En Finlandia el 85% de su territorio está cubierto de bosques, 23 millones de hectáreas, de las que un 95% tiene certificado de sostenibilidad. En España, sólo un 7% de la superficie forestal, 1.123.000 hectáreas, tiene certificado de sostenibilidad. El problema aquí, es que el 70% de los montes pertenece a pequeños propietarios que poseen una media de tres hectáreas cada uno.
En Finlandia, un 60% de los bosques está en manos privadas. Allí existe una antiquísima tradición por la que todo finlandés tiene derecho a adentrarse en las tierras de otros para recoger setas y bayas (Ingrediente fundamental de la gastronomía finesa) casi hasta las lindes de las viviendas. Esta costumbre se ha convertido en ley y hoy está prohibido vallar las propiedades. Así, al recorrer las interminables llanuras finesas sólo se percibe una masa forestal continua interrumpida únicamente por sus 187.000 lagos. Entre tu monte y mi monte no hay separación. De tal forma que si un terreno está descuidado, lleno de hojarasca, afecta a todos los que tiene alrededor. Se trata de un gran bosque con muchos dueños.
Finlandia se encuentra en la misma latitud que Groenlandia. Durante sus durísimos inviernos se puede llegar a los -30º C. En algunas zonas, como Rovaniemi, sólo ven el sol seis horas al día. En estas condiciones prosperan únicamente tres clases de árboles: el abedul, el pino y la pícea (que es un tipo de abeto). En el sur hay algunos robles, pero muy pocos. Ni siquiera el haya, muy abundante en la vecina Suecia, consigue crecer.
En el sur del país, los árboles autóctonos tardan unos 80 años en estar listos para ser cortados; en el norte, ni más ni menos que 120. El eucalipto, por ejemplo, puede talarse en sólo siete años, según explica Jorma Ignatius, director de marketing de Stora Enso, una empresa papelera sueco-finlandesa que es la segunda más grande del mundo.
Treinta años después de ser plantados se hace la primera clara: se cortan los árboles más débiles. La madera de esta primera tala, que no es de una gran calidad, se utiliza para fabricar papel o tableros. A los 60 años se hace una segunda clara. De aquí ya se saca madera de sierra, que se emplea para hacer muebles y para la construcción. Otra parte se sigue destinando a pasta y tableros. Cuando el monte está maduro, se tala, dejando, eso sí, un mínimo de ocho o diez árboles por hectárea para que los animales que viven en ese espacio tengan dónde hacer sus nidos y vegetación para refugiarse. Estos últimos troncos, gruesos y fuertes, se convertirán prácticamente en su totalidad en muebles.
Una vez que se tala, lo norma es esperar a la primavera del año siguiente para comenzar a replantar. Muchos bosques se reforestan de forma natural, que es la mejor manera siempre. El viento y las aves transportan semillas que germinan en el monte y todo vuelve a empezar desde cero.
Los árboles nuevos se suelen plantar a mano. Los operarios utilizan un tubo de unos 50 centímetros de largo que termina en dos palas en forma de cuña. Primero se clava en el suelo. Después, a través de una palanca que se activa con el pie, se separan las dos palas. El pequeño arbolito se introduce por el otro extremo del tubo y cae a través de él hasta depositarse en la tierra. Finalmente, los operarios aplastan con el pie la tierra que rodea a la planta para fijarla bien. La operación no dura más de medio minuto, pero replantar un bosque de, por ejemplo, 3.000 árboles puede ser tan monótono como prolongado.
En el siglo XIX sí hubo una deforestación importante debido a la prevalencia de la agricultura, pero hoy en día todos los bosques europeos han crecido en superficie. Tanto en Finlandia como en España se corta menos madera de la que crece nueva cada año. En el país nórdico, si el crecimiento anual es de 60 millones de metros cúbicos de madera, sólo se permite cortar 40 millones de metros cúbicos. En España se talan 16.000 metros cúbicos, que representan un 30% de lo crece anualmente.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en colaboración con sus Estados Miembros, ha realizado evaluaciones de los recursos forestales mundiales cada cinco a diez años desde 1946. Estas evaluaciones mundiales ponen valiosa información a disposición de los encargados de la formulación de políticas tanto a nivel nacional como internacional, particulares y demás grupos y organizaciones interesados en el sector forestal.
