viernes, 9 de marzo de 2018

María Rosa Boceta


Era 1969 y María Rosa Boceta estudiaba Filosofía y Letras y Económicas en la Universidad, en Madrid. Tenía novio y estaba a punto de casarse. Era peleona e inquieta sobre los mundos abiertos que podría haber en el tardofranquismo fuera de España. Ya había viajado algo. Su padre era catedrático e ingeniero agrónomo y parecía que tenía su futuro claro por delante. Le llegó el aviso de que aún seguía prohibida en España para las mujeres la carrera diplomática y se escandalizó: "¿Cómo?". Luego rompió y superó varias barreras, zancadillas y tabúes. Hasta dejarla varios años sin plaza tras haber aprobado la oposición. Pero al final fue varias veces embajadora. Ahora recomienda a las jóvenes diplomáticas tres ingredientes: "Ilusión, empuje y vocación".



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