Hace treinta años, Shenzhen era poco más que un pueblo, en la frontera de Hong Kong. La primera Zona Económica Especial de China se estableció en la década de 1980 y los talleres y los rascacielos comenzaron a crecer. Su población es ahora de unos 12 millones de personas, incluyendo unos 6 millones de trabajadores inmigrantes. Una de esas fábricas es la de Foxconn, propiedad de Hon Hai Precision Industry, una empresa taiwanesa, es uno de los mayores complejos de fabricación de China, y emplea a unas 230.000 personas. Muchos de los iPhones y iPads de Apple se montan aquí.
En la actualidad los trabajadores chinos aspiran a ganar un sueldo más alto y trabajar menos horas, al igual que hicieron antes los trabajadores taiwaneses, japoneses y de Corea del Sur. Los costes laborales en China han estado creciendo en torno al 20% anual, en los últimos años. Algunas empresas, como las de ropa y juguetes, se han ido trasladando del área de Hong Kong y otras regiones costeras al interior de China, en donde los salarios son más bajos, aunque las infraestructuras no están tan desarrolladas. Algunas empresas de ropa y calzado se han trasladado a Bangladesh, Camboya, Indonesia y Vietnam.
Los investigadores del Personal Computing Industry Centre de la Universidad de California, estudiaron los costes de un iPad de 16 gigabytes de 2010, con un precio de venta de 499 dólares. Los materiales y componentes del mismo, procedentes de América, Japón, Corea del Sur y Europa un coste de 154 dólares (Apple tiene más de 150 proveedores en todo el mundo, muchos de los cuales también hacen o terminar sus piezas en China). Los costes totales de mano de obra en todo el mundo para fabricar un iPad suponen 33 dólares, de los cuales le corresponden sólo 8 a los trabajadores chinos. Los costes de la distribución del producto son de 75 dólares. El beneficio de Apple por cada iPad es de 150 dólares.
La información se ha extraido de "The Economist", "The boomerang effect".
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