La Real Fábrica de Artillería de Sevilla se creó como un lugar donde realizar la fabricación de armamento de un modo sistemático y continuado. Su fundación se ha fijado en el año 1565. Se sabe que existía un primitivo taller en 1525 y que Juan Morel fabricó cañones en Sevilla antes de esa fecha. En 1555 Juan Morel se trasladó al barrio de San Bernardo. En Tenerife había cañones desde 1557 fundidos por Juan Morel. También había cañones en Canarias desde 1651 y 1653 fundidos en Sevilla por Juan Fers Hors, por lo que se constata que esa industria siguió sirviendo a la defensa del archipiélago.
Juan Morel compró tres solares para la fundición de campanas y cañones en 1565. En 1568 la fábrica ganó notoriedad y Felipe II ordena a la Casa de la Contratación que le proporcionase a Bartolomé Morel, hijo de Juan, cobre y estaño para fabricar cañones. Bartolomé también fabricaría para la Catedral de Sevilla el Giraldillo, varias campanas de la Giralda, el tenebrario y el facistol. La saga de los Morel aparentemente concluyó con Juan Morel Riber, nieto de Juan Morel, pasando luego a manos de Pedro Gil Vambel. En el año 1634 fue adquirida por el Estado.
Se planificaron obras en 1720, en 1725, en 1730 y en 1741 pero realmente las obras de ampliación y modernización de aquella fundición se iniciaron en 1757, y en el 1759 estaba ya en funcionamiento, pero sin un resultado del todo satisfactorio. Es por esto que el comandante de artillería, Francisco de Molina, mandó una misiva a Esquilache pidiéndole que llamara a Jean Maritz, inspector de las fonderías de París e hijo del también fundidor Jean Maritz, "para que este introduzca su método de fundir en sólido y el modo y práctica de suavizar el cobre de América". Jean Maritz redactó un proyecto respetando muchas de las obras anteriores e incluyendo algunos cambios y en 1773 se concluyeron estas reformas.
Siendo poco después ampliado y reestructurado en el año 1782 bajo la dirección del arquitecto Vicente de San Martín, quien le dotó el carácter barroco y monumental con el que hoy se le conoce. Se construyeron en el siglo XVIII tres grandes hornos, de 500, 600 y 700 quintales de bronce. El Ministerio de las Indias encargó en 1789 "surtir de artillería a las Américas", aunque desde el siglo XVI ya habían trabajado para la Casa de la Contratación fabricando cañones.
Fue en esta fábrica donde se produjo el Cañón Tigre, que arrancaría un brazo al Almirante Nelson en el ataque a Tenerife de 1797. Aquí también se fabricó el Giraldillo, los cañones del malecón de La Habana y los leones del Congreso.
Durante la I Guerra Mundial la fábrica se dedicó a la producción de cañones Krupp y Schneider, así como a la producción de granadas.
El 30 de junio de 1959 la empresa pasó a manos de la Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares, empresa pública creada por el Instituto Nacional de Industria, sin que el Ejército Español perdiera prioridad sobre ella y, tras un periodo de traspaso, la integración se hizo efectiva en 1969. La fábrica cesa su actividad en 1991.
En septiembre de 2015 empezó la restauración de la nave principal, la Fundición Mayor, tan imponente que la llamaban la Catedral, así como de la Fundición Chica o Menor y del edificio de los Talleres de Herramientas, unos trabajos, adjudicados a Ferrovial-Agromán, con un coste de 1,16 millones de presupuesto y nueve meses de plazo de ejecución y con los que la Gerencia Municipal de Urbanismo sólo pretendía parar el deterioro, básicamente reparando las cubiertas para impedir que se filtrase el agua.
La obra consolidó 6.500 metros cuadrados de los 22.000 de la fábrica, algo más de una cuarta parte, lo que da una idea de cuánto quedaba aún por restaurar.
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