miércoles, 15 de enero de 2025

De La Robla a Robles y La Valcueva

De La Robla a Robles y La Valcueva 

La estafeta de León, Miércoles 22 de julio de 1891)

Principio quieren las cosas. Hoy no se va todavía en ferro-carril desde La Robla a Valmaseda cortando los bonitos valles de la provincia de León que dicha línea ha de atravesar, metiéndose en la provincia de Palencia por su parte Norte, y seccionando la de Burgos por el Noroeste de la misma, pero aseguramos que no tardará en verse realizado lo que se creyó sueño hace dos años, y con ello la explotación de la inmensa riqueza minera de nuestra provincia, de esos abundantes veneros que han sido la codicia de muchas empresas, cuyos productos luego tendrán un punto de salida fácil, que ha de aumentar la riqueza del país, cambiando su faz, como nos permitimos aseverar cuando hace dos años los capitales de la industriosa y rica ciudad ó villa de Bilbao, se reunieron para crear este moderno impulsor de nuestra principal riqueza. 

Cuando el cálculo inteligente nace de una iniciativa poderosa en un país en que hay medios materiales y confianza mutua, y además el valor y energía suficientes para acometer empresas de este género, puede asegurarse que el resultado responderá, sino supera a los propósitos.

Tal sucederá con el ferro-carril de vía estrecha de que nos ocupamos. 

¿Quién había de decir hace dos años que el pantanoso valle de Fenar, en el que a los mejores caballos les costaba trabajo alguna vez salir de uno de los muchos malos pasos que había aún en el rigor del verano, se había de cruzar rápido y seguro en un vehículo impulsado por máquina de vapor?

¿Quién había de decir que en aquellas estrecheces formadas por altas montañas cubiertas de verdor, en las que solo se oía el mugido de la res vacuna, el valido de la cabra ó el grito del joven pastor, había de repercutir el eco del silbato de una locomotora? 

Tales reflexiones nos hacíamos el lunes pasado recorriendo en treinta y cinco minutos el trayecto de La Robla al puente de Robles, puestos en la máquina. única que hay para la conducción de materiales, cuyo viaje debimos a la amabilidad de nuestro antiguo compañero el maquinista D. Sebastián Gándara, que reúne a una inteligencia teórica superior, una práctica en la que puede confiarse desde luego el más pusilánime, para el manejo y dirección de la máquina. 

Él nos impulso a hacer este viaje curioso, y que se presta a reflexiones como las que no hemos hecho más que indicar, y más a los que alguna vez vos hemos visto en apuros de cierto género al atravesar el valle de Fenar.

A las cuatro de la tarde del lunes se formó el tren en La Robla, compuesto de la máquina y tres vagonetas que llevaban bombas para los agotamientos del puente sobre el Torío, en Robles.

En la máquina montamos el citado maquinista, el fogonero Para-par, un alemán, que junto a un español de buen humor que trató de alterar en vano la calma flemática del alemán hablándole de los proyectos franceses, formaban la comitiva, a más del empleado de la Compañía, nuestro querido amigo D. José Orejas Campomanes (ex-secretario del Ayuntamiento de La Robla).

El catedrático de este Instituto nuestro particular amigo D. Inocencio Redondo, nos acompañaba en el viaje, é iban también diez ó doce operarios sentados en las mesillas.

La vía no está completamente sentada, así que en algunos sitios hubo que esperar a calzar las traviesas, en otros, que descargara un volquete; aprovechándose estas detenciones para echarse todos a la sombra de las sebes sobre la mullida alfombra de los prados, para evitar el horrible calor de los rayos del sol combinados con las irradiaciones del calórico de la caldera de la máquina, de la cual huyó el grueso alemán al poco tiempo, no sin que su sargento de los Magyares le persiguiera diciéndole que un francés en ocasión tal, haría como que estaba en el Polo Norte.

Llegamos al río; vimos el puente ya empezado a colocar, faltando solo la cubierta y basamentos exteriores, y el alemán que venia desde lejos a hacer una visita a los representantes de las minas de Matallana, se volvió con nosotros a tomar el exprés para Bilbao, porque decía... ¡no venía preparado a pasar la noche!

Los once kilómetros de La Robla a la estación de Robles puede decirse que están terminados, y no tardará nuestro amigo Gándara en pasar con su máquina el Torío y llegar a La Vecilla, y cortando el Curueño, el Porma, el Esla y el Pisuerga, a más de otros ríos de menor importancia, no ha de pasar mucho tiempo en que la comunicación de nuestras montañas quede abierta.

Como esta vía es de suma importancia para nuestra provincia, y como contamos con la cariñosa amabilidad, muchas de las personas que están encargadas de la ejecución de las obras, la presente relación será el prólogo de las que nos proponemos hacer, dando cuenta a nuestros lectores de la explotación minera de la cuenca de Matallana, y de los detalles de ejecución de la citada vía.

Entretanto, y por adelantado, diremos, que al ingeniero director D. José Manuel de Oraá Aizquivel, y a los jefes de Sección D. José González y D. Joaquín Salguero, así como a los contratistas, se debe el que los trabajos estén ya tan adelantados que se recorra en tren de La Robla a Robles, y no se tarde mucho en llegar a los confines de la provincia.

Contando, pues, con la exquisita cortesía y amabilidad de que hemos recibido muestras inequívocas de todas las personas que dirigen este gran movimiento de nuestra provincia hacia el progreso material de la misma, no será esta la última visita que hagamos a las obras, ni la última que de ellas nos ocupemos.

S. M. G.

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