Para el transporte de los motores no se podrán indicar sino reglas generales para los casos que diariamente suelen presentarse, debiendo ser acomodadas naturalmente a las circunstancias locales y especialmente al tamaño de los motores a transportar. Las indicaciones hechas a continuación se refieren a motores de tamaño mediano, de unos 20 a 30 HP, Los motores pequeños, de hasta unos 50 kg, podrán ser levantados y transportados, por regla general, sin necesidad de echar mano de aparatos especiales, mientras que para las máquinas mayores será necesario recurrir a medios de transporte y aparatos especiales a elegir según las condiciones particulares.
Al transportar los electromotores en dirección horizontal, nunca deberán ser arrastrados directamente sobre pisos de piedra o hierro, sino que se les colocarán sobre tablas o tablones. Si el motor no está atornillado a tablones, debe colocarse por lo menos suelto sobre un trozo de tablón o dos trozos de viga, para evitar que se rompan los pies de fundición al chocar contra el suelo. Debajo del motor se colocará entonces un rodillo, formado por un tubo de gas de 1 a 2 pulgadas, levantando el tablón junto con el motor, sirviéndose de una palanca.
Como con este movimiento puede alzarse el motor de una vez sólo 1 a 2 Cm, no queda más remedio que colocar primero una cuña de madera debajo del tablón y seguir levantando gradualmente hasta poder pasar el rodillo (Fig. 57), suplementaiido con tacos, si fuera necesario, el apoyo de la palanca. Los movimientos se efectuarán siempre despacio y nunca de golpe, contendándose de algunos centímetros, ya que masas pesadas nunca deben moverse rápidamente.
Una vez colocado, pues, el primer rodillo, se hace rodar el motor hasta que aquél esté más o menos debajo del centro del mismo (Fig. 58), con objeto de disponer el segundo de igual diámetro, basculando un poco el motor al efecto. Al Seguir rodando. quedará libre el primer rodillo, mientras que el segundo alcanzará el centro del motor (Fig. 59).
Para seguir en esta forma con el traslado horizontal, se llevará hacia adelante en la forma citada el rodillo que quedó atrás. Para cambiar el sentido de dirección del transporte no se colocará, al efectuar el cambio de los rodillos, el primero paralelamente al segundo, sino formando con este último un ángulo que corresponda poco más o menos a la mitad de la curva que quiere describirse.
Mientras que en el transporte horizontal la fricción de los rodillos es suficiente para evitar un movimiento demasiado rápido del motor, se prescindirá en absoluto del uso de rodillos en los transportes inclinados, sujetando, además, el motor con sogas, porque los rodillos podrán fácilmente transmitir al motor un movimiento acelerado, muchas veces difícil de detener. Hasta la fricción existente entre el motor y las planchuelas no puede evitar siempre el deslizamiento del mismo, de manera que no será suficiente la sola fuerza de los hombres presentes, por lo que deberá sujetarse el motor con cuerdas.
Se procurará efectuar el transporte inclinado únicamente mediante tablones, porque el transporte escalonado con tacos siempre resultará dificultoso y hasta peligroso. El transporte inclinado más frecuente es, naturalmente, el de carga y descarga de carros. Los tablones se colocarán oblicuamente contra el carro, de modo que sobresalgan ampliamente de la plataforma (Fig. 60).
Para evitar una flexión inadmisible, se coloca debajo de ellos un cajón vacío, de tal modo, que no sea volcado por el plano inclinado, para que no bascule al doblarse aquél debido al peso de la carga. Los tablones deben ponerse en contacto con él únicamente al sufrir una flexión, cuando el motor se encuentra casi encima del cajón.
Al cargar un carro, es decir, al transportar un motor hacia arriba por un plano inclinado, la fricción del motor sobre los tablones de madera fácilmente puede ser tan grande que entorpece el deslizamiento.
Para evitar este inconveniente, se colocará una cinta de hierro en cada uno de los tablones, con objeto de tener que vencer únicamente la fricción de hierro sobre hierro, suficiente, por otra parte, para servir de freno. La sujeción del motor por medio de cuerdas se efectúa fijando una cuerda doble en los pies del motor y pasándola, estando aún el motor en el suelo, por encima de la plataforma del carro y alrededor de la misma, de manera que quede tendida. El carro estará frenado o trabado para que no pueda moverse. La cuerda tirante puede ser recogida fácilmente por el operario que se halla en el carro, mientras que el motor sube con un esfuerzo relativamente pequeño por parte de los operarios. El tercer hombre, que tiene el extremo de la soga, no hará más que mantenerla tendida, especialmente en el momento en que el operario que para en el carro la cambia de manos. Los tablones se sacarán fácilmente por debajo del motor levantándolos simplemente, una vez el motor ha alcanzado la plataforma.
