Blanco y negro, Madrid, 29 de mayo de 1932, página 88.
POR PRESCRIPCIÓN GUBERNATIVA
MARTIN ANDRAN, EXPONENTE DE LAS JURDES TRAGICAS
Un poco retrasado. Desde el mismo instante en que el perito geógrafo de destierros y confinamientos comenzó a expedir pasaportes ordenando invernadas y veraneos en lugares desconocidos para la mayoría de los españoles, era fatalmente inevitable que mi España desconocida ascendiese a los primeros planos de la actualidad. Era inevitable, y por eso ha llegado. Con un poquitín de retraso, pero ha llegado. Las Jurdes, las Jurdes trágicas, la tierra de jambri y de lobos, la de canchales y pizarras, la de jelechus, brezos y madroñeras, la que ni siembra trigo ni amasa pan con harina propia, la paupérrima comarca de pidiores y pilus, la explotada por menderos y papeleteros, la triste Cenicienta de la Península. Ibérica vuelve a ofrecerse a la atención de todos.
Entrada a Las Jurdes Altas. Vista general de las cuatro cordilleras Jurdanas.