La compañía Leag, que tiene cuatro minas de lignito a cielo abierto activas y cuatro centrales eléctricas de carbón, se ha comprometido a reinventarse en el campo de las energías renovables. Lo que está en juego no es solo el futuro del segundo mayor productor de electricidad de Alemania detrás de RWE y sus aproximadamente 7.000 trabajadores, sino también el éxito de la transición energética en la economía más grande de Europa y las perspectivas políticas y sociales de este rincón del antiguo este comunista del país.
Europa está lidiando con una ola de calor sin precedentes que amenaza con volverse más común y se avecina la fecha límite de 2038 en la que todas las centrales eléctricas de carbón de Alemania deberán apagarse. Eso plantea un desafío para Leag, el gigante del carbón con sede en la ciudad de Cottbus en Lausitz, y los miles de ciudadanos que dependen de la empresa.
Leag planea usar sus vastos terrenos para construir lo que dice será la granja solar más grande de Europa y erigir decenas de turbinas eólicas en una inversión de 10.000 millones de euros. La esperanza es que, al producir energía verde y barata, atraiga a los fabricantes de chips, productores de baterías para vehículos eléctricos y empresas tecnológicas del tipo que ya han estado introduciéndose en otras partes de la ex República Democrática Alemana, creando prosperidad y puestos de trabajo en el proceso.
Pero el tiempo es limitado y la escala de la tarea es enorme. También existe un profundo escepticismo por parte de los grupos ecologistas y algunas personas locales sobre el compromiso del propietario de Leag, el “rey del carbón” checo Daniel Křetínský , quien apostó miles de millones en la idea de que los objetivos de eliminación de combustibles fósiles de Europa eran demasiado ambiciosos, arrebatando los activos de carbón del Reino Unido a Eslovaquia.
Křetínský, que también posee participaciones en el West Ham de la Premier League inglesa y se espera que se haga cargo del minorista francés Casino, compró Leag a través de su conglomerado en expansión EPH del grupo sueco Vattenfall en 2016, meses después de que el gobierno alemán firmara nuevos objetivos de emisiones en la conferencia climática de París. Las operaciones de carbón paneuropeas de la empresa generaron más de 3.000 millones de euros de sus 37.000 millones de euros en ingresos el año pasado.
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