Este último procedimiento se parece mucho a la operación inversa, la descarga, llevada a cabo en el momento de meter las tablas debajo del motor (Fig. 61). La cuerda para sujetarlo no será arrollada con tanta precaución al carro, porque habrá que aflojarla durante el descenso del motor (Fig. 62). El motor, una vez se halla encima de los extremos de los tablones, en el lado de la plataforma, se inclinará sosteniendo bien tirante la cuerda y, levantando un poco su parte baja, se deslizará despacio hacia abajo, frenado por el efecto de la fricción entre hierro y madera (Fig. 63). Si al transporte inclinado sigue otro horizontal, como sucede con frecuencia, convendrá pasar el motor directamente a los maderos al efecto (fig. 58).
Tratándose de alturas mayores o de motores algo más pesados, la cuerda será reemplazada por aparejos suficientemente fuertes, puesto que éstos permiten efectuar un deslizamiento paulatino absolutamente seguro (Fig. 64), debiendo ser la fricción frenadora tan fuerte, que el motor se deslice después de haberlo levantado un poco con la palanca. Según muestra la fig. 64, los motores se atan al aparejo arriba y abajo, con objeto de evitar toda basculación hacia los lados. Para el aparejo de esta clase de transportes habrá que disponer de un punto de sujeción seguro, para el cual no pueden hacerse indicaciones concretas y cuyo emplazamiento depende naturalmente de las condiciones locales.
El transporte vertical es, por regla general, el más sencillo, no necesitándose otro recurso que un aparejo de auto-detención y de capacidad suficiente, cuyo gancho se afianza en la anilla de transporte del motor. De aquí que lo esencial sea la suspensión del aparejo. Si para ello no existen en el edificio ganchos, vigas, etc., se acondicionará un caballete, en cuya viga horizontal se fija el aparejo mediante una doble cuerda, de tal modo, que ambos trozos sostengan simultáneamente el aparejo.
Más difícil resulta la colocación del aparejo y la sujeción del motor al tener que fijar éste con los pies en el techo (Fig. 65). Si es posible, hágase un boquete en el techo, encima de la parte en que se ha de fijar el motor, con objeto de pasar la cadena del aparejo colocado en el piso superior y maniobrado según las órdenes dadas desde el piso inferior. La fig. 65 muestra, además, la manera de atar el motor, cosa que tiene que efectuarse con sumo cuidado y dejando libres los pies. Una vez el motor adaptado al sitio en que debe fijarse, se atornillará y nivelará debidamente antes de quitar la cuerda (Fig. 66).
Siempre que no fuera posible servirse del piso superior para montar motores en el techo, se armarán andamios de plataforma, por los cuales se subirán los motores mediante plano inclinado. Para apoyar el motor contra el techo, no habrá más que darle la vuelta y subirle un poco con unos tacos y cuñas.
La colocación de la polea también forma parte de los trabajos concernientes al montaje de los electromotores. Una polea bien ajustada no puede ser colocada a mano, sino deberá ser montada con cierto esfuerzo. Una vez se ha encajado la chaveta, la polea se coloca en el extremo del árbol y se introduce con leves golpes de martillo dados en un taco de madera apoyado sucesivamente alrededor del cubo de la polea (Fig. 68). Simultáneamente habrá que apoyar firmemente un mango de martillo en el extremo opuesto de árbol para evitar deterioros de los cójinetes y anillos engrasadores. El plano frontal del árbol deberá quedar al nivel del cubo. Por último se apretará el tornillo que fija la polea en el eje.
Frecuentemente el mecánico estará obligado de desmontar una polea, lo que se realiza convenientemente con ayuda de una prensa de husillo (Fig. 69), herramienta que puede usarse para los diferentes tamaños de poleas y que, al no tenerse a mano, será reemplazada fácilmente por unas abrazaderas correspondientes con perno y tuerca. Un taco puesto debajo de la prensa evita la rotación del eje junto con el husillo.
