Camino de uso constante y en lamentable deterioro. — (El Porvenir de León, Miércoles 23 de enero de 1878)
Ciertamente que en España la institución pública y los caminos corren parejas; si bien en estas dos preferentes atenciones de la vida local concentran su primer objetivo algunas provincias, las mas miran con marcadísimo desdén ambas cosas, y no hay para que decir que la nuestra es de las que mas se distinguen por su incuria y abandono en tan importantes ramos.
Varias veces nos hemos ocupado del primero y aun también del segundo: pero vamos hoy a llamar la atención únicamente respecto de caminos y puentes que pocos días ha hemos, por nuestra mala suerte, atravesado con el disgusto que es natural cuando tan mal parado se encuentra lo que siempre y a todo trance debiera estar bien, por ser de interés primario para los naturales del país y para todos los transeúntes.
La vida económica y social desfallece y se amortigua donde falta ó se dificulta la comunicación y el trato de unos con otros pueblos y países; y desgraciadamente se observa que en la mayor parte de los pueblos de esta provincia no se esperimentaron aun los beneficios que prometía la línea férrea, porque les faltan los medios de comunicación con ella, y hasta los antiguos caminos están en notable abandono.
Algo pudieran hacer los pueblos por mejorarlos; pero hay obras que están fuera de sus alcances económicos y administrativos, y no deben cargar con la responsabilidad del lamentable estado en que se encuentran.
Desde esta ciudad conduce uno muy antiguo por la hermosísima ribera izquierda del Torio. hasta la montaña donde tiene nacimiento este río, enlazando con la provincia de Asturias y su concejo de Aller por el puerto llamado de Piedrafita. Siempre fue muy transitado, este camino antes y después de construida la carretera de Asturias, y aun en el día lo es por los carreteros de vino, granos y carbones y por los arrieros que desde los pueblos de los Argúellos conducen a lomo a Asturias y Madrid varios géneros.
Pues bien el estado actual del camino es horrible; y el de los puentes de piedra de Pardavé y de Villafeide el de inminente ruina, hallándose el último a grandes trechos sin pretil, lo cual por si solo es ocasionado a grandes peligros, y no hace muchos días que lo corrieron muy grande allí unos amigos nuestros. Parece que los particulares y los pueblos debieran hacer lo posible por que esto se reparara y que servicios tan perentorios debían ser con preferencia cumplidos. Pero no hay que pensar en ello, los puentes y el camino continuarán así por mucho tiempo mas del que cuentan en ruina, ó no se pensará en componerlos hasta que sea necesario hacerles de nuevo; lo cual es achaque de los tiempos del complicado espedienteo y del sistema conservador.
Es el caso que algunos pueblos no privilegiados (porque también los hay privilegiados allá por la montaña, merced a la flexibilidad de ciertas personalidades que su interés procuran a espensas de los demás), están amenazados del aislamiento é incomunicación por la completa inutilización de los citados puentes, que no ha de tardar en ser un hecho si oportunamente no se reparan. No lo estarían si hubiese ya, un camino practicable desde Valle y Villar a la Vid por la collada del mismo nombre y que es un corto trayecto, y en dicho pueblo ó cerca montase la Empresa del Noroeste una estación, en lo cual, dicho sea de paso, ganaría muchísimo y vamos a darla la razón.
Para los pueblos de los Ayuntamientos de Vegacervera y Matallana, esceptuados de este Pardavé y Robles, el viaje a la Robla para tomar el tren es, especialmente en ciertas estaciones, tan penoso como venir directamente a León; así es que de los muchos que vienen a los mercados o a negocios de oficinas, de ciento uno lo hacen por el tren, por que para acercarse a él gastan tanto tiempo como para venir a León. No sucedería así si hubiese una estación, como debió desde el principio establecerse en la Vid, mejorando algo el camino de la collada, que tiene muchísimas ventajas sobre el que atraviesa el valle de Fenar, y es mucho mas corto, seguramente que todos los de aquella comarca tuviesen que venir a Leon o marchar a Asturias saldrían a la Vid, y puede asegurarse que serian mayores los rendimientos de aquella estación que los de la que está en la Pola.
Algo de esto debe entender ya la Empresa, puesto que en la Vid se admiten viajeros brevísimos minutos, si bien se les exije el pago de tarifa cual si entrasen respectivamente en la Pola ó Villamanin, según vayan hacia Asturias ó vengan para León. En tales condiciones y no pudiendo embarcar mercancías, son muy pocos los viajeros que se determinan a ir a la Vid y prefieren venir directamente por el desdichado camino del Torio, que tan mal parado se encuentra desde el principio al fin.
Tenemos la seguridad de que con el tiempo habrá estación en la Vid, y mas importante que las de la Pola y de Villamanin; como abrigamos también la esperanza de que ha de haber carretera por la collada de la Vid cuando el repugnante caciquismo, contra el que tanto hemos clamado, deje de ser el que decida todas las cuestiones de interés local y de pública utilidad.
Esperemos, pues, dirán los que pudieran remediar los males que lamentamos, la construcción de ese camino y el establecimiento de la estación indicada, y escusamos de gastar ahora dinero alguno en el viejo camino que está llamado a morir. No estrañariamos semejante modo de discurrir en quien acostumbra a soltarlas mas gordas aun. Podríamos señalar gastos superfluos, gastos de lujo, de vana ostentación que importan mucho mas, muchísimo mas que lo que pudiera costar la recomposición del desamparado camino de Torio, y los puentes que enlazan su trayecto.
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