Antes de la Guerra Civil ya se habían instalado en Villaverde algunas fábricas de material ferroviario, como la de Astilleros Españoles S.A. (Euskalduna), los Talleres de M.Z.A. y la Siderúrgica Requena.
Placa de Euskalduna de la locomotora diésel 160 de ENFE, Ferrocarril Durán - Quito, 1988.
Talleres del ferrocarril MZA.
En los años 50 el mayor promotor de la industrialización de Villaverde fue el Estado,bien directamente, con la implantación de grandes industrias estratégicas, o indirectamente, facilitando el suelo industrial y la infraestructura necesaria. Al amparo del Instituto Nacional de Industria llegaron a Villaverde las empresas Boetticher y Navarro y Marconi. La primera, dedicada a la fabricación de material pesado para la industria hidroeléctrica, ascensores y calefacción, trasladó a Villaverde su actividad entre los años 1942-43 desde su sede de la calle Zurbano,donde estaba instalada desde 1915. La nueva factoría de Boetticher y Navarro se construyó junto a la Carretera de Andalucía y en 1947 ya trabajaban en ella unos 600 obreros que aumentaron hasta 900 a comienzos de la década de los 50. La empresa Marconi Española, dedicada a la fabricación de aparatos de radio, llegó en 1945, fecha en la que trasladó su actividad desde el barrio de Pacífico, donde se había instalado en 1917.
En el Catálogo de Industrias existentes en la provincia de Madrid publicado por la Cámara de Industria a principios de los años 50, ya aparecen citadas muchas de las empresas instaladas en Villaverde. Entre las más importantes por su número de empleados se encontraba Marconi Española 1.606 empleados, los Talleres de RENFE 1.000, Boetticher y Navarro 798, Hijos de J. Giralt Laporta 600 o Vers 500.
A las ya citadas se sumaba un extenso listado de compañías: Compañía Auxiliar de Transportes, Transportes Especiales S.A. (TRANSFE,SA). Hierros Madrid, Cartonera Industrial Madrileña, Fundiciones Requena, Mata y Cía, Cerámicas Mari Paz y Las Pirámides, Técnico Química Hispana, Fundición de metales Pablo Qrtiz, Forja y mecanización de metales Faustino Recuero, Instituto Veterinario Nacional (Laboratorios IVEN), La Hispano Argentina, Fábrica de artículos de caucho Arregui, Fábrica de calzados de caucho José Meseguer S.A. y la Fábrica de bocinas de latón Pedro Mencheta.
Entre los factores que favorecieron la implantación de la industria a gran escala en Villaverde cabe citar las grandes reservas de suelo disponible, la topografía del terreno, muy adecuado para la instalación de grandes factorías, su proximidad a la ciudad de Madrid, la existencia de una densa red de comunicaciones y el impulso estatal a través del Instituto Nacional de Industria.
Cuando en 1969 se aprobó la ordenación de la zona industrial de Villaverde, ésta ocupaba ya más de 200 hectáreas y era una de las más importantes de la provincia. Las industrias más numerosas eran las metalúrgicas (121), seguidas por la industria alimentaria, papel y artes gráficas, textiles, madera, químicas, minerales no metálicos y diversos. Las empresas metalúrgicas eran además las más importantes por la superficie ocupada y por el cómputo total de trabajadores que empleaban, unos 30.000 a principios de los años 70.
Entre las mayores empresas existentes en esa década cabe citar a Chrysler España 13.816 empleados;
Marconi ITT 3.655; Esteban y Bartolomé 570 empleados; Aristrain: 437 empleados; Standard Eléctrica 6.009 empleados; Boetticher y Navarro 1.370 empleados.
José María Aristrain era el heredero de una familia de la industria siderúrgica guipuzcoana y en Villaverde se hizo cargo de la empresa con tan sólo 24 años, por el fallecimiento de su padre en un accidente de avión. Aunque participaba en más de una veintena de empresas de los sectores más variopintos, buena parte del crecimiento de su fortuna se debió a los movimientos corporativos en la industria siderúrgica. A mediados de los años 90 decidió vender la empresa familiar al grupo Aceralia a cambio de un paquete accionarial. En el 2006 jugó un papel decisivo en la opa lanzada por Mittal sobre el grupo europeo al inclinarse por aceptar la oferta del magnate indio a cambio de un paquete accionarial dentro del Grupo comprador.
La transformación de motores de gasolina en diésel, le dio a Eduardo Barreiros una cierta solvencia económica, lo que le llevó a fundar en 1954 Barreiros Diésel S.A., con sede en Villaverde y con un capital de 10.000.000 de pesetas. Barreiros Diésel se estableció inicialmente como fabricante de motores diésel, comenzó con el EB-2, motor de dos cilindros para tractores, del que se vendieron 480 unidades durante el primer año. Pero el éxito fue la fabricación del motor EB-6 basado en la evolución de motores Perkins. La producción se inició con tres unidades diarias (para la aplicación en camiones de 5 a 7 Tm).
La fábrica de Villaverde fue creciendo paulatinamente desde su fundación en 1955. Diez años después. contaba con casi 2.000.000 m2 y albergaba a 25.000 trabajadores.
Villaverde siempre ha llevado acero en sus venas. La antigua fundición de la que ahora es propietario el gigante mundial Arcelor Mittal abrió sus puertas allá por 1956 y se convirtió enseguida en una parte característica del paisaje de este distrito de la capital. Ahora, entre escombros y grúas que derriban el metal que una vez fundió, se cierra un importante capítulo de la industria pesada de la región.
En la década de los cincuenta, Villaverde era un auténtico motor industrial. En el distrito desarrollaban su actividad las fábricas de Boetticher y Navarro (ascensores), Standard (teléfonos), Marconi (radios), Barreiros (camiones) y otras que, junto con la acería propiedad entonces de Manufacturas Metálicas Madrileñas, ocupaban a una gran parte de los vecinos de la zona.
A día de hoy únicamente mantiene su actividad la antigua fábrica de Barreiros, actualmente PSA-Peugeot Citroën, que ha sufrido muchos vaivenes en cuestiones de empleo a lo largo de los últimos años.
En el momento del cierre de la fábrica de ArcelorMittal, 285 de los 390 trabajadores que de los que disponía entonces se vieron de un modo u otro afectados. La situación se resolvió con la reubicación de la mayor parte de ellos en las plantas de Olaberría y Zumárraga en el País Vasco, junto con prejubilaciones y bajas incentivadas, atendiendo al plan social que la compañía acordó con los sindicatos.
La acería se dedicaba a la fabricación de grandes vigas destinadas a obras públicas, grandes edificios y naves industriales. Con la crisis, la caída de la demanda llevó a esta planta a exportar el 84% de su producción, frente al 60% de ventas en mercados exteriores que registraba en 2006. “Madrid, lejos de una salida al mar, no tiene la mejor ubicación para exportar, máxime en un contexto tan difícil en los mercados internacionales”, explicó el directivo de la compañía Gonzalo Urquijo en enero de 2012, cuando anunció el cierre definitivo de la planta.
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