La Evaluación de los recursos forestales mundiales del 2010 ha sido la más completa realizada hasta la fecha. En ella se analizó la situación actual y las tendencias en más de 90 variables relativas a la extensión, la condición, los usos y los valores de todo tipo de bosques en 233 países y áreas respecto de cuatro años de referencia: 1990, 2000, 2005 y 2010. El área total de bosque existente en el mundo asciende a algo más de 4.000 millones de hectáreas, que corresponden al 31 por ciento de la superficie total de tierra o a un promedio de 0,6 hectáreas per cápita. Los cinco países con mayor riqueza forestal, esto es, la Federación de Rusia, Brasil, Canadá, los Estados Unidos de América y China, representan más de la mitad del total del área de bosque. Diez países o áreas carecen totalmente de bosques y otros 54 tienen bosque en menos del 10 por ciento de su extensión total de tierra.
Uno de los mensajes fundamentales del informe es que la tasa de deforestación y pérdida de bosque por causas naturales, aunque seguía siendo alarmante, se estaba reduciendo. A nivel mundial, disminuyó de unos 16 millones de hectáreas al año en la década de 1990 a aproximadamente 13 millones de hectáreas al año en el último decenio. Al mismo tiempo, la reforestación y la expansión natural de los bosques en algunos países y áreas redujeron notablemente las pérdidas netas de área de bosque a nivel mundial.
El cambio neto de área de bosque en el período 2000-2010 se estimó en −5,2 millones de hectáreas por año (Una superficie de aproximadamente el tamaño de Costa Rica, o lo que es lo mismo, algo más que lo que ocupa la comunidad autónoma de Aragón), inferior al nivel de −8,3 millones de hectáreas por año registradas en el período entre 1990 y 2000. Sin embargo, la mayoría de las pérdidas de bosque siguieron dándose en países y áreas de las regiones tropicales, mientras que gran parte de la ganancia se concentró en las áreas templadas y boreales, así como en algunas economías emergentes.
Se realizaron avances significativos en la elaboración de políticas, leyes y programas forestales a nivel nacional. Unos 76 países publicaron o actualizaron sus declaraciones en materia de políticas forestales desde el año 2000 y 69 países, principalmente de Europa y de África, informaron de que se habían promulgado o enmendado sus leyes forestales desde 2005. Casi un 75 por ciento de los bosques del mundo estaban cubiertos por programas forestales nacionales, esto es, procesos participativos para la elaboración y aplicación de políticas y compromisos internacionales relacionados con los bosques a nivel nacional.
En España en la última década se ha duplicado su masa forestal. En donde más crece la masa forestal es en China, EEUU y la India.
Brasil e Indonesia, que fueron los países que mayor deforestación sufrieron en los años 90, han reducido algo las talas. Brasil ha pasado de 2,9 millones de hectáreas a 2,6 de pérdida de masa forestal anual en los últimos 10 años. Cuatro países africanos (Nigeria, Tanzania, República Democrática del Congo y Camerún) figuran entre los 12 países que sufren un índice más alto de deforestación, frente al aumento neto de 2,98 millones de hectáreas en China, 304.000 en la India y 207.000 en Vietnam al año. China espera cubrir un 23% de la superficie del país en 2015, con el objetivo de evitar las tormentas de arena, controlar las avenidas en las cuencas altas de los ríos y generar actividad económica en el mundo rural. Aparte de estos tres países asiáticos, otros dos también ganan masa forestal: Filipinas y Bhutan.
En el otro platillo de la balanza, Argentina es el noveno país que pierde más bosque, 246.000 hectáreas anuales, debido a los cultivos de soja y otros destinados a la exportación. En América Latina pierden grandes masas boscosas, por talas para recoger madera países como Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Perú y Venezuela.
El bosque en España ha crecido a un ritmo de 176.000 hectáreas anuales, debido a la repoblación de bosques, la expansión espontánea de los mismos y el abandono de tierras de cultivo. Se calcula que en los últimos 100 años su superficie se ha duplicado. En una situación parecida se encuentran otros países europeos como Portugal, Francia, Italia y Reino Unido.