LOS CORREOS EN LEÓN y PALENCIA (El Imparcial - 29 de julio de 1898, página 3.)
Al director del ramo
Muy señor mío: Sabrá Vd. como el tren-correo de Madrid a Asturias pasa por la estación de la Robla a las siete y cuarenta minutos de la mañana. También sabrá Vd., si tiene la bondad de seguir leyendo, como en dicha estación deja aquel tren la correspondencia del partido de la Vecilla, menos la de dos Ayuntamientos (Rodiezmo y la Pola), la de todo el partido de Riaño, la de algunos pueblos del partido de Saldaña y la de casi todo el partido de Cervera de Pisuerga.
Asimismo sabrá Vd. que toda esta correspondencia debe ser conducida por el tren-correo de la Vía Hullera de la Robla a Valmaseda. Pero este dichoso tren-correo, en lugar da salir de la Robla inmediatamente, ó al poco rato, de la llegada del de Madrid a Asturias, no sale hasta las seis y treinta minutos de la tarde.
De modo que la correspondencia toda para más de trescientos pueblos, la de la capital de la monarquía, la de la capital de la provincia respectiva, la del resto de España y la del extranjero, está allí en la Robla detenida once horas menos diez minutos.
Y todavía no paran aquí las cosas, no: las que paran son las cartas; pero las cosas van mucho más adelante. Como consecuencia de esta primera detención de once horas, el tren-correo de la Vía Hullera hace casi todo el trayecto de noche, y la correspondencia que va dejando en las estaciones no va a los pueblos hasta otro día.
Así, por ejemplo, en la estación de Cistierna deja este tren a las ocho y cuarenta de la noche la correspondencia para Riaño y para la mayor parte de los pueblos de este partido, y esta correspondencia duerme allí tranquilamente... hasta cierto punto, pues también la suelen andar hurgando en la cartería; pero, en fin, el caso es que, bien ó mal, duerme allí hasta las ocho de la mañana (otras once horas y pico) en que sale en un coche para Riaño, a donde llega a las once y media del día tercero de la salida de Madrid, pudiendo haber llegado a la una y media del anterior, si no se detuviera las veintidós horas susodichas.
Del mismo modo y por la misma causa duerme en la Vecilla la correspondencia de los Ayuntamientos de Valdepiélagó, Valdeteja, Valdelugueros, etc., y en Boñar la de Vegaquemada, Vegamián, Reyero y Lillo, y en Puente-Almuey la de Valdetuejar, Val-de Rueda y Prioro, y en Guardo y en Cervera...
Pero lo de Cervera merece párrafo aparte. Cervera recibía antes su correspondencia por la estación de Aguilar (vía de Santander) de la que dista cuatro leguas por carretera. Da modo que. si continuara recibiéndola por allí, hoy que el tren-correo de Madrid a Santander pasa por la estación de Aguilar hacia las seis y media de la mañana, Cervera podía tener su correspondencia a eso de las diez de la mañana, al siguiente día de la salida de Madrid.
Pero entre el ferrocarril hullero y la dirección de correos se lo han arreglado de modo que no la tenga hasta la mañana del día subsiguiente, es decir, casi veinticuatro horas más tarde. Porque el tren-correo de la Robla llega a la estación llamada de Cervera (que está a larga distancia de la villa) a las once y cuarenta y cinco minutos de la noche, y por consiguiente a la villa no llega la correspondencia hasta después de la media noche, cuando todo el mundo está acostado y no se reparte hasta otro día.
Pues con la correspondencia da vuelta pasa dos cuartos de lo mismo. el tren-correo hullero ascendente, ó sea de Valmaseda a la Robla, en vez de llegar a esta última estación a las seis de la tarde, para que allí cogiera la correspondencia el ascendente de Gijón que pasa a las seis y nueve minutos, llega a las diez de la mañana, y allí se está la correspondencia toda que ha recogido en el tránsito ocho horas y pico detenida. Amén de otras doce que ha estado ya durmiendo en las estaciones, en unas menos y en otras más, después de venir de los pueblos; porque el tren hullero hace su trayecto por las provincias de Palencia y León a la mañana (de las tres a las diez) y la correspondencia ha venido a las estaciones por la tarde. Así, volviendo al ejemplo de Riaño, la correspondencia que el tren ascendente recoge en la estación de Cistierna a las siete y cuarenta minutos de la mañana salió de la cabeza del partido a las tres de la tarde anterior para hacer su tránsito de día, sin constiparse, y esperar en Cistierna desde que el sol se pone hasta que vuelve a salir, y algo más; en fin, unas trece horas, que con las ocho de la Robla son veintiuna, casi veintidós, como a la ida.
— ¿Y nadie clama contra eso? -dice cualquiera a quien se le cuentan estas cosas.
—Sí; claman los pueblos, pero nadie les hace caso.
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