miércoles, 15 de enero de 2025

LA CUENCA DE MATALLANA

LA CUENCA DE MATALLANA (La estafeta de León, Sábado 1 de agosto de 1891)

No hace aun tres años que aquellas montañas, por las que entre márgenes floridas, y contenido por muros de blanquecinas calizas se desliza el Torio; saltando bullicioso unas veces cual cautivo gozoso de recobrar su libertad, chocando otras con gruesas moles de granito, ó escurriendo suave y tembloroso sus cristalinas aguas, robadas cien y cien veces por las presas que fertilizan aquellos valles estrechos. No hace aun tres años, decimos, que aquellos parajes yacían tristes y solitarios, alejados de todo movimiento, de lo que constituye la vida actual, y sin dar señal ninguna de que en su interior guardaban escondida una riqueza en los yacimientos de extensos Bosques de Lepidodrendoas petrificadas. Apenas si entonces alteraban su silencio otros ruidos que los del canto melancólico de sus moradores, cuando al caer la tarde se retiraban a sus hogares después de haberse ocupado de sus faenas agrícolas, mientras que hoy el estampido del barreno, y el ruido de la piqueta, les ha convertido en un extenso parque industrial, donde todo es actividad.

Hoy ha cambiado por completo el carácter de aquél país con la construcción del ferrocarril de La Robla a Valmaseda, y con la extensa explotación de las minas de carbón de Matallana, para cuyo servicio hay ya sentada una vía que corre desde la primera boca mina, en la margen izquierda del río, hasta el puente de Robles, donde empalma con la general. Todo ha cambiado menos los caminos vecinales que cada vez son más intransitables, especialmente de Robles a Matallana.

Hace unos días prometíamos dar alguna noticia de este progreso de una parte de nuestra provincia, y no tardó en presentársenos ocasión de hacer una visita a la cuenca carbonífera de Matallana.

Subiendo la margen izquierda del Torío y desde las estribaciones en cuya base está situado el pueblo de Robles, se encuentran en la falda de la montaña abiertas más de una docena de minas de hulla de la compañía bilbaína, y en cuyas galerías hay practicados trabajos, en disposición de comenzar una explotación importantísima que podrá dar 130.000 toneladas por año, El ferrocarril de servicio para estas minas, como hemos dicho, las recorre en toda su longitud, prestando con ello una facilidad de extracción y conducción al punto de embarque, tal, como no la tendrán muchas cuencas mineras.

La explotación se presenta en condiciones cómodas, que han venido a facilitar los capitales que la compañía bilbaína ha adelantado.

Merced a este impulso poderoso, aquel país ha cambiado por completo, y particularmente el pueblo de Matallana de Vegacervera, aldea que hace tres años era conocida por poca más gente que sus moradores, y hoy sueña su nombre hasta en las Bolsas de Europa.

Al frente de dicha explotación tiene la Compañía a un inteligente ingeniero, que a su ilustración, reúne otras cualidades como las de afabilidad de carácter, tacto exquisito y conocimiento perfecto de su misión en todas sus difíciles fases. D. Domingo Orueta, joven, lo más de treinta años, que es la persona a que nos referimos, ha logrado con su acertada dirección consolidar el crédito de la cuenca carbonífera de Matallana.

Acompañados por nuestros queridos amigos D. Pablo Nuñez, párroco y arcipreste de Pedrún, y D. Isidoro Diez Canseco, Alcalde de Matallana, fuimos recibidos por el Sr. Orueta en el elegantísimo hotel que habita en aquella montaña, y de el y su distinguida señora recibimos las más corteses y expresivas muestras de generosa hospitalidad, siendo obsequiados por ellos con un almuerzo, que no por ser improvisado deja nada que desear.

El hotel que ocupa el Sr. Orueta está situado a mitad de la falda de la montaña por cima del pueblo de Matallana, y tiene la particularidad (a más de estar elegantemente hecho y distribuido, y más elegantemente amueblado), el haber sido construido en cinco meses, en un sitio a donde la subida de los carros para la conducción de materiales es punto menos que imposible. Una amplia terraza en el piso bajo, domina y da vista a toda las bocaminas. Le rodea una gran explanada, abierta en la montaña donde está trazado un bonito y extenso jardín, y, por último, adosadas a el hay espaciosas dependencias para cuadras, y otras abiertas con divisiones alambradas para satisfacer el capricho de sus moradores de acomodar en ellas toda clase de bichos domésticos, y aun alguno sin domesticar, cual jóvenes, corzos, que fruto del país, triscaban en aquellas jaulas al aire libre.

El panorama que se presenta a la vista desde el hotel es delicioso. Cortado el horizonte por altas montañas cubiertas de verdor, sobre cuyas cimas se posan las nubes, en el fondo del valle, cual cinta de plata serpea el Torío que reposa fatigado del viaje trabajoso que acaba de pasar en las célebres hoces de Vegacervera, y en las laderas de uno y otro lado, la masa de trabajadores distribuida por grupos arrancando a la tierra sus tesoros.

Un poco más abajo de la casa se están construyendo otras edificaciones para oficinas y demás dependencias necesarias, cual habitaciones para auxiliares, en suma, todo lo preciso para llenar las necesidades de una explotación de esta importancia.

Al mismo tiempo, el pueblo de Matallana está todo él en obra. Los obreros allí acumulados, y el movimiento de personal se ha aumentado de tal modo, que las chozas y casuchas de aquella aldea cubiertas de paja en su mayoría, se están convirtiendo en casas espaciosas, y a toda prisa, dando a conocer que allí ha llegado el hálito poderoso de la industria.

En nuestra visita tuvimos un agradable encuentro. Nuestro antiguo amigo y compañero D. Calixto Alvar-González, ingeniero industrial y director de El Comercio, de Gijón, es el encargado como contratista de la construcción de la vía de servicio de las minas, y a su inteligencia y actividad se debe que dicha vía esté en disposición de utilizarse en tan breve tiempo cómo hemos significado.

Cuando se encuentra tan franca y delicada hospitalidad no puede darse al olvido, así es que procuraremos no sea esta la última vez que nos honremos en visitar más detenidamente estos puntos, cuando formalmente empiecen los trabajos, ó antes, si atenciones propias por allí nos llevaran.

S. M. G.


No hay comentarios: