y
violín en la popular sociedad Reunión Recreativa e Instructiva de Artesanos
de La Coruña.
En la revista Ondas del 11 de noviembre de 1933,
aparece el nombre de Sotero Barrón, entre los nuevos socios de la Unión de
Radioyentes en Madrid.
En el diario La Vanguardia del domingo 28 de diciembre de 1958, aparece una crítica musical del periodista Álvaro Ruibal que habla del final trágico de Sotero Barrón.
MÚSICA EN EL CAFÉ
Entre humo de cigarrillos y tintineo de vasos y pocillos he conocido tocando en los cafés a excelentes concertinos, a verdaderos virtuosos. Muchas veces escuché agradecido al violinista Rafael Martínez y al pianista Enrique Aroca y las polémicas que suscitaban estos singulares artistas se prolongaban hasta altas horas de la noche. Escuché el violín melifluo de Sotero Barrón, cuya existencia atrabiliaria se quemaba en la llamita azulenca del alcoholismo y de la droga para morir de un tiro en los desmontes de la Moncloa.
Álvaro Ruibal era natural de Santiago de Compostela y se trasladó a Madrid para estudiar arquitectura y ciencias exactas, pero sin vocación científica, pronto comenzó a publicar sus primeros artículos en El Sol, dentro de la sección literaria que dirigía Juan Ramón Jiménez. En Madrid alternó su participación en la tertulia del Café Pombo con el mundo de los boxeadores y ciclistas. No queda claro si conoció a Sotero Barrón en su Santiago natal, o ya en Madrid, pero sin duda coincidieron en esos ambientes bohemios que frecuentaba Sotero.
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