En el libro "Geografía Económica", Walther Schmidt, Editorial Labor 1946 (Primera edición 1926) encontramos esta referencia a la destrucción de parte de la cosecha de café para impedir que los precios bajen, cuando es mayor la oferta que la demanda.
«5. Café, té y cacao
Si incluimos en nuestro estudio el café, el té y el cacao, no es porque los consideremos como productos geográficoeconómicos en el sentido estricto de la palabra, es decir, como bienes que contribuyen a asegurar al hombre sus energías vitales, pues solamente el cacao posee en este orden de cosas cierto valor alimenticio, por su contenido de proteínas, grasa y almidón; más bien lo hacemos porque sus consecuencias económicas trascienden tan profundamente a la vida económica de algunos países, que no es posible concebir unos fenómenos desligados de otros. Millones de hombres son « alimentados », si no directa, indirectamente por estos productos, en cuanto que se dedican a su cultivo, recolección, expedición y elaboración, y son remunerados por ello.
Imagínese el vigoroso impulso que el comercio mundial ha recibido de estos productos, qué cantidad de artes y manufacturas se han puesto en movimiento, cuántas nuevas industrias se han iniciado, y cuántas otras antiguas han recibido nueva vida gracias a la amplia trayectoria que abarcan estos productos, desde el cesto de mimbre que contiene los primeros tallos, hasta la taza de porcelana, orlada de oro, de donde sorbemos la bebida ya dispuesta.
Los tres productos plantean casi las mismas exigencias en cuanto al crecimiento, siendo el factor decisivo las precipitaciones atmosféricas abundantes (por lo menos 2.000 mm. de promedio anual): A ello se debe que los lugares propios del cultivo de estas tres plantas
se encuentren en la región de lluvias tropicales, próximamente entre las lineas de los trópicos, si bien cada una de estas plantas tiene determinados lugares predilectos. El cacao, que a la exigencia de lluvias abundantes y regulares une la de una elevada temperatura, también constante (por lo menos 22º C.), aparece, por tal razón, como una planta tropical tipica de los terrenos bajos. El té, en cambio, se amolda perfectamente
a las zonas de lluvias periódicas, pues vive bien en terrenos de lluvias regularmente cálidas de verano. Esta es la causa de que sea el único de los tres productos que rebasa la línea de los trópicos, por los puntos donde el monzón avanza a lo largo del Océano Pacífico, en dirección Norte. Esto le es al té tanto más fácil cuanto que no es una planta muy exigente en materia de temperatura. La elevada humedad atmosférica y su incompatibilidad con las aguas estancadas, hacen que estén indicados para su cultivo los terrenos de colinas.
El café, que también se da por satisfecho con escasas lluvias, exige un tiempo absolutamente seco en la época de la recolección. Por esto prefiere las comarcas externas de las zonas tropicales. Como al mismo tiempo necesita un clima menos cálido, pero muy regular, corresponde, en la mayoría de los casos, a las medianas altitudes. La irradiación solar directa y el viento fuerte le son perjudiciales, como al árbol del cacao; ciertos « árboles de sombra » como higueras, plataneros, árboles de coral, las llamadas « kofiamama » y « madre del cacao », deben procurarles la necesaria protección. En estas condiciones, semejantes en términos generales, pero bien diferenciadas en particular, se han desarrollado tres zonas distintas de producción de artículos destinados a la degustación: la zona asiáticomonzónica propiamente dicha del té, la zona trópicolitoral americana del café, y la zona atlánticoecuatorial del cacao en América y África (fig. 89).
Los cultivos, cuando no se iniciaron por los europeos, fueron elevados por éstos a la categoría de explotaciones preferentemente dedicadas a la exportación. Pero como la complexión física del hombre blanco no le permite el rudo trabajo que bajo el clima tropical exigen estos cultivos, aplicáronse a este objeto, en América, los indígenas de color, ante todo los negros trasladados allí desde África como esclavos para la explotación de haciendas.
Os trabalhadores portuários faziam entre eles competição para ver quem era o homem mais forte do cais. Tal competição atraiu a curiosidade da população e turistas, o que fez Jacinto ter certo destaque – com tal proeza virou alvo de fotografias.
Abolida la esclavitud, que imprimió un gran avance a la explotación agrícola en gran escala, al llamado sistema de plantaciones, operóse una modificación orientada hacia la pequeña explotación, que, a su vez, actualmente, después de un período de casi cien años, comienza a ceder en importancia a la gran empresa. Algunas comarcas que en pasadas épocas ejercían un papel dominante, no han logrado reconquistarlo posteriormente: tal es el caso de Jamaica en la producción del café.
Hacia el año 1740 la planta del café, cuya patria es el África tropical y el Yemen (Arabia), con su famoso café de Moka (que se exporta por Adén y Hodeida, aunque ya no representa actualmente cantidades de importancia en el volumen mundial de la producción de
este artículo), fué introducida por los holandeses, a través de las islas de la Sonda, en Surinam y Brasil.
En el Brasil, los Estados de Sao Paulo, Minas Geráes, Río de Janeiro y Espíritu Santo ofrecen las mejores posibilidades al cultivo del café por sus condiciones climáticas y morfológicas (fig. 90). Sobretodo ofrece excelentes cualidades el Estado de 550 Paulo (aunque en ocasiones sus terrenos sufren el rigor de las heladas) en su distrito llamado de terra roxa, de estructura volcánica, ganado a la selva virgen, y muy abundante, por tal causa, en elementos nutritivos orgánicos e inorgánicos. En la actualidad, los suministros mundiales de café están absolutamente mediatizados por el Brasil (fig. 93). El puerto exportador más importante es Santos, como corresponde a su favorable situación con respecto a los distritos productores, y a su magnífica red de vías de comunicación.
Según las modalidades de la temperatura, la cosecha de café en dicha región se halla sujeta, de un año a otro, a notables oscilaciones. No es posible lograr en este caso, para cubrir las necesidades mundiales de café, una compensación entre diferentes distritos productores que posean condiciones climatológicas diferentes, como puede hacerse en otras materias primas de carácter vegetal. Las cosechas abundantes dan lugar a una gran baja de precios, por la extraordinaria acumulación de existencias invendibles. Para prevenir la ruina de los cultivadores, el Gobierno compra en tales casos grandes cantidades de café nacional, y aun extranjero, y las retiene hasta que llegan los años de escasez y de alza de los precios (valorización del café). En los graves años de crisis, caracterizados por la decadencia de la producción internacional, el paro forzoso, la pobreza y, como natural derivación, las restricciones de todos los gastos relativos a medios de degustación, las medidas indicadas no fueron tampoco suficientes para movilizar las enormes reservas que se habían constituido por los progresos de las nuevas plantaciones de café realizadas a fines de la Guerra, en tiempos de más favorable coyuntura. Una gran parte de dichas reservas tuvo que ser destruida. Hasta fines de 1935, el total de sacos de café destruidos desde que entró en vigor el plan de estabilización fué de 43 millones de sacos. De todos modos, en un porvenir cercano, sólo puede contarse con que aumente de modo considerable el consumo mundial en caso de que se abarate mucho el café, medida a la cual, independientemente de la política de precios de los brasileños, se oponen los intereses fiscales de los paises de exportación, estableciendo elevadas tarifas arancelarias. Por añadidura, amenaza al mercado del café otro nuevo peligro: al levantarse la prohibición alcohólica en los Estados Unidos, el consumo de café experimentará un considerable descenso, ya que los Estados Unidos absorbieron durante varios años casi la mitad de la total exportación del Mundo, puesto que la « ley seca » había convertido a los americanos en grandes degustadores de café.
Queima de café em Santos, no Litoral de São Paulo, patrocinada pelo governo Vargas, no início dos anos 30.
A la zona de expansión del café corresponde en Asia la del té, que va adquiriendo cada vez más importancia frente a aquélla. El ejemplo más típico es el de Ceylán, donde en lugar de las plantaciones de café, destruidas en 1875, se hallan ahora campos de té, que encuentran buenas condiciones de crecimiento en los escalones montañosos de la isla. Mayor amplitud poseen el cultivo y la exportación en Asam, que con Calcuta como puerto
exportador aparece actualmente como la primera región del Mundo en orden al suministro de té (fig.- 91) (aproximadamente el 50 % del té negociado en el mercado mundial). En las Indias holandesas (Java, con Batavia como puerto exportador, y Sumatra), cosecha Holanda cantidades suficientes para satisfacer sus necesidades. En el Japón, el cultivo del
té alcanza hasta el Norte de la capital, por donde pasa el límite septentrional de la zona monzónica. Formosa produce las clases japonesas más finas. En China cultivase el té generalmente entre los grados 22 y 23, es decir, en las provincias meridionales y centrales; pero el centro económico corresponde a los territorios de Hankeu y Futscheu. Sus clases hace mucho tiempo que no son superadas por las de ningún otro país. Ambos distritos envían exclusivamente sus remesas al Canadá y a los Estados Unidos.
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