Artículos periodísticos
de Sotero Barrón Llorente
En La coalición, periódico republicano-progresista del
19 de septiembre de 1907
El
cura de La Codosera
Sr.
Obispo: ¿Cómo se explica que S. I., tan santo, tan justiciero, consienta al
párroco de aquel pueblo la serie interminable de enormidades que allí ha
cometido y sigue cometiendo con menosprecio de su sagrado ministerio, para
vergüenza de España y oprobio de sus ciudadanos?
S.
I. no puede alegar ignorancia en este asunto, porque suscrito por varios
vecinos le entregaron el historial enfangado de este sacerdote, que de nada
tiene menos que de sacerdote,
Dicen
las comadres de La Codosera que se ha demostrado que el páter no tira de la
oreja a Jorge en la taberna, que lo hace en el café, ¡qué inocencia! En la
Delegación de Hacienda. sabrán si allí existe algún café,
Dicen
igualmente, que el vecino Martín Lobo, después de firmar aquel escrito
denunciando que el Juez municipal, padre del párroco, le llamó al Juzgado,
donde le pegó y maltrató en compañía de su hijo consagrado, que consiguieron
declarar que había sido en broma, que aquello no fue más que, unos sencillos
arañazos; pero lo raro es que no hayan declarado los vecinos que le acompañaron
al Juzgado y estuvieron presentes en la refriega; estos Sr, Obispo, son los
llamados a hacer luz.
Que
declaren los vecinos de aquel pueblo José Silva Rodríguez, Alonso Vélez Acosta,
Pilar Gómez, D. Joaquín del Solar, D. Sotero Barrón y D. José Gómez Reposa, que
fue citado y no compareció; que declare la Sra. Condesa de la Camorra y el cabo
dé la guardia civil Pedro González Sudón, en vez de llamar a esa a declarar al
sacristán; al amo de la taberna donde el Sr. Cura toma café y las ve venir
diariamente; al hijo del secretario del Juzgado, que lo es del acreditado
párroco y al que entonces era maestro de escuela, que respecto de la jefatura
política del padre, era una especie de ministro sin cartera; pero, antes de
declarar aquellas personas que juren de verdad el decirla, con el crucifijo
delante, esto es, con todas las solemnidades de la Ley, y hágase luz I. S., que
si siguen en la impunidad tantos y tantos atropellos como comete este señor
cura, van en la Codosera camino del crimen.
Con
sana voluntad e inspirándose en la justicia puede S. I. prestar un beneficioso
servicio a aquel pueblo, que por su temor e ignorancia no sabe imponer la Ley y
es víctima de locas temeridades, y el señor Obispo, tan santo, tan justiciero,
debe acreditar una vez más estas hermosas prendas que lo elevan.
J. S.