Habrá que nivelar el motor de impulso de una transmisión antes de enléchar los carriles tensores, para lo cual se atornillará firmemente el motor en los carriles colocados sueltos sobre el cimiento, nivelando primero el conjunto. Para obtener la posición exactamente horizontal se coloca el nivel de agua sobre la superficie trabajada de los carriles tensores (Fig. 70), con objeto de centrar la burbuja de aire por medio de cuñas. Conviene emplear solamente cuñas de hierro, porque las de madera se aprietan fácilmente para volver a hincharse al enléchar los tornillos. No hay que nivelar únicamente en la dirección longitudinal, sino también en la transversal, colocando una regla o vara de calibre, etc., encima y perpendicularmente a los carriles.
Una vez nivelados los carriles tensores, se hará otro tanto con el árbol del motor con respecto al de la transmisión, y con la polea del motor con respecto a la de la transmisión, operación, en la que deben satisfacerse las siguientes dos condiciones:
1.ª Ambos árboles deberán estar perfectamente paralelos;
2.ª Deberán coincidir los planos centrales de ambas poleas.
Para hacer estas comprobaciones, ambas poleas deberán estar montadas, no siendo posible nivelar bien el motor sin polea. Los árboles tendrán la posición exacta cuando estén paralelos los planos formados por las llantas de las poleas, las que, a su vez, forman ángulos rectos con los árboles. La línea trazada entre dos puntos opuestos de cada llanta tendrá que ser recta, es decir, los cuatro puntos deberán hallarse en la misma recta (Fig. 71). Prácticamente se efectúa esta comprobación aplicando un hilo al borde más distante de la polea de la transmisión y acercando el otro extremo a la polea del motor de afuera adentro. Entonces se observa cuál de los otros tres puntos está más cerca del hilo (Fig. 72). Se desplazará el motor hasta que ambos puntos de su polea y el tercero, en la polea de transmisión, toquen simultáneamente el hilo. Ningún punto deberá tocarlo antes o después que los otros. Entonces los árboles están paralelos. No se omitirá comprobar la nivelación otra vez con el nivel de agua, porque al ajustar las poleas puede haberse alterado la posición exacta de los carriles tensores. Sólo cuando las tres pruebas — dos comprobaciones de la nivelación y la mediante la cuerda — concuerden simultáneamente (Fig. 73), se enlecharán los pernos de los carriles tensores.
La nivelación de las máquinas directamente acopladas se efectúa en la forma explicada a continuación, cualquiera que sea la clase del acoplamiento. No importa si se trata de un acoplamiento rígido (de brida o manguito) o móvil (de cinta o anillos de cuero). En ambos casos los árboles no solamente deben ser paralelos, sino que también tienen que estar alineados exactamente los ejes, puesto que el acoplamiento elástico sólo sirve en segundo término para compensar inexactitudes, sino más bien para evitar la transmisión de golpes. En todos los acoplamientos no partidos, montados antes de efectuar la nivelación, de tal modo que ocupan casi toda la extensión del extremo del árbol, no puede usarse el nivel de agua para nivelar los árboles entre sí. Para esta operación se apropia un útil a modo del reproducido, en la fig. 74, adecuado para árboles de distintos espesores y cualquier clase de acoplamiento. Después de haber ajustado los árboles a ojo, se coloca el útil de modo que quede entre las puntas el menor espacio posible (Fig. 75).
Los árboles estarán paralelos si, girándolas ambos, no se altera la distancia entre las puntas. Estas tendrán que encontrarse, además, exactamente aparejadas durante la rotación, porque, si no fuera así, no concordarían los ejes de ambos árboles. Sólo cuando las puntas permanezcan una en frente de otra durante toda una vuelta, quedará establecida la posición mutua exacta de los árboles. Para que durante esta operación quede constante la distancia entre las máquinas, los extremos de ambos ejes tienen que acercarse hasta tener la distancia prescrita, de acuerdo con el modelo de acoplamiento elegido. Sólo después de haber sido nivelados en la forma indicada, se atornillarán y enlecharán los motores, y se fijarán los tornillos del acoplamiento. Más datos sobre el enlechado de máquinas se encuentran bajo "Montaje de generadores".
"AEG, Manual para instalaciones eléctricas, de alumbrado y fuerza motriz", Berlín